Vexílla Regis

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MIENTRAS EL MUNDO GIRA, LA CRUZ PERMANECE

LOS QUE APOYAN EL ABORTO PUDIERON NACER

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NO AL ABORTO. ELLOS NO TIENEN LA CULPA DE QUE NO LUCHASTEIS CONTRA VUESTRA CONCUPISCENCIA

NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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No hay forma de vivir sin Dios.

ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

viernes, 30 de abril de 2010

4º HOMENAJE A FERNÁN GONZÁLEZ EN BURGOS

Desde la Santa Alianza


4º HOMENAJE A FERNÁN GONZÁLEZ EN BURGOS


DOMINGO 9 DE MAYO.

A las 12 horas enfrente del ARCO DE SANTA MARÍA nos reuniremos para colocar un ramo de Laurel con una inscripcion en honor a Fernán González.

A continuación se entonará el Himno a Burgos.

A las 13 horas en LAS VEGUILLAS tendrá lugar una degustación gratuita de pinchos castellanos.

Convocan: Ciudadanos de Burgos, Asociación por Castilla la Vieja.

 Fernán González, Conde de Castilla

MARXISTAS, VED LAS MARAVILLAS DE VUESTRO "DIOS"

Original desde El verdadero Carlos Marx vía La Santa Alianza


DERROCHÓN Y MAL PAGADOR

El Marx del que nadie habla

Por Fernando Díaz Villanueva

El padre del socialismo, el hombre que dedicó su vida a liberar a la clase trabajadora de sus cadenas, el abnegado filósofo y economista, autor del ensayo que más ha influido en la historia de la humanidad, nunca tuvo un empleo. Nunca.

Karl Marx, rebautizado Carlos en España por no se sabe bien qué razones, se pasó la vida pidiendo dinero prestado para no devolverlo jamás. Fue el arquetipo elevado al cubo de lo que él denunciaba: un vago, un caradura, un ser irascible, egoísta y desalmado que vivió, literalmente, a costa de los que le rodearon durante sus 64 años de vida.

Tras el célebre retrato que John Mayall le hizo en Londres allá por 1875, algo se atisba: muestra un hombre con barba muy poblada pero anárquica, medio negra medio cana, que sube por los lados de la cara, tapando las orejas, hasta llegar al pelo, con el que se funde en un amasijo greñoso y descuidado. Aunque lleva una levita limpia bajo la que esconde la mano, el retratado no parece un sabio, sino un mendigo al que algún alma caritativa, por alguna razón difícil de explicar, ha decidido inmortalizar.

Y no, la suya no fue una pose contestataria precursora del perroflautismo contemporáneo: eso de ir hecho un guarro para hacer méritos revolucionarios no se puso de moda hasta 1968; Marx era tal cual: tenía auténtica fobia al aseo personal. Tanta, que terminaron por salirle purulentos forúnculos por todo el cuerpo: en la cara, en la espalda, en el trasero y hasta en el pene. Se quejaba amargamente de ello en sus cartas, y esperaba –escribió por las mismas fechas en que andaba componiendo la primera parte de El Capital... con el trasero hecho cisco– que la burguesía, mientras existiera, tuviera "motivos" para recordar sus forúnculos.

Su escaso apego por el aseo se juntaba con su desmesurada afición a la bebida, el tabaco y la vida nocturna. Pasaba las noches en vela discutiendo con unos y con otros para luego, ya de amanecida, recostarse sobre un sofá y dormitar todo el día. Luego, si estaba de buenas se metía en la biblioteca, donde consultaba libros y periódicos para ir apuntalando las tesis... que ya traía fabricadas de casa. Con un estilo de vida semejante, lo último que podía hacer era ganarse el pan honradamente.

La pregunta que asalta al curioso es cómo él, un simple filósofo alemán exiliado en Londres sin más patrimonio que su pluma y con una familia que mantener, pudo vivir así tantos años. Simple: pidiendo prestado y procurando, a la vez, no atender los vencimientos de pago. Gracias al inmenso archivo epistolar que se conserva, y que ha sido estudiado en infinidad de ocasiones, se calcula que Marx disfrutó de una renta media de unas 200 libras anuales, es decir, tres o cuatro veces lo que ganaban los obreros ingleses, a la sazón los mejor pagados del mundo. Traducido a las circunstancias de nuestro tiempo y lugar, estaríamos hablando de 80 ó 90.000 euros brutos al año. Y todo por no hacer casi nada. Jamás hubo de enfrentarse al mercado y satisfacer las necesidades de otros mediante el trabajo, que es lo que exige el sistema capitalista. ¿Explotación? Nada: esa es una vaina que aireó Marx tras birlar la idea a Jean-Pierre Proudhon y a Johann Rodbertus. Este último le acusó de plagio, y Engels hubo de acudir en socorro de su amo. Con éxito: de Marx se sabe mucho y del infeliz de Rodbertus, nada.

Su primera fuente de ingresos fue su propia familia, que vivía holgadamente en la ciudad alemana de Tréveris. El padre, Herschel, un competente abogado judío, se había convertido al protestantismo para prosperar en la vida e integrarse en la sociedad prusiana. La madre, Henrietta Pressburg, era holandesa, hija de un rabino y buena paridora de 8 vástagos, a los que no les faltó de nada. Por esa razón el joven Karl pudo estudiar en la universidad y convertirse luego en el perfecto ejemplar de revolucionario de salón. Nunca visitó una fábrica, un taller, ni siquiera una imprenta. En una ocasión su amigo Engels, magnate del textil con intereses mercantiles en Inglaterra, le invitó a visitar un telar de algodón, pero él, hecho a las comodidades de la ciudad y a pasar la tarde en la taberna, declinó la invitación. Parece mentira, pero es así: el emancipador del proletariado muy pocas veces vio a un proletario con sus propios ojos.

Durante años, hasta bien entrado en la edad adulta, vivió de sus padres. Recibía un estipendio periódico, que reclamaba ofuscado por carta si no le llegaba a tiempo. Al morir su padre, en 1838, tomó su parte de la herencia –la respetable cantidad de 6.000 francos de oro– y se la gastó íntegra. Lo mismo haría al fallecer Henrietta, aunque ahí tuvo que conformarse con menos, ya que había ido pidiendo anticipos a la parentela holandesa.

