En una entrevista concedida al sitio web Claves,
del Distrito de Francia de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro [hasta
en eso se copian de la FSSPX, que tiene como informativo de su Distrito
de Francia a La Porte Latine, donde se publicó la respuesta correspondiente] el 5 de Abril, el
sacerdote-presbítero Louis-Marie (en el siglo Olivier) Le Barbier de
Blignières y Chiron de La Casinière (ordenado sacerdote por el arzobispo
Marcel Lefebvre en 1977; recibió el hábito dominico de manos de Michel
Guérard des Lauriers dos años después), fundador y prior de la
Fraternidad San Vicente Ferrer, afirmó que en 1988, el entonces cardenal
Ratzinger le dijo que Juan Pablo II Wojtyła había decidido consagrar un
obispo para suceder a Marcel Lefebvre, y que para ello usaría el
Pontifical Romano tradicional:
CLAVES: «Si Monseñor Lefebvre no hubiera hecho las consagraciones del 30 de junio, la FSSP no existiría y la FSVF no habría sido reconocida canónicamente ¿Como responde a eso?».Fray LOUIS-MARIE DE BLIGNIÈRES FSVF: «Distingo el caso de la FSSP y los demás.Sí, la FSSP no existiría, porque si Monseñor Lefebvre no se hubiera retractado de su adhesión al Protocolo del 5 de Mayo de 1988, la FSSPX habría recibido estatus canónico y se habría consagrado un obispo el 15 de Agosto de forma regular para ella. El restablecimiento de las pedagogías tradicionales en la estructura visible de la Iglesia no se habría demorado, al contrario. Un día, el Cardenal Ratzinger nos confió al Padre Bisig y a mí que elSanto PadreJuan Pablo II había decidido proceder él mismo a esta ordenación episcopal, que habría tenido lugar de conformidad con el Protocolo de Acuerdo del 5 de Mayo, es decir, con el Pontifical antiguo. Entonces, los sacerdotes fundadores de lo que se convirtió en la FSSP no habrían tenido que dejar la FSSPX. Y éste habría continuado su desarrollo aún más rápidamente debido a su reconocimiento por parte de la jerarquía. Los hechos no justificaban el miedo a ser destruidos y contaminados que se manifestó en Monseñor Lefebvre y los partidarios de las consagraciones sin mandato en la primavera [sic] de 1988. La FSSPX probablemente habría perdido algunos súbditos, pero donde un grupo insignificante de doce miembros sin apoyo se ha mantenido y ha crecido constantemente, está claro que la gran institución econiana que tenía unos pocos cientos de miembros y 18 años de experiencia se habría mantenido y crecido en proporciones magníficas. Además, la FSSPX habría evitado toda responsabilidad en la pululación de linajes episcopales más excéntricos como los de Richard Williamson y Jean-Michel Faure.Cuando conocí al cardenal Ratzinger el 22 de Marzo de 1988, le pedí que iniciara un proceso de reconocimiento de la FSVF. Respondió que se haría al mismo tiempo que la FSSPX. Esto sucedió a pesar de su retiro, obviamente hubiera sucedido si ella hubiera perseverado en su deseo de regularizarse. La Santa Sede no nos tendió una trampa para dañar a la FSSPX al presentarnos como competidores (somos un pequeño grupo de religiosos, ellos son una gran sociedad de sacerdotes ministros). “La mano que la Santa Sede ha tendido a monseñor Lefebvre permanece abierta para quien quiera tomarla”, nos decía el cardenal a principios de Julio de 1988. Para él no se trataba de una maniobra, sino de una cuestión de verdad eclesial. Quien lo conoce no puede dudarlo. Por lo tanto, la FSVF habría sido a fortiori reconocida si Monseñor Lefebvre hubiese aceptado los acuerdos.Digamos que debemos nuestra existencia canónica en gran parte a la firmeza y longanimidad de Monseñor Lefebvre en su lucha, desde la fundación de la FSSPX hasta la firma del Protocolo del 5 de Mayo de 1988 (y nuestro agradecimiento permanece). Ciertamente no se lo debemos a las consagraciones que pensó que debía realizar contra la voluntad del Sumo Pontífice».
