Páginas

jueves, 31 de julio de 2014

CÉDULA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

Desde MILES CHRISTI
   
Cédula de San Ignacio de Loyola
    
Una piadosa práctica muy antigua y apreciada por causa de los milagros que por la intercesión de San Ignacio de Loyola concede Dios a sus fieles, es sin duda la Cédula de San Ignacio de Loyola. Con este sacramental, se protegen las casas contra los asedios e infestaciones del diablo y sus agentes. 
   
Refiere el libro Misiones y Sermones del Padre Pedro de Calatayud, tomo I, págs. 333-335, entre los ejercicios y prácicas de devoción para asegurar el fruto de las Misiones:
«Octava devocion con nuestro Santo Padre Ignacio de Loyola: rezarle cada dia un Padre nuestro, y un Ave María al irse a recoger, y poniendo con gran fe en las puertas de todos los aposentos de las casas, por la parte de adentro, la cédula que llaman de nuestro Santo Padre Ignacio contra duendes, infestaciones del demonio, contra brujas y hechizos para defender las criaturas, y los mismos ganados de ser hechizados, o maleficiados, y para defenderse muchas personas Religiosas, y de vida pura, de tormentos, persecuciones, apariciones, y tentaciones fuertes con que las ejercita. La cédula que solemos poner los Jesuitas en los aposentos, y muchos seglares en sus casas, es de esta suerte.
   
San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesus, al demonio, no entres.
  
Son muchos los prodigios y casos que con esta cédula han sucedido por intercesion del Santo, del cual dice la Iglesia en la lección del Breviario: In Dǽmones mirum exércuit impérium; que tuvo un grande imperio contra los espíritus malos. Es cierto que los hechiceros y brujas por pacto del diablo hacen notables daños en las armadas, escuadras, ejércitos, alojamientos, campamentos, en los palacios de los Príncipes, etc. ya poniendo a riesgo, ya echando a pique naves, con furiosas tempestades, huracanes, y vientos contrarios que levantan, ya con incendios, ya de otros modos; por eso en todos los navios de guerra, de comercio, y embarcaciones, en cuarteles, alojamientos, castillos o tiendas de Militares, en los palacios, especialmente de Príncipes, donde por haber mas pecados, tiene mas entrada el demonio; en Comunidades habian de poner la cédula dicha para verse libres de los espíritus malos, hechizos, encantos, duendes o diablos, y otras infestaciones. En Ledesma en un Convento de Religiosas Benedictinas molestaba un duende varias celdas, y estancias del Convento; las Religiosas estaban atribuladas: díjolas el Padre Fernando Ibañez, Misionero de la Compañía de Jesus, y despues mi compañero de Misiones, Vuestras Reverencias pongan la cédula de nuestro Santo Padre Ignacio en las puertas; hiciéronlo así, y el diablo se bajó a otros cuartos y estancias más bajas donde no habían puesto la cédula: mandó que la pusiesen tambien, y el duende no apareció, ni inquietó mas en el Convento. Buscad, buscad, pues, alguna imagen o estampa del Santo para cobrarle mas devocion, y poned tambien la cédula en las puertas de vuestros aposentos y casas».

domingo, 27 de julio de 2014

LAS RAZONES DE POR QUÉ EL YOGA ES PELIGROSO

Desde MILES CHRISTI
    
Mensaje recibido por correo.
   
El yoga es peligroso porque…
  1. Es una disciplina o práctica milenaria, mística-espiritual hindú (1800 a.C.). Sus posiciones y ejercicios son inseparables de su cosmovisión; “no hay hinduismo sin yoga, y no hay yoga sin hinduismo”.
  2. Fueron Christopher Isherwood y la Sociedad Teosófica quienes trajeron a Occidente el budismo zen y el yoga del Oriente. No se conocían antes estas creencias ni en Estados Unidos ni en Europa. Los gobiernos estadounidense y británico impulsaron sus planteamientos. La Sociedad Teosófica fue dirigida por masones y ocultistas (Helena P. Blavatsky, Annie Besant, Alice Bailey).
  3. En cualquiera de sus formas, la finalidad del yoga no es únicamente la relajación, la correcta respiración ni el bienestar o control físico, sino la “iluminación”. Es una “vía de perfección” (de ocho pasos) a través del control de los “elementos físicos y psíquicos” de la persona que pretende el “nirvana” (extinción del sufrimiento) para alcanzar la “iluminación” (apertura del “tercer ojo”) y la “unión con Dios” (en realidad, a los demonios adorados en el hinduísmo).  
    Dicen los yoguis hindúes que los primeros cinco pasos (disciplina moral, purificación corporal y espiritual, posturas gimnásticas-corporales, control respiratorio y desconexión sensorial) son la preparación para alcanzar los grados más altos del “yoga real” o “raja yoga”.
  4. La “Iluminación” se lograría despertando a Shiva (deidad hindú) en forma de serpiente (kundalini), que se dice mora al final de la espina dorsal, o bien, en los genitales, con objeto de que ascienda desde ese punto por la columna vertebral y vaya “activando” uno a uno los seis o siete chakras (supuestos centros de energía ubicados a lo largo la espina dorsal), y así se una a su esposa Parvati (diosa “energía”) que le espera en la cabeza. El enlace Shiva-Parvati abriría el “tercer ojo” a nivel psíquico y… ¿físico? Esta es la meta del “yoga kundalini” y de la “meditación dinámica”.
  5. Instructores y difusores de esta disciplina como Ana Paula Domínguez (Directora del Instituto Mexicano del Yoga) confirman que, en efecto, las diferentes posiciones de ese método encarnaban al dios Shiva, a quien solían adorar mediante un símbolo fálico llamado linga, y que “el objetivo era obtener la liberación al fundirse con aquella poderosa deidad”.
  6. La apertura del “tercer ojo” ha sido motivo de interés de los yoguis, swamis y “maestros” orientales, como también de los ocultistas occidentales, pues afirman que con ello se tiene acceso al conocimiento de todo cuanto existe, de toda la realidad, aún de la sobrenatural (por ejemplo, sobre el futuro). Por ello, personalidades como el fundador del satanismo, Aleister Crowley (“el satanista más depravado de todos los tiempos”), y Jon Klimo (el “médium” más famoso de la historia), practicaban y recomendaban ampliamente el yoga.
  7. Asociaciones como la Masonería (excomulgada por la Iglesia Católica) promueven dicha práctica oriental. En el ritual llamado “Paladión”, el segundo paso (de cinco en total) consiste en la “iluminación” o apertura del “tercer ojo”.  
    William Shnoebelen (ex masón grado 1° Illuminati, 32° R.E.A.A., 90° Memphis-Mizraím, 10° Rito de York; y ex satanista de 2° grado), quien practicó el ritual, afirma que ese ojo (“el Ojo que todo lo ve”) “es el punto de contacto entre los humanos y la conciencia de Lucifer”, y se comienza a “pensar como él piensa y a ver con sus ojos... No es una buena experiencia”.
  8. Gopi Krishna, ex yogui de Cachemira quien introdujo la teoría del “Kundalini” (“energía vital” y “serpiente”), estuvo a punto de caer en locura completa en 1937, mientras meditaba sobre su “chakra” superior (o “tercer ojo”). Dijo posteriormente:
    “De aquí en adelante, durante largo tiempo, tuve que vivir pendiente de un hilo, debatiéndome entre la vida y la muerte, entre la salud y la enfermedad. (…) He pasado por casi todas las etapas de (...) tipos de mente: mediúmnica, psicótica y otros; durante un tiempo estuve alternando entre la cordura y la locura”.
  9. El Swami Prabhavananda advierte sobre los peligrosos efectos físicos que pueden resultar de los ejercicios de respiración yoga:
    “A menos que se hagan correctamente, hay una buena posibilidad de dañar el cerebro. Y las personas que practican este tipo de respiración sin una supervisión adecuada, pueden sufrir una enfermedad que ninguna ciencia o médico conocidos pueden curar”.
    Los ejercicios respiratorios tienen como finalidad, en la religión hindú, aspirar el prana = la esencia del éter, el Atman-Brâhman, lo divino, la “fuerza vital” (“la energía”). Asimismo, el yogui Shakta Kaur Khalsa afirma:
    “El mito de que el kundalini es peligroso sólo sería posible mediante una muy mala práctica... la técnica y preparación adecuadas son el aislante necesario para el flujo correcto de la energía kundalini”.
  10. Ana Paula Domínguez y Marco Antonio Karam (Director de Casa Tíbet México), reconocieron juntos en el programa radiofónico “¿Qué tal Fernanda?”, en 2004, que el yoga puede presentar un riesgo para quienes lo practican, debido, en parte, a que en México existen numerosos institutos o escuelas no autorizados para enseñarlo.
  11. Existen ya testimonios de posesiones demoniacas, parciales o totales, en personas que practicaron el yoga. Los mismos ocultistas y médiums ya mencionados, nos confirman lo anterior, pues usaban su cuerpo con esta técnica para entrar en contacto con los “muertos” (espíritus malignos).
  12. El yoga es promovido principalmente por la organización Vishva Hindu Parishad (Consejo Mundial del Hinduísmo), que fue fundada en 1964 en la India con el fin de propagar su culto a los ídolos en todo el mundo, especialmente en los países cristianos, por medio de los gurúes y difusores del yoga y de la New Age, contando actualmente con sedes en USA, Reino Unido, Alemania, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Fiji. De hecho, un periódico local informó que un directivo de la misma declaró lo siguiente en Enero de 1979, en el marco del Congreso Mundial sobre el Hinduismo realizado en Allahabad:
    Nuestra misión en Occidente ha sido coronada por un éxito fantástico. El hinduísmo se está volviendo la religión mundial dominante, y el fin del Cristianismo está cerca. Dentro de otra generación habrán solamente dos religiones en el mundo: el Islam y el Hinduísmo”.
   
Por lo tanto, el Yoga es una forma actual de idolatría, esoterismo, neopaganismo, ocultismo, adivinación, comunicación “mediúmnica”, y posesión diabólica. Practicar y/o enseñar el Yoga es contribuir con la Apostasía y recibir la marca del Falso Profeta. Así, YOGA Y CRISTIANISMO SON ESENCIALMENTE INCOMPATIBLES.
  
¡NO DIGA AHORA… QUE NO SABÍA!

SI SAN PÍO X VIVIERA HOY EN DÍA...

Diría que del mismo modo en que el Modernismo es la síntesis de todas las herejías, la síntesis de todos los modernismos es la Judaización.
  
