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jueves, 23 de abril de 2009

SERMÓN DEL DÍA DE SAN JORGE

San Jorge: Protegido inexpugnablemente con el estandarte de la cruz - Sermón 3 de San Pedro Damián, sobre san Jorge: PL 144, 567-571

 

La festividad de hoy, queridos hermanos, duplica la alegría de la gloria pascual, y es como una piedra preciosa que da un nuevo esplendor al oro en que se incrusta.

Jorge fue trasladado de una milicia a otra, pues dejó su cargo en el ejército, cambiándolo por la profesión de la milicia cristiana y, con la valentía propia de un soldado, repartió primero sus bienes entre los pobres, despreciando el de los bienes del mundo, y así, libre y dispuesto, se puso la coraza de la fe y, cuando el combate se hallaba en todo su fragor, entró en él como un valeroso soldado de Cristo.



Esta actitud nos enseña claramente que no se puede pelear por la fe con firmeza y decisión si no se han dejado primero los bienes terrenos.


San Jorge, encendido en fuego del Espíritu Santo y protegiéndose inexpugnablemente con el estandarte de la cruz, peleó de tal modo con aquel rey inicuo, que, al vencer a este delegado de Satanás, venció al príncipe de la iniquidad y dio ánimos a los soldados de Cristo para combatir con valentía.


Junto al mártir estaba el Árbitro invisible y supremo que, según sus designios, permitía a los impíos que le atormentaran. Si es verdad que entregaba su cuerpo en manos de los verdugos, guardaba su alma bajo su constante protección, escondiéndola en el baluarte inexpugnable de la fe.


Hermanos carísimos: no debemos limitarnos a admirar a este combatiente de la milicia celeste, sino que debemos imitarle.


Que nuestro espíritu se eleve hacia el premio de la gloria celestial, de modo que, centrado nuestro corazón en su contemplación, no nos dejemos doblegar, tanto si el mundo seductor se burla de nosotros como si con sus amenazas quiere atemorizarnos.


Purifiquémonos, pues, de cualquier impureza de cuerpo o espíritu, siguiendo el mandato de san Pablo, para entrar al fin en ese templo de la bienaventuranza al que se dirige ahora nuestra intención.


El que dentro de este templo que es la Iglesia quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo como hombre nuevo por el bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta renovada.


Así es como, limpios de las manchas del antiguo pecado y resplandecientes por el brillo de la nueva conducta, celebramos dignamente el misterio pascual e imitamos realmente el ejemplo de los santos mártires.


Señor, alabamos tu poder y te rogamos que san Jorge, fiel imitador de la pasión de tu Hijo, sea para nosotros protector generoso en nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

ORACIÓN A SAN JORGE PARA DEFENDERSE DE LOS ENEMIGOS



Andaré vestido y armado con las armas de San Jorge para que mis enemigos, teniendo pies, no me alcancen, teniendo manos no me atrapen, teniendo ojos no me vean, y ni con el pensamiento ellos puedan hacerme mal.

Armas de fuego mi cuerpo no alcanzarán, cuchillos y lanzas se quiebren sin mi cuerpo tocar, cuerdas y corrientes se rompan sin mi cuerpo atar.

Jesucristo, me proteja y defienda con el poder de su Santa y Divina gracia, Virgen de Nazaret, me cubra con su manto sagrado y divino, protegiéndome en todos mis dolores y aflicciones, y Dios, con su divina misericordia y gran poder, sea mi defensor contra las maldades o persecuciones de mis enemigos.

Glorioso San Jorge, en nombre de Dios, extiéndeme tu escudo y tus poderosas armas, defendiéndome con tu fuerza y con tu grandeza, y que debajo de ti, mis enemigos queden humildes y sumisos a Ti. Así sea con el poder de Dios, de Jesús y del Divino Espíritu Santo. Amén.

jueves, 16 de abril de 2009

DE LAS MOCIONES DEL ALMA Y CÓMO MANEJARSE CON RESPECTO A CADA UNA

  
1ª regla. En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por más conservarlos y aumentar en sus vicios y pecados; en las cuales personas el buen espíritu usa contrario modo, punzándoles y remordiéndoles las consciencias por el sindérese de la razón.

2ª regla. En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor subiendo, es el contrario modo que en la primera regla; porque entonces propio es del mal espíritu morder, tristar y poner impedimentos inquietando con falsas razones, para que no pase adelante; y propio del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que en el bien obrar proceda adelante. 
  