Queda
sentado el hecho que, como todos los ralliés (por más que a De
Blignières y demás gentes no les guste que los llamen así), buscan
llevar el agua a su molino y negar la realidad que el acuerdo era una
trampa (como lo comprobó el desarrollo de los hechos posteriores;
además, cualquiera puede “tenderle la mano” a alguien para luego asestar
la puñalada que le pondrá fin a sus días). Pero vayamos al punto
central: según él, Wojtyła habría consagrado al obispo sucesor de
Lefebvre el 15 de Agosto de 1988 si el Protocolo del 5 de Mayo no
hubiese sido denunciado por él, protocolo que iba en este tenor:
DECLARACIÓN DOCTRINALYo, Marcel Lefebvre, arzobispo-obispo emérito de Tulle, junto con los miembros de la Sociedad Sacerdotal de San Pío X, que fundé:
- Nos comprometemos a ser siempre fieles a la Iglesia Católica y al Romano Pontífice, su Pastor Supremo, el vicario de Cristo, el sucesor del bienaventurado Pedro en el primado y la cabeza del cuerpo de los obispos.
- Declaramos que aceptaremos la doctrina contenida en el número 25 de la constitución dogmática del Concilio Vaticano II, “Lumen Géntium”, respecto al magisterio eclesiástico y la adhesión que al mismo debemos.
- En cuanto a ciertos puntos enseñados por el Concilio Vaticano II, respecto de las posteriores reformas de la liturgia y las leyes que parecen difíciles de conciliar con la tradición, nos comprometemos a una actitud positiva de estudio y de comunicación con la Sede Apostólica, evitando toda polémica.
- Declaramos, además, que vamos a reconocer la validez del sacrificio de la Misa y de los sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia y de acuerdo con los ritos en las ediciones típicas del misal y los rituales de los sacramentos, promulgada por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II.
- Por último, nos comprometemos a respetar la disciplina común de la Iglesia y las leyes eclesiásticas, particularmente las contenidas en el Código de Derecho Canónico promulgado por el Papa Juan Pablo II, a excepción de la disciplina especial concedida a la Fraternidad por ley particular.
Y tenía el siguiente anexo:
Anexo. Cuestiones jurídicasTeniendo en cuenta el hecho de que la Sociedad Sacerdotal San Pío X se ha formado durante 18 años como una sociedad de vida común –y en base a un estudio de las sugerencias de Mons. Lefebvre y las conclusiones de la visita realizada por Su Eminencia el Cardenal Gagnon–, el modelo canónico más adecuado es el de una sociedad de vida apostólica.
