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sábado, 24 de abril de 2010

LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO: IMPORTANCIA Y URGENCIA DE SU DEVOCIÓN, POR SAN GASPAR DE BÚFALO


El abuso de hoy en día, mostrado hacia el precio de nuestra Redención invita con urgencia a las almas a hacer una continua reparación al Divino Redentor por todas las ingratitudes demostrada por las personas, esto exige también que los amantes y devotos de Jesús se ocupen en la promoción de la perpetua adoración a la Preciosísima Sangre de nuestro Salvador.

Mis queridas almas, la adoración a la Preciosísima Sangre de Jesús, precio de nuestra Redención, es el más cariñoso obsequio que podemos ofrecerle a Dios. A través de esta adoración, nos convertimos en receptores de los tesoros de Sabiduría y Santificación. A través de ella, somos liberados de las penas del infierno en proporción a nuestro Amor de Jesús. A través de ella, tomamos posesión de la Santa Gloria del Cielo: ¡en virtud de la Divina Sangre! Por lo tanto, almas queridas, es muy justo que, por la ingratitud de tantas otras almas, consagrar el presente mes a la Adoración de la Divina Sangre y de esta manera restablecer la Ternura y Amor Divino en nuestros corazones.

Gracias a la aplicación de este precio incalculable que nos redimió, las almas pecadoras descubrirán en nuestra sagrada Religión la motivación para tener esperanza en la Infinita Misericordia y el perdón. El penitente encontrará en ella un estímulo para crecer en la virtud y la santidad. Por último, los justos serán transportados a un ardiente entusiasmo por salvar el mayor número de almas para el Señor.

Mientras que el demonio, enemigo de todos los buenos, trata de hacer que la gente siga teniendo lejano el recuerdo del Amor de Dios, la devoción a la Divina Sangre nos pondrá cerca de su Divino Corazón. Si nuestra mente está siempre ocupada con el pensamiento de los misterios de su Amor, nuestros corazones podrán estar deseosos de aplicar este Amor, y lograr así que nuestros sentimientos corporales estén conscientes de nuestra propia santificación y la de los demás. Con este recuerdo del incalculable Precio de la Sangre de Jesús, por la cual hemos sido redimidos, permanecerá esta Sangre Preciosísima como sello imborrable en nosotros.

¡Que grande era el deseo que Jesús tenía a lo largo de su vida mortal por derramar su Sangre por la Redención del mundo! Igualmente fue de ardiente el deseo de que todos se beneficiaran de Ella, que cada alma participara de sus infinitos Dones. Por lo tanto, nos invitó a esta Fuente de la Misericordia, diciendo: “Beban de este Cáliz”. El abrió para nosotros en su Sagrado Corazón herido cuatro fuentes, como dice San Bernardo: una fuente de la Misericordia, una fuente de la Paz, una fuente de Devoción y una fuente del Amor y llama a todas las almas a saciar su sed allí. “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (Cfr. Jn 7,37). Que, de hecho, fue la razón por la que instituyó los sacramentos que son los canales por los que las riquezas de la Preciosísima Sangre se comunican a nosotros. Esa es la razón por la que continuamente se ofrece a su Eterno Padre arriba en el Cielo. Esa es la razón por la que desea que cada día lo busquemos sin cesar. ¿Por qué Jesús ha despertado en los corazones de muchos de los fieles de nuestro tiempo esta devoción? Es sin duda por la única razón de que su Corazón, profundamente consumido por el Amor de las almas, quiere llevarlas a las Fuentes sagradas de sus Heridas y recibir allí, a través de su Sangre, las aguas de su Gracia.

¿Quién podrá contar todos los planes que el Corazón de Jesús tuvo el derramamiento de su adorabilísima Sangre? A través de Ella, tenía la intención de: aplacar la Divina Justicia para reconciliar a las almas con su Padre, limpiar el alma de cada pecado para que cada alma obtenga la poderosa ayuda de su Gracia; abrir para nosotros una entrada y un lugar de estancia en el bendito Cielo.

