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martes, 24 de junio de 2014

LA ONU FAVORECE LA PEDOFILIA

Desde MILES CHRISTI
    
Internacionalmente, cuando se habla de pedofilia, lo primero que se viene a la mente es la iglesia conciliar (que NO ES LA CATÓLICA). Pero cuál no será el pasmo cuando se descubre que en la ONU se favorece a las organizaciones que defienden tan perversa práctica.
   
Este es el caso del Instituto Kinsey –un instituto de investigación sobre el sexo, el género y la reproducción-, que el 23 de abril fue acreditado como organismo asesor del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).
      
LAS INVESTIGACIONES DE KINSEY
 
Alfred Charles Kinsey, depravado con el mote de "científico", y ATEO.
  
El Instituto lleva el nombre de Alfred Charles Kinsey, un entomólogo que se entregó al estudio de la conducta sexual y que publicó el infame Informe Kinsey. Como ha señalado Roberto Marchesini en Kinsey, fue un gurú maniaco de la cultura gay (en italiano),
   
el aspecto más preocupante de este personaje se refiere a los experimentos sexuales llevados a cabo en niños. En la sección titulada ‘El orgasmo en sujetos impúberes’, del primer Informe Kinsey, describe el comportamiento de cientos de niños de cuatro meses a catorce años víctimas de pedófilos. En algunos casos, Kinsey y su equipo ha constatado (filmando, contando el número de “orgasmos” y cronometrando el intervalo entre uno y otro ‘orgasmo’) el resultado del abuso de niños”.
      
En 5 casos de sujetos prepúberes las observaciones fueron continuadas por períodos de meses o años [...]. También hubo niños sometidos a esta tortura durante 24 horas seguidas: el máximo observado fue de 26 paroxismos en 24 horas, y el informe indica que sería posible lograr aún más en el mismo periodo de tiempo”.
    
Marchesini continúa explicando que,
   
“en el segundo informe [que trata sobre las mujeres] hay una sección titulada ‘Contacto en la edad prepuberal con hombres adultos’, que describe las relaciones sexuales entre niños y hombres adultos, por supuesto, con la presencia de Kinsey y sus colegas. Las observaciones de Kinsey conducen a afirmar que ‘si la niña no está condicionada por la educación, no es cierto que las aproximaciones sexuales en estos episodios [contacto sexual con hombres adultos], la perturbarían. Es difícil entender por qué un niño, a menos que esté condicionado por la educación, debe ser perturbado cuando se le tocan los genitales, o perturbado al ver los genitales de otra persona, o en tener contacto sexual aún más específico. Cuando los niños son puestos en guardia constantemente por los padres y maestros contra los contactos con adultos, y cuando ellos no reciben ninguna explicación sobre la naturaleza exacta de los contactos prohibidos, no están dispuestos a dar manifestaciones histéricas cuando cualquier adulto se acerca a ellos, o dejar de hablar con ellos en la calle, o acariciarlos, o proponer hacer algo con ellos, incluso si esa persona no tiene ninguna intención sexual. Algunos de los expertos más conocedores del problema de la juventud son de la creencia de que las reacciones emocionales de los padres, los agentes de policía y otros adultos que descubren que su hijo ha tenido contacto, pueden perturbar al niño más en serio que los propios contactos sexuales”.
   
Paul Gebhard, colaborador de Kinsey y futuro director del instituto, admitió que
       
cuando entrevistamos a los pedófilos, estábamos seguros de que continuarían con sus actos, pero no hicimos nada”.
      
Pero nunca han sido demandados por pedófilos los que fueron estudiados por el equipo de Kinsey, por la sencilla razón de que, como añade Genhard, “no podría haber habido ninguna investigación si los hubieran arrestado”.
      
Y así continúa:
   
“Fueron prácticas ilegales y sabíamos que era ilegales, y es por eso que muchas personas están furiosas”.
       
De hecho John Bancroft, director del Instituto del 1995 hasta el 2004, no hizo ningún misterio al decir que Kinsey aseguró el ‘anonimato a los informantes’ y siempre evitó ‘juicios de valor acerca de su comportamiento’.
     
Kinsey, favorable a cualquier parafilia incluyendo el bestialismo, también dijo que el 95% de la gente comete delitos sexuales y por lo tanto se debe revisar el concepto de “normalidad” y revisar las penas por esos delitos. Él mismo dio testimonio a favor de los pedófilos y sus estudios favorecieron una línea más suave en la imposición de sanciones por los delitos de pedofilia en Estados Unidos.
        
KINSEY EN EE.UU. Y LA COMUNIDAD EUROPEA
       
El Instituto Kinsey, que con los años ha recibido apoyo sustancial de la judeo-masónica Fundación Rockefeller, ahora está extendiendo un programa de educación -o mejor dicho: iniciación sexual– llamado SIECUS (Sexuality Information and Education Council of United States) dirigido a niños y adolescentes, que enseña la masturbación para niños de 5 años y como tener los primeros avances sexuales. El SIECUS (fundado en 1964) ha sido una de las fuentes para la redacción de la sección europea del documento de las Naciones Unidas “Normas para la educación sexual en Europa” (leer aquí).
       
Recordemos también que el Instituto Kinsey instituye becas en memoria de John Money, el psicólogo infame que persuadió a los padres de Bruce Reimer para educarlo como niña, con el resultado de que un día Bruce –luego llamado por todos Brenda– se suicidó por desesperación.
         
Ahora en Estados Unidos ha comenzado una petición patrocinada por el sitio www.stopthekinseyinstitute.org para revocar o no renovar el crédito al Instituto Kinsey de parte de la ONU, la petición fue relanzada desde el sitio web CitizenGO.org (haga clic aquí para registrarse).
       
Algunos precedentes pueden dar esperanza para que se realice: ILGA (International Lesbian, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex), la más poderosa asociación homosexual en el mundo, perdió su acreditación en 1993 en la ONU, precisamente por la sospecha de asociación con alguna realidad pedófila.

viernes, 13 de junio de 2014

SIGUEN LAS VISITAS ENTRE HEREJES: EL ANGLICANO VISITARÁ AL CONCILIAR ESTE MES

 
El "Arzobispo" anglicano de Canterbury, Justin Welby, en su recorrido por Roma visitará a Bergoglio/Francisco I, a mediados de junio. 
   
Fuentes oficiales de la Comunión Anglicana informan que el recorrido de Welby, del 14 al 16 de junio, se centrará en la erradicación global de la esclavitud moderna y la trata de personas para el año 2020, una iniciativa lanzada en conjunto por él y Bergoglio a principios de este año.
 
Welby visitará el Centro Anglicano de Roma y escuchará acerca de la nueva Comisión Internacional Anglicana-Conciliar y "Mision Web", que será lanzada en esta oportunidad.
    
Ítem lo anterior, supervisará un proyecto para refugiados, visitará la misión ecuménica de "San Egidio" y escuchará sobre proyectos contra la pobreza; conocerá algunos miembros de la Fundación Ecuménica Internacional "Chemin Neuf", de quienes cuatro personas miembros han establecido su residencia en el Palacio de Lambeth (sede del Primado de la iglesia anglicana) y visitará el monasterio de San Gregorio para la Oración Vespertina ecuménica.
 
La Cumbre entre Justin Welby y Francisco se llevará a cabo en la mañana de su último día de visita a Roma. Recuérdese que previamente sostuvieron ambos un encuentro privado el 14 de junio del año pasado.

miércoles, 11 de junio de 2014

TIEMPOS APOCALÍPTICOS, POR EL PADRE BASILIO MÉRAMO

Reflexión escrita por el Padre Basilio Méramo en el año 2000, la cual publicamos con algunas modificaciones hechas por el autor:
  
Estimado Jorge:
   
Le envío este artículo, escrito hace muchos años, con algunas pequeñas correcciones y modificaciones, que fue publicado muy restringidamente y que creo útil hoy, darle una mayor difusión entre los fieles.
   
Gracias por todo y que Dios lo bendiga
  
TIEMPOS APOCALÍPTICOS
    
El tiempo se acabó
 
Los Tiempos Apocalípticos están caracterizados por: la Crisis de Fe y la Gran Apostasía, la Abominación de la Desolación en lugar Santo, el Anticristo (en su doble versión) la Bestia del Mar, versión política, y la Bestia de la Tierra o Pseudoprofeta, versión religiosa o carismática, como es lo religioso en el mundo moderno.
 
Todo esto no es más que la Religión (y por ende los dogmas de la fe) adulterada, falsificada, falseada, falsa, se trata de un cristianismo adulterado por el comercio (trato carnal y mundano) con el mundo, es la relación sacrílega y adultera por la conjunción o compenetración de Iglesia y Mundo, tal como el Ecumenismo sacrílego y adultero propicia, he aquí el famoso «aggiornamento» (puesta al día) de la Iglesia, de lo Sacro, a lo vil y mundano; he aquí la relación adúltera de la connivencia y maridaje entre el Mundo y la Iglesia, y el resultado no puede ser que un fruto bastardo, como lo es todo el culto de la Nueva Iglesia Modernista. De aquí que Monseñor Lefebvre calificó a la Nueva Misa, de Misa bastarda. Y ahora lo terrible y lo tremendo por si fuera poco con lo ya dicho, todo esto no es más que la obra de un gran falsificador y un gran adultero, de un gran infame y sacrílego como pide, exige y reclama, la realidad de las cosas y de los hechos. Todo efecto tiene su causa, y sus instrumentos. Ahora bien, todo esto no es obra del azar, ni por generación espontánea, nada de eso, hay una causa y esta es la del Anticristo el cual en concreto se personifica en un impostor de carácter religioso y que mejor que en un antipapa. El anticristo en su versión religiosa, bestia de la tierra es un mitrado un obispo de la jerarquía de la Iglesia, está suficientemente señalado para identificarlo, pues tiene cuernos como de cordero o sea la mitra, los dos cuernos de Moisés que simbolizan el Antiguo y Nuevo Testamento.
   
