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viernes, 17 de diciembre de 2021

SEPTENARIO DE LA EXPECTACIÓN DEL PARTO DE NUESTRA SEÑORA

Septenario compuesto por el Bachiller D. José Manuel Sartorio, Presbítero del Arzobispado de la ciudad de México. Reimpreso en México en la oficina de Don José María de Benavente en 1816.
    
PRÓLOGO
En los días del Adviento santo hace nuestra Madre la Iglesia tiernas memorias de los deseos y ansias con que la humana naturaleza anhelaba por la venida del augusto Libertador; que desde el principio del mundo se le había prometido para su salud y reparo: En los siete días próximos a la Natividad prorrumpe en siete Antífonas, que principiando por una O, que es expresión de un grande afecto, muestra los fervientes suspiros con que los Patriarcas, los Profetas y todas las Generaciones golpeaban las puertas del Cielo para que acabase de enviar desde los collados eternos al blanco de las esperanzas y al deseado de las Naciones.
   
No puede dudarse que los que hacia este objeto abrigaba en su corazón, y hacía salir a sus dulces labios la adorable Virgen MARÍA, fueron con inmensas ventajas más fervorosos y más vivos que cuantos exhaló todo el anciano Testamento. Al fin ellos fueron los que acabaron de quebrantar las puertas de bronce del Cielo, los que apresuraron los instantes del cumplimiento de las promesas, y los que hiriendo con su ternura el corazón de Dios, le hicieron con un suave impulso acelerar la Encarnación que se obró en su vientre sagrado. Ya pues, que traía en su casto seno la salud de nuestro Linaje, ¡cuánto se aumentarían sus ansiosos deseos! ¡Cuánto más ardientes saldrían del fondo de su espíritu los suspiros y los clamores, porque el tiempo corriese presto y se acercase el feliz instante en que el mundo tuviese nacido ya a la luz a su amable Mesías, y en que ella tendría ya en sus brazos, y aplicaría a sus pechos al Hijo hermoso de sus entrañas!
   
Con relación a estos suspiros y a estas ansias, las Iglesias de España han establecido una festividad en que celebran los afectos con que la gran Madre aguardaba el nacimiento de su dulce Hijo. Llámase por eso la Fiesta de la Expectación, y por celebrarse en los días inmediatos al mismo Nacimiento, puntualmente en el tiempo en que la Iglesia canta las ya dichas Antífonas, se apellida también de Nuestra Señora de la O.

Una devoción cordialísima a tan dulce Misterio, y un deseo vivo de propagar los cultos de la Divina Maternidad, ha dado el impulso a la formación de este Devocionario, que girando por las mencionadas Antífonas, ofrece en siete días previos a esta festividad, un piadoso obsequio a la augusta Madre de Dios, en aplauso y veneración de este blasón singularísimo. Ceda, pues, en su culto y gloria.
   
SEPTENARIO PARA HONRAR A LA MADRE DE DIOS, EN LA EXPECTACIÓN DE SU DIVINO PARTO
    

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Con qué confianza, dulce Jesús, vengo ahora a postrarme a tus pies, ¡cuando te estoy considerando enclaustrado en el seno de tu dulce y amable Madre! Es verdad que la multitud de mis culpas, tantas ofensas como te he hecho, debían acobardarme de presentarme a ti, tan abominable y tan digno de que me eches de tu presencia, ¿mas qué puedo dudar de alcanzar el perdón, cuando te veo sentado en un tribunal de clemencia y en ese trono de la gracia? Si yo me postro a los dulces pies de María, de esta tu tierna Madre y Madre de los pecadores; y regándoselos con mis lágrimas, te digo que pequé, que te ofendí, que fui para contigo la más ingrata de las criaturas, ¿me podrás negar el perdón que al pie de este Trono te pido, de unos pecados que ya detesto, y que ayudado de tu gracia propongo ya no reiterar? Confío me los perdones por tu misma innata bondad, y por los méritos y ruegos de la que en su seno te trajo para mi bien y mi salud. 
   
