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miércoles, 1 de noviembre de 2023

Mons. MOISÉS CARMONA RIVERA


Moisés Carmona y Rivera nació el 31 de Octubre de 1912 en Quechultenango, Gro., hijo de Don Nicolás Carmona Sánchez y Doña María Rivera Campos. Fue bautizado el 24 de Abril de 1913 en la Parroquia de Santiago Apóstol de Quechultenango, siendo sus padrinos los hermanos Adolfino y Teodosia Sánchez.

Su padre, campesino, murió prematuramente en 1914, como resultado directo del maltrato que sufrió durante la Revolución. Una tía paterna, doña Natividad Carmona Sánchez, se hizo cargo de la crianza del pequeño Moisés, y le enseñó las primeras letras.
   
En 1925 asistió a la escuela por primera vez, a la escuela del Sagrado Corazón de Jesús en Chilapa. En esta escuela se enseñaban las verdades de la fe católica y los alumnos, junto con sus maestros, vivían diariamente la Santa Misa en latín. También se rezaba todos los días el Rosario y se celebraban solemnemente los Meses en Honor a los Sagrados Corazones de Jesús y María.
   
Recibió el Sacramento de la Confirmación a los doce años de edad, el 15 de Abril de 1926 en la Parroquia del Sagrario de Chilapa, de manos de Monseñor José Guadalupe Ortiz, Obispo de Chilapa, siendo su Padrino el P. Isidoro Ramírez.
  
Durante la persecución religiosa por el gobierno masónico de Francisco Plutarco Elías-Calles Campuzano, en que las iglesias fueron cerradas y los sacerdotes tuvieron que esconderse, Moisés era despertado todos los días a las 4 a.m. para asistir a escondidas a una Santa Misa que se estaba realizando en la casa de un particular, circunstancia que moldearía decisivamente su carácter.
  
Después de la escuela primaria, ingresó al seminario de la Inmaculada Concepción por consejo de su confesor el padre Rosalío Ojeda, de quien Moisés había sido acólito en su infancia, Párroco por entonces del pueblo de Hueycantenango, en contra de la voluntad de su madre adoptiva, que quería que fuera maestro de escuela. Allí fue un estudiante promedio, pero siempre se destacó en la retórica. Al finalizar sus estudios, atraviesa una crisis: deja el seminario para replantearse su vocación. Trabajando con los fieles laicos de Acción Católica, rápidamente se dio cuenta de que su vocación al sacerdocio era genuina, por lo que regresó al seminario.
   
En 1936 recibió la tonsura, en 1937 las órdenes menores; un año más tarde fue ordenado subdiácono, y el 15 de Octubre de 1939 diácono y sacerdote en Noviembre de ese año por Mons. Leopoldo Díaz y Escudero, obispo de Chilapa (la diócesis de Acapulco apenas surgió en 1958). En el mismo año se convirtió en capellán de la parroquia de La Soledad en Acapulco, bajo la dirección del anciano cura D. Florentino Díaz, tío del obispo que lo ordenó. El 6 de Enero de 1941 es nombrado Catedrático de Latín y Castellano para Curso Medio en el Seminario de la Inmaculada Concepción, y fue en los años de 1942 a 1944 enviado a los pueblos de Mayanalán y Acamixtla. En 1944 más tarde se convirtió en párroco de San Miguel Arcángel en Coyuca de Benítez. Su predecesor se había dado por vencido porque no se sentía a la altura de las discusiones con los protestantes. Antes de nombrarlo párroco, el obispo le dijo al padre Carmona: «Ahora te usaré en la lucha contra los herejes».
    
El padre Carmona desafió a los protestantes y, al defender públicamente su fe católica, demostró que la afirmación protestante de que «solo quedan unos pocos católicos incurables en todo México» estaba equivocada. El joven pastor consideró muy importante la catequesis. Trabajó con mucho éxito en todos los pueblos de su parroquia, los cuales en carreta o a pie. Tres veces hizo venir predicadores misioneros, y los creyentes compartieron sus conferencias con ellos, que fueron recibidos con viva simpatía.
   
