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martes, 25 de octubre de 2022

MARÍA ANA LINDMAYR Y EL PURGATORIO


Santa Teresa de Ávila inspiró a muchas almas en el área de la mística. Ella tuvo una hija espiritual del norte de los Alpes: María Ana Lindmayr, que estaba muy relacionada con ella. No sólo pertenecía a la misma orden que ella, también como su maestra fue muy estricta para sí. En la dura escuela de ascetismo bajo la guía de un sabio sacerdote, recibió el don del éxtasis y la visión y desarrolló una viva actividad espiritual. Cuando descubrimos su diario, fuimos abrumados por sus aventuras mentales y el encanto de su personalidad, y fue inmediatamente claro para nosotros que este es un alimento espiritual necesario para nuestra empobrecida espiritualidad y dirección de almas.
    
Gracias a un permiso especial de Dios, María Ana Lindmayr (1657-1726) se comunicaba con las afligidas almas del Purgatorio. Ella supo detalles de la causa, el modo y la duración de sus sufrimientos, los horrores del pecado y el vasto alcance de la purificación, y sobre su anhelo ardiente por el Dios infinito. María Ana Lindmayr sufrió indeciblemente por su liberación, pero también recibió conocimientos y visiones sobre el otro mundo que son aptos para abrirnos los ojos y arrancarnos de nuestra indiferencia. Ningún teólogo podría describirnos la doctrina de las últimas cosas, y sobre todo el proceso de purificación y maduración en el más allá, tan vívida y vívidamente como lo pudo hacer esta hija espiritual del gran maestro de la iglesia. En aras de la comparación, proporcionamos la enseñanza oficial de la iglesia en el apéndice, y para uso práctico proporcionamos oraciones seleccionadas.
   
El proceso de canonización de María Ana Lindmayr fue iniciado por la curia de Munich ya un año después de su muerte, en 1727. El hecho de que aún no haya concluido duele a todos los que conocen la grandeza e importancia de esta mujer. El Dr. Franz Streber, famoso profesor de arqueología de la Universidad de Múnich, dice: «Hay una santa enterrada en Múnich". Si no ha sido canonizada aún, no es por su santidad, sino por el carácter espurio de la burocracia eclesial y la indiferencia actual a los santos.


María Ana Lindmayr: Mi relación con las pobres almas

(…)

Penas de los casados

Las penas de los casados, si no preservan la pureza en sus vidas, son descritas por María Ana Lindmayr de la siguiente manera:
«Muestro especialmente misericordia, y por ellos le muestro al Padre celestial la dolorosa flagelación de su Hijo Unigénito. A Tomás le fue dicho en esta ocasión que el buen Dios invitaría pronto a una mujer casada a ese mundo, o le quitaría temprano a sus hijos. Me fue dicho (10 de marzo de 1714) que ella no vivía la santa vida matrimonial como debía, sino que estaban ocurriendo grandes pecados. Dios los castiga estrictamente en esta vida (en esta forma), pero aun más estrictamente en la eternidad, donde muchos casados son castigados por no vivir en la forma en que debían"
   
¿Cuánto dura el Purgatorio?

El Purgatorio es un lugar que el rey salmista llama la tierra del olvido (Ps 87,13), y del cual la Verdad eterna ha dicho: «En verdad, te digo, no saldrás de allí hasta que pagues el último cuarto" (Mt 5:26). Para este lugar de sufrimiento está la palabra del salmista: «You have separated me from one friend and another: My only knowledge is the only one." (Ps. 87,19) - Sobre el sufrimiento de sufrir en el lugar de purificación, nos es dicho lo siguiente por la bienaventurada María Ana:
«¿Cómo puede mucha gente lidiar con el sufrimiento, dificultades, y enfermedades? Pero todo esto es hecho mayormente justo por el camino. Es por eso que no me sorprendí al ver las almas en el Purgatorio que murieron hace cien y más años, porque era más y más consciente de la infinita bondad de Dios y la gravedad del pecado contra Él, cómo se sufre aquí y en la expiación es corto para la eternidad, y cómo es especiamente todo el sufrimiento del tormento infernal. Es muy difícil que se salven los que fueron duros con su prójimo; porque lo que es duro, es duro. En 1704, vino a mí un alma que en vida fue un hombre muy piadoso. Me dijo: "No se va tan rápido al Cielo, y es un castigo especial cuando la persona es inmediatamente tenida como santa, porque entonces no se ora con cuidado por esas almas." Por brevísimo tiempo, dice María Ana, que se queden allí los de buen corazón, los de corazón blando,
 
¿Cómo se muestran las pobres almas?
   
¿Cuáles son las experiencias de María Ana con las pobres almas? ¿Cómo se le aparecieron las pobres almas a María Ana? En 1704, fray Bernabé Kirchhuber, un franciscano y confesor de las clarisas en el monasterio, por mandato del Príncipe-Obispo, sometió a María Ana a un examen detallado. El 6 de Junio, le escribió al Obispo de Frisinga que las pobres almas venían a menudo a María Ana, quien a menudo las veía en las llamas por dos horas, podía escuchar pesados ​​suspiros y gemidos y escuchaba con sus oídos corporales el crepitar del fuego. Durante el día percibía a las pobres almas por las chispas que llegan a su cuello, manos y otras partes del cuerpo. María Ana escribe: «Había mucho fuego en mi habitación. En el futuro, no debería mirar a los ojos físicos porque el confesor me prohibió mirar atras. Pero ni siquiera podía mirar atrás porque sentía impulso para orar y súbitamente caía de rodillas, y la gracia de Dios me sostenía tan firmemente que no podía mover ningún miembro u ojo. Incluso si tenía obligatoriamente que escribir, las chispas de fuego caen en grandes cantidades sobre mis manos y sobre el papel, haciendo que las pobres almas me amonesten." En algunas almas hay la risa y el frío cuando vienen, y las mismas almas aparecen frente de ella temblando con escarcha y frío. A muchas pobres almas no se les permitió preguntar su nombre, y mucho menos escribir sobre sus errores.
  
Como el enemigo malo, en varias circunstancias interfería en su oración mística o para confundir a María Ana o para impedirle que ayudaa a las pobres almas, el confesor, como Bernabé Kirchhuber dice en su informe, le ordenó que cuando las pobres almas hablaran, dijera el Santo Nombre de Jesús, les señalara la Santa Cruz, las asperjara con agua bendita, o incluso encendiera una vela bendita. Si era un alma buena, se acercaría aún más. Si era un espíritu maligno, María Ana sentía inquietud interior y exterior, pero el espíritu maligno tenía que retirarse.
   
Como se peca, tendrá que expiar también

En años posteriores las almas del Purgatorio se aparecían a Ana María con una apariencia que caracterizaba el estado de su alma. Escribe Ana María Lindmayr:
«Siempre se me ha hecho entender la necesidad y el deber de hacer penitencia conforme a las faltas que se han cometido. Dios me ha indicado aquello que hace falta a las almas del Purgatorio [para terminar de purificarse] y cómo se les puede ayudar.
   

   
En años posteriores, las pobres almas se le aparecieron a Maria Anna de una manera que era característica del estado de su alma. Ella escribe: «Se me hizo saber constantemente: como se peca, también hay que arrepentirse". "Dios me enseñó lo que les falta a las pobres almas y cómo se les puede ayudar. Pobres almas venían con lágrimas en los ojos. Me rogaban que hiciera penitencia por ellas refrenando mi mirada y evitando toda curiosidad. Otros se me aparecían hambrientos, borrachos, indescriptibles. Me rogaban que los ayudara con un estricto ayuno de pan y agua, para mejorar lo que habían estropeado en su vida con el comer y beber bien y en exceso. Aún otros, por su conducta, han revelado su súbita ira e impaciencia, y me suplicaron que los ayudara con obras de paciencia y mansedumbre. Las almas que no morían en vida me ofrecieron el cilicio. Cuando se suponía que debía ayunar por ellos, me mostraron una rica mesa. A las almas que pecaron con la lengua se les mostró la boca cerrada con un clavo, y se me dio a saber que debía guardar silencio especialmente por ellas. Las almas que fueron de corazón duro y despiadadas en la tierra sólo pueden ser ayudadas por actos de misericordia y generosidad. Lo que se pecó en el madero tenía que ser expiado en el madero (la cruz), por lo tanto todo lo demás también debe ser expiado como fue pecado.”
  • Ella veía a los tentadores que aún tenían tiempo de convertirse, pero ya no podían reparar la desgracia que habían causado, en forma semejante al espíritu malignl, porque es cosa propia del diablo seducir a la gente al mal.
  • Las pobres almas que en vida prestaron poca atención a sus ojos tenían que mostrarse a ella con ojos espantosamente grandes.
  • Almas engreídas por su conocimiento se le aparecieron con la cabeza inclinada.
  • María Ana reconocía la vanidad en la vida por su rostro canceroso.
  • Si un alma apuntaba con el dedo hacia la frente, significaba terquedad en la vida.
  • Reconocía la ofensa en el rostro desviado y la pereza en el aspecto miserable de las manos.
  • Cuando María Ana veía un alma orando en un rincón, le quedaba claro que no había sido obediente en su vida y que estaba trastornando el debido orden.
  • Las personas que amaban demasiado a los animales en sus vidas tenían que mostrarse ante ella con un animal así alrededor del cuello.
  • Las almas que en vida se preocuparon demasiado por lo terrenal y descuidaron lo eternamente fugaz fueron reconocidas por sus rostros pequeños e infantiles.
«El 15 de Diciembre, a medianoche, vino a mí un alma del Purgatorio que yo había conocido muy bien en vida. Era un músico de la corte, un gran violinista. Johann Georg Löderer (éste era su nombre) fue profesor de música de mi hermano Franz Philipp y también me daba lecciones a mí. Fue una persona a la que le gustaba mucho beber. Con frecuencia lo reprendía y le decía que si continuaba asi acortaría su vida. Murió el 17 de Enero de 1688. Mientras dormía, sobre la cortina de mi cama se me apareció esta alma bajo la figura de un sapo enorme y monstruosamente hinchado. Me desperté y me espanté porque creí que se trataba del espíritu maligno. El alma se hizo entonces reconocer moviendo las cuerdas de mi lira con tal fuerza que pensé que la rompería por la mitad. El miedo desapareció y pregunté al alma por qué se había aparecido bajo aquella figura. El alma me explicó que para él era una particular pena el tener que mostrarse con la apariencia de un animal, y que eso se debía a que en vida se había comportado de una manera similar. Como el sapo vive en lugares húmedos y fangosos y quiere estar siempre húmedo, de la misma manera aquella alma había amado mucho el beber. El alma también admitió que por haber vivido de esa forma, había acortado su tiempo en el mundo, y que si no hubiese recibido ayuda habría tenido que sufrir tantos años cuantos había quitado a su propia existencia (28). Después de haber hecho mucho por su alma, recibí una señal de que ya había llegado a la gloria.
   
