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viernes, 17 de junio de 2022

«EL MAYOR PROBLEMA DE LA IGLESIA ES LA NO ACEPTACIÓN DEL VATICANO II» (BERGOGLIO)


La mejor forma de conocer a Bergoglio, sus pensamientos y palabras reales (no las palabrerías ni la sonrisa falsa para los medios de la oligarquía) es oírlo en sus entrevistas personales.
   
El 19 de Mayo, recibió en audiencia en la biblioteca privada del Palacio Apostólico a un grupo de editorialistas de publicaciones jesuitas europeas con ocasión de su encuentro anual: los presbíteros Stefan Kiechle (Stimmen der Zeit – Alemania), Ulf Jonsson (Signum – Suecia), Jaime Tatay Nieto (Razón y fe – España), José Frazão Correia (Brotéria – Portugal), Paweł Kosiński (Deon – Polonia), Árpád Hovárth (A Szív – Hungría) y Antonio Spadaro (La Civiltà Cattolica – Italia); y los laicos Robert Mesaros (Viera a život – Eslovaquia), Lucienne Bittar (Choisir – Suiza), Frances Murphy (Thinking Faith – Gran Bretaña). Todos acompañados de Arturo Sosa Abascal SJ, el Prepósito General de la Compañía. El presbítero François Euvé (Études – Francia) participó del encuentro, pero no pudo llegar a tiempo para la audiencia. No asistieron Dermot Roantree (Studies – Irlanda) ni Eiréni Koutelaki (Anoichtoí orízontes – Grecia). De ese encuentro, Spadaro hizo publicar el artículo correspondiente en su revista, y sobre tal vamos a hacer una disección. 
   
Como siempre ha sido su rutina cuando se trata de entrevistas privadas, Bergoglio empezó hablando de sus problemas de salud, haciéndolo con chistes sosos: «¡Bienvenidos! ¿Lo ven? Estoy en mi nueva silla gestatoria», dijo aludiendo a que se hizo conducir en silla de ruedas por causa del dolor de la rodilla que (presuntamente) padece. 
    
La primera pregunta (quizá del propio Spadaro): «¿Cuál es el significado y la misión de las revistas de la Compañía de Jesús? ¿Tiene una misión que encomendarnos?». Responde Bergoglio: 
«No es fácil dar una respuesta clara y precisa. En general, por supuesto, creo que la misión de una revista cultural es comunicar. Sin embargo, yo añadiría comunicar de la manera más encarnada posible, personalmente, sin perder la relación con la realidad y las personas, el “cara a cara”. Con esto quiero decir que no basta con comunicar ideas. Hay que comunicar ideas que provienen de la experiencia. Esto para mí es muy importante. 
   
Tomemos el ejemplo de las herejías, ya sean teológicas o humanas, porque también hay herejías humanas. En mi opinión, la herejía surge cuando la idea se desconecta de la realidad humana. De ahí que alguien dijera –Chesterton, si no recuerdo mal– que “la herejía es una idea que se ha vuelto loca”. Ha enloquecido porque ha perdido su raíz humana. 
    
La Compañía de Jesús no debería estar interesada en comunicar ideas abstractas. Se interesa, en cambio, por comunicar la experiencia humana a través de las ideas y el razonamiento: la experiencia, por tanto. Se discuten las ideas. El debate está bien, pero para mí no es suficiente. Es la realidad humana la que se discierne. El discernimiento es lo que realmente cuenta. La misión de una publicación jesuita no puede ser sólo discutir, sino que debe ser sobre todo ayudar al discernimiento que lleva a la acción. 
    
Y a veces, para discernir, ¡hay que tirar una piedra! Pero si en lugar de lanzar una piedra, se lanza… una ecuación matemática, un teorema, entonces no habrá movimiento, y por tanto no habrá discernimiento. 
   
Observen que este fenómeno de las ideas abstractas en el hombre es antiguo. Caracterizó, por ejemplo, la escolástica decadente, una teología de puras ideas, totalmente alejada de la realidad de la salvación, que es el encuentro con Jesucristo. Por eso, una revista cultural debe trabajar sobre la realidad, que siempre es superior a la idea. Y si la realidad es escandalosa, mejor todavía. 
    
Por ejemplo, hace poco conocí al “Grupo Santa Marta”, que trabaja sobre la escandalosa realidad de la trata de personas. Y esto nos conmueve, nos toca y nos hace seguir adelante. En cambio, las ideas abstractas sobre la esclavitud de las personas no conmueven a nadie. Hay que partir de la experiencia y de su narración.
    
Este es el principio que quería transmitirles y recomendarles: que la realidad es superior a la idea, y por tanto hay que dar ideas y reflexiones que surjan de la realidad. 
    