Finiquitada la ubre paterna, y ya de romería política por Europa, se especializó en desvalijar a los amigos y a los militantes con que iba topando por los clubes de exiliados alemanes, de donde procuraba no salir sino lo imprescindible, no fuese a ser que tuviera que aprender un nuevo idioma o integrarse en un país distinto al suyo. Por lo general, lo que pedía no lo devolvía. Buscaba las excusas más insospechadas para escaquearse; algunas de ellas ciertas, como el argumento de la numerosa prole que trajo al mundo junto a su esposa, Jenny von Westphalen.

Económicamente hablando, Jenny tampoco era manca. Hija de un barón prusiano –de ahí el von del apellido–, recibió una generosa dote al casarse y, luego, continuos préstamos de su familia. Pero los Westphalen se iban muriendo, y la fuente, consecuentemente, secándose...

Cuando en casa no había ni para comer ni forma de recurrir a los prestamistas de confianza, los Marx recurrían al mercado crediticio ordinario, es decir, al usurero de la esquina, que siempre han existido porque siempre ha habido manirrotos como el autor de El Capital. Pero incluso los auténticos profesionales del riesgo evitaban al matrimonio en los peores momentos de éste. En 1850, el casero les puso en la calle con cuatro niños y todos los muebles, que tuvieron que empeñar para liquidar las cuentas de la carnicería y la panadería. Entonces se acogieron a la beneficencia. Su pequeño hijo Guido murió aquel invierno de frío siendo un bebé.

A pesar de los contratiempos, Marx no tenía intención de cambiar. "Lleva una vida de intelectual bohemio –se lee en un informe redactado por aquellos días por la policía prusiana, que le seguía los pasos–. Pocas veces se lava, se acicala o se cambia de ropa, y a menudo está borracho. No tiene una hora estipulada para irse a la cama o levantarse por la mañana. A menudo se pasa la noche en vela y al mediodía se tumba en el sofá con la ropa puesta, donde duerme hasta la tarde. Cuando entras en la habitación de Marx, el humo y las emanaciones del tabaco hacen llorar los ojos... Todo está sucio y cubierto de polvo, y sentarse se convierte en una tarea peligrosa". Una joya de hombre.

A Marx le salvó su amistad con el ricacho Engels, al que sangró a modo. Durante cuarenta años, el multimillonario del textil estuvo dando dinero a Marx, al principio como apoyo para que se dedicase a escribir libros y luego, a partir de 1869, ya de modo formal: le hizo beneficiario de una asignación vitalicia.

Teniendo en cuenta que, por aquellas mismas fechas, Engels se había retirado del negocio, asegurándose antes una buena pensión de jubilación, su amigo Marx se convirtió en el rentista de un rentista. Las dos mentes más preclaras del socialismo, los padres de El Capital, fueron unos rematados rentistas, figura que sólo fue posible en el siglo XIX gracias a la extraordinaria prosperidad que había forjado el capitalismo. Una paradoja y una verdad ligeramente incómoda... que no todos están dispuestos a reconocer.

*Algunos datos más: Marx fue bautizado a los 6 años y se casó por iglesia (Hablamos del luteranismo). Tuvo un hijo con una criada, vástago al que nunca reconoció, abandonando luego a ambos a su suerte. Criada que había sido anteriormente del barón Johann Ludwig von Westphalen, el padre de Jenny. Así que no se eligieron una criada cualquiera... El hijo de Lenchen, como la llamaban, fue luego legitimado por Engels como si fuese suyo, pero era un secreto a voces que Frederick Lewis Demuth era hijo de Marx.

SANTA CATALINA DE SIENA, DOCTORA DE LA IGLESIA

Donde está vuestro tesoro,
allí también estará vuestro corazón.
(Lucas 12, 34)


Santa Catalina de Siena

VIRTUOSA DESDE LA CUNA

Santa Catalina nació en 1347 en Siena, hija de padres virtuosos y piadosos. Ella fue favorecida por Dios con gracias extraordinarias desde una corta edad, y tenía un gran amor hacia la oración y hacia las cosas de Dios. A los siete años, consagró su virginidad a Dios a través de un voto privado. A los doce años, la madre y la hermana de Santa Catalina intentaron persuadirla para llegar al matrimonio, y así comenzaron a alentarla a prestar más atención a su apariencia. Para complacerlos, ella se vestía de gala y se engalanaba con joyas que se estilaban en esa época. Al poco tiempo, Santa Catalina se arrepintió de esta vanidad. Su familia consideró la soledad inapropiada para la vida matrimonial, y así comenzaron a frustrar sus devociones, privándola de su pequeña cámara o celda en la cual pasaba gran parte de su tiempo en soledad y oración. Ellos le dieron varios trabajos duros para distraerla. Santa Catalina sobrellevó todo esto con dulzura y paciencia. El Señor le enseñó a lograr otro tipo de soledad en su corazón, donde, entre todas sus ocupaciones, se consideraba siempre a solas con Dios, y donde no podía entrar ninguna tribulación.

Más adelante, su padre aprobó finalmente su devoción y todos sus deseos piadosos. A los quince años de edad, asistía generosamente a los pobres, servía a los enfermos y daba consuelo a los afligidos y prisioneros. Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas y la purificación de su corazón.