Otra alma del Purgatorio, un albañil que varias veces había trabajado en casa de mis padre y tenía la mala costumbre de blasfemar y beber, me fue mostrada dentro de una prisión con robustas rejas, como se tienen los animales salvajes. Levantó las manos hacia mí implorando y, entre muchos gemidos, me pidió ayuda explicándome que debía sufrir intensos dolores en la lengua a causa de sus blasfemias. Tuve que pronunciar para él la palabra de la Santa Cena de un modo particularmente devoto y yo misma sufrir mucho por él ayunando y privándome del agua. También en este caso vi que Dios lo había llamado pronto de este mundo debido a su repugnante vida, y que habría tenido que sufrir mucho más tiempo si no se le hubiese concedido la gracia de poderse mostrar. Su única súplica fue: "Tú puedes y debes ayudarme".
   
Una vez, mientras como de costumbre oraba ante la imagen de la salutación angélica (Ave María) en la Capilla de Nuestra Señora en la Iglesia de San Miguel, se me apareció un alma con el aspecto que tuvo en vida. Lloraba con inmensa tristeza y traía en su mano una copa de vino, mostrándome de ese modo cuál había sido su error. Era un hombre de edad aún joven. Me dijo que si no lo hubiese ayudado habría tenido que sufrir cuarenta años, porque en tal medida se había acortado su vida a causa de su exceso en el beber. Porque en vida había amado a María como un hijo y había sido también compasivo con los pobres, la misma Madre de Dios me exhortó a ayudarlo. Ayuné a pan y agua por cuarenta días y por medio de la Madre de Dios ofrecí en sacrificio por esta alma mis oraciones, mis confesiones y comuniones, las indulgencias y las limosnas. Transcurridos cuarenta días me fue revelado que aquel hombre ya había llegado al Cielo.
  
«Para que conozcan cómo por aquellas cosas con que uno peca, por ésas mismas es atormentado" (Sab. 11, 17).
   
El pecador es castigado con mayor frecuencia por lo que fue la herramienta u objeto de su pecado. (
  
Hoy (10 de marzo de 1714) vi un alma en el Purgatorio cuyo rostro, y especialmente los ojos, estaban tan devastados que es imposible describirlos. Me di cuenta de que a esta alma le gustaba mirar malas imágenes en la vida y que todavía se le concedía una gran gracia para que pudiera morir con pesar. También se me mostró el gran daño que causan las malas pinturas y cuadros.
   
El 16 de septiembre de 1704 se me apareció la Condesa de Sternberg (una familia noble de Bohemia). Tuvo que sufrir mucho por la desnudez que llevaba en vida con vestidos recortados. Como estaba bastante olvidada por su familia, parecía haber envejecido terriblemente, y con tristeza la escuché decir: "No me voy a casa" (al cielo) por mucho tiempo.
   
El 8 de enero de 1714 vino a verme una hermana laica de nuestra sagrada orden. El rostro era como si hubiera sido destruido por una enfermedad cancerosa. Me fue revelado que esta hermana prestó no poca atención a su apariencia en la vida.
   
Otra alma de nuestra sagrada orden se me apareció y se veía tan miserable, como si las aves rapaces le hubieran comido toda la cara. Así que ella también tuvo que mostrarse a mí, porque en su vida era vanidosa con su hermoso rostro y le resultaba difícil aceptarlo.

El 13 de septiembre de 1703 vino a mí un alma a la que conocí bastante bien en vida. El mismo se acercó a mí y me tocó la frente con la mano, de modo que durante tres días pensé que me habían puesto una capucha muy pesada. Le pregunté lo mismo que quería que yo entendiera con este cartel. El alma me confesó que en vida había sido muy crédula y terca y acostumbrada a sólo seguir su cabeza; como resultado, se metió en muchos errores y en una gran confusión.

Después de Completas el 14 de diciembre de 1712, el alma de una hermana laica vino a mí luciendo muy lamentable. Esta alma me mostró su sufrimiento especialmente en sus manos. Las manos estaban muy hinchadas y parecían gangrenadas; Esta hermana me dejó claro que le gustaba tener las manos bonitas, así que trabajaba poco, delegaba el trabajo a otras hermanas y estaba mucho tiempo ociosa y parada de vez en cuando.

El 20 de enero de 1723 se me apareció un alma con los ojos rotos y era horrible de mirar. Me di cuenta que en vida estaba muy enojada y celosa de sus vecinos y especialmente de los pobres. Esta alma todavía tuvo gran gracia de poder prepararse para la hora de la muerte".
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"Yet man does not understand it in his splendor: it is like a cattle that is corrupt." (Ps 48, 21)
   
¿Cómo les va a los cristianos separados?
   
María Ana responde:
“Dios también me dio mucha luz sobre aquellas almas que vivieron en el luteranismo y también murieron en él. Muchos de ellos no están perdidos para siempre, sino que han alcanzado la felicidad porque no tuvieron suficiente entendimiento o incluso eran inocentes, por lo que Dios les dio la gracia al final de sus vidas para hacer un acto de arrepentimiento que fue suficiente para la felicidad, y luego murieron por la gracia de Dios. Me fue revelado que estas eran almas que, en vida, creían en la verdad de que nada impuro podía entrar al cielo. Me los mostraron en una prisión muy diferente, y me abrieron la boca como hombres hambrientos, quejándose de que los había olvidado.
    
Al principio no sabía qué tipo de almas eran estas; pero después de orar, me fue revelado que estas almas estaban completamente sin ayuda. Me dijeron que debía y podía ayudarlos; porque por no haber vivido en la verdadera Iglesia, también ellos están privados de todo recurso y ahora se refugian en mí.
    
Estas almas exigían especialmente el Santo Sacrificio de la Misa y la Sagrada Comunión, lo que se indicaba en su hambre.
  
Cristo me dijo en la Sagrada Comunión: "Tienes mucha razón al orar por estas almas"

Ante Dios no hay acepción de personas

Incluso las cabezas coronadas buscaron y encontraron ayuda en María Ana, como ella también informa:
"El 24 de febrero de 1704 fui movido desde dentro a orar por la abuela de la Electora. El 26 de febrero fui exhortado a ofrecer mis oraciones por el elector Fernando María (+ 26 de mayo de 1679). Esa misma noche recibí la visita no solo del Elector, sino también de la Electora Adelaida (+ 18 de marzo de 1676) y de su hija María Ana Cristina (+ 20 de abril de 1690 como esposa de Luis XV en Francia). Sufrí mucho ese día.
   
El 22 de febrero, en la sagrada Comunión, recibí la esperanza de que pronto darían a luz, y también los vi sufrir menos.
   
El 29 de febrero, cuando había pasado tres horas en oración y especialmente ofrecido actos de amor por estas pobres almas, poco después de las cuatro de la mañana vi las almas del Elector, su esposa y su hija, y el alma de la abuela de la Electora, muy gloriosa entra en el cielo. Poco después, otras almas se pusieron en contacto y tuve que orar especialmente por las familias de los gobernantes de Austria y España”.
El 17 de junio de 1696, murió Juan III Sobiesky, Rey de Polonia, en su 72º año. Entonces Maria Anna escribe en 1703:
“Varios meses antes de que tuviera una revelación sobre el Rey de Polonia, un alma me contactó fuertemente y me asustó muchas veces por la noche. En la fiesta de la Santa Madre Teresa (15 de octubre), de repente me despertaron a medianoche y tuve que correr a orar. Recé especialmente por nuestra graciosa Electora (Teresa Cunegunda, hija del rey Juan III Sobiesky) porque era su onomástica. Mientras estaba orando, me vino el pensamiento de orar por los difuntos de toda la familia electoral, sin pensar en ninguna persona en particular.
  
En la octava de la Santa Madre Teresa, vi a esta alma como un gran caballero que, sin embargo, no hablaba nada. Incluso durante el día lo noté en mi lado derecho. Cuando lo noté lo suficiente, desapareció sin revelarme nada más.
   
El 4 de noviembre, en la octava del Día de los Difuntos (también era el primer domingo del mes), estaba extasiada y me condujeron a un salón grande y hermoso donde se había colocado un féretro. Cuando volví en mí, aunque muy débil, me sentí impulsada a orar y ofrecer la Sagrada Comunión por este gran difunto.
   
A la medianoche del 6 de noviembre, nuevamente me despertaron rápidamente y escuché las palabras: "¡Ora por el padre de la Electora!". Durante esta oración se me reveló esta alma y reconocí todas sus faltas y defectos. Sabiendo esto, ofrecí todo a Dios por aquella alma, pero especialmente la sangre preciosa de Cristo.
   
