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lunes, 31 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
     
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
         
MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA
   
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
  
Mañana meditaremos sobre el firme propósito, que forma parte esencial de la contrición, y veremos: 1° Cuál es su naturaleza y absoluta necesidad; 2° Cuál es su carácter.
   
—Tomaremos las siguientes resoluciones: 1° Evitar con cuidado toda ocasión de pecar; 2° No descuidar ningún medio para ser mejores, cualesquiera que sean los sacrificios que nos cueste y la violencia que tengamos que hacernos; y reservaremos para ramillete espiritual las palabras del salmo: “Juro, Señor, y estoy resuelto a observar la ley de vuestra justicia”.
    
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
   
Adoremos al Espíritu Santo que inspiró a los santos de uno y otro Testamento el firme propósito, tan enérgico como constante, de la vida perfecta. David exclama: "He jurado odio al pecado; lo abomino; ya lo he dicho; estoy resuelto; la diestra del Altísimo ha hecho en mí este cambio''. San Pedro deja correr de sus ojos dos fuentes de lágrimas inagotables y repara su falta con una vida toda de abnegación; Magdalena cambia sus amores profanos en una hoguera de amor divino; los mártires llevan al cadalso el firme propósito de no traicionar su fe; San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier renuncian al mundo y a su gloria, para darse enteramente al cuidado de su propia salvación. Adoremos al Espíritu Santo, que obra en esas grandes almas tan sublimes resoluciones, y presentémosle nuestros homenajes en vista de ello.
     
PUNTO PRIMERO - NATURALEZA Y NECESIDAD DEL FIRME PROPÓSITO
   
El firme propósito, con gran diferencia de esas veleidades de que el infierno está lleno, de esos deseos estériles que nos dejan siempre iguales, es una determinación enérgica; