En vista a los recientes ataques de los progres a la Iglesia Católica (como los incidentes de las abortistas en Tucumán y el calendario de los maricas en España), y las escasas (o nulas) protestas contra estas situaciones, conviene recordar que DIOS SÍ CASTIGA estos agravios, y con más razón si van dirigidos contra Nuestra Señora.
La Santísima Virgen María -vida, dulzura y esperanza nuestra- ¿acaso no tiene hijos que la defiendan y reparen su honor? En reparación a ello recemos devotamente el Santo Rosario y castiguemos a los políticos que partocinan estos ultrajes con lo que más les duele: no votar por ellos; y si son elegidos, derrocarlos.
Ante todo esto, ¡oh vosotros, que afrontáis en el cautiverio de la iglesia conciliar!, decid: ¿qué han hecho vuestros prelados al respecto? Os respondo: ABSOLUTAMENTE NADA, ya que han permanecido en silencio, peor aún, se arrodillan frente a los enemigos. Por ello, insisto: salid de allí y volved a la verdadera Iglesia Católica, para que no seáis castigados junto a los herejes.
Retomando la razón de ser de estas líneas, he dicho y repito a más no poder: DIOS SÍ CASTIGA. Y si no lo creéis, leed la historia que sigue a continuación.
Nuestro Señor es implacable con los que ofenden a su Santísima Madre. Tiene una eternidad de tiempo, e imaginación y poder para crear castigos proporcionales a esta y toda otra ofensa.
Existen muchos casos famosos de graves ofensas a la Santísima Virgen que no llegaron tan lejos y fueron castigadas de modo pavoroso.
Algo que pocos saben son las circunstancias inmediatas previas a la erupción del volcán Mont Pelé, en Martinica, el 8 de mayo de 1902. La Semana Santa de ese año, la población imbuida de anticlericalismo, hizo por las calles una parodia odiosa de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Para el 8 de mayo se anunció una segunda parodia, esta vez tomando como objeto a la Santísima Virgen (dato sacado del libro católico alemán titulado: "Gott greift ein" = Dios interviene), que recopila casos de castigos divinos a graves afrentas). La ciudad de Saint-Pierre fue sepultada bajo la lava ardiente. Y en la actualidad, Saint-Pierre permanece en ruinas, como recuerdo perenne de la ira de Dios.
¿Nos haremos acreedores de un castigo semejante?
Anhelando el castigo de los malvados,
† Jorge de la Compasión
Año del Señor de 2009, a 21 de Octubre, XXX de la Santa Cruzada.
UNA NUEVA POMPEYA
En esa época, San Pedro era la capital de la Martinica, se la denominaba "la pequeña París". El carnaval de 1902, había sido uno de los más animados que se hayan conocido en el país, y durante la Semana Santa, la población, imbuida de anticlericalismo, había hecho por las calles una parodia odiosa de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Para el 8 de mayo estaba anunciada una segunda parodia, esta vez tomando como objeto a la Santísima Virgen.
San Pedro de Martinica en sus días de gloria
Nada en el pasado del Mont-Pelé hacía pensar en el peligro de una erupción tan dramática. Los pocos fenómenos volcánicos observados de vez en cuando, no habían sido motivo de preocupación. Sin embargo, el 8 de mayo de 1902, el cráter explotó. En algunos segundos una nube ardiente arrasó con toda traza de vida sobre los sesenta kilómetros cuadrados. 30.000 personas perecieron.
Mapa francés detallando la extensión de la erupción de Mont-Pelé
"La ciudad de San Pedro (Martinica) fue totalmente destruida por la súbita erupción del Mont Pelé, y todos sus habitantes perecieron". Esta es la aterradora noticia llenó de consternación al mundo entero. El 8 de mayo alrededor de las 8 de la mañana, súbitamente el volcán vomitó torrentes de llamas y de rocas que sepultaron la ciudad bajo una espesa capa de cenizas y lava incandescente.
Portada de un diario norteamericano anunciando el desastre (8 de Mayo de 1902)
La catástrofe fue tan inesperada que dieciocho buques que se encontraban en el puerto fueron destruidos, solamente el «Roddam» pudo escapar del desastre, aunque perdiendo diecisiete hombres de su tripulación.
Se cree que cerca de 40.000 personas perecieron en este desastre, solamente comparable a la destrucción bajo las cenizas y la lava del Vesubio de las ciudades de Herculano y Pompeya en el año 79 de nuestra era.
Catedral de San Pedro donde perecieron numerosos fieles. "La noche precedente, mientras el volcán lanzaba una columna de humo y de fuego, los sacerdotes abrieron las iglesias y los fieles rezaban, se confesaban y comulgaban, escuchando las exhortaciones de sus pastores, inquietos por los rugidos del volcán".
Rue Victor Hugo. La ciudad y sus alrededores fueron arrasados. Pequeños pedazos de rocas despedidos por el volcán fueron proyectados a varios kilómetros. Una capa de cenizas calientes cubrió toda la isla Martinica. La "Pequeña París de las Antillas" dejó de existir. Casas y monumentos desaparecieron. Sólidos muros de piedra, se vinieron abajo. Cerca de 30.000 personas perecieron instantáneamente aplastadas o asfixiadas.
Cámara de comercio. Vestigios de la Plaza Bertin y de la Cámara de Comercio. Las riquezas de la ciudad yacen bajo los escombros... comienzan los saqueos.
Quartier du Mouillage. Los restos del barrio del Mouillage.
Uno de los miembros de la expedición de ayuda, testimonia: "Fondeamos en el desembarcadero de San Pedro, en medio de humeantes carcasas de navíos; de las ruinas de las casas se desprende un fuerte olor a quemado; el calor es insoportable; una nube de cenizas oculta totalmente la vista del Mont Pelée..."
Misión de socorro. "...Llega el auxilio. Los Padres Wetgli y Aubert organizan el servicio de difuntos y entonan el Líbera nos a malo, de pie sobre las humenates cenizas, al frente de la aduana y de las llamas, que todavía brotan de las casas situadas al borde del mar".
Camposanto creado luego del castigo divino
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)