ACCIÓN DE GRACIAS AL VERBO ETERNO
Ahora, Dios de clemencia, Verbo Eterno del Padre, resplandor de su gloria e imagen viva de su substancia, recibe con agrado las gracias tiernas y afectuosas que te rinde mi corazón todo absorto de tu bondad. Tú descendiste de tus reales asientos: bajaste a la tierra inficionada con los pecados de los hombres: te vestiste de nuestra humanidad: con ella tomaste la forma vil de siervo: no tuviste horror al vientre de una Virgen: en él moraste el espacio de nueve meses, en una palabra, te hiciste hombre, para con una vida lo más penosa, con una Pasión la más dura, y con una muerte la más dolorosa e infame, reparar nuestras quiebras, obrar nuestra salud y reconquistarnos el Paraíso. No hiciste por los Ángeles lo que efectuaste por los hombres. ¡Qué bondad! ¡Qué clemencia! ¡Qué amor! Toda la humana gratitud no es bastante para pagarte. Conténtate pues, Dios amoroso, con el tiernísimo y afectuosísimo reconocimiento con que te correspondió por sí y por todo nuestro Linaje tu preciosa y querida Madre; acepta, unido a este, el pobre afecto de nuestros corazones, e inspira a todos los mortales un espíritu tan lleno de agradecimiento, que especialmente lo demostremos en un porte de vida, cual demanda y exige un beneficio tan inmenso.
   
Se rezan nueve Ave Marías en honor de los nueve meses que la Virgen Santísima trajo en su vientre al Verbo hecho hombre, y en veneración de la divina Maternidad.
   
DÍA PRIMERO – 17 DE DICIEMBRE
LA MADRE DE DIOS, ASIENTO DE LA SABIDURÍA
¡Pobre mundo! Por la culpa de Adán unas densas tinieblas cubrieron la tierra, y de los Pueblos se apoderó la obscuridad. A excepción del hebreo, donde únicamente era conocido el verdadero Dios, todos los demás estaban padeciendo una triste ignorancia de su Unidad indivisible, de sus atributos y soberanas perfecciones. La misma Judea, aunque muy ilustrada, estaba envuelta en las sombras y las figuras. Necesitaba pues, nuestra humana naturaleza de una luz divina que le desterrase la obscura noche en que yacía, y era menester que la Sabiduría dirigiese al Gentil por los caminos de la prudencia, y a los judíos corriese el velo de los Misterios y la verdad. Suspiraba pues, el Testamento antiguo, porque viniese al mundo la Sabiduría eterna, y ella por fin dejó vencerse de los clamores.
      
COLOQUIO
Los tuyos, Hija hermosísima de Sion, los tuyos fueron los que con especialidad la hicieron bajar de su Trono, ¿Y a qué más se había de aguardar? Ya desde tu Concepción graciosa se había edificado en Ti misma una casa magnifica, con todos aquellos adornos que eran correspondientes a su alteza y soberanía. Ya había preparádose en Ti su Cátedra y su asiento. En fin, ya la plenitud de los tiempos que decretó la Eternidad, había llegado para el remedio de todo el mundo. Baja pues a tu seno: se viste ahí de un traje visible para tratar con los mortales, y no resta ya, sino que tú la des a luz. ¡Que se apresuren los momentos de esta felicidad! Tú, gran Señora, lo deseas, y el mundo todo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
   
Antífona: Oh Sabiduría increada, que de la boca del Altísimo estás naciendo eternamente: que de fin a fin tocas con fortaleza y que todas las cosas las dispones con suavidad, ven a enseñarnos el camino de la prudencia.
    
SUSPIROS
  
Oh Sapiencia alta,
de tu dosel
ven a enseñarnos
la vía del bien.
Ven presto, ven.
     
Oh Adonai,
con tu poder
ven a sacarnos
del yugo cruel.
Ven presto, ven.
     