Bienaventurados a los que se les concede beber un poco de gota de ese Cáliz amargo, que bebió Jesús por amor de nosotros hasta la última gota. La recompensa para nosotros en el Cielo es grande, la vida es muy corta. Por eso, en la elevación del Cáliz, le recomendamos nuestras almas al Padre Eterno. No debemos dejar de ofrecer el precio de nuestra Redención por la Santa Iglesia y para la salvación eterna de nuestras almas.

Si las personas se arrojaran a los brazos de la Infinita Misericordia de Dios, todo lo demás se colocaría fácilmente en su lugar, pues una vez que se enderezan las conciencias, también lo harán todos los problemas y se encontrará fácilmente una solución para ellos.

¡Oh almas, vengan y límpiense en la Sangre del Cordero! Y tú, alma que esto lees, ora e intercede por los pecadores, y ten siempre valor por los méritos de la Sangre Preciosísima de Jesucristo, nuestro Señor.

Invito a todas las almas a que, con entusiasmo, llenen todas las horas del año en adoraciones a los misterios de la Sangre de Jesucristo, uniendo a estas devociones, la reparación por los muchos pecados cometidos en contra de Jesús, en partículas, las blasfemias, las indiferencias a su Amor, etc. El tiempo de oración se puede realizar tanto en el hogar o en la Iglesia, arrodillado o sentado. Cuanto más se propague esta devoción, más abundantes serán las bendiciones de Dios.

Sí, la Sangre de Jesucristo debe limpiar el mundo. Si insistimos en la propagación de la devoción a su Preciosísima Sangre, vamos a ser santos. Hay que continuar alimentando una gran confianza en Quien es la fuente de todo Bien. ¡Cuánto le debemos a Jesús, que nos ha redimido con su Sangre!

¡Que gran Fiesta de Amor a Jesús es la Fiesta de la Sangre Divina! Sí, vamos a amar a Jesús sin cesar, irrevocablemente, a fin de que podamos amarlo eternamente en el paraíso. El mirar a Jesús derramando su Sangre es un acto de religión que nos ayuda a hacer un gran trabajo para nuestra propia salvación eterna, asó como la de nuestro prójimo, rezando de manera especial para el éxito de las Misiones y para el trabajo apostólico que se está promoviendo en todo el mundo católico. Es la Divina Sangre la que aplaca al Padre Eterno, la que purifica nuestros corazones y nos embriaga de amor a Jesús, quien nos ama y nos lava con su Sangre.

Quitando los primeros siglos de la Iglesia, siglos hechos de mártires, en las siguientes épocas que registra la historia para nosotros, podemos observar cómo uno y otro fundamento de Fe Católica fue atacado con verdadera ferocidad, como las Cosas Sagradas son objeto de burla en una y otra parte del mundo católico. En nuestra miserable época, la crisis en la población es de carácter general, con indescriptible perversión de los principios básicos y con acciones tan bajas que cada una es un insulto al acto Redentor de Dios y, a través de la malicia humana fracasa la aplicación de los Méritos de Jesucristo que nos ha redimido por el precio de su Sangre. Ahora, es necesario reavivar el celo apostólico y seguir las inspiraciones del alma que son tan favorecidas por Dios para que podamos revivir en la memoria de estas personas el inestimable precio de nuestra Redención y el intento de mover al verdadero arrepentimiento.

Por lo tanto, hay dos cosas que deben necesariamente ser hechas en estos tiempos en que vivimos. El primero es encontrar  una forma de aplacar al Padre Eterno, y para esto tenemos la Divina Sangre: “Tomaré el Cáliz de salvación e invocaré el Nombre del Señor”. Los pecadores siguen siendo terriblemente temerarios y el Señor, en su Amor, sigue diciendo a cada uno: ¿Qué utilidad te acarreará mi Sangre? (Cfr. Salmo 29,10). Así que no hay nadie que, a través de este sagrado y solemne culto, procure la adoración reparadora, y predique a todos sus glorias. En esta devoción tenemos un compendio de la fe misma, es por eso que, en la consagración del Cáliz, decimos: “Misterio de Fe”, así, por consiguiente, en él está la salvación de las almas.

