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domingo, 29 de diciembre de 2019

CARTA DE MONS. VIGANÒ CONTRA LA HEREJÍA BERGOGLIANA DEL “MESTIZAJE DE DIOS”

  
En respuesta a la homilía de Bergoglio, el arzobispo y ex-nuncio ante los Estados Unidos Carlo María Viganó publicó la siguiente carta (traducción a partir del original publicado en LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. El texto bíblico es de la versión de Mons. Félix Torres Amat):
 
«Estas cosas dice el Señor Dios
que creó y extendió los cielos;
el que da el ser a la tierra y a cuanto en ella brota;
el que da respiración a los pueblos que la habitan,
y aliento a los que caminan por ella
Yo soy el Señor. Este es mi nombre.
La gloria mía no la cederé a otro,
ni el honor mío a los vanos simulacros de los ídolos
Porque el Señor saldrá afuera como un invencible campeón;
como un fuerte guerrero excitará su celo;
dará voces y calmará;
prevalecerá contra sus enemigos
.
Hasta ahora, dirá el, estuve siempre callado,
guardé silencio, fui misericordioso;
mas ya como voces de mujer que está de parto,

así serán las mías:
Yo arrasaré los montes y collados frondosos,
y agostaré todas sus hierbas,
y convertiré en islas los ríos,
y secaré los estanques
Pero ellos apostatarán y quedarán cubiertos de confusión
los que ponen su confianza en los simulacros de los ídolos;
los que dicen a las estatuas que han fundido:

Vosotros sois nuestros dioses”.
¿Quién ha abandonado a Jacob e Israel, para que sea presa de los que le han saqueado?
¿No es el mismo Señor contra quien hemos pecado
no queriendo seguir sus caminos,
ni obedecer su ley?
Por eso ha descargado el Señor sobre este pueblo su terrible indignación,
y le hace una guerra atroz
y le ha pegado fuego por todos sus costados, y ni por eso cayó Israel en la cuenta;
y le ha entregado a las llamas, y con todo no ha entrado en conocimiento de sus culpas
». (Isaías 42:5-24)
MARÍA INMACULADA, VIRGEN MADRE ÁCIES ORDINÁTA, ORA PRO NOBIS
“¿Hay algo en el corazón de la Virgen María otra cosa que el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo? Nosotros también queremos tener solo un nombre en nuestros corazones: el de Jesús, como la Santísima Virgen”.
  
La historia trágica de este pontificado fallido avanca con una apabullante sucesión de golpes de escena. No perdona ni un día: desde el elevadísimo trono el Sumo Pontífice procede a desmantelar la Sede de Pedro, usando y abusando de su autoridad suprema, no para confesar sino para negar; no para confirmar sino para desorientar; no para unir sino para dividir; no para construir sino para demoler.
   
Herejías materiales, herejías formales, idolatría, superficialidades de toda clase: el Sumo Pontífice Bergoglio nunca cesa obstinadamente a la máxima autoridad de la Iglesia, “desmitizando” el papado –como quizá diría su ilustre camarada Karl Rahner. Su acción busca violar el Sagrado Depósito de la Fe y desfigurar el Rostro Católico de la Esposa de Cristo de palabra y obra, por medio de duplicidad y mentiras, por estos gestos teatrales de ostentada espontaneidad pero que son meticulosamente concebidos y planeados, y por los cuales se exalta a sí mismo en una continua autocelebración narcisista, mientras que la figura del Romano Pontífice es humillada y es oscurecido el Dulce Cristo en la tierra.
   
Su acción se sirve de la improvisación magisterial, de la cual el magisterio sacado de la manga y fluido que es tan insidioso como la arena movediza, no solo vuela a gran altura a merced de periodistas de todo el mundo, en esos espacios etéreos que pueden evidenciar un delirio patológico de omnipotencia ilusoria, sino también en las más solemnes ceremonias religiosas que deberían incitar el santo temor y un respeto reverente.
   
Con ocasión de la memoria litúrgica de la Virgen de Guadalupe, el Papa Bergoglio nuevamente dio desahogo a su evidente intolerancia mariana, que recuerda la de la Serpiente en el relato de la Caída, en ese Protoevangelio que profetiza la radical enemistad establecida por Dios entre la Mujer y la Serpiente, y la declarada hostilidad de la última, que hasta la consumación de los tiempos buscará acechar el calcañar de la Mujer y triunfar sobre ella y su posteridad. La intolerancia del Pontífice es una manifiesta agresión contra las prerrogativas y atributos sublimes que hacen de la Inmaculada y Siempre Virgen Madre de Dios el complemento femenino del misterio del Verbo Encarnado, íntimamente asociada con Él en la Economía de la Redención.
   
