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sábado, 27 de febrero de 2010

¡¡PROTEJAMOS A NUESTROS HIJOS DE LOS SODOMITAS ANTES QUE SEA TARDE!!

De Congregación Obispo Alois Hudal - Visto en Apostolado Eucarístico.

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí" (Isaías 3,9)

No denunciar, no discrepar, Votar por partidos que apoyan esto equivale a aceptar y a ceder ante uno de los más sucios y depravados pecados ideados por el ser humano caído.

El propósito de este breve estudio es hacer una denuncia pública del abominable pecado de la Homosexualidad, y hacerlo sin rodeos. Dios ama a las personas y quiere que éstas sean salvas, pero el pecado de los sodomitas en este tiempo está rebasando los límites de lo aceptable: El Gobierno socialista español ha legalizado estas uniones contra-natura equiparándolas al matrimonio (de hecho las llama matrimonio) con derecho a adopción de niños por parte de estos futuros -en muchísimos casos, demostrado- pederastas. El Gobierno autónomo vasco (donde en el tripartito hay más de un sodomita) acaba de nombrar como defensor del Pueblo a un destacado militante homosexual... En moderna Suecia recientemente se ha encarcelado a un pastor protestante por decir en público lo que la Biblia dice sobre la homosexualidad.

Pero ya no se trata de que esta o aquella "iglesia" protestante nombre como obispos a homosexuales declarados y practicantes o a que algún cura católico romano "salga del armario" como dicen ....

...los sodomitas ya no se conforman con tratar de hacer que les "aceptemos" en su depravada conducta pecaminosa, ellos quieren más: Matrimonio como las parejas normales, adopción de inocentes niños huérfanos (¡Ojalá el Señor Venga antes de que lo consigan!), y lo que es peor, quieren que se legalice la pederastia con una asociación que ellos llaman "Asociación para el amor entre hombre y niño" -en inglés las siglas son NAMBLA- ver los artículos de abajo de esta WEB titulados "Para saber más". Les han recibido hasta en la ONU (Dicen que por error y entre otras asociaciones de sodomitas, pero en todo caso les recibieron).

Ellos -de esta asociación- incluso tienen una página WEB donde reclaman este derecho -por si alguien no me cree: ver su web en http://www.nambla.org/ (No hay fotos obscenas, copie el enlace en su navegador para ver dicha web). La foto de abajo es de estos criminales en el día del "¿orgullo?" gay en una ciudad de USA con una pancarta reclamando el derecho al abuso y sodomía de niños:

EL PECADO DE SODOMA:

"Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Yahveh en gran manera." (Génesis 13,13)

"Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente. Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos! Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí, les dijo: Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad" (Génesis 19,4-7)


"Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, Racimos muy amargos tienen. Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides." (Deuteronomio 32,32-33)

LA ACEPTACIÓN DE LA SODOMÍA: SIGNO DE LA DECADENCIA MORAL DE UNA SOCIEDAD:

"He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité" (Ezequiel 16,49-50)

LOS SEGUIDORES DE DIOS NO DEBEN TENER RELACIONES CON PUEBLO SODOMITA:

Comentario: Ojalá esos apóstatas que se hacen llamar cristianos y que están diciendo que la homosexualidad es algo normal, que reciben a los homosexuales como tales en sus congregaciones (aunque no se arrepientan), e incluso pretenden casar religiosamente a estos pecadores leyesen alguna vez la Biblia.

"Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Yahveh Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" (Génesis 14,22)

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO DE SODOMA: PRÓXIMO JUICIO DE DIOS:

Comentario: Antes del juicio de Dios (que siempre llega, tarde o temprano), Éste da la oportunidad de que nos arrepintamos del pecado de la homosexualidad o de cualquier otro en el que hayamos caído. Para eso Cristo murió en la cruz: para salvar también a los afeminados y a los homosexuales. ¡Ay de aquellos que desprecien esa salvación tan grande!

"Entonces Yahveh le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo" (Génesis 18,20)

"Luego le advirtieron a Lot: ¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas, y a todos los que te pertenezcan, porque vamos a destruirla. El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla" (Génesis 19, 12-13)

"Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste" (Lucas 17,28-29)

LO QUE DICE LA LEY DE DIOS:

"No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación" (Levítico 18,22) 
 
Comentario: Si se lee este pasaje de Levítico en su contexto se verá que se incluye la homosexualidad entre pecados abominables para Dios como el incesto, el bestialismo -relaciones con animales- etc.

"Cualquiera que practique alguna de estas abominaciones será eliminado de su pueblo" (Levítico 18,29)

EL JUICIO DE LA LEY DE DIOS SOBRE ESTE PECADO:

"Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno" (Génesis 19,28)

"Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables" (Levítico 20,13)
Comentario: No es el Dios de la Vida quien condena a muerte al homosexual o sodomita, es su propio pecado el que le condena y que le hace responsable y reo de muerte ante la Ley del Dios Santo. El Dios de la Vida quiere que el homosexual o sodomita se arrepienta de su pecado y viva.

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí" (Isaías 3,9) 
 
Comentario: ¿No es esto lo que pasa hoy en día con el pecado de la sodomía y el lesbianismo? Publican desvergonzadamente y sin disimulo a los 4 vientos su pecado para convencer a esta decadente y cauterizada moralmente sociedad de que les acepte. Bendito sea el Dios de Israel de que haya un remanente fiel que no dobla sus rodillas ante esta aberración.
"Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías" (Lamentaciones 4,6)

EL TRAVESTISMO ES ABOMINACIÓN ANTE DIOS:

"No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Yahveh tu Dios cualquiera que esto hace" (Deuteronomio 22,5)

LA HOMOSEXUALIDAD (LESBIANISMO) ES UNA PASIÓN CONTRA LA NATURALEZA:

"Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza" (Romanos 1,26)

LA HOMOSEXUALIDAD RECIBE EN SI MISMA CASTIGO:

Comentario: No debemos pensar que el castigo de Dios contra este pecado sea el SIDA u otra enfermedad similar que afecta a tantos inocentes (en ese caso todos deberíamos estar afectados por una enfermedad, porque todos somos pecadores ante Dios los unos lavados por la sangre de Cristo y los otros no-). Estas enfermedades que se han propagado en un principio por causa de prácticas sexuales contra-naturaleza no son comparables con el venidero juicio de Dios cuando estemos ante Su Santo Trono para ser juzgados. Personalmente, en tiempos peores para esta enfermedad y afortunadamente pasados, he visitado en hospitales a homosexuales afectados de SIDA a los que sus amigos "Gays" habían abandonado. ¡Que triste entonces ver que las falsas luces de éste mundo que perece se habían convertido en sombras, y las risas en lágrimas! Los homosexuales en lo profundo de sus corazones sufren por su depravado pecado más de lo que podemos imaginar, por eso hay tanta drogadicción entre ellos, y tanto suicidio.

"y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Romanos 1,27)

LA HOMOSEXUALIDAD O EL SER AFEMINADO EXCLUYE DEL REINO DE DIOS:

Comentario: La homosexualidad es depravada hasta el extremo porque niega la imagen de Dios a la que el hombre ha sido creado. Niega el plan de Dios para la sociedad por medio de la institución de la familia (fundada por Dios aún antes que la iglesia). Por esto es un pecado especialmente desagradable a Sus santos ojos.

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6,9-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES ENEMIGA DEL EVANGELIO:

Comentario: Ya es el tiempo en que en algunos países europeos, éstos depravados que reclaman para si mismos tolerancia y que no la tienen para los que pensamos que sus prácticas son pecados contra-natura, están promoviendo leyes que envían a la cárcel a los pocos mártires (confesores de la Palabra de Dios) modernos que denuncian y hablan claramente de esta abominación.

"Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito" (1ª Timoteo 1,8-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON DESTRUCCIÓN:

"condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente" (2ª Pedro 2,6)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON FUEGO ETERNO:

"como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno" (Judas 1,7)

HAY LIBERACIÓN DEL PECADO DE LA HOMOSEXUALIDAD:
"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis (...) ni los afeminados, ni los que se echan con varones (...) heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6,9-11)

Se hace necesario decir aquí, en justicia, que de los alrededor de 80 países del mundo donde la homosexualidad está penada, ninguno de ellos es cristiano. En 8 de ellos está penada con la muerte (todos ellos musulmanes), en otros 8 se les puede condenar a cadena perpetua, y en el resto es ilegal y está penada con penas más o menos duras. El cristiano no aprueba el pecado homosexual, pero debe entender que el homosexual está necesitado como cualquier otro hombre pecador, de la liberación de su pecado que solo Jesús puede dar.

SI ERES HOMOSEXUAL Y HAS LLEGADO HASTA AQUÍ DEBES SABER QUE:

No eres más o menos pecador que el autor de esta Web. La única diferencia entre el mejor cristiano y el peor de los homosexuales la hace Jesús de Nazaret. Tu pecado es una manifestación del pecado que hay en el corazón de todos nosotros. El ser "más o menos bueno" o ser un homosexual practicante o un hombre que va a la iglesia cada domingo intentando cumplir los mandamientos de la Ley de Dios no nos libra: "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho trasgresor de la ley." (Santiago 2,10-11). Cuando incumplimos o transgredimos uno solo de estos mandamientos (en tu caso al ser homosexual y otros pecados) nos hacemos culpables ante toda la Ley de Dios, (como el que cumple todas las leyes de un país pero un día va y roba) y merecedores del castigo que Él en Su Santidad ha decretado para el pecado: "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6,23), hay un lugar terriblemente real destinado a los que mueren en sus pecados, sean homosexuales o "católicos" de nombre y de domingo: "Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9,43-48). Ahora bien, hubo Uno que cumplió perfectamente la Ley: "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4,14-16). Ese es Jesús, el Buen Jesús. Él pagó en la cruz el precio que merecían tus pecados, por eso Él es el Salvador: "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4,25), por eso dice la Biblia:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3,16-18).

