Mi Señor y mi Dios, oh mi Jesús, seas alabado y reconocido por todos los tiempos, Jesús, todopoderoso en el Padre, Tú uno, eterno, para mí oculto en el tabernáculo. Señor, cuánto valor se necesita, cuanta humildad. Para que Tú, en el Santísimo Sacramento, y que por nosotros los hombres te hagas tan pequeño, te entregas a través de las manos del sacerdote, convirtiéndote en un regalo para todos nosotros.
Jesús, oculto en el tabernáculo, Tú allanas todo los que nos hace falta, para poder estar cerca de ti. En todas las necesidades, en todas las alegrías quiero permanecer en Ti, Y permanecer en silencio, para así poder regalarme a Ti. Que tu Corazón lata en mi corazón Deseo sentir tu amor y, todo lo que sea mío Sea totalmente quemado en Ti.
El ardor de Tu Amor me da fuerza, para poder ver Tu camino todos los días. Con todo, pon a mi lado a Tu Santísima Madre, Jesús, para así poder encontrar la fuerza, e ir por tu camino, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha, escuchando otras opiniones. Jesús, yo tan solo deseo verte a Ti.
A mí me falta todo lo que está en Ti. Perdóname, Señor, por ser tan imperfecta. Enséñame, lo que a mí me falta, sé Tú un maestro misericordioso y condúceme fuera del pecado. Yo soy nada, a pesar de ello, Contigo y protegida en Tú Amor, todo lo puedo lograr.
Tócame, Enséñame Jesús lo que puedo hacer para Ti. Oh Jesús, yo te invito. Ven, ¡Oh, ven a mí! dentro de mi corazón indigno. Encuentra allí Tu lugar y haz que yo te pueda servir por completo, sin reservas. Tú puedes transformarme con tu Amor y en tu Amor. ¡Hazlo!
Jesús, oculto en el tabernáculo, Tú, valioso tesoro. Regalo del Padre a nosotros, los hombres, santifica a aquellos, mediante cuyas manos Tú te regalas a nosotros, ¡Tus sacerdotes! Regálales valor y humildad, para que te vean. Muéstrales el inmenso poder divino de la transubstanciación, el Amor, que Tú los quieres hacer partícipes de él. Tócalos y toca a los jóvenes, para que vayan por el camino de tus sucesores. Llámalos, Señor Jesús, oculto en el tabernáculo, llámalos a Ti y a nosotros, para que no estemos solos. Amén.
(Oración inspirada por el Divino Espíritu Santo a Manuela Strack, mensajera del Inmaculado Corazón de María en Sievernich- Alemania)
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)