Después de haberla rebajado a la “vecina de la puerta de al lado” o a una migrante en fuga, o una simple mujer laica con los defectos y las crisis de cualquier mujer marcada por el pecado, o una discípula que obviamente no tiene nada que enseñarnos; después de haberla trivializado y desacralizado, como esas feministas que están ganando terreno en Alemania con su movimiento “María 2.0” que busca modernizar a la Virgen y hacerla un simulacro a su imagen y semejanza, el Papa Bergoglio ha impugnado más a la Augusta Reina e Inmaculada Madre de Dios, quien “se hizo mestiza con la humanidad… e hizo a Dios mestizo.” Con un par de bromas, él golpeó el corazón del dogma mariano y el dogma cristológico conexo a éste.
  
Los dogmas marianos son el sello puesto sobre las verdades Católicas de nuestra fe, definidos en los Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia; son el baluarte infranqueable contra las herejías cristológicas y contra los furiosos embates de las Puertas del Infierno. Quienes los “mestizan” y profanan, muestran que están del lado del Adversario. Atacar a María es aventurarse contra el mismo Cristo; atacar a la Madre es levantarse contra su Hijo y rebelarse contra el mismo misterio de la Santísima Trinidad. La Inmaculada Theotokos, “terrible como un ejército con estandartes” (Cánticos 6:10) Ácies ordináta– batallará para salvar a la Iglesia y destruir al desencadenado ejército del Adversario que le ha declarado la guerra, y con él todas las demoníacas pachamamas regresarán definitivamente al Infierno.
   
El Papa Bergoglio parece no contener más su impaciencia con la Inmaculada, ni puede ocultarla bajo esa devoción aparente y ostentosa que siempre está bajo los reflectores de las cámaras, mientras deserta la celebración solemne de la Asunción y la recitación del Rosario con los fieles, que llenaban el atrio de San Dámaso y la logia superior de la basílica de San Pedro bajo San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI.
   
El Papa Bergoglio usa la pachamama para derrocar a la Guadalupana. La entronización de ese ídolo amazónico, incluso en el altar de la confesión en la Basílica de San Pedro, no fue menos que una declaración de guerra contra la Señora y Patrona de todas las Américas, que con su aparición a Juan Diego destruyó los ídolos demoníacos y ganó a los pueblos indígenas para Cristo y la adoración del “Verísimo y Único Dios”, por su mediación maternal. ¡Y esto no es una leyenda!
   
Pocas semanas después de la conclusión del evento sinodal. que marcó la investidura de la pachamama en el corazón de la Catolicidad, supimos que el desastre conciliar del Novus Ordo Missae está afrontando más modernizaciones, incluyendo la introducción del “Rocío” en el Canon Eucarístico en vez de la mención del Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
  
Este es un paso adicional en el sentido de la regresión hacia la naturalizacion e inmanentización del culto Católico, hacia un Novíssimus Ordo panteísta e idólatra. El “Rocío”, una entidad presente en el “lugar teológico” de los trópicos amazónicos –como sabemos por los padres sinodades se convierte el nuevo principio inmanente de la fertilización de la tierra, que la “transubstancia” en un Todo panteísticamente conectado al cual los hombres son asimilados y subyugado, a la gloria de la Pachamama. Y aquí somos empujados en las oscuridades del nuevo paganismo globalista y eco-tribal, con sus demonios y perversiones. Desde este última involución litúrgica, la divina Revelación decae de la plenitud al arcaísmo; de la identidad hipostática del Espíritu Santo somos deslizados hacia la evanescencia simbólica y metafórica propia propia del rocío, ya hecha suya hacía tiempo por la gnosis masónica.
   
Pero volvamos por un momento a las estatuas idólatras de rara fealdad, y a la declaración del Papa Bergoglio el día después de su remoción de la iglesia en Traspontina y su defenestración en el Tíber. Nuevamente, las palabras del Papas tienen el vaho de una mentira colosal: nos hizo creer que las estatuillas fueron prontamente exhumadas de las aguas inmundas gracias a la intervención de los Carabinieri [Policía militar italiana]. Uno pregunta por qué una comitiva de Vatican News coordinada por [Andrea] Tornielli, y [Antonio] Spadaro de Civiltà Cattolica, con periodistas y camarógrafos de las salas de prensa, no fueron a filmar las proezas de los buzos y capturar el rescate de las pachamamas. Es también improbable que tal operación espectacular no atrajese la atención de algunos curiosos, equipados con un teléfono móvil para filmar y luego subir las escenas en los medios sociales. Estamos tentados a lanzar la pregunta a la persona que hizo esa declaración. Ciertamente, esta vez también, él nos respondería con su silencio elocuente.
     
Por más de seis años a esta parte hemos siendo envenenados por un falso magisterio, una suerte de síntesis extrema de todas las malas concepciones conciliares y errores post-conciliares que han sido imparablemente propagados, sin que la mayoría de nosotros lo advirtamos. Sí, porque el Concilio Vaticano II abrió no sólo abrió la Caja de Pandora sino también la Ventana de Overton, y tan gradualmente que no nos dimos cuenta de los desastres que han sido llevados a cabo, la naturaleza real de las reformas y sus dramáticas consecuencias, ni sospechamos quién realmente estaba a la cabeza de esa gigantesca operación subversiva, que el cardenal modernista Suenens llamó “el 1789 de la Iglesia Católica”.
   
