Mons. JOÃO CLÁ “EL ECLÉCTICO”
“Mons.” Joao Scognamiglio Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio.
“Mons.” Clá entre el grupo de “Heraldos del Evangelio” (por respeto y lástima ocultamos el rostro de los otros “sacerdotes”).
Es viernes 15 de agosto. La novel Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en São Paulo, Brasil, está repleta. Misa solemne para la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción. Pero... no es solamente a la Santísima Virgen a quien veneran los presentes. João Scognamiglio Clá Dias, discípulo durante décadas del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira y fundador, a su muerte, de los denominados “Heraldos del Evangelio”, ha consentido en que la fiesta litúrgica sirva dignamente a la celebración de su cumpleaños número setenta. El Vaticano también ha querido estar presente. De acuerdo a lo noticiado por la agencia Zenit (17 de agosto del 2009), el Cardenal Fran Rodé, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, no solo presidió (como se dice ahora) la misa (según el nuevo ordo), sino que además entregó a João Clá la Cruz “Pro Ecclésia et Pontífice” concedida por Benedicto XVI.
Como se sabe, la condecoración "Pro Ecclesia et Pontifice" fue instituida por el Papa León XIII en 1888 para distinguir a sacerdotes o laicos por sus grandes servicios al Papado y a la Iglesia. Nos imaginamos que los títulos concretos que hacen merecedor de tal condecoración son muy altos. Y que, por eso mismo, al conceder esta condecoración a João Clá el Vaticano ha querido simbolizar con singular solemnidad sus agradecimientos por importantes servicios prestados.
No alcanzamos a discernir cuanto sabe Benedicto XVI de todo esto. Porque el discurso del Cardenal Fran Rodé fue más allá del galardón y elogió a João Clá en términos tales que equivalen a una “canonización” en vida del festejado. La Cruz “Pro Ecclésia et Pontífice”, que de suyo es ya una singularísima honra, palideció ante las más espectaculares palabras del Cardenal Rodé. De hecho, el Purpurado agradeció a João Clá en más de diez ocasiones sus servicios a la Iglesia. Lo extraño es que tales agradecimientos no aluden a hechos concretos, sino que tejen un catálogo de virtudes abstractas, una auténtica apoteosis del galardonado, en las que uno no sabe si está en presencia de una especie de santificación ad extra decidida (sin competencia canónica) por el Prefecto de la congregación vaticana, o frente a una indiscreta expresión de sentimientos oficiales por servicios prestados que no se indican. Y que al llegar a su climax se formulan en frases parabólicas que recuerdan el estilo semítico de la literatura profética sagrada, en donde el hagiógrafo es ahora el Cardenal Rodé y el profeta resulta ser João Scognamiglio Clá.
Proezas muy heroicas ha de haber realizado el Sr. Clá para que el Cardenal Rodé se dirija a él con las siguientes locuciones: “instrumento dócil y clarividente del Espíritu Santo”, “héroe de la nueva caballería”, “perteneciente a la estirpe de los héroes y de los santos”; “oyente atento de lo que el Espíritu dice a la Iglesia”; varón de “santa audacia,... de amor apasionado a la Iglesia,... de espléndido ejemplo de vida”; “perseverante en seguir la inspiración divina”; “devoto caballero apostólico de la Reina de los Apóstoles”; “toda la Iglesia le está agradecida”.
A juzgar por la apología del Cardenal Rodé se diría que João Clá es esa lámpara que ha estado oculta bajo el celemín, de la que habla el Evangelio, y que ahora, en su cumpleaños número setenta, sectores del Vaticano han querido honrar. Con algo de ironía por parte de los hechos, pues un cumpleaños no es un aniversario religioso sino que puramente humano y laico...
Pero más allá de los detalles (nos podríamos detener en muchos pero a costa de la paciencia de todos), ¿cuáles son los servicios que le han merecido en vida a Joao Clá tan exuberante reconocimiento de parte del Cardenal Rodé?
Como se sabe, la condecoración "Pro Ecclesia et Pontifice" fue instituida por el Papa León XIII en 1888 para distinguir a sacerdotes o laicos por sus grandes servicios al Papado y a la Iglesia. Nos imaginamos que los títulos concretos que hacen merecedor de tal condecoración son muy altos. Y que, por eso mismo, al conceder esta condecoración a João Clá el Vaticano ha querido simbolizar con singular solemnidad sus agradecimientos por importantes servicios prestados.