Del 6 al 11 de noviembre me esforcé por obtener tantas indulgencias como fuera posible ganar para el alma y me dieron esperanza para esa alma. El 11 de noviembre, festividad de San Martín, se me mostró un delicioso banquete en una visión, y a través de esto se me hizo reconocer el banquete celestial al que pronto será admitida esta alma. Durante la Santa Misa, vi esta alma subir al cielo con ojos reales, y en ese mismo momento todos mis miedos se desvanecieron.”
Llama la atención que los escritos de María Ana no se refieren al piadoso Emperador Leopoldo I como la revelación de su muerte, que ella recibió en marzo de 1705 y que expresa en las palabras:
"El 10 de marzo se me mostró cómo un poderoso marco de ventana fue arrancado a la fuerza y me informaron la muerte de un potentado, y que Dios tendría misericordia de su alma".
Probablemente este príncipe, según el corazón de Dios, ya no necesitó de su ayuda en el más allá, ya que pasó en vida por el abundante purgatorio de los turcos. El santo padre capuchino Marcos de Aviano, como confesor, guía espiritual y consejero incluso en los asuntos imperiales más importantes, dio del Emperador un testimonio que no podría ser más hermoso.

María Ana escribe más sobre el emperador José I, hijo y sucesor de Leopoldo I en el gobierno. El emperador José I murió de viruela el 17 de abril de 1711. Dios reveló la enfermedad del emperador a la bienaventurada María Ana en oración.
“Después de la Santa Comunión el 15 de abril, oré al Señor por el Emperador y le pregunté si ya debería morir. Me han dicho: “Sí, y es bueno para su alma que se esté muriendo.”
  
Cuando llegó la noticia de que el Emperador había fallecido, me asusté mucho y Dios me inculcó un amor especial por su alma, derecho a hacerle mucho bien, y a ayunar, y a menudo sentí esta alma durante la oración. Después de que terminó el ayuno, el alma vino con más frecuencia. Esta mañana (26 de enero), cuando estaba despierto pero aún no me había levantado, vi esta alma con una túnica larga y negra. Con mucho amor y con mucha dulzura este espíritu me llama: “¡Virgen María Ana!”. Yo no pude reconocer el espíritu, y Dios mandó a esta alma. Como todavía dudaba si era una persona espiritual o secular en la vida, me dirigieron así: "¿No me conoces cuando vengo a ti todos los días? Soy el emperador José".
    
Desde entonces hice lo que pude por él. Así que el 29 de enero lo vi, con un ojo abierto y el otro cerrado. Se me reveló que esto se debía a que en vida había tenido muy poco cuidado por la Iglesia de Dios. El 9 de febrero se me apareció esta alma completamente blanca, y el 14 de febrero la vi ascender gozosa y gloriosamente al cielo.”
Esta sería una pequeña selección de las apariciones de las pobres almas y estas pocas ya justifican suficientemente las palabras de María Ana:
"Nadie puede creer lo que me han costado las pobres almas. Sin embargo, descubrí que me asustaban mucho más las personas de alto rango que otras personas de rango inferior".

Almas con una purificación más corta
    
Basada en sus experiencias con las pobres almas, María Ana dice que aquellos que aman la muerte, permanecen poco tiempo en el Purgatorio:
   
La condesa María Ana Josefa Teresa Preising, nacida Rechberg auf Hohenaschau, era muy cercana a María Ana y la visitaba frecuentemente durante su vida, así que ella se apareció poco después de su muerte el 17 de Octubre de 1721. María Ana lo relata así:
«El viernes 17 de Octubre de 1721, temprano en la mañana, a las cuatro en punto, fui invitada a orar por la condesa, que estaba en los dolores del parto. Ella murió a las nueve en punto, e inmediatamente después de su muerte se me apareció en el coro. Estaba muy feliz, porque ella había sido muy piadosa en vida. Ella me señalaba como si estuviera viva, sosteniendo una manzana en su mano, y estaba pronta a comerla. De esta alma encontré cuán descarriada estaba, si hubiera estado remplazando el día por la noche. La condesa me pedía especialmente la Sagrada Comunión, que a menudo no recibía en vida. Ella me confesó que nunca le había faltado alimento, pensando que no era necesario, e inútilmente perdía un tiempo precioso. El 18 de Octubre, toda la comunidad ofreció por ella la Sagrada Comunión. El viernes 24 de Octubre, ella entró al Cielo por el privilegio (sabatino) asociado con el escapulario carmelita que ella vestía. La vi elevarse con inconfundible gozo y oí un gran canto, que decía: 'Vánitas vanitátum!' ('Emptiness over vanities!'). La condesa entró al cielo tan rápidamente porque como una joven madre, se sometió enteramente a la voluntad de Dios, y buscó tan diligentemente el Santísimo Sacramento.

El difícil destino de los sacerdotes
    
Mucho más cruel es el destino de aquellos a quienes el buen Dios les ha confiado más y les ha dicho: «Vosotros sois la luz del mundo" y «brille vuestra luz delante de los hombres" (Mt. 5, 14 y 16)
«El 30 de Abril de 1713 vi en el Purgatorio un Sacerdote secular (Párroco). En él noté mucha negligencia, y comprendí la distinción que debe haber entre Sacerdotes y laicos, que con frecuencia no se hace [«Nugæ in ore láici nugæ sunt, in ore autem clérici blasfémiæ/La broma en la boca de un laico es una broma, en la de un clérigo es blasfemia», dice San Bernardo, De consideratióne, libro III, cap. III]. En aquella ocasión me fue mostrada un singular ejemplo. Vi junto a este Sacerdote un candelabro, un candelabro común. Estaba muy sucio, lleno de gotas de cera y tenía sólo una pequeña llama. Me fue dicho que el candelabro representaba el alma y el cuerpo. El alma debe dar buen ejemplo e iluminar como una llama. El cuerpo, en el cual habita el alma, debe seguirla y no ser un candelabro sucio, de modo que la luz adorne al candelabro y el candelabro a la luz. Me pusieron a considerar si acaso estaría bien poner sobre una mesa delante de una distinguida y honorable persona un candelabro así de sucio. Me fue dicho: Así como no queda bien poner hermosas velas blancas en un ordinario y sucio candelabro de cocina, del mismo modo Dios no concede su luz y su gracia a un hombre que, puesto en el candelabro, debe iluminar, y, que por el contrario, no da ninguna luz, ningún buen ejemplo, y más bien es una luz tenue, ya cerca de apagarse.
    
El 6 de Diciembre de 1705 se me aparecieron las almas de dos Sacerdotes seculares, dos Párrocos. Uno ya tenía casi treinta años de fallecido, y el otro sólo seis meses. Ambos se me aparecieron como niños de diez o doce años, pero vestidos con alba y estola. Vinieron así de pequeños porque tuvieron mucha estima por las cosas temporales y por haber buscado dinero y bienes. Vi que padecían terribles penas, suplicaban con los ojos cerrados y la boca abierta. Habían sido privados de la visión de Dios y debían permanecer en las tinieblas porque, habiendo hablado a sus feligreses de la verdadera luz, ellos mismos no la amaron y por lo tanto no fueron transformados. Además me fue dicho y mostrado que los Párrocos están encargados de usar su dinero y sus bienes sólo para el mismo Clero, y que no pueden dejarlo a sus parientes sin tener que responder" [30]

[30] San Carlos Borromeo jamás utilizó los bienes de la Iglesia para su familia, porque "son propiedad de Cristo", decía, "y yo no soy el dueño, sino el administrador" (Guisano, Vida de San Carlos).

Incluso el príncipe-arzobispo José Clemente de Colonia, uno de los hermanos del príncipe Maximiliano II Emanuel (murió el 12 de Noviembre de 1723), se apareció a la beata como un pobre pastorcito. «El 29 de Marzo de 1699 me fue mostrado un Obispo en una espantosa prisión hecha toda de fuego. Vestía ropa secular muy pobre, porque en vida había pensado más en las cosas terrenas que en las espirituales" (31).

[(31) "Todo el poder y el lujo de las cosas terrenas, en comparación con la gloria y la riqueza que Dios mismo, es sólo pobreza y miseria, y por lo tanto, el alma, deseosa de poseer esas cosas, es pobre y miserable ante Dios". Galo Schwab, San Juan de la Cruz, I. 1, cap. 4, pág. 30

El duque Felipe Mauricio de Baviera (nacido el 5 de Agosto de 1698), hijo del príncipe Maximiliano II Emanuel, el 14 de Marzo de 1719 fue nombrado Obispo de Paderborn y poco después, el 21 de marzo, también Obispo de Münster. Se fue a Roma. «El día de la elección del Duque, en el año 1719, durante la oración, de un momento a otro, él me fue mostrado muerto, y con eso entendí que él moriría. El 19 de Marzo llegó la noticia por correo de que el 12 de Marzo había muerto y que había sido sepultado en la Iglesia de Santa María de la Victoria. El 21 de Marzo, debido a las cosas infantiles a las que se había dado, se me apareció en el Coro con el rostro de un niño que aún no está en capacidad de hablar; el 23 de Marzo se me mostró como un Sacristán, y el 24 de Marzo con el hábito negro de Sacerdote que solía llevar. El 28 de Abril entró en la paz eterna y el 1 de Mayo lo vi como un Ángel del Señor, y esto porque en vida había demostrado mucho amor por la Madre de Dios".

En 1704, los ocupantes de los dos conventos de Altomünster huyeron de los enemigos de Múnich. El Convento de las Monjas se encuentra en el edificio adquirido en el año 1671 por la Abadesa Febronia Körnl. Fue allí donde el 23 de Septiembre de 1704 murió la Abadesa María Clara Reuschl, de la cual los anales dicen que incrementó las posesiones del Convento comprando terrenos por 4000 florines y haciendo construir la residencia del Obispo (ahora la casa parroquial) y la sacristía. Hoy (12 de Noviembre de 1704) se me ha aparecido la Abadesa del Convento de Altomünster. Al principio se me mostró no con el hábito de la Orden, sino vestida como una sirvienta. Ahora, en este momento, he empezado a verla con apariencia de niña, llorando en brazos de su Santo Ángel Custodio. Ha debido aparecerse así porque, como hacen los niños, a los ojos de Dios se ocupaba de cosas pequeñas, y por eso fue sometida a un juicio severo. Me ha sido revelado que debe padecer en el Purgatorio hasta que las siguientes Abadesas reparen aquello en lo cual ella se descuidó. Me fue hecho entender cuán necesario es preocuparse más de la perfección de los subalternos, que del alimento y los placeres del cuerpo. Me fue también recordado que no por nada fue dicho: "Marta, Marta, tú te afanas y te agitas por muchas cosas, pero una sola es necesaria" (San Lucas X, 41).

Cuán ciertas, valiosas y muy dignas de consideración son las palabras del venerable Tomas de Kempis" ("Imitación de Cristo", libro tercero, cap. XXXI, 2).

No te prives del llamado espiritual
   
Cuán estrictamente castiga Dios cuando los hijos son distraidos del llamado espiritual y la vida religiosa, lo veremos en este caso.
    
«En febrero de 1709, vi un alma y era como un fuego. Esa alma fue una cervecera en vida, tuvo una hija que iba a irse al monasterio, para que los huéspedes no la arruinaran en casa. Cuando su madre notó esta inclinación, ella tomó a su hija a casa con el pretexto de reexaminarla, y de hecho para dañar sus pensamientos. Luego de tres semanas enfermó y murió hace pocos días, y hoy 12, vino a verme en este horrible, horrible estado de cosas, suplicándole que le dijera a su hija que persevere en sus buenas intenciones y las realice, porque sólo de esa manera su sufrimiento será reducido y ella será rescatada.

En 1704, vino a mí un alma que había muerto hacía quince años y que en su vida era considerada muy piadosa. Ella me dijo: «¡No vengas tan rápido al Cielo!' "
   

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Anna Maria Lindmayr - Auxiliadora de las almas pobres
1657 - 1726




Aproximadamente cien años después del florecimiento de la mística en España por Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, la gran mística María Anna Josefa Lindmayr vivió en Baviera , nació y murió en Munich.
Por un permiso especial de Dios, tuvo relaciones con almas del purgatorio.
MA Lindmayr escribió un diario por orden expresa de su director espiritual.


Por qué tuvo que escribir sobre las pobres almas :

Como he tenido un gran impulso de Dios Todopoderoso para escribir sobre las pobres almas, y como se me ha hecho saber que es beneficioso para las pobres almas y conducente a la virtud y la perfección en los que aún están vivos, he estado bastante movido y he determinado que si Dios me daría vida y si tendría suficiente fuerza después de mi enfermedad.
Sin embargo, desapercibido, el mal enemigo me impidió hacerlo durante unas cuatro semanas bajo la apariencia de bien y ya no quise llevar a cabo el proyecto.
Solo pensar en ello me hizo sentir una repugnancia interna y sentí que era innecesario. Durante este tiempo, sin embargo, Dios me ha afligido de varias maneras con sequedad y oscurecimiento mental, y he descubierto que Dios me castigaría, como lo ha hecho muchas veces antes, si no quería seguirlo de inmediato.
El día de St. Finalmente he vencido a Antonio y decidido de nuevo magnificar a Dios en cuanto pueda, para gloria del santísimo nombre de Jesús, mostrando su infinita bondad y misericordia.

En la medida de lo posible y veraz, quiero escribir en la medida en que Dios y el Espíritu Santo me den gracia para ayudar a las personas, si yo ya no estuviera vivo, para que puedan protegerse de los terribles tormentos del purgatorio y de sus vidas. sanar y así acudir en ayuda de los muertos.

En obediencia a mi padre espiritual, P. Candidus a S. Elisaeo (+ 23 de noviembre de 1720), carmelita a quien he confiado mi alma, escribo lo mejor que puedo y en la más alta verdad ante Dios Todopoderoso, estoy en presencia de lo que me ha pasado a causa de las pobres almas:


Desde mi juventud me incliné por amar a las pobres almas y desde temprana edad mostré mi amor hacia ellas rezando el Rosario los sábados.
Cuando llegué a una mayor luz y comprensión, di bastantes de mis obras a los queridos difuntos, los recordé en todos mis ejercicios e hice varias obras de penitencia por ellos durante muchos años.

Entre otras enseñanzas y enseñanzas que tuve de Cristo estaba esta:

Cada semana debo tomar cierta virtud y practicarla, ante Dios y los hombres, interior y exteriormente, según se presente la oportunidad, pero dar el mérito de estos actos a las pobres almas: p. B. La humildad de aquellas almas que sufren por soberbia y están retenidas en el purgatorio porque no han practicado mucho esta virtud, es más, se han valorado a sí mismas y despreciado a los demás.

También debo hacer actos interiores de humildad y desprecio de mí mismo y enviar tales obras al purgatorio por manos de la Madre de Dios o de mi santo Ángel de la Guarda.

También debo invocar a las pobres almas como ayudantes, para que me amonesten por medio de su santo ángel custodio, si faltare a esta virtud, para que las ayude y satisfaga la justicia de Dios, y así puedan ser redimidos de este fuego severo.

Precisamente a través de la humildad se puede ayudar mucho a las pobres almas, mucho más que a través de otras pesadas obras de penitencia.

Así fui conducido por Cristo a las virtudes e instruido en ellas, ahora en una, ahora en otra, y siempre por aquellas almas que carecieron de esta virtud en la tierra y ahora tienen que sufrir por ella en el purgatorio.

Así mostré mi amor a las pobres almas algunos años antes de que Dios me hiciera digno de la misericordia de las pobres almas, y aprendí mucho con esta práctica de virtudes.

Y debido a que las pobres almas me han amonestado diligentemente, no he cometido un error fácilmente.
Pero no pensé nada especial al respecto, menos imaginé que redimiría a las pobres almas al hacer esto.


Cómo comenzó

Cuando tenía doce años, sentí las pobres almas sin entenderlo.
Desde hace varios años he recibido muchas amonestaciones de ellos de diversas maneras según mi perfeccionamiento y práctica de las virtudes.

Siempre le pedí a Dios que me guardara de tales cosas; porque temía mucho que el malvado enemigo pudiera interferir y engañarme.

Tan pronto como sentía algo así, siempre clamaba con celo a Dios para que no me llevara por un camino que sería difícil de entender para mi padre espiritual y podría ser peligroso para mí.

Mi asociación más cercana con las pobres almas comenzó poco después de la muerte de mi padre.

Al tercer día, cuando el padre aún yacía muerto en la casa de la Brette, fui llamado a la Virgen María Pecher por su hermana Magdalena. Me indicó que tiene mucha fe en mí y que le gustaría hablar conmigo; pero como estaba enferma, no pudo venir ella misma.
No he tenido comunión con ella antes, pero escuché que anteriormente había querido conocerme, pero su madre, quien murió el 3 de enero de 1687, siempre se lo impidió, porque temía que yo quisiera que su hija fuera ministra o promovida. estado espiritual.
Incluso después de la muerte de su madre, Maria Anna Pecher se comportó muy bien y respetablemente, como corresponde a una virgen, y se comprometió con un tal Hufnagl.
Tuve que excusarme con la "queja" porque no me dejaban salir de la casa hasta que terminaran los servicios del Padre, pero le prometí que vendría esta semana.

Era justo el día de St. Catalina la Virgen y Mártir un sábado cuando llegué a su casa. Ella me habló sinceramente y me pidió que orara por ella para que muriera en estado virginal, lo cual también le prometí y tan pronto como llegué a la iglesia fui a la finca más preciada, donde cumplí mi promesa con gran celo.

Y al tercer día después de haber puesto todas sus cosas en orden y hecho todo lo necesario para un final feliz, murió en el Señor el 28 de noviembre de 1690 y fue sepultada en San Pedro frente al altar de Mariahilf.

He estado aterrorizado por esta muerte rápida, y temido por el malvado enemigo como si les hubiera rezado hasta la muerte;
También me alegré de que nadie supiera lo que habíamos hablado entre nosotros.

No tenía el menor pensamiento de que ella vendría a mí después de su muerte, pero pronto sentí su presencia a través de varios signos.

Sin embargo, como yo no tenía experiencia en tales asuntos, y mucho menos los imaginaba, recibió poca ayuda de mi parte.
Varios días después, era un viernes 1 de diciembre, cuando estaba rezando la oración de la tarde frente a mi imagen de Nuestra Señora, me dijeron en voz alta: "¡Recen por mí!"y sentí como si escuchara cantar la canción de la muerte. Entonces ella abanicó un viento frío en mi cara y tiró de mi ropa. Cuando caminé con una luz durante la noche, vi algo como una sombra que me pasaba, pero incluso entonces no pensé en eso.


Cómo se encontró con la primera pobre alma

Finalmente, en el día santo de la Inmaculada Concepción de María

en 1690, me encontré con lo siguiente: Solía ​​ir a la Capilla del Cabello de Nuestra Señora a las cuatro o cuatro y media todos los días de las mujeres, a menos que fuera enfermo. escuchar Misa y guardar mis devociones.

Completamente solo en el callejón y armado con una pequeña linterna, corrí a St. feria industrial; En medio de Carmeliter-Gang (-Calle), vi frente a mí a una persona vestida toda de blanco del tamaño del Jungfrau Pecher.
No lo pensé más, de lo contrario habría llegado la fruta.
Esta figura caminó frente a mí todo el camino, las calles anchas y hasta la iglesia de los jesuitas. Cuando quise ver exactamente si él estaba allí, no pude ver a nadie.
Sólo después, en la capilla, recuerdo quién me había precedido y recibí conocimiento interior al respecto.
Más tarde también se sintió por la noche y me despertó a medianoche.
Después de estos signos sentí un tierno amor por ella y oré con mucha confianza en las oraciones de la noche frente a mi imagen de la Madre de Dios:
"Si basta para la gloria de Dios y la salvación de esta alma, que venga y dáse a conocer para que yo no sea engañado.”