PARA PENSAR...

sábado, 26 de julio de 2014

MARTÍN LUTERO, HOMICIDA Y SUICIDA

Este texto fue publicado en forma de folleto en la colección “Fe Íntegra” (Nº 9), por Licinio Rangel (sucesor de Mons. Antonio de Castro-Mayer en la Unión Sacerdotal San Juan Vianney), cuando los “Padres de Campos” defendían la Fe Católica tradicional. Hoy, que han caído en las garras del modernismo (por ende, del Vaticano II), queda el recuerdo de su antigua lucha por la Fe, y una lección de lo nocivo que es hacer componendas con el enemigo.
 
Traducción del original en Portugués publicado en el MOVIMIENTO DE LA JUVENTUD CATÓLICA DE BRASIL (FSSPX)
  
MARTÍN LUTERO, HOMICIDA Y SUICIDA
 
   
Estos son algunos datos históricos de la triste vida del fundador del protestantismo, y de su trágico final, después de una de sus muchas borracheras con sus amigos los príncipes.
  
Martín Lutero nació en Eisleben, de la Sajonia (Alemania) en 1483, y puso fin a su propia vida en 1546, cerca de 25 años después de su revuelta contra la Iglesia de Nuestro Señor. Su madre Margarita Lindemann Ziegler fue muy religiosa, pero muy supersticiosa y dada a brujerías y encantamientos, lo que influyó mucho en el comportamiento de su hijo. El joven Lutero, después de sus estudios de humanidades en las escuelas locales de Mansfeld, fue a estudiar filosofía y derecho en la Universidad de Erfurt, donde se formó, en el año de 1505. En junio de este año entró al Convento de los Agustinos, “no por vocación, mas por miedo a la muerte”. Él mismo habló varias veces de ese “miedo a la muerte” que determinó su entrada en la religión, como lo veremos.
  
LUTERO HOMICIDA
El Dr. Dietrich Emme (luterano), en su libro “Martín Lutero - su juventud y sus años de estudios, entre 1483 y 1505”, Bonn, 1983, afirma que Lutero entró al Convento sólo para no ser sometido a la justicia criminal, cuyo resultado habría sido, probablemente, la pena de muerte, por haber matado en duelo a un compañero de estudios llamado Jerónimo Buntz. De ahí su “miedo a la muerte” al cual se refería frecuentemente. Posteriormente un amigo le aconsejó refugiarse en el Convento de los Eremitas de San Agustín, que entonces gozaba del derecho civil de asilo, que lo colocaba al abrigo de la justicia. Fue aquí que se convirtió en monje y padre agustino.
     
Lutero parecía haberse convertido. Pero no. Siempre perturbado y contradictorio, él se declara reo confeso en una prédica en 1529: “Yo fui monje, quería seriamente ser piadoso. Al contrario, me hundía siempre más: yo era un gran trapacero y homicida” (WAW, 29, 50, 18). Y un discurso transcrito por Veit Dietrich, afirma: “Me hice monje por un designio especial de Dios, a fin de que no me prendiesen; lo que hubiera sido muy fácil. Mas no pudieron porque la Orden se ocupaba de mí (esto es, los superiores del Convento lo protegían)” (WA Tr 1, 134, 32). Por tanto, Lutero fue reo de un homicidio que cometió cuando era estudiante en Erfurt. Y según sus biógrafos, el motivo habría sido despecho porque su colega obtuvo mejor nota en los exámenes.
     
LUTERO EBRIO E IMPÍO
Él lo confiesa: “Yo aquí me encuentro insensato, y endurecido, ocioso y bebido de mañana a noche... En suma, yo que debía tener fervor de espíritu, tengo ansias de la carne, de la lascivia, de la pereza y de somnolencia”. En el ínterim, llamaba al Papa de “asno”.
   
Sobre la oración decía: “No puedo rezar, pero sí puedo maldecir. En lugar de decir ‘santificado sea el tu Nombre’, diría: ‘maldito e injuriado sea el nombre de los papistas..., que el papado sea maldito, condenado y exterminado’. En verdad es así que rezo todos los días sin descanso”.
    
Sobre los mandamentos, decía: “Todo el Decálogo debe ser apagado de nuestros ojos, de nuestra alma y de nosotros tan perseguidos por el diablo... Debes beber con más abundancia, y cometer algún pecado por odio y para molestar al demonio...”. Lutero no sólo afirmaba que las buenas obras nada valen para la salvación, sino que las maldecía.
    
Pero sobre el pecado, él decía: “Sé pecador y peca fuertemente, pero cree com más fuerza y alégrate con Cristo vencedor del pecado y de la muerte... Durante la vida debemos pecar”.
     
Sobre la castidad, Lutero incentivó a que los monjes, sacerdotes y religiosas saliesen de sus Conventos y se casaran. “El celibato -decía- es una invención maldita”. “Del mismo modo que no puedo dejar de ser hombre, así tampoco puedo vivir sin una mujer”.
    
Sobre la Virgen María, “la pluma” rehusa escribir las blasfemias que profirió contra su pureza (originalmente este texto fue publicado en forma de folleto. N. del E.).
    
Sobre Jesucristo, afirma que “cometió adulterio con la samaritana en el pozo de Jacob, con la mujer adúltera que perdonó..., y con la Magdalena...”.
    
Sobre Dios: “Ciertamente Dios es muy grande y poderoso, bueno y misericordioso..., pero es muy estúpido; y un tirano”.
    
Su último sermón en Wittenberg, en mayo de 1546, fue un furioso ataque contra el Papa, el sacrificio de la Misa y el culto a Nuestra Señora.
    
LUTERO SUICIDA
Lutero tenía un temperamento extremamente mórbido y neurótico. Después de su revuelta contra la Iglesia, su neurosis alcanzó los límites extremos. Estudios especializados le atribuyen una “neurosis de angustia gravísima”, del tipo que lleva al suicidio (Roland Dalbies, en “Angustia de Lutero”).
     
El suicidio de Lutero es afirmado tanto por católicos como por protestantes. Este es el testimonio de su criado, Ambrosio Kudtfeld, que más tarde se hizo médico:
“Martín Lutero, en la noche que antecedió a su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia, y en tal exceso, que fuimos obligados a cargarlo totalmente embriagado, y a colocarlo en su lecho. Después nos retiramos a nuestro aposento sin presentir nada de desagradable. Por la mañana volvimos a nuestro patrón para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Pero, ¡que dolor! Vimos a nuestro patrón Martín colgando de su cama y estrangulado míseramente.
  
Tenía la boca torcida y la parte derecha del rosto oscura; el cuello morado y deformado. Ante tan horrendo espectáculo, fuimos invadidos por un gran terror. Corrimos sin demora a los príncipes, sus convidados de la víspera, para anunciarles aquel execrable fin de Lutero. Ellos quedaron aterrorizados como nosotros. Y luego se empeñaron com mil promesas y juramentos, que observásemos sobre aquel acontecimiento, eterno silencio, y que colocásemos el cadáver de Lutero en su cama, y anunciásemos al pueblo que el ‘Maestro Lutero’ había imprevistamente abandonado esta vida”.
    
Este relato del suicidio de Lutero fue publicado em Amberes, en el año de 1606, por el sensato Enrique Sedulio en su libro “Præscriptiónes advérsus hæréses”, cap. XVIII, §25-27. Dos médicos comprobarán los sintomas de suicidio relatados por su criado Kudtfeld. Fueron ellos  François de Coster y Lucas Fortnagel. Las informaciones de este último fueron publicadas por el escritor J. Maritain, en su libro “Los Tres Reformadores”. En ese libro el autor ofrece también una impresionante lista de amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero que se suicidaron.
     
Por tanto, “hermanos separados” (sic) de la Iglesia Católica por ese falso y ebrio reformador, abran los ojos, y vuelvan a la verdadera Iglesia de Jesucristo. Es fácil reconecerla. Está claro en los Santos Evangelios que a la verdadera Iglesia de Cristo es una sola (Mt. 16, 16). Es lo que aquí leemos: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. (Cf “Folletos Católicos” - nº 1).
    
Inútil imaginar que Cristo señalaba para Sí cuando hablaba a Pedro. Sabemos que Cristo es la “Piedra Angular” principal de su Iglesia. Pero Él tornó a Pedro participante de esa condición. Sus palabras "son palabras de vida y de verdad”. Solo Él, como único Mediador “de Redención” (1 Tim 2, 5-6), puede fundar, y realmente fundó su única y verdadera Iglesia teniendo también por fundamento visible, en este mundo, a Pedro y sus sucesores, los Papas (NOTA DEL TRADUCTOR: mientras conservasen el Dogma de la Fe). Como hay un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo (Ef. 4, 5), tambien una sola tiene que ser la Iglesia de ese único Señor. Es la Iglesia de los primeros cristianos, es la Iglesia de los mártires, es la Iglesia Católica de siempre, la única que es Apostólica, porque es la única que viene desde los Apóstoles.
     
Es la única que existió desde Cristo y de los Apóstoles hasta Lutero, y hasta hoy, y que existirá “hasta el fin de los siglos” (Mt 28, 28-30). Al paso que las de los protestantes son “una legión”. Ellas comenzaron a partir de ese falso reformador, en el año de 1521, que fue el primero en atreverse a hacer lo que solo Dios puede hacer: fundar una religión. La primera de las religiones de esa “legión” de iglesias llamóse iglesia luterana. Mas, ya en el tiempo de Lutero, algunos luteranos imitarán su mal ejemplo.
   
Así, Calvino fundó el calvinismo en Ginebra. Luego surgieron los anabaptistas, los anglicanos, los baptistas, los metodistas, etc., etc. (Cf. “Folletos Católicos”, nº 14). Se calcula hoy en varios millares el número de sectas nacidas de los errores luteranos. Y hoy en su nueva versión, con sus “Tiendas de bendición”, praticando un verdadero curanderismo de Biblias en la mano. La mala simiente sembrada por el ebrio y neurótico monje continuó a producir sus malos frutos.
     
Pero la tentación de pretenderse reformar la irreformable obra de Nuestro Señor Jesucristo, su Iglesia, continúa. Y hasta en los medios católicos autoproclamados “progresistas”, se está pretendiendo reformar, no a los hombres de la Iglesia, sino a la propia Iglesia. Ellos se asemejan hoy a los “católicos reformados" de los tiempos de Lutero, con su falsa reforma. Ante esto, la Biblia afirma que la única Iglesia de Cristo, en sí misma, “es... santa e inmaculada” (Ef. 5, 27).
     
Nota: Los datos de este folleto son de “Martín Lutero, homicida y suicida”, P. Luigi Villa, revista Chiesa Viva, nº 258, Brescia, Italia; y de “Lutero”, P. Pedro de I. Muñoz, revista Tradición Católica, nº 137, Barcelona, España.
  