3ª regla. De la consolación espiritual: llamo consolación cuando en el ánima se causa alguna moción interior, con la qual viene la ánima a inflamarse en amor de su Criador y Señor, y consequenter cuando ninguna cosa criada sobre la faz de la tierra puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas. Asimismo cuando lanza lágrimas motivas a amor de su Señor, ahora sea por el dolor de sus peccados, o de la pasión de Cristo nuestro Señor, o de otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y alabanza; finalmente, llamo consolación todo aumento de esperanza, fe y caridad y toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su ánima, quietándola y pacificándola en su Criador y Señor.
 
4ª regla. De la desolación espiritual: llamo desolación todo el contrario de la tercera regla; así como oscuridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor. Porque así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que salen de la consolación son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación.
  
5ª regla. En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar.
  
6ª regla. Dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolación, así como es en instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia.
  
7ª regla. El que está en desolación, considere cómo el Señor le ha dejado en prueba en sus potencias naturales, para que resista a las varias agitaciones y tentaciones del enemigo; pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda, aunque claramente no lo sienta; porque el Señor le ha abstraído su mucho fervor, crecido amor y gracia intensa, quedándole también gracia suficiente para la salud eterna.
  
8ª regla. El que está en desolación, trabaje de estar en paciencia, que es contraria a las vejaciones que le vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la sexta regla.
  
9ª regla. Tres causas principales son porque nos hallamos desolados: la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y así por nuestras faltas se aleja la consolación espiritual de nosotros; la segunda, por probarnos para cuánto somos, y en cuánto nos alargamos en su servicio y alabanza, sin tanto estipendio de consolaciones y crecidas gracias; la tercera, por darnos verdadera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Señor, y porque en cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o vanagloria, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la espiritual consolación.
  
10ª regla. El que está en consolación piense cómo se habrá en la desolación que después vendrá, tomando nuevas fuerzas para entonces.
  
11ª regla. El que está consolado procure humiliarse y bajarse cuanto puede, pensando cuán para poco es en el tiempo de la desolación sin la tal gracia o consolación. Por el contrario, piense el que está en desolación que puede mucho con la gracia suficiente para resistir a todos sus enemigos, tomando fuerzas en su Criador y Señor.
  
12ª regla. El enemigo se hace como mujer en ser flaco por fuerza y fuerte de grado, porque así como es propio de la mujer, cuando riñe con algún varón, perder ánimo, dando huída cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan sin mesura; de la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huída sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo haciendo el oppósito per diámetrum; y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de natura humana, en prosecución de su dañada intención con tan crecida malicia.
  
13ª regla. Así mismo, se hace como vano enamorado en querer ser secreto y no descubierto: porque así como el hombre vano, que hablando a mala parte requiere a una hija de un buen padre, o a una mujer de buen marido, quiere que sus palabras y suasiones sean secretas; y el contrario le displace mucho, cuando la hija al padre o la mujer al marido descubre sus vanas palabras y intención depravada, porque fácilmente colige que no podrá salir con la empresa comenzada: de la misma manera, cuando el enemigo de natura humana trae sus astucias y suasiones a la ánima justa, quiere y desea que sean recibidas y tenidas en secreto; mas cuando las descubre a su buen confesor o a otra persona espiritual, que conozca sus engaños y malicias, mucho le pesa: porque colige que no podrá salir con su malicia comenzada, en ser descubiertos sus engaños manifiestos.
  
14ª regla. Así mismo, se ha como un caudillo, para vencer y robar lo que desea; porque así como un capitán y caudillo del campo, asentando su real y mirando las fuerzas o disposición de un castillo, le combate por la parte más flaca; de la misma manera el enemigo de natura humana, rodeando mira en torno todas nuestras virtudes teologales, cardinales y morales; y por donde nos halla más flacos y más necesitados para nuestra salud eterna, por allí nos bate y procura tomarnos.
 
(SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales, nros. 314-327)

sábado, 11 de abril de 2009

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS: UNAS BREVES LÍNEAS


Mañana será Domingo de Pascua, la fecha en la que los católicos celebramos la gloriosa resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
La Resurrección de Jesús es un hecho tan verídico que es uno de los fundamentos de nuestra fé. Los apóstoles de Jesús comenzaron su predicación anunciando este hecho indiscutible: Jesús de Nazaret, quien fue clavado en una cruz y sepultado RESUCITÓ. Todo su mensaje giró en torno de esta noticia; hoy la Iglesia también centra todo su trabajo apostólico en JESÚS RESUCITADO. A partir de esta VERDAD, se realiza la evangelización, hace dos mil años y hasta nuestros días. La resurrección de Jesús es el hecho más importante de toda la Historia de la Salvación. Es un asunto fundante -en él esta fundada nuestra fe- y fundamental -sin Resurrección sería absurda, y no tendría razón de ser nuestra fe-. Si Cristo no hubiera resucitado, la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena Noticia de salvación para nadie. San Pablo lo afirma claramente: "Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no contiene nada ni queda nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no pueden esperar nada de su fe…. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…" (1Co 15, 14; 17; 20). La Resurrección de Jesús es una VERDAD, a la que de ninguna manera debemos renunciar si nos llamamos cristianos.
Hermanos, celebremos esta victoria de Dios y entonemos con alegría y convicción ¡Aleluya! ¡Cristo ha vencido!; pero también vivamos de acuerdo a los mandamientos de Dios para que reflejemos ante el mundo la gloria del resucitado.

EVOLUCIONISMO, DOCTRINA SATÁNICA

Algunas personas e instituciones creen y defienden a capa y espada la teoría de la evolución, y a su postulante Charles Darwin. Tristemente, hay algunos católicos entre los evolucionistas, cometiendo así un pecado mortal, puesto que niegan el primer artículo del Credo de Nicea: "Creo en un solo Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible". Peor aún, tienden a sincretizar la Creación con la evolución. Con este artículo voy a abrirles los ojos para que disciernan lo que la evolución es en realidad: una doctrina satánica.
 

Evolucionismo


Esclavitud a Satanás
 
¿Cómo surge la teoría evolucionista?
La docrtina evoucionista fue ideada por primera vez por los presocráticos en Grecia, hace 500 años antes de Cristo. Ésto se debió a que en su visión "racional" del mundo, la Nada no existía y Dios era un ser extraño. Más adelante, con Platón y Aristóteles, se plantea la posibilidad de la existencia de la Nada y de un acto creativo por parte de un Ser Superior (Dios).
  
En la época romana, el filósofo Plotino introdujo definitivamente en el pensamiento grecorromano la idea de una creación, influenciado por el judaísmo y los primeros cristianos (esto es increíble porque Plotino era griego y pagano). La teoría creacionista tuvo muchos seguidores, tantos que en el siglo IV después de Cristo, la teoría evolucionista dejó de existir.
  
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la Creación era un tema fundamental en el arte, como lo demuestran algunos frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina del Vaticano, las sinfonías de Johann Sebastian Bach y Joseph Haydn, por mencionar algunas obras.
 
La Creación de Adán, por Miguel Ángel Buonarotti(Capilla Sixtina del Vaticano)
 
Ya en el siglo XVIII, con la mal llamada “Ilustración”, liderada por la masonería, la evolución reaparece por obra de Lamarck, argumentada en supuestos fósiles encotrados y en viajes a lugares recónditos. Pero su formato final fue dado por Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, que hacían parte de una secta espiritista (satánica); y su libro “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”, atribuyendo las características de las especies a la “selección natural” (sí, así se llama CON NOMBRE Y APELLIDOS) y afirmando que el hombre viene del mono -teoría que se expandió al ámbito social, porque el mismo Darwin hablaba de “razas civilizadas” y “razas salvajes”, fundamento del colonialismo del siglo XIX-. Los masones apoyaban esta tesis en su intento por destruir a la Iglesia Católica, que para ellos era una “covacha de supersticiones”.
 

Alfred Russel Wallace
  

Charles Darwin


La opinión de los Papas en esa época era muy clara: la evolución y el modernismo eran ideas salidas del infierno para causar la perdición de las Almas. El beato Pío IX decretó la excomunión de los católicos que apoyan esta teoría, decisión ratificada por León XIII, san Pío X y san Pío XII.
    
La teoría evolucionista fue (y sigue siendo) muy polémica, tanto que, en Inglaterra se ridiculizaba a Darwin dibujándolo como un simio; en Estados Unidos, la evolución fue censurada hasta los años 70 del siglo XX. En España, el Caudillo san Francisco Franco Bahamonde prohibió la enseñanza de esta teoría en todas las escuelas y universidades del país.
  