Un obispo que tenga o pueda tener un poder universal para arrastrar a todos tras la religión falsificada, no puede ser sino la obra del único obispo con poder universal en la Iglesia, y este es el obispo de Roma, el Papa. De aquí lo terrible, pues Satanás se valdrá del Papado para prostituir como la Gran Ramera la Iglesia Santa de Dios. De aquí que necesariamente tiene que ser un falso Papa, un impostor un antipapa, pues un Papa verdadero no puede ejercer y llevar a cabo tan tremenda acción.
 
Luego la abominación de la desolación en lugar santo, la adulteración de la religión, la profanación de la Iglesia, la falsificación de la fe y de los dogmas de fe, son la obra del Pseudoprofeta, la Bestia de la Tierra al servicio del mundo y de su poder político la sinarquía judaica, representada en la Bestia del Mar, formado entre ambos el Anticristo completo (que es doble, que son dos) que representan estas dos Bestias o Fieras apocalípticas.
 
Esta es la esencia del contenido (poco más, poco menos) del 3er. Secreto o Mensaje de Fátima. Y es lo único que justifica o explica el por qué tanto misterio con su revelación.
 
Citaremos algunos textos de los cuales nos valemos para afirmar lo dicho.
 
Respecto al culto antropoteísta del Anticristo: «… la adoración sacrílega del hombre por el hombre, que será la herejía del Anticristo». (Castellani, El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963, p. 38).
 
La religión del hombre, el humanismo ateo, es la característica de la Nueva Religión antropocéntrica y antropoteísta del actual Ecumenismo de la Nueva Iglesia post-conciliar.

«En el Anticristo habrá dos cosas, un sacrilegio y una herejía (“Segunda Bestia”). Se hará adorar como Dios, lo cual es un sacrilegio, y por cierto el máximo, y para ello se servirá como de instrumento de un culto religioso derivado espuriamente del mismo Cristianismo: Es decir, de una herejía cristiana que pareciera ha nacido ya en el mundo. (…) y así el poder político deificado y encarnado en un “plebeyo genial” y apoyado por un sacerdocio, será la abominación de la desolación y el reinado del Anticristo». (Ibíd. p. 38-39).

La abominación de la desolación se identifica con el reinado del Anticristo. El Anticristo, en su versión religiosa, el Pseudoprofeta y con la Roma Babilónica y Apóstata, como señala Nuestra Señora en La Sallette: “Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo”.
 
«La primera herejía, por lo que sabemos de ella, se parece a la última herejía. Quiero decir, a la de nuestros tiempos; y se puede decir que transcurre transversalmente toda la historia de la Iglesia, y es como el fondo de todas las herejías históricas. Era una especie de gnosticismo dogmático y laxismo moral, un “sincretismo”, como dicen hoy los teohistoriógrafos. Era una falsificación de los dogmas cristianos, adaptándolos a los mitos paganos, sin tocar su forma externa por un lado; y concordantemente, una promiscuación con las costumbres relajadas de los gentiles; nominalmente, en la lujuria y en la idolatría (…) comían de las carnes sacrificadas a los dioses, en los banquetes rituales que celebraban los diversos “gremios”, lo cual era una especie de acto religioso idolátrico o sea, de “comunión”; y se entregaban fácilmente a la fornicación, que entre los paganos no era falta mayor ni vicio alguno, incluso, según parece, después y como apéndice de los dichos banquetes religiosos». (Ibíd. p. 32).
 
Por esto las vírgenes en el Apocalipsis son los incontaminados: «”Vírgenes” significa que no se manchan con la “Fornicación” (o sea idolatría) de la religión falsificada; la cual fornicación o apostasía propaga la mujer Ramera de la visión 16». (Ibíd. p. 96).
 
«”Fornicar con los reyes de la tierra” significa la religión ponerse al servicio de la política». (Ibíd. p. 97).
 
«La Medición del Templo significa la reducción de la Iglesia fiel a un pequeño grupo perseverante y la vasta adulteración de la verdad religiosa en todos los restantes; y en esto están unánimes todos los Santos Padres». (Ibíd. p. 94-95). Es el famoso pusillus grex, pequeño rebaño Luc.12-32. Se comprenden así las palabras que inician el 3er Secreto de Fátima: En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe.
 
«Solo el Tabernáculo (o Sancta Sanctorum) será preservado: un grupo pequeño de cristianos fieles y perseguidos; el Atrio, que comprende también las Naves (no las había en el Templo de Jerusalén) será pisoteado. Y esa es “la abominación de la desolación”, que dijo Daniel y repitió Cristo». (Ibíd. p. 154).
 
«Todos los Santos Padres han visto en esta visión (Medición del Templo) el estado de la Iglesia en el tiempo de la Gran Apostasía: reducida a un grupo de fieles que resisten a los prestigios y poderes del Anticristo (mártires de los últimos tiempos) mientras la religión en general es pisoteada durante 42 meses o 3 años y medio. Pisotear no es eliminar: el “Cristianismo será adulterado». (Ibíd. p. 152).
   
«El mismo Templo y la Ciudad Santa serán profanados, ni serán ya santos. No serán destruidos. La religión será adulterada, sus dogmas vaciados y rellenados de sustancia idolátrica; no eliminada, pues en alguna parte debe estar el templo en que se sentará el Anticristo “haciéndose adorar como Dios”, que dice San Pablo. La Gran Apostasía será a la vez una grande, la más grande Herejía» (Ibíd. p.153). «Cristo dice en su sermón Esjatológico que la Gran Apostasía haría caer si fuera posible incluso a los elegidos». (Ibíd. p. 125).
   
«Ni el culto de Satán tiene la sutil malicia y total falsificación de la verdad que tiene esta herejía adulterada de todo el cristianismo. Otros elementos del ejército anticrístico (como la Masonería, la magia y el Satanismo) no se niegan con esto». (Ibíd. p. 188).
   
«Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas. La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro». (Cristo ¿Vuelve o no vuelve? ed. Dictio, Buenos Aires 1976 p.18).
 
«La fiera del Mar (therion significa fiera y no simplemente “Bestia” como traen nuestras Biblias traducidas) es simplemente el Anticristo (…) La fiera de la tierra es una religión falsa (falsificada) o herejía máxima, con su jefe y conductor: quizás un Obispo apóstata que es también un mago (Solovief)». (El Apokalypsis, p. 95).
 
La unificación mundial propiciada por el poder oculto judío (con sus organizaciones satélites, ONU; OEA; etc.) y la finanza internacional también judía, es la meta del Anticristo: «Hoy día es “un fin político lícito” y muy vigente por cierto, la organización y unificación de las comarcas del mundo en un solo reino – que por ende se parecerá al Imperio Romano. Esta empresa pertenece a Cristo; y es en el fondo la secuela aspiración de la Humanidad; pero será anticipada malamente y abortada por el Contra -cristo ayudado del poder de Satán. En el Boletín de “Canadian Intelligence Service (enero 1963) podemos ver el poder que tienen actualmente, en E.E.U.U. e Inglaterra sobre todo, los “One-Worlders” o partidarios de la unificación del mundo bajo un solo Imperio. Propician la amalgama del Capitalismo y el Comunismo, que será justamente la hazaña del Anticristo» (Ibíd. p.p. 188-189). «La última herejía será optimista y eufórica “mesiánica”. El bolchevismo se incorporará, será integrado en ella». (Ibíd. p. 201).
 
«El Capitalismo y el Comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en su fondo, digamos, en su núcleo “místico”: ambos buscan el Paraíso Terrenal por medio de la Técnica; y su “mística” es un mecanismo tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya dirección es la edificación del hombre; la cual un día se encarnará en un hombre». (Ibíd. p. 347).
 
«El Anticristo no será un demonio, sino un hombre “demoniaco”, tendrá “ojos como de hombre”, levantados con la plenitud de la ciencia humana, y hará gala de humanidad y “humanismo”, aplastará a los santos y abatirá la ley, tanto la de Cristo como la de Moisés; triunfará tres años y medio hasta ser muerto “sine manu”, no por mano de hombre; hará imperar “la abominación de la desolación.” O sea, el sacrilegio máximo; será soberbio mentiroso y cruel, aunque se fingirá virtuoso (…) será ateo y pretenderá el mismo recibir honores divinos; en qué forma, no lo sabemos: como Hijo del Hombre, como verdadero Mesías, como encarnación perfecta y flor de lo humano soberbiamente divinizado, como Fuehrer, Duce, Caudillo y salvador de los hombres; como Resucitado de entre los muertos. (…) Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al mismo tiempo que fomentará una falsa Iglesia. Matará a los profetas y tendrá de su lado una manga de profetoides, de vaticinadores y cantores del progresismo y de la euforia de la salud del hombre por el hombre, hierofantes que proclamarán la plenitud de los tiempos y una felicidad nefanda. Perseguirá sobre todo la predicación y la interpretación del Apocalipsis; y odiará con furor aun la mención de la Parusía. En su tiempo habrá verdaderos monstruos que ocuparan cátedras y sedes, y pasarán por varones píos, religiosos y aun santos; porque el hombre de pecado tolerará y aprovechará un cristianismo adulterado. Abolirá de modo completo la Santa Misa y el culto público durante 42 meses o sea 1260 días – que serán largos de pasar». (Ibíd. p. 198-199).
 
«La mujer ramera y blasfema es la religión adulterada, ya formulada en Pseudoiglesia en el fin del siglo, prostituida a los poderes de este mundo, y asentada sobre el formidable poder político anticristiano». (Ibíd. p 261).
 
«Cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en sus jefes, y consiguientemente en parte del pueblo. (…) Cuando Cristo vuelva la situación será parecida. Solamente el fariseísmo, el pecado contra el Espíritu Santo, es capaz de producir esa magna apostasía que el predijo: “La mayor tribulación desde el Diluvio acá”, será producida por la peor corrupción, la corrupción de lo óptimo. (…) por eso San Juan vio en la frente de la ramera la palabra Misterio, y dice se asombró sobremanera; y el Ángel le dice: “Ven, y te explicaré el misterio de la Bestia”. Es el misterio de iniquidad, la abominación de la desolación: La parte carnal de la Religión ocultando, adulterando y aun persiguiendo la verdad. “Sinagoga Sátanae». (Ibíd. p. 257).
 
Se comprende así la persecución violenta y silenciosa contra toda la Tradición de la Iglesia, dogma, culto y moral.
 
«La esposa comete adulterio: cuando su legítimo Señor y Esposo Cristo no es ya su alma y su todo; cuando los gozos de su casa no son ya toda su vida; cuando codicia lo transitorio del mundo en sus diversas manifestaciones; cuando mira sus grandezas, riquezas y honores con ojos golosos (…) Esto es lo que llama el profeta “fornicar con los Reyes de la tierra”. Primero se fornica en el corazón desfalleciendo en la fe; después en los hechos, faltando a la caridad. El error fundamental de nuestra práctica actual y -aun teoría a veces- es que amalgamamos el reino y el mundo, lo cual es exactamente lo que la Biblia llama “prostitución”». (Ibíd. p. 258).
 
Esto fue lo que instituyo desgraciadamente el Concilio Vaticano II con su «aggiornamento» y su ecumenismo, y no es más que una prostitución. Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas son lo que son o dejan de ser. Pero resulta que el Concilio Vaticano II único Concilio Ecuménico en toda la historia de la Iglesia que no fue (no quiso ser) infalible, se impone con dogmatismo doctrinal, y es más respetado que el mismo Dogma de la Fe, que el mismo Deposito de la Fe, que la misma Revelación Divina. ¡Habráse visto mayor confusión y error! Solo cabe una palabra prostitución de la religión, prostitución de la jerarquía de la Iglesia, parte carnal, humana como hombres que son, que fornican con los Reyes de la tierra, amalgamando Iglesia y Mundo.
 
Aquí está representada la Bestia de la tierra, el Pseudoprofeta, semejante al cordero pero que propaga un culto sacrílego, una religión fornicaria al servicio Anticristo, la otra bestia del mar: «El otro seductor y tirano del mundo que más tarde Juan llamará “el Pseudoprofeta”, tiene un carácter religioso: “semejante al Cordero” y surge de la Tierra firme, la Religión; no como la otra, del mar del mundo mundano. Y esta fiera es la que hizo que todo el mundo adorara la otra». (Ibíd. p. 209).
 
«Esta historia de una religión falsa, falseada, falsificada, falluta (de “fallo- Fallere”, caer) la veremos recurrir de nuevo en la visión 16, la Gran Ramera; y la tal religión “fornicaría” es necesaria para que pueda surgir el culto sacrílego, del Anticristo, “que sederá en el Templo de Dios, haciéndose como si fuese Dios”, según predice San Pablo. Lo cual llama Daniel “la abominación de la desolación”, y repite Jesucristo». (Ibíd. p.211).
   
«No hay en la Escritura mención de otro delito del Anticristo que este de la blasfemia y el sacrilegio máximo (“la abominación de la desolación”) y la iniquidad y tiranía contra los cristianos, que es su consecuencia…». (Ibíd. p.344).
   
«La desolación abominable o la desolación, la palabra de Daniel ya aplicada a la tiranía de Antíoco varios siglos antes. También se verificó ahora, el año 70, aunque es dudoso cual fue. Ahora en el fin de los tiempos sabemos por San Pablo que el Anticristo profanará el Templo de Dios, entronizándose él como Dios; y eso es realmente una horrible profanación». (Castellani, Catecismo para Adultos, ed. Patria Grande, Buenos Aires 1979, p. 159).
 
El modernismo es la religión del Anticristo: «El “enciclopedismo” de los sedicentes “filósofos” del siglo XVIII, o sea el “naturalismo religioso” que empezó por el “deísmo” y se prolonga en el actual “modernismo”: la peor herejía que ha existido, pues encierra en su fino fondo la adoración del hombre en lugar de Dios, la religión del Anticristo». (El Apokalypsis, p.136).

Es importante retener que las dos bestia la del mar (Anticristo) y la de la Tierra (Pseudoprofeta) forman el Anticristo completo, ya que las dos bestias son complementarias entre sí, y se enriquece la visión que podría ser un poco parcial de otro modo, ayudando además a ver mejor, pues podría darse que la bestia del mar se consolida en un poder oculto mundial, y la bestia de la tierra por un Antipapa, al servicio de la otra bestia: «El Anticristo será, pues un Imperio Universal Laico unido a una Nueva Religión Herética; encarnados ambos en un hombre o quizá en dos hombres, el Tirano y el Pseudoprofeta». (Cristo ¿Vuelve…, p. 47-48).

San Juan identifica al Anticristo con el espíritu que disuelve o que divide a Jesús «spiritus qui solvit Jesum» (I Jn 4,3), esto es, el espíritu de apostasía.

Todo esto implica una falsa Iglesia, pues donde la religión se pervirtió, los que la representan son una Iglesia falsa, hasta con un pseudo Papa o Antipapa, que la dirige, eclipsando la verdadera Iglesia, la de siempre, la siempre fiel a la tradición apostólica romana, por esto la Salette habla del eclipse de la Iglesia y que Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo; una falsa Iglesia requiere un falso Papa (Antipapa).
 
«San Victorino Mártir netamente asevera que la Iglesia será quitada” (“de medio fiet”); pero eso no significa que será extinguida del todo y absolutamente como lee Domingo Soto, O.P.; sino su desaparición de la sobre haz de la tierra. Y su vuelta a unas más oscuras y hórridas catacumbas». (Ibíd. p. 204).
 
Si se mira bien esto es en cierto modo un hecho, el culto verdadero ha quedado sepultado, la misa de siempre ha sido relegada de los templos e iglesias; se cumple lo que San Jerónimo dice, comentando a Daniel 12,11 donde se refiere a la abolición del sacrifico perpetuo y a la abominación de la desolación: «Por sacrifico perpetuo entienden aquí los Padres con San Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que ninguno osará ofrecer públicamente». (Felipe Scio).

Tal como hoy acontece, nadie se atreve a decir la Santa Misa de siempre salvo unos poquísimos sacerdotes fieles a la Tradición de la Iglesia.

La Iglesia quitada, es decir, eclipsada, en el sentido como explica el P. Castellani al referirse a la vuelta de Cristo y a la perdida de la fe: «…porque fe habrá, aunque sean pocos y perseguidos en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido, significa la fe organizada, es decir la Iglesia. La iglesia dice el teólogo Domingo Soto será quitada del medio». (Catecismo para Adultos, ed. Patria Grande, Buenos Aires 1979, p.36).
 
«En todas las naciones hay grandes catedráticos de la AntiIglesia, voceros potentes de la impiedad». (Castellani, Los Papeles de Benjamín Benavides, ed. Dictio Buenos Aires 1978, p. 266).
 
La AntiIglesia es la que persigue y eclipsa a la Iglesia, pues no la puede totalmente destruir, gracias a la promesa las puertas del infierno no prevalecerán, ya que siempre habrá un pequeño rebaño.

La posibilidad de un antipapa o falso Papa por haber perdido la fe en connivencia con el hombre y el mundo no es algo absurdo, ni contra la fe, como algunos equivocadamente piensan o creen. Claro está que un antipapa no es algo nuevo en la historia de la Iglesia, ha habido al menos unos cuarenta y el primer antipapa terminó muriendo mártir, y fue San Hipólito Mártir. Además en nada afecta a la fe ni a la institución divina de la Iglesia un antipapa, pues queda siempre a salvo la institución del Papado, pues los Papas nacen y mueren, pero el Papado y la Iglesia nacen pero no mueren a lo largo de la historia. El error de Lutero fue aplicarle al Papado lo que las Escrituras decían del Anticristo, otra cosa es que un Papa por un misterio de iniquidad claudique en la fe convierta a Roma en sede del Anticristo y se haga un Anticristo, como la Bestia de la Tierra o Pseudoprofeta: «La segunda bestia, una fiera que surge de la tierra como la otra surgió del mar, es decir, de la Iglesia en contraposición al mundo; la cual aunque habla como dragón “tiene dos cuernos semejantes al Cordero”. Esta bestia es la que “actúa” y reduce a la práctica, es decir, ritualiza todo el poder de la otra, dice el Profeta. (…) Esta bestia es pues evidentemente un movimiento religioso, una herejía parecida al Cristianismo, la última herejía, la más nefanda y sutil de todas, la adoración del hombre; en carnada en un genio religioso, una especie de inmenso Lutero, Focio, o Mahoma. Quizá sea un antipapa y los dos cuernos signifiquen la mitra episcopal no lo sabemos». (Ibíd. p.297).
 
«¿Será el reinado de un Antipapa, o Papa falso?» se pregunta nuevamente el P. Castellani, (Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?, ed. Dictio, Buenos Aires 1976 p.29).

Nada más judaizante como señala el P. Castellani, que esperar un triunfo de la Iglesia sin la Parusía y lamentablemente es la opinión de muchos hoy en día: « pero ¿qué cosa más judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la segunda venida de Cristo?». (El Apokalypsis, p. 87).
 