Dom Licinio Rangel, OVS

NOVENA A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, FUNDADOR DE LA ORDEN DE PREDICADORES

La Novena fue escrita por Fray Francisco Vidal y Micó, OP, y Mons. Miguel Salvá y Munar, obispo de la Diócesis de Mallorca, en 5 de septiembre de 1852, se dignó conceder 40 días de indulgencia a todos los fieles que devotamente hicieren la Novena al Patriarca Santo Domingo de Guzmán.
   
ADVERTENCIAS PARA LOS QUE HICIEREN LA NOVENA DEL PATRIARCA SANTO DOMINGO
La novena se empezará nueve días antes del día de su fiesta, que es a cuatro de agosto, o del día quince de septiembre, en que se celebra la fiesta de su imagen bajada del cielo por María Santísima al convento de Soriano, o del día veinticuatro de mayo, en que se celebra su Traslación; gánase en cada uno de esos días indulgencia plenaria. Se puede hacer también en nueve martes, por ser este día consagrado al Santo.
   
Aunque se puede hacer en casa, será mejor hacerla en la iglesia; porque allí el que pide, recibe, y el que busca halla, según dice Dios. Será también mejor hacerla en comunidad, porque es más acepta a Dios esta oración; y tal vez habrá algún justo, por cuyas oraciones acepte Dios las tuyas.
   
Procurarás todos los días avivar en cuanto te sea posible la consideración de que el Santo está oyendo tus ruegos y oraciones, como si realmente le tuvieras presente, y así mismo la confianza de conseguir por su medio el consuelo que le pidieres, si así conviniere para mayor gloria de Dios, y salvación de tu alma. Para lo cual será bien, que un día de la novena confieses y comulgues.
   
NOVENA DEL PATRIARCA SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
  

Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amen.
       
ORACIÓN PREPARATORIA - PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Clementísimo Dios y Padre de misericordia, a Vos vuelvo arrepentido, como el hijo prodigo: “Oh Padre, pequé contra el Cielo y en vuestra presencia, ya no merezco llamarme hijo vuestro”. ¡Ay, miserable de mí, cuántos y cuán graves pecados he cometido, viviendo tan ciego, como si no hubiera Dios! No os amaba, no os servía, ni aún me acordaba de Vos; y como si mis pecados fueran servicios, me regalábais como a hijo querido. Mis maldades daban voces contra mí, y Vos os hacíais sordo; mi malicia se alargaba cada día contra Vos, y alargábase vuestra misericordia para mí. Os dejé, Dios mío, y me fui tras los deleites mundanos, con los cuales os perdí. Amásteisme, Señor, más que a vuestra vida, pues quisisteis morir por mi alma. Pues, ¡oh Salvador mío! ¿Con qué os pagaré tantos beneficios? Quisiera que me quitara la vida el pesar de haber pecado. Quebrantad, Señor, mi corazón de dolor, de modo que derrame tantas lágrimas que laven todos mis pecados. Llorad, ojos míos, llorad sin cesar. Dadme, Señor, entendimiento que os conozca, y voluntad que siempre os ame, por la Sangre y lágrimas que derramó mi dulcísimo Jesús en la Cruz. Amén.
     
DÍA PRIMERO - 26 DE JULIO
  
Oración a Santo Domingo para alcanzar la Humildad 
¡Oh soberano y celestial Domingo, hermosura del mundo, lustre de la Iglesia y ejemplo de humildad!, pues habiendo sido santificado y confirmado en gracia, os teníais por tan gran pecador, que pedíais a Dios al entrar en los lugares, no los asolase por entrar un hombre tan ingrato; compadeceos, Padre dulcísimo, de mi soberbia, vanidad y presunción; ¿en qué pude fundarla, polvo y ceniza? ¿Qué hallo en mí para engreírme, a vista de tantas culpas, que me trasformaron en bruto, siervo del pecado y esclavo del demonio? Negociadme, amantísimo Padre, una humildad hija de vuestro espíritu, para que en adelante conozca lo frágil de mi ser, lo mucho que ofendí a mi Dios; de suerte, que este humilde abatimiento sea medio para verme exaltado en la Gloria. Amén.
   
Ahora se dirán tres Padre nuestros y tres Ave Marías, y un Gloria Patri al Santo, y luego cada uno interiormente hará su petición del consuelo que desea alcanzar en esta novena, y después se dirán las oraciones siguientes:
Dulcísimo padre Santo Domingo, reparador de la Iglesia, apóstol de María, que al nacer os recibió en sus brazos, fortaleció muchas veces con la leche de sus virginales pechos, reveló la devoción del Santísimo Rosario, bajó del cielo el hábito que visten vuestros amados hijos, y lo que excede toda ponderación, cuando tomándoos de la mano, dijo para expresar su cariño: “No podia estar sin tu presencia, o tu memoria, si viviese en carne mortal”, desposándose visiblemente con Vos en presencia de Cristo y de muchos cortesanos del Cielo. ¡Oh amantísimo Padre! Cuánto os debe el mundo; pues os presentó la Madre de Misericordia, acompañado de vuestro querido hermano San Francisco delante de Dios, que como juez airado estaba con tres lanzas para acabar con él con hambre, peste y guerra, fiando de vuestro celo la conversión de los pecadores. Como uno de ellos me acerco a vuestra presencia, con segura confianza de alcanzar por vuestra intercesión la Divina Misericordia; y pues cuanto pedisteis a Dios lo alcanzasteis, como Vos mismo dijisteis, ¿a dónde acudiré, Santo mío, sino a Vos? Bien sabéis la necesidad que padece mi alma y el consuelo de que necesita. Aplicad, Padre mío, vuestra poderosa intercesión, para que por vuestros méritos alcance de la Divina piedad la gracia y favor que pido en esta novena, si conviene para honra de Dios y bien de mi alma. Amén.
      
GOZOS EN HONOR A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
    
Pues del Todopoderoso
Cifró el poder vuestro celo:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
      
Vuestro ilustre nacimiento
Antes de ser, fue anunciado,
Y el cielo ofrece admirado
Triplicar su lucimiento;
Tres Soles el Firmamento,
Y un Astro os rinde obsequioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
     
En los brazos de María
Tuviste la primera cuna,
Y aun llegó vuestra fortuna
A gustar de su ambrosía,
Cristo, y su Madre a porfía
Tu nombre hicieron glorioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
     
Aún de néctar maternal
Tu austeridad se abstenía,
Tomando solo algún día
El sustento natural;
Con impulso celestial
Buscáis el penar ansioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
     
Cuando en Osma prebendado
Hacéis el primer oficio,
Todo el Cielo al sacrificio
Merecéis tener al lado;
Atónito y admirado
Os deja honor tan glorioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
     
Fue tu suerte tan dichosa,
Que en premio de tu candor:
La Virgen con fino amor
Os dio la mano de Esposa;
Su Corte asistió gozosa
A enlace tan misterioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
      
Cuando el mundo temerario
Reparar tu celo intenta,
Porque el mundo dé en la cuenta,
La Virgen os dio el Rosario;
Con tan poderoso erario
Vencéis al Dragón furioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
     
Con la Reina celestial
Fue tan estrecho tu trato,
Que hasta comer en un plato
Logró tu afecto leal;
Y aunque fue el lance mortal
El plato os fue muy gustoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Os mostráis de padecer
Sediento, a Jesús amado,
Y al instante del costado
Él su Sangre os dio a beber;
Aquí lográis conocer
El paso más doloroso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Con profunda devoción
Sufrir penas deseáis,
Y por el Señor pasáis
Toda su Muerte y Pasión;
Morís, pero en la ocasión
Resucitáis prodigioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
         
De la santa Inquisición
El tribunal has fundado,
Con que el hereje ha quedado
En perpetua confusión;
A tu excelsa religión
Diste timbre tan famoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Más que humano parecíais
Cuando ansioso predicábais,
Que erais divino mostrábais
En la forma que teníais;
Un Crucifijo os hacíais,
Y luego un ángel hermoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Con excesivos rigores
Vuestro cuerpo castigábais,
Y con su pena sacábais
De culpa a los pecadores;
Así templais los ardores
Del Juez airado y piadoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Si la invicta Majestad
Contra el mundo se conspira,
Vos templáis su justa ira,
Convirtiéndola en piedad;
Dais a Dios seguridad
De enmendar al más vicioso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
A tu imperio soberano
No hay dolencia que resista,
El ciego cobra la vista,
Y el enfermo queda sano;
Al pobre le dais la mano,
Y lo dejáis poderoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
En los partos facilitas
El suceso más fatal,
Y con mano liberal
A cincuenta resucitas;
A la estéril habilitas,
Sois con todos generoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
          
Vuestra imagen a Soriano
Bajó María del Cielo,
Llenando de dicha el suelo
Con favor tan soberano;
Con esta dádiva ufano
Quedó aquel pueblo dichoso:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
               
Pues del Todopoderoso
Cifró el poder vuestro celo:
Franquead, Domingo, el consuelo
Al que os ruega fervoroso.
      
V. Ruega por nosotros, Bienaventurado Santo Domingo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
     
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor el bienaventurado Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
     
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.  
   
DÍA SEGUNDO - 27 DE JULIO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir la Penitencia
¡Oh espejo de penitencia, amado padre Santo Domingo!, que abandonasteis las delicias del mundo, castigando vuestro purísimo cuerpo con rigurosos ayunos, disciplinas de sangre, ásperos cilicios y cadenas; siendo a más de esto azotado, coronado de espinas, crucificado, muerto y herido con una lanza por manos de los demonios en la cueva de Segovia, hasta que Jesús y María os restituyeron la vida, bajándoos de la cruz, y recobrándoos las fuerzas esta Señora con la leche de sus virginales pechos. ¡Ay de mí, miserable! Siempre vivo al mundo, a sus regalos y divertimientos, pues siendo tantos mis pecados, no cuido de mortificar mi cuerpo: a Vos quiero acudir, Padre mío, para que me alcancéis del Señor amor a la penitencia, con que llore mis culpas, enmiende mi vida y llevándoos la cruz con resignación, goce el descanso de la Gloria. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
      
DÍA TERCERO - 28 DE JULIO
Por la señal...
Oración preparatoria...
      