Esa misma noche a las doce tuve presente su alma. Era como si alguien estuviera presionando con un dedo al rojo vivo, como si fuera un clavo al rojo vivo, en mi pie de una manera tan dolorosa, como si mi pierna fuera a lastimarse.

Ahora me levanté enseguida y me entregué frente a mi altar, con lo cual Dios me puso en tal estado que no pude controlarme durante tres horas, pero sin haber perdido el conocimiento.
Tuve que prestar mucha atención, entonces se me reveló todo lo que le faltaba a esta alma.

Me fue revelado que esta alma fue llamada al estado virginal y que el Señor se la llevó tan temprano sólo porque era una novia y que moría virgen.
Nunca podría haber imaginado que las cosas serían tan severas allí en el más allá; sí, nadie podría entenderlo. Pero primero fui enseñado por esta alma, y ​​luego pude creer lo que nunca hubiera creído de otra manera. Tal como lo entendí, así fue.

Al día siguiente vino mi madre fallecida y me hizo lo mismo, solo que me quemó aún más. Con ella también tuve que pasar tres horas en oración y darme cuenta de lo que le pasaba.
Me fue revelado que la madre de MA Pecher también solo tuvo que morir tan temprano porque había hecho todo lo posible para alejar a su hija de las arenas espirituales (estado religioso) y también que tuvo que sufrir mucho en el purgatorio por esa misma razón.

Esta misma alma me señaló muchos otros errores que había cometido por comer y beber bien y no querer controlarse.

Como a ella tampoco le gustaba dar limosna en vida , me dijo que su marido, que aún vivía (+15 de junio de 1700), me enviaría algún dinero para repartir entre los pobres de la casa.
El dinero en realidad vino a mí.

Esta alma me costó mucho y tuve que ayunar a pan y agua por ella.
Cuatro semanas después todavía veía las marcas de quemaduras en mis pies; pues en él quedó visible la forma de la mano y del dedo con que aquellas almas habían tocado mi pie.

Tanto el consuelo que recibí de estas apariciones, estas almas me han costado tanto.

Después de haber hecho todas las obras de satisfacción por estas pobres almas, madre e hija fallecieron el 13 de diciembre de 1690, en la fiesta de S. La mártir Lucía volvió a entrar en mi habitación y sonó un canto muy hermoso del salmo:
"...A la casa del Señor iremos", que me llenó de una alegría indescriptible.


De: María Anna Lindmayr,
Mi trato con las almas pobres
Christiana Verlag




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Alguien que durante mucho tiempo se había creído que estaba en


el cielo.La noche siguiente, la madre de mi padre se puso en contacto conmigo; era la fiesta de St. San Juan de la Cruz, en cuyo día murió hace diecisiete años. No hubiera creído que todavía estaba en el purgatorio, pero pensé que estaba en el cielo hace mucho tiempo.
A menudo, pero especialmente en el Día de las Pobres Almas, oíamos ruidos extraños en la casa, pero no sospechábamos que pudieran provenir de un alma del purgatorio.
No he sido, por la gracia de Dios, dado a la vanidad, y por eso siempre les he hablado por miedo.
Pero esta vez cuando ella se anunció en mi cuarto, fue tan fuerte que mis hermanos la oyeron y vinieron a mí con miedo y me preguntaron si no había oído nada; porque nuestras habitaciones estaban una encima de la otra.
No le dije mucho, aunque sabía lo que significaba el sonido.

Ella vino como las demás, a medianoche, y la oí gemir como un enfermo terminal, y me vi en la misma forma que moría.
Inmediatamente sentí pena por ella porque la amaba en vida como mi madre y yo estaba allí cuando ella murió. Ella vivió en nuestra casa durante diecisiete años y amaba la paz, por lo que nunca hubo un desacuerdo entre ella y mi madre, lo que mi madre siempre valoró mucho de ella y, por lo tanto, la quiso mucho.
La abuela llevó una vida piadosa, dio buen ejemplo y oró y veló mucho hasta su muerte (tenía 84 años), lo que nos dio a todos la esperanza de que ya no estaría en el purgatorio.
Y sin embargo, la mano de Dios los mantuvo allí en Su justicia.

Me pidió que la ayudara, pero yo estaba en la cama y no podía levantarme porque me dolían mucho los pies por las quemaduras. Además, en parte por miedo a que me volviera a pasar algo, no quería levantarme, aunque me gustaría celebrar la fiesta de San Pedro. Juan de la Cruz habría recibido la Sagrada Comunión.
Así que decidí quedarme en casa para no hacerme daño; porque la hinchazón y el calor en los pies era terriblemente fuerte y casi parecía un fuego (brasas), de modo que mi madre quería mandar a bañarme y estaba a favor de que me quedara en la cama.

Entonces, mientras dudaba, el alma de mi difunto padre vino a mí, me animó y dijo que debía levantarme y ayudar a su querida madre a salir del purgatorio; No necesito tener miedo, solo confiar en Dios y nada me pasará.
Me habló con mucho cariño y me recordó su propia gran caridad, que practicó en vida, levantándose a veces en la noche para ayudar a los demás.

También me recordó los grandes dolores de las pobres almas y no debo tomarme a mal ayudar a su madre y quiero concederle una indulgencia plenaria en este día .

Impulsado por esta amonestación aguda y amorosa, me levanté en seguida, fui a la Iglesia de las Carmelitas, y estuve allí muchas horas sin siquiera pensar en mi dolor.

Cuando volví a casa, no me pasó nada; su alma me dio sólo una pequeña señal de redención.
Pronto desapareció la hinchazón de mis pies y con ella el miedo de que me pudiera pasar algo de parte de las pobres almas.

Mantuve todo en secreto y ni siquiera se lo conté a mi madre. Solo informé a mi confesor de lo que había sucedido, porque él se había dado cuenta de algo, y luego recibí de él obediencia.



La imagen Ecce-Homo


Así como Dios mismo comenzó esto, así también su providencia dispuso todo y lo dispuso maravillosamente para que tuviera mi propia habitación; porque no estaba solo antes.

En esta sala he preparado un altar, he puesto mi imagen de la Madre de Dios debajo de la cruz y debajo otra imagen devocional, dolorosamente llorando, el rostro de Cristo como “Ecce Homo”. (Los preparativos de su habitación, transformándola en capilla, fueron realizados por Maria Anna en la fiesta de Santo Tomás Apóstol en 1690).





Confié en esta imagen, especialmente en la noche, y me sentí obligado a orar por las pobres almas frente a ella.

El día después de la fiesta de S. Tomás, era viernes, recé allí a medianoche y encendí una vela de cera en honor a la Madre de Dios y para consolar a las pobres almas.
Mientras hacía mi meditación sobre la pasión de Cristo, como era mi costumbre, daba rienda suelta a mi espíritu, y era especialmente celoso de ayudar a las pobres almas por los méritos de la pasión de Cristo.

Mientras oraba, sin imaginar nada, miré la imagen, y noté cómo Cristo en esta imagen comenzó a llorar tan fuerte que era lamentable, y la imagen sagrada se hinchó en un llanto amargo, de modo que tuve miedo de ese Vidrio que estaba delante de él debe romperse.

Estoy indescriptiblemente conmocionado por esta vista, porque estoy completamente despierto y en ningún otro estado (sin deleite y visión, es decir, completamente consciente) arrodillado frente a esta imagen y la he visto con mis propios ojos.
También lo he visto disminuir y luego detenerse por completo;
pronto empezó a llorar de nuevo aún más fuerte y más flexible, y así lloró siete veces.

Fue lamentable verlo, no sabía qué hacer con mi dolor y también lloré mucho.
Entonces me preocupé mucho de que Cristo no hubiera llorado por mí, y tuve mucho miedo por eso. Dios también me dejó en tales temores durante varios días.

Finalmente le pregunté a Cristo qué significaban sus siete llantos amargos, con lo cual su amor me reveló que lloró y había llorado tan amargamente por piedad por las personas que amaba.

Pero cuando le pregunté por qué acababa de llorar siete veces, me dijo que tuviera piedad de él, que nunca olvidara su llanto ante esta imagen y que orara diariamente por siete tipos de personas en particular.

Entonces todo me fue dicho, y también Cristo me dispuso exactamente como él quería que yo fuera para su gloria, lo cual se mostró claramente durante los días santos de Navidad y la siguiente fiesta de Año Nuevo.

El día de Año Nuevo de 1691 sentí gran devoción y deseo en mi alma de pasar este Año Nuevo en gran perfección.
Tenía un deseo particularmente ferviente de orar diligentemente por la Iglesia Católica y por todas las personas. También me he entregado completamente a Dios en oración interior para que haga de mí lo que quiera y me use para su gloria como le plazca, ya que sólo quiero vivir para cumplir su santísima voluntad.
Cuando luego pregunté qué debería hacer este año, escuché las palabras:
“Quiero que sufras sin traicionarlo, que vivas como un niño y que ames como un serafín

”. Que cuide de las almas que tanto sufrimiento y sangre le han costado.
Me exhortó a un gran amor y estima por las almas, que él mismo estimaba tanto que padecía y moría por ellas.

La imagen milagrosa de la hermana Maria Anna Lindmayr en Pielenhofen




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¿Cuánto dura el purgatorio?


El Santísimo nos habla de la duración del sufrimiento en el purgatorio:

“Las pobres almas del purgatorio me mostraron cómo todo se calcula y se busca en este otro mundo y lo difícil que es comprender esto en la vida.
Yo mismo me preguntaba cómo es posible que tantas almas que han creído durante mucho tiempo en el gozo eterno tengan que permanecer tanto tiempo allí en el purgatorio.
Tuve que ver esto en mis abuelos, donde a la abuela solo se le permitió contactarme después de diecisiete años.
La estancia allí suele durar varios cientos de años.

De todo esto vi cuán grande es ofender a Dios y cómo todo lo que no se borra aquí debe ser expiado allá.
El amado Dios nos ha dado medios suficientes para purificar y limpiar nuestras almas en esta vida.
Pero, ¿cómo se utilizan estos fondos?