En 1952 fue nombrado párroco y vicario foráneo de San Santiago Apóstol de Ometepec. La vicaría y la iglesia parecían ruinas. Logró reconstruir parcialmente el presbiterio, pero por falta de apoyo del pueblo no pudo reconstruir la iglesia parroquial. Las luchas que ahí se le presentaron jamás le hicieron retroceder, pero sí las difamaciones, por lo que al ir de visita el nuevo Obispo de Chilapa, entre otras cosas él suplicó que lo cambiara, en esas condiciones era imposible trabajar.

Cuando José del Pilar Quezada Valdés, primer obispo de Acapulco, reconstruyó el Templo de la Divina Providencia en la ciudad de Acapulco, el padre Carmona se convirtió en párroco allí. En reconocimiento a su valía, a mediados de los años sesenta formó parte del Consejo Presbiteral de la recién diócesis de Acapulco, junto a tres de los más notables eclesiásticos de la época: Rafael Bello Ruiz, Gregorio M. Bello y Ángel Martínez Galeana. El primer bloque de construcción se colocó el mismo día en que se inició el malogrado Vaticano II. El obispo Quezada consagró la cripta el 17 de Octubre de 1965 y declaró la iglesia Iglesia Expiatoria de Acapulco. A partir de entonces habría fricciones con el obispo, sobre todo porque el padre Carmona no celebraba la nueva Misa "como todo el mundo».
  
Cuando las reformas del Concilio Vaticano II llegaron a su parroquia, la Iglesia de la Divina Providencia, Carmona se negó a conformarse. En la década de 1970, junto con el padre Joaquín Sáenz y Arriaga y el padre Adolfo Zamora Hernández († 3 de Mayo de 1987), formó la Unión Católica Trento, antecesora de la actual Sociedad Sacerdotal Trento.

Cuando el padre Sáenz y Arriaga fue excomulgado ilegalmente por el cardenal Miguel Darío Miranda Gómez, la conversación fue insatisfactoria, el tema de la llamada “desobediencia” no fue abordado por el padre Carmona. Cuando terminó la construcción de la iglesia, el P. Carmona pidió a Mons. Lefebvre que la consagrara, pero como a Lefebvre no se le permitía entrar en Méjico en ese momento (a instancias de la jerarquía modernista encabezada por el delegado apostólico Sotero Sanz Villalba, y secundada por la Acción Católica de la Juventud Mejicana), el mismo Carmona llevó a cabo la bendición el 14 de Julio de 1977.
    
El sucesor de Mons. Quezada en el obispado, Don Rafael Bello visitó al P. Carmona, durante el cual se produjo un altercado verbal. El canónigo Don Gabriel Ocampo llamó entonces apóstata al padre Carmona. Para el 8 de Diciembre de 1976 hubo el anuncio de una Santa Misa en honor de la Inmaculada Concepción de María; que decía que iba a ser celebrada por el padre Héctor Bolduc, un representante de Mons. Lefebvre. A continuación el obispo (u “obispo”) Bello le dio al padre Carmona una fuerte reprimenda y le prohibió hacer celebrar esa Misa. La misa se celebró sin embargo, a pesar de todas las amenazas de ser excomulgado, acudiendo una gran multitud de fieles: la iglesia estaba abarrotada. Meses después, vino la pretendida “Excomunión” y “suspensión a divínis” del padre Carmona el 30 de Abril de 1977, que alcanzó incluso prensa internacional:
      

TRADUCCIÓN
EXCOMULGAN A CURA PÁRROCO
   
CIUDAD DE MÉXICO (UPI) – Un párroco del puerto de Acapulco fue excomulgado por apoyar al rebelde obispo francés Marcel Lefebvre y llamar al Papa Pablo VI un «impostor», dijo la oficina de información católica hoy.
   
Se espera que Lefebvre, un tradicionalista que tiene muchos seguidores en Europa y América del Norte, visite México el próximo lunes.
   
