¡Oh Dios Eterno, Padre de bondad, que para ilustración y consuelo nuestro nos dejaste escrita tu sagrada Palabra! Preserva de todo error mi entendimiento en su lectura; líbrame del espíritu de soberbia a fin de que yo siga fielmente las enseñanzas de la que nos diste como Maestra infalible de la verdad, la Santa Iglesia Católica, y dame un corazón dócil y generoso para que sepa practicar tus divinas enseñanzas. Te lo suplico por los méritos del que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida, Jesucristo, tu único Hijo y Señor nuestro, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la gracia, el que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)