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viernes, 8 de octubre de 2021

BERGOGLIO HARÁ A SAN IRENEO DE LYON “DOCTOR DE LA UNIDAD”

   
Ayer 7 de Octubre, antes de partir al Coliseo para la clausura del evento ecuménico organizado por la Comunidad San Egidio, Francisco Bergoglio tuvo un encuentro con el Grupo de Trabajo Conjunto Ortodoxo-Católico “San Ireneo” en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, donde en su discurso anunció que erigirá a San Ireneo de Lyon como “Doctor de la Unidad” (Doctor Unitátis):
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
   
Me complace daros la bienvenida a Roma donde, por primera vez, os reunís para su período de sesiones anual. Agradezco vuestra labor teológica al servicio de la comunión entre católicos y ortodoxos. Agradezco al cardenal Koch sus palabras de presentación. Me llamó la atención lo que dijo sobre vuestra tarea específica: buscar juntos formas en las que las diferentes tradiciones puedan enriquecerse entre sí sin perder su identidad. También encontré interesante vuestra declaración sobre la interpretación como Gegensätze [contraste]. Me gusta eso. Gracias. Es bueno cultivar una unidad enriquecida por diferencias que no ceda a la tentación de una uniformidad suave, que nunca es buena. Con este espíritu, sus discusiones se centran en apreciar cómo los diferentes aspectos presentes en nuestras tradiciones, más que dar lugar a desacuerdos, pueden convertirse en oportunidades legítimas para expresar la fe apostólica compartida.
    
También me gusta vuestro nombre: no sois una comisión ni un comité, sino un “grupo de trabajo”: un grupo que reúne en un diálogo fraterno y paciente a expertos de varias Iglesias y de diferentes países, que desean orar y estudiar juntos la unidad. Vuestro patrón, San Ireneo de Lyon, a quien pronto declararé de buen grado Doctor de la Iglesia con el título de Doctor unitátis, vino de Oriente, ejerció su ministerio episcopal en Occidente, y fue un gran puente espiritual y teológico entre los cristianos orientales y occidentales. Su nombre, Ireneo, contiene la palabra “paz”. Sabemos que la paz del Señor no es una paz “negociada”, fruto de acuerdos destinados a salvaguardar intereses, sino una paz que reconcilia, que une en unidad. Esa es la paz de Jesús. Porque, como escribe el apóstol Pablo, Cristo “es nuestra paz; el cual nos hizo a los dos uno, y derribó el muro divisorio de hostilidad” (Efesios 2, 14). Queridos amigos, con la ayuda de Dios, también vosotros estáis trabajando para derribar los muros divisorios y construir puentes de comunión.
    
Os agradezco por esto y, en particular, por vuestro estudio recientemente publicado titulado “Servir la Comunión: Repensar la relación entre primacía y sinodalidad”. A través de la paciencia constructiva del diálogo, especialmente con las Iglesias ortodoxas, hemos llegado a comprender más plenamente que en la Iglesia la primacía y la sinodalidad no son dos principios contrapuestos que deben mantenerse en equilibrio, sino dos realidades que se establecen y sostienen mutuamente en el servicio. de comunión. Así como la primacía presupone el ejercicio de la sinodalidad, la sinodalidad implica el ejercicio de la primacía. Desde este punto de vista, la Comisión Teológica Internacional ha afirmado, de manera significativa, que en la Iglesia católica, la sinodalidad en sentido amplio puede verse como la articulación de tres dimensiones: “todos”, “algunos” y “uno”. En efecto, “la sinodalidad implica el ejercicio del sensus fídei de la univérsitas fidélium (todos), el ministerio de dirección del colegio de obispos, cada uno con su presbiterio (algunos), y el ministerio de unidad del obispo de Roma (uno)” (Sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia, 2018, n. 64).
   