La Oficina de Información Católica de la Iglesia de México dijo que Monseñor Rafael Bello Ruiz, obispo de Acapulco, excomulgó al Padre Moisés Carmona, párroco de Acapulco, el mes pasado y declaró vacante su puesto.
   
La oficina dijo que Carmona «a pesar de las repetidas admoniciones y advertencias hechas en todos los tonos de voz, insiste en rechazar al Papa Pablo VI y al Concilio Vaticano II, así como en llamar antipapa e impostor, hereje y comunista, a Su Santidad». (“Excomulgado un cura párroco”. THE NAPLES DAILY NEWS. Nápoles, FL., viernes 8 de Julio de 1977, pág. 3. Traducción propia).
A la carta de Bello, los feligreses del padre Carmona respondieron el 15 de Mayo con otra carta:
«La feligresía católica de la Parroquia de la Divina Providencia de Acapulco, Gro., se hace presente por este medio, a reserva de hacerlo personalmente, para expresar su mas enérgica protesta por la agresión constante que usted y otros “obispos” vienen haciendo contra nuestro querido Párroco el Rvdo. Padre Moisés Carmona y Rivera, a quien desde hace tiempo usted amenazó con excomulgarlo; después con declarar vacante la Parroquia y como ninguna de esas actitudes intimidó al Padre Carmona, usted, valiéndose de sacerdotes dóciles a su “autoridad” organizó un boicot contra nuestra Parroquia y el Padre Carmona, boicot que fracasó como todas las “audaces” medidas suyas con las que quiere someternos a la iglesia modernista y anticristiana del Concilio Vaticano II, que tan tristes páginas está escribiendo en México y en el mundo entero(…) Usted carece de autoridad para declarar vacante a la Parroquia de la Divina Providencia, para quitarnos al Padre Carmona y para imponernos un cura modernista (…)».
Y el propio Padre Carmona le contestó:
«Te ofusca la mitra, Rafael. ¿Qué autoridad tienes o tenías para excomulgarme de la verdadera Iglesia de Cristo, tú que de ella te apartaste al hundirte en el “Modernismo” cloaca recolectora de todas la herejías, como el Papa San Pío X lo califica? Pero no estoy anclado en el año 1500, sino en el año 33, porque fue entonces cuando la VERDAD DIVINA -EL DEPÓSITO SAGRADO- se confió a la Iglesia para su custodia, defensa y difusión; pero la VERDAD no es un girasol, la VERDAD no cambia nunca, VERDAD DIVINA es inmutable e inmutable tiene que llegar a todos lo hombres de todos los tiempos y lugares y anclado quiero estar en ella, aunque en mi derredor todo vaya cambiando y todo también se vaya derrumbando. Vosotros obispos, cardenales y sacerdotes modernistas son considerados como “cañas que a todo viento se mueven”, como veletas movidas por el aire como barcos que navegan sin ninguna dirección. Es verdad que prometí solemnemente obedecer a mi Obispo y a sus legítimos sucesores; pero jamás he prometido obedecer a los demoledores de la Iglesia (…). Tú dices que es poco lo que nos separa, y yo digo que nos separa un abismo. Dices que quieres ayudarme a salir de mi aislamiento, y yo pregunto: ¿cuál aislamiento? ¿Crees tú que me encontraré mejor con herejes y colaborando con ellos en su obra destructora? ¡¡JAMÁS!! ¡Todo lo prefiero, menos eso! Me atengo a lo que dice San Juan, el Apóstol del amor, en su epístola II: “Si alguno viene a vosotros y no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa, ni lo saludéis”».
 
Tras la muerte del Padre Sáenz y Arriaga, el Padre Carmona asumió la dirección de la Unión Católica Trento, fundada en 1976. Tanto como párroco como Presidente de la Unión, el Padre Carmona libró y libra una lucha constante y dura contra los modernistas.
           
