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domingo, 11 de abril de 2010

EL SACERDOCIO Y LA VIDA RELIGIOSA EN UNA CONGREGACIÓN MARIANA

Desde CMRI.org

 Ser sacerdote o religioso en una congergación mariana es una decisión que no se debe tomar a la ligera

Muchos hombres, en algún momento en su vida, consideran el sacerdocio o la hermandad como posible vocación; pero rara vez lo juzgan del mismo modo que con cualquier otra vocación. Si un hombre planeara hacerse físico, por ejemplo, no se preguntaría si es tan inteligente como Albert Einstein. En lugar de suponer que debe ser un genio para contribuir a este campo escogido, primero trataría de precisar si posee o no la habilidad para aprender lo necesario y para aplicar ese conocimiento. Y sin embargo, cuando se considera el sacerdocio o la hermandad, muchos hombres concluyen que por carecer de la elocuencia del Obispo Sheen, de la sabiduría del Papa San Pío X y de la santidad de San Francisco, no serían buenos religiosos.

Esta forma de ver la vida religiosa es orgullosa y poco real. Lo que un hombre humildemente debe pedir de sí mismo es: «¿Tengo la habilidad para estudiar y aprender?, ¿tengo la salud física y la energía para hacer el trabajo?, ¿creo que seré feliz como sacerdote o hermano?» Esta última no es egoísta, sino sensata; Dios no nos pide llevar una vida miserable. Un hombre miserable sólo será un religioso miserable. Como todas las evidencias indican que Jesucristo encontró gozo en la salvación de las almas, así también, el hombre que actúa en la persona de Cristo también ha de encontrar gozo en llevarle almas.

Si la respuesta a las anteriores preguntas es afirmativa, es tiempo ya de proceder a contestar estas siguientes: «¿Tengo deseo fuerte de vivir la vida religiosa?, ¿quiero ser sacerdote o fraile?» Piénsalo muy bien. Si la respuesta es «sí», la siguiente pregunta es: ¿quiere Dios que me haga sacerdote o fraile? Ya que esto requiere una respuesta por parte de Dios, es necesario rezar. Reza muchos rosarios, y pídele a nuestra Santa Madre que interceda y sea ella quien le pregunte. Y cuando estés orando, detente ocasionalmente y escucha. Dios sí te contestará, pero debes escuchar.

En la consideración de una vocación religiosa, debe tenerse en mente que existen ciertas condiciones absolutas sin las cuales puede estar uno seguro de no ser llamado por Dios:
1. Buena salud: Las exigencias de la vocación religiosa sobre la condición física requieren de la buena salud.
2. Talentos ordinarios: Deben tenerse, al menos, habilidades medias a fin de seguir una vocación religiosa.
3. Independencia razonable. Si alguno está obligado a cuidar de sus padres, por ejemplo, aquella persona no es libre para seguir una vocación religiosa.
4. Piedad normal: Si no tiene, cuando menos, una devoción ordinaria a las prácticas religiosas, difícilmente se puede esperar que esté dispuesto a realizar las prácticas extraordinarias de un religioso.
Además de estas cualidades esenciales, hay otras señales inherentes y dependientes del libre albedrío; aunque inspiradas por la gracia de Dios como invitación a seguirle:
1. Un espíritu de sacrificio: Es la capacidad para abandonar los bienes inferiores, aunque más atractivos, por los superiores espirituales.
2. Un espíritu de celo: Aquella forma especial de caridad que inspira el deseo de hacer algo para salvar almas.
3. Un espíritu de desinterés: El poder que capacita a una persona a estar en el mundo, pero no ser parte del mundo. Un religioso debe ser capaz de controlar sus emociones y, si es necesario, suprimirlas. Debe estar dispuesto a permanecer el resto de su vida en el celibato.
4. Un deseo de ser religioso; o la convicción de que el camino más seguro para salvar su alma es entrando al estado religioso.
Además, y esto es muy importante, busca el consejo de un sacerdote católico tradicional. Llama o escribe una carta con toda confianza a uno de los sacerdotes de CMRI para cualquier tipo de asesoría necesaria para discernir una vocación.

Así como los infantes de la marina, la Congregación de María Reina Inmaculada está buscando algunos hombres buenos. Los sacerdotes y hermanos marianos, sin embargo, luchan por la honra y la gloria de Dios bajo el estandarte de la Bienaventurada Virgen María. ¿Cuál es su meta? Defender la fe católica y salvar el mayor número de almas posible.

Si te gustaría recibir información sobre la admisión al seminario, recibir Ad Sum (solo en Ingles), la hoja informativa del Seminario Mater Dei, o ayudarnos financieramente, favor de utilizar este formulario.

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Tel.: (402) 571-4404
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)