No alcanzamos a discernir cuanto sabe Benedicto XVI de todo esto. Porque el discurso del Cardenal Fran Rodé fue más allá del galardón y elogió a João Clá en términos tales que equivalen a una “canonización” en vida del festejado. La Cruz “Pro Ecclésia et Pontífice”, que de suyo es ya una singularísima honra, palideció ante las más espectaculares palabras del Cardenal Rodé. De hecho, el Purpurado agradeció a João Clá en más de diez ocasiones sus servicios a la Iglesia. Lo extraño es que tales agradecimientos no aluden a hechos concretos, sino que tejen un catálogo de virtudes abstractas, una auténtica apoteosis del galardonado, en las que uno no sabe si está en presencia de una especie de santificación ad extra decidida (sin competencia canónica) por el Prefecto de la congregación vaticana, o frente a una indiscreta expresión de sentimientos oficiales por servicios prestados que no se indican. Y que al llegar a su climax se formulan en frases parabólicas que recuerdan el estilo semítico de la literatura profética sagrada, en donde el hagiógrafo es ahora el Cardenal Rodé y el profeta resulta ser João Scognamiglio Clá.
Proezas muy heroicas ha de haber realizado el Sr. Clá para que el Cardenal Rodé se dirija a él con las siguientes locuciones: “instrumento dócil y clarividente del Espíritu Santo”, “héroe de la nueva caballería”, “perteneciente a la estirpe de los héroes y de los santos”; “oyente atento de lo que el Espíritu dice a la Iglesia”; varón de “santa audacia,... de amor apasionado a la Iglesia,... de espléndido ejemplo de vida”; “perseverante en seguir la inspiración divina”; “devoto caballero apostólico de la Reina de los Apóstoles”; “toda la Iglesia le está agradecida”.
A juzgar por la apología del Cardenal Rodé se diría que João Clá es esa lámpara que ha estado oculta bajo el celemín, de la que habla el Evangelio, y que ahora, en su cumpleaños número setenta, sectores del Vaticano han querido honrar. Con algo de ironía por parte de los hechos, pues un cumpleaños no es un aniversario religioso sino que puramente humano y laico...
Pero más allá de los detalles (nos podríamos detener en muchos pero a costa de la paciencia de todos), ¿cuáles son los servicios que le han merecido en vida a Joao Clá tan exuberante reconocimiento de parte del Cardenal Rodé?
João Clá recibiendo la Cruz “Pro Ecclésia et Pontífice” de manos del cardenal Rodé
La fotico del recuerdo (cuando le cantaban el Happy Birthday).
El cardenal Rodé presentando el certificado
- Ciertamente no ha sido su pasado. El Prefecto de la congregación vaticana no está reconociendo en João Clá sus vínculos de discípulo del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira y de socio de Tradición, Familia y Propiedad, aun cuando durante décadas formara en el interior de esta última institución las bases de la que saldrían en el futuro los “Heraldos”. Es notable al respecto que después de la muerte del Dr. Plinio el año 1995, João Clá borrara de su biografía oficial (http://www.joaocladias.org.br/) aún el nombre de su antiguo maestro y amigo, así como su identificación con Tradición, Familia y Propiedad. Ahora el largo período de existencia en que João Cla estuvo unido al Dr. Plinio ha sido rebosado con eufemismos que evitan nombrar oficialmente a su Maestro. No sé de quién ha sido la iniciativa de este ejemplar gesto de “santa audacia” de João Clá, si del Vaticano o del galardonado. Pero a ambos les conviene callar el nombre del Dr. Plinio, y las alabanzas mutuas que cubren un pesado silencio están ahí como elocuente testimonio de lo que es la “nueva caballería” entendida a la luz del Concilio.
- Tampoco es probable que el galardón y reconocimiento sean otorgados a João Cla por su presente, por su trayectoria en la vida sacerdotal. Sería ridículo hasta pensarlo. João Clá fue ordenado sacerdote recién el 15 de junio de 2005. Su experiencia sacerdotal se reduce a cuatro años. Se me dirá que Mons. João Clá es una síntesis de su presente (sacerdote conciliar) y de su pasado (discípulo del Dr. Plinio). Prueba de ello es que en su discurso de agradecimiento por la condecoración recibida nombró al fin al Dr. Plinio. Sí. Mal que mal después de años de silencio sería impresentable que no lo hiciera. Pero lo hizo, observo, no sin cierto desdén para un tal “líder” llamado “Plinio Correa”... Lo hizo deformando objetivamente su recuerdo. La postura del Doctor Plinio frente a los Papas posconciliares fue de resistencia respetuosa pero pública desde el año 1974, en la misma medida en que los Pontífices toleraban, garantizaban o activaban la autodemolición de la Iglesia. La postura de Mons. João Cla, en cambio, es de adhesión “incondicional” (figura que, por cierto, no existe en la doctrina católica) a estos Pontífices, como si la lucha en defensa de la Iglesia no fuese su lucha.