Cuando entras sólo en el mundo de las ideas y te alejas de la realidad, acabas en el ridículo. Se discuten las ideas, se discierne la realidad. El discernimiento es el carisma de la Compañía. En mi opinión, es el primer carisma de la Compañía y es en lo que la Compañía debe seguir centrándose, también en la tarea de llevar adelante las revistas culturales. Deben ser revistas que ayuden y promuevan el discernimiento». 
Primero, hagamos una disgresión: la cita de Bergoglio NO ES DE G. K. CHESTERTON, quien inter ália, dijo «Una herejía es siempre una verdad a medias convertida en toda una falsedad» (Revista América, 9 de Noviembre de 1935). Regresando, la herejía es la negación PÚBLICA Y CONSCIENTE de las verdades de la Fe que Dios ha revelado a la Iglesia (por lo que se puede afirmar que la herejía es la mejor expresión de impugnar la verdad conocida, uno de los seis pecados contra el Espíritu Santo). Qué tanto dependa de la «realidad humana», eso depende de cada hereje, pero Bergoglio es un existencialista, al afirmar «la realidad es superior a la idea» (Evangélii gáudium, n.º 233). Lastimosamente, el existencialismo es una idea, y Bergoglio está siguiendo e imponiendo ESA idea. 
    
En conexidad, si alguien ha mostrado el mayor desinterés sobre las herejías, hasta el punto de no importarle que lo señalen de hereje, ese es Jorge Mario Bergoglio Sívori, el hombre que para los mundanos y los apóstatas que lo siguen y defienden es el “Papa” Francisco I, que desde Buenos Aires (e incluso desde antes de su instalación presbiteral) ha traído la tacha de hereje formal, público, notorio y contumaz, y sus frases lo demuestran cada vez: «Dios no puede ser Dios sin el hombre», «El Dios católico no existe», «Por las venas de Jesús corre sangre pagana», «La Cruz fue el fracaso de Dios» «Judas Iscariote pudo haberse salvado», «Jesús se hizo pan», «La Virgen pudo decir: “Dios me ha engañado”», «Martín Lutero pudohaber tenido razón sobre la justificación», «San Pedro fue cismático e hipócrita, y San Pablo un rígido y tradicionalista», «El Evangelio es demoníaco», «Los apóstatas hacen parte de laComunión de los Santos», et coétera. 
    
Decir: «la escolástica decadente [es] una teología de puras ideas, totalmente alejada de la realidad de la salvación, que es el encuentro con Jesucristo», solo puede traslucir que le revivió a Bergoglio un trauma en su época de seminario (donde tuvo entre sus profesores al padre Leonardo Castellani): que hubiese suspendido teología. 
  
Pero entrados en el meollo de la respuesta, Bergoglio ha dado un ejemplo de lo que es la teología del Vaticano II: empirismo inductivo, esto es, las ideas teológicas generales vienen de la reflexión de las “experiencias humanas” concretas. Al contrario de la teología católica pre-conciliar, que aplica el método deductivo cuando reflexiona sobre la Divina Revelación (o una idea deducida de ella) para sacar conclusiones sobre una creencia o conducta. Esta gráfica de NOVUS ORDO WATCH (que traducimos al español) presenta un ejemplo para entender este contraste. 
   
      
Luego de una pregunta del presbítero Kosiński sobre la guerra de Ucrania, donde Bergoglio nuevamente dijo su frase de la «Tercera Guerra Mundial a pedazos» y relató de su audiencia con las esposas y novias de los comandantes del nazi regimiento Azov («Mujeres jóvenes y hermosas», acotó, como si hiciera falta), le plantearon el siguiente interrogante «¿Qué signos de renovación espiritual ve en la Iglesia? ¿Ve alguno? ¿Hay signos de vida nueva, de frescura?», a lo cual respondió:
«Es muy difícil ver un renovación espiritual usando esquemas muy anticuados. Tenemos que renovar nuestra forma de ver la realidad, de evaluarla. En la Iglesia europea veo más renovación en las cosas espontáneas que están surgiendo: movimientos, grupos, nuevos obispos que recuerdan que hay un Concilio detrás, porque el Concilio que más recuerdan algunos pastores es el de Trento. Y no lo digo en broma.
    
El restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio. El número de grupos de “restauradores” –hay muchos en Estados Unidos, por ejemplo– es asombroso. Un obispo argentino me dijo que le habían pedido que administrara una diócesis que había caído en manos de estos “restauradores”. Nunca habían aceptado el Concilio. Hay ideas, comportamientos que provienen de un restauracionismo que no aceptó el Concilio después de todo. El problema es precisamente éste: que en algunos contextos el Concilio aún no ha sido aceptado. También es cierto que un Concilio tarda un siglo en echar raíces. Por tanto, ¡todavía nos quedan cuarenta años para que arraigue! 
      
Hay signos de renovación también en los grupos que dan un nuevo rostro a la Iglesia a través de la asistencia social o pastoral. Los franceses son muy creativos en esto.
    