Oración a Santo Domingo para pedir la Castidad
¡Oh Azucena purísima!, Ángel en el cuerpo, ejemplo admirable de castidad, cuyos candores conservasteis con el rocío de la gracia, entre espinas de mortificaciones y penitencias, destilando vuestras benditas manos tal fragancia y pureza que se difundía y comunicaba a los que dichosos llegaban a adorarlas, viéndose trocados en hombres castos los que vivían impuros, quedando libres de las tentaciones sensuales: haced, Padre mío, que aparte mi corazón, a imitación vuestra, de todo pensamiento lascivo; dadme un espíritu amante de la castidad, de suerte que me desvíe de las ocasiones y tema mi propia fragilidad, para que, portándome con más recato, sean mis pensamientos y afectos todos celestiales. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
       
DÍA CUARTO - 29 DE JULIO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir la Paciencia
Oh Rosa de paciencia, gloriosísimo Padre Santo Domingo, ¡con qué tolerancia y mansedumbre sufristeis las injurias y trabajos! Caminando descalzo entre abrojos, zarzas y espinas, por reducir a los descaminados herejes, convirtiendo con la paciencia y sangre derramada al alevoso hereje que por burla os conducía por fragosas sendas; lo que más me confunde es, veros padecer con tal sufrimiento las afrentas y escarnios de herejes y pecadores, que os tiraban piedras, lodo y cuanto hallaban sus sacrílegas manos. ¡Oh Santo mío! Cuán poco imito vuestra invicta paciencia, pues del agravio más ligero, de una palabrita con que me ofenda el prójimo, se altera el ánimo y procuro vengarme. Rogad por mí, dulcísimo Padre, en la presencia de Dios, que alcance esta virtud de la paciencia, para que, sufriendo los agravios y trabajos de esta vida, logre después el descanso de la Gloria. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
       
DÍA QUINTO - 30 DE JULIO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir la virtud de la Fe
¡Oh gran Patriarca Domingo, fuente de sabiduría, martillo de los herejes, clarín del Evangelio, doctor de la Verdad, cuyos escritos aprobó el Cielo cuando arrojados tres veces por los Albigenses en el fuego, volaron sobre las llamas hacia el Cielo como a origen suyo, peleando siete años con los herejes para destruir sus errores y dilatar la santa Fe; para cuyo fin fundásteis la Orden de Predicadores y el Santo Tribunal de la Inquisición! Alcanzadme, amantísimo Padre, una fe viva y constante para que cumpla lo que ofrecí en el santo Bautismo, abandonando el mundo, sus pompas y vanidades, y que acredite mi fe la abundancia de buenas obras, con que consiga la Gloria. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
        
DÍA SEXTO - 31 DE JULIO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir la Esperanza
¡Oh Ángel de paz, voz de los Cielos!, que se abrieron para haceros patente toda su grandeza y hermosura, especialmente a la Reina de los Ángeles, que protegía bajo su dilatado manto a vuestros amados hijos e hijas, para que esta dulce visión alentase vuestro corazón en los contínuos viajes y trabajos de vuestra apostólica vida; y para fortaleceros, os dio Cristo a beber de la Llaga de su Costado varias veces. Alcanzadme, padre Santo Domingo, una segura esperanza de conseguir aquel sumo bien, sin que me conturben las muchas ofensas que cometí contra mi Dios. Alentad, Santo mío, mi tibieza a la más rigurosa penitencia, al ejercicio de las virtudes y a la tolerancia de los trabajos, para que, limpia mi alma de toda culpa, goce después el premio de la Gloria. Amén. 
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
             
DÍA SÉPTIMO - 1 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria...
      
Oración a Santo Domingo para pedir el Amor de Dios
¡Oh nuevo apóstol de Jesús y María!, Padre de una religión apostólica, por especial filiación de la Reina del cielo, que cual dulce Madre la crió a sus pechos, en los favores que dispensó en sus hijos. ¡Oh querubín sagrado!, sobre cuya cabeza se vio el Espíritu Santo, dejándoos ver varias veces como resplandeciente sol; otras veces os trasformabais en serafín, con seis alas, ardiendo en llamas; otras arrojando por la boca centellas que, cual encendido horno, exhalaba vapores y humos con asombro de cuantos os miraban. ¡Oh Padre mío! Alcanzadme de aquel espíritu de amor, tan ardiente caridad y amor fuerte, que del todo quede vencido mi amor propio. Haced que se destierre de mi alma tanta flojedad y tibieza, y que desde hoy sirva a mi Dios, y le ame con un espíritu fervoroso, que espero conseguir por vuestra intercesión. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
        
DÍA OCTAVO - 2 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir el Amor de los prójimos
¡Oh luz de la universal Iglesia, dada al mundo para su hermosura y gloria; ardiente antorcha en el celo de la salud de las almas!; ciervo herido con la saeta de la más fina caridad, la que os obligó a venderos por redimir unos míseros cautivos, hasta que la Reina de los Ángeles ofreció el precio de vuestro rescate porque Vos quedaseis libre. Infatigable predicador, que como ligera nube, voló por diferentes reinos del mundo, para fertilizar la tierra árida de los pecadores, a quienes sacasteis del profundo abismo de sus maldades, dictándoos María santísima los sermones y las penitencias que en sus confesiones habíais de darles; y con la predicación del Rosario, que os encargó esta soberana Reina, convertisteis más de cien mil herejes e innumerables pecadores. Oid, Padre dulcísimo, el clamor de mi corazón afligido, y comunicadme una viva centella de ese activo fuego, para que ame de corazón a mis prójimos, y los edifique con palabras, obras y ejemplos, persuadiendo a todos la devoción del santísimo Rosario, que es el asilo de los pecadores y la escala para subir al Cielo. Amén.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
       
DÍA NOVENO - 3 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria...
     
Oración a Santo Domingo para pedir la perseverancia y buena Muerte
¡Oh varón todo de Dios! Peregrino del mundo, que no tuvisteis lugar fijo donde descansar e inclinar la cabeza hasta la muerte, la que os anunció Jesús en forma de gallardo niño, con una palma y dos coronas, revelándoos el día y hora, en la que tuvisteis por enfermera a la Reina del Cielo, que os administraba la vianda con sus benditas manos, y comía del mismo plato para animaros, hasta asistiros con su Hijo santísimo a vuestra dichosa muerte, para colocar vuestra alma en el coro de los Apóstoles. ¡Oh! Cuánto debo temer a aquella última hora, a vista de mis enormes culpas y poco espíritu de penitencia; y pues María santísima os constituyó Abogado de los pecadores y Protector general del mundo, en orden a su remedio, con particular gracia de alcanzar para vuestros devotos perseverancia en el bien obrar, contrición perfecta, confesión entera, cabal satisfacción de sus culpas y que no mueran sin tan importante prevención: por eso os suplico, amado Padre mío, seáis mi abogado en aquella tremenda hora, para que prevalezca mi alma contra las asechanzas del demonio, alcanzándome una contrición verdadera, para que, saliendo mi alma de este mundo en estado de gracia, os acompañe por eternidades en la Gloria. Amén*.
  
Ahora se dirán los tres Padre nuestros y Ave Marías; la oración y los gozos se rezarán todos los días
         
* Esto último se lo reveló María Santísima al beato Alano, como consta de la oración cuarta y quince del mismo.

jueves, 24 de julio de 2014

HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, POR EL PADRE MATEO CRAWLEY-BOEVEY (llamado a los Apóstoles de la vida interior)

HORA SANTA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
   
XII De los apóstoles de vida interior
  
Especialmente dedicada a aquellas almas que, deseando ardientemente ser “apóstoles del Corazón de Jesús”, y no pudiendo por razones de salud, de edad o de situación ejercer un apostolado activo, de acción exterior, pueden y deben ser apóstoles del Reinado Social del Corazón de Jesús, mediante la Oración, el Sacrificio, la Eucaristía y el Amor. Esta Hora Santa la recomendamos y ofrecemos muy particularmente a aquellas Comunidades religiosas que se interesan con tanto celo en extender o en afianzar el Reinado Social del Sagrado Corazón.
  
LAS ALMAS: Jesús adorable y amantísimo. Tú mismo, en tu gran misericordia, nos has escogido y nos llamas amorosa e imperiosamente para que participemos de la gloria incomparable de los predicadores y misioneros de tu Corazón adorable...
  
¡Gracias, Jesús!
  
Sin merecerlo nosotros, lejos de ello, Señor, nos has elegido a fin de que, íntimamente y sólo a tu vista, seamos en secreto, sin parecerlo exteriormente, pescadores de almas y conquistadores de familias para el Rey de amor que Tú eres...
  
¡Gracias, Jesús!
   
En tu nombre, pues, Señor, e investidos de tu omnipotencia redentora..., creyendo con una fe inmensa en tu amor y en tus promesas soberanas, arrojaremos en plena noche, y sin trepidar, las redes de tu caridad... y ciertos estamos que un día, a la hora marcada por tu misericordia, esas redes se romperán al peso abrumador y delicioso de la pesca milagrosa prometida... Sin ver tal vez ostensiblemente, sin constatarlo siempre exteriormente, estamos convencidos, ¡oh, Amor de amores!, que el gran milagro lo harás, Jesús... El éxito sobrenatural, divino, de nuestro apostolado será un hecho... un hecho el prodigio de tu gracia y de tu amor... Esto porque eres Jesús... porque vivimos la hora providencial y espléndida de tu Sagrado Corazón..., y porque este Pentecostés victorioso que debe entronizarte como Rey de amor en las almas, en las familias y en las sociedades, Tú lo prometiste, Maestro divino, a tu confidente Margarita María...
       
Ella, Jesús, desempeñó su misión, hablando apenas..., pero la realizó maravillosamente, amando y sufriendo, dándose toda a tu Divino Corazón, y por este camino oscuro y misterioso fue el dócil instrumento de tus adorables designios... Como ella, pues... por ese mismo camino... imitando a tu discípula muy amada, queremos, con un apostolado intenso e íntimo, predicar e irradiar la gloria de tu Corazón misericordioso.
     
Y aunque no lo merecemos, Jesús, otórganos la gracia inapreciable de alistarnos todos, ¡oh, sí, todos!, en las filas de aquella falange, mil veces escogida, que en nuestros tiempos lucha resueltamente para apresurar el triunfo íntimo y social de tu Corazón adorable, en los corazones, en los hogares y en los pueblos todos de la tierra...
     
Te lo pedimos por María Inmaculada, Medianera indispensable y Reina del Cenáculo... Por Ella te rogamos que multipliques donde quiera el núcleo predestinado de aquellas almas que, como Moisés, tienen por misión el sostener los brazos fatigados de los soldados, de los apóstoles de la vida activa, soldados que luchan sin tregua ni reposo... y que seguirán luchando sin desmayo mientras no ondee victoriosamente entronizada tu bandera en millares de hogares y en las naciones cristianas...
      
A eso venimos esta tarde, Maestro de luz, para aprender de tus labios divinales la lección magnífica, suprema de apostolado... A través de las rejas de la prisión de tu Sagrario, contempla, pues, y bendice esta falange de oración y sacrificio... Mira complacido esta legión de Cireneos-apóstoles... Consagra, Tú mismo, para tu gloria, Jesús-Hostia, estas partículas de hostia... No calles, Señor, pues se trata de tu gloria, comprometida en esta gran empresa de amor... Habla, Maestro de caridad, y derrama sobre nosotros, las luces y las llamas prometidas a los apóstoles de tu Divino Corazón... Habla, Maestro adorable.
     