En esta visión, el ministerio primordial es un elemento intrínseco de la dinámica de la sinodalidad, como lo son también el aspecto comunitario que incluye a todo el Pueblo de Dios y la dimensión colegiada que forma parte del ejercicio del ministerio episcopal. En consecuencia, una aproximación fructífera a la primacía en los diálogos teológicos y ecuménicos debe fundamentarse necesariamente en una reflexión sobre la sinodalidad: no hay otro camino. He expresado mi convicción de que con frecuencia “en una Iglesia sinodal, más luz puede arrojar sobre el ejercicio del primado petrino” (Discurso en el 50.º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). Confío en que, con la ayuda de Dios, el proceso sinodal que comenzará en los próximos días en cada diócesis católica será también una oportunidad para una reflexión más profunda sobre este importante aspecto, junto con otros cristianos.
    
Queridos hermanos y hermanas, os agradezco vuestra visita y os expreso mis mejores deseos para una fructífera sesión de trabajo aquí en Roma en el Instituto de Estudios Ecuménicos del Angelicum. Confiando mi ministerio a vuestras oraciones, os invoco la bendición del Señor y la protección de la Santa Madre de Dios. Y ahora, si lo deseáis, podemos rezar juntos el Padre Nuestro, cada uno en su propio idioma.
   
[La oración del Padre nuestro…].
    
   
San Ireneo de Lyon (c. 140 - c. 202) discípulo del Padre Apostólico San Policarpo de Esmirna (que a su vez lo fue de San Juan Evangelista) y segundo obispo lugdunense, en nombre de la unidad de la Iglesia pidió a los papas San Eleuterio y San Víctor I moderación frente a los montanistas (conocidos como “herejía frigia”) y los cuartodecimanos (que tenían presencia en Asia Menor), herejias nacidas en la parte oriental del Imperio Romano y con elementos judaizantes y carismáticos, a quienes estos Papas condenaron como herejes (San Víctor I había llegado a excomulgar al obispo Polícrates de Éfeso después que este en un sínodo que presidió, insinuase que el Papa era un hereje por imponer la observancia de la Pascua en el Domingo siguiente al Pésaj judío –como se usaba en Roma desde los tiempos de San Pedro, y San Víctor I definió ex cáthedra luego de un concilio en el año 193–).

Quizá por lo anterior es que Bergoglio quiere hacerlo “Doctor de la Unidad” (como si no fuera suficiente con el reconocimiento como uno de los “Padres de la Iglesia” y “Apóstol de las Galias”) aun cuando este mismo San Ireneo, lejos de la imagen de pacifista que quiere dar su nombre (en griego Εἰρηναῖος, “el pacífico”) es el que combatió a los gnósticos con su famosa obra “Contra las herejías” (Advérsus hæréses, Κατὰ αἱρέσεων), gnósticos cuya heterodoxia era acompañada con el más abyecto de los libertinajes (y que aun así parecerían puritanos frente a la actual Secta Deuterovaticana). Es evidente una vez más que Bergoglio está dispuesto a usar lo que sea para impulsar su agenda de la sinodalidad eterna (“Sínodo de la Familia” en 2015, “Sínodo de los Jóvenes” en 2018, “Sínodo de la Amazonía” en 2019 y ahora “Sínodo sobre la Sinodalidad”), aun cuando el instrumento esté en contra de esta.
   
Católicos tradicionales, San Ireneo de Lyon defendió la Unidad de la Iglesia… pero una UNIDAD EN LA VERDAD, sometiéndose al Príncipe de los Apóstoles (incluso cuando se opuso a San Víctor I en la excomunión de las iglesias de Asia Menor). Él no vería con buenos ojos que su nombre sea usado para acolitar la unión en el error, máxime cuando se trata del modernismo, al que San Pío X llamó “ómnium hæréseon colléctum” (suma de todas las herejías).
  
JORGE RONDÓN SANTOS
8 de Octubre de 2021 (Año Mariano “Espada de Lepanto”).
Fiesta de Nuestra Señora del Buen Remedio, Patrona de la Orden de la Santísma Trinidad y Redención de Cautivos. Traslación de Santa Brígida de Suecia, Viuda y Religiosa; fiesta de San Marcos, Papa y Confesor; de San Sergio y San Baco, Mártires de la Fe; de Santa Justina de Padua, Virgen y Mártir dr la Fe. Victoria de Constantino el Grande sobre Licinio en Cibálæ (actual Vinkovci, Croacia); apertura del Concilio de Calcedonia; creación de la Marina de Guerra del Perú.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)