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jueves, 1 de agosto de 2019

MONS. VIGANÒ: “BERGOGLIO HA DESTERRADO A CRISTO, Y ESTÁ REALIZANDO EL PLAN DE LOS JESUITAS”

Traducción de la entrevista hecha por el Dr. Robert Mohinyan para INSIDE THE VATICAN (Parte 1 y Parte 2).

CARTA #43: UN ENCUENTRO SORPRESA.
Lunes, 29 de Julio de 2019
  
“No tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad por venir”. —Hebreos 13:14
  
Hoy, luego de un largo viaje me encontré con el Arzobispo Carlo Maria Viganò en un lugar tranquilo.
 
Nos saludamos con alegría y le pregunté cómo había estado durante el año pasado.
  
“Mejor de lo que merezco”, replicó Viganò, riendo, añadiendo con una sonrisa, “el cardenal [Andrzej Maria] Deskur acostumbraba a responder así”.
 
Él se ve muy bien.
 
“¿Así que ha estado bien”, pregunté.
  
“He estado bien, sí, gracias a Dios”, dijo Viganò. “He sido visitado por varios amigos, y el Señor me ha dado buena salud para poder continuar mi misión”.
  
“Usted no ha sido visto por casi un año”, dije. “¿Ha estado escondiéndose?”.
  
“He tratado de vivir en silencio, evitando el ruido del mundo”, dijo Viganò.
  
“¿Qué le gustaría decir a los que se han preguntado dónde está y si está a salvo?”.
 
“Les diría que nosotros los sacerdotes y obispos somos solamente humanos, con muchas deficiencias, mientras intentamos cumplir nuestro deber de representar a Cristo”.
  
“¿Cuál es su oración más profunda?”, pregunté.
 
“Mi oración más profunda”, dijo Viganò, “es ‘Ven, Señor Jesús’”.
  
Viganò súbitamente quedó en silencio como si estuviera lleno de una emoción inesperada. Su expresión cambió. Sus ojos comenzaron a brillar como si tuvieran lágrimas incipientes.
  
“Usted está abordado con muchos pensamientos”, dije, tratando de ser supportive.
 
Viganò respiró profundamente y comenzó a hablar.
  
“La memoria es uno de los mayores dones que hemos recibido del Señor”, dijo. “Él nos hizo capaces de tener impresas en nuestras mentes las experiencias más hermosas que hemos estado viviendo. Y para mí ciertamente, mi memoria está ayudándome, en el sentido de que uno de los primeros recuerdos que tengo, fue siendo cargado en los brazos de mi madre, cuando tenía casi dos años, bajando a un refugio de bombas durante el bombardeo de Milán durante la Segunda Guerra Mundial. Había allí una pequeña imagen de la Virgen, con una vela, y comenzamos a rezar el rosario, con todos mis hermanos. Este profundo y emotivo recuerdo de María dejó su marca a lo largo de mi vida. Recuerdo que en esos años rezábamos el rosario cada noche después de cenar. todos juntos, mi padre estando recién regresado de su trabajo, y capaz de rezar con nosotros, sosteniendo a aquellos de nosotros que habían comenzado a dormirse. Recuerdo cuán bello era eso, orar todos juntos a la Virgen, Nuestra Madre. Estar en los brazos de mi madre y estar rezando, en el refugio. Así que estoy diciendo que una devoción a la Virgen siempre ha estado sosteniéndome, continuamente, desde el comienzo”.

CARTA #44: JONÁS.
Martes 30 de Julio de 2019.
 
“El Papa Franciso está siempre en mi intención [de oración]. Por supuesto que oro por él, rezando el rosario y celebrando la Misa. Y también oro por el Papa Benedicto, y creo que él tiene un rol espiritual en proteger a la Iglesia del diablo”. —Arzobispo Carlo Maria Viganò, hoy en una conversación privada.
 
“Los católicos ingleses están indignados de que las autoridades de la iglesia anglicana hayan acordado que la catedral de Rochester —la segunda catedral más antigua del país, quitada a los Católicos en tiempos de la Reforma… la catedral de San Juan Fisher— será convertida en un parque de mini-golf”. —Arzobispo Viganò, leyendo una noticia hoy. Sugiere que esto simboliza la trayectoria de muchas iglesias en el mundo occidental.
 