(Pidamos con gran fervor la gracia inestimable de saborear y de penetrarnos de las sublimes enseñanzas que el Señor quiere darnos en esta Hora Santa, de tanto y tan excepcional interés para el reinado de su Sagrado Corazón... En silencio, pues, hagamos a este efecto una breve, pero fervorosa oración).
      
JESÚS: Levantad los ojos, amigos del alma, y contemplad la cosecha que os espera, madura ya y dorada... Esos campos os aguardan... Sí, sabedlo vosotros, ya que tantos lo ignoran, por desgracia: el apostolado no es el privilegio exclusivo, ¡oh no!, de sembradores y de obreros activos... ¿Sabéis quiénes son los que de veras trabajan en los campos de mi Padre celestial?... Aquellas almas cálidas que, llenas hasta los bordes de mi sangre y de mi vida, rebasan y derraman a raudales la superabundancia de sus corazones hechos ascuas...
   
¡Ea!... Venid, pues, vosotros todos..., seguidme y os daré trabajo de apostolado en mi viña... ¡Oh!, pedidme en esta Hora Santa que encuentre en todas partes y que envíe para redención del mundo gran número de apóstoles como vosotros, apóstoles de acción interior y silenciosa...
   
No creáis, hijitos míos, que lo que falta principalmente para hacer el bien, sean hombres de ingenio y de palabra fácil y elocuente, no... Me faltan apóstoles en cuyos corazones, en cuya vida interior más intensa, resuene victoriosa la Palabra eterna, el Verbo Divino que soy Yo mismo... Más que lenguas de brillo, quiero, pido, necesito, almas de fuego...
  
Sabedlo y decidlo: aquellas almas que me aman con amor ardiente, apasionado, irradian siempre, sin saberlo ellas mismas muchas veces, el amor que las devora... Yo mismo siembro a distancia el fuego que consume la zarza ardiente de esos corazones... Meditad, si no, hijitos, el apostolado del Corazón de mi Madre... ¿Quién más que Ella me dio a conocer y me hizo amar?... ¡Esto porque ningún corazón como el suyo supo amar!...
     
¡Oh!, aprended esta lección de fecundidad divina: se me predica..., se me da inmensa gloria, se trabaja en el verdadero espíritu de mi apostolado, no siempre en la medida en que es grande el trabajo, y el vértigo de la acción exterior..., pero sí, siempre, en proporción con la intensidad de vida íntima, de vida interior... Entronizadme en ella sobre todo... Meditad, apóstoles míos, esta gran palabra: En la medida en que un alma se me da y se consagra a Mí... Yo me doy por ella y a través de ella a muchas almas...
   
Ella, la interesada en mi gloria, no lo sabe siempre, es cierto, no lo siente ni lo ve, pues yo le oculto con cuidado el secreto de su fecundidad maravillosa... Se la revelaré después, con gran sorpresa suya, en los umbrales de mi cielo...
   
El Apostolado ejercido por la oración abre el surco, engendra nuevas vocaciones, convierte muchos y grandes pecadores.
  
Oídme con amor, hijitos... ¿Quiénes creéis que son los esforzados obreros de mi viña que abren el surco y preparan el terreno que debe ser sembrado? ¿Lo sabéis?... ¡Ah, son aquéllos, sobre todo, que poseen la ciencia de saber orar en unión muy íntima con mi Sagrado Corazón!... ¡Oh, qué obreros aquéllos! ¡Qué bien hacen la difícil labor de despejar y de abonar el terreno..., de agrandarlo y extenderlo, comprando, con el tesoro de sus fervientes oraciones, nuevos y magníficos campos para mi gloria!... Mis ángeles son, invisiblemente, los instrumentos de esta labor espléndida... de verdadero prodigio... ¡Ah, pero son las almas interiores, las almas de oración, las que en realidad han obrado ese prodigio!
    
Por desgracia son muchos más, en general, los que trabajan en el afán exterior de las obras, que los que las fecundizan con la oración... Por esto acudo esta tarde a vosotros mis predilectos, a vosotros, que por gracia de misericordia tenéis luz divina para comprender estas cosas, para apreciar y utilizar la lección de apostolado sublime que os di en Nazaret...
     
¡Ah, en la casita humilde de mi Madre y a su lado, en Nazaret, he predicado durante treinta largos años!... Ahí, en ese santuario de silencio era ya el Salvador, y en unión con María preparaba ya mi apostolado público y mis milagros.
          
Sí, en Nazaret hice la elección de mis futuros apóstoles y eché las bases de mi Iglesia... En Nazaret, orando constantemente a mi Padre, preparé la Pascua de la Cena y del Calvario; en Nazaret dispuse la Pascua eterna y gloriosa de mis santos, mis mártires y mis apóstoles...
      
¡Ah!... Si supieseis qué deseo siento que esta gran idea sea el alimento cotidiano y sólido de las casas de oración y de retiro... el pan de cada día de las almas que me estáis especialmente consagradas.
         
¡Cuánto anhelo que se alimenten con este pan substancial mis amigos de Betania, aquellos hogares que son el santuario de mi Divino Corazón!... ¡Sí, Yo quiero y pido que en esas Betanias de mi amor se comprenda y se ejerza, a imitación mía, el Apostolado de Nazaret!...
     
Orad, pues, hijos y amigos de mi Sagrado Corazón... orad a fin de transformaros todos, absolutamente todos, en apóstoles, en precursores de mi gran victoria social; preparadla orando.
       
Orad..., orad constantemente, porque este apostolado vuestro, prepara ya, y engendrará mañana en los hogares de mi Divino Corazón los pregoneros y heraldos de su gloria...
     
Orad..., orad con una confianza a toda prueba, inmensa, pues vuestras plegarias se convertirán, no lo dudéis, en un Pentecostés de fuego que inflamará a muchos tibios... que despertará a un sinnúmero de apáticos e indiferentes... Y más todavía, mucho más; vuestra oración fervorosa y sostenida romperá el granito, el corazón endurecido de grandes pecadores...
      
No siempre veréis o palparéis sensiblemente este milagro..., pero Yo lo haré, os lo prometo... Os ocultaré con frecuencia esta maravilla para aumentar con el mérito de vuestra fe, la gracia, la fuerza sobrenatural mediante la cual redimiréis un gran número de extraviados..., de pródigos desventurados...
    
Orad con fe inquebrantable... Orad en unión con mi Divino Corazón y salvad a un mundo que perece, no por faltarle Profetas, que ya no necesita, sino almas de oración... Rogad, pedid que mi Padre envíe esos obreros indispensables a mi viña... Obtened esos apóstoles de fuego, a fuerza de gemidos y de súplicas... Ahí tenéis la tierra..., os la confío para conquistarla por la potencia irresistible de vuestras plegarias y de vuestra vida interior...
     
Hablad a mi Padre, vuestro Padre; hacedle violencia en el secreto de vuestras habitaciones y a los pies del santo Tabernáculo...
     
¡Oh, hijitos y apóstoles míos!... orad con fe y amor capaces de transportar montañas... orad y labraréis la gloria que me es debida... gloria que depende de vosotros y que confío a vuestro celo como un depósito sagrado...
     
(Pausa)
   
LAS ALMAS: Señor Jesús, al recibir de tus labios de verdad y de amor la lección que acabas de darnos, nuestras almas, sedientas de gloria divina y que anhelan tu reinado, han sentido despertarse emociones, alientos y esperanzas que sólo Tú puedes provocar...
   
Bien sabes, Maestro, cuán intenso es nuestro deseo de servir en la cruzada que está realizando los designios de tu gran misericordia.
   
Te confesamos, Señor, ingenuamente que hasta ahora, habíamos sentido una legítima envidia al contemplar a distancia de nosotros, y desde nuestra impotencia, aquellos gigantes del apostolado exterior... tantos trabajadores esforzados de tu viña... tantos dichosos sembradores de amor que, de un tiempo a esta parte, recorren el mundo como un huracán de fuego divino... “Quién pudiera lo que ellos”, nos decíamos, Jesús, sedientos de gloria...
     
¡Oh!, gracias, Señor, por habernos asentado en una paz deliciosa al asegurarnos Tú mismo que, aunque no podamos servir como ellos en la tarea activa..., como ellos, y si lo queremos, mejor que ellos, podemos contribuir a dilatar las conquistas de tu amor, y que, en silencio y en acción muy íntima, contaremos entre los mejores apóstoles del Cenáculo, bajo el manto y bajo las inspiraciones de María, la primera sembradora de tu amor...
       
Te bendecimos con efusión del alma por ellos, Señor, y en testimonio sentido por gracia tan insigne como inmerecida, dígnate aceptar ahora mismo una plegaria como las primicias de nuestro apostolado de oración...
       
“Hijo dulcísimo de María Inmaculada, escúchanos benigno, Jesús de Nazaret, Salvador del mundo desde el seno de la Virgen Madre... dígnate aceptar como una oración de apostolado ardiente nuestros más íntimos deseos, todos nuestros pensamientos, las palpitaciones todas de nuestros corazones pobrecitos, y toda aquella vida secreta del alma que escapa a la vista y al juicio de los hombres, y que Tú sólo puedes penetrar... Tómala de manos de la divina Nazarena y recíbela en petición de tu gloria, ¡oh, Rey del amor!; pero, en cambio: ¡venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo!”.
(Todos) Venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo.
    
Jesús de Nazaret, Pacificador del mundo desde la cuna de Belén en la noche venturosa de Navidad y en el trono amoroso de los brazos de María, dígnate aceptar como una oración de apostolado ardiente, las sonrisas y las lágrimas de los niños... sus primeras sonrisas y besos y aquellas primeras plegarias que los pequeñitos aprenden a balbucear en las rodillas de sus madres... Acepta de manos de la divina Nazarena ese néctar de cariño, inocente, ¡oh Rey de amor!, que brota de los labios de tus Benjamines, tus preferidos, porque pequeñitos, pero, en cambio: ¡venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo!
(Todos) Venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo.
    
Jesús de Nazaret, Libertador del mundo desde el taller humilde de tu Padre adoptivo, acepta como una oración de apostolado ardiente nuestra vida cotidiana... tantos trabajos y preocupaciones corrientes, inevitables, de la vida familiar... En unión con la divina Nazarena, te ofrecemos aquellas cruces insignificantes... aquellos éxitos sin brillo, y los demás detalles, incidentes y quehaceres que constituyen el camino vulgar y ordinario de la vida... Acepta, ¡oh Rey de amor!, todo cuanto en ella sea hermoso y bueno, sencillo y pobre; pero, en cambio: ¡venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo!
(Todos) Venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo.
    