Las pobres almas me han enseñado lo que es necesario para el buen uso de los santos sacramentos, para la oración, para obtener indulgencias, cuánto se puede expiar con el sufrimiento, la adversidad y la enfermedad.

Pero todo sucede sobre todo superficialmente.

(San Francisco de Sales dice: “¡Olvidamos demasiado a nuestros queridos difuntos!
A uno le gusta hacer obras de misericordia, y no considera que casi todas las obras de misericordia están unidas en el esfuerzo de llevar la salvación a las almas que sufren. ¿No significa eso visitar a los presos, liberarlos, aligerarles la carga de sus cadenas? ¿No es eso practicar la hospitalidad, cómo traer a estos hijos de Dios a la casa del Padre Celestial? Le das ropa a alguien que no tiene.

Bien haces: pero aún es mejor revestir de gloria inmortal a estos miembros sufrientes del cuerpo de Jesucristo.")


Después de eso, ya no me sorprendí cuando vi almas en el purgatorio que murieron hace cien años o más; porque he aprendido a ver cada vez más que Dios es un bien infinitamente grande y que el pecado, en cambio, es un mal tan grande, cuán breve es el sufrimiento aquí y en el purgatorio comparado con la eternidad, y cuán particularmente todo sufrimiento es nada en comparación con el tormento infernal.

Aquellos que han sido duros con su prójimo pueden llegar a la redención muy duros: porque lo que es duro, difícilmente llega.

En el año 1704 vino a mí un alma que había muerto quince años antes y que había sido considerada muy piadosa en vida.
Ella dijo: "No llegas al cielo tan rápido, también es un castigo especial si las personas inmediatamente consideran a alguien santo porque entonces no oran con cuidado por estas almas"
. los más cortos de corazón, los misericordiosos, y los que con gusto morirían, retenidos allí.



Como se peca, así se debe expiar.»


En años posteriores, las pobres almas se le aparecieron a Maria Anna de una manera que caracterizaba con precisión su estado de ánimo.

Ella escribe:

“Siempre se me ha dado a saber cómo se peca, por lo que hay que expiar”. “

Dios me ha instruido sobre lo que necesitan las pobres almas y cómo se les puede ayudar.

Pobres almas han venido con lágrimas en los ojos. Me han pedido que haga penitencia por ellos controlando mis ojos y evitando toda arrogancia.

Otros me aparecieron muy hambrientos, demacrados, de una forma indescriptible. Me pidieron que los ayudara con un ayuno estricto de agua y pan, para mejorar lo que les faltaba en la vida comiendo y bebiendo demasiado bien y en exceso.

Aún otros, por su conducta, han revelado su súbita ira e impaciencia, y me suplicaron que los ayudara con actos de paciencia y amabilidad.

Las almas que han vivido sin teñir en vida me ofrecieron un cilicium (instrumento de penitencia). Cuando iba a ayunar por ellos, me mostraron una tableta bien preparada.

Tales almas, carentes de lengua, me fueron mostradas con la boca cerrada con un clavo, y se me hizo entender que debía guardar especialmente el Silentium (silencio) para ellas.

Las almas que fueron de corazón duro y despiadadas en la tierra sólo pueden ser ayudadas por obras de misericordia y buena naturaleza. Lo que faltaba en el árbol tenía que ser expiado en el árbol (de la cruz): por lo tanto, todo lo demás también debe ser

expiado de la manera que faltaba.”



Pobres almas que no cuidaron lo suficiente sus ojos en vida tuvieron que mostrarse ante ella con ojos terriblemente grandes.

Almas demasiado engreídas y engreídas con su conocimiento se le aparecieron con cabezas deformes.

Maria Anna reconoció la vanidad en la vida por su rostro canceroso.

Si un alma señalaba su frente con el dedo, esto significaba su terquedad en la vida.

Reconoció la sensibilidad en el rostro desviado, así como la timidez en las manos de aspecto miserable.

Cuando María Anna vio un alma orando en un rincón, tuvo la certeza de que en vida estaba descuidando la obediencia y pervirtiendo el orden correcto.

Reconoció almas demasiado preocupadas por lo terrenal en la vida y que anteponen lo eterno a lo efímero, por su pequeña figura de aspecto infantil.


Algunos hechos registrados por Maria Anna harán más claro lo anterior.


sigue la secuela





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Como se peca, así se debe expiar

Maria Anna Lindmayr informa:

“A medianoche del 15 de diciembre de 1690, vino a mí una pobre alma a quien conocí muy bien en vida. Había un músico en la corte, un buen violinista. Johann Georg Löderer (así se llamaba) era el profesor de música de mi hermano Franz Philipp y también me daba clases. Lo mismo le gustaba beber.
Como no me culpaba, a menudo lo reprendía y le decía que estaba acortando su vida al hacerlo.
Murió el 7 de enero de 1688.
Cuando estaba en medio del sueño, esta alma se me apareció en la forma de un sapo horrible e hinchado en la cortina de mi cama. Me desperté y me asusté bastante porque pensé que era el espíritu maligno. Entonces el alma se revela moviendo las cuerdas de mi cítara con tanta violencia que pensé que se partirían todas en dos. Entonces mi miedo me abandonó y le pregunté al alma por qué aparecía en tal forma.
El alma me confesó que era un tormento muy especial que tenía que manifestarse en forma de animal. Esto se debe a que se hizo como este animal en su vida. Así como a estos animales les gusta estar en lugares húmedos y fangosos y siempre quieren estar mojados, a ellos también les gustaba estar mojados.
El alma también confesó cómo había acortado severamente su propia vida y ahora, si no se le brindaba ayuda, tendría que sufrir tantos años como había acortado su propia vida.
Me he esforzado mucho por su alma y he recibido señales de su salvación.

Otro pobre, albañil, cuando estaba trabajando en casa de sus padres, tenía la mala costumbre de maldecir y beber.
Lo mismo me fue mostrado en un calabozo detrás de una cerca fuerte, como se guardan las fieras. Levantó sus manos hacia mí en súplica y, con muchos suspiros, suplicó mi ayuda, y me reveló que su lengua estaba muy angustiada por su regañina.
Tuve que pronunciar la palabra del santísimo sacramento por él con especial devoción y sufrir mucho por él a través del ayuno y la privación incluso del agua.
También vi en él cuán temprano Dios lo llamó de este mundo simplemente por su vida repugnante y que habría tenido que sufrir durante mucho tiempo si no se le hubiera concedido la gracia de aparecerse a mí. Su súplica fue sólo: “Puedes ayudarme y debes ayudarme.”

Una vez, mientras rezaba ante la imagen del saludo inglés en nuestra querida capilla de mujeres en St. Muy triste y llorando, sostuvo una copa de vino en su mano y me mostró lo que le faltaba en la vida.
Había un hombre todavía joven en años. Me reveló que si no lo ayudaba, tendría que sufrir durante cuarenta años porque se había cortado la vida por tanto beber en exceso. Porque en vida amó filialmente a María y fue también misericordioso con los pobres, la misma Madre de Dios me exhortó a socorrer a esta alma.
Ayuné a pan y agua durante cuarenta días y ofrecí mis oraciones, confesiones y comuniones, indulgencias y limosnas a esta alma por medio de la Madre de Dios. Al cabo de estos cuarenta días, me fue revelada la salvación de este hombre.
“Para que sepan que aquello con lo que pecas será castigado” (Sab 11,16).

Hoy (10 de marzo de 1714) vi un alma en el purgatorio cuyo rostro, y especialmente los ojos, estaban tan devastados que es imposible describirlos. Me di cuenta de que a esta alma le gustaba mirar malas imágenes en la vida y que todavía se le concedía una gran gracia para que pudiera morir con pesar. También se me mostró el gran daño que causan las malas pinturas y cuadros.

El 16 de septiembre de 1704 se me apareció la Condesa de Sternberg (una familia noble de Bohemia). Tuvo que sufrir mucho por la desnudez que llevaba en vida con vestidos recortados. Como estaba bastante olvidada por su familia, parecía haber envejecido terriblemente, y con tristeza la escuché decir: "No me voy a casa" (al cielo) por mucho tiempo.

El 8 de enero de 1714 vino a verme una hermana laica de nuestra sagrada orden. El rostro era como si hubiera sido destruido por una enfermedad cancerosa. Me fue revelado que esta hermana prestó no poca atención a su apariencia en la vida.
Otra alma de nuestra sagrada orden se me apareció y se veía tan miserable, como si las aves rapaces le hubieran comido toda la cara. Así que ella también tuvo que mostrarse a mí, porque en su vida era vanidosa con su hermoso rostro y le resultaba difícil aceptarlo.

El 13 de septiembre de 1703 vino a mí un alma a la que conocí bastante bien en vida. El mismo se acercó a mí y me tocó la frente con la mano, de modo que durante tres días pensé que me habían puesto una capucha muy pesada. Le pregunté lo mismo que quería que yo entendiera con este cartel. El alma me confesó que en vida había sido muy crédula y terca y acostumbrada a sólo seguir su cabeza; como resultado, se metió en muchos errores y en una gran confusión.

Después de Completas el 14 de diciembre de 1712, el alma de una hermana laica vino a mí luciendo muy lamentable. Esta alma me mostró su sufrimiento especialmente en sus manos. Las manos estaban muy hinchadas y parecían gangrenadas; Esta hermana me dejó claro que le gustaba tener unas manos bonitas, por eso trabajaba poco, delegaba el trabajo a otras hermanas y estaba mucho tiempo ociosa y parada de vez en cuando.

El 20 de enero de 1723 se me apareció un alma con los ojos rotos y era horrible de mirar. Me di cuenta que en vida estaba muy enojada y celosa de sus vecinos y especialmente de los pobres. Esta alma todavía tuvo gran gracia de poder prepararse para la hora de la muerte".