INTIMIDAD Y ESPONSORIOS CON JESÚS

Como una consagración más formal a Dios, a los diez y ocho años, Santa Catalina recibió el largo hábito blanco y negro deseado de la tercera orden de Santo Domingo. El hecho de pertenecer a una tercera orden significaba que la persona viviría la espiritualidad Dominica, pero en el mundo secular. Ella fue la primera mujer soltera en ser admitida. A partir de ese momento su celda llego a ser su paraíso, y se ofrecía a si misma en oración y mortificación. Durante tres años vivió como en una ermita, manteniéndose en silencio y sin hablar con nadie excepto Dios y su confesor. Durante este período, había momentos en que formas repugnantes y figuras tentadoras se presentarían en su imaginación, y las tentaciones más degradantes la asediaban. Posteriormente, el diablo extendió en su alma como una nube y una oscuridad tan grande que fue la prueba más severa jamás imaginable. Santa Catalina continuó con un espíritu de oración ferviente, de humildad y de confianza en Dios. Mediante ello perseveró victoriosa, y al final fue liberada de dichas pruebas que solo habían servido para purificar su corazón. Cuando Jesús la visitó después de este tiempo, ella le pregunto: "¿Dónde estabas Tú, mi divino Esposo, mientras yacía en una condición tan abandonada y aterradora?" Ella escuchó una voz que le decía, "Hija, estaba en tu corazón, fortificándote por la gracia." En 1366, Santa Catalina experimentó lo que se denominaba un ‘matrimonio místico’ con Jesús. Cuando ella estaba orando en su habitación, se le apareció una visión de Cristo, acompañado por Su madre y un cortejo celestial. Tomando la mano de Santa Catalina, Nuestra Señora la llevó hasta Cristo, quien le colocó un anillo y la desposó Consigo, manifestando que en ese momento ella estaba sustentada por una fe que podría superar todas las tentaciones. Para Catalina, el anillo estaba siempre visible, aunque era invisible para los demás. 

Desposorio místico de Santa Catalina (Clemente de Torres)

SU CARIDAD

Luego de tres años de vida solitaria en su hogar, Santa Catalina sintió que el Señor la estaba llamando en ese momento a llevar una vida más activa. Por lo tanto, comenzó a relacionarse más con los demás y a servirlos. Dios recompensó su caridad con los pobres a través de varios milagros, a menudo multiplicando víveres en sus manos, y haciendo que ella pudiera llevar todo lo necesario a los pobres, lo cual no hubiera podido lograrlo de otro modo a través de su fortaleza natural. En su ardiente caridad, trabajó intensamente por la conversión de los pecadores, ofreciendo sus continuas oraciones y ayunos. En Siena, cuando hubo un terrible brote de peste, trabajó constantemente para aliviar a los enfermos. "Nunca se la vio tan admirable como en ese momento”, escribió un sacerdote que la había conocido desde su infancia. "Siempre estaba con los que padecían por causa de la peste; los preparaba para la muerte y los enterraba con sus propias manos. Yo mismo fui testigo del gozo con que los atendía y de la maravillosa eficacia de sus palabras, que dieron lugar a muchas conversiones."

Todos sus discursos, acciones y su silencio inducían a los hombres al amor a la virtud, de tal modo a que nadie, de acuerdo al Papa Pío II, que se acercara alguna vez a ella regresaba sin ser una mejor persona. Santa Catalina era capaz de reconciliar a los peores enemigos, más a través de sus oraciones que de sus palabras. Por ejemplo, un hombre a quien ella estaba tratando de persuadir para que llevara una vida virtuosa, cuando Santa Catalina vio que sus palabras no estaban teniendo efecto, ella hizo una pausa repentina en su discurso para ofrecer oraciones por el. Sus oraciones fueron escuchadas en ese mismo instante, y un cambio radical se produjo en el hombre. Luego se reconcilió con sus enemigos y adoptó una vida penitencial. Los pecadores más empedernidos no podían resistir sus exhortaciones y oraciones en pos de un cambio de vida. Miles acudían a escucharla o solo a verla, y fueron ganados por sus palabras y por su ejemplo de arrepentimiento.

Se reunieron alrededor de la santa un grupo de fervientes seguidores. Por ejemplo, un ermitaño de edad avanzada abandonó su soledad para estar cerca de ella porque decía que encontraba más paz de mente y progreso en la virtud siguiéndola que lo que jamás hubiera hallado en su celda. Otro descubrió que cuando ella hablaba, el amor divino se inflamaba en todo su ser, y su desprecio por lo mundano aumentaba. Un cálido afecto la vinculaba a aquellos a quienes ella llamaba su familia espiritual – hijos suyos dados por Dios a quienes podía ayudar a lo largo del camino hacia la perfección. Ellos eran testigos de su espíritu de profecía, su conocimiento de las conciencias de los demás y su extraordinaria luz en las cuestiones espirituales. Ella leía sus pensamientos y frecuentemente tenía conocimiento de sus tentaciones cuando se alejaban de ella. En ese momento la opinión pública acerca de Catalina estaba dividida; varios la reverenciaban como a una santa, mientras que otros la consideraban una fanática o la denunciaban como hipócrita. Su confesor de ese tiempo, el Padre Raimundo, sería posteriormente el biógrafo de la santa.


Tal era la devoción a Santa Catalina que se le otorgó el patronato de una cofradía de Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento ¡en vida!

UNA CONCILIADORA PARA LA IGLESIA

Uno de los mayores logros de Santa Catalina fue su labor de llevar de vuelta el Papado a Roma a partir de su desplazamiento a Francia. Asimismo, se la llego a reconocer como conciliadora – ella comenzó ayudando a resolver varios conflictos familiares, y luego su trabajo se amplió para incluir el establecimiento de la paz en las ciudades estados italianas. Por ejemplo, en 1375, Santa Catalina tuvo noticias a través de Fray Raimundo de que la gente de Florencia se había adherido a una liga que estaba en contra de la Santa Sede. El Papa Gregorio XI, que residía en Avignon, escribió a la ciudad de Florencia, pero sin éxito. Ocurrieron divisiones internas y asesinatos entre los florentinos, y pronto se demando su reconciliación. Santa Catalina fue enviada por los magistrados de la ciudad como mediadora. Antes de llegar a Florencia, se reunió con los jefes de los magistrados, y la ciudad encomendó toda la situación a su criterio, con la promesa de que debía ser seguida a Avignon por sus Embajadores, quienes debían firmar y ratificar las condiciones de reconciliación y confirmar cada cosa que había hecho. Su Santidad, luego de haber tenido una conferencia con ella, en admiración de su prudencia y santidad, le manifestó: "No deseo nada más que la paz. Dejo esta cuestión totalmente en sus manos; solo le recomiendo el honor de la Iglesia." Sin embargo, los florentinos no fueron sinceros en su búsqueda de la paz, y continuaron sus intrigas secretas para apartar a toda Italia de su obediencia a la Santa Sede.