Igualmente de judaizante es el Ecumenismo: «El punto focal (…) no es otro que esa unificación triunfal del universo (…) la gran fusión de los pueblos en uno y del advenimiento natural de la Restauración Ecuménica. (…) Todo lo que es internacional es de esencia religiosa. (…) Decir esto es decir que todo lo que hoy día es internacional, o es católico o es judaico. Son las dos únicas religiones universales. La masonería es una invención judaica, el islamismo es una herejía judaica». (Cristo ¿Vuelve… , p.289).
 
«Hoy día, todo lo que es internacional, si no es católico es judío, incluso la francmasonería». (Ibíd. p. 150). «Si admitimos que la pacificación de la Humanidad en una gran familia es un asunto religioso, no quedan para realizarlo sino dos religiones que son internacionales: la Iglesia Católica y la Anti-Iglesia, o sea la Sinagoga. La Iglesia es internacional por divina vocación. La Sinagoga es internacional por divina maldición. La Iglesia y la Sinagoga representan las dos concreciones más fuertes y focales del sentimiento religioso que existen en el mundo. (…) Todas las demás religiones jerárquicas existentes son herejías de estas dos: el mahometismo es una herejía judaica, el protestantismo es una herejía cristiana. Las religiones panteístas del oriente son formas del paganismo, constituyen el sentimiento religioso informe que no ha llegado a realizarse en sociedad religiosa. (…) El bolchevismo tiene raíz judaica, es mesiánico, anticristiano y profetal, y por tanto está en el plano religioso. El ateísmo ruso está informado de un oscuro soplo religioso. Es una forma provisional, representa una etapa, la etapa de la lucha contra las religiones trascendentes. El mismo es una religión inmanente, la religión del hombre divinizado, el reverso del misterio de la encarnación, el Misterio de Iniquidad de que hablo San Pablo…». (Ibíd. p. 151-152).
 
«La naturaleza del comunismo es religiosa y no solamente política. Es una herejía cristiano judaica. Del cristianismo descompuesto en protestantismo tomó Marx la idea obsesiva de justicia social, que no es sino la primera bienaventuranza vuelta loca, vaciada de su contenido sobrenatural: los pobres deben reinar aquí, reinar políticamente por el mero hecho de ser pobres, como los santos de Oliver Cromwell. Pero el elemento formal de la herejía es judaico: es el mesianismo exasperado y temporal que constituye el fondo amargo de la inmensa alma del Israel deicida a través de los siglos: Construiremos con la fuerza, con la astucia y con la religiosidad unidas un Reino Temporal del Proletariado, que será el Paraíso en la Tierra. Para eso destruiremos primero todo el orden existente, incurablemente inficionado por el mal». (Ibíd. p. 205).
 
«El comunismo no es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las tres Ranas expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que no son otros que los nuestros. Las otras dos ranas, herejías palabreras que repiten siempre la misma canturria y se han convertido en guías de los reyes, es decir, en poderes políticos, son el catolicismo liberal y el modernismo. Estas tres herejías se van a unir por las colas, (cosa admirable, dado que las ranas no tienen cola) contra lo que va quedando de la Iglesia de Cristo, un día que quizá no está lejano». (Ibíd. p. 204).
 
«El cuá-cuá del liberalismo es “libertad, libertad, libertad”; el cuá – cuá del comunismo es “Justicia social”; el cuá-cuá del modernismo, de donde nacieron los otros y los reunirá un día, podríamos asignarle éste: “Paraíso en Tierra; Dios es el Hombre; el hombre es dios”. ¿Y la “democracia”? Es el coro de las tres juntas: democracia política, democracia social y democracia religiosa: Demó –cantaba la rana, craciá- debajo del río». (Los Papeles, p. 46). La democracia, como lo definió magistral e insuperablemente Nicolás Gómez Dávila, es una religión antropoteísta, no lo olvidemos.
 
«Y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o naturalismo religioso». (El Apokalypsis, p. 97).
 
El fin o final en resumidas cuentas ¿cuál es? Pues bien como será una derrota temporal y será un triunfo sobrenatural. Sobrenatural porque exige la intervención divina, la manifestación de la Parusía del Señor en gloria y majestad, y no como el progresismo judaizante sin esta intervención de Dios. Triunfo sobrenatural del bien sobre el mal, al igual que el de la Cruz o como dice el P. Castellani: «El término de la historia será una catástrofe, pero el objetivo divino de la historia será alcanzada en una metahistoria, que no será una nueva creación sino una “trasposición”, pues “nuevos cielos y nueva tierra” significa “renovadas todas las cosas” de acuerdo a su prístino patrón divinal». (El Apokalypsis, p. 149).
 
«El mundo va a una catástrofe intrahistórica que condicione un triunfo extrahistórico; o sea una “trasposición” de la vida del mundo en un transmundo; y del Tiempo en un Supertiempo; en el cual nuestras vidas no van a ser aniquiladas y luego creadas de nuevo, sino (como es digno de Dios) transfiguradas ellas todas por entero, sin perder uno solo de sus elementos». (Ibíd. p.152).
 
«O sea el fin catastrófico intrahistórico de la humanidad junto con el fin triunfal extrahistórico. Pues de sus dos elementos contrarios se compone la esjatología cristiana». (Ibíd. p. 175).

El fin triunfal extrahistórico o metahistórico es el Reino de Cristo Rey, de los Sagrados Corazones de Jesús y María, es el Milenio de la exegesis Patrística y la doctrina común de la Iglesia primitiva, es el Milenio del Apocalipsis, del cual citaremos algunos autores para tener una idea de sus rasgos esenciales.

El P. José Rovira S.J. autor del artículo Parusía de la Enciclopedia Espasa expone: «La Parusía no es otra cosa, según dijimos, sino la segunda venida de Cristo. Vendrá Cristo Jesús del cielo a donde subió en su gloriosa ascensión (Act. 1,9-11), más no vendrá como vino la primera vez cuando el Verbo se hizo carne (…); antes vendrá y aparecerá con gloria, con la gloria y esplendor de su divinidad (…). Y entonces, esto es, después que el sol se obscurecerá y la luna no dará su luz y las estrellas caerán, entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre (probablemente la cruz), y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria (Mt. 24,30, Mc. 13,26, y Luc. 21,27); (…). Pero entre todas campea la descripción que de esta venida nos hace el apóstol San Juan en el capítulo 19 del Apocalipsis, en donde lo describe como rey guerrero que va a pelear contra al Anticristo, (…). Pero Cristo no vendrá solo. Como rey que es, vendrá acompañado de su corte. (…). Vendrá el Señor acompañado de sus ángeles (Mt. 26,27) (…), con sus santos (…), (Jud. 14,25). (…) Seguiráse después la resurrección de los santos. Verdad es que acerca de este punto no están de acuerdo los teólogos e intérpretes, pues comúnmente dicen que la resurrección ha de ser de todos juntos y aun mismo tiempo, pero esto ha de entenderse de la resurrección general. Mas esta resurrección particular de los santos será como un privilegio y así como resucitó Cristo y con Cristo resucitaron también otros santos, como dice San Mateo (27, 52-53), los cuales probablemente, como asiente Santo Tomas (S. Th. Sup. Sup. q.77, a.1, ad3), no volvieron a morir, así también puede admitirse que cuando aparecerá Cristo en su segunda venida para destruir al Anticristo, resucitarán por privilegio, no todos los santos, sino solamente algunos. (…) Según esto, distingue San Pablo claramente a la venida de Cristo dos clases o suertes de justos que se le juntaran. Los unos serán los muertos que resucitarán primeramente, resucitarán incorruptos; los otros serán los vivos, los cuales no morirán sino que serán transformados de mortales y corruptibles en incorruptibles e inmortales y juntamente con los otros serán arrebatados por el aire sobre las nubes del cielo al encuentro de Cristo. (…) y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Los otros muertos no vivieron hasta que se cumplan los mil años. Esta es la primera. Este texto de San Juan parece indicar dos clases o suertes de escogidos, los unos son los degollados por el testimonio de Jesús, esto es, los mártires, o todos o algunos, y en primer lugar los Apóstoles a los cuales prometió en mismo Cristo que en la regeneración se sentarían sobre 12 tronos para jugar a las 12 tribus de Israel; los otros son los que no adoraron a la bestia ni recibieron su señal, aunque no hayan sido martirizados sino que estén vivos, pues de lo contrario no había que distinguirlos de los mártires. (…) Efecto de la venida de Cristo será también la destrucción del Anticristo (…). Entonces, pues, vendrá Cristo a destruirle y a salvar y liberar a los suyos. (…) Y entonces se manifestará aquel inicuo, al cual el Señor matará (propiamente quitará de en medio) con el soplo de su rostro y lo destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes. 2,8). Y San Juan en el Apocalipsis dice lo mismo. (…) Destruidas las potestades antiteocráticas y encadenado y encarcelado el demonio, seguiráse luego el reino de Cristo y de los santos. Este reino predícelo el profeta Daniel en el capítulo séptimo de su profecía (…). En este texto se predice claramente que a la destrucción del Anticristo y de las otras potestades antiteocráticas le seguirá no sólo un triunfo, sino un reino de Cristo y de los Santos, un reino que será sobre la tierra o debajo del cielo, como dice Daniel, un reino en que el poder será del pueblo de los santos altísimos, al cual (pueblo) todos los reyes le servirán y obedecerán. (…) Véase por ejemplo, lo que dice Cornelio a Lapide: “Entonces, destruido el reino del Anticristo la Iglesia reinará en toda la tierra y de los judíos y de los gentiles se hará un solo redil con un solo pastor”. Seguiráse después la sublevación o rebelión de Gog y Magog contra la ciudad de los santos, que es probablemente según veremos diversa de la persecución del Anticristo. Luego, más tarde, el fuego de la conflagración (…). Y por fin terminará todo con la resurrección última y el juicio final. (…) Y San Pablo (1 Cor. 15, 24-28) dice también que Cristo reinará hasta que ponga bajo sus pies a todos sus enemigos, y la última de todas será destruida la muerte: después de esto Cristo entregará su reino al Padre y entonces será Dios todas las cosas en todos».
   
