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viernes, 2 de julio de 2021

MES EN HONOR DE SANTA ANA (DÍA 2)

Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.

DÍA SEGUNDO
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.

MEDITACIÓN: De la Devoción a Santa Ana.
El alto oficio a que la divina Providencia destinó a Santa Ana, nos da a conocer cuan grande y eficaz sea su patrocinio para aquellos que a Ella recurren.
   
El Señor que premia al que da un vaso de agua en su nombre que no hace el sordo a quien con fe le invoca, podrá negar a Santa Ana las gracias que pida por nosotros, cuando Ella ha dado mucho más a Aquélla que El ha elegido por Hija, Madre y Esposa?
   
Si los Santos obtienen beneficios y gracias para sus protegidos, cuanto más podrá obtener Santa Ana cuya intimidad con Dios es resultado del ligamen que tiene, a través de María Santísima, con Jesús, del cual viene a ser Abuela?
   
Si pues fue tan grande delante del Señor que mereció este señalado favor estemos ciertos, que Él nada sabrá negar a las súplicas de esta gran Santa.
   
Por lo tanto justificada es la fe que tenemos en Santa Ana; mas para obtener su maternal asistencia debemos recurrir a Ella con humildad y constancia. Recorriendo las sagradas escrituras encontramos muchas cosas misteriosas aplicadas por los padres y doctores de la iglesia a Jesús y María en parte se relacionan también con Santa Ana.
   
Si la Virgen es el arca de la alianza que en sí contiene a Jesús, Santa Ana es el inaccesible santuario en el que esa arca está colocada. Si María es la espléndida aurora que tiene luz del divino Sol, Santa Ana, dice el Damasceno, es el nuevo cielo donde resplandece. Si María es la madre perla que produce la incomparable margarita oriental, Santa Ana, es el océano que la contiene y la educa. Si Jesús es el fuego y María la zarza incombustible, Ana es la tierra santa en que brota. Si Jesús es el nuevo Adán y María el nuevo paraíso, Ana es el querubín que vela sobre ellos. Si María es el iris y Jesús el sol que lo dora y embellece, Ana es la afortunada nube en la cual se forma ese arco tan admirado del Cielo y de la tierra. Si María es la Jerusalén celestial y Jesús el Cordero y el Rey que allí ejercita su imperio, Santa Ana es la guardiana que posee la llave del oro para abrir a su voluntad la entrada. ¡Oh admirable grandeza la de estar unida a la Madre de Dios, hasta tomar parte de sus preeminencias! ¡Oh inconmensurable riqueza la de ser colmada de tantas gracias y dones para ser la madre de la purísima Madre de Dios! A la vista de santidad tan sublime, de dignidad tan elevada y de poder y gloria correspondiente, reflexiona cuan bien puesta se halla tu confianza en Santa Ana y cuan seguro estás bajo el manto de su patrocinio, tanto en vida como en la hora de la muerte.
    
EJEMPLO: Que nuestra querida Santa Ana esté siempre pronta a socorrer a quien invoca con fervor su patrocinio, nos lo atestigua el siguiente ejemplo.
    
Un ilustre caballero llamado Emerico, se encontraba con otros viajeros navegando, cuando he aquí que levantóse una furiosa tempestad que presagiaba el hundimiento de la nave. Desolados, angustiados, todos hacían votos y promesas a fin de que el buen Dios les librara de tan apurado trance.
   
Gritos desesperados subían al cielo. La nave, juguete de las olas, estaba próxima a hundirse, cuando el ilustre caballero lleno de fe en el poder de Santa Ana, de la cual era gran devoto, con las manos juntas y los ojos fijos en el cielo, exclamó: “Gloriosa y bendita Madre Santa Ana, salvadnos”. Al punto se serenó el cielo, cesó el viento, se calmaron las olas y todos sanos y salvos llegaron a tierra.
   
Imposible describir la alegría y el reconocimiento de todos a Emerico, quien redobló su amor y devoción a su Protectora Santa Ana.
   
OBSEQUIO: Procurémonos una imagen o medalla de Santa Ana y tengámosla siempre con nosotros.
    
JACULATORIA: Gloriosísima Santa Ana, no me neguéis vuestro patrocinio.
   
ORACIÓN
¡Oh, bienaventurada Santa Ana, que destinada en los designios eternos para digna madre de aquella que debía surgir como aurora creciente del divino Sol, Jesucristo, fuiste prevenida con bendiciones de dulzura para buscar siempre la gloria de Dios! ¡Ah! por amor del que hizo en Vos prodigios tan grandes, tened compasión de mí. haced que mi mente toda esté ocupada en Dios, y que mi corazón se abrase todo en su amor, a fin de que no buscando otra cosa, ni queriendo más que a El y su gloria, muerto para mí mismo, sea todo de Dios ahora y siempre. Así sea. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
    
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
        
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)