Jesús de Nazaret, Redentor de un mundo desde las soledades del desierto, rescatando ya las almas en aquel retiro misterioso de cuarenta días..., dígnate aceptar como una oración de apostolado ardiente todas nuestras oraciones... todas las inspiraciones y movimientos de la gracia... Jesús, para Ti, para tu gloria, ¡oh Rey de amor!, ese tesoro pobrecito, te lo ofrecemos por manos de la Inmaculada, la divina Nazarena...; pero, en cambio: ¡venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo!
(Todos) Venga a nos tu reino, así en la tierra como en el cielo.
    
(Y ahora ratifiquemos este ofrecimiento en el silencio de una plegaria fervorosa e íntima).

(Pausa)

Apostolado doliente de sacrificio. Con sangre del alma se riega y fecundiza la simiente. Con él se completa y perfecciona la labor de predicadores y misioneros.
   
Nadie, por cierto, mejor que Margarita María podrá revelarnos tanto la belleza como la fecundidad divina del apostolado doliente; esto es el de inmolación y sufrimiento por el reinado del Corazón de Jesús... El Salvador en persona enseñó a su confidente y apóstol esta ciencia altísima; Él mismo la instruyó acerca de la aplicación misteriosa y del mérito inmenso de este apostolado de sacrificio y de cruz, apostolado característico y propio de la devoción a su Sagrado Corazón.
     
Escuchemos, pues, a Margarita María con la santa emoción con que ella a su vez escuchó las enseñanzas de Jesús mismo; las palabras de la confidente mil veces venturosa, serán por cierto, el eco fiel de la voz del Maestro muy amado.
  
ENSEÑANZAS DE MARGARITA MARÍA: Ya que me llamáis, aquí estoy... Pero al mismo tiempo que vosotros, el Rey de amor me pide y me manda que me acerque a vosotros, los apóstoles de su Sagrado Corazón, a vosotros mis hermanos en la misma vocación de amor y de apostolado...
      
Quiero repetiros, pues, la lección maravillosa y fecunda que, en su gran misericordia, quiso el Señor hacer a ésta su humilde discípula. ¡Oídme!... ¡Ahí, si pudiera yo revelaros la gloria, toda la inmensa gloria con que el Rey de reyes ha querido cubrirme por eternidad de eternidades, y esto porque Él mismo se dignó inclinarse hacia mí y poner sus ojos en la pequeñez y pobreza de su sierva!...
    
En verdad, Aquel que es la grandeza me ha hecho grande, recogiéndome de entre el polvo para convertirme en el instrumento de sus designios misericordiosos... Y qué hice yo?... Darle mi corazón, dárselo entero en cambio del suyo adorable, a fin de que hiciese conmigo, incondicionalmente, lo que Él deseara para establecer y dilatar en el mundo entero el reinado de amor de su Sagrado Corazón...
   
Y porque Él es la misma bondad dignóse aceptar la ofrenda de mi corazón con todos sus inmensos deseos, y con él, mi amor y mi vida, ofrecida y consagrada sin reservas a su gloria...
   
¿Queréis saber ahora, hermanos muy amados, lo que hizo Jesús conmigo para adaptarme a la misión que había de confiarme?... Me inspiró, al mismo tiempo que una sed abrasadora de inmolarme, la capacidad divina de sufrir..., de vivir muriendo de amor para hacer conocer y amar al Amor que no es amado.
          
Desde ese momento hasta mi último suspiro todo mi apostolado consistió principalmente en abrazarme gozosa a la cruz y en abandonarme amorosamente al Crucificado divino con gratitud de alma y con sed inmensa de su gloria.
          
Que si a veces quiso el Señor que escribiera pidiendo y reclamando en nombre suyo el homenaje de amor a su Corazón adorable, esas cartas fueron victoriosas, y siguen siéndolo para su gloria, únicamente porque hube de escribirlas con sangre del alma y en el martirio de mi corazón crucificado.
     
Por ese mismo camino, sobre todo por ese camino, vosotros también, no lo dudéis, labraréis a pesar de Satán y sus secuaces, el pedestal de victoria del Rey de amor... Apóstoles del Corazón de Jesús, bendecidlo, pues Él mismo os ha elegido para que coronéis, en forma espléndida, la misión inicial que me fue confiada a mí...
       
Que si por una dignación de misericordia incomparable, quiso el Señor designarme para instrumento de su gloria en la primera etapa, cuando el sol del Corazón de Jesús se levantaba apenas en su primera aurora..., ahora que ese Sol divino ha rasgado las nubes, sois vosotros, sabedlo, sí, vosotros los felices precursores de su Reinado social, los que por senda de inmolación amorosa debéis afianzar su victoria... ¡Ah, pero no os engañéis; vuestro apostolado será maravillosamente fecundo sólo en la medida en que os penetréis vosotros mismos del Evangelio que el Maestro Divino nos predicó, a vosotros y a mí, en el Calvario y en Paray le Monial..., evangelio de cruz, abnegación y sacrificio!...
     
¡Oh, aprended, pues, ante todo, la ciencia sublime de sufrir..., sí, de sufrir amando y de cantar sufriendo para gloria del Divino Corazón!... ¿Recordáis cuánto deseaba Él ser bautizado con bautismo de sangre..., y ser levantado en el patíbulo de una Cruz para atraerlo irresistiblemente todo desde ese trono de sangre a su Sagrado Corazón?
      
Pues proceded así también vosotros los dichosos mensajeros de su amor, dejaos atraer desde el Calvario a su Calvario, sin vacilaciones ni cobardías..., ceded al imán de su Corazón crucificado... Y no temáis..., porque Aquel que os ha inspirado el deseo ardiente, y el querer, sabrá también daros el poder con gracia superabundante...
        
Acercaos, pues, al Tabernáculo del Rey de amor..., venid, llevándole gozosos, en ofrenda de apostolado, las dolencias del cuerpo enfermo... Ofrecedle como rico tesoro... flaquezas dolorosas de una salud quebrantada... Presentadle este precioso obsequio, y colocándolo en la herida de su Corazón adorable, decidle con toda resignación, con celo ardiente y con amor apasionado: “Acepto confundido, Señor, la gloria inmerecida de sufrir por amor..., y el honor incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú mismo, Jesús... Pero, en recompensa, sana las almas enfermas, y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de tu gloria, Jesús”.       
(Todos) Sube al Tabor de tu gloria, Jesús.
     
Acercaos al Tabernáculo del Rey de amor... y trayéndole gozosos en ofrenda de apostolado tantas torturas de vuestro espíritu... Ofrecedle como rico tesoro vuestras ignorancias... vuestras tinieblas y tantas zozobras crueles. Presentadle confiados este obsequio precioso, y colocándolo en la herida de su Corazón adorable, decidle con toda resignación, con celo ardiente y con amor apasionado: “Acepto confundido, Jesús, la gloria inmensa de sufrir por amor... y el honor incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú mismo, Jesús... Pero, en recompensa, cura a tantos ciegos de espíritu..., ¡oh!, dales tu luz salvadora..., y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de tu gloria, Jesús”.
(Todos) Sube al Tabor de tu gloria, Jesús.
     
Acercaos al Tabernáculo del Rey de amor, venid trayéndole gozosos en ofrenda de apostolado todas las penas, y las amarguras todas del corazón... Ofrecedle como rico tesoro las tristezas y los duelos, las decepciones y las injusticias... Presentadle confiados este obsequio precioso y colocadlo en la herida de su Corazón adorable... Decidle con toda resignación, con celo ardiente y amor apasionado: “Acepto, confundido, Señor, la gloria inmerecida de sufrir por amor..., y el honor incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú mismo, Jesús... Pero, en recompensa, sana y convierte tantos Corazones extraviados, pervertidos, que mueren lentamente, distanciados de Ti, y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de tu gloria, Jesús”.
(Todos) Sube al Tabor de tu gloria, Jesús.
     
Acercaos al Tabernáculo del Rey de amor... venid trayéndole gozosos en ofrenda de apostolado las muchas y continuas preocupaciones que os asedian en el orden moral y también material..., ofrecedle especialmente, todos nuestros sinsabores de hogar... Presentadle confiados ese obsequio precioso, y colocándolo en la herida de su Corazón adorable, decidle con toda resignación, con celo ardiente y con amor apasionado: “Acepto confundido la gloria inmerecida de sufrir por amor..., y el honor incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú mismo, Jesús... Pero, en recompensa, cura a los pródigos del hogar querido, bendice con ternura esas familias atribuladas, y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de tu gloria, Jesús”.
(Todos) Sube al Tabor de tu gloria, Jesús.
      
(Pausa)
     
Escuchad todavía una palabra de vuestra hermana en el apostolado del Divino Corazón.... Os ama tanto para su gloria...
     
Sabed que si en Paray-le-Monial fui yo la confidente y la venturosa mensajera del Corazón de Jesús, mucho más que entonces, que en aquel Getsemaní de su agonía mística, sigo siendo ahora en el Paraíso de su gloria eterna, la misma confidente y más que nunca su Margarita... el instrumento dócil de su triunfo en el Reinado de ese adorable Corazón.
        
Escuchadme con afecto; soy Margarita María, vuestra hermana. Cantad en paz, ¡oh!, cantad con amor, vosotros los enfermos y los que lleváis un corazón herido..., sembrad el fuego del amor divino por el apostolado doliente y tan fecundo de la inmolación y de la cruz.
    
Cantad en paz, ¡oh!, cantad con amor, vosotras almas afligidas, vosotros que sufrís la amargura de tribulaciones inesperadas... sembrad el fuego del amor divino por el apostolado doliente y tan fecundo de la inmolación y de la cruz.
        
Cantad en paz, ¡oh!, cantad con amor, los azotados por reveses de fortuna y los que habéis sufrido quebrantos materiales..., sembrad el fuego del amor divino por el apostolado doliente y tan fecundo de la inmolación y de la cruz.
    
Cantad en paz, ¡oh!, cantad con amor, vosotros todos, grandes y pequeños, que libráis el combate secreto, inevitable, asaltados por las creaturas o el infierno..., sembrad el fuego del amor divino por el apostolado doliente y tan fecundo de la inmolación y de la cruz.
        
Cantad en paz, ¡oh!, cantad con amor, vosotras almas consagradas, escogidas, que, deseando ser fervientes y aun santas, padecéis arideces provechosas y mil congojas de conciencia..., sembrad el fuego del amor divino por el apostolado doliente, fecundo por excelencia, apostolado victorioso como el de los santos..., ¡oh!, seguid sembrando el fuego del amor divino con la fuerza del dolor y de la cruz.
    