«Hemos visto que según la predicción de Daniel (7, 26-27) inmediatamente después de la muerte del Anticristo no se acabará el mundo, sino que seguirá la Iglesia compuesta de judíos y gentiles y extendida por toda la tierra, y los santos ejercerán el poder y la soberanía y a ellos servirán y obedecerán todos los reyes del orbe. (…) aunque Daniel dice que su reino será sempiterno, es porque nos presenta este reino de los santos en la tierra continuándose con el del después del juicio. Más ahora hablamos solamente del reino de los santos en la tierra, del reino de los santos anterior al juicio final y este claro está que no ha de ser eterno. (…) Algunos intérpretes, aun de los que admiten el reino de los santos en la tierra, dicen como Tirini, a Lapide… que este reino ha de durar breve tiempo; otros no hablan de su duración, otros suponen o afirman que durará largo tiempo (…). En este punto los milenaristas fundándose en el Apocalipsis (20, 1-9) admitieron después de la muerte del Anticristo un reino de Cristo y de los santos en la tierra que había de durar mil años».
 
El P. Benjamín Martín Sánchez resume así en su Nuevo Testamento Explicado, ed. Apostolado Mariano, Sevilla 1988, nota-comentario al capítulo 20 del Apocalipsis: «El milenarismo es la creencia de los que han dicho que Jesucristo reinará sobre la tierra con sus santos en una nueva Jerusalén por el tiempo de mil años antes del día del juicio. (…) Yo creo firmemente (después de un detenido estudio de la Biblia) en un milenarismo en la tierra y si alguno no le agrada la palabra “milenarismo”, dígase “época maravillosa de paz” de mil o miles de años, que tendrá lugar después de la muerte del Anticristo y a raíz del juicio universal de naciones y a ello contribuirá el estar encadenado o reprimida la acción de Satanás. Entonces los judíos convertidos usufructuarán su conversión, se multiplicará la fe, tendrá un triunfo definitivo la Iglesia de Cristo y se cumplirá la profecía de “un solo rebaño bajo un solo pastor”. Y a su vez tendrán cumplimiento las siguientes profecías, que aún no se han realizado: “Dominará de mar a mar, del río hasta los cabos de la tierra… Se postrarán ante El todos los reyes y le servirán todas las gentes” (Sal. 72, 8 y 11)».
 
«Se acordarán y se convertirán a Yahvé todos los confines de la tierra y se postrarán delante de Él todas las familias de las gentes. Porque de Yahvé es el reino y el dominará a las gentes (Sal. 22, 28-29)».
 
«Al fin de los días (v.1)… Yo reuniré, dice el Señor, a la dispersa (esto es, a la extraviada o dispersos de Israel)… y la haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora y para siempre (Miq. 4, 6 y ss.)».

«Y reinará Yahvé sobre la tierra toda, y Yahvé será único y único su nombre (Zac. 14, 19)».
 
«Entonces (después del gran juicio de las naciones) Yo devolveré a los pueblos los labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor (Sof. 3, 9)».
 
«Y la nueva alianza que empezó a cumplirse en la Nueva Ley, anunciada por Jeremías (31, 31-34) llegará a su plenitud con la conversión de Israel. Entonces dice el Señor: “pondré mi ley en sus corazones… y no tendrán ya que enseñarse unos a otros… todos me conocerán”. Y “entonces toda la tierra estará llena del conocimiento de Yahvé” (Is. 11, 9). Cuando Israel se convierta y sea purificado de sus pecados, los desiertos florecerán, se convertirán en vergeles y tendrán cosechas de frutos y producción de ganados como jamás se ha conocido (Ez. 36, 33-35). A estos textos habría que añadir muchísimos más de Isaías, Miqueas, Sacarías y otros profetas que nos hablan de la gran paz de esta época, del bienestar temporal, de Jerusalén como capital del mundo cristiano, etc. (Nótese que esto no será en el cielo, sino en la tierra, algo real, y, por tanto, un hecho el tal milenarismo o época maravillosa de paz.). (…) Algunos han querido entender la “resurrección primera” espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia, pero no convencen porque se habla de mártires que murieron por la fe. Pirot dice: “Algunos críticos católicos contemporáneos, por ejemplo Calmes, admiten la interpretación literal del pasaje que estudiamos. El milenio sería inaugurado, por una resurrección de los mártires solamente, en detrimento de los otros muertos”. También ya San Ireneo señaló como primera resurrección la de los justos. Bien creo la podemos confirmar con estos dos textos: 1 Cor. 15, 23, donde San Pablo habla del orden en la resurrección: “Primero Cristo, luego los de Cristo cuando El venga, después será el fin…”, y además por 1 Tes. 4, 14-16: “Los que murieron en Cristo resucitarán primero… El escriturista Cornelio a Lápide también interpreta literalmente el texto 1 Cor. 15, 23… Los restantes muertos no vivieron hasta pasados los mil años. (…) Y entonces será la resurrección universal y el juicio final ».
 
«Pasados mil años, será soltado Satanás y se irá a seducir a las gentes (…) el demonio irá pervirtiendo a las gentes y las fuerzas del mal, o sea Gog y Magog atacarán a los santos y la ciudad santa, pero Dios hará que sean devorados por el fuego que hará descienda sobre ellos».

Sobre el capítulo 21 del Apocalipsis el mismo autor comenta sobre la restauración universal de todas las cosas, lo cual nos hace recordar el lema de San Pio X: Instaurare omnia in Christo (Instaurarlo todo en Cristo), y que Monseñor Lefebvre traduce a modo explicativo todo recapitularlo en Cristo. Así expresa el P. Martín Sánchez sobre el cielo nuevo y tierra nueva: «De la transfiguración de las cosas creadas se nos habla aquí y además en Isaías 65, 17 ss., en 2 Ped. 3, 13, y en Rom. 8, 19 ss. (…) tenemos que este mundo no será aniquilado, sino renovado, y cambiando en mejor, pues como dice San Jerónimo: “Pasa la figura, no la sustancia. No veremos otros cielos y otra tierra, sino los viejos y los antiguos cambiados en mejores”. Todo hace presagiar que esto se refiere también a la época maravillosa de paz, por cuanto según las Escrituras, el universo una vez renovado ha de servir de escenario a la vida humana, porque la creación entera tomará parte en la felicidad del hombre (Rom. 8, 19-22) y porque vendrán nuevos cielos y nueva tierra en los que habitará la justicia (2 Ped. 3, 10-38). Entonces la tierra será como un cielo nuevo anticipado (…) Es una renovación de este mundo donde vivió la humanidad caída, el cual, desembarazado al fin de toda mancha, será restablecido por Dios en un estado igual y aún superior a aquel en que fue creado: renovación que la escritura llama en otros lugares la “palingenesia”, la regeneración (Mt. 19, 28), “la restitución de todas las cosas” en su estado primitivo (Hech. 3, 21), (Crampon)».

Y en la explicación al capítulo 22 dice nuestro autor refiriéndose a las palabras finales: Ven señor Jesús, del Apocalipsis: «Con esta expresión que se refiere a la segunda venida de Jesucristo termina el Apocalipsis después de hablarnos de la gran felicidad reservada a los santos repite: “Venga Pronto”, y con este aviso quiere que no nos durmamos, que vivamos vigilantes, que anhelamos su venida para gozar de la dicha anunciada».
 
Sobre el milenarismo el P. Castellani a su vez precisa: «El milenarismo real no enseña otra cosa sino que Apokalypsis XX y I Corintios XV, pueden ser interpretados literalmente sin quiebra de la fe ni inconveniente alguno, que así lo entendieron los padres apostólicos y después de ellos, en el curso de la historia, innumerables doctores y santos; que de ello se sigue la probabilidad de dos resurrecciones, una parcial y otra general, con un período místicamente glorioso de la Iglesia Viante entre ellos, y que esta inteligencia resuelve fácilmente muchos lugares oscuros de la Escritura y es honrosa a la grandeza, veracidad y omnipotencia del creador». (Los Papeles…, p. 418).
 
«Toda la tradición antigua en masa durante los cuatro primeros siglos de la Iglesia entendió en este capítulo simplemente que habría un largo periodo de paz y prosperidad en el mundo (mil años o bien mucho tiempo) después del retorno de Cristo y refulgir de su Parusía, que habría dos resurrecciones, una parcial de los mártires y santos últimos, otra universal al fin de buenos y malos lo cual también San Pablo dice, que todo este largo tiempo es quizás lo que designamos con el nombre de Juicio Final, el cual se describe metafóricamente al final del capítulo, es decir se describe su término y finiquito. El “Día del Juicio Final” no puede ser ciertamente un día solar». (El Apokalypsis, p.295-296).
 
Sobre esto último el mismo San Agustín admite que el día del juicio final no sea un día solar: «Lo que confiesa y aprueba toda la Iglesia del verdadero Dios: que Cristo ha de descender de los cielos a juzgar a los vivos y a los muertos, éste decimos será el último día del divino juicio, es decir, el último tiempo. Porque aunque no es cierto cuantos días durará este juicio, ninguno ignora, por más ligeramente que haya leído la Sagrada Escritura que en ella se suele poner el día por el tiempo». (La Ciudad de Dios, libro 20, capitulo1). «En suma, milenarismo consiste en creer al Dios del juicio, que es un dogma de fe, no un día material y un lugar geográfico sino un período y un estado, un ciclo enteramente sobrenatural; y eso no por racionalismo o fantasía, sino por encontrarlo así escrito a la letra, en las dos grandes profecías postrimeras, Daniel y Juan, con dos textos coincidentes del apóstol Pablo». (Los Papeles…, p. 412).
 