Jesús murió por culpa nuestra. Dios no nos perdona de cualquier modo o porque le apetezca: nos perdona porque ya castigó nuestros pecados en Su Hijo, que tomó el pecado también de los homosexuales en la cruz. Ahora si te arrepientes (cambias de vida) y te vuelves a Él te digo que hay esperanza para ti, Dios te puede dar limpieza, pureza y una nueva vida, porque Dios dice en Su Palabra:
"Venid luego, dice El Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." (Isaías 1,18)

A Usted, que no sabe de qué están hechos sus próximos 5 minutos de vida, le toca decidir ahora dónde quiere pasar una eternidad. Solo tiene que arrepentirse de sus pecados y entregarle su vida entera a Jesucristo. Así de sencillo: entregarle tú tu vida vida llena de miserias a Jesús y a cambio Él Te dará una nueva vida -Su Vida- de perdón y plenitud.

MARRANOS = CRIPTOJUDÍOS

Traduccion por Bettablue, con algunas adaptaciones de Gladius, del artículo publicado por el Dr. Henry Makow.
  
MARRANOS: LOS CRIPTOJUDÍOS ORIGINALES
Por Henry Makow Ph.D.

Después de que los cristianos retomaran España de los moros en el siglo XIV, querían «acabar con todos los elementos no católicos en el país y unirse bajo el gobierno católico». (Prinz, The Secret Jews, p. 25)

Los judíos habían vivido en España desde el siglo IV a. C. y habían prosperado bajo los moros. La Iglesia exigía que los más de 400.000 judíos se convirtieran al catolicismo o salieran del país. Debido a que miles de judíos habían sido muertos en los disturbios de la lucha contra los judíos de 1391, más de 250.000 Judíos acordaron convertirse y llegaron a ser conocidos como “conversos” o “marranos” [1].

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que habían cometido un error fatal. Como era de esperar, la mayoría de estos conversos no eran sinceros. Pero ahora que podían pasar como cristianos, estaban exentos de los impuestos y las restricciones que regían a los judíos. Eran más influyentes y poderosos que nunca.

Se casaron con la nobleza y llegaron a los niveles más altos en el gobierno y la Iglesia. El fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, era un converso, y así también su sucesor Diego Laínez. La mayoría de los conversos practicaban el judaísmo en secreto y se les consideraban “judaizantes”.

Los jesuítas blasonan que San Ignacio de Loyola era “Cristiano viejo”, pero en realidad ¡era converso!

«Los judíos habían invadido España desde dentro… no fue sólo el judaísmo incurable, sino que parecía ser invencible… en lugar de resolver la “cuestión judía”, las conversiones en masa habían creado un nuevo problema: una poderosa clase media compuesta por judíos secretos».

Los marranos son el modelo original para los masones y comunistas. Pretendían pertenecer al grupo objetivo. Pero, como con los masones, habían apretones de manos y señas especiales secretas para reconocerse entre sí mismos, y se reunían secretamente por la noche, para ensayar sus dogmas subversivos.

EXCEPCIONES
Hubo también muchas excepciones, gente convertida sincera como Santa Teresa de Ávila, la más grande mística católica.

Santa Teresa de Ávila era descendiente de conversos sinceros


  1. Irónicamente, cuando los Reyes Católicos restauraron la Inquisición en 1478, convertidos sinceros tomaron la delantera. «El más notorio de ellos es el Gran Inquisidor Fray Tomás de Torquemada, que descendía de una familia judía, al igual que su asistente, el Obispo Diego de Deza, también dominico».

Fray Tomás de Torquemada, Inquisidor General de España, era descendiente de judíos (pero él fue católico convencido hasta la muerte)

La Inquisición, contrario a lo que se cree y pretende por parte de muchos, no tenía poder sobre los judíos. Estaba dirigida  a los cristianos conversos que se habían desviado de la fe:
«Los marranos… no aparecieron como judíos, sino, como cristianos supuestamente heréticos. La misma Inquisición también castigó a los musulmanes (“los moriscos”)… Sin embargo, no fue llamado a los tribunales ningún judío sin convertir».
   
Sin embargo, en 1492 los Reyes Católicos expulsaron a todos los judíos de España. Joachim Prinz observa sobre «la incapacidad aparente de los judíos para entender o predecir sus propias catástrofes. Los judíos, cuya historia se compone de una tragedia tras otra, todavía no se han preparado para cualquiera de ellas».

Los Reyes Católicos firman el Edicto de Granada (o de expulsión de los judíos)

SECUELAS
El mismo proceso se repitió en Portugal. Si bien muchos marranos ibéricos finalmente renunciaron a su religión, muchos más partieron, e inundaron a Europa y el Nuevo Mundo (América) con judíos que fueron capaces de pasar por cristianos, es decir, “criptojudíos” [2].
  
Prosperaban por dondequiera que iban. Su riqueza era «asombrosa… En Burdeos, Aviñón, Nantes y Marsella, se hizo un cumplido el caracterizar a los hombres de negocios cristianos denominándolos “riche comme une juif”».

En Inglaterra, sólo había 100 familias marranas en el principio del siglo XVII, pero “se encontraban entre los comerciantes de mayor éxito en Londres”. En Alemania, 40 familias Marranas participaron en la fundación del Banco de Hamburgo en 1619. La fortuna de los marranos de Altona, cerca de Hamburgo, se estimó en casi seis millones de marcos y algunas de las mejores casas de Ámsterdam pertenecían a marranos recién llegados.
   
Todo el mundo sabía que eran cristianos de conveniencia. «La ficción de la obediencia cristiana era un acuerdo comercial... [su] casa de banca... era una institución cristiana con la cual los emperadores, duques, obispos y jefes de gobierno de manera segura podían hacer negocios» (130).

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Cuatro ejemplares de Marranos

Inevitablemente, estos banqueros y comerciantes Marranos actuaban en conjunto. Prinz cuenta la historia del banquero marrano (Casa de Mendes) Joseph Nasi (1524-1579), que controlaba el Imperio Otomano como Asesor al Sultán Solimán, y más tarde a su hijo Selim. Él trató de crear una patria judía en Tiberíades, pero ningún judío quería establecerse allí. Más tarde, ideó la estrategia del “Marrano”. Habría boicot o la ruina a cualquiera que persiguiera a los marranos.

Cuando un incendio destruyó el puerto de Venecia en 1571, muchos sospecharon de la Casa de Mendes de haber pagado a los incendiarios para iniciar el siniestro. «Y mientras gran parte de la ciudad aún estaba en llamas, Joseph Nasi aconsejó al sultán para ocupar la isla veneciana de Chipre, declarándola posesión turca».

CONCLUSIÓN
La verdadera historia del mundo es la historia de cómo algunos ricos banqueros judíos y sus aliados no judíos (los masones), han conspirado para establecer la dictadura del gobierno mundial que empieza a perfilarse.
  
El esquema de esta historia se hace más visible: judíos o marranos siempre han dominado el comercio. Sus aliados naturales eran los aristócratas locales que proporcionaban protección.  Los inter-matrimonios se llevaron a cabo para asegurar influencia y poder tanto político como económico. Muchas de las familias reales de Europa son en parte judías; Por ejemplo: El príncipe Carlos fue circuncidado por un mohel judío.

1213_charles_camilla_wiEl príncipe Carlos Mountbatten-Windsor es judío

Ahora estamos viendo un resurgimiento del sistema feudal, en donde las masas sirven a este pequeño, congénita, parte de súper-ricos pervertidos y satanistas. Siendo los dueños y manejadores de la  educación y los medios de comunicación, se sirven de estos para enseñar a los siervos a abrazar la agenda de los Illuminatis. Policías con “tasers” (armas de electrochoque) y soldados armados van a poner firme a los perezosos rezagados.

Bienvenido al Nuevo Orden Mundial. Es de suponer que el NOM contiene  un cierto peligro para los judíos que no son parte de esta camarilla diminuta. Pero los judíos no fueron nunca muy buenos para “predecir sus propias catástrofes”.
 
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NOTAS
[1] MARRANO proviene de la palabra arabe muḥarram (مُحَرَّم) = cosa prohibida: ma(ha)rrano = cerdo.

[2] El término “Criptojudío” hace referencia a personas que en secreto siguen siendo fieles al judaísmo, mientras que exteriormente practican y promueven otra religión. Por su parte, el término “Cristiano viejo” se refiere a los españoles de ascendencia romano-visigoda que permanecieron fieles a la Fe Católica.

SOBRE LOS SUPUESTOS DERECHOS DE CARLOS HUGO

En España (y en las provinvias de ultramar), los seguidores de un tal Carlos Hugo dizque "de Borbón-Parma" (a lo mejor ese tío es de la familia del isabelino usurpador) afirman que debe ser el Rey de las Españas. Lo que no dicen es que el mencionado traicionó los ideales del Carlismo (Dios, Patria, Fueros, Rey), al aceptar el socialismo.