Oh Raíz hermosa,
Raíz de Jesé,
ven a librarnos:
no te detén.
Ven presto, ven.
     
Oh Llave de Oro,
a abrirle ven
la obscura cárcel
al Pueblo fiel.
Ven presto, ven.
     
Oh Oriente claro,
ven a romper
las negras sombras
del mundo infiel.
Ven presto, ven.
     
Oh Rey del Orbe,
oh amable Rey,
ven, salva al hombre:
ten piedad de él.
Ven presto, ven.
     
Oh Dios hecho hombre,
dulce Emmanuel,
ven a salvarnos:
ven ya, ven, ven.
Ven presto, ven.
     
Ven, y a la Virgen
dale el placer
de ver tu cara,
besar tus pies.
Ven presto, ven.
     
Ven, y a todo hombre
(dándote a ver)
hinche de gracias,
da todo bien.
Ven presto, ven.
     
℣. Cielos, enviad vuestro rocío, y las nubes lluevan al Justo.
. Que se abra la tierra y brote el Salvador.
    
ORACIÓN
Gran Señor, excita, te rogamos, tu admirable poder, y acaba de venir: socórrenos con tu gran virtud, y tu clemencia y misericordia acelere el favor que nuestros pecados retardan. Que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
    
Una Salve según la intención del Autor.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO – 18 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
    
LA MADRE DE DIOS, CORREDENTORA DE LOS HOMBRES
¡Qué dura esclavitud la de los Israelitas bajo el dominio de Faraón! Ellos lloraban inconsolables, y el clamor de su llanto llegó a los oídos del Eterno. Con eso este Dios de bondad baja al Orbe sobre una Zarza, que arde y no se consume; y hablándole desde la misma, comisiona a Moisés para que vaya a quebrantar las cadenas del cautiverio.. Servidumbre sin comparación mas horrenda era aquella, en que todo el mundo estaba sujeto al Demonio, el más cruel de todos los tiranos. ¡Qué cadenas lo ataban! ¡Qué tareas tan duras sufría! ¡Qué horribles penas le aguardaban! ¡Y qué Redentor tan poderoso y fuerte no era necesario para darle la libertad! ¡Mas oh bondad del Omnipotente! El mismo va e ser su Redentor. Con brazo fuerte y poderoso va a romper sus prisiones, va a destrozar sus duros grillos. Ya descendió a la Zarza que arde; mas no se quema: ya encarnó en su amada escogida, en quien se han juntado los dos timbres augustos de Madre y Virgen a un mismo tiempo; y ya se aguarda que acabe de salir de aquel seno dichoso en donde ha tomado el cuantioso precio que habrá de dar para el rescate.
      
COLOQUIO
¿Y cómo, según esto, no confesaré la razón que han tenido los Padres para llamarte a boca llena la Corredentora del Mundo; Madre Santísima de Dios? Tú en tus entrañas puras le has dado aquella carne que han de destrozar los azotes, que han de penetrar las espinas, que han de atravesar los duros clavos. Tú le has ministrado aquella Sangre preciosísima que habrá de profudir hasta la última gota sobre el madero de una Cruz. ¡Oh la más feliz, la más bendita de las mujeres! Tú traes en tu seno el precio inmenso de todo el mundo. Tú habrás de darnos al Redentor. A ti las Gentes redimidas habrán de deber y reconocer con aplausos la vida y libertad. Acaba, pues, de dar a luz al Redentor Omnipotente. Que llegue, que llegue el instante de que el mundo, lo vea. Tú, dulce Madre, lo deseas; y el Orbe todo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos: 
  
Antífona: Oh Adonai, Señor mío, Caudillo fuerte de la Casa de Israel, que te apareciste a Moisés sobre las llamas de la Zarza, y en la Montaña del Sinaí le entregaste tu Santa Ley: ven a redimirnos con la virtud de ese tu brazo incontrastable y poderoso.
      
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.
   