Sólo por medio de esta devoción, nuestro Bautismo a través del cual nuestras almas fueron limpiadas, es revivido; también lo aplico a la Confesión y los demás Sacramentos. Otras devociones son todas, los medios para facilitar la piedad católica, pero esta devoción es la base, el sustento y la esencia de todas. La devoción a la Preciosa Sangre de Jesús es tan antigua que se remonta al momento mismo en que Adán pecó, por lo que Jesús fue llamado el Cordero inmolado desde el principio del mundo.

Es bien sabido que el mismo infierno tiembla a la mención de “Sangre Divina”. Al mismo tiempo, a la ira del  diablo, quien no ha dejado ni dejará a partir de ahora de librar una guerra contra esta expresión: “Preciosísima Sangre de Jesucristo”. De una manera particular, la devoción a la Divina Sangre debe ser nuestro armamento en humillar al diablo. Por lo tanto, trata siempre de hacer todo lo posible para difundir esta devoción, en nombre de las necesidades de la Santa Madre Iglesia.

En tu comunidad, no dejes de promover esta importante devoción, para que se conceda la paz para la Iglesia. Si promueves esta Devoción con celo obtendrás un gran mérito a los ojos de Dios. El amor por la Misa y el oficio de la Sangre Divina es algo que viene de Dios y según Dios, y recuerda que la gran palabra: “Sangre Divina” derrota a Lucifer, quien, por esto, desprecia a los que promovemos la Gloria de la Devoción a esta Sangre Preciosísima.

Hay también otra buena obra que es necesario promover, y es la adoración perpetua a la Divina Sangre. Esto también es un método muy eficaz de oración por las necesidades urgentes de la Santa Madre Iglesia. Oremos, oremos para que la Divina Sangre limpie las conciencias de las personas.

Dios ha reservado para sí mismo el tiempo para el fin del mundo. Pero, antes de ser su Juez, Él hace que recordemos el Precio de la Divina Sangre por la que fuimos redimidos, así como el desprecio que se le da por las almas indiferentes a su Amor. Señala para nosotros la Divina Ofrenda en justificación por nuestras faltas, y abre las puertas de la Divina e Infinita Misericordia a los pecadores arrepentidos.

Alma querida, si te preocupas por difundir, extender y promover cada vez más la devoción a la Divina Sangre encontrarás paz y tranquilidad. No hay ninguna duda: la devoción a la Divina Sangre es el armamento en la mística de nuestros tiempos: “Ellos derrotaron al dragón por la Sangre del Cordero”. En momentos de tentación, invocar la Divina Sangre. Promovamos el mes de la Divina Sangre a fin de compensar los abusos que se dan hoy en día a la misma por los pecadores.

Necesitamos el coraje de permanecer con Jesús en la cruz para defender la santidad de la vida y la virtud de superar al infernal dragón con la Divina Sangre, por lo tanto, la devoción a ella es capaz de alcanzarnos una mayor unión con Jesucristo.

Un enemigo que hay que evitar: el mundo. Un tesoro para tener custodiado y vigilado: el alma. Un medio para lograr el triunfo sobre el enemigo y el éxito de nuestro tesoro: la devoción a la Preciosísima Sangre.

2 comentarios:

  1. El día de hoy me llego una información, del arzobispado de la ciudad de México, donde se prohíbe rotundamente, la devoción a la preciosa sangre, ni libros ni imágenes etc. Me gustaría saber su postura. La información esta en el Internet en la pagina http://www.arquidiocesismexico.org.mx/index.php/circulares/315-circulares-2015/1214-circular-43-2015-segundo-comunicado-sobre-la-prohibicion-de-la-devocion-a-la-preciosa-sangre-de-n-s-jesucristo-en-nuestra-arquidiocesis-de-mexico.
    Gracias
    Cecy Gonzalez

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  2. La prohibición se expidió no sobre la devoción tradicional a la Preciosa Sangre de Cristo, sino respecto a las Revelaciones y oraciones de Bernabé Nwoye de Nigeria, porque en ellas se declara que la Iglesia está en "amargura" por la inflitración de la masonería en el clero y la Apostasía final. Pero si es por eso, entonces que censuren la Biblia, porque en ella también hablan de la apostasía generalizada y la corrupción entronizada en el Vaticano.

    PD. Norberto Rivera no hable tanto, porque quien tiene techo de vidrio...

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)