Carlos Hugo dizque "de Borbón-Parma", traidor al Carlismo 

Recordemos que a la muerte de S. A. R. Javier de Borbón-Parma, Carlos Hugo fue proclamado director del Partido Carlista. Pero como éste (Carlos Hugo) salió de izquierda, Don Sixto Enrique declaró el 22 de Septiembre de 1975 que su hermano era traidor a la Causa. En consecuencia, se fundó la Comunión Tradicionalista Carlista.
Hasta el sol de hoy, el traidor Carlos Hugo sigue proclamándose "Heredero de la Corona", causando confusión entre los españoles. Contra esta insidia izquierdista, S. A. R. Don Sixto Enrique de Borbón avaló esta nota de la Secretaría Política, publicada el día 1 de Octubre de 2003, cuyo texto transcribimos a continuación:

Sobre los supuestos derechos de Carlos Hugo
NOTA DE LA SECRETARÍA POLÍTICA
DE S.A.R. DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN

 

Ante las informaciones que se han publicado estos últimos días relativas a la asunción por parte de los hijos de Carlos Hugo de Borbón Parma, Carlos Javier y Jaime, de los derechos al trono de la Dinastía carlista, en el curso de un acto celebrado en Arbonne, la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón se ve en la obligación de hacer las siguientes precisiones:

Primera. Carlos Hugo de Borbón Parma carece de cualquier derecho a la sucesión legítima de la monarquía española, por haber traicionado hace casi treinta años los fundamentos de la Tradición española, tal como los definió el Rey Don Alfonso Carlos en el Decreto en que instituyó la Regencia en la persona del padre de aquél, el luego Rey Don Javier:
«I. La Religión Católica, Apostólica Romana, con la unidad y consecuencias jurídicas con que fue amada y servida tradicionalmente en nuestros reinos;
II. La constitución natural y orgánica de los estados y cuerpos de la sociedad tradicional;
III. La federación histórica de las distintas regiones y sus fueros y libertades, integrante de la unidad de la Patria española;
IV. La auténtica Monarquía tradicional, legítima de origen y ejercicio;
V. Los principios y espíritu y, en cuanto sea prácticamente posible, el mismo estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo.»

Segunda. El abandono de esos principios para enrolarse en un aventurerismo antes marxistizante, ahora parece que neoliberal y globalizado, siempre desnortado, y su comportamiento indecoroso en todos los terrenos, inhabilitan a Carlos Hugo para presentarse ante los carlistas y los españoles todos como heredero de la Dinastía legítima y para usar los títulos de la misma.
Tercera. Tras esa defección de su hermano, tan dolorosa, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón ha conservado el depósito de la Tradición hispánica. Sólo él puede usar los títulos y prerrogativas a que se acaba de hacer referencia. En tal sentido, con discreción pero con firmeza, ha venido actuando como Gran Maestre de la Orden de la Legitimidad Proscrita.
Cuarta. En lo que respecta a sus sobrinos, con gran cautela también, en su Manifiesto de 17 de julio de 2001, dirigido en especial a los carlistas, Don Sixto Enrique escribía: «durante años he esperado con vosotros que mis sobrinos, sus hijos (de Carlos Hugo) Don Carlos Javier y Don Jaime, enarbolasen la bandera de la que yo he sido depositario tras la muerte de mi padre, nuestro llorado Rey Don Javier. No he perdido la esperanza.»

Quinta. Aunque cada vez parezca alejarse más tal esperanza, S.A.R. Don Sixto Enrique nada desearía más que verla confirmada, eso sí, sobre las bases sólidas de la Comunión Tradicionalista de siempre, y no sobre la irresponsable trayectoria de Carlos Hugo.

En Madrid, a uno de octubre de dos mil tres.

REFLEXIÓN: PADRES RESPONSABLES

Del Apostolado Eucarístico



Artículo publicado en el Heraldo de Chihuahua, por la Sra. Mónica Ruiz
Bueno, pero... ¿Qué nos pasa? Qué es lo que nos hace suponer que alguien más tiene la responsabilidad de cuidar de nuestros hijos, si nosotros, que se supone que somos los que más los amamos, no queremos tomar esa responsabilidad???

Es ridículo ver esas mesas redondas, en las cuales funcionarios públicos, dueños de bares y discotecas, miembros de comités ciudadanos y medios de comunicación se culpan unos a otros por algo que no es mas que falta de responsabilidad de nosotros los padres.

Que si en los bares le venden alcohol a menores; que si los agentes de tránsito reciben sobornos, que si no cierran estos lugares a la hora señalada...

¿Pero en dónde están los padres de este menor que tomó mas de la cuenta?, ¿Quién lo recibe en su casa a esas horas y en ese estado?, ¿Quién le dió dinero para entrar en el bar, para el alcohol y para el soborno?, ¿Dónde están los padres que le dieron el carro a un menor que no es capaz de hacerse responsable y maneja aunque esté tomado?

¡Por favor! En qué piensan los padres de esos jóvenes que salen de su casa a las 11 de la noche, habiendo empezado a tomar desde en la tarde, durante el partido de Tigres contra Rayados?


¿Y en qué están pensando los padres de la jovencita de 16 o 17 años, que va a conseguir ride de regreso con la mamá de fulanita, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera está en la ciudad? ¿Quien será responsable de ver en que estado llegó esta joven? ¿Con quien se queda a dormir? ¿Cuáles son las costumbres de la familia en donde se quedó (si es que conocemos a la familia)?


Por qué queremos pasarles la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida si todavía no son capaces de decidir de qué color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro.


¿Por qué les damos permiso a nuestras hijas de irse a dormir después de la disco a casa de una amiga y cargamos la responsabilidad de llevarlas a los novios de 19, 20 años quien sabe a qué hora y no sabemos ni cómo, pues puede ser que tome de más? ¿Por qué queremos creer que son maduros y responsables si nosotros mismos no lo estamos siendo? Nos volvemos ciegos a los peligros por comodidad, nos hacemos los 'buena onda', 'es que yo sí le tengo confianza a mi hija'. Lo que tenemos es miedo!!, flojera, no queremos actuar como padres.


Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos... Ellos ya tienen un montón de amigos de su edad. Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que pongan reglas seguras y luego estén ahí para ver que se cumplan.


¿Cómo va a depender la seguridad de mi hijo del barman de un antro o del agente de tránsito, o del dueño de la disco si cumple la ley y cierra a las 3:00 a.m. en lugar de las 6:00 a.m.?


Yo creo que sí debería haber una ley, pero para los padres de familia. Yo creo que sí debería de haber un horario, pero el que los padres pongan en su casa independientemente de la hora que cierren los antros.


¿De qué tenemos miedo, papás? ¿Por qué no podemos poner reglas para proteger a los hijos? ¿Por qué no podemos exigir que se cumplan?.


Si los jovenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites o una autoridad a quien respetar... no existiríamos los padres.


Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: colaborar con Dios en la Creación y es a nosotros a quien se nos pedirá cuentas por nuestros hijos, no al dueño del bar, no al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, no al policía, no al maestro... ¡a nadie más!


Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo, si nosotros no podemos hacerlo. No existe ley, ni horario, ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos lo que nosotros no queremos hacer.

ACTUAR COMO PADRES es muy difícil, claro, oír de ellos 'es que todos dicen que eres mala onda, papá', pues no importa! No estamos en campaña de elecciones para el papá más popular del año, ya cada quien tiene el padre que le tocó y sería estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien con sus amigos.

Es terriblemente injusto, además, que estén en peligro jóvenes que sí tienen reglas en su casa, que saben que al llegar, estarán esperándolos sus padres, desvelados pero contentos de saber que se divirtieron, y orgullosos de comprobar que van madurando y que actúan de acuerdo a lo que se les está tratando de inculcar: Libertad con Responsabilidad.

Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos 'Huérfanos' de padres 'buena onda'.

No estaría mal ganarnos el respeto de nuestros hijos, tomando las riendas de su vida, haciéndonos responsables de su hora de llegada, de lo que toman, de sus calificaciones, haciéndoles saber lo que esperamos de ellos y creando los medios para ayudarles en su lucha para conseguirlo.
Pongamos los pies en la tierra, seamos conscientes...

Los jóvenes lo único que necesitan, es que ACTUEMOS COMO PADRES!!
Una madre de Chihuahua.
Enviado por el Padre Cardozo.

viernes, 26 de febrero de 2010

¡CUANTO IRRESPETO!

ADVERTENCIA: LA SIGUIENTE NOTICIA CONTIENE IMÁGENES QUE PUEDEN HERIR SUCEPTIBILIDADES, PERO EL MINISTERIO PROFÉTICO NOS OBLIGA A MOSTRARLAS PARA SUTENTAR LA DENUNCIA.

Para estas épocas de Cuaresma y Semana Santa, los enemigos de la Fe Católica alistan sus armas contra Cristo y contra su Santísima Madre, EMPLEANDO LOS RECURSOS MÁS VILES Y DESPRECIABLES.

Recientemente, contrataron a una actriz porno para una foto claramente ofensiva.


Por supuesto, la Iglesia Conciliar NO PROTESTÓ ante tal sacrilegio.


"Quienes se mofen de la Pasíon y Muerte de mi Hijo y lo patrocinen, irán al infierno sin fórmula de Juicio." (Mensaje de Nuestro Padre Celestial a Jorge de la Compasión)

PARA PENSAR

Mi amigo, el Profesor Diego Luengo, de Una Sancta Catholica, publicó esta nota:

"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven." (Esta frase la ha dicho el ganador del Nobel de medicina (el oncólogo brasileño Drauzio Varella)

EL CATÓLICO TRADICIONAL EN UNA UNIVERSIDAD MODERNA, POR MARTIN PATRICK HUGHES, Ph.D.