DÍA TERCERO – 19 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
  
LA MADRE DE DIOS, VARA FLORIDA DE LA RAIZ DE JESÉ 
Los Pueblos dispersos por los extravíos del error, y combatidos tiranamente por tres terribles enemigos, habían de alistarse en una milicia sagrada, en que llevando por delante al Rey Mesías como una señal y estandarte, pelearían generosamente, para alcanzar victoria del Mundo, el Demonio y la carne, que antes los tenían subyugados. Hacia Él habían de correr en tropas, y al suave yugo de su Ley habían de rendir sus cervices, desechando todo punto el culto de los Simulacros. Mudanza por cierto tan admirable y tan gloriosa, que los Reyes de esas Naciones quedarían mudos del estupor, no teniendo palabras para alabar condignamente la magnificencia y misericordia del Obrador de esos prodigios. La causa de ellos no había de ser otra que la Flor Nazarena que había de brotar, según la Profecía, de la prosapia de Jesé. ¡Qué objeto, pues, tan digno de los deseos del Orbe el nacimiento de esta Flor!
     
COLOQUIO
Yo le pido albricias, adorable Madre de Dios. Ya de esa Raíz gloriosa, de la Raíz, digo, de Jesé brotó la hermosa Vara, y esta no es otra que tú misma. Tú eres la Vara maravillosa, de la cual predijo Isaías que había de nacer esa Flor; y ya esta ha brotado en tu seno, oh vara admirable, a quien todas las generaciones llamarán bienaventurada por su fecundidad! ¡Oh Flor amenísima, que arrastrará a Gentes tras el olor de sus perfumes! ¡Oh gentes dichosas que corriendo tras sus fragancias, vencerán por ella a los contrarios de su salud! ¿Qué resta, pues, Vara preciosa, sino que acabes de mostrarnos esa divina Flor, que va a ser medicina de todos los males del mundo? Dala a luz presto, divina Virgen, Tú lo deseas; y el Orbe todo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
  
Antífona: Oh Raíz de Jesé, que vas a ser el estandarte, bajo el cual se alisten los Pueblos: cuyas maravillas dejarán a los Reyes absortos y pasmados; y tras quien correrán en bandadas las Gentes: ven a librarnos: no te tardes: no te detengas.
   
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.
   
DÍA CUARTO – 20 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
  
LA MADRE DE DIOS, LLAVERA DEL PARAÍSO
Cuarenta siglos habían pasado desde el pecado del primer hombre, que para sí y toda su posteridad había cerrado las puertas eternas del Cielo. En todos ellos no había entrado en aquella visión de paz ninguno de los hombres. Aun los que habían vivido con más justicia y más arreglo, debieron estar detenidos en una cárcel subterránea entre las sombras y tinieblas. Patriarcas venerables, Profetas ilustres, Reyes santos y una espesísima Congregación de Justos tuvieron que estar aguardando (¡y cuántos por muchísimos siglos!) que se abriesen con las del Empíreo las puertas de su felicidad. ¡Con qué ardor desearían la Llave de Oro, que les había de abrir la entrada!
     
COLOQUIO
¡Oh, qué dulce consuelo! Ya la Llavera está en el mundo, Sí, ya estás en el mundo, amabilísima Llavera. Ya el divino Artífice fabricó en la oficina de tus entrañas inmaculadas la Llave preciosa que ha de abrir el Paraíso. Ella abrirá los claustros obscuros del Limbo y sacará de él aquellas almas prisioneras. Ella abrirá las moradas eternas de la celeste Jerusalén, y conducirá en triunfo toda la santa cautividad. Ya no durará demasiado su estancia entre las sombras. Acaba pues, de presentar la Llave; no la tengas más tiempo oculta en ese castísimo seno. Acaba en fin, acaba, Señora, de dárnosla. Tú lo deseas, y todo el mundo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
  
Antífona: Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie cierra; que cierras y nadie abre; ven y saca del calabozo al pobre prisionero que yace sentado en medio de las sombras y en las tinieblas de la muerte.
   
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.
    
