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miércoles, 12 de febrero de 2020

LA “GOSPA” DICE: «LOS NIÑOS ABORTADOS NO VAN AL LIMBO».

Aún sin salir del estupor por la noticia de que en Popayán (Colombia) la joven Angela “Angie” Tatiana Palta Sanjuan (22) abortó a su hijo Juan Sebastián de siete meses de gestación en una clínica de Profamilia (y en el contexto de que la Corte Prostitucional que no Constitucional de Colombia está estudiando la posibilidad de liberalizar el aborto), traemos a colación este episodio, protagonizado no por asesinos vestidos con bata, toga o saco y corbata, sino por la “Gospa” mesoropolitana y su vidente Mirjana Dragicevič (desde el minuto 1:15):


Sucedió el 1 de enero de 2012. Un hombre le pregunta:
«Cuando eras joven y volviste a Sarajevo, sufriste mucho porque te diste cuenta que muchas conocidas tuyas, muchas amigas, se hacían abortos como si fuese nada. Tú has hablado con la Virgen sobre esto, y sobre todo la Virgen te ha respondido a propósito de las responsabilidades sobre estas cosas
A lo que Mirjana responde:
«Sí, porque se hacían el aborto como si nada. Un día, recuperé las fuerzas y le pregunté a la Virgen: “¿Cómo es posible que estos niños no deseados no vayan al Paraíso, si ellos no escogieron ser asesinados?”. Y ella me ha dicho: “No te preocupes, ellos están conmigo. No en el limbo, están conmigo en el Paraíso”. Aquello me lo dijo la Virgen antes, hace 27 años, y ella me ha dicho también que el pecado es de la madre y del padre, de todos dos, que ellos responderán a Dios por esto, que los niños están con ella».
  
La “Gospa” dice que los niños abortados van con ella al Paraíso, no al Limbo de los Infantes. Si eso es así, entonces se torna irrelevante la distinción entre el pecado original y el pecado actual –uno de los puntos fundamentales de la Fe–.
  
Contrario sensu, la Iglesia Católica tradicionalmente ha sostenido lo contrario, esto es, la necesidad absoluta de recibir el Bautismo para borrar el pecado original (y los actuales, si los hubiere), incorporar a la persona en la Iglesia Católica e imprimir el carácter que distingue a los cristianos de los que no lo son; y que es pecado grave omitir estas diligencias cuando hay peligro de muerte. Por ejemplo reciente, Pío XII manifestó en forma inequívoca:
«En la presente economía [salvífica] no hay otro medio para comunicar esta vida [sobrenatural] al niño, que no tiene todavía uso de razón. Y, sin embargo, el estado de gracia en el momento de la muerte es absolutamente necesario para la salvación: sin él no es posible llegar a la felicidad sobrenatural y a la visión beatifica de Dios. Un acto de amor puede bastar al adulto para conseguir la gracia santificante y suplir el defecto del bautismo; al que todavía no ha nacido o al niño recién nacido este camino no le está abierto. Si se considera, pues, que la caridad hacia el prójimo impone asistirle en caso de necesidad, que esta obligación es tanto más grave y urgente cuanto más grande es el bien que hay que procurar o el mal que hay que evitar, y cuanto menos el necesitado es capaz de ayudarse y de salvarse por sí mismo, entonces es fácil comprender la grande importancia de atender al bautismo de un niño, privado de todo uso de razón y que se encuentra en grave peligro o ante una muerte segura. Sin duda este deber obliga, en primer lugar, a los padres; pero en los casos de urgencia, cuando no hay tiempo que perder y no es posible llamar a un sacerdote, os toca a vosotras el sublime oficio de conferir el bautismo». [PAPA PÍO XII. Discurso a la Unión Católica Italiana de Obstétricas, 29 de octubre de 1951]

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)