Así, en estas últimas décadas, el Cuerpo Místico ha sido lentamente drenado de su linfa vital por medio de una imparable hemorragia: gradualmente el Sagrado Depósito de la Fe ha sido dilapidado, los dogmas desnaturalizados, el culto secularizado y gradualmente profanado, saboteada la moral, el sacerdocio envilecido, el Sacrificio Eucarístico protestantizado y transformado en un Banquete convivial…
  
Ahora la Iglesia está exánime, cubierta con metástasis y devastada. El pueblo de Dios está cojeando, analfabeta y robado de su Fe, en la oscuridad del caos y la división. En estas últimas décadas, los enemigos de Dios han hecho progresivamente tierra quemada de dos mil años de Tradición. Con una aceleración sin precedentes, gracias a la dirección subversiva de este pontificado, apoyado por el poderoso aparato jesuita, un golpe de gracia mortal está siendo enviado a la Iglesia.
   
Con el Papa Bergoglio –como con todos los modernistas– es imposible buscar claridad, puesto que la marca distintiva de la herejía modernista es el disimulo. Maestros del error y expertos en el arte del engaño, “se esfuerzan en hacer universalmente aceptado lo que es ambiguo, presentándolo por su lado inocuo, que le servirá de pasaporte para introducir el lado tóxico que inicialmente se mantenía oculto” (P. Matteo Liberatore SJ). Y así la mentira, obstinada y obsesivamente repetida, acaba convirtiéndose en “verdadera” y aceptada por la mayoría.
   
También es típicamente modernista la táctica de afirmar lo que quieres destruir, usando términos vagos e imprecisos, y promoviendo el error sin siquiera formularlo claramente. Esto es exactamente lo que hace el Papa Bergoglio, con su amorfismo disolvente de los Misterios de la Fe, con su aproximación doctrinal por medio de lo que llama “mestizaje” y demuele los sacratísimos dogmas, como hizo con los dogmas marianos de la Siempre Virgen Madre de Dios.
   
El resultado de este abuso es lo que ahora tenemos ante nuestros ojos: una Iglesia Católica que ya no es Católica; un contenedor vacío de su auténtico contenido y llenado con cosas prestadas.
  
El adviento del Anticristo es inevitable; es parte del epílogo de la Historia de la Salvación. Pero sabemos que es el prerrequisito para el triunfo universal de Cristo y su gloriosa Esposa. Aquellos de nosotros que no nos hemos dejado engañar por estos enemigos de la Iglesia, enfeudados en el Cuerpo eclesial, debemos unirnos y juntos hacer frente común contra el Maligno, de largo tiempo derrotado pero que todavía es capaz de dañar y capaz de dañar y causar la perdición eterna de multitudes de almas, pero cuya cabeza será definitivamente aplastada por la Santísima Virgen, nuestra Líder.
   
Ahora es nuestro turno. Sin equivocación, sin dejarnos conducir fuera de esta Iglesia cuyos hijos legítimos somos y en la cual tenemos el sagrado derecho de sentirnos en casa, sin la odiosa horda de los enemigos de Cristo haciéndonos sentir marginalizados, cismáticos y excomulgados.
  
¡Ahora es nuestro turno! El triunfo del Inmaculado Corazón de María Corredentora y Medianera de todas las gracias pasa por sus “pequeños”, que son ciertamente frágiles y pecadores, pero que están absolutamente opuestos a los miembros enlistados en el ejército del Enemigo. “Pequeños” consagrados, sin límite alguno, a la Inmaculada, a fin de ser su calcañar, la parte más humillada y despreciada, la más odiada por el Infierno, pero la cual junto con Ella aplastará la cabeza del Monstruo infernal.
  
San Luis María Grignion de Montfort preguntó: “¿Pero cuándo tendrá lugar este triunfo? Dios lo sabe”. Nuestro deber es ser vigilantes y orar como Santa Catalina de Siena recomendaba ardientemente: “¡Ay de mí! Que muero y no puedo morir. No durmáis en la negligencia; usad lo que podáis en la ora presente. Confortaos en Cristo Jesús, dulce amor. Anegaos en la Sangre de Cristo crucificado, colocaos en la cruz con Cristo crucificado, escondeos en las llagas de Cristo crucificado, bañaos en la sangre de Cristo crucificado” (Carta 16).
  
La Iglesia está envuelta por las tinieblas del modernismo, pero la victoria pertenece a Nuestro Señor y a Su Esposa. Deseamos continuar profesando la fe perenne de la Iglesia frente al mal rugiente que la asedia. Deseamos seguir vigilantes con ella y con Jesús, en este nuevo Getsemaní del fin de los tiempos; para orar y hacer penitencia en reparación por las muchas ofensas causadas a ellos.
  
+ Carlo Maria Viganò
Arzobispo titular de Ulpiana
Nuncio apostólico

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)