“Estoy buscando la verdad. Le hablé a él (Francisco) con toda la transparencia que conocí. ¿No debía haberle dicho la verdad al Papa?” —Arzobispo Viganò.
 
El hombre y la santidad
Las preguntas esenciales que enfrenta la Iglesia hoy siguen siendo las grandes preguntas de todos los tiempos:
  1. Lo Trascendente y lo Inmanente: ¿Qué es real? ¿Verdaderamente existe algo metafísico (sobrenatural, participación de lo eterno, cosas como la divina gracia y milagros sorprendentes y asombrosos), o todo lo metafísico y sobrenatural es solo, como dicen los materialistas, irreal, ilusorio, el producto de falsas esperanzas por “algo más” que el cambiante y siempre evasivo producto del tiempo?
  2. Antropología: ¿Qué es el hombre? ¿Existen verdaderamente el ser y la mente humana, la “persona” de cada ser humano es una entidad consciente (y tal vez es justo hablar en este contexto del “alma” que cada persona posee), o la personalidad y el alma son ilusorias e irreales? ¿Somos solamente una complicada colección de químicos, o hay algo en nosotros (¿la imagen y semejanza de Dios?) que trasciende la química, algo que no puede ser contado por esos análisis químicos “científicos”?
  3. Teología: ¿Qué o Quién es Dios? ¿Verdaderamente existe Dios y, si existe, cuál es Su naturaleza y qué significa para la vida de los hombres?
Es sobre este último punto que se levanta la cuestión de la santidad.
 
Persuadido que la naturaleza de Dios es “ser santo” (“santificado sea Tu nombre”) y que (como un axioma, no como un juicio) nada que no sea santo, o que no sea hecho santo (sanctificado, consagrado) puede estar (existir) en la presencia de Dios, los Cristianos están persuadidos que alguna agencia o poder es necesario para llevar al ser humano a un contscto más cercano, más íntimo y más duradero con lo divino.

Luego… el sistema sacramental de la Iglesia, para llenar con gracia y vida divina (la vida de Cristo) el núcleo, el ser esencial, de hombres y mujeres.

La “divinización” (“teosis“) del hombre a través de la santidad, a través del movimiento “hacia Dios” desde lo que es mortal, falible, pecaminoso… humano.

De ahí, el amor a la Iglesia, el cuerpo místico de Cristo, como del cual media la vida y la gracia a la humanidad.
 
Pero también de este, y parece en igual medida, el odio a la Iglesia, de parte de aquellos que piensan que todo lo que está escrito arriba es sin sentido, o peor, propaganda nociva que deforma mentes, limita la libertad personal e induce a neurosis, en vez de mediar la vida y la gracia a los hombres.
 
Y por este camino indirecto, llego al controversial y (pienso) santo Arzobispo Carlo Maria Viganò, con el que tuve un encuentro durante estos días en un lugar tranquilo.
 
Los jesuitas y el Gran Plan.
Viganò tiene 78 años y pronto llegará a los 79. Su salud es buena, camina bien, hay un salto aún en su paso, pero ha estado por un período de estrés considerable, y el tiempo nos toma cuenta a todos nosotros. Así que parece un poco débil, en coparación a como estaba en 2010, o el 2015, cuando lo conocí en Roma y en los Estados Unidos, donde fue el nuncio papal (2011-2016).

Hemos hablado por muchas horas, y su preocupación central es por la seguridad, libertad y pureza doctrinal de la Iglesia —el cuerpo místico de Cristo, el pueblo de Dios, al que ha servido a lo largo de su vida, y aún desea servir con todo su ser.
  
Estoy estupefacto mientras hablamos por las contradicciones de este hombre de hablar suave. Él ha sido tenido por algunos como el más heroico “contador de verdades” en esta era de la Iglesia, pero en Roma ha sido motejado por muchos como “Judas” por su supuesta traición al Papa Francisco.
  