- La homilía del Cardenal Rodé hace alusión al movimiento religioso que ha formado Mons. João Clá: los “Heraldos del Evangelio”, institución que, según ha predicado el alto dignatario eclesiástico, representa algo así como la nueva caballería de la Iglesia, análoga a aquella imaginada por San Bernardo de Claraval, pero para el siglo XXI. Sin embargo, la profesión plena de la ortodoxia (no hay otro tipo de profesión) no es la que aparentemente se desea para dicha caballería, al menos si se tiene en cuenta que a la par de San Bernardo, el Cardenal Rodé cita como modelos a Simone Weill, Hans Urs von Balthasar, Dostoievski y al santo Cura de Ars. Una galería espléndida de literatos junto a místicos. ¿Qué más se podría pedir en el aniversario de Mons. João Clá, que gusta tanto de la estética y ha hecho de su grupo, desde cierto punto de vista, un compacto equipo de combatientes por la estética (yo mismo gusto de escuchar sus interpretaciones del canto gregoriano. De Händel, debo confesarlo, me cuesta más)? Pero tras la estética, siempre están la teología, la metafísica y la ética. Y así es como detrás de los literatos invocados por el Cardenal Rodé como puntales de los elogios a Mons. João Clá nos aparece una representante neta de la heterodoxia (Simone Weill) y otro del pseudo-catolicismo místico (Balthasar). Ambos entonando un mismo coro con una sola voz junto a San Bernardo y al santo cura de Ars. ¿Qué mejor regalo entonces que el eclecticismo teológico y metafísico del dignatario vaticano para Mons. João Clá? ¿No es el ex discípulo del Dr. Plinio un modelo del ensamble ecléctico? ¿No es acaso un no-Plinio, un breve anti-Plinio, o si se quiere un nuevo De Gasperi esta vez clérigo?
- Mirado a fondo todo este asunto es probable que lo que el Vaticano realmente esté premiando en la obra de João Clá –“la condecoración con la que el Santo Padre ha querido premiar vuestros méritos”- no sea la obra misma, los Heraldos, sino el talento para operar dentro de ella, para dirigirla y para encausarla. En otros términos, el Vaticano está sumamente agradecido de João Clá por su talento ecléctico que le ha permitido transformar gran parte del legado contra-revolucionario del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira en un irreconocible esteticismo romántico con apariencias tradicionales al servicio de la jerarquía eclesiástica comprometida con el Concilio Vaticano II.
- Desde una perspectiva política, es claro que Mons. João Clá representa, para los sectores del Vaticano más apegados a las reformas conciliares, una hábil y preciosa estrategia. De ahí el premio y el encomio a su figura, más allá de las intenciones personales que no nos compete ni conocer ni juzgar. Monseñor João Clá ha logrado apagar en todos sus seguidores la llama Contra-Revolucionaria que en torno a la personalidad profética del Dr. Plinio se había alimentado, especialmente frente al progresismo dentro de la Iglesia. Y a las nuevas generaciones deseosas de tradición las está conduciendo mediante una estética pre-conciliar a los brazos demoledores de la cosmovisión pos-conciliar progresista. Los antiguos guerreros con vocación de león se han transformado en corderos. Los estandartes de la tradición han sido abatidos.
- Dígase de paso que en estos tiempos posconciliares, no se exigen muchos requisitos para convertirse en modelo de santidad. Los promotores del actual proceso de beatificación de Alcide de Gasperi, icono de la defección católica en la política italiana y europea, parece que esperan pronto verlo en los altares. A pesar de la oposición de intelectuales católicos tan sensatos como Carlo Francesco D'Agostino. ¿Será que a este paso –de no mediar una acción purificadora de Dios- veremos pronto a Alcide de Gasperi como santo universal de los demócratacristianos y en el futuro a Mons. João Clá como santo de los eclécticos?
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)