Sociedad de Vida Apostólica.Es una solución canónicamente posible, con la ventaja de la posibilidad de sumar a los laicos en la sociedad clerical de vida apostólica (por ejemplo, hermanos coadjutores). De acuerdo con el Código de Derecho Canónico promulgado en 1983, los cánones 731-746, esta sociedad tiene plena autonomía, se pueden formar a sus miembros, puede incardinar a los sacerdotes y asegura la vida común de todos sus miembros. En sus propios estatutos, con la flexibilidad y posibilidad creativa, a la luz de los modelos conocidos de estas sociedades de vida apostólica, uno se anticipa a una exención determinada en lo que respecta a los obispos diocesanos (cf. Canon 591) en lo que concierne al culto público, la “cura animárum” y otras actividades de apostolado, teniendo en cuenta los cánones 679-683. En cuanto a la jurisdicción sobre los fieles que buscan a los sacerdotes de la sociedad, se les confiere a los Ordinarios del lugar o por la Sede Apostólica. La Comisión Romana.Se constituirá por los buenos oficios de la Santa Sede una comisión encargada de coordinar las relaciones con los diversos dicasterios y los obispos diocesanos, y también de resolver los problemas y controversias que puedan surgir, y que estará dotada de las facultades necesarias para tratar las cuestiones arriba mencionadas (por ejemplo, a petición de los fieles, el establecimiento de una casa de culto donde no hay casa de la Sociedad, ad mentem [según] el canon 683, § 2).Esta comisión estará compuesta por un presidente, un vicepresidente y cinco miembros, dos de los cuales serán de la Sociedad.Entre otras cosas, tendría la función de supervisar y ofrecer asistencia para consolidar la obra de reconciliación, y resolver cuestiones relativas a las comunidades religiosas que tengan vínculo jurídico o moral con la Compañía. Condición de las personas vinculadas a la Sociedad.3.1 Los miembros de la Sociedad clerical de Vida Apostólica (sacerdotes y hermanos laicos coadjutores) se rigen por los Estatutos de la Sociedad de Derecho Pontificio.3.2 Los oblatos, tanto hombres como mujeres, hayan hecho o no votos privados, y los miembros de la Tercera Orden afiliados a la Sociedad, pertenecen todos a una asociación de fieles afiliada a la Sociedad, según los términos del canon 303, y colaboran con ella.3.3 Las Hermanas (es decir, la Congregación fundada por Monseñor Lefebvre) que hacen votos públicos constituyen un verdadero Instituto de Vida Consagrada, con estructura propia y autonomía propia, si bien se puede prever cierto vínculo con el Superior de la Sociedad para la unidad de su espiritualidad. Esta Congregación, al menos inicialmente, dependería de la Comisión Romana, en lugar de la Congregación para los Religiosos.3.4 A los miembros de las comunidades que viven según la regla de diversos institutos religiosos (Carmelitas, Benedictinos, Dominicos, etc.) y que tienen un vínculo moral con la Sociedad, se les debe otorgar un estatuto particular que regule sus relaciones con su respectiva Orden.3.5 Los sacerdotes que individualmente están moralmente vinculados con la Sociedad recibirán un estatuto personal que tenga en cuenta sus aspiraciones y, al mismo tiempo, las obligaciones derivadas de su incardinación. Otros casos particulares de la misma naturaleza serán examinados y resueltos por la Comisión Romana.En lo que respecta a los laicos que buscan la ayuda pastoral de las comunidades de la sociedad: ellos permanecen bajo la jurisdicción del obispo diocesano, pero —en particular a causa de los ritos litúrgicos de las comunidades de la Compañía— pueden dirigirse a ellas para la administración de los sacramentos (para los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del matrimonio, deben seguir haciéndose las notificaciones habituales a la propia parroquia; cf. cánones 878, 896, 1122).NOTA: Hay buenas razones para considerar la complejidad particular:Corresponde a la Comisión Romana resolver estos temas.
- De la recepción de los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del matrimonio por los laicos en las comunidades de la Sociedad.
- De la cuestión de las comunidades que practican la regla de tal o cual instituto religioso, sin pertenecer a él.
Ordenaciones.Para las ordenaciones, es necesario distinguir dos fases:4.1 En el futuro inmediato: Para las ordenaciones previstas en breve, el Arzobispo Lefebvre estaría autorizado para conferirlas o, si no pudiera, otro obispo ordenado por él.4.2 Una vez erigida la Sociedad de Vida Apostólica:4.2.1 En la medida de lo posible, y a juicio del Superior General, se seguirá el procedimiento habitual: enviar cartas dimisorias a un obispo que acepte ordenar miembros de la Sociedad.