En 1981, Carmona y Zamora fueron llevados por los sedevacantistas alemanes Eberhard Heller y Kurt Hiller al arzobispo vietnamita Pierre Martin Ngô Đình Thục, que los consagró en Tolón de Francia el 17 de Octubre. Carmona consagró obispos a George Musey (1 de Abril de 1982) Benigno Bravo Valadéz y Roberto Martínez y Gutiérrez (ambos el 15 de Junio de 1982), Louis Vezelis OFM (24 de Agosto de 1982, asistido por George Musey) Peter Hillebrand (17 de Julio de 1991, bajo condición), y Mark Pivarunas CMRI (24 de Septiembre de 1991).
   
Mons. Moisés Carmona Rivera (derecha) y Adolfo Zamora Hernández el día de su consagración episcopal por el arzobispo Pierre Martin Ngô Đình Thục.
   
El 26 de Mayo de 1983, Carmona, Zamora y Ngô Đình Thục emitieron conjuntamente la “declaración de Acapulco”, un comunicado ratificando la declaración de Sede vacante después de Pío XII hecha por este último el año anterior. La declaración afirmó que la misa renovada de Pablo VI Montini era inválida, el decreto del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa fue herético, y los obispos que aceptaban el Vaticano son declarados apóstatas y cismáticos.

Durante los años siguientes, el obispo modernista de Acapulco toleraría la actividad de los disidentes tradicionalistas, que mostraban una discreta expansión. Frecuentemente Rafael Bello hacía llamados a “la conversión” hacia la nueva religión del Vaticano II. El último llamado, infructuoso por supuesto, ocurrió el 6 de septiembre de 1991. Pero también hubo ataques y amenazas contra la vida de Mons. Carmona, instigados por los mismos clérigos conciliares:
  • El 24 de Septiembre de 1984 intentaron asesinarlo disparándole a su jeep mientras se desplazaba en el camino de Guadalupe Victoria a Ometepec, saliendo ileso pero le robaron sus ornamentos litúrgicos.
  • En una carta fechada a 8 de Octubre de 1986, menciona que el “obispo” de Chilapa José María Hernández González envió contra él un grupo de personas casi todas armadas con machetes, pues él les había dicho lleno de odio: «Si llega a venir ese Moisés Carmona sáquenlo a patadas… agárrenlo y mátenlo».
  • Y el 3 de Febrero de 1988, en una carta al cura de Ometepec Rafael Cortés Gaspar (el “Monseñor pistolas” de Guerrero), Monseñor Carmona le responde que está enterado de que es él quien le envió amenazas de muerte bajo otro nombre y que también está enterado de que contrató a una persona para asesinarlo:
    «¿Para qué gastar dinero en mandar a uno desde el poblado de Marquelia hasta Orizaba para que contrate un asesino que venga a hacerlo?… Hágalo usted y hágalo de tal manera que todo quede en el misterio; que no se sepa que sus manos consagradas quedaron manchadas con la sangre de un OBISPO CATÓLICO. La muerte no me espanta; de alguna manera tengo que morir y con serenidad espero que se llegue ese momento».

En 1989, Mons. Carmona celebró sus bodas de oro sacerdotales en la parroquia de la Divina Providencia de Acapulco, rodeado de centenares de fieles y de todos sus sacerdotes y seminaristas. 
  
Mons. Carmona murió en circunstancias extrañas en un siniestro vial la mañana del 1 de Noviembre de 1991 frente al hotel La Estancia, a la mitad del camino entre la ciudad de Querétaro y San Juan del Río, regresando de visitar al obispo Martínez en Guadalajara. En 1996, al ser exhumado y trasladado por el padre (más tarde obispo) Martín Dávila Gándara, de la Sociedad Sacerdotal Trento, a una cripta en una capilla inferior debajo de la iglesia de la Divina Providencia en Acapulco, el cadáver de Mons. Carmona se hallaba sin señales de descomposición, tal como en el día de su funeral.
  
Fotografías de la tumba de Mons. Carmona (en la tercera, Mons. Martín Dávila Gándara, superior de la Sociedad Sacerdotal Trento).

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)