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La dura suerte de los sacerdotes


es mucho más dura con aquellos a quienes Dios encomienda más, a quienes les dijo: “¡Vosotros sois la luz del mundo!” y “¡Que vuestra luz brille delante de los hombres!” (Mat. 5, 14 y dieciséis).

El 30 de abril de 1713 vi a un sacerdote secular en el purgatorio. Noté mucho descuido en él y vi la diferencia entre el clero y los laicos que se supone que es, pero muchas veces no se hace...

El 6 de diciembre de 1705 se me aparecieron las almas de dos sacerdotes seglares que eran párrocos. Uno había muerto hacía unos treinta años, el otro hacía medio año. Ambos se me aparecieron como niños de diez o doce años, pero vestidos con alba y estola. Parecían tan pequeños porque valoraban demasiado lo temporal y prestaban más atención al dinero y la propiedad. Los vi con mucho dolor, con los ojos vendados, con la boca abierta, pidiendo ayuda.
Son despojados del rostro de Dios y tienen que entrar en las tinieblas porque proclaman la luz verdadera a los feligreses, pero ellos mismos no la aman y por lo tanto no caminan en ella. También me dijeron y me mostraron cómo los pastores están obligados a usar su dinero y sus propiedades solo para fines espirituales y cómo no se les permite dejárselos a sus familiares sin una gran responsabilidad.

El elector Clemens de Colonia, hermano del elector Max Emanuel (+ 12 de noviembre de 1723), se le apareció al beato como un pastorcito muy pobre.

“El 29 de marzo de 1699, me mostraron a un obispo en una mazmorra aterradora y ardiente. Llevaba ropa mundana muy pobre porque estaba más preocupado por lo mundano y no por lo espiritual en la vida”.
El duque Philipp Moritz de Baviera (nacido el 5 de agosto de 1698), hijo del elector Max Emanuel, fue elegido obispo de Paderborn el 14 de marzo de 1719 e inmediatamente después, el 21 de marzo, obispo de Münster. Fue a Roma.
"El día de la elección del duque en 1719, el duque me fue presentado repentinamente como un cadáver en oración y me di cuenta de que significaba su muerte. El 19 de marzo llegó por correo la noticia de su muerte desde Roma, donde falleció el 12 de marzo y fue sepultado en la Iglesia de S. María de la Victoria. El 21 de marzo se me apareció en el coro por las puerilidades que hacía, como un niño pequeño que aún no puede hablar, el 23 de marzo como sacristán y luego el 24 de marzo con una túnica negra de sacerdote, como solía usar. El 28 de abril se fue al descanso eterno y el 1 de mayo lo vi un ángel glorioso, y esto porque en vida fue un amante de la Madre de Dios”


.


El siguiente caso puede mostrar cuánto castiga Dios cuando se aparta a los niños del estado espiritual y religioso:

“En febrero de 1709 vi un alma y era como fuego puro. Esta alma fue una campesina en vida. La madre tenía una hija a la que envió a un convento para que la criaran para que los invitados no la mimaran en casa.
Al niño le gustó tanto el monasterio que quería quedarse allí para siempre.
Cuando la madre notó esta tendencia, llevó al niño a casa con el pretexto de examinarlo, pero en realidad para enseñarle otros pensamientos.
A las tres semanas la madre enfermó y murió a los pocos días, y hoy, 12 de febrero, me tocó verla en este horrible estado de fuego.
La madre no pedía otra cosa que orar por su hijo, para que permanezca constante en sus buenas intenciones y las lleve a cabo; porque sólo así se les reducirá el dolor y se les redimirá.

En 1704 vino a mí un alma que había muerto quince años antes y que se pensaba que era muy piadosa en vida. Dijo que no es tan fácil llegar al cielo".





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¿Cómo les va a los cristianos separados?


Maria Anna responde:

“Dios también me dio mucha luz sobre aquellas almas que vivieron en el luteranismo y también murieron en él. Muchos de ellos no están perdidos para siempre, sino que han alcanzado la felicidad porque no tuvieron suficiente entendimiento o incluso eran inocentes, por lo que Dios les dio la gracia al final de sus vidas para hacer un acto de arrepentimiento que fue suficiente para la felicidad, y luego murieron por la gracia de Dios. Me fue revelado que estas eran almas que, en vida, creían en la verdad de que nada impuro podía entrar al cielo. Me los mostraron en una prisión muy diferente, y me abrieron la boca como hombres hambrientos, quejándose de que los había olvidado.
Al principio no sabía qué tipo de almas eran estas; pero después de orar, me fue revelado que estas almas estaban completamente sin ayuda. Me dijeron que debía y podía ayudarlos; porque por no haber vivido en la verdadera Iglesia, también ellos están privados de todo recurso y ahora se refugian en mí.
Estas almas exigían especialmente el Santo Sacrificio de la Misa y la Sagrada Comunión, lo que se indicaba en su hambre.
Cristo me dijo en la Sagrada Comunión: "Tienes mucha razón al orar por estas almas"




Ante Dios no hay acepción de personas


Incluso las cabezas coronadas buscaron y encontraron ayuda en María Anna, como ella también informa.

"El 24 de febrero de 1704 fui movido desde dentro a orar por la abuela de la Electora. El 26 de febrero fui exhortado a ofrecer mis oraciones por el elector Fernando María (+ 26 de mayo de 1679). Esa misma noche recibí la visita no solo del Elector, sino también de la Electora Adelheid (+ 18 de marzo de 1676) y de su hija Maria Anna Christina (+ 20 de abril de 1690 como esposa de Luis XV en Francia). Sufrí mucho ese día.
El 22 de febrero, en la sagrada Comunión, recibí la esperanza de que pronto darían a luz, y también los vi sufrir menos.

El 29 de febrero, cuando había pasado tres horas en oración y especialmente ofrecido actos de amor por estas pobres almas, poco después de las cuatro de la mañana vi las almas del Elector, su esposa y su hija, y el alma de la abuela de la Electora, muy gloriosa entra en el cielo. Poco después, otras almas se pusieron en contacto y tuve que orar especialmente por las familias de los gobernantes de Austria y España”.

El 17 de junio de 1696, Juan III murió. Sobiesky, Rey de Polonia, en su 72º año. Entonces Maria Anna escribe en 1703:
“Varios meses antes de que tuviera una revelación sobre el Rey de Polonia, un alma me contactó fuertemente y me asustó muchas veces por la noche. En la fiesta de St. Madre Teresa / (15 de octubre) De repente me despertaron a medianoche y tuve que correr a orar. Recé especialmente por nuestra graciosa Electora (Theresia Kunigundis, hija del rey Juan III Sobiesky) porque era su onomástica. Mientras estaba orando, me vino el pensamiento de orar por los difuntos de toda la familia electoral, sin pensar en ninguna persona en particular.
En la octava de Santa Madre Teresa, vi a esta alma como un gran caballero que, sin embargo, no hablaba nada. Incluso durante el día lo noté en mi lado derecho. Cuando lo noté lo suficiente, desapareció sin revelarme nada más.
El 4 de noviembre, en la octava del Día de los Difuntos (también era el domingo del mes), estaba extasiado y me condujeron a un salón grande y hermoso donde se había colocado un féretro. Cuando volví en mí, aunque muy débil, me sentí impulsada a orar y ofrecer la Sagrada Comunión por este gran difunto.
A la medianoche del 6 de noviembre, nuevamente me despertaron rápidamente y escuché las palabras: "¡Oren por el padre de la Electora!". Durante esta oración se me reveló esta alma y reconocí todas sus faltas y defectos. Sabiendo esto, ofrecí todo a Dios por aquella alma, pero especialmente la sangre preciosa de Cristo .
Del 6 al 11 de noviembre me esforcé por obtener tantas indulgencias como fuera posible para el alma.ganar y me dieron esperanza para esa alma. El 11 de noviembre, festividad de S. Martins, se me mostró un delicioso banquete en una visión, y a través de esto se me hizo reconocer el banquete celestial al que pronto será admitida esta alma. Durante la Santa Misa, vi esta alma subir al cielo con ojos reales, y en ese mismo momento todos mis miedos se desvanecieron.”

Llama la atención que los escritos de Maria Anna no se refieren al piadoso Emperador Leopoldo I como la revelación de su muerte, que ella recibió en marzo de 1705 y que expresa en las palabras:
"El 10 de marzo se me mostró cómo un poderoso marco de ventana fue arrancado a la fuerza y ​​​​me informaron la muerte de un potentado, y que Dios tendría misericordia de su alma".
Probablemente este príncipe, según el corazón de Dios, no Ya no necesitó de su ayuda en el más allá, ya que pasó en vida por el abundante purgatorio de los turcos. El santo padre capuchino Marco d'Aviano, como confesor, guía espiritual y consejero incluso en los asuntos imperiales más importantes, da al Emperador un testimonio que no podría ser más hermoso.

Maria Anna escribe más sobre el emperador José I, hijo y sucesor de Leopoldo I en el gobierno.
El emperador José I murió de viruela el 17 de abril de 1711.
Dios reveló la enfermedad del emperador a la bienaventurada María Ana en oración.
“Después de la Santa Comunión el 15 de abril, oré al Señor por el Emperador y le pregunté si ya debería morir. Me han dicho: “Sí, y es bueno para su alma que se esté muriendo.”
Cuando llegó la noticia de que el Emperador había fallecido, me asusté mucho y Dios me inculcó un amor especial por su alma , derecho a hacerles mucho bien, y a ayunar, y a menudo sentí esta alma durante la oración. Después de que terminó el ayuno, el alma vino con más frecuencia. Esta mañana (26 de enero), cuando estaba despierto pero aún no me había levantado, vi esta alma con una túnica larga y negra. Con mucho amor y con mucha dulzura este espíritu me llama: “¡Virgen María Ana!” Yo no pude reconocer el espíritu y Dios mandó a esta alma. Como todavía dudaba si era una persona espiritual o secular en la vida, me dirigieron así: "¿No me conoces cuando vengo a ti todos los días? Soy el emperador José".
Desde entonces hice lo que pude por él. Así que el 29 de enero lo vi, con un ojo abierto y el otro cerrado. Se me reveló que esto se debía a que en vida había tenido muy poco cuidado por la Iglesia de Dios. El 9 de febrero se me apareció esta alma completamente blanca, y el 14 de febrero la vi ascender gozosa y gloriosamente al cielo.”