Aunque la interpretación alegórica es la que predomina actualmente, no siempre fue así, al menos para los primeros 4 siglos de la Iglesia primitiva, además el mismo San Agustín que tomó la interpretación alegórica del hereje donatista Tyconius, quien fue su autor en el siglo IV, como hace ver el P. Castellani (El Apok. p. 294), reconoce que su nueva interpretación (antes fue milenarista) no es segura, pues: «San Agustín advierte que no sabe si esta interpretación es buena o no, cosa en que no es imitado por ninguno de los actuales “alegoristas”, muchos de los cuales además incriminan de “heréticos” (y de ridículos, y de judaizantes, y de zotes, y de groseros, y de perturbadores) a aquellos que no gustas de ello». (El Apok. p. 294-295).
 
«Pero milenarismo y antimilenarismo representan en la realidad histórica hodierna dos espíritus, dos modos de leer la Escritura, y de ver en consecuencia la Iglesia y el Mundo. De ahí la lucha». (Los Papeles…, p. 412).
 
Esta es la razón por la que muchos inconscientemente no aceptan el Milenarismo Patrístico, hoy en día. Esperemos que esta recopilación sirva de luz para abatir los prejuicios y estar más expectantes que nunca de la Parusía y del Reino de Cristo, y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.

P. Basilio Méramo
Santa Fe de Bogotá, Julio 4 de 2000
Fiesta de Nuestra Señora Refugio de los Pecadores

jueves, 5 de junio de 2014

HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, POR EL PADRE MATEO CRAWLEY-BOEVEY (del mes de Junio)

HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
    
   
X Junio - Primera de las almas atribuladas
    
Te adoramos, ¡oh Dios Sacramentado!, te bendecimos, Redentor del mundo: te amamos, Jesús, en la hermosura de tu Corazón agonizante... Sólo Tú eres grande, Tú sólo santo en esta humillación de la Divina Hostia... Tú sólo altísimo en este misterio de incruento sacrificio... ¡Gloria, pues, a Ti, que siendo el Dios de cielo, vives en el Getsemaní del santo Tabernáculo!... ¡Gloria a Ti, Jesús-Eucaristía, en las alturas de tus ángeles...; alabanza a Ti, en el corazón de los humanos!... En nombre de todos ellos y, en especial, en nombre de todos los que sufren con amor y fe, adoramos las lágrimas, la soledad, el tedio, las angustias, todas las amarguras, las agonías todas de tu Sagrado Corazón. Creemos que Tú eres el Cristo, el Hombre-Dios de todos los dolores.
    
(Ofreced esta Hora Santa a su Corazón herido, agonizante, como un homenaje de resignación y amor, en nombre vuestro y de todos los que sufren).
      
(Pausa)
     
(Muy lento y cortado)
   
LAS ALMAS: El abismo de tu Corazón nos ha arrastrado, Jesús, con la fuerza de tu amor y de tus lágrimas... Tus tristezas son un cielo... ¡Qué misterio impenetrable y qué suavísimo consuelo, saber que Tú has llorado!... ¡Cuán elocuente es tu palabra de paz, cuando al salir de tus labios, temblorosos de emoción, ha debido pasar entre sollozos, y ha brotado de lo íntimo de tu alma, mortalmente entristecida!... Aquí nos tienes, pues, trayéndote, Señor, muchos dolores, y también las aflicciones de tantos infortunados y dolientes que te adoran... ¡Qué bien puedes comprender, Tú, Jesús, ese mar de penas, cuyas aguas amarguísimas sumergieron tu alma benditísima!...
    
Y mira, Maestro, te nombro en primer lugar a los que sufren pobreza y enfermedades... Aquí mismo, entre los que hemos venido a acompañarte en esta Hora Santa, o entre sus queridos deudos, hay tal vez enfermos y hay necesitados... ¡Con cuánta compasión miraste siempre a los enfermos!... ¡Con qué ternura buscaron tus ojos la lepra, las heridas, los miembros paralizados, los ojos sin luz, para sanarlos con una sonrisa y con una bendición de amor!... Y si ellos no podían ir en busca tuya, Tú te adelantabas, hendías la turba... Tú pasabas por el camino en que yacían... los mirabas... les tendías la mano y te seguían, sanos de cuerpo y de conciencia... ¡Ah!, pero mucho más numerosos que ellos, son los pobres... los que trabajan rudamente y que sufren penurias... necesidades de pan, de abrigo, de remedios, de solaz... ¿Qué podemos decirte a Ti, el Pobre divino, de los sufrimientos de los pobres, que no lo sepas ya, Nazareno, encantador en tu pobreza?... Tuviste hambre... sentiste frío... ¡Ah!, y, más que todo, sufriste el desdén y la posposición con que el mundo trata a los que no tienen ni casa, ni campos, ni dinero... ¿Qué podías saber Tú, decían tus acusadores, qué podías pedir con derecho en Israel?... ¿Qué podías pretender en Nazaret, señalado como el hijo de un humilde carpintero?... Acuérdate en esta Hora Santa de semejante humillación y pon los ojos en tantos pobres que padecen..., en tantos enfermos que sufren... Te pedimos para todos ellos el don de tu paz y el obsequio de tu bendición milagrosa... Dales la recompensa de su resignación... ¡Oh, sí, y, en cuanto convenga a la gloria de tu Corazón, da también el alivio temporal a tantos enfermos... inválidos, pobres, necesitados y menesterosos!... Tú que cuidas, con desvelos, de la espiga del campo y de la avecita de la montaña... bendice ahora, con particular ternura, desde esta Hostia, a los afligidos para quienes pedimos las aguas vivas y la fortuna de tu adorable Corazón...
       
(Breve pausa)
     
(Siempre muy lento y cortado)
       
Acuérdate también, Maestro muy amado, de los que padecen contradicciones que desalientan y reveses que humillan... ¡Con qué sabiduría de caridad permites, con frecuencia, que nuestros proyectos se desvanezcan como el humo, o, lo que es más doloroso, que después de muchos afanes y trabajos, cosechemos inesperadamente espinas muy punzantes!... ¡Cuántos sinsabores, Señor, en cada esperanza humana! Tú sabes el porqué de tantos contratiempos sorpresivos y constantes en la familia... Tú no detienes, porque así nos conviene, no detienes el torrente que va a destrozar el vallado del hogar... Haciéndote violencia en el Sagrario, callas, Jesús, ahí en la Hostia, enmudeces cuando nos amenazan ciertos males que, después, han de acarrear la redención de los nuestros... Y nos ves llorar... y tomas parte, ¡oh, sí!, en todas nuestras decepciones, y estás a nuestro lado en esas horas negras, difíciles, en la hora de Getsemaní, por la que pasamos todos... Recordando tus propias angustias de ese momento crudelísimo, te acercas y nos tienes entre tus divinos brazos, aunque no siempre te sintamos... ¡Oh, sí, Jesús!; ya conocemos las finezas de tu Corazón, y por eso adivinamos claramente sus latidos en medio de las más acerbas contradicciones de la vida... Recíbelas, Señor, como una expresión de desagravio por las que Tú sufriste en la visión mortal del Huerto... y sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
     
Son muchos, Maestro amado, los que yacen en el lecho del dolor, esperando la visita del Médico divino...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
      
Hay niños enfermos y sin madre...; hay ancianos sin hogar, que morirán sin más amparo que el de tu gran misericordia...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
       
¡Cuántos padecen, Jesús, largos años de dolencia!... ¡Pobrecitos!... ya no tienen ni remedio humano, ni esperanza...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
       
Penetra, Maestro, en las desmanteladas chozas, en los tugurios donde agonizan pobres madres, sin más testigos que sus hijos, pequeñitos y con hambre.
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
       
Con la suave luz que brota de tu pecho lastimado, alumbra aquellos hogares que vivieron de abundancia, y que hoy día, en silencio, sufren la miseria.
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
        
Sé bueno, especialmente con aquéllos, Jesús, que han sido azotados por los hombres..., con tantos que vieron desvanecerse sus proyectos de bienestar y de riqueza.
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
       
No ignoras, Señor, que son muchas, incontables, las almas, las familias que viven de perpetua y de cruel incertidumbre...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
       
En la continua lucha de encontrados intereses, en los inevitables sinsabores que acarrean los negocios y las naturales aspiraciones de la vida...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
        
Tú sufriste, Jesús, la ausencia de todo alivio humano; compadece, pues, a tantos que, pobres, enfermos o decepcionados, anhelan un momento siquiera de tregua y de reposo...
(Todos, en voz alta) Sostén sobre tu Corazón a todos los que sufren.
        
(Breve pausa)
    
VOZ DE JESÚS: Habéis dicho verdad; ¡qué cerca de vosotros me encuentro cuando el sufrimiento os desapega de la tierra!... La Cruz será por siempre el puente de sangre que una vuestro corazón afligido y decepcionado con el mío agonizante... Aquí me tenéis, amados míos; he escuchado vuestro clamor en beneficio de los enfermos, de los pobres y de los combatidos por la contradicción humana... ¡Cuántas gracias han caído sobre todos esos dolientes ahora mismo, desde este trono de misericordia, en el que presido vuestra vida penosa y fatigada!... Seguid hablándome de lo que os apena y entristece... Mi Corazón necesita de esa confidencia..., vuestros dolores me conmueven... Acercaos, hijitos míos, y en un estrecho abrazo, sollocemos con la misma angustia..., lloremos juntos las inclemencias de la tierra... Acercaos... Desahogad el alma en mi Divino Corazón...
    