Charles Darwin enamorando a una mona (caricatura inglesa del siglo XIX)

Pero, desafortunadamente, Antipapa Paulo VI, en su afán de "modernizar" (más bien, degenerar) a la Iglesia, retiró a Darwin del Índice de libros prohibidos en 1972, anulando las disposiciones de sus antecesores. Y Antipapa Juan Pablo II, el 23 de octubre de 1996, declaró que la evolución era un “hecho probado” y que Adán y Eva son un mito, contradiciendo hasta su propio Catecismo publicado apenas dos años atrás. Ya la apostasía profetizada por San Pablo, y anunciada por Nuestra Señora en continuas apariciones, estaba dando frutos.
  
Pero hubo católicos fieles a la Verdad, como Monseñor Marcel Lefebvre (grande entre los enemigos de la herejía) y la Fraterindad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), que se declararon en rebeldía contra las disposiciones del Concilio Vaticano II y sus horribles errores. Por su fidelidad a la Revelación fueron abiertamente perseguidos en un intento deseperado por acallar a estos campeones de la Fé verdadera. Pero la FSSPX ha vencido a estos ataques, porque perseveraron hasta el fin, y "Quien persevere hasta el fin, se salvará" (San Jerónimo).
    
Ahora, ¿Por qué la teoría de la evolución es satánica? Porque:
  1. La teoría de la evolución asegura que las especies aparecieron por un proceso de “selección natural”, negando de salida la intervención de Dios, y atribuyendo todo al ciego y anárquico azar. El Creacionismo, en cambio, sostiene que todo lo creado por Dios fue creado de muy buena manera. 
  2. La teoría de la evolución afirma que el hombre proviene del mono. Error fatal, porque, si fuera cierto, no tendríamos capacidad de actuar conforme a principios éticos y morales, sino por instinto. Además, seríamos violentos por naturaleza. Mientras que el Creacionismo enseña que los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza. Se parecerá a Nosotros”. Y Dios es el dador del amor, de la bondad, la misericordia y la sabiduría misma, en una palabra, Dios concede siempre al ser humano todos los bienes, los vivifica, los santifica, los bendice y los comunica (Santa Misa).
  3. La evolución fue patrocinada por la judeomasonería, uno de los más peligrosos enemigos de la Iglesia Católica, en su intento por destruir los cimientos de la Fe y la Verdad revelada. El creacionismo, por su parte, es defendido hasta por los filósofos y es un milagro patente.
 
Si estas razones no le convencen, deténgase a reflexionar: los científicos modernos, en su afán de probar la evolución, han intentado buscar un “eslabón perdido” entre el mono y el hombre (porque para una evolución tan lenta e imperceptible -como ellos plantean-, se requiere que haya estadios intermedios), mezclando material genético de ambas especies. Y, ¿Qué sucedió? ¡Absolutamente nada! Nunca se logró hallar el punto intermedio entre ellos. Conclusión: la evolución de las especies es una gran MENTIRA que se derrumba por sí sola.

El evolucionismo de las especies corre lanza pareja con la teoría de un Universo creado hace miles de millones de años y la deriva tectónica como creadora de relieves en procesos lentos de millones de años, contradiciendo la Sagrada Escritura que afirma que la Tierra permanece en sus cimientos inalterable (aunque, igualmente, será destruída en el Juicio Final, pero eso es otro asunto). Y en todo caso, se conlleva al evolucionismo moral y dogmático, doctrina por demás condenada por la Iglesia.
 
Nota: Cuando Charles Darwin escribió su libro, estaba borracho y tenía graves problemas siquiátricos. Murío unos años después en pecado mortal (injurió a Dios y negó Su existencia, por lo que fue excomulgado en el anglicanismo) y actualmente su alma se encuentra ardiendo en el infierno por toda la eternidad.
“Al demonio no se le debe huir, porque ataca como un león. Hay que mirarlo a los ojos y azotarlo con varas y escorpiones, pues sólo así se le gana la pelea” (Anónimo).

jueves, 2 de abril de 2009

VISIÓN SOBRE EL MAGNÍFICAT, DE ANA CATALINA EMMERICK

Hoy es el día exacto en el cual la Santísima Virgen llega a la casa de San Zacarías y Santa Isabel (el 2 de Julio, día en que se conmemora este Misterio, es cuando la Virgen regresa a su casa en Nazaret, luego de atender a su prima y al recién nacido San Juan Bautista).
 