La santa tuvo otra misión durante su viaje a Avignon. El Papa Gregorio IX, electo en 1370, tenía su residencia en Avignon, donde los cinco papas previos también habían residido. Los romanos se quejaban de que sus obispos habían abandonado su iglesia durante setenta y cuatro años, y amenazaron con llevar a cabo un cisma. Gregorio XI hizo un voto secreto para regresar a Roma; pero no hallando este deseo agradable a su corte, el mismo consulto a Santa Catalina acerca de esta cuestión, quien le respondió: "Cumpla con su promesa hecha a Dios." El Papa, sorprendido de que tuviera conocimiento por revelación lo que jamás había revelado a nadie, resolvió inmediatamente hacerlo. La Santa pronto partió de Avignon. Se cuenta con varias cartas escritas por ella y dirigidas al Papa, a fin de adelantar su retorno a Roma, en donde finalmente falleció en 1376.

Posteriormente, Santa Catalina escribió al Papa Gregorio XI en Roma, exhortándole firmemente a contribuir por todos los medios posibles a la paz general de Italia. Su Santidad le encomendó la misión de ir a Florencia, aún dividida y obstinada en su desobediencia. Ella vivió un tiempo allí en medio de varios peligros incluso contra su propia vida. A la larga, ella logró que la gente de Florencia se dispusiera a la sumisión, a la obediencia y a la paz, aunque no bajo la autoridad de Gregorio XI, sino del Papa Urbano VI. Esta reconciliación ocurrió en 1378, luego de lo cual Santa Catalina regresó a Siena.

HACIA EL DIVINO ESPOSO

Santa Catalina regreso de esta manera a Siena, donde prosiguió su vida de oración. Ella obtuvo la unión perpetua de su alma con Dios. Aunque a veces estuviera obligada a conversar con diferentes personas sobre varios y diversos asuntos, ella siempre estaba ocupada y absorta en Dios. En una visión, Jesús se le presentó con dos coronas, una de oro y otra de espinas, ofreciéndole elegir con cual de las dos se complacería. Ella respondió: "Yo deseo, Oh Señor, vivir aquí siempre conforme a tu pasión, y encontrar en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y deleite." Luego, tomando ansiosamente la corona de espinas, se la colocó sobre la cabeza.

En 1378, cuando Urbano VI fue electo Papa, su temperamento hizo que los cardenales se distanciaran, y que varios de ellos se retiraran. Luego declararon la elección nula, y eligieron a Clemente VII, con quien se retiraron de Italia y residieron en Avignon. Santa Catalina escribió largas cartas a los cardenales quienes primero habían reconocido a Urbano, y luego eligieron a otro; presionándolos a volver a su pastor legal. Ella también le escribió a Urbano mismo, exhortándolo a sobrellevar con temple y gozo los problemas en que se encontraba, y a aplacar el temperamento que le había llevado a tener tantos enemigos. A través del Padre Raimundo de Capua, su confesor y posteriormente su biógrafo, el Papa pidió a Santa Catalina regresar a Roma. El la escuchó y siguió sus instrucciones. Ella también escribió a los reyes de Francia y de Hungría para exhortarlos a renunciar al cisma.

Mientras trabajaba afanosamente para extender la obediencia al verdadero Papa, la salud de Santa Catalina comenzó a deteriorarse. Ella falleció de un ataque súbito a los 33 años en Roma. Los habitantes de Siena deseaban conservar su cabeza. Hubo un milagro que se comentó en el cual tuvieron un éxito parcial. Sabiendo que ellos no podían llevar a escondidas todo su cuerpo fuera de Roma, decidieron llevar solo su cabeza, la cual colocaron en un bolso. Cuando fueron detenidos por los guardias romanos, oraron para que Santa Catalina los ayudara. Cuando los guardias abrieron el bolso, parecía que ya no contenía su cabeza sino que todo el bolso estaba lleno de pétalos de rosa. Una vez que regresaron a Siena, volvieron a abrir el bolso y su cabeza estaba visible nuevamente. Debido a este relato, Sana Catalina a menudo es observada sosteniendo una rosa. La cabeza incorruptible y el dedo pulgar fueron sepultados en la Basílica de Santo Domingo, donde se conservan en la actualidad. El cuerpo de Santa Catalina esta enterrado en la Basílica de Santa María sopra Minerva en Roma, que se encuentra cerca del Panteón. 

La muerte de Santa Catalina de Siena (Pequeño palacio de Aviñón)

Cráneo incorrupto de Santa Catalina de Siena, venerado en la Basílica de Santo Domingo (Roma)

Las cartas de Santa Catalina son consideradas como una de las grandes obras de principios de la literatura Toscana. Ella escribió 364, y más de 300 de ellas se conservan en la actualidad. En sus cartas dirigidas al Papa, a menudo se refería al mismo con afecto como “Papa” o “Papi” (“Babbo” en italiano).

Aproximadamente un tercio de sus cartas estaban dirigidas a mujeres. Otros destinatarios incluyen a sus diversos confesores, entre ellos Raimundo de Capua, los reyes de Francia y Hungría, la Reina de Nápoles y numerosas figuras religiosas. Su otra obra magistral es el “Diálogo de la Divina Providencia,” un diálogo entre el alma y Dios. Registrado entre Registrado entre 1377 y 1378 por los miembros de su círculo. A menudo considerada como una analfabeta, Santa Catalina es reconocida por Raimundo en su biografía como capaz de leer latín e italiano, y otro hagiógrafo, Tommaso Caffarini, manifestó que la santa podía escribir. El Papa Pío II canonizó a Catalina en 1461

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SANTA CATALINA 

I. El corazón de Santa Catalina ardía del fuego del amor de Jesucristo. Abrasaban las llamas de este amor en su celo por la salvación de las almas, en su compasión por los pecadores, los pobres y los enfermos. Y tu corazón ¿a quién pertenece? ¿A las riquezas y a los placeres? Entonces es insensible al lamento de los pobres y a las inspiraciones del amor divino. ¡Señor! haced que os ame a Vos solo, y si amo algo más que lo haga por Vos. Dadme un corazón que Os ame (San Agustín).