Al estilo de Frederic Martel (cuyo rambling y, en ocasiones, obsesivo libro In the Closet of the Vaticans habla sobre Viganò en casi 50 ocasiones, y parece ser escrito en parte con una fijación por entender quién es Viganò y a quién representa), uno puede preguntarse: ¿Quién es Viganò, realmente? ¿Un alma valiente, equilibrada entre la piedad, la oración y la competencia profesional, queriendo arriesgar su reputación hablando en nombre de todos los creyentes, especialmente de los débiles y los abusados? ¿O alguien de lejos menos atrayente, un cobarde, no un héroe, como están diciendo en Roma algunos monseñores de lengua venenosa?
 
La Historia nos tendrá que juzgar, por supuesto, pero tal vez estas cartas pueden merecer ser el primer borrador de esta historia que nos dirá si estamos en presencia de un santo odiado por hombres soberbios con una agenda, o un pequeño hombre que es el indigno antagonista de los poderes nobles y santos que intentan realizar la noble visión de Cristo para su Iglesia.
 
La pregunta es dramática, especialmente porque este hombre pequeño y caballeroso parece completamente inapropiado para desempeñar cualquier rol. ¿Alguno lo pondría como un héroe valiente? ¡Dudoso!

Él es un hombre pequeño con ojos inteligentes, exquisitas maneras, estudioso, que trabaja duro, que no se queja en medio de los rigores del viaje, nada precipitado, nada evidentemente heroico

Al mismo tiempo, es un tipo de reservorio viviente de conocimiento curial romano, significando que conoce la Curia con precisión matemática de principio a fin, de un oficio al siguiente, y su memoria se remonta a más de 50 años. Él es “Mr. Curia Romana”.

Así que este hombre es un arquetípico “servidor del Papa”. ¡Cada Papa! Él ha servido al Papa Pablo VI, al Papa Juan Pablo I, al Papa Juan Pablo II, al Papa Benedicto, y ahora al Papa Francisco.

Así, ¿cómo pudo el arquetípico servidor papal convertirse en el arquetípico traidor papal, el “Judas” de la Curia a comienzos del siglo XXI? El solo pensarlo causa que uno agite su cabeza con perplejidad. ¡No puede ser!

Tenemos aquí un alma cuya vida entera ha girado alrededor del servicio incuestionable al liderazgo de la Iglesia Católica —viajando en una docena de ocasiones durante la noche por los desiertos de Iraq hacia Siria desde Bagdad, toda la noche manejando solo en un coche (uno puede casi referirse a él como “Viganò de Arabia”)… viajando a casi cada diócesis en la Nigeria azotada por la guerra tribal por seis años en ese país en los 1990s… viajando por todo Estados Unidos durante cinco años como nuncio en ese vasto país. ¡Qué historia sorprendente!

Y todavía, ahora, mientras el Sínodo Amazónico de Octubre se acerca, y cada vez más los teólogos católicos encuentran su documento de trabajo como un texto basado no en la revelación cristiana cristocéntrica, sino en la observación y el respeto por la naturaleza sin ninguna mención directa de Cristo y su misión salvadora de encarnación, crucifixión y resurrección, este mismo Viganò está profundamente preocupado.
 
“¿Dónde está el mensaje cristiano aquí?”, me pregunta Viganò. fijándome con su intensa mirada bajo sus pobladas cejas.
 
Y da su propia respuesta: “De hecho, la figura de Cristo está ausente. El documento de trabajo del Sínodo testifica la emergencia, ahora, en este momento, de una teología post-cristiana carólica. Y eso es muy problemático. Está contra todo lo que he trabajado y creído toda mi vida”.
 
“Consideremos la historia de los jesuitas”, continúa Viganò. “Es algo que estoy estudiando ahora con gran cuidado. De hecho, si quisieras conocer la síntesis de mi opinión, es esta: Lo que estamos viendo es el triunfo de un plan de 60 años, la ejecución exitosa de un plan bien pensado para traer una suerte de nuevo pensamiento en el corazón de la Iglesia, un pensamiento arraigado en elementos de la Teología de la Liberación que contienen trazas de Marxismo, poco interesados en la liturgia o moralidad o teología Católica tradicional, pero en cambio se enfoca en la ‘praxis’ en el campo de la justicia social. Y ahora este plan ha conseguido uno de sus obetivos supremos, con un Jesuita en la Sede de San Pedro…”.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)