La Visitación (Juan Correa de Vivar, Museo del Louvre)
  
Durante la oración de las dos santas mujeres (la Virgen Santa María y Santa Isabel) vi una parte del misterio relacionado con el Magníficat. Debo volver a ver todo esto el sábado, víspera de la octava fiesta y entonces podré decir algo más. Ahora sólo puedo comunicar lo siguiente: el Magníficat es el cántico de acción de gracias por el cumplimiento de la bendición misteriosa de la Antigua Alianza. Durante la oración de María vi sucesivamente todos sus antepasados. Había en el transcurso de los siglos tres veces catorce parejas de esposos que se sucedían, en los cuales el padre era siempre el vástago del matrimonio anterior. De cada una de estas parejas vi salir un rayo de luz dirigido hacia María mientras se hallaba en oración. Todo el cuarto creció ante mis ojos como un árbol con ramas luminosas, las cuales iban embelleciéndose cada vez más, y por fin, en un sitio determinado de este árbol de luz, vi la carne y la sangre purísimas e inmaculadas de María, con las cuales Dios debía formar su Humanidad, mostrándose en medio de un resplandor cada vez más vivo. Oré entonces, llena de júbilo y de esperanza, como un niño que viera crecer delante de sí el árbol de Navidad. Todo esto era una imagen de la proximidad de Jesucristo en la carne y de Santísimo Sacramento. Era como si hubiese visto madurar el trigo para formar el pan de vida del que me hallara hambrienta. Todo esto es inefable. No puedo decir cómo se formó la carde en la cual se encarnó el mismo Verbo. ¿Cómo es posible esto a una criatura humana ue todavía se encuentra dentro de la carne, de la cual el Hijo de Dios y de María ha dicho que no sirve para nada y que sólo el espíritu vivifica?... También dijo El que aquéllos que se nutren de su carne y de su sangre gozarán de la vida eterna y serán resucitados por El en el último día. Unicamente su carne y su sangre son el aliento verdadero y tan sólo aquéllos que toman este alimento viven en El, y El en ellos.
  
No puedo expresar cómo vi, desde el comienzo, el acercamiento sucesivo de la Encarnación de Dios y con ella la proximidad del Santo Sacramento del Altar, manifestándose de generación en generación; luego una nueva serie de patriarcas representantes del Dios vivo que reside entre los hombres en calidad de víctima y de alimento hasta su segundo advenimiento en el último día, en la institución del sacerdocio que el Hombre-Dios, el nuevo Adán, encargado de expiar el pecado del primero, ha transmitido a sus apóstoles y éstos a los nuevo sacerdotes, mediante la imposición de las manos, para formar así una sucesión semejante de sacerdotes no interrumpida de generación en generación. Todo esto me enseñó que la recitación de la genealogía de Nuestro Señor ante el Santísimo Sacramento en la fiesta del Corpus Christi, encierra un misterio muy grande y muy profundo. También aprendí por él que así como entre los antepasados carnales de Jesucristo hubo algunos que no fueron santos y otros que fueron pecadores, sin dejar de constituir por eso gradas de la escala de Jacob, mediante las cuales Dios bajó hasta la Humanidad, también los obispos indignos quedan capacitados para consagrar el Santísimo Sacramento y para otorgar el sacerdocio a otros con todos los poderes que le son inherentes. Cuando se ven estas cosas se comprende por qué los viejos libros alemanes llaman al Antiguo Testamento la Antigua Alianza o antiguo matrimonio, y al Nuevo Testamento la Nueva Alianza o nuevo matrimonio. La flor suprema del antiguo matrimonio fué la Virgen de las vírgenes, la prometida del Espíritu Santo, la muy casta Madre del Salvador; el vaso espiritual, el vaso honorable, el vaso insigne de devoción donde el Verbo se hizo carne. Con este misterio comienza el nuevo matrimonio, la Nueva Alianza. Esta Alianza es virginal en el sacerdocio y en todos aquéllos que siguen al Cordero, y en ella el Matrimonio es un gran sacramento: la unión de Jesucristo con su prometida, la Iglesia.
   