Esta sería una pequeña selección de las apariciones de las pobres almas y estas pocas ya justifican suficientemente las palabras de Maria Anna :
"Nadie puede creer lo que me han costado las pobres almas. Sin embargo, descubrí que me asustaban mucho más las personas de alto rango que otras personas de rango inferior".

de "Maria Anna Lindmayr
"Mein Verkehr mit Armen Seelen"





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Maria Anna Lindmayr y Creszentia von Kaufbeuren



Hubo un estrecho vínculo entre Maria Anna Lindmayr y Creszentia von Kaufbeuren que fue más allá de la muerte de su madre Maria Anna. Ambos fueron guiados por Dios de maneras extraordinarias, ricos en discursos y visiones, ambos fueron ricos en experiencias de almas pobres.

El 6 de diciembre de 1726 muere María Ana Josefa de Jesús.
Creszentia también estaba en una posición precaria ese año, como si estuviera participando en el proceso de muerte de su madre Anna Josepha, con quien había estado conectada místicamente desde su visita a Munich en abril de 1721. No hacían falta palabras ni letras, se conocían.

Cuando la noticia de la muerte de Lindmayrin llegó a Creszentia, fue inmediatamente transportada a una visión.
La Madre Juana, su superiora, informó el 12 de diciembre a la madre subpriora en el convento Carmelti de Munich:

“Fue con gran pesar que escuché que el querido Dios de su querido monasterio, Kleinod, llamó a Sí mismo a la Madre María Ana Josefa.
Bien puedo imaginar el dolor de tu corazón al imaginar cómo sería para mí si viera a mi M. Crscentia desvanecerse en la muerte...
” Presenció recibir a la novia mirando hacia la dicha:

Su madre Teresa, todos los demás santos de la orden y muchos ángeles acompañan al alma del difunto al purgatorio. Sin embargo, allí no sufre ningún tormento, sino que sólo es purificada por las sombras del purgatorio, a causa de su temor demasiado grande por sus muchos dones y gracias, de los que se creía indigna. A través de este miedo, ella había obligado al Señor a detenerse a veces en sus gracias.
Pero luego tomó el camino del cielo, rodeada de muchas almas redimidas por ella, y María y los santos la sorprendieron de alegría.

"El Señor está muy feliz con su amada esposa, dice M. Crescentia, y por la gracia de Dios ella puede decir esto, que es una esposa de Cristo tan linda y hermosa que no puede escribir y expresarlo lo suficiente..."
"El amante divino también le dio la gracia de que ella (Creszentia) pudiera tener una conversación con la piadosa Anna Josepha..." En él, la difunta deja que su monasterio diga que ella es solo ahora su madre. “Deberían llamarla y sabrán que ella será y seguirá siendo intercesora ante Dios.”

Pero ella ha transferido su misión de expiación a Creszentia.
No es que la expiación no haya estado siempre en la vida de Creszentia. Sus inicios se pueden ver en la infancia, donde ora por la conversión de los pecadores, los herejes y por las pobres almas. Durante su noviciado el alma de una hermana la contactó ya partir de 1716 las difuntas se agolparon cerca de ella, de modo que apenas podía dormir. Y finalmente, no mucho antes de su muerte, hizo a las pobres almas sus herederos universales y les dio todo lo que se ofrecería por ellos después de su muerte en forma de santas misas, indulgencias y oraciones.
Pero todas estas obras de amor y de ayuda fueron sólo un preludio, sólo un ensayo para la obra de expiación plenamente madura a la que ella ahora, desde la muerte de la Madre María Ana Josefa, pertenecía por completo. La mujer moribunda se lo había legado, por así decirlo, tal como Elías le arrojó su capa a Eliseo cuando se iba.
Ya no rezaba ni sufría ni expiaba solo por este o aquel pecador, por esta o aquella alma, suplicaba, sufría y expiaba todo su tiempo...


De “Heilige Creszentia von Kaufbeuren
v. Arturo Maximiliano Miller





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¿Cuándo se les permite a las pobres almas informar?


La vidente dijo entonces: “Cuando Dios quiere que un alma sufra mucho, no me da conocimiento de ello. Cuando Dios concede la gracia al alma y se le permite anunciarse, medio noto su presencia al principio, no me atrevo a preguntar quién es, pero tampoco siento en mi alma ningún deseo de saber. Dios ya me está amonestando e iluminando para reconocer el alma. Entonces Dios me insta a cuidar el alma y me doy cuenta de que pronto seré socorrido.” ¿

A quién acuden las pobres almas?

Así como el amigo primero busca al amigo necesitado y el mendigo busca el apoyo de los ricos, así también lo hacen las almas pobres.
Las pobres almas buscan la ayuda de sus amigos, incluso si ellos también son amigos de Dios y por lo tanto pueden hacer algo con Dios. Las pobres almas claman desde el lugar de su sufrimiento: “¡Tened piedad de mí, tened piedad de mí, al menos vosotros, mis amigos!” (Job 19, 21).
Las pobres almas que buscaban la ayuda de Maria Anna eran en su mayoría almas que ella conocía en vida y con las que estaba relacionada de una forma u otra en vida o que otros le habían recomendado para orar después de la muerte, o con quienes ella estaba en algún en deuda consigo misma.

Un ejemplo de la vida de la venerable M. Creszentia, discípula de Anna Maria en la vida espiritual, que ella misma comunicó a su maestro, lo presentará claramente.

"Cuando el 19 de octubre de 1716, fiesta de S. Pedro de Alcántara, iba a la iglesia por la tarde a rezar el Ave, vi algo que caminaba delante de mí como una sombra, blanca como la nieve y grande. Encomendé su alma a mi amado.
El 21 de octubre llegó la noticia de que mi antiguo confesor, el P. Ignatius Wagner SJ, había muerto el 15 de octubre en Ratisbona. Este confesor me había dicho antes, para que descansara mejor, sin ser molestado por las pobres almas, que ninguna pobre alma viniera a mí desde las ocho de la tarde hasta las cuatro de la mañana. Cuando le pregunté a esta alma por qué no se había puesto en contacto antes, me dijo: "Querida hija", no pude revelarme antes porque Dios quería que la gente te dijera que había muerto. Ahora que esto ha sucedido, puedo darme a conocer y hablar contigo. ¡Mi hija! Solo ahora veo lo que significa estar en el purgatorio. Les informo que mi prohibición de que a las pobres almas ya no se les permita contactarlos por la noche ya no debería aplicarse. Dile esto a P
Mi querida niña, con qué gusto hubiera venido de noche si me lo hubieran permitido debido a esta prohibición. ¡Vaya! Volvamos a vosotros, ya que Dios lo permite y sólo la obediencia al hombre se interpone en el camino. No quise decir nada malo con mi prohibición, y las pobres almas han mostrado obediencia. Pero sólo aquellos que lo han experimentado saben cuán severos son los tormentos del purgatorio.”

Hablé a esta alma: “¿Qué ayuda especial puedo traerte, pobre de mí?” El alma habló: “¡Hija mía! ¿Cómo se lleva a cabo entre la gente de la tierra? ¿No les gusta estar con sus amigos y benefactores? Así que también estamos felices de estar con ustedes”.
Entonces esta alma me preguntó, quisiera pedirle a mi amada que pronto vea el rostro divino. Después de esto, el fantasma desapareció. Continué en oración casi día y noche y ofrecí mis buenas obras a Dios.
El 23 de octubre vi esta alma de mi confesor elevarse gloriosa hacia el cielo". Así como el P. Wagner buscó y encontró ayuda en Crescentia, también lo hicieron otros con María Anna, quien, como ella confiesa a menudo, le gritaba: "Tú puedes ayúdanos a ayudar y tú debes ayudarnos!”

Y los niños también van al Purgatorio
   
La beata María Ana Lindmayr vio también niños en el Purgatorio. Su hermana Ana Catalina (de casada Winkler), tuvo dos hijos: Félix e Ignacio. Félix murió el 23 de Marzo de 1701, e Ignacio lloró mucho por su muerte. Félix era un buen niño, muy diferente de Ignacio, que por el contrario era violento, colérico y desobediente, pero muy inteligente. La beata oró para que, si no iba a vivir según los mandatos de Dios, Él se lo llevara consigo aún inocente. En ese momento el niño se encontraba bien de salud. El 20 de Mayo Ignacio fue preso de una gran nostalgia de Félix, se puso muy triste y decía que quería irse con su hermanito. Ese mismo día convulsionó, sufrió hasta el 8 de Junio, después se calmó, y el 14 de Junio murió sin haber llegado aún a los cuatro años de edad.
  
Pocos días después se apareció Ignacio a María Ana, y a los lados lo acompañaban sus dos hermanitos (uno ya había muerto antes de Félix). Ignacio llevaba una túnica gris y estaba muy triste. La tía rezó por él y le fue revelado que Ignacio ya había pecado y por eso debió ir al Purgatorio.
  
Dos días después volvió a ver a Ignacio, pero ahora en brazos de su Ángel Custodio que lo llevaba al Cielo. La beata escribe al respecto: «He visto muchos niños desde los cuatro años en adelante en el Purgatorio, y he aprendido que cuando estos están para morir, hay que hacerlos arrepentirse y confesarse; se les debe absolver y dar la extremaunción”.


(Maria Anna Lindmayr, "Mein Verkehr mit Armen Seelen", Christiana-Verlag, 2nd Edition, Stein am Rhein 1978)


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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)