Ustedes aún no habían nacido, pero yo fui testigo en 1974 del calvario del Prepósito General p. Pedro Arrupe en la Congregación General XXXII. En ese momento hubo una reacción conservadora para bloquear la voz profética de Arrupe. Hoy para nosotros ese General es un santo, pero tuvo que soportar muchos ataques. Fue valiente porque se atrevió a dar el paso. Arrupe era un hombre de gran obediencia al Papa. Una gran obediencia. Y Pablo VI lo entendió. El mejor discurso jamás escrito por un Papa a la Compañía de Jesús es el que pronunció Pablo VI el 3 de diciembre de 1974. Y lo escribió a mano. Ahí están los originales. El profeta Pablo VI tuvo la libertad de escribirlo. Por otro lado, personas vinculadas a la Curia alimentaban de alguna manera a un grupo de jesuitas españoles que se consideraban los verdaderos “ortodoxos” y se oponían a Arrupe. Pablo VI nunca entró en ese juego. Arrupe tenía la capacidad de ver la voluntad de Dios, unida a una sencillez infantil a la hora de adherirse al Papa. Recuerdo que un día, mientras tomábamos un café con un pequeño grupo, pasó y dijo: “¡Vamos, vamos! El Papa está a punto de pasar, ¡saludémoslo!”. ¡Era como un niño! ¡Con ese amor espontáneo! 
     
Un jesuita de la Provincia de Loyola se había ensañado especialmente con el p. Arrupe, recordémoslo. Lo enviaron a varios lugares, incluso a Argentina, y siempre dio problemas. Una vez me dijo: Tú eres uno de los que no entiende nada. Pero los verdaderos culpables son el padre Arrupe y el padre Calvez. El día más feliz de mi vida será cuando los vea colgados de la horca en la Plaza de San Pedro. ¿Por qué les cuento esta historia? Para que entiendan lo que fue el periodo post-conciliar. Y esto está sucediendo de nuevo, especialmente con los tradicionalistas. Por eso es importante salvar a estas figuras que defendieron el Concilio y la lealtad al Papa. Hay que volver a Arrupe: es una luz de ese momento que nos ilumina a todos. Y fue él quien redescubrió los Ejercicios Espirituales como fuente, liberándose de las rígidas formulaciones del Epítome Institúti [un resumen práctico de las Constituciones, cuya última revisión tuvo lugar en 1924, N. del E.], expresión de un pensamiento cerrado y rígido, más instructivo-ascético que místico». 
Por la respuesta (cuyo prefacio de «Es muy difícil ver un renovación espiritual usando esquemas muy anticuados. Tenemos que renovar nuestra forma de ver la realidad, de evaluarla» trasluce que demoró en pensar para no tener que confesar NECESARIAMENTE que la secta del Vaticano II que él gobierna es un castillo de naipes colapsando), se infiere que la pregunta proviene del presbítero español Jaime Tatay Nieto. 
   
Cuando Bergoglio dice: «En la Iglesia europea veo más renovación en las cosas espontáneas que están surgiendo: movimientos, grupos, nuevos obispos que recuerdan que hay un Concilio detrás, porque el Concilio que más recuerdan algunos pastores es el de Trento […] También es cierto que un Concilio tarda un siglo en echar raíces. Por tanto, ¡todavía nos quedan cuarenta años para que arraigue!», lo que en resumen quiere decir es que su esperanza está en que los obispos que solo conocen Trento (ni siquiera el Vaticano I) sigan disminuyendo. 
   
Si bien es cierto que hay muchos “restauradores” (sobre todo en Estados Unidos) que nunca aceptaron el Vaticano II, no por eso es menos cierto que también en Estados Unidos (y otras partes) hay muchos más “novadores” para quienes los otros concilios NO EXISTEN (ni siquiera el Concilio de Jerusalén del año 51, cuya historia se lee en el capítulo XV de los Hechos de los Apóstoles). De eso A BERGOGLIO JAMÁS Y NUNCA LE OIRÉIS QUEJA ALGUNA, PORQUE ES UNO DE ELLOS. 
   
Mención especial merece que Bergoglio precisamente mencione a su “héroe” Pedro Arrupe y Gronda (cuya causa de “beatificación” fue abierta hace casi tres años), porque Bergoglio fue su brazo derecho para deshacerse de los jesuitas españoles Luis María Mendizábal Ostolaza, José María Alba Cereceda, José Ramón Bidagor Altuna y Rodrigo Molina Rodríguez [por cierto, ¿será este el padre del cual Bergoglio le atribuye la frase de que deseaba ver a Arrupe y a Jean-Yves Calvez «colgados de la horca en la Plaza de San Pedro», y por eso Bergoglio, sicópata y resentido como es, colgó de la horca a Lumen Dei?], y el venezolano Tomás Morales Pérez, que ante la deriva que había tomado la Compañía al adoptar el modernismo y la “Teología de la Liberación” en el congreso de San Lorenzo del Escorial en 1972 habían solicitado a Montini erigirse en provincia exenta. O por mejor decirlo, ¡BERGOGLIO FUE EL SICARIO DE ARRUPE EN LA XXXII CONGREGACIÓN GENERAL DE 1974-1975! Y el mismo Arrupe desconoció las Constituciones de la Compañía cuando presentó su renuncia como Prepósito general, en lugar de seguir hasta su muerte como lo establecían estas. 
   