Tomado de CONGREGACIÓN MARÍA REINA INMACULADA
 
«¿Qué es verdad?» (Juan 18:38). Esa es una pregunta interesante. La humanidad ha luchado con ella desde la caída de Adán y Eva. Una vez que perdimos aquellos dones que teníamos antes de la caída, la humanidad ha tenido que buscar (y luchar por) la verdad. Pilato, inconscientemente, fue directamente al quid de la cuestión cuando planteó su famosa pregunta a Cristo. Los Evangelios no registran respuesta alguna por parte del Hijo de Dios mientras estuvo delante de Pilato. Pero ¿qué debía contestársele? La Verdad ahí estaba, justo enfrente del juez romano, pero éste no la vio. El centurión de los Evangelios la había visto. Los apóstoles la habían visto. La mujer samaritana la había visto. La mujer que fue prendida en adulterio; la innumerable cantidad de inválidos, leprosos y ciegos que Cristo había curado; las tres personas que Él levantó de entre los muertos: todos habían visto la Verdad. La fe es un don que cada hombre debe optar por aceptar o rechazar. Pilato, desafortunadamente, eligió mal.
 
Pero, desde otro punto de vista, la verdad siempre ha sido un concepto difícil para el hombre caído. Se cree que antes de la caída, Adán estaba dotado de grandes facultades, las cuales no podemos imaginarnos ni remotamente. Él nunca tuvo que luchar con el cálculo, con las leyes fundamentales de la física o con el teorema de Pitágoras. Se cree que él tenía un conocimiento detallado de todos los procesos de la naturaleza. Su conocimiento de la ciencia, de la mecánica del mundo material: todo era perfecto sin necesidad de estudiar. Entendía todo, desde la estructura del átomo hasta las leyes que gobiernan el cosmos. Como dicen, él lo tenía todo.
 
Pero tras la caída, el hombre no fue intelectualmente más que una sombra pálida de su antiguo ser. El hombre fue en un tiempo el depósito de todo conocimiento y sabiduría; ahora debe sufrir y trabajar duro para comprender cualquier cosa. Y ni siquiera es necesario aludir a las interminables generaciones que se han esforzado mucho con la química orgánica. Cuando yo tenía dos o tres años, me tomó semanas aprender cómo amarrar mis zapatos sin que el conejito se quedara atorado bajo el condenado arbusto. Ahora ya tienen velcro. ¿Acaso no es típico de nuestra naturaleza humana buscar siempre un atajo?
 
Pero no existen atajos cuando se trata de la educación. En un mundo cada vez más sofisticado, existe una creciente necesidad por la educación y el aprendizaje. Dicho de otro modo, en un mundo que se oscurece cada vez más intelectualmente por la oscura noche del error, existe una creciente necesidad por la llama iluminadora de la verdadera educación. Cristo nos ha dado este imperativo: «Que brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre, el de los cielos» (Mt. 5:16). Cristo nos ha pedido que seamos el modelo, que divulguemos el Evangelio de su verdad a todo el mundo. En la sociedad moderna, una de las mejores aseguranzas que tenemos de poder llevar a cabo ese mandato es consiguiendo una buena educación. Esta no es una empresa fácil. Todos los jóvenes católicos de hoy deben encarar un dilema difícil: necesitamos obtener una buena educación a fin de guiar a otros, por palabra y ejemplo, a la Verdad. Pero los mismos medios para obtener esa educación, a saber, las universidades y escuelas universitarias de hoy, representan una amenaza grave para nuestra fe católica. No es tarea fácil preservar los preciosos valores y creencias tradicionales que hemos recibido cuando estamos metidos de lleno en un ambiente que los ataca constantemente. Pero os aseguro, puede hacerse. Más aún, debe hacerse.
 
Quedarse sentado en casa y tomar un rol pasivo en el mundo actual simplemente no es una opción. Incluso para sobrevivir en tiempos modernos, si lo vemos desde un punto de vista material, requiere de una educación sana. Es muy difícil cuidar del alma propia cuando la necesidad apremiante es poner comida en la mesa familiar. Como dijo santo Tomás de Aquino, conviene tener una cantidad suficiente de bienes materiales, a fin de tener el tiempo y la capacidad para atender los menesteres de nuestras almas.
 
Quizá lo más importante, como trataré más adelante y con más detalle, sea lo absolutamente esencial de una educación sana para combatir las fuerzas del error en un nivel intelectual. Sin duda que ir a la universidad representa de suyo una amenaza a la salud del alma propia. Mas, esto no significa que debamos responder como el avestruz, enterrando nuestras cabezas en la arena y huyendo de los retos. Al contrario, debemos prepararnos para el reto de mantener viva la fe en un ambiente hostil. Los apóstoles y los primeros cristianos no retrocedieron ante la idolatría de Grecia y el libertinaje de Roma. Primero se formaron y luego enfrentaron el reto de divulgar el Evangelio a todas las naciones.
 
Cualquiera que intente hacerlo de otro modo, huyendo de los retos modernos; cualquiera que busque una huida pasiva, no entiende verdaderamente el llamado del Evangelio. A ellos se refería Cristo cuando habló del siervo que fue y enterró su talento. ¿De qué sirven los talentos escondidos y que nunca se usan? ¿De qué sirve un don que no es compartido para el beneficio de los demás? ¿De qué sirve la luz de la fe si se la esconde bajo el manto del respeto humano? El obtener una educación no es simplemente un medio imprescindible en la preparación para el reto de difundir la fe en el mundo moderno, sino que en sí es una oportunidad para difundir la luz de esa fe. Estos fueron los pensamientos que tuve cuando opté por ir a la universidad.

Una universidad pública
Mi primera decisión fue escoger una escuela. Fui a una universidad estatal en la zona donde vivía mi familia. Aunque había una universidad «católica» muy respetada más cerca de casa, me decidí por una escuela pública para evitar el modernismo y la herejía que hoy se enseñan en el sistema educativo superior católico. El obispo Fulton J. Sheen una vez aconsejó a un grupo de estudiantes católicos preparatorianos que les convendría ir a una escuela estatal donde tendrían la oportunidad de luchar por su fe, que ir a una universidad católica moderna donde lo único que obtendrían sería la versión diluida y modernista de la fe ya mascada para sus mentes desprevenidas. Eso fue hace 25 o 35 años; sin duda que hoy es peor.
   
Después de haberme matriculado, comenzó a apoderarse de mí un agradecimiento más profundo por mi educación católica, y por la enseñanza secundaria que recibí de los católicos tradicionales. Siempre estaré agradecido a mis padres por los tremendos sacrificios que hicieron para darle a mis hermanos y hermanas y a mí esa educación. Ha resultado ser una sólida base para mi fe. Una vez que entré a la universidad me di cuenta de cuán importante es la educación, y de cuánto debemos depender de ella. Quizá sirva aquí discutir algunas de las cosas que encontré en la universidad para demostrar qué tan importante es una buena educación católica.
 
En mi primer trimestre de universidad, me aconsejaron que comenzara a tomar los requisitos universitarios generales. Estos son una serie de cursos, en una amplia variedad de materias, que constituyen el núcleo de una típica educación en humanidades. La lista de cursos (y utilizo esa palabra holgadamente) de la cual se podía escoger era de suyo una denuncia de la educación superior en Norteamérica. Como señaló George Roche, presidente de Hillsdale College (Michigan), parece ser que los clásicos de la civilización occidental han sido echados por la ventana y sustituidos por personas del tipo de Jesse Jackson y los otros «iluminados» liberales de los últimos 30 años. Todas las obras de los «hombres blancos muertos» [En el original Dead white men, término acuñado por el movimiento feminista para designar despectivamente a los hombres blancos, particularmente europeos ya muertos, y que forma parte de su política de crear un nuevo enfoque femenino universal supuestamente superior. N. del T.], desde Aristóteles hasta Aquino y Jefferson, todos los avances culturales de la sociedad occidental de los últimos 3000 años, todas las cosas que han engrandecido nuestra civilización, todo ha sido trágicamente reemplazado por los principios modernos de la doctrina liberal. Hoy, todas las decisiones en la educación superior, desde a quién contratar y despedir hasta qué cursos enseñar, cómo enseñar y qué cosas pueden enseñarse, todas estas decisiones descansan sobre los dictados de lo que Irving Kristol llama la «impura trinidad» de raza, sexo y clase. Así, además de materias como «Una introducción a la macroeconomía» y «literatura norteamericana», mi lista de cursos disponibles contenía tales clásicos como «Estudios femeninos», «Historia chicana» y otros testimonios similares del triunfante ascenso de la humanidad de aquella «Edad Oscura». Las discusiones informales que tuve con compañeros de clase revelaron que los «Estudios femeninos» eran simplemente un frente para el feminismo radical y para vapulear a los hombres; mientras que los «Estudios chicanos» meramente suministraban una tribuna improvisada a los individuos malamente educados de linaje hispano para despotricar contra los supuestos abusos del imperialismo norteamericano. Preguntadle a cualquier estudiante de casi todas las universidades: el mensaje del frente es que el pluralismo está sano y salvo en las universidades. Pero ya divago.
    
