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martes, 14 de abril de 2020

MES DE ABRIL CONSAGRADO A SAN JUAN EVANGELISTA - DÍA DECIMOCUARTO

Ejercicio devoto dispuesto por la R. M. Julia Abaunza del Pino ODN, priora del Convento de Nuestra Señora de la Enseñanza en Santiago de Compostela, y publicada por la Tipografía Galaica en 1900. Imprimátur por el Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, concedido el 8 de Mayo de ese año. La Letanía proviene del Manual de la Abadía de Loreto, publicado en Dublín por el Instituto de la Bienaventurada Virgen María en 1852.
 
  
DÍA 14: SAN JUAN AL PIE DE LA CRUZ
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Estas fueron las últimas palabras que Nuestro Divino Salvador pronunció en la Cruz antes de expirar en ella por redimirnos. ¿Cómo estaría San Juan al oirías, y viendo en aquel rostro santísimo de Nuestro Señor las señales de su próxima muerte? La Virgen María escuchaba y veía todo, su alma estaba traspasada de dolor... San Juan lo comprendía así ¿no sufriría intensamente? Jesucristo me enseña admirablemente cómo debo yo encomendarle mi espíritu, mi corazón, mi alma, todo mi ser todo cuanto hay en mí debo entregarle ahora, para después tener eternamente la inefable dicha de amarle y bendecirle en el Cielo.
 
SÚPLICA
Bienaventurado San Juan Evangelista, visteis morir a Jesucristo, y escuchasteis sus divinas palabras llenas de enseñanza y amor, que pronunció durante el tiempo que permaneció vivo en la Cruz: ¡cómo penetrarían vuestra alma! Santo mío, alcanzadme, os lo ruego encarecidamente, que yo recuerde, medite, agradezca y corresponda, a lo que esas santísimas palabras me enseñan y al amor que Jesucristo me demostró muriendo en la Cruz por mí. Esto os pido y el que os imite, en compadecer y amar a la Virgen María Madre de Dios.

Práctica: Hoy recordaré lo que Nuestro Señor padecería las tres horas que estuvo en la Cruz.
   
LETANÍAS DE SAN JUAN EVANGELISTA.
  
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
  
Jesús, óyenos.
Jesús, acoge nuestras súplicas.
  
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
  
Santa María, Madre de Jesús y de San Juan, ruega por nosotros.
San Juan, que te reclinaste sobre el pecho de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste del puro y ardiente corazón de Jesús aquel inmenso fuego que ardió en el tuyo, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste luz de aquella Luz que las tinieblas no la comprendieron, ruega por nosotros.
San Juan, que incluso en tu exilio, hiciste tu morada con el “Verbo Eterno” y viste la amabilidad de su rostro, ruega por nosotros.
San Juan, que comiste pan con el Pan de vida, ruega por nosotros.
San Juan, que bajo la cruz recibiste la sangre y las lágrimas de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste a María como tu Madre, ruega por nosotros.
San Juan, que mezclaste tus lágrimas con las lágrimas de María, y tus suspiros con los lamentos de su corazón traspasado, ruega por nosotros.
San Juan, cuyo amor fue más fuerte que la muerte, ruega por nosotros.
San Juan, exiliado por el nombre de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, patrono de nuestra castidad y caridad, ruega por nosotros.
San Juan, discípulo amado de Jesús, e hijo querido de María, ruega por nosotros.
San Juan, que viste el brillo del cielo empíreo, ruega por nosotros.
San Juan, que en el mismo seno de la Divinidad aprendiste los más ocultos secretos, ruega por nosotros.
San Juan, águila cuyos ojos no fueron deslumbrados por la belleza de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
 
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.

℣. Ruega por nosotros, glorioso San Juan Evangelista.
℞. A fin de que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
  
ORACIÓN
¡Oh gran Santo!, alcánzame la gracia de amar a Jesús con todo mi corazón, alma, fuerza y mente, para que dejando esta tierra de destierro y dolor pueda, por tu intercesión, y los méritos de mi Salvador crucificado, contemplar la amabilidad de su rostro, y descansar en su seno para siempre. Amén.
    
DÉCIMA A SAN JUAN EVANGELISTA
Discípulo tan amado
Del Divino Salvador,
Alcanzadme mucho amor
Puro, ferviente, acendrado.
En el Corazón Sagrado
De Jesús, hacedme entrar,
En Él siempre he de encontrar
Una muy dulce acogida:
Y allá, en el fin de la vida,
Lleno de amor... expirar. Así sea.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)