II. Presentóle el Señor dos coronas, una de oro y otra de espinas, y la Santa eligió la de espinas, diciéndole que quería reproducir en ella la Pasión de su divino Maestro y gozarse en las penas y sufrimientos. Tú, en cambio, quieres en esta vida rosas y placeres; pronto se marchitarán las rosas y te quedarán espinas para toda la eternidad; porque es difícil gozar los bienes de este mundo y los del cielo (San Jerónimo).

III. El pensamiento continuo de la presencia de Dios la hizo salir victoriosa de todas sus tentaciones. Recogíase interiormente pensando en la Pasión de Jesucristo, en los castigos de los condenados y en su propia nada; estas consideraciones tornábanla insensible a las persecuciones de los hombres y hacíanla invencible a los asaltos del demonio. Piensa en Dios y en las verdades eternas, y nada temas ni desees en este mundo. Ahora no piensas sino en la tierra, por que tu tesoro y todas tus esperanzas están en la tierra y no en el cielo. Tu corazón y tu espíritu estarían en el cielo si allí estuviese tu tesoro (San Euquerio).

Meditar sobre la Pasión.
Orad por vuestro obispo.

ORACIÓN

Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que la fiesta de la bienaventurada Catalina, vuestra virgen, al mismo tiempo que regocija nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 29 de abril de 2010

CONTRA EL CAPITALISMO, TRADICIÓN CATÓLICA

Desde Iota Unum

Así considera el Católico a los capitalistas: 
¡Contemplad sus manos! Están manchadas de sangre, de la sangre de las viudas y de los huérfanos, de los niños y adolescentes, de los impedidos o retrasados en su desarrollo por falta de nutrición y por el hambre, de la sangre de miles y miles de infortunados de todas las clases del pueblo que derramaron sus carniceros con innoble traficación. ¡Esta sangre, como la de Abel, clama al cielo contra los nuevos caínes!
El capitalista es un asesino

Tales eran las palabras de Su Santidad Pío XII, el último papa que atacaba el Liberalismo como una doctrina diabólica que es.

San Pío XII, el último Papa que condenó el Liberalismo en todas sus facetas.

No hablan así, sin embargo, los seguidores del inicuo y liberal Concilio Vaticano II, sino que parecen haber olvidado que defraudar al trabajador de su salario es uno de los cuatro pecados que claman la venganza divina. Así lo explica el máximo experto español en teología moral, Fray A. Royo Marín, O.P.:

“Se entiende por pecados que claman al cielo aquellos que envuelven una especial malicia y repugnancia abominable contra el orden social humano. […] en virtud de su especial injusticia contra el orden social, parecen provocar la ira de Dios y la exigencia de un castigo ejemplar para escarmiento de los demás.

“Bajo cualquier pretexto que se haga, ya sea retrasando inicuamente el pago, o disminuyéndolo, o despidiendo sin causa a los obreros, etc. apoyándose precisamente en la impotencia de los mismos para defenderse eficazmente. En la Sagrada Escritura se condena con energía este crimen. He aquí algunos textos:

‘No oprimas al mercenario pobre e indigente…Dale cada día su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita’ (Deut. 24, 14-15)
‘El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros, clama, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos’ (Iac. 5, 4)”

“968. ¿Por qué se dice que estos pecados claman al cielo?

Dícese que estos pecados claman al cielo porque lo dice el Espíritu Santo, y porque su iniquidad tan grave y manifiesta que provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos.

Estos pecados claman al cielo porque lo dice el Espíritu Santo, y porque su iniquidad es tan grave y manifiesta que provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos.

Por ello, los capitalistas son siervos de Satanás y viven fuera de la Iglesia. No tienen ningún derecho a recibir los sacramentos y, si lo hacen, cometen un sacrilegio y se hacen reos de la sangre de Cristo.

"Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo." (I Corintios XI, 27- 29)

En verdad, la propiedad tiene una función social, que se halla ligada a la Ley Natural y a la Ley Divina.

Por simplificar, diremos que esa Ley Divina nos dice que existe una Caridad y una Misericordia que hay que cumplir con el prójimo. Dios nos ha hecho libres para que hagamos ese buen uso de nuestra libertad.

Y esa Caridad, y ese amor misericordioso hacia el prójimo son los que siempre defendió la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.

Por ello, desde tiempos de Constantino, en la naciente Cristiandad política van a comenzar a instaurarse paulatinamente estos principios, que habían sido defendidos por los Padres de la Iglesia frente a las injusticias sociales paganas.

Así, entre los padres Orientales tenemos ejemplos como el de San Juan Crisóstomo, patrón de los predicadores católicos:

“Hay un testimonio de las Escrituras Divinas que llama rapiña, avaricia y defraudación no sólo al arrebatar lo ajeno, sino también el no dar parte de lo propio a los demás. ¿Qué testimonio es ése? Reprendiendo Dios a los judíos por boca del profeta dice: La tierra ha producido sus frutos y no habéis traído los diezmos; la rapiña del pobre está en vuestras casas. Porque no habéis hecho las ofrendas acostumbradas, habéis arrebatado lo del pobre.”

Y, entre los Padres Occidentales, podemos citar al modelo de obispo, San Ambrosio de Milán, quien nos enseña algo tan elemental como que:
“Es un homicidio negar a un hombre el salario que le es necesario para su vida.”
Sin embargo, el puritanismo calvinista vino a decir que el Catolicismo había estado equivocado en su defensa de la justicia social. Que el hombre estaba predestinado y, por lo tanto, las riquezas que ganase en la vida terrenal son señal de que va a salvarse: son un premio merecido (las gane como las gane), mientras que aquellos que se hallen en situación desfavorecida, económica o socialmente, deben aguantarse, ya que Dios les destina eso porque se lo merecen, porque están condenados. Tal es la Predestinación protestante.

La predestinación calvinista es herética por considerar que la riqueza y la pobreza material eran señal de salvación o condena respectivamente; y el puritanismo vino a decir que el Catolicismo había estado equivocado en su defensa de la justicia social.