Para mis primeras dos clases de requisito, escogí el curso de economía y «Una introducción a la ética». ¿Ética? ¿En una universidad moderna? ¿Qué estaba pensando? Como ya había tomado un excelente curso de ética en mi clase de filosofía en preparatoria (y fue el futuro obispo Mark Pivarunas quien la enseñó), me sentí lo suficientemente capacitado para tantear el terreno. Al final, y para sorpresa de nadie, las nociones que el profesor tenía de la ética contrastaban nítidamente con lo que me habían enseñado en nuestro curso de preparatoria sobre la filosofía escolástica de santo Tomás de Aquino. El programa de nuestro curso universitario incluía una perspectiva general de la filosofía de cinco escritores diferentes del periodo de la Ilustración. Pensaríais que con cinco intentos, uno de ellos podría presentar algo razonable. Pero estaríais en lo equivocado. Terminamos con cinco puntos de vista diferentes, y todos puramente humanísticos; no obstante, estaban en total contradicción respecto a qué cosa es la «moralidad» y en qué se basa. Ninguno acertó. Ellos simplemente habían demostrado cuánto puede desviarse un hombre cuando no sigue la luz de la gracia, la inspiración del Espíritu Santo y la guía de la santa madre Iglesia. «La luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que hace el mal, odia la luz y no viene a la luz para que no sean vituperadas sus obras» (Juan 3:1-20).
 
Pero en cierto sentido, este curso puso en evidencia de una manera clara y convincente lo absurdo y lo falaz de estas teorías humanistas. De alguna forma u otra, todos ellos estaban de acuerdo en un punto en particular: el concepto de la autoridad moral tiene su fundamento dentro del propio hombre. No hubo alusión a una fuente externa de la moral, no hubo referencia a Dios: claro, estos filósofos eran «ilustrados». En su lugar, cada uno de ellos dijo con palabras diferentes que la humanidad es la fuente de la autoridad moral. Así, desmienten colectivamente lo que cada uno enseña individualmente. Después de todo, aquí tenemos cinco filósofos distintos, que mantienen el origen humano de la moral; pero que al explicar de qué se trata dicha moral terminan dándonos cinco versiones distintas de ella. Todos discreparon en cuanto a lo que es la moral cotidiana. Pero, si todos son humanos, y la humanidad es la fuente de la autoridad moral, ¿cómo puede haber desacuerdos en cuanto a lo que es la moral? Esto de por sí refuta la suposición básica sobre la que descansan sus argumentos, a saber, que el criterio para la verdadera moral se halla en la humanidad, dentro de la sociedad humana colectiva.
 
Este análisis es una aplicación típica de la filosofía escolástica. En un argumento, si las suposiciones son correctas, y la lógica (la línea de argumentación) también lo es, la conclusión producida será correcta. Sin embargo, si el supuesto o la lógica son incorrectos, las conclusiones serán incorrectas. Esto es lo que aprendí del obispo Pivarunas cuando estudiaba preparatoria. Pero ninguno de mis compañeros de clase tuvo el privilegio de tomar ese mismo curso de filosofía católica. Algunos de ellos sintieron que lo que se nos enseñaba en «Una introducción a la ética» estaba mal, mas ninguno de ellos podía decir por qué estaba mal. Al final del curso, cuando se había terminado el último examen, una chica joven le dijo al profesor: «¿Y qué se supone que debemos llevar a casa de este curso? Todos estos filósofos discreparon acerca de lo que es la moral. Es decir, ¿cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo?». El profesor contestó: «Bueno, tomemos el aborto como ejemplo». Luego le preguntó a uno de los estudiantes: «¿Qué pensáis sobre el aborto?» La respuesta fue: «Es decisión de la mujer». Luego le preguntó a otro alumno: «Está bien, siempre y cuando sea en las primeras etapas del embarazo». Luego le preguntó a otro: «Es inmoral. Siempre es malo». Otro estudiante contestó: «Está bien si se trata de casos de violación o incesto». El profesor obtuvo una respuesta diferente por cada alumno que le contestó. Luego se volvió a la señorita que había preguntado sobre la diferencia entre lo bueno y lo malo: «¡Bien, ahí está! ¡ahí lo tenéis!». «Pero ¿qué queréis decir con eso?», preguntó ella. El profesor llevó las manos a su cara y presionó sus dedos contra su mentón. Todos comprendimos que esta era la señal de que iba a hacer una declaración final y definitiva. Tras una pausa dramática para impresionar, se volvió hacia la estudiante y dijo: «Si para ti es bueno, es bueno para ti. Mas si para ti es malo, entonces es malo para ti. Así de sencillo».
  
Ese fue el resultado de las diez semanas de investigación intensiva para descubrir la base de la moral. ¡Todo se redujo a eso! ¿Qué tan simple puede ser? Yo me hubiera quedado atónito sino lo hubiera previsto. Pero podía sentir, literalmente, la frustración de todos los demás estudiantes del salón. Eran jóvenes de 18 o 19 años que ya no estaban conformes con la regla de «porque yo digo» de siempre. Ellos tomaron esta clase porque eran sinceros, realmente buscaban una filosofía de lo bueno y lo malo sobre la cual podrían basar sus vidas. Dios sabe que hasta ese momento no la habían encontrado paseando en los centros comerciales, o escuchando rock pesado. Me tomé un momento para mirar alrededor del salón tras la revelación de nuestro profesor. Estudié los rostros de aquellos estudiantes: eran rostros que revelaban confusión, frustración y una creciente apatía. Después de haber hablado con ellos supe que habían ido a esa clase y que habían invertido tanto esfuerzo para tener un mejor entendimiento del verdadero significado de la vida. Y cuando sus sinceros esfuerzos fueron finalmente recompensados con el mantra del hippy radical («¡Si se siente bien, hazlo!»), supieron que les habían dado gato por liebre.
 
Tuve muchas otras experiencias igualmente instructivas en la universidad. Conocí a muchas feministas, a muchos liberales, pluralistas, ecologistas radicales y seguidores de casi todos los matices de error con los cuales hoy se disfraza la falsedad. Un ecologista que conocí abogaba todo, desde dinamitar presas hasta poner «químicos esterilizadores» en el sistema de agua potable municipal. Tuve maestros que utilizaban el salón de clases para defender «el derecho de la mujer para elegir». Vi cómo se invirtió el proceso científico en la clase de biología, pero solo en lo tocante a la evolución. Ya no se usan los nuevos indicios experimentales para ajustar la hipótesis que está bajo investigación, es decir, si esa hipótesis tiene algo que ver con la «evolución», aunque sea poco. En su lugar, los resultados experimentales se distorsionan de cualquier manera posible para apoyar la evolución. Sin duda, al mismo tiempo que se le alude como la «teoría» de la evolución, se le ha concedido la categoría de «ley» y se le coloca en el mismo nivel que con la gravedad de Sir Isaac Newton. Hay muchas otras cosas que me encontré en la universidad, desde los que defienden la homosexualidad hasta a los comunistas encubiertos, pero estoy seguro de que he dicho lo que quería decir. Cualquiera que se aventure a la esfera de la educación superior debe prepararse para lo que le espera.
 
Una universidad católica
Después de graduarme de la escuela universitaria, comencé mis estudios de posgrado en la Universidad de Notre Dame. Así tuve la oportunidad de comparar tanto la educación superior pública como la católica. En el curso de posgrado, los estudiantes por lo general solo toman clases en su disciplina, por lo que afortunadamente no llegué a escuchar las herejías de la Iglesia moderna. Sin embargo, he visto y oído lo suficiente para contaros algo de lo que un joven o una joven puede esperar en una universidad católica moderna.
 
Tengo muchos amigos que estudian en Notre Dame, en Saint Mary’s College y en Holy Cross College (Saint Mary’s es la escuela para mujeres contigua a Notre Dame, y Holy Cross es para estudiantes de tercer año que, al igual que Notre Dame, es asimismo dirigida por la Congregación de la Santa Cruz. Ambas facultades se encuentran cruzando la calle de la universidad, a muy corta distancia, y tienen fuertes afiliaciones con ella). He tenido muchas discusiones con ellos acerca de lo que se enseña en los cursos de teología, filosofía y sociología. Un compañero me habló de los debates que sostiene a diario con otros estudiantes y con su maestro, en los cuales ha tenido que defender la posición de la Iglesia respecto al aborto y el concepto del bien y el mal absolutos. Una chica que estudia teología como especialidad en St. Mary’s me contó de un incidente ocurrido en 1993, en el que una feminista renombrada fue invitada por la facultad de teología para que diera una conferencia a sus escolares. De las muchas declaraciones heréticas que hizo durante la discusión de mesa, la afirmación de que Nuestra Señora no fue una virgen es con mucho la más blasfema. Solo dos estudiantes protestaron. Nadie más hizo lo mismo. El solo pensamiento de que tan blasfema imprecación pudiera hacerse en una escuela que lleva el nombre de Nuestra Santa Madre es suficiente para causar náuseas.
 
Con solo hablar con varios estudiantes de estas facultades me he enterado de que muchos no creen en el infierno, y su concepto de la vida y la muerte recuerda, sospechosamente, a las creencias del misticismo oriental. El revisionismo histórico, aun en lo que se refiere a los acontecimientos históricos de la Iglesia más básicos, prolifera en Notre Dame y otras escuelas universitarias católicas. Una señorita con quien conversaba se sorprendió al saber que yo aún creía que ninguno de los apóstoles fue mujer (¡tal concepto era decididamente medieval!). Muchos estudiantes y maestros se han pasado los últimos años exigiendo que la administración universitaria reconozca a los grupos de gays y de lesbianas en el campus (dicho sea en su favor, la universidad se ha rehusado repetidas veces). Prácticamente ningún estudiante cree en el dogma de «fuera de la Iglesia no hay salvación». ¿Y por qué lo han de creer? Se les está enseñando algo distinto en sus clases de teología. El concepto de la infalibilidad papal también ha sido destrozado miserablemente antes de ser presentado a la clase. El resultado de todos estos errores es que un escolar ahora define su propio catolicismo, y puede aceptar o rechazar las enseñas eclesiásticas como estime conveniente.
 
