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miércoles, 28 de mayo de 2025

LA SUPRESIÓN DE LAS ROGATIVAS Y LA LETANÍA DE LOS SANTOS EN EL CALENDARIO MODERNO

Reflexión por Pedro J. Barreto II. Traducción propia.
   
LA SUPRESIÓN DE LAS ROGATIVAS Y LAS LETANÍAS DE LOS SANTOS EN EL CALENDARIO MODERNO: UNA REFLEXIÓN
   
Introducción
Entre los muchos cambios profundos en la vida litúrgica de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, una de las pérdidas más discretas, pero de profundo significado simbólico, fue la supresión de las Rogativas y de la Letanía de los Santos, completa y tradicional, con sus súplicas de protección divina sobre la tierra, la sociedad y la naturaleza misma. Estas antiguas oraciones, que datan del siglo V, no eran simplemente ejercicios piadosos; expresaban una cosmovisión católica coherente: que toda la creación está bajo la soberanía de Cristo Rey, y que el hombre debe arrepentirse e implorar la misericordia divina ante las calamidades naturales y sociales.
   
Este artículo explora el pensamiento teológico detrás de la abolición moderna de estas observancias, y por qué la lógica, aunque a menudo se pasa por alto, revela una crisis de fe más profunda.

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La teología tradicional de los días de rogativas
En la antigua práctica romana y galicana, se celebraban procesiones de Rogativas y la Letanía completa de los Santos para implorar la misericordia de Dios contra:
  • Plagas
  • Hambrunas
  • Desastres naturales
  • Guerras e invasiones
  • Pérdida de cosechas
Estas oraciones se basaban en una profunda comprensión del Pecado Original: que el pecado del hombre hirió no solo su alma, sino también a toda la creación (cf. Romanos 8, 22). Por lo tanto, los desastres naturales y las tragedias humanas no se consideraban “accidentes” ni “fenómenos puramente científicos”, sino castigos o recordatorios que llamaban a los hombres al arrepentimiento.
  
En la cosmovisión tradicional:
  • El pecado afecta a la naturaleza misma.
  • Las comunidades deben arrepentirse públicamente para evitar el castigo divino.
  • Los santos son intercesores poderosos que pueden obtener protección para ciudades, naciones y tierras.
Los fieles procesionaban por los campos, descalzos, cantando Miserére nobis («ten piedad de nosotros»), implorando el favor de Dios a través de los santos. El tono era penitencial, sobrio y lleno de esperanza en la misericordia de Dios.
   
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La reforma litúrgica moderna: ¿Qué ha cambiado?
En 1969, después del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI promulgó el nuevo Calendario Romano mediante la Carta Apostólica “Mystérii Paschális”.
   
En esta reforma:
  • Los Días de Rogativas y los Días de Témporas fueron abolidos del calendario universal.
  • La Letanía de los Santos se mantuvo sólo en ciertas liturgias (Vigilia Pascual, ordenaciones, etc.), y generalmente en una forma abreviada y más optimista.
Si bien se permitió a las diócesis establecer días especiales de oración por las necesidades particulares (especialmente en las diócesis rurales), se perdió el carácter penitencial universal y público de los Días de Rogativas.
    
Las razones teológicas oficiales que se dieron:
  1. “Simplificación” del calendario:
    Los reformadores afirmaron que la Iglesia necesitaba regresar a un ciclo litúrgico “más simple” y más claramente centrado en Cristo y el Misterio Pascual, removiendo las fiestas “duplicadas” o “medievales”.
       
  2. Una nueva visión de la naturaleza:
    Bajo la influencia de la ciencia moderna y un cambio en el pensamiento teológico, los desastres naturalers fueron vistos cada vez más como fenómenos naturales en vez de señales del castigo de Dios.
       
    La idea de que las inundaciones, sequías o hambrunas podían apelar a actos públicos de arrepentimiento fue vista como desfasada o incluso “supersticiosa”.
       
  3. Desénfasis en el temor y el castigo:
    El espíritu teológico del Vaticano II enfatizó el amor de Dios y la dignidad del hombre, pasando a segundo plano los temas más antiguos del temor y el castigo.
       
    Por tanto, las oraciones públicas pidiendo librarse de la ira de Dios fueron consideradas “negativas” e inadecuadas para la “fe madura” del “hombre moderno”.
       