DÍA QUINTO – 21 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
  
LA MADRE DE DIOS, AURORA DEL DÍA DE LA GRACIA
En las tinieblas de la ignorancia y en las negras sombras del error y el pecado, que no le dejaban al mundo conocer los caminos, de la justicia y rectitud para caminar a la felicidad eterna, ¡que noche se presenta tan lóbrega y tan infeliz! ¿Y quién podía poner en fuga tan espantosa obscuridad? No otro por cierto, que aquel que en la Escritura es señalado con el nombre de Oriente: aquel que es el resplandor de la eterna luz; aquel en fin que es verdaderamente el Sol de la justicia. Este debía ser el que desterrando las negras y confusas sombras, iluminase a los mortales que caminan en este mundo; el que con las luces de su doctrina y sus ejemplos los animase a trabajar en el día de la vida; y el que les enseñase la virtud verdadera y el legitimo culto con que el Señor del Universo quiere ser servido y honrado. ¡Cuánto, pues debió clamar el mundo porque acabase de salir este Sol brillante y benéfico!
     
COLOQUIO
¿Y no pudo dársele al son de trompas y clarines, y con la dulce melodía de dulzainas y tiorbas el faustísimo aviso de que ya estaba próximo a salir a alumbrar, cuando lo traes en tu seno, oh luminosísima Aurora? Ya brillaban en ti los resplandores de este Sol en tantas ilustres virtudes, que te distinguían y hermoseaban. Ya al ver las luces que despedías como Precursora del Sol que encerrabas dentro de ti, les pareciste tan lucida a los Espíritus Celestiales, que llenos de asombro los obligaste a preguntar: ¿Quién es esta tan esclarecida Doncella, que va caminando a Belén como una Aurora que se levanta, como una hermosa Luna, y como un Sol muy luminoso? No resta ya, Divina Aurora, sino que entre albores y luces de tu inviolada Virginidad acabes de parir tu Sol. Mas ¿qué te apresuro? Tú mejor que nadie, suspiras por ese momento, al mismo tiempo que todo el mundo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
  
Antífona: Oh Oriente, oh resplandor de la eterna luz, oh Sol divino de justicia: ven y alumbra a los que yacen en las tinieblas, y entre las sombras de la muerte.
   
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.
   
DÍA SEXTO – 22 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
  
LA MADRE DE DIOS, CAUSA DE NUESTRO PLACER Y ALEGRÍA
El pecado había hecho un muro de división, que separaba infelizmente al hombre miserable de su Criador y de su Dios. Por otra parte, la Nación Hebrea y las Gentiles estaban tan discordes que no se sabían hermanar. Necesitaba pues, el mundo, de que un divino Medianero, viniendo a hacer las paces, uniese a los hombres con Dios, y desterrando las discordias, hiciese un pueblo de todos los hijos de Adán. Esto efectivamente había de hacer el Rey Mesías. Él había de reconciliar con su Padre a los hombres, y Él había de fundar una Congregación que sin distinción admitiese al Griego y al Bárbaro, al Judío y al Gentil. Unión dichosa, concordia feliz, paz santa, ¿en qué placer, en qué alegría inundarás al orbe cuando llegues a establecerte?
     
COLOQUIO
¿Y por medio de quién ha de venir esta alegría? ¿Puede dudarse que por medio de Ti, oh Serenísima Princesa, a quien toda la Iglesia Santa tiene y reconoce por causa de nuestra alegría? Tú, sí, tú eres la que vas a parirnos al ángel de la Paz, al grande Pacificador, al Soberano Medianero que la eterna Bondad se ha dignado de darle al mundo. El Hijo augusto de tu vientre sastisfará con abundancia a la soberana Justicia: quitará al Padre los enojos: hará que con dulces miradas nos mire ya como a sus hijos, y de esta manera obrará la paz entre Dios y los hombres. Él mismo fundará su Iglesia, y en ella admitirá de todas las Naciones a cuantos quieran reconocerlo por su Rey y abrazar su Ley sacrosanta, con esto Él será la Piedra angular que hará la unión de los dos Pueblos. A Ti pues, como a un bello medio, va a deber el mundo la paz y con la paz el regocijo y la alegría, Acaba, pues de darnos a este Dios de la Paz: acelérense los momentos en que la celeste Capilla vaya anunciándola por los aires. Presto, Señora, presto. Mas si el mundo lo desea tanto, Tú lo deseas con más ardor. Todos clamamos pues.
  