Sí, mal que pese al mundo y al infierno, el Corazón de Jesús triunfará por el Calvario..., reinará por el amor de sus apóstoles dolientes y crucificados.
    
(Tres veces) ¡Por tu cruz, Jesús, y nuestras cruces, venga a nos tu reino!
       
(Aquí un cántico cualquiera, pero apropiado a esta idea).
      
Apostolado por la divina Eucaristía.
   
Las almas eucarísticas multiplicarán, acrecentarán el poder sobrenatural de expansión de aquellos apóstoles que luchan en el ministerio de la vida activa.
    
Esas almas son fuente secreta y poderosa de irradiación, derraman a distancia la luz y el calor del corazón de Jesús Eucaristía.
      
LAS ALMAS: Mucho antes de verte bajar, Jesús, con gloria y majestad sobre las nubes del cielo como Juez tremendo de vivos y muertos en el último día del mundo...; mucho antes de contemplarte esplendoroso, amenazando con tu cruz a los que fueron tus hijos rebeldes y culpables..., queremos nosotros tus apóstoles, gozarnos en otra majestad y en otra gloria; la de tu misericordia infinita.
     
No rasgues, Señor, si Tú no lo quieres, no rasgues el velo de la Hostia divina que te oculta...; pero preséntate radiante a nuestros ojos, iluminados por la fe, ¡oh, Rey de amor!, y desciende hasta nosotros envuelto en la dulce majestad de tu ternura victoriosa....
      
¡Oh, sí! Queremos verte tal como te contempló un primer viernes nuestra hermana Margarita María... Como a ella, preséntate a nosotros ostentando sobre tu pecho anhelante y envuelto en llamas el Sol de vida: tu Divino Corazón... Y así, en esa actitud dulcísima de amor... deja por un instante tu trono, inclínate..., confíate a nosotros; muéstrate Rey conquistador, Rey irresistible y victorioso en la omnipotencia de tu sacrosanta Eucaristía...
         
Te pedimos estas gracias de luz y misericordia porque sabemos que tu voz, suplicante y rica de promesas, partió desde esa Hostia, resonó desde el Sagrario... Y porque comprendemos también, Jesús Eucaristía, que es tu voluntad que el torrente de almas, de familias y de sociedades, sacudidas y transformadas por el Pentecostés de tu Divino Corazón, venga a morir en paz de cielo aquí..., convergiendo a tu Sagrario.
        
Jesús-Hostia, tu hora providencial ha sonado, y en ella has de restaurar tu Reino, el Israel de la Ley de gracia, el Reino espiritual de las almas, el Israel cristiano de las sociedades, que son, por derecho divino, tu heredad en el tiempo, tu bien y tu conquista para la eternidad...
      
Jesús-Hostia, bien sabemos, porque Tú lo dijiste, que el origen de tu realeza no radica en esta tierra miserable... Tú vienes de lo alto. ¡Ah!... pero puesto que quisiste ser el Hermano mayor de la familia humana... puesto que resides y seguirás residiendo bajo tienda con nosotros entre las arenas del desierto de esta vida..., pedimos, reclamamos con la fuerza de tu derecho soberano, que reines acá abajo en esta tierra, tan realmente tuya y tan de veras tu morada, como es tuyo el Paraíso, mansión de tu Padre celestial...
        
Mientras llegue, pues, el día de justicia en que vengas a sentenciar definitivamente a los vivos y a los muertos, ¡sal, oh, Jesús-Eucaristía! sal de tu Sagrario silencioso; sal radiante, desde ahora y para siempre, sentencia de caridad y de vida, sentencia de misericordia, de resurrección moral en favor de tantos muertos del espíritu... Di, Jesús, que vivan, y vivirán de vida inmortal, fruto de la victoria íntima de tu Sagrado Corazón en ellos...
       
Señor, la Iglesia no sólo lo desea, tu Iglesia nos urge, nos apremia a que pidamos con grandes instancias tu reinado íntimo y social, mediante su sacrosanta Eucaristía...
       
Asómate pues, ¡oh Prisionero divino!, a las rejas de esa Cárcel-Sagrario para escuchar benigno el grito, el clamor espontáneo y unánime de esta vanguardia de tus amigos-apóstoles... Más que su voz, sus corazones vienen a suplicarte, en nombre de todas las almas y de todas las empresas eucarísticas del mundo entero, que apresures nuestra redención, precipitando la hora de tu suprema victoria sobre el mundo... Déjate vencer, Señor Jesús, por la amorosa violencia de tus íntimos...
     
Atiéndenos, Señor, con clemencia y con magnanimidad de Rey... Corazón de Jesús-Eucaristía, extiende y afianza tu reinado universal por las misas celebradas por tus sacerdotes... por el Santo Sacrificio, ofrecido incesantemente de un polo a otro de la tierra... ¡Oh!, no quieras que se pierda, que se esterilice ni una sola gota de tu sangre preciosísima... Te pedimos por esa sublime plegaria, que es el éxtasis de amor de tu Iglesia Santa, que te dignes santificar a los ministros del altar, los heraldos y los dispensadores de tu amor:
(Todos) Rey de amor, triunfa, santificando a tus ministros.
        
Corazón de Jesús-Eucaristía, extiende y afianza tu reinado universal por las Comuniones frecuentes, cotidianas y tan fervorosas de millones de almas escogidas que, en el mundo o en el claustro, te han ofrecido con juramento de amor el holocausto de su vida... Haz que todas ellas se conviertan en la zarza ardiente de tu caridad... pero ordena que tus incendios abrasen totalmente y consuman esa zarza viva... Por el fuego devorador de esas almas predestinadas, aumenta la virtud, la belleza sobrenatural de tus esposas.
(Todos) Rey de amor, triunfa, santificando a tus esposas.
     
Corazón de Jesús-Eucaristía, extiende y afianza tu reinado universal por las Comuniones admirables de fervor de tantos que, viviendo entre las llamas de una sociedad mundana y frívola, te alaban, sin embargo, luchan por Ti, y te sirven con una fidelidad maravillosa... ¡Cuánto desean esas almas heroicas unirse a tu Sagrado Corazón en vínculo cada día más fuerte y más estrecho! Haz, Jesús, que esas almas esforzadas sean el instrumento de tu gloria... Multiplica el número y, sobre todo, aumenta la fe y la confianza de esos amigos tan leales.
(Todos) Rey de amor, triunfa, santificando a tus amigos.
      
Corazón de Jesús, aumenta, extiende y afianza tu reinado universal por las Comuniones fervientes de aquel ejército innumerable de almas crucificadas y de corazones dolientes y torturados... Sólo Tú sabes algo que el mundo no imagina: el número incalculable de aquellos que te aman y que se gozan sobre todo, porque los crucificaste para su bien y para tu gloria... ¡Ah!, y no satisfechas con ese caudal de amor en sacrificio... anhelan abrasarse en amor más ardiente, atizando gozosas la hoguera de un sacrificio más alto y más intenso... Esas almas de hermosura incomparable las encuentras, Jesús, en todos los caminos; las hay numerosas en aquellos hogares predestinados, que son las Betanias de tu Corazón...; las encuentras también en los claustros, en los hospitales y en los mismos tugurios de miseria... Y bien sabes Tú con qué pasión de caridad esas almas víctimas se adhieren a Ti, la Víctima de amor. Hazlas, Señor, cada vez más tuyas, más ardientes... Y por ellas siempre a lo lejos, las llamas de tu amor... Bendice, pues, y colma de tus gracias de predilección dondequiera que viven muriendo de amor esas almas-víctimas.
(Todos) Rey de amor, triunfa, santificando las almas-víctimas.
    
Corazón de Jesús-Eucaristía, extiende y afianza tu reinado universal por la Comunión fervorosa de tus grandes amigos los niños... Mira con qué entusiasmo se alistan por millares en las filas de los apóstoles de tu Sagrado Corazón esos benjamines de tu amor... ¡Oh!, pasa con frecuencia, Jesús, entre ellos; pasa bendiciendo a esos apóstoles pequeñitos en el hogar y en la escuela...; bendícelos, desde la cuna, para tu gloria de mañana... Y al pasar al lado de esas florecitas perfumadas de candor, de celo y de inocencia, sonríeles, acarícialas, Jesús, en obsequio a la Virgen María, su Madre, porque es la Tuya... Al pasar bendiciendo los niños de tu Sagrado Corazón, consagra para Ti solo, Señor, su cariño, sus pensamientos, sus miradas y sus besos, y, sobre todo, la hermosura primaveral de esos lirios... Al acariciarlos, Jesús, arrebátales el corazón, encadenándolo para siempre al tuyo adorable... Haz de todos ellos tus amigos fieles, tus defensores..., tus apóstoles...
(Todos) Rey de amor, triunfa, santificando a los niños-apóstoles.
       
(Y ahora prometamos todos amar con llama ardiente al Sagrado Corazón en su divina Eucaristía... Y pidámosle que acepte este amor como un apostolado eficaz por la extensión de su reinado social).
     
Y en fin, el apostolado de amor intensifica la acción de los apóstoles activos. El amor hace durables y asegura los frutos ya cosechados.
           
LAS ALMAS: Escrito está, Maestro amabilísimo: “¡Qué hermosos son los pies de aquellos que evangelizan la paz y el bien!”. Ello es verdad, Jesús; pero en toda confianza nos atrevemos a pensar, Señor, que mucho más hermosos, por cierto, son los corazones de aquellos que, no pudiendo recorrer el mundo antorcha en mano, han resuelto confiar a María, la Reina de los apóstoles, la antorcha viva de sus propias almas, para incendiar la tierra en los ardores de tu caridad.
      
No todos pueden predicar, Maestro, ni todos pueden trabajar exteriormente... Más aún... ¡cuántos son, Jesús, los que ni siquiera pueden comulgar en la medida de sus deseos!... ¿Y quién es aquel que podría sufrir constantemente sin tregua ni reposo?... Tú mismo ni lo quieres ni lo permites siempre, por razones de sabiduría.
        
¡Ah, pero amar, sí, lo podemos todos!... ¿Y quién no puede felizmente, Jesús, atizar y desarrollar en cada palpitación de alegría o de pena esta llama divina?... ¡Oh, sí!: amar nos es posible siempre, nos es posible a todos... esto, al pie de los altares, como en el santuario del hogar, en Betania..., en la vida como en la muerte, el amor es llama que se alimenta de grandes deseos y de obras pequeñas, de flores y de espinas...
        