Y de esa ética protestante es de donde surgió el Capitalismo, creado como un instrumento para extorsionar y aprovecharse de los sectores más amplios de la sociedad. Así pues, diversos genios, como Max Weber, no han podido por menos de publicar obras explicando por qué el Capitalismo es una creación de la ética protestante, que se enfrenta a la doctrina social del Cristianismo defendiendo una doctrina judaizante puritana.

El liberalismo económico será ‘canonizado’ por el liberalismo político con la Revolución Francesa de 1789, una de las mayores masacres de la historia.

La Revolución Francesa, una de las mayores masacres de la historia, vino a traer el primer gran triunfo político del Capitalismo en el viejo continente.

Por ello, el mundo entero, las potencias de ese capitalismo emergente, se enfrentan a las Españas desde el siglo XVI, porque las Españas defienden el orden social de la Cristiandad, las leyes sociales del Evangelio.

Las Españas defendían el orden social de la Cristiandad, las leyes sociales del Evangelio.

Así lo expresa el gran Papa León XIII:

“Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados”. León XIII, (Carta Encíclica “Immortale Dei”).

Las potencias protestantes, madres del Estado Capitalista, seguirán enfrentándose a las Españas hasta disolverlas, en el siglo XIX, en una España “Estado-nación” en la Península Ibérica y algunas islas y pequeñas ciudadelas, y otros estados-nación en ultramar, como Filipinas o los estados hispanoamericanos.

“Divide y vencerás”. Tal fue lo que hicieron con las Españas. Y ahora nos presentan una imagen distorsionada y falsificada del Antiguo Régimen, difamándolo como un sistema inmovilista, tiránico, esclavista y tantas otras falsedades.

Ahora nos presentan una imagen distorsionada y falsificada del maravilloso Antiguo Régimen, difamándolo como un sistema inmovilista, tiránico, esclavista y tantas otras falsedades.

Calderón Bouchet escribió un documentado libro de la Edad Media, en que señala cómo la burguesía liberal:

«Dueña del dinero omnipotente, de las plumas venales y las inteligencias laicas, inundó el mercado con una versión de la historia medieval que todavía persiste en el cerebro de todos los analfabetos ilustrados» (Apogeo de la ciudad cristiana, Dictio, Buenos Aires, 1978, p. 220).

Cierto es que sólo en las Españas llegó a culminar casi por completo ese proceso de establecimiento de toda la justicia social preconizada por Jesucristo y continuada por los Padres de la Iglesia y por los grandes doctores y santos de la Cristiandad posterior, como San Francisco de Asís.

San Francisco de Asís fue uno de los continuadores del establecimiento de la Justicia Social establecida por Jesucristo.

Sin embargo, aunque con elementos absolutistas heredados del paganismo, en otras zonas de Europa había ido cuajando, en parte, un régimen de Cristiandad; sin embargo, ese proceso de evangelización en el plano social había sido truncado y destruido muy pronto, con la llegada del Protestantismo.

En las Españas, en cambio, gracias a su fidelidad al Concilio de Trento y a la siempre congruente difusión de las doctrinas de justicia social defendidas por la Segunda Escolástica, había continuado el proceso de transformación, en que la sociedad era cada vez más justa y más equitativa.

En las Españas, gracias a su fidelidad al Concilio de Trento, la sociedad era cada vez más justa y más equitativa.

Ese proceso lo destruyó la llegada del Liberalismo y el Nacionalismo español en el s. XIX, con la promulgación de sus inicuas constituciones, promulgadas por minorías golpistas, y el posterior desmantelamiento de las Españas.

Escuchemos a Vázquez de Mella:

“Tened presente, señores, que el orden económico actual no es obra de los principios católicos, no corresponde al ideal de la Economía cristiana, sino más bien a la Economía individualista liberal triunfante en la Revolución francesa, a la inaugurada en parte por la Escuela fisiocrática y desarrollada por la inglesa de Smith y de Ricardo y la francesa de Bastiat.


“Esa Economía había dicho que el trabajo era una mercancía que se regulaba, como las demás, por la ley de la oferta y del pedido, y la Economía social católica contesta: No; el trabajo, como ejercicio de la actividad de una persona, no es una simple fuerza mecánica, es una obra humana que, como todas, debe ser regulada por la ley moral y jurídica, que está por encima de todas las reglas económicas.


Esa Economía había dicho que el contrato de trabajo era asunto exclusivamente privado, que sólo interesaba a los contratantes; y la Economía católica contesta: No; el contrato de trabajo es directamente social por sus resultados, que pueden trascender al orden público y social; y la jerarquía de los poderes de la sociedad, y no sólo del Estado, que es el más alto, pero no el único, tienen en ciertos casos el deber de regularlo.


La Economía liberal había dicho que el principal problema era el de la producción de la riqueza, y la Economía católica contesta: No; el principal problema no consiste en producir mucho, sino en repartirlo bien, y por eso la producción es un medio y la repartición equitativa un fin, y es invertir el orden subordinar el fin al medio, en vez del medio al fin.


La Economía liberal decía: Existen leyes económicas naturales, como la de la oferta y la demanda, que, no interviniendo el Estado a alterarlas, producen por sí mismas la armonía de todos los intereses. La Economía social católica contesta: No existen leyes naturales que imperen en el orden económico a semejanza de las que rigen el mundo material, porque el orden económico, como todo el que se refiere al hombre, está subordinado al moral, que no se cumple fatal, sino libremente, y no se pueden armonizar los intereses si antes no se armonizan las pasiones que los impulsan; y no es tampoco una ley natural la de la oferta y el pedido, porque ni siquiera es ley, ya que es una relación permanentemente variable.

La Economía liberal decía: La libertad económica es la panacea de todos los males, y la libre concurrencia debe ser la ley suprema del orden económico. Y la Economía social católica contesta: No; el circo de la libre concurrencia, donde luchan los atletas con los anémicos, es el combate en donde perecen los débiles aplastados por los fuertes; y para que esa contienda no sea injusta, es necesario que luchen los combatientes con armas proporcionadas, y para eso es preciso que no estén los individuos dispersos y disgregados, sino unidos y agrupados en corporaciones y en la clase, que sean como sus ciudadelas y murallas protectoras, porque, si no, la fuerza de unos y el poder del Estado los aplasta.” J. Vázquez de Mella y Fanjul. (23 de abril de 1903)
Sobre el capitalismo escribe Vazquez de Mella: "el circo de la libre concurrencia, donde luchan los atletas con los anémicos, es el combate en donde perecen los débiles aplastados por los fuertes".