4.2.2 Debido a la situación particular de la fraternidad (cf. infra): se realizará la ordenación de un obispo de la Sociedad que, entre otras tareas, tendría la de continuar con las ordenaciones. El problema de un obispo.5.1 En el plano doctrinal (eclesiológico), la garantía de la estabilidad y el mantenimiento de la vida y la actividad de la sociedad está asegurada por su construcción como una Sociedad de Vida Apostólica de derecho pontificio y por la aprobación de sus Estatutos por el Santo Padre.5.2 Sin embargo, por razones prácticas y psicológicas, la consagración de un miembro de obispo de la sociedad parece útil. Por ello, en el marco de la solución doctrinal y canónica de la reconciliación, sugerimos al Santo Padre que nombre a un obispo elegido de la Compañía, tras la presentación de una terna de candidatos por parte del Arzobispo Lefebvre.Del principio antes citado (5.1) se desprende que este obispo normalmente no es el Superior General de la Compañía, sino que parece oportuno que sea miembro de la Comisión Romana. Los problemas particulares que resolver por Decreto o Declaración.
- Levantar la “suspénsio a divínis” de Mons. Lefebvre y dispensación de las irregularidades en que incurrió a través de las ordenaciones
- Sanación in rádice, al menos ad cautélam (por precaución), de los matrimonios ya celebrados por sacerdotes de la Compañía sin la delegación requerida.
- La anticipación de una “amnistía” y un acuerdo para las casas de la sociedad y lugares de culto erigidos –o usados– hasta ahora sin la autorización de los obispos.
Extremo que fue confirmado por el
sacerdote-presbítero Josef Meinrad Bisig, fundador de la Fraternidad
Sacerdotal San Pedro, que el 23 de Julio de 2014 oyó decir personalmente
al mismo Ratzinger:
«Derhl. PapstJohannes Paul II hatte die feste Absicht bis spätestens am 15. August 88 einen Priester aus der FSSPX selbst zum Bischof zu konsekrieren» [Elsanto PapaJuan Pablo II tuvo la firme intención de consagrar él mismo a un sacerdote de la FSSPX como obispo a más tardar el 15 de Agosto de 1988].
La
experiencia general enseña que hablar de lo que pudo haber sido y no
fue es al menos pérdida de tiempo y un sin sentido. Pero admitamos un
momento que tenga sentido y ponderemos el escenario, más allá de los
elementos previos a una consagración episcopal (elección del candidato,
escrutinio, cánones aplicables, retiro espiritual previo). Se habría
presentado un problema no en la validez (se usaría el Pontifical
tradicional y –recordemos– Wojtyła era obispo válidamente consagrado),
sino en la licitud, porque ese mismo Wojtyła era un apóstata y por ende,
no era Papa, al tenor de la Bula Cum ex Apostolátus Offício. Y por otra
parte, también el problema canónico: ese obispo hipotético tendría que
actuar dentro de las normas del código wojtyliano de 1983 si quiere
mantenerse en la comunión visible con Wojtyła y la iglesia que
representa, pero acontece que la FSSPX reconoce el código
pío-benedictino de 1917.
Providencialmente,
los hechos sucedieron como sucedieron: Al día siguiente de firmar el
protocolo (por una gracia particular de la Santísima Virgen, y «después de una muy mala noche»), Mons. Lefebvre lo denunció
luego que le fuera entregada una carta de Ratzinger en que básicamente
le decía que no se cumpliría nada de lo acordado; las reticencias de la
Conferencia de Obispos Católicos de Suiza –donde se encuentra el Seminario de Écône–
frente a cualquier escenario, fuera que se produjera o no el acuerdo
(Para muestra, el obispón de Sion y portavoz de la Conferencia, Henri Schwery Terroux, dijo en esa época: «estamos a la espera de un acontecimiento
que de todas maneras será una desgracia»); el intercambio epistolar Ratzinger-Lefebvre; las consagraciones del 30 de Junio (a falta de uno, consagró cuatro obispos); el Vaticano respondió con las “excomuniones” que
sirvieron para que desde entonces todos los tartufos de la FSSP, la
FSVF, los traidores de Campos y el IBP abandonaran, las eternas
negociaciones fallidas, y todo lo que hemos visto y leído.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)