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viernes, 16 de abril de 2010

ANÁLISIS DEL DISCURSO PASCUAL DE "BENEDICTO XVI"

Desde Final de los Días


Plaza de San Pedro Domingo 4 de Abril de 2010

"Queridos hermanos y hermanas:

Os anuncio la Pascua con estas palabras de la Liturgia, que evocan el antiquísimo himno de alabanza de los israelitas después del paso del Mar Rojo. El libro del Éxodo (cf. 15, 19-21) narra cómo, al atravesar el mar a pie enjuto y ver a los egipcios ahogados por las aguas, Miriam, la hermana de Moisés y de Aarón, y las demás mujeres danzaron entonando este canto de júbilo: «Cantaré al Señor, sublime es su victoria, / caballos y carros ha arrojado en el mar». Los cristianos repiten en todo el mundo este canto en la Vigilia pascual, y explican su significado en una oración especial de la misma; es una oración que ahora, bajo la plena luz de la resurrección, hacemos nuestra con alegría: «También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel»……

Nos preguntamos si después del "éxodo del amor" como así se ha llamado a la ruptura con la fe de los padres desde el CV2 alguien conoce el verdadero evangelio de Jesucristo, el evangelio de la cruz, el del crucificado por nuestros pecados, la paga que cada uno de nosotros merece.

Evocar la Pascua desde el antiguo testamento no tiene sentido o es un fraude evangélico sin tener en cuenta el cordero que cada familia de Israel tubo que sacrificar y marcar después sus casas con la sangre. Si alguna familia no lo hubiera hecho, el ángel destructor se habría detenido en su puerta como en la de cualquier egipcio, y no se habría librado por el solo hecho de pertenecer al pueblo de Israel. Cruzaron el mar Rojo todos aquellos que se habían puesto bajo la sangre del cordero siendo separados y librados de Egipto (el mundo y su poder "faraón").

Desde el mismo error "Benedicto XVI" nos anuncia la seguridad de la salvación de todas las naciones por la resurrección de Jesucristo; omitiendo nuevamente la sangre del cordero, o sea, la Cruz. La que no ha querido besar en la liturgia de las dos últimas "semana santa".

¿Cuando en las Sagradas Escrituras está garantizada la salvación de todas las naciones?

Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados, son las palabras que resuenan, eco de la voz de los apóstoles y la tradición milenaria de la iglesia.

Sin embargo este  profeta nos dice que todos los hombres han sido ya libres del pecado. Hombres y naciones son renacidas por las aguas del bautismo. Si alguien asiente con estas doctrinas, o no ha escuchado nunca el verdadero Evangelio de Salvación, o sigue el mismo camino del profeta que va a la perdición.

En cuanto al Evangelio de Jesucristo resulta trabajoso  el volver a repetir las mismas cosas que se han dicho ya por todo el mundo; y podríamos tenerlo como un menosprecio  a todas las misiones emprendidas durante siglos para extender la buena nueva de salvación. Pero si nos haremos molestos,  inoportunos e insistentes anunciando el grave peligro de la situación religiosa y social actual. Y decimos "social" no porque entendamos una dimensión social en un reino (el de Jesucristo) que no es de este mundo; sino por la realidad de la unión que se está produciendo entre la iglesia actual y el mundo.

La situación de los pueblos, aun desde el mas puro ateísmo, no es el pecado mas grave, sino que es necedad. Tampoco la corrupción y promiscuidad en las múltiples formas de las pasiones humanas.

 El pecado mas grave evidentemente es aquel: "que no  puede ser perdonado", pues así nos lo muestran las S. Escrituras; y este pecado es la afrenta, ofensa, rechazo definitivo  o vituperio contra el Espíritu Santo. El poder político no podrá nunca cometer un pecado tan grave como la dimensión religiosa del cristianismo que nace y se sostiene por la gracia propia del Espíritu Santo.

"El hombre de pecado", "el hijo de perdición" es sin duda el que abre las puertas a la apostasía, aquel que reconcilia y reúne todas las herejías, errores y mentiras de la historia.

No se puede plantear la antítesis sino desde el mismo lugar de la tesis. No se puede hablar del anticristo sino desde el mismo lugar donde se ha sentado Cristo.

El falso profeta es verdaderamente  falso, cuando ocupa el lugar del autentico sin haber perdido su poder; por lo que la teoría del sedevacantismo pierde su sentido. Pues al anticristo no le sigue la restauración del régimen anterior o antiguo, sino la venida de Jesucristo; autentica y verdadera restauración del Juicio, la Verdad, el Reino y la iglesia.

Vea el articulo "Siete cabezas". De estos siete Reyes uno de ellos será definitivamente el que reúna pleno poder para conducir a todos los pueblos a perdición. Este misterio se resolverá con un gran prodigio que le permitirá ser declarado el "elegido". El tiempo nos confirmará lo que ahora parece especulación; y será pronto.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)