(Pausa)
     
VOZ DE LAS ALMAS: Tu silencio en el Sagrario, tu quietud en la soledad que rodea tu santuario, están acusando al mundo del pecado que más te hiere... el de ingratitud.
      
(Cortado)
       
¡Amar, Jesús, y no ser amado...; bendecir y ser maldecido...; colmarnos de favores, e injuriarte con ellos, ése es el pan amargo de tu destierro voluntario entre nosotros...; ése es el pago con que correspondemos tu sublime cautiverio en el altar... Tu Getsemaní no ha terminado!... ¡Ah!, pero, en él, como reparación, tenemos parte también nosotros... No somos más que Tú el Maestro vilipendiado por sus hijos... ¡Ay!, también nosotros sabemos cuán amargo es el cáliz de la ingratitud... Aceptámoslo, Señor, por Ti, sólo por Ti... No lo apartes de nuestros labios... bendice ese brebaje, más amargo que la muerte... y compadece a los probados con esta cruel tribulación... Sí, compadece los hogares, cuyos hijos fueron la esperanza y son hoy día los abrojos de sus afligidos padres... compadece a las esposas, cansadas de gemir por desvíos que las azotan en el alma... Ten piedad de tantos buenos y sencillos, de tantos abnegados y compasivos, traicionados en la amistad, heridos y burlados en su hogar... afrentados por los mismos que solicitaron caridad y beneficios... El mundo paga, primero con palabras y sonrisas, y después..., después con deslealtad y con perfidia... Porque te amamos, Señor Sacramentado, sólo porque te amamos, te agradecemos ese cáliz amarguísimo... y te pedimos gracia para aquellos mismos que nos hieren con la ancha herida que nuestra propia ingratitud abrió en tu pecho.
        
(Breve pausa)
      
(Siempre cortado)
         
Jesús, ten piedad también de los que sufren el mal mortal de soledad y de aislamiento... ¡Con cuánta frecuencia, Maestro querido, después de predicar tus maravillas de amor, después de hacer prodigios ante la asombrada multitud, ésta se alejaba recelosa..., se iba indiferente de tu lado... y quedabas entonces, como aquí en el santo Tabernáculo, en la quietud de aquel vacío que te hacen las almas de tus hijos!... Sólo tu Padre y los ángeles penetraron en la intensidad de ese doloroso abandono... Y no ignoras, Jesús, que son muchos... muchos, esos desheredados de todo amor delicado, esos huérfanos de la vida, sin afecciones..., errantes del desierto... sin calor de hogar... Getsemaní y tu Calvario te recuerdan, Nazareno amabilísimo, las angustias de la soledad... ¡Oh qué horrendo es clamar y que la voz se pierda en un silencio!... ¡Llorar..., sufrir... querer... amar..., y encontrarse solo, siempre solo!... Nadie, como Tú, conoció esa congoja horrenda... Surge, entonces, en el fondo de esas almas, algo espantable que Tú sentiste, Salvador bendito, en tu agonía del Jueves Santo: el tedio..., la repugnancia, la fatiga del vivir... ¡Ay!, se siente, entonces, desfallecido el corazón... Esos huérfanos te necesitan a ti en ese instante de suprema congoja...; te necesitan sólo a ti, ¡oh, Corazón agonizante de Jesús! Si Tú no vinieras, llamarían, desesperados, a la muerte... Mas, no: Tú vendrás, así como hemos venido a saborear contigo tu hora de agonía solitaria... ¡Ah, sí! Y a todos los que padezcamos algún día soledad y abandono de los hermanos:
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
      
Si alguna vez nos pruebas, permitiendo que los nuestros nos olviden...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
       
Cuando la edad y las enfermedades nos aíslen, cortando lazos que creíamos imperecederos...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
       
Puede que algún día nos visite la pobreza...; para entonces, los amigos se habrán ido: sólo en ti confiamos, no nos dejes también Tú...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
        
La desgracia espía nuestros pasos..., cuando llegue y se desentiendan de nosotros los hermanos...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
        
La injusticia humana es grande...; si alguna vez nos flagelara, no te apartes, Señor Jesús, de nuestro lado...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
        
Y si los mismos que hemos amado mucho nos dejaran... en esa hora de cruel ingratitud, ¡oh ven!, en ti esperamos...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
         
¡Ah, si los que nos pidieron amor y sacrificio..., nos odiaran después, como fuiste odiado Tú..., perdónalos en ese instante y acércate a nosotros, buen Jesús...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
        
La calumnia de tus enemigos salpicó de fango tu divino rostro... Cuando nos manche en la frente... y nos humille..., ven; no nos dejes también... Tú, Señor vilipendiado...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
         
Y en aquellas horas de mortal silencio, en que nos hallemos solos, enteramente solos, sumergidos en el vacío del olvido y de cruel indiferencia...
(Todos en voz alta) Danos refugio y compañía en tu amable Corazón.
        
(Breve pausa)
     
VOZ DEL MAESTRO: Nunca en vuestras horas de soledad y de tormenta, jamás os encontraréis lejos de mi Corazón, que os ama... Sí, que os ama infinitamente, porque lo amáis vosotros, y también porque sufrís... Si estando solo y olvidado, me acompañasteis...; si estando amargado por tantos que se llaman míos, me consolasteis...; si, una y mil veces, deshicisteis el hielo de indiferencia que rodea mi cárcel solitaria... ¡oh! ¿cómo podría quedarme con los ángeles del cielo, mientras en la tierra vosotros necesitáis descansar sobre mi compasivo Corazón?... Aquí le tenéis, abierto y henchido de ternura que suavice vuestras llagas..., tomadle; es todo vuestro... Yo sé, sólo Yo sé pagar con divina largueza, ¡no temáis!... Yo sé cicatrizar las más crueles heridas... ¡no trepidéis!... Venid, ¡oh, sí!, venid..., que sólo Yo comprendo cómo mata la soledad, la ingratitud de los hermanos... Venid... llorad conmigo, y encontraréis seguro alivio.
    
(Pausa)

VOZ DE LAS ALMAS: Llevas, Jesús, en tus altares un título que nos alienta en nuestros desfallecimientos: ¡eres Víctima!
    
(Muy lento y cortado)
    
Tú eres ahí, en la Hostia, el desconocido, el olvidado de los buenos... Tantos siglos entre nosotros, tanto tiempo conviviendo nuestra vida, penetrándola, y todavía, ¡ay!, no queremos comprenderte; eres siempre un huésped, respetado a la distancia...; eres casi un extraño en medio de tus hijos... Y Tú lo has dicho, sollozando, a tu sierva Margarita María: ésa es la mayor de tus tristezas: el desconocimiento de los tuyos en tu propia casa...
     
(Breve pausa)
    
¡Gracias, Maestro muy amado, cuando nos has hecho participar de una gota de ese cáliz..., gracias!... ¡Cómo duele, Jesús, que, con buena voluntad, los mismos buenos, seres muy queridos, nos hieran... y que, a las veces, en tu nombre y por razones de celo y de conciencia, nos veamos condenados!... ¡Es tan humano equivocarse!... Tú, con gran sabiduría, lo permites, para que pongamos en Ti, sólo en Ti, nuestra confianza... Y también para sacar de ese dolor intenso un desagravio de lo mucho que nosotros, los consagrados a tu gloria, hemos entristecido, con falta de fineza, tu Sagrado Corazón... ¡Gracias, pues, por la herida que una mano querida, delicada, ha abierto cruelmente en nuestras almas!...
        
¡Gracias también por otra prueba inevitable y que desgarra sin piedad a los mortales: la muerte, fría, inclemente, que nos arrebata lo que Tú mismo nos diste para amarlos!... ¿Recuerdas, dulcísimo Nazareno, la tristeza con que penetraste a la casa de Betania, donde ya no estaba el amigo Lázaro?... Jesús, no está agotado todavía el manantial de aquellas lágrimas, lloradas al saber la muerte del amigo de tu Corazón... ¡Ah, sí!, tus ojos hermosísimos están humedecidos aún con ese llanto del Hombre-Dios, que amaba con las emociones y también con las flaquezas de nuestro corazón de carne... Y ese Jesús eres Tú, sí, Tú mismo, el que estás en esta Hostia que adoramos de rodillas... Míranos, pues, desde ella a los que hemos ido dejando en el camino aquellos seres, que eran fibras de nuestro propio corazón... Se fueron... nos dejaron... ¡Qué despedida tan cruel es la despedida de la muerte! Tú lloraste sobre la tumba de Lázaro, aunque sabías que ibas a resucitarlo... Así también permites que, a pesar de la fe vivísima con que aceptamos los duelos que Tú mismo nos envías, sintamos desgarrada el alma al ver morir alguno del hogar... Y esa herida, ¡qué bien lo sabes Tú!, se venda, pero no se cierra... Ven a llenar, Jesús, en nuestro espíritu, ven a colmar en la familia, los vacíos que la muerte despiadada ha abierto con licencia tuya... Ven, da calma, da resignación a los que sobrevivimos para orar sobre esas tumbas... Ven, Maestro, oremos juntos por nuestros muertos tan amados... y que tu luz, tu resplandor eterno, luzca eternamente para ellos... ¡Descansen en paz... sobre tu Dulce Corazón!...
       