Pero no nos creamos, todo eso es de la mente increíblemente perceptiva de Bergoglio, cuya retórica en esta ocasión se resume así: 
«En fin, perdonen si me he extendido demasiado, pero quería hacer hincapié en los temas del postconcilio y de Arrupe, porque el problema actual de la Iglesia es precisamente la no aceptación del Concilio».
Y daríamos así por terminado el análisis, si no fuera que también se habló de Alemania y su Synodalenweg: Después de la pregunta de Ulf Jonsson sobre cómo re-evangelizar una Suecia poscristiana (para el cual Bergoglio –por primera vez– reconoció no tener una respuesta, recordó cuando la Academia Sueca le trajo un retrato dieciochesco de San Ignacio de Loyola e hizo un elogio del obispón de Estocolmo), Kielche le preguntó: «En Alemania tenemos un camino sinodal que algunos piensan que es herético, pero que en realidad es muy cercano a la vida real. Muchos dejan la Iglesia porque ya no confían en ella. Un caso particular es el de la diócesis de Colonia. ¿Qué le parece?», y Bergoglio contestó: 
«Al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Bätzing, le dije: “Hay una muy buena Iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos”. El problema surge cuando la vía sinodal proviene de las élites intelectuales y teológicas, y está muy influenciada por las presiones externas. Hay algunas diócesis en las que el Camino Sinodal se está haciendo con los fieles, con el pueblo, lentamente. 
     
He querido escribir una carta sobre su Camino Sinodal. La escribí solo, y me llevó un mes escribirla. No quería involucrar a la Curia. Lo hice por mi cuenta. La original está en español, y la que está en alemán es una traducción. Allí escribí lo que pienso. 
    
Luego la cuestión de la diócesis de Colonia. Cuando la situación estaba muy turbulenta, pedí al arzobispo que se marchara durante seis meses, para que las cosas se calmaran y yo pudiera ver con claridad. Porque cuando las aguas están agitadas, no puedes ver con claridad. Cuando volvió, le pedí que escribiera una carta de dimisión. Lo hizo y me lo dio. Y escribió una carta de disculpas a la diócesis. Lo dejé en su puesto para ver qué pasaba, pero tengo su dimisión en la mano. 
    
Lo que pasa es que hay muchos grupos de presión, y bajo presión no se puede discernir. Luego hay un problema económico por el que estoy pensando en enviar una auditoría financiera. Estoy esperando que no haya presión para discernir. El hecho de que haya diferentes puntos de vista está bien. El problema es cuando hay presión. Eso no ayuda. Sin embargo, no creo que Colonia sea la única diócesis del mundo donde hay conflictos. Y la trato como a cualquier otra diócesis del mundo que tenga conflictos. Me viene a la mente una que aún no ha terminado su conflicto: Arecibo, en Puerto Rico. Es así desde hace años. Hay muchas diócesis así». 
Amerita analizar más detalladamente qué va con lo de «Hay una muy buena Iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos» (aunque la bondad como sobrenatural no existe entre los herejes), si teológica y moralmente, la Iglesia Evangélica Luterana de Alemania es una bazofia, y la jerarquía modernista alemana va por el mismo derrotero. Por otra parte, sobre el tema de la archidiócesis de Colonia, se ve claro que más que los escándalos de abuso sexual, el problema es de dinero, y Colonia (como las demás diócesis de Alemania) tiene mucho de ello. Adicional, el Vaticano está al borde de la quiebra, y las malas gestiones de Bergoglio y sus amigotes (y los amigotes de estos) solo empeoran el cuadro. Y el hecho que se mencione Arecibo (cuyo ordinario fue destituido por Bergoglio por no “comulgar” con los demásobispones de Puerto Rico en la obligatoriedad de las coronavacunas y en el seminario interdiocesano) es sintomático que la “sinodalidad” que tanto cacarea él es en realidad una dictadura donde sólo él puede hablar como presunto intérprete de la voluntad del “Pueblo de Dios” (como los regímenes comunistas se pretenden intérpretes del también deletéreo “Pueblo obrero”). 
   
En conclusión, Bergoglio una vez más ha mostrado cuáles son sus preferencias y actitudes, y estas son contrarias a la Fe Católica.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)