Antífona: Oh Rey de las Naciones, oh dulce blanco de sus deseos, oh Piedra angular que unes las divisiones, ven y salva al pobre hombre, a quien formaste del barro vil.
   
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.
   
DÍA SÉPTIMO – 23 DE DICIEMBRE
Por la Señal…
Acto de contrición, Acción de gracias al Verbo Eterno y las nueve Ave Marías.
  
LA MADRE DE DIOS, MEDIO HERMOSO DE TODOS NUESTROS BIENES
La ignorancia desterrada del mundo, Las prisiones de nuestro cautiverio rotas y destrozadas, la victoria alcanzada de nuestros crueles enemigos, las puertas del Cielo abiertas a los Justos, las luces esparcidas por el ámbito de la tierra, y la paz santa anunciada y establecida, eran unos frutos demasiadamente preciosos, que no podían deberse sino al admirable Enmanuel. Solo un Dios con nosotros era capaz de producirlos. Él, pues, viniendo al mundo a establecer su dominación como Rey Soberano; publicando su augusta Ley como Supremo Legislador, y llenando la expectación de las gentes todas con la obra del rescate, trajo a la tierra todo este cúmulo de bienes. Por eso con razón suspiraban los siglos por la boca de los Profetas, clamando con un tierno ardor: Envía, oh Dios inmortal, al Cordero dominador de la alta piedra del desierto al monte de la Hija de Sion.
     
COLOQUIO
Lo envió por fin desde la cumbre de aquella excelsa Corte, donde estaban desiertas tantas Sillas y tantos Tronos que quedaron vacíos por la rebelión de los Ángeles. Lo envió, sí; y lo envió a ti, oh bella Hija de Sion, monte sublimísimo de prendas y de dotes, de perfección y de santidad. En ti fue donde Dios se hizo hombre, y en ti por tanto, en donde quedó hecho Enmanuel. Tú concebiste a este gran Rey: tú cargas en tu vientre al divino Legislador; y por medio de ti verán en fin las Gentes el colmo de su expectación. A ti pues, debe el mundo reconocerte por el Asiento de la Sabiduría, que desterrará su ignorancia: a ti por su Corredentora, que le ha de dar al Redentor que destrozará sus prisiones: a ti por la Vara florida, que va a darle la Flor que arrastrará con sus fragancias a los hijos de Adán para alistarse en su bandera y triunfar de sus enemigos: a ti por Llavera del Cielo, que va a darle la Llave que abrirá las puertas eternas: a ti por la Aurora del luminoso Oriente, que va a darle el Sol que lo colmará de sus luces: a tu por la causa de su alegría, que va a parirle al grande Obrador de la Paz: a ti, por último, por un medio hermoso de toda su felicidad, que va a parirle al Enmanuel, y en este Dios ya con nosotros, va a parirle todos los bienes. ¡Cuánto, oh Madre de Dios, me gozo de estos tus blasones! ¡Cuánto aplaudo a la felicidad del mundo! ¡Cuán ardientemente desea él que de tanta dicha llegue ya el momento dorado! ¡Cuán más vivamente está deseándolo tú misma! Clamamos, pues, con todo ardor en tu compañía:
  
Antífona: Oh Enmanuel, oh Rey Soberano, oh dulcísimo Legislador nuestro, oh Esperanza de las Naciones, y Salvador de todas ellas: ven, ven, ven a salvarnos, oh Dios y Señor nuestro.
    
Los Suspiros, el Versículo y la Oración se dirán todos los días.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)