(Pausa)
      
Antes de terminar esta Hora Santa, queremos pedirte que nos hagas una visita a lo más íntimo del alma... queremos que penetres en todas sus profundidades de dolor y de miseria... ¡Sólo Tú nos conoces, sólo Tú!... Como rayo de luz, penetra, pues, Señor, con tu mirada suavísima, ya que ello no quebrará seguramente el cristal trizado de mi desdichado corazón..., penetra, Jesús..., más adentro todavía..., ¡más!... Llega hasta ahí, donde germinan los dolores secretos, reservados para ti... Pon tu mano creadora en aquellas llagas, que nadie conoce y que manan sangre hace tiempo... Nadie las ha visto, Jesús, y es mejor que queden en secreto, porque nadie las comprendería... Por esto, Salvador adorable, en ciertas angustias no lloramos para que el mundo no sea testigo de lágrimas que no comprende... y que tal vez censuraría... ¡Oh!, qué bien me siento al hablarte así, gimiendo..., a ti, que pasas tu vida sacramental saboreando amarguras infinitas, y que tampoco nadie puede penetrar... Sólo Tú, Maestro, puedes saberlo todo, todo... Mira hasta el fondo y compadécete... En Getsemaní se abrió esa herida, la fuente de esos llantos, que no brotan por los ojos..., que corren a raudales por las venas, y que al fin estallan en un sudor de sangre...
         
(Cortado)
        
Callar cuando se muere en una agonía íntima y silenciosa, callar entonces..., es doble muerte... ¡Tú bien lo sabes, Divino Agonizante!... En esa convulsión misteriosa tienen parte las separaciones inesperadas de las almas..., las previsiones sombrías de las madres..., los temores, los sobresaltos de los padres..., las congojas, las decepciones, las incertidumbres de los sacerdotes... Y tantas, ¡oh!, tantas penas muy hondas que almas buenas, que guardan para ti, Jesús-Hostia, la virginidad de sus dolores... La Hora Santa debe ser la hora de las confidencias y de los consuelos; por ello, estas almas, al hablarte de este modo, no se quejan, Jesús; antes bien, te ofrecen, como el mejor de sus tesoros, el de sus aflicciones secretas, aquellas amarguras que no tienen un nombre especial en el idioma de la tierra... Acéptalas, pues, Señor, por el triunfo de tu amor.
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
       
Sí, Jesús, santifica las contradicciones que sufrimos de los buenos..., las injusticias tan frecuentes de los hombres.
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
        
Acepta aquellos sinsabores que nos vienen de quienes menos lo esperábamos..., y que producen decepciones tan acerbas...
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
        
Te ofrecemos, Señor, las flores del recuerdo de los nuestros que murieron..., que se fueron porque los llamaste en pos de ti...
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
         
Recibe el llanto resignado con que hemos regado esas tumbas tan queridas..., acuérdate de las familias enlutadas y, en especial, de tantos huérfanos...
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
         
Acércate a suplir, querido Salvador, la ausencia de los que fueron del hogar... y que dejaron un vacío que sólo Tú podrás llenar...
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
          
Recibe, Señor, aquellas espinas ocultas en el alma, y que no tienen siquiera el consuelo de la compasión humana...
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
         
Acepta las zozobras de las madres..., los desvelos de los padres..., los afanes estériles, ingratos, de tantos sacerdotes..., nuestras almas doloridas, tómalas, Jesús.
(Todos, en voz alta) Santifica nuestras penas, ¡oh Divino Corazón!
        
(Pausa)

VOZ DEL MAESTRO: ¡Qué santa y qué consoladora para vosotros y para mí ha sido, hijitos míos, esta hora en que me habéis mostrado la profunda llaga que os torturaba el corazón!... Yo, a mi vez, os he descubierto la herida siempre ensangrentada de mi pecho. ¡Oh, cómo nos parecemos al gemir, al padecer, en la tierra, las aflicciones de la tierra... Getsemaní es vuestro templo de plegaria, de agonía y de incesante redención... Amémonos en el dolor, amémonos hermanos..., amigos..., hijos míos, en la Cruz!...
      
(Lento y cortado)
   
Venid a mí, todos los que sufrís pobreza y enfermedades..., apresuraos... traed a mis pies la carga de vuestras aflicciones, que Yo os aliviaré en la piscina de mi Sagrado Corazón...
     
Venid a mí, todos los que sufrís contradicciones de las criaturas..., los que habéis chocado contra la injusticia de los hombres, los que habéis experimentado reveses de fortuna y penosísimos trastornos de familia..., acudid a mí..., que yo os aliviaré en el santuario de mi Sagrado Corazón.
       
Venid a mí, los que lloráis la ingratitud de los amigos, y tal vez de los de vuestra propia sangre... ¡Oh! no tardéis, porque ese desamor os mata el alma...; venid, que Yo os aliviaré en los incendios de mi Sagrado Corazón.
     
Venid a mí, los que arrastráis una existencia muerta..., los que vivís de tedio y soledad...; acudid a mí los olvidados..., los que en la aurora de la vida, sentís ya la fatiga del destierro..., arrojaos en mis brazos, que Yo os aliviaré con las ternuras... y en el jardín de mi Sagrado Corazón.
   
Venid a mí, buscad mi pecho los desatendidos..., los desdeñados y los mal comprendidos de los mismos buenos..., los censurados en el afán de darme gloria...; acudid, amigos, que yo os aliviaré, brindándoos el cáliz de mi Sagrado Corazón.
      
Venid a mí, arrastrando vuestros duelos..., venid los que lloráis la ausencia de un hijo, de una madre, de un esposo, de un hermano...; volad sin más demora a mi Sagrario los que tenéis el umbral de vuestras casas marcado por la muerte con cruz de lágrimas...; venid, que Yo os aliviaré con la inefable paz de mi Sagrado Corazón.
      
Venid, que el tiempo es una sombra... y eterno el cielo; venid, los que sentís sed de amor y de justicia...; tened ánimo valiente... que Yo soy Dios, y también he agonizado... Tomad, comed mi Pan, mi Eucaristía... ¡Ea, levantaos y, para seguir luchando, venid, que Yo os confortaré en el paraíso terrenal de mi Sagrado Corazón!...
    
(Pausa)
     
VOZ DE LAS ALMAS: ¿Qué tengo yo, Señor Jesús, que Tú no me hayas dado..., incluso el tesoro de mis lágrimas?...
¿Qué sé yo, que Tú no me hayas enseñado..., sobre todo la ciencia de padecer amando?
¿Qué valgo yo, si no estoy a tu lado... cuando lloro y Tú agonizas?...
¿Qué merezco yo, si a ti no estoy unido en tu Calvario y en mis penas?
Perdóname, por tu Cruz y por mis cruces, los yerros que contra ti he cometido...
Pues me creaste sin que lo mereciera... Y me redimiste, olvidándome yo de tu pasión y sin que te lo pidiera...
Mucho hiciste en crearme,
Mucho en redimirme,
Y no serás menos poderoso en perdonarme,
Pues la mucha sangre que derramaste y la acerba muerte que padeciste,
No fue por los ángeles que te alaban... y no sufren,
Sino por mí y demás pecadores que te ofenden... y que gimen, en expiación de sus pecados...
Si te he negado, déjame reconocerte... en toda la belleza de tus agonías;
Si te he injuriado, déjame alabarte... en la sangrienta redención de tu Calvario;
Si te he ofendido, déjame servirte, sufriendo por la exaltación y el triunfo de tu Divino Corazón... ¡Venga a nos tu reino!
     
(Padrenuestro y Avemaría por las intenciones particulares de los presentes. Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores. Padrenuestro y Avemaría pidiendo el reinado del Sagrado Corazón mediante la Comunión frecuente y diaria, la Hora Santa y la Cruzada de la Entronización del Rey Divino en hogares, sociedades y naciones).
   
(Cinco veces) ¡Corazón Divino de Jesús, venga a nos tu reino!
       
Consagración final
       
Divino Agonizante de Getsemaní, Jesús Sacramentado, dígnate unir tu sangre y tus congojas a las aflicciones de estos hijos de tu entristecido Corazón... Acepta, bendice, aligera nuestras cruces... Saca de ellas gloria, inmensa gloria para ti, y también para la redención de muchas almas, pervertidas por los goces de la tierra... ¡Ah!, desde esa Hostia, busca y ama Tú, con especial ternura a los que nadie ama... Cuida las heridas que enconan con su indiferencia, los hijos ingratos y amigos desleales... Vecino como vives al mar de nuestros llantos, arroja en medio de ellos el misterioso leño de tu Cruz que los endulce... Prisionero divino del altar..., visita con presencia de luz a tantos desconsolados..., a tantos maltrechos de la vida..., a tantos amargados con sus placeres criminales... recoge a tantos desechados... Danos a todos la ciencia del saber sufrir con paz y fe, y otórganos el don feliz de consolar... Pon en nuestros pesares una fuerza divina irresistible, que nos lleve, con el corazón herido, hasta el abismo de tu Corazón atravesado... Ahí, en ese cielo queremos vivir, padeciendo por tu nombre y por tu amor; en él queremos arrancarte y hacer nuestras tus espinas... Sé Rey del mundo, Tú, el Hombre-Dios de todos los dolores... Domínalo y triunfa, suavizando las heridas con que va marcando su obra, la inclemencia y la injusticia de los hombres. ¡Oh, Maestro de dulzuras inefables, Jesús, el Dios de tantas lágrimas y el Dios de todos los consuelos! Ven cuando suframos; ven ya, porque los dolores nos cercan, y es grande y es tanta la fatiga del que llora lejos de tu lado... No rehusaremos, Nazareno adorable, las espinas de la Vía Dolorosa, ni las desolaciones del desierto, ¡no! Pero reclamamos, ¡oh, sí!, tu presencia arrobadora, una mirada de tus ojos divinales, una bendición de tu diestra ensangrentada... No pedimos que envíes ningún ángel que nos sostenga en nuestras horas de agonía: te llamamos a Ti, Señor, sólo a ti, tenemos el derecho sacrosanto de pedir que llores con nosotros nuestras lágrimas... Danos paz en las tribulaciones, danos fuerza y, si Tú lo quieres, danos un consuelo en el cáliz de tu agonizante Corazón... ¡Por tu cruz y nuestras cruces, venga a nos tu reino!