¡Qué consuelo inmenso, Señor Jesús, saber que, en realidad de verdad, podemos amarte todos y amarte en todo: en pleno mundo y en el claustro..., en las horas de júbilo y en el camino de amargura!... Y esto todos: grandes y pequeños..., los pobrecitos y los ricos..., los inocentes y los arrepentidos... ¡Y decir que este incomparable bien no depende sino de nosotros: puedo amarte, Jesús, en la medida en que yo lo quiera!...
        
Sí, nadie, ¡oh!, nadie puede, ni Tú mismo, Dios de amor; nadie puede impedirme el amar con delirio tu Corazón, todo amor... Las alegrías y las amarguras siguen el camino que Tú les trazas, Jesús...: no vienen y desaparecen según nuestros deseos... Y aun, Señor, aquellas manifestaciones obligadas de nuestra adoración y fe, como son retiros y confesiones, oraciones y obras, bien sabes Tú que muchas veces no dependen de nosotros, de nuestros deseos más sinceros y ardorosos... Porque eres el Amo, y sólo Tú juegas con tu bien, que somos nosotros...; dispones de él como te place... Pero, Dios y todo, no podrías, Jesús-Amor, prohibirnos el amarte en las luchas de la vida ni en las luchas de la muerte...
       
¡Qué..., ni siquiera cuando, por designios secretos de tu Providencia, pareces retirarte y abandonarnos en pleno desierto, en pleno campo de batalla, cuando nos sentimos abatidos, creyéndonos desamparados..., menos que nunca entonces, estás Tú, Jesús, lejos de nosotros... y en esa brega dolorosa podemos como nunca amarte...! La muerte misma, cruel, implacable, cortará, Señor, un día, por orden tuya, el árbol, poniendo la segur a la raíz... Y al herirnos agotará el manantial de todas nuestras energías, agostando la fuente misma de la vida...
     
¡Oh! Aún, y sobre todo entonces, Jesús, nuestro morir puede y debe ser el acto supremo del amor que te debemos, dándote todo, absolutamente todo, al devolverte con caridad perfecta, el don prestado de la vida.
       
¡Qué gracia de misericordia poder morir amándote..., y, al expirar, caer por eternidad de eternidades en el abismo del Corazón de un Dios que es infinito amor!
       
Magníficat!... Nuestras almas te alaban, te bendicen, te cantan con inmensa gratitud, por habernos enriquecido con un poder que sobrepuja y sobrevive a todo lo terreno..., poder inmortal, divino, depositado en nuestros corazones pobrecitos y de arcilla... Magníficat!... ¡Gracias te sean dadas, Jesús!...
     
Y ahora, Maestro adorable, dinos al terminar esta Hora Santa una palabra todavía... Instruye con una última lección de vida a esta legión de apóstoles de acción amorosa e íntima... ¿Quién sino Tú, Rey de amor, puede enseñarnos a predicar y a trabajar con las irradiaciones maravillosas y fecundas del amor?...
     
Habla, pues, Jesús, y confíanos no fuera sino una palabra de aquel diálogo dulcísimo entre tu Corazón y el de Juan en la última Cena... ¡Queremos tanto ser como él los amigos leales y los sembradores de fuego!
        
(Hágase un gran silencio..., que haya un profundo recogimiento, a fin de que nuestras almas puedan oír y comprender las palpitaciones del Corazón de Jesús).
    
JESÚS: “¡Sitio!”, dadme de beber el amor..., el inmenso amor que reclamo con derecho de los amigos y de los apóstoles de mi Divino Corazón...
  
No olvidéis, hijitos míos, que el verdadero apostolado, el único fecundo, es el de un amor, incendio incontenible, que por naturaleza propia estalla el exterior..., que irradia fuego... ¡Ah!... Pero cabalmente, para que ese amor sea capaz de comunicarse y de irradiar, es preciso amar con una caridad apasionada, vehemente, ilimitada, amando con los ardores de mi Sagrado Corazón...
   
¡Cuántos más apóstoles habría si en las casas de retiro y de oración..., si en las empresas y en las familias de mi Divino Corazón se comprendiera que un alma, una sola, pobre, ignorada y pequeñita, pero que ame con incendios de amor, predica más y hace mejor la obra de mi gloria..., extiende ella sola y afianza mejor mi reinado, que todo un ejército activo que se afana mucho en muchas cosas, pero que no ama sino con amor vulgar!...
      
¡Oh..., sin estas almas redentoras porque amantes..., sin esos sagrarios vivos y escogidos, sin esas almas de fuego que han comprendido, tanto la hermosura como el poder sobrenatural, expansivo, de María de Nazaret y de María de Betania..., sin ellas, el mundo, ya tan pervertido, estaría vecino a su sepulcro!... Será siempre, pues, verdad que María ha elegido la óptima parte para mi gloria y para la suya..., y también la óptima parte para tantas almas que ella redime con su apostolado secreto de caridad...
       
En esta hora providencial estoy preparando y sigo multiplicando por esto la falange venturosa, y cada vez más fuerte, de aquellas almas de fuego, las únicas capaces de servir de barrera salvadora a un mundo que, al enfriarse en mi amor, rueda al abismo... La caridad y sólo la caridad salva... redime y santifica. ¡Oh!, no olvidéis, amigos fidelísimos, que un acto de amor perfecto, ardiente, de un alma sencilla y desconocida, equivale a una misión...
      
¿Y quién de entre vosotros, enriquecidos con las luces y los tesoros de mi corazón, no será capaz de amar así, con ese incendio de amor fecundo? Y puesto que Yo mismo en mi sabiduría repartí diferentemente mis propios dones, ¿quién mejor que Yo sabe, apóstoles míos, que no todos podéis ser del mismo modo, y por el mismo camino los obreros de un apostolado activo? El secreto de vuestra vocación será siempre mi secreto.
       
¡Ah..., pero no olvidéis que así como mi Divino Corazón os fue dado a todos por amor..., así espero y exijo de vosotros todos, cualquiera que sea vuestra vocación, un amor sin límites: éste debe ser el más sencillo y el más fecundo de los apostolados..., éste será siempre el apostolado por excelencia!... Pedidle a la Reina del Amor Hermoso, a mi Madre, que os comente esta enseñanza: amar es sembrar, es predicar, es redimir.
     
“¡Sitio!” Apagad, pues, mi sed devoradora, dándome el amor que reclamo de vosotros todos, quienquiera que seáis: pequeños y pobres..., enfermos, inválidos y tristes..., combatidos por la tentación, atribulados o favorecidos por mi gracia... Sí, dadme amor vosotros, los que habéis penetrado en mi Evangelio..., los mimados por mi ternura..., los colmados por mi amable Corazón, todos.
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
“¡Sitio!” Apagad mi sed devoradora dándome el corazón en llamas, pues por ellas quiero convertir y transformar a tantos desventurados que, empeñándose en no ver en Mí al Padre ni al Salvador, pretenden, con odio, derrocarme del trono del altar y de las almas...
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
“¡Sitio!” Apagad mi sed devoradora dándome el corazón, sin reservas, en reparación por tantos hijos colmados de mercedes y que, hoy día, habiendo dilapidado los tesoros que les había confiado, viven en la miseria y perecen de hambre.
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
“¡Sitio!” Apagad mi sed devoradora amándome con pasión del alma, en lugar de tantos de los míos a quienes Yo había dado, junto con mi Corazón, nobilísimos sentimientos y aspiraciones..., anhelos de nobleza divina... ¡Oh, dolor!... Toda esa fortuna moral la han derrochado, la han quemado como incienso ante los ídolos de las creaturas... Y aquí me tenéis, a Mí, que así quiero enriquecerlos, pospuesto, olvidado, por esos ingratos; aquí me tenéis, con las manos vacías y amargado el Corazón...
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
“¡Sitio!” Apagad mi sed devoradora devolviéndome amor por amor... Así conquistaréis para mi Corazón tantos hijos ingratos y débiles que me abandonaron cuando los visité con la Cruz...; tantos que renegaron de mi Ley a causa de sus tribulaciones...; tantos que me desconocieron bajo el ropaje sangriento de mis dolores y de mi Calvario... Pretendieron amarme bebiendo el cáliz de gloria..., huyeron de mi lado cuando les presenté el cáliz de amargura...
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
“¡Sitio!” Apagad mi sed devoradora con un amor ardiente que os devore el alma, y así conquistaréis a tantos que se alejaron temblando... y con temor exagerado...; a tantos que, no queriendo ver ni saborear las inefables bellezas, las ternuras de mi amor, no quisieron ver en Mí sino al Juez tremendo..., al Señor cuyos rigores ponen espanto en el alma...
(Todos, con vehemencia) ¡Oh, déjanos morir de amor, Jesús! ¡Te amamos, Jesús, porque eres Jesús!
        
Señor Jesús, hemos podido velar una hora contigo en Getsemaní, y gustosos quedaríamos encadenados al Sagrario para siempre si tu amor lo consintiera... Nos vamos, llevando paz, mucha paz, consuelos divinos y nueva vida... ¡Ah!, pero sobre todo, nos despedimos con la satisfacción de haberte dado a Ti, amadísimo Maestro, alivio de caridad, desagravio de fe y reparación de amor, que reclamaste, entre sollozos, a tu confidente Margarita María... Atiende, pues, Señor Jesús, acoge, manso y bueno, nuestra última oración.

¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa..., y sé la perseverancia de fe y de inocencia de los niños que comulgan...; sé su Amigo!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé el amor de la multitud que sufre, de los pobres que trabajan...; sé su Rey!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé consuelo de los padres del hogar cristiano...; sé su Vida!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé la dulcedumbre de los afligidos, de los tristes...; sé su Hermano!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé la fortaleza de los tentados, de los débiles...; sé su Victoria!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé el fervor y la constancia de los tibios...; sé su Amor!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé el centro de la vida militante de la Iglesia...; sé su Lábaro triunfante!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé el celo ardiente y victorioso de tus apóstoles...; sé su Maestro!
¡Corazón agonizante de Jesús, triunfa... y sé en la Eucaristía la santidad y el cielo de las almas..., sé su paraíso de amor...; sé su Todo!
    
Y mientras llega el día eterno y venturoso de cantar tus glorias, déjanos, dulcísimo Maestro, sufrir, amar y morir sobre la celestial herida del Costado; murmurando ahí, en la llaga de tu amante Corazón, esta palabra triunfadora: ¡venga a nos tu reino!
   
(Padrenuestro y Avemaría por las intenciones particulares de los presentes. Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores. Padrenuestro y Avemaría pidiendo el reinado del Sagrado Corazón mediante la Comunión frecuente y diaria, la Hora Santa y la Cruzada de la Entronización del Rey Divino en hogares, sociedades y naciones).
    
(Cinco veces) ¡Corazón Divino de Jesús, venga a nos tu reino!