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jueves, 18 de agosto de 2022

“DANZA LITÚRGICA” PROMOCIONADA EN CATEDRAL AUSTRALIANA (En servicio presidido por un presbikiko)

La noche del 24 de Junio, tuvo lugar una “Misa juvenil” en la catedral Nuestra Señora Reina de la Paz de Broome (Australia Occidental), presidido por el presbi-kiko colombiano Alexis Vega Osorio (“instalado” el 20 de Marzo de 2015), y en el cual hubo una muestra de los ministerios ofrecidos por la catedral (incluido el de “danza litúrgica”). A continuación, algunas fotografías publicadas en la cuenta de Facebook de la catedral.
  
   
Alguno objetará que la danza es parte de la cultura local (en efecto, la Diócesis de Broome –bajo la administración sede vacante de Michael Henry Morrissey, obispón de Geraldton, tras la renuncia de Christopher Alan Saunders por denuncias de presunto abuso sexual de menores– en su página web anuncia que «reconoce y respeta a los Propietarios Tradicionales y Ancianos, tanto pasados ​​como presentes, de los terrenos en los que se ubican las oficinas y operaciones de la Diócesis de Broome»). Pero acontece que en las fotos, la mayor parte de los concurrentes son de origen europeo (además de pasar de los 50 años de edad), y que en el rito latino –o su imitación barata que es el Novus Ordo–, al igual que en los ritos litúrgicos cristianos de Oriente y de Occidente, la danza es un elemento totalmente extraño y fuera de propósito. Incluso un cardenal Joseph Ratzinger, en su libro El espíritu de la liturgia: una introducción (también llamado Introducción al espíritu de la liturgia) dice:
«La danza no es una forma de expresión de la liturgia cristiana. Hubo círculos docético-gnósticos que intentaron introducirla en la liturgia cristiana, aproximadamente en el siglo III. Para ellos, la crucifixión sólo era apariencia; antes de la Pasión, Cristo habría dejado el cuerpo que, realmente, nunca había hecho propio; de tal manera que el baile podía ocupar el lugar de la liturgia de la cruz, puesto que, después de todo, la cruz sólo había sido apariencia. Las danzas cultuales de las distintas religiones tienen finalidades diversas: conjuro, magia analógica, éxtasis místico; ninguna de estas figuras corresponde a la orientación interior de la liturgia de “sacrificio de la palabra”. Lo que es completamente absurdo es cuando, en un intento de hacer que la liturgia sea más “atractiva”, se introducen pantomimas en forma de danza. Cuando es posible, incluso se lleva a cabo con grupos de danza profesionales y, a menudo, terminan con aplausos (lo cual está justificado, si se tiene en cuenta, propiamente hablando, su talento artístico).
   
Cuando se aplaude por la obra humana dentro de la liturgia, nos encontramos ante un signo claro de que se ha perdido totalmente la esencia de la liturgia, y ha sido sustituida por una especie de entretenimiento de inspiración religiosa. Este tipo de atracción no dura mucho; en el mercado de las ofertas de tiempo libre, que siempre incorpora formas de lo religioso para incitar la curiosidad del público, es imposible hacer la competencia. Yo mismo he asistido a una celebración en la que el acto penitencial se sustituyó por una representación de danza que, como es obvio, concluyó con un gran aplauso. ¿Podríamos alejarnos más de lo que es realmente la penitencia?
   
La liturgia sólo podrá atraer a las personas si no se mira a sí misma, sino a Dios; si se Le permite estar presente en ella y actuar. Entonces ocurre lo que es verdaderamente extraordinario, lo que no admite competencia, y las personas sienten que aquí ocurre algo más que un aprovechamiento del tiempo libre.
  
Ningún rito cristiano conoce la danza. Lo que se llama así en la liturgia etíope o en la forma zaireña es, en realidad, una procesión rítmicamente ordenada, que es conforme a la dignidad de lo que se expresa, poniendo disciplina interior en la liturgia, al retomar y ordenar los distintos caminos, dándoles su belleza y, sobre todo, haciéndolos dignos de Dios».
Y antes, la deuterovaticana Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el ensayo La danza religiosa: Una expresión de alegría espiritual publicado en su revista Notítiæ, 11 (1975) 202-205 (por ende, una publicación oficial y autorizada) dice categóricamente que en Occidente la danza no es ni puede ser parte de la liturgia porque
«Aquí el baile está ligado al amor, a la diversión, a la blasfemia, al desenfreno de los sentidos: tal baile, en general, no es puro.
   
Por eso no puede introducirse en celebraciones litúrgicas de ningún tipo: eso sería inyectar en la liturgia uno de los elementos más desacralizados y desacralizadores; y así equivaldría a crear una atmósfera de blasfemia que recordaría fácilmente a los presentes y a los participantes en la celebración lugares y situaciones mundanas.
   
Tampoco puede aceptarse la propuesta de introducir en la liturgia el llamado ballet artístico, porque aquí también se estaría presentando un espectáculo al que se asistiría, mientras que en la liturgia una de las normas de la que no se puede prescindir es el de la participación».
Y dice algo más que los liturgistas conciliares (desde el ceremoniero papal Piero Marini hasta cualquier señora Karen del Consejo Parroquial de San Típico) como que o no pusieron atención en el curso de formación, o no se lo dijeron:
«hay una gran diferencia de culturas: lo que es bien recibido en una cultura no puede ser asumido por otra cultura.

No debe olvidarse nunca la tradicional reserva de la seriedad del culto religioso, y del culto latino en particular».
Sobre todo, la máxima fundamental: lo que es de Dios hay que tratarlo como de Dios, esto es, con reverencia y respeto. Pero como el Novus Ordo en sí mismo no es reverente ni respetuoso de Dios, por ende, NO ES DE DIOS.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)