Esta situación en la Universidad de Notre Dame puede remontarse a su expresidente, el Reverendo Padre Theodore Hesburgh. Su libro autobiográfico, God, Country, Notre Dame [Dios, patria, Notre Dame], es verdaderamente fascinante en muchos aspectos, y debería ser leído por todo estudiante católico tradicional que se ha matriculado en una moderna universidad católica. Un lector con criterio hallará, por debajo del texto superficial, una narración de primera mano de la lucha entre los liberales y conservadores en la iglesia por el control de la educación católica (los liberales ganaron). En el libro, esta lucha ideológica se encuentra perfectamente personificada por los choques entre el Padre Hesburgh y el Cardenal Ottaviani, defensor incondicional de la ortodoxia.
  
Una de las mayores victorias del campo liberal ocurrió en la «Conferencia Land O’ Lakes», celebrada en Wisconsin (1967). Fue organizada poco después del Concilio Vaticano II, y encarnó muy bien su espíritu revolucionario. Orquestada por el Padre Hesburgh, la conferencia fue una tentativa directa para librar a las universidades católicas en Norteamérica del control eclesiástico. Los liberales formularon la acusación de que la única manera de mantener la integridad académica e intelectual era cuando la mente estuviera libre de las restricciones de cualquier autoridad externa. Ellos acuñaron la frase «laicos o clericales», quizá en un intento por enredar las cosas, mas sus esfuerzos fueron una tentativa directa para ganar la independencia de la Iglesia. Esta afirmación de la libertad académica no es sino una sumisión al movimiento del librepensamiento renacentista.
 
Existen tantos elementos contradictorios en este tipo de pensamiento que es necesario delinearlos. Sobre todo, ¿cómo pueden estas universidades sostener una independencia de la influencia eclesiástica, y aún así seguir llamándose católicas? En segundo lugar, eso de independencia intelectual de toda autoridad es, en sí, una sumisión a otra autoridad, a la escuela del liberalismo librepensador (casi de igual manera, los que afirman que no hay moral crean una recién definida «moral del momento» propia y relativa, como ya se discutió arriba). Cuando estas universidades echaron por la borda las ideas de la Iglesia tradicional, crearon un vacío que, así como el día sigue a la noche, pronto se llenó con otras ideas y otro modo de pensar. ¿Y cómo no iba a ser así?
 
Pero ¿cuáles son las ideas que han tomado su lugar? Nuestra breve mirada hacia las escuelas universitarias y universidades católicas nos ha proporcionado una respuesta aleccionadora. Los dirigentes de la educación católica superior en Norteamérica han capitulado a los gritos estridentes que proclaman las modas pasajeras del día. La cantidad ha sofocado la voz de la razón, y los argumentos que al presente están de moda han reemplazado a las firmes y probadas enseñanzas de los siglos.
 
Hoy está en boga tener una «mente abierta», mientras que la adhesión al principio de la moralidad absoluta, la fidelidad a la totalidad de las enseñanzas eclesiásticas y una entrega inflexible a la verdad han sido rechazadas junto con la misa latina.
  
¿Cuánta apertura de mente hay en eso? Los liberales que hoy tienen el poder en las universidades católicas, o los internos que dirigen el manicomio, por así decir, están prontos a seguir el ejemplo de sus cohortes en las escuelas estatales acatólicas. Por cierto, tienen un concepto interesante de la «apertura de mente». Como dijo George Roche: «En algunos campus, la diversidad va desde el maoísmo hasta el estalinismo». Mientras que las ideas de los famosos «hombres blancos muertos» son criticadas constantemente, está prohibido ofender a las feministas, a los comunistas, a los búhos reales o a cualquier otro grupo protegido. Así, mientras ellos expresan estridententemente su autonomía de toda influencia eclesiástica, al mismo tiempo se encadenan servilmente a la implacable tiranía de lo socialmente adecuado. Ellos condenan a todo el que no abandona el estandarte de la enseñanza católica tradicional; con todo, exhiben una sorprendente presteza al ser los primeros en subirse al tren cuando se trata de abrazar a quienes profesan una «moral alternativa». Su inclusividad se extiende a todos, menos a los que tienen puntos de vista tradicionales o conservadores.
   
De este modo, en tanto muchos oradores y escritores han sido criticados, vilipendiados y condenados como «intolerantes», los liberales de todos y cada uno de los matices del pensamiento acatólico son invitados al campus con la aseguranza de liberalidad y tolerancia. Mientras yo estuve en Notre Dame, hemos tenido oradores en el campus del tipo de:
  • Greg Louganis, el medallista de oro olímpico de los EE. UU. Pero no fue invitado por razón de sus logros atléticos. En años recientes ha reconocido públicamente que él es homosexual, y fue invitado a Notre Dame como defensor de los gays.
  • El obispo P. Francis Murphy, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Baltimore. Él pidió a gritos la ordenación sacerdotal de las mujeres.
  
Afortunadamente, también hemos tenido oradores conservadores, tales como William F. Buckley (hijo), gracias a ciertos grupos de estudiantes conservadores. Pero tales oradores siempre se las arreglan para atraer a los manifestantes, lo cuales son de tal apertura de mente que sólo escucharán a quienes no discrepen de sus puntos de vista.
 
Charles E. Rice, profesor de Derecho en la Universidad de Notre Dame, ha puesto de manifiesto, con gran perspicacia, las contradicciones de los liberales que al momento se encuentran afianzados en la dirección de la universidad. En un artículo publicado hace dos años en el periódico estudiantil The Observer, habla él de cómo la universidad ha citado la Conferencia Land O’Lakes para rehusarse a seguir ciertas enseñanzas de la Iglesia con respecto a las universidades católicas. Pero esta exigencia farisaica de independencia dio paso a una actitud servil cuando la interferencia vino del bando liberal. Ese año, un paquete de información del Departamento de salud de Indiana, una agencia estatal (de la cual la universidad asegura ser independiente), llegó al Centro de salud universitario. Fue el folleto liberal más reciente acerca de los peligros del SIDA, de cómo puede transmitirse, etc. La circular decía que las compañías deberían concientizar a sus empleados acerca de estos peligros, especialmente el peligro del sexo desprotegido. Debe fomentarse el uso del condón, es decir, la misma cantaleta de siempre. Aunque parezca mentira, la universidad (yo añadiría, la universidad católica autoproclamada libre de toda influencia) no selló el paquete con «influencia excesiva, regrésese al remitente, véase Land O’ Lakes». En vez de eso, se hizo un esfuerzo por cumplir con las proposiciones de la agencia estatal. Qué interesante es saber cómo funciona la mente liberal. Arden de indignación frente a cualquier intento por parte de la Iglesia de influenciar a la universidad católica, pero todos se apresuran a acatar la disciplina cuando la influencia viene del Estado liberal. Su escrupulosidad en seguir los dictados de los omnipotentes oráculos del sistema liberal parecen humillar incluso a Edipo. Como ya se ha dicho muchas veces antes, son un pozo negro de contradicciones.
 
Para mí, personalmente, es muy desalentador ver una universidad católica que he conocido y amado toda mi vida ser arrastrada hacia el modernismo por herejes. Mi familia ha compartido desde mucho tiempo la rica y santa tradición de Notre Dame, mucho antes de que ella estableciera una reputación de semillero de liberalismo. Esta reputación no es de la Notre Dame que yo amo, la Notre Dame de la cual me enorgullezco; eso no es lo que la Cúpula Dorada representa en mi mente. Deseo que los católicos de hoy pudieran conocer la Notre Dame del Padre Sorin, y los otros sacerdotes y hermanos franceses que le ayudaron establecer la universidad en 1842. Deseo que todo el mundo pudiera conocer al Padre Corby, el capellán de la Geurra Civil y presidente de la universidad, y la larga línea de fieles y devotos sacerdotes irlandeses que le siguieron como presidentes durante los primeros 100 años de la universidad. Cómo deseo hoy que Notre Dame aún abrazara aquello con lo que se la solía identificar cuando mi padre y sus hermanos caminaron bajo la sombra de la Señora de la Cúpula, hace más de 50 años. Así como los católicos tradicionales extrañan la Iglesia de los siglos, yo extraño la universidad que mantuvo la línea contra la marea de liberalismo en Norteamérica por más de un siglo. Cuando reflexiono sobre los paralelos entre nuestra Iglesia y mi universidad, me acuerdo de las antiguas palabras de san Atanasio, palabras que son igualmente poderosas y adecuadas hoy que lo fueron hace 1600 años: «¿Quién ha perdido y quién ha ganado en esta batalla: el que ocupa los edificios o el que guarda la fe?»
  