Para poder expresar, en cuanto me sea posible, cómo me fué explicada la proximidad de la Encarnación del Verbo y al mismo tiempo el acercamiento del Santísimo Sacramento del Altar, sólo puedo repetir, una vez más, que todo esto apareció ante mis ojos en una serie de cuadros simbólicos, sin que, a causa del estado en que me encuentro, me sea posible dar cuenta de los detalles en forma inteligible. Sólo puedo hablar en forma general. He isto primero la bendición de la promesa que Dios diera a nuestros primeros padres en el Paraíso y un rayo que iba de esta bendición a la Santísima Virgen, que se hallaba recitando el Magníficat con Isabel. Vi a Abrahán, que había recibido de Dios aquella bendición, y un rayo que partiendo de él llegaba a la Santísima Virgen. Vi a los otros patriarcas que habían llevado y poseísdo aquella cosa santa y siempre aquel rayo yendo de cada uno de ellos hasta María. Vi después la transmisión de aquella bendición hasta Joaquín, el cual, gratificado con la más alta bendición venida del Santo de los Santos del Templo, pudo convertirse por ello en padre de la Santísima Virgen concebida sin pecado. Y por último es en ella donde, por la intervención del Espíritu Santo, el Verbo se hizo carne. En ella, como en el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento, el Verbo habitó nueve meses entre nosotros, oculto a todas las miradas, hasta que habiendo nacido de María en la plenitud de los tiempos, pudimos ver su gloria, como gloria del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de Verdad.
   
Esta noche vi a la Santísima Virgen dormir en su pequeña habitación, teniendo su cuerpo de costado, la cabeza reclinada sobre el brazo. Se hallaba envuelta en un trozo de tela blanca, de la cabeza a los pies. Bajo su corazón vi brillar una gloria luminosa en forma de pera rodeada de una pequeña llama de fulgor indescriptible. En Isabel brillaba también una gloria, menos brillante, aunque más grande, de forma circular; la luz que despedía era menos viva.
   
Ayer, viernes por la noche, empezando ya el nuevo día, pude ver en una habitación de la casa de Zacarías, que aun no conocía, una lámpara encendida para festejar el sábado. Zacarías, José y otros seis hombres, probablemente vecinos de la localidad, oraban de pie bajo la lámpara, en torno de un cofre sobre el cual se hallaban rollos escritos. Llevaban paños sobre la cabeza; pero al orar no hacían las contorciones que hacen los judíos actuales. A menudo bajaban la cabeza y alzaban los brazos al aire. María, Isabel y otras dos mujeres se hallaban apartadas, detrás de un tabique de rejas, en un sitio desde donde podían ver el oratorio: llevaban mantos de oración y estaban veladas desde la cabeza a los pies. Luego de la cena del sábado vi a la Virgen Santísima en su pequeña habitación recitando con Isabel el Magníficat. Estaban de pie contra el muro, una frente a la otra, con las manos juntas sobre el pecho y los velos negros sobre el rostro, orando, una después de la otra, como las religiosas en el coro. Yo recité el Magníficat con ellas, y durante la segunda parte del cántico pude ver, unos lejos y otros cerca, a algunos de los antepasados de María, de los cuales partían como líneas luminosas que se dirigían hacia ella. Vi aquellos rayos de luz saliendo de la boca de sus antepasados masculinos y del corazón del otro sexo, para concluir en la gloria que estaba en María. Creo que Abrahán, al recibir la bendición que preparaba el advenimiento de la Virgen, habitaba cerca del lugar donde María recitó el Magníficat, pues el rayo que partía de él llegaba hasta María desde un punto muy cercano, mientras que los que partían de personajes mucho más cercanos en el tiempo, parecían venir de muy lejos, de puntos más distantes. Cuando terminaron el Magníficat, que recitaban todos los días por la mañana y por la noche, desde la Visitación, se retiró Isabel, y vi a la Virgen entregarse al reposo. Habiendo terminado la fiesta del sábado los vi comer de nuevo el domingo por la noche. Tomaron su alimento todos juntos en el jardín cercano a la casa. Comieron hojas verdes que remojaban en salsa. Sobre la mesa había fuentes con frutas pequeñas y otros recipientes contenían, creo, miel, que tomaban con unas espátulas de asta.
   
Más tarde, con claro de luna, estando la noche estrellada y limpia, se puso en viaje José acompañado de Zacarías. Llevaba un pequeño paquete con panes, un cántaro y un bastón de empuñadura curva. Los dos tenían abrigos de viaje con capuz. Las mujeres los acompañaron corto trecho, volviendo solas en medio de una noche hermosísima. Ambas entraron directamente en la habitación de María, donde había una lámpara encendida como era habitual cuando Ella oraba, y se preparaba para el descanso. Las dos se quedaron de pie, una frente a la otra, y recitaron el Magníficat.
  
BEATA ANA CATALINA EMMERICK, La Vida de la Virgen María, cap. IX, 2 (Visiones del 6-8 de Julio de 1820).