  4. Sensibilidad ecuménica:
    Las procesiones públicas implorando la misericordia divina y referenciando los castigos de Dios fueron vistas como posiblemente ofensivas a los protestantes y otros acatólicos.
       
    Los reformadores deseaban una liturgia que fuera más aceptable en los contextos ecuménicos, enfocándose en temas universales como la paz y la fraternidad que no en los castigos y el arrepentimiento.
   
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Un problema más profundo: La pérdida del sentido del pecado y de la soberanía divina
Detrás de estas razones “pastorales” yace una ruptura teológica más profunda:
  • La naturaleza ya no es vista bajo el gobierno divino en una forma visible y providencial.
  • El pecado del hombre ya no es públicamente reconocido como causa del sufrimiento societal y natural.
  • La justicia de Dios es pospuesta, con un solo énfasis en Su misericordia.
  • La Realeza de Cristo sobre las naciones y sociedades es remplazada por una fe privatizada e individualista.
En resumen, la supresión de los Días de Rogativas y toda la Letanía penitencial refleja una pérdida del entendimiento católico tradicional de la relación entre Dios, el hombre y la creación.
   
Esto es parte de un movimiento más grande, el mismo espíritu que:
  • Redefinió la liturgia para ser más sobre la autoexpresión del hombre que ofrecer sacrificio a Dios.
  • Vio a la Iglesia mientras se adaptaba al mundo moderno, en lugar de convertirlo.
El resultado final ha sido un debilitamiento catastrófico del testimonio público de la Iglesia, una pérdida profundamente sentida en nuestro tiempo de desastre natural, agitación societal y colapso moral, cuando las oraciones tradicionales serían más necesarias que nunca.
   
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Por qué la Letanía tradicional de los Santos es necesaria ahora más que nunca
Hoy, somos testigos de un mundo cada vez más inestable:
  • Aumentan las guerras y revoluciones.
  • Los desastres naturales crecen en intensidad.
  • La decadencia societal se acelera, con el colapso de la familia, moral y verdad.
El hombre moderno, habiendo rechazado a Dios, busca soluciones en la política, la ciencia y la ideología; pero ninguna de ellas puede curar la herida causada por el pecado.
    
La Letanía completa de los Santos, especialmente la que se reza durante los tradicionales Días de Rogativas, nos recuerda que:
  • Somos impotentes sin la misericordia de Dios.
  • Los santos son nuestros defensores y protectores.
  • La naturaleza misma responde a la virtud o vicio humano.
  • Los actos públicos de arrepentimiento son necesarios para restaurar la bendición de Dios.
  • La civilización cristiana comprendió una vez que pueblos enteros, ciudades y naciones debían humillarse públicamente ante Dios.
Al recuperar las procesiones de las Rogativas y las antiguas Letanías, recuperamos una visión de la Iglesia que es verdaderamente católica: una que reconoce a Cristo como el Rey Soberano del cielo y de la tierra, e implora a sus santos que nos protejan de las consecuencias de nuestros pecados.
   
En una época que se enfrenta al castigo, el llamado es claro: restituir la letanía pública. Restituir las procesiones. Restituir el arrepentimiento público.
  
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Referencias
  • Ritual Romano (Rituale Romanum), ediciones anteriores a 1955: texto completo de las Letanías de los Santos con invocaciones de protección sobre la tierra.
  • “Mystérii Paschális” (Pablo VI, 1969) — Carta apostólica que anuncia la reforma del calendario litúrgico.
  • Martirologio Romano (anterior a 1962): documenta las procesiones de Rogativas y su significado teológico.
  • Saint Andrew’s Daily Missal (edición de 1945) — Instrucciones litúrgicas y oraciones para las Rogativas Mayores y Menores.
  • “Sacrosánctum Concílium (Concilio Vaticano II, 1963) — Constitución sobre la Sagrada Liturgia; base para posteriores reformas litúrgicas.
  • Romanos 8, 22 — «Porque sabemos que toda criatura gime y sufre dolores de parto, incluso ahora» (Traducción de Douay-Rheims).
  • P. Louis Bouyer CO, The Liturgy and Architecture (1967): reflexiones sobre el cambio teológico posterior al Vaticano II.

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