Recomendaciones
He hecho un esfuerzo por compartir con el lector algunas de mis experiencias en la educación superior, tanto en una universidad católica como en la estatal. Espero que con eso os haya convencido de los peligros inherentes en la persecución de una educación superior. De ningún modo quiero yo disuadir a nadie de conseguir una educación; al contrario, alentaría a los jóvenes a que vayan a la universidad, con tal de que sepan el esfuerzo requerido para proteger su fe católica. Es un gran reto para los jóvenes preservar hoy este don de la fe en las universidades. Hay tentaciones en todos lados. Por un lado se encuentra la soporífica presencia de tergiversaciones, mentiras e intolerancias contra los católicos conservadores; y por otro, quizá lo peor de todo, los numerosos ataques, tanto sutiles como explícitos, contra el corazón de sus creencias. Mantener la fe en su totalidad requiere un compromiso dedicado de todos los días:
  1. Este compromiso debe comenzar antes de que el estudiante salga por la puerta. Además, es vital una vida de oración. Para esa vida de oración son elementos indispensables la frecuentación de los sacramentos, el rezo del rosario, la fidelidad a las oraciones nocturnas y matutinas y estar consciente de la presencia de Dios durante el día.
  2. El estudiante también debe prepararse mentalmente para los ataques intelectuales que llegan rápida y furiosamente una vez que él o ella entra a clase. Con estas cosas se topa uno en casi todas las materias. Van desde los peligros fácilmente identificables (como las filosofías falsas en la clase de filosofía, los ataques contra la Biblia en la geología, la evolución atea en biología), hasta problemas más sutiles que se encuentra uno en historia, arte, gobierno y muchas otras disciplinas.  
    Estos ataques sutiles son más insidiosos porque casi destruyen silenciosamente la base, el fundamento, de nuestras creencias católicas. Esto hace que sea más difícil defenderse de ellas. ¿Cuántos estudiantes han perdido su fe sin siquiera saberlo? Puede que comience con una afirmación falsa en un libro de historia. O, más sutil aún, quizá la tergiversación de un hecho histórico: tanto más peligroso porque es una verdad a medias, así como una mentira a medias. O puede que sea simplemente un comentario de editorial acerca de algún suceso en la historia. Un estudiante que no esté preparado, y esté falto de sentido crítico, descubrirá que estas mismas ideas entran en su mente de manera desapercibida, y luego en su manera de pensar. Al final, comienzan a influenciar todo lo que cree, de manera que toda su perspectiva de la vida cambia. ¿Cuántos padres se han quedado pensando qué fue lo que sucedió cuando su hijo o hija anunció que él o ella ya no creen en Dios? ¡Cuántas veces todo comenzó con una pequeña y aparentemente insignificante idea!
     
  3. Amigos y compañeros. A los jóvenes católicos siempre se les ha recalcado la importancia de las buenas compañías. San Martín de Tours, cuando era niño, fue convertido a la fe por el buen ejemplo de sus amiguitos cristianos. En la otra orilla del espectro, existen innumerables ejemplos de gente que ha perdido su fe debido a la influencia de las malas compañías. Hoy, en las universidades, se nos aísla como católicos tradicionales. Extendidos por todo el país y alrededor del mundo, a menudo no podemos confiar en los buenos amigos que tuvimos en nuestra parroquia allá en casa. Ese aislamiento en ocasiones puede ser abrumador. Pero ahora estamos en el umbral de la Edad de Información. En las universidades, especialmente, tenemos los medios de fácil acceso para minimizar ese aislamiento: ¡Internet!  
    Hace veinte siglos, san Pedro estableció el papado en Roma, en el corazón mismo del imperio romano. Con ello, fue capaz de explotar la ubicación central de la ciudad en medio del mundo conocido. También podía aprovecharse de las famosas calles romanas y de algunos de los mejores transportes que proporcionaba la época. Los papas, obispos y sacerdotes de la Iglesia primitiva utilizaron los medios de comunicación que el mundo proporcionaba e hicieron buen uso de ellos. Nosotros deberíamos hacer lo mismo. Tener amigos católicos tradicionales por medio del correo electrónico o por correspondencia normal es una oportunidad para fortalecer la propia fe cuando está bajo ataque continuo. Existe fuerza en los números. Casi todos los estudiantes universitarios tienen acceso al correo electrónico. ¿Por qué no aprovecharse de él?
     
  4. Elección de materias. El pluralismo abunda en las instituciones de educación superior. La trascendental influencia de «raza, clase y sexo» como determinantes en todas las decisiones administrativas ya ha sido discutida. Junto con lo socialmente adecuado (eufemismo creado para camuflar los excesos de la Policía del Pensamiento liberal), el pluralismo ha generado una plaga que se filtra en casi toda disciplina que se pueda imaginar. La sociología, la filosofía, las ciencias políticas y la historia son, quizá, las más afectadas por este virus mortal. Ahora todas las culturas, las religiones, las estructuras sociales y sistemas de gobierno se ponen en plano de igualdad y se presentan como si fueran prácticamente iguales en su valor intrínseco para el hombre. Esto es tontería, por supuesto. Como señaló A. Henry III en su excelente obra In Defense of Elitism [En defensa del elitismo]: «Es mucho mayor logro poner al hombre en la luna que atravesarse un hueso por la nariz».
      
    Debemos defender y afirmar tenazmente y sin disculparse la superioridad de la cultura occidental y los valores y creencias tradicionales que encarna dicha cultura. ¿Por qué es tan importante esto? Porque los ataques contra la cultura occidental son ataques indirectos contra la Iglesia. Todos los grandes avances de la cultura occidental son producto directo de la influencia de la Iglesia Católica. Cuando Europa del norte fue invadida por los bárbaros, fue la Irlanda católica la que diseminó la influencia civilizadora de la fe de regreso al continente europeo. Cuando Cristobal Colón descubrió el Nuevo Mundo, fueron los ideales del catolicismo los que elevaron a las culturas nativas paganas del sacrificio humano y el culto de la naturaleza. Fue un deseo de divulgar estas ideas e ideales de la fe católica en regiones desconocidas lo que indujo a Colón a aventurarse a navegar el Atlántico en tres barcas de madera. Salvo los de mente pluralista o los revisionistas socialmente adecuados de nuestra época, no podemos poner en duda la entrega de Colón a la fe. Todo lo bueno en nuestro patrimonio cultural viene, de alguna forma, de la Iglesia, desde la erradicación de la esclavitud hasta los avances en la medicina. El conocimiento fue preservado en los monasterios de Europa cuando la ignorancia contagió al resto del mundo. A menudo se ha dicho que el origen divino de la Iglesia Católica puede demostrarse simplemente por este hecho: ninguna otra institución en la historia del mundo ha tenido tan profunda, civilizadora y enriquecedora influencia sobre la humanidad como la Iglesia.
     
    Así que, regresando a la cuestión de la elección de cursos, es fácil ver cuáles cursos tendrán un valor compensador, y cuáles serán la misma propaganda liberal y revisionista de siempre. En las palabras de nuestro patrón George Roche: «... tened cuidado con la crítica de esto o la reevaluación de aquello o la revisión de cualquier cosa [...] Lo más probable es que sea un ataque contra el Occidente». El sentido común es una guía fidedigna en la elección de los cursos.
     
  5. Educaos vos mismo. Que no os satisfaga lo que se ofrece como «educación» en el mundo moderno. Desde un punto de vista académico, la mayoría de las cosas que se enseñan en las universidades modernas es pura farsa. (En este caso hablo no de los libros de texto de física, ingeniería y química, sino de «la filosofía, el patrimonio, la cultura y los valores» de la educación humanística.) Los estudiantes tradicionales de gran dedicación necesitan educarse a sí mismos en estas áreas. Es nuestra generación, nosotros los jóvenes, la que tiene la obligación de pasar la antorcha de la fe a las generaciones futuras. No debemos esconder nuestra luz bajo el manto de la nada; no debemos enterrar nuestros talentos. Es esencial que dejemos que nuestra luz brille ante los hombres. Debemos entender cuán crítica es nuestra educación, especialmente como católicos. Somos la primera generación de salir de lo que muchos creen es la «gran apostasía» predicha por san Pablo en su Epístola a los Tesalonicenses. Este es un momento decisivo en la historia. Si el cuerpo de fieles, que ha sido alimentado esmeradamente en los últimos veinte siglos, ha de sobrevivir en el futuro, nosotros somos los encargados de ello, y debemos estar consciente de esa responsabilidad. Debemos tomar conciencia de cuán esencial es.
     
    ¿Y qué exactamente es lo que debemos transmitir? Obviamente la fe. Pero ¿qué constituye la fe? O, mejor dicho, ¿en qué forma se transmite la fe a los demás? Se transmite a través de ideas, a través del conocimiento. Después de todo, ¿qué es la fe sino un marco del conocimiento? ¿Qué es el conocimiento sino una acumulación de ideas, o, mejor aún, las ideas correctas? La fe se transmite mediante el conocimiento, y, por lo tanto, debemos ser cultos. La fe se defiende y protege por medio de ideas e ideales; por consiguiente, debemos adquirir esas ideas y esos ideales (repito, los correctos). Esto es el quid: para que la fe sobreviva y se transmita a los que vendrán después de nosotros, debemos educarnos. Y no hablo de «Estudios femeninos».
     
    Repito, el quid es: «¿Cuáles ideas adoptaremos y transmitiremos? ¿Las de Aquino o las de Rousseau? ¿Las de Tomás Moro o las de Thomas Dewey? ¿Las de Abraham Lincoln o las de Bill Clinton?». Quizá, y al igual que muchas de las infames encuestas de hoy, mi pregunta contenga un indicio de la respuesta deseada. Debemos transmitir las ideas correctas; por consiguiente, debemos adquirir las ideas correctas.
     
    Para hacer esto, debemos aprovecharnos de aquellos libros que contienen las ideas y verdades que esperamos transmitir. Para los jóvenes que se enfrentan a todo tipo de falsedades (desde el luteranismo, el marxismo y el neonazismo hasta el misticismo oriental y el ecologismo radical) en las universidades modernas, es imprescindible tener una biblioteca personal. Por otra parte, debemos educarnos en una gran variedad de materias. No es aconsejable entrar en la batalla de las ideas si no se tienen las armas. Quizá un buen comienzo sería unirse a una organización como el Club de Libros Conservadores de Norteamérica, donde se ponen a disposición muchos libros excelentes y educacionales cada mes. Otra cosa sería discutir estos buenos libros con vuestros amigos católicos conservadores. Compartir algunos libros y desarrollar una lista de lectura son buenos métodos para divulgar el conocimiento. Es muy difícil reunir tal lista de lectura porque muchos títulos excelentes y meritorios sin duda quedarán fuera, y todo porque simplemente no se pueden leer todos. Habiendo establecido ya una excusa para mí mismo, he aquí una lista parcial: .
    • The Closing of the American Mind, de Allen Bloom;
    • Inside American Education, de Thomas Sowell;
    • One by One, de George Roche;
    • God and Man at Yale, de William F. Buckley, (hijo);
    • Man and Woman, de Dietrich Von Hildebrand;
    • A Nation of Victims, de Charles J. Sykes;
    • The Content of our Character, de Shelby Steele;
    • The Disuniting of America, de Arthur M. Schlesinger, (hijo);
    • Legislating Immorality, de George Grant y Mark A. Horne;
    • The Conservative Manifesto. de William Hennessy.
  6. Construid un punto de vista católico, alimentad una forma de pensar católico. ¡Esto es absolutamente esencial! Esta necesidad se pone de manifiesto si consideramos las flagrantes contradicciones inherentes en el pensamiento liberal que dirige muchas de las universidades católicas modernas. ¿Por qué han caído tan bajo los dirigentes de estas universidades, tanto el profesorado como los administradores, en las tenebrosas y turbias racionalizaciones que justifican estas contradicciones? ¿Por qué satisfacen los caprichos de la Policía del pensamiento de lo socialmente adecuado? ¿Por qué prevalecen las ideas liberales sobre nuestras ideas católicas? Precisamente porque estas ideas católicas, como lo es con todas la ideas, no pueden existir congruentemente en una forma abstracta. Deben interpretarse dentro del contexto de un punto de vista católico. Una vez que ese punto de vista —el marco de referencia— se diluye, las ideas que descansaban en él comienzan a debilitarse.
     
    Todas las ideas deben de existir dentro de algún marco de referencia. En nuestro modo de pensar católico, la referencia es Dios. Tomen, por ejemplo, la idea del bien y el mal absolutos. La moral no existe simplemente por sí misma, sin algún punto de referencia. Debe tener un fundamento sobre el cual descansar, algo que le de autoridad. En nuestra vida cotidiana, ¿qué es lo que guía nuestras decisiones en lo referente a lo bueno y lo malo? Para el hippy, esto se reduce a lo que se siente bien para él en el momento. Para nosotros como católicos, es el Decálogo.
      
    Y, entonces, ¿cuál es la diferencia entre un radical de los sesenta y un católico tradicional? La diferencia fundamental son estos dos marcos discrepantes de ideas. El hippy, que se guía a sí mismo, afirma que no hay referencia externa. Él realiza sus decisiones morales (si es que pueden llamarse así) basándose en su marco interno, independiente, egocéntrico y soberbio de ideas. El marco de referencia externo del católico tradicional, el Decálogo, se incorpora a su marco de ideas. Pero ¿porqué son los Diez mandamientos un punto fiable de referencia? ¿Qué es lo que les da su autoridad vinculante? Obviamente, su autoridad viene de su autor, Dios. Dios es el punto central de referencia para todas nuestras creencias. Él es el autor de nuestro marco de ideas. Él es el criterio externo y absoluto que no puede y no cambia por su naturaleza misma.
     
    Muchos estudiantes críticos de la ilustración piensan que la Iglesia no quiere que nadie ejercite su libertad de pensamiento, que la Iglesia restringe la creatividad de la mente de la persona. Tal tontería, como información errónea, puede de plano desecharse fácilmente si se observa que la Iglesia ha sido el centro del saber por 2000 años. El hecho es que nuestra santa madre la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, el Espíritu de Sabiduría, entiende perfectamente la naturaleza humana, la naturaleza caída del hombre. Ella comprende que el hombre, en su estado caído, caerá en la falsedad con su solo razonamiento a menos que sea guiado por la gracia. Esto yo lo he visto. Es por eso que hay tantas ideas erróneas allá afuera en el mundo. «Todo el que hace el mal, odia la luz...». ¿Cómo es guiada la propia mente para determinar lo que es verdadero y lo que es falso? No podemos depender de nuestra naturaleza, puesto que está caída, sino que debemos confiar en algo que está fuera de nosotros. Debemos confiar en la Iglesia. ¿Y de dónde viene su autoridad? De Dios, el Creador. Repito, de cualquier forma que lo miréis, nuestro marco de ideas debe basarse en Dios. Nuestra referencia principal siempre regresa al Creador.
     
    Cualquiera que tenga el don de la razón puede pensar. De ahí que tengamos tantas ideas y filosofías que saturan nuestra sociedad. Pero en la esfera de las ideas, ¿cuáles prevalecerán? ¿Cuáles adoptaremos? Nuestro marco de referencia católico nos dice que hay ideas buenas y malas, que existe el bien y el mal. No es suficiente con razonar y pensar nada más, independientemente de la verdad. Debemos razonar lógicamente y pensar correctamente. No debemos basarnos en los puntos subjetivos de nuestro propio intelecto imperfecto. Debemos confiar en la mente objetiva de la santa madre Iglesia. Como dice un viejo proverbio sueco: «La libertad para pensar es grande; pero el valor para pensar bien es mayor».
    
Conclusión
En tanto crecía, fui bendecido en tener dos padres devotos y dedicados que se aseguraron de que mis hermanos y yo tuviéramos una educación rigurosamente católica. Ellos realizaron tremendos sacrificios para que pudiéramos asistir a la misa latina y para asegurar que todos recibiéramos una educación católica tradicional. Mis padres entendieron a fondo la siguiente máxima: «la familia que ora unida, permanece unida», y nos guiaron en el rosario familiar todos los días.
 
Quizá el elemento más importante que se requiere para que un joven o una joven mantengan la fe tradicional cuando vaya a la universidad es una buena familia católica. Si siendo niños no adquieren esas creencias y hábitos básicos que todos debiéramos tener como católicos, no tendrán un fundamento firme del cual echar manos una vez que estén por su propia cuenta. El saludable y amoroso ambiente de un hogar católico tradicional es irremplazable. Los que esperan mantener la fe por su cuenta en medio de los males de nuestros días, tienen las probabilidades en su contra.
 
Esto deberían verlo los fieles jóvenes católicos de hoy y aceptarlo como un reto. Es nuestro deber no solo preservar la fe, sino transmitirla. La necesidad de padres jóvenes, virtuosos, calificados y fervientes es mayor hoy que nunca. Punto. El que diga otra cosa simplemente ignora las increíbles fuerzas puestas en orden de batalla contras las familias —todas las familias— en estos tiempos. Desde el feminismo hasta la homosexualidad, desde programas sociales que benefician a las madres solteras hasta los programas de entretenimiento antifamiliares y antiprogenitores que tienen como objetivo a los niños: todo ello es una arremetida calculada contra la familia sin paralelo en la historia humana. Este es nuestro reto. Este es el deber al cual Dios quiere que responda cada uno de nosotros. Los jóvenes católicos tradicionales de todas partes deben reconocer este hecho y cargar la responsabilidad de formar familias católicas sólidas para el futuro.
 
Los que esperan criar buenos católicos en el mundo moderno están aceptando un reto como nunca antes. Lejos de desanimarnos (después de todo, eso es lo que quiere el diablo), debemos echar mano de nuestra propia formación como adolescentes y de nuestra educación católica. Necesitamos prestar atención a los consejos y ejemplos de nuestros padres, de los que nos precedieron, para llegar a tener el valor de aceptar la tarea que nos espera. Necesitamos recurrir a los papas, a los líderes morales de la Iglesia para una guía clara y confiable en esta empresa. Los escritos de los papas de los últimos 150 años, desde Pío IX hasta Pío XII, son pertinentes de manera particular, ya que ellos vivieron más cerca de nuestra época, y estuvieron conscientes de los males presentes, podría decirse que hasta proféticamente. También debemos recurrir a los santos, a los líderes espirituales de la santa madre Iglesia. Ellos pueden ser una tremenda fuente de inspiración e intercesión, si bien son olvidados con mucha frecuencia.
  
Una vez que empezamos a ver quién está detrás de nosotros, quién está con nosotros, comienzan a gustarme las probabilidades. Pueden tener a todas las feministas furiosas, pueden tener a Rousseau y a Marx, pueden tener todo el misticismo oriental, el liberalismo, el humanismo y todas las modas efímeras del día. Nosotros nos quedaremos con el legado de veinte siglos de catolicismo. Nosotros confiaremos en la intercesión de los santos del cielo y de las pobres almas en el purgatorio. Nosotros nos pararemos sobre la Roca, y los 261 vicarios de Cristo que le han sucedido. Después de todo, tenemos la garantía del mismo Cristo: «...sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt. 16:18). Con santa Teresa de Ávila debemos decir un valor sereno pero confiado: «Yo y Dios hacemos mayoría». ¿Qué joven católico de hoy, tras reflexionar sobre el auxilio divino que tenemos a nuestra disposición, no se llenará de valor para aceptar los retos que nos esperan?
 
La pasividad ya no es una opción; debemos ser activos. El reto está ahí, y es mucho lo que está en juego para ser espectadores al margen. Cristo nos dice: «Todo el que no está conmigo está contra mí» (Lc. 11:23). ¿De parte de quién estaréis vosotros?