La injusta economía liberal se ve desarrollada principalmente por la Escuela Fisiocrática, Adam Smith, David Ricardo y Frederic de Bastiat, que aplicaron a la economía los postulados calvinistas y judaizantes

Por ello, no podemos dejar de gritar: ¡Basta ya de leyendas negras!

Cualquiera que se moleste en acudir a los documentos, se dará cuenta enseguida de que NUNCA HUBO HAMBRE EN EL PUEBLO ESPAÑOL HASTA LA LLEGADA DE LA DESAMORTIZACIÓN, que subastó los bienes, como ahora con la Crisis, entre los más capitalistas, dejando en pelotas al pueblo español, que no tuvo más remedio que echarse en brazos de los caciques para que ellos, haciendo uso de su “libertad”, pudieran “libremente” imponerle a la población sus tiránicas condiciones, escondidas bajo la palabrería vacía, hija de la Revolución Francesa.

“Así es que los bienes de la Iglesia católica pasaron casi enteramente de las manos muertas a las manos vivas del liberalismo. De este modo, aquellos bienes, que eran en realidad el gran patrimonio del pueblo, de los pobres, de los hospitales, de las casas de beneficencia; que eran los fondos de la enseñanza gratuita y el recurso de los talentos privilegiados, que carecían de fortuna; todos estos bienes, digo, son ahora el rico patrimonio de algunos centenares de liberales poderosos.” EL TRADICIONALISMO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX. Textos de Doctrina Política. Madrid. 1945. (Pág. 236)

Por ello fue muy fuerte durante todo el siglo XIX la resistencia de los católicos tradicionales frente al Capitalismo. Cuando el Estado liberal va consiguiendo llenar de odio hacia la Iglesia al pueblo español, es entonces cuando los socialistas y comunistas (otra creación del mismo sistema) empiezan a cosechar sus primeros éxitos, sembrando el odio y la lucha de clases:

-Culpando de todo a la Iglesia Católica, al igual que los capitalistas.

-Defendiendo, al igual que los capitalistas, la destrucción de las Españas en beneficio de una “Internacional”.

-Defendiendo, al igual que los capitalistas, las ideas de “Revolución” y de materialismo.

-Propugnando la economía como una ciencia natural, al igual que el capitalismo.

-Defendiendo, al igual que los capitalistas, el poder del Estado.

-Escudándose en una “ideología” para defender unas consignas sin raíz alguna, al igual que los capitalistas.

Así, el enemigo de todos los pueblos ya consiguió lo que quería.

A partir de entonces, las gentes enzarzadas entre sí “como el perro y el gato”, en ideologías diferentes TAN SÓLO APARENTEMENTE, por aspectos superficiales, para engañar a los incautos y, mientras tanto, enriquecerse y ganar poder.

Contrario a lo que se cree, el capitalismo y el comunsimo comparten un mismo deseo: Enriquecerse y ganar poder engañando a los incautos.

VERSOS AL SEÑOR DON JUAN EVO MORALES AYMA

Desde La Santa Alianza


Gran Jefe Tiromierda,
de la tribu de los Malacara,
bombín de circo ensangrentado,
analfabeto de muy mala baba,

Contra la Hispania Americana,
tu muy europea ideología,
desde los Castros antillanos,
al narco-petrolero de Barinas,

Incas, guaraníes, aymarás,
son pueblos admirables,
tú no eres nada de eso,
eres un payaso detestable,

Ladrón y aprovechado de pobres,
demagogo ruin y contumaz,
asfixiado está el Altiplano,
con tu tiranía desde La Paz,

No eres el indio Gerónimo,
ni eres Navala Huachaca,
eres el Gran Jefe Tiromierda,
de la tribu de los Malacara,

De pollos, maricas y calvorotas,
ahora vienes a hablar,
sin conocer lengua india alguna,
no sabes más que odiar,

De la teología de la liberación,
eres mórbido producto,
de fray Bartolo a Hans Küng,
cuántos, cuántos eructos,

Oh Evo, que no Adán,
a cuestas con la Pachamama,
tú que ni al paganismo llegas,
cocalero de roja metralla,

Aunque la queráis asesinar,
nuestra América aún sueña,
la América que a Jesucristo,
en español reza,

Gran Jefe Tiromierda,
de la tribu de los Malacara,
tu cortijo revolucionario,
ni pasado ni presente ni mañana,

Gran Jefe Tiromierda,
de la tribu de los Malacara,
tú eres otro al que grito:
¡vete a mamarla!

miércoles, 28 de abril de 2010

LAS DOS PLOMADAS

Desde Final de los Días


Tomás Netter de Walden (1375-1430). Fue el provincial de la orden carmelita en Inglaterra. Teólogo célebre, fue enviado por el mismo rey al Concilio de Constanza. Su obra maestra es el Doctrinale antiquitatum fidei ecclesiæ catholicæ dividido en tres partes de las cuales las dos primeras fueron presentadas al papa Martín V, que elogió y alentó al autor.

Breve Exposición:

Porque aquí, como consta por la superposición perpendicular de Dios, argumenta [la alegoría] que la sede romana del pontífice ha de ser evacuada —léase Isaías 34— y que por la residencia perpendicular de Dios en virtud de una sentencia vengadora será quitada de Sión toda potestad de nobles y reyes, para que así se reduzca a la nada y se haga una plomada para la desolación. El texto es éste:

8 Porque ha llegado el día de la venganza del Señor, el año o tiempo de hacer justicia a Sión. 9 Y se convertirán en pez encendida las aguas de sus torrentes, y en azufre el polvo de Idumea. —Sigue: 11 … Se tirará sobre ella la cuerda de medir para reducirla a nada y el nivel [a plomada] para arrasarla enteramente. No se verán allí más los nobles de ella; implorarán con ahínco el socorro de un rey, y todos sus príncipes serán aniquilados. 13 En el solar de sus casas nacerán espinas y ortigas, etc.

SAN JERÓNIMO: “[…] y así se haga, porque la cuerda y la plomada del Señor —esto es, su sentencia— no pueda cambiarse. Sus nobles —esto es, apóstoles y creyentes— no estarán allí, ni se juntarán al número de los perdidos, antes bien invocarán al rey Cristo.”

Esta es entonces la plomada de la desolación y destrucción que primero quita a los apóstoles y sus sucesores los obispos para que también sean derruidos y reducidos a la nada. Léase también en Zacarías [cap. I] la plomada de la reformación y gracia cuando iba a ser reedificada la casa del Señor bajo Zorobabel y bajo Jesúa hijo de Josedec. El texto es éste:

16 Por tanto, esto dice el Señor: Volveré mis ojos compasivos hacia Jerusalén, y en ella será edificado mi templo, dice el Señor de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.

Esto es el capítulo I de Zacarías, sobre el cual dice la Glosa: Será edificada bajo Zorobabel y Jesúa hijo de Josedec. Y en otra parte el Señor por su misericordia promete que la reedificará y que en ella habrá de ser tendida la plomada o cuerda según la medida y los órdenes de los individuos particulares.

Reside, pues, el Señor sobre los hombres en plomada de desolación y venganza cuando son quitados los prelados y pontífices de la Iglesia. En cambio reside según la plomada de la gracia cuando la Iglesia bajo prelados adquiere edificio, y aquellos son tenidos por arriba y por abajo en conformidad con el que preside el orden de los individuos particulares. Ved las Escrituras: si no me creéis a mí, creedles a ellas. Wycliff nos enseña [ironiza Walden] en este pasaje cómo desciende a nosotros la plomada de la severísima venganza de Dios por la substracción del Romano Pontífice y de todos los demás sujetos y prelados que Cristo nos aparejó en su apóstol Pedro en la plomada de la gracia por los órdenes de los particulares.
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El Evangelio de Jesucristo, es el Evangelio de la Gracia.

Sin la gracia de Dios no habría fe, no habría salvación, no habría Iglesia ni creyentes y ninguna predicación seria eficaz aun vertimiento la sangre de los enviados. Sin la gracia los sacramentos son inútiles y la autoridad de toda la jerarquía humana que preside, pastorea y gobierna la iglesia desde la fe, queda desolada.
Thomas Walden  en su doctrina sobre las dos plomadas de Dios nos remite a las Sagradas escrituras para entender que Dios Reside sobre los hombres verticalmente y tiende la plomada o cuerda según la medida y los ordenes de los individuos particulares.

En los tiempos de la Iglesia, la plomada de Dios queda  sobre la cabeza de Pedro o la sede Romana del Pontífice, extendiendo la eficacia de la gracia según los ordenes; para la fe, salvación y edificación de los creyentes y la santificación del mundo por medio de ellos. Y la medida del individuo que preside (El Pontífice de Roma) viene dada por el grado de la revelación dada al apóstol Pedro por el Padre de las Luces; el cual fue puesto como primera piedra sobre la Roca que es Cristo. Y así establecido desde el conocimiento de Cristo no tiene otro lugar de partida que la cruz donde Nuestro Señor se ofreció como sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Sabiendo que la Iglesia no es del Papa sino de Dios, quien hace descender su gracia sobre el Papa. Así como tampoco la gracia que santifica a los fieles es potestad del Romano Pontífice, sino que como Vicario ha de defenderla, guardarla y administrarla por la perfección del dogma y los sacramentos mediante la efusión del Espíritu Santo.

Si no creéis nuestras palabras creed entonces las Escrituras. En ellas cualquiera que muestre o enseñe un evangelio diferente queda anatema o maldito. Las consecuencias de esto se corresponden en grados según el individuo, pues han sido durante la historia de la iglesia muchas las veces que algunos han manchado gravemente su dignidad dentro de la jerarquía eclesiástica, y aún así se ha considerado que su inmundicia no podía alterar la gracia administrada en los sacramentos. Y esto es cierto mientras que no actúe desde el grado mas alto, pues la gracia permanece.

Ahora bien, el Sacrifico expiatorio de Cristo, la cruz como punto cero, quedó establecido por nuestro Señor y llevado a la continuidad presencial mediante el Sacramento Eucarístico en la Santa Misa. Este es el grado mas alto y la piedra sobre la que ha de sentarse el Romano Pontífice.

Alterada esta doctrina, y tristemente toda la teología y el dogma verdadero por todos los Papas desde el concilio Vaticano II, queda declarado anatema el "grado mas alto" siendo de igual modo anatema el individuo que lo asume.

El CVII que lo engendró y dio a luz un evangelio moderno, adaptado al mundo; por las renovaciones que ha introducido constituye la declaración oficial de la apostasía y se declara así mismo anatema. Cualquiera que nos inste a obedecer las doctrinas del CVII es también maldito aún si fuera un ángel o un resucitado. Benedicto XVI, considerado por algunos como defensor de la tradición, manda aceptar el CVII para ser considerados católicos, siendo además su neoteología liberal e idealista uno de los pilares fundamentales  del concilio. Benedicto XVI queda por tanto bajo la misma declaración anatema que cualquier otro que enseñe algo diferente.

¿Dónde Reside ahora la plomada de la gracia? …… No está,…. solo queda desolación y ninguna autoridad es legítima en cuanto a la gracia…. Sin embargo sí permanece la autoridad en cuanto a la desolación anunciada por Dios, y su poder que ya es el del anticristo, crece espectacularmente hasta que la perdición sea consumada. porque ellos han amado mas las tinieblas que la luz.….

Solo queda esperar al Rey Jesucristo, pues una vez establecida la apostasía "escrito está" se ha de manifestar el hijo de perdición, el hombre de pecado antes de la Parusía.

¡Que nadie os engañe, la iglesia conciliar enseña con gran engaño exegético un evangelio diferente!

Por lo cual es enteramente anatema desde el grado mas alto. No hay gracia de Dios, no hay fe, no hay verdad. Solo hay destrucción y desolación. Estos últimos cinco Papas (Cinco últimos Reyes) han construido la casa de la apostasía adornada para la venida del octavo, el que oficialmente será pastor de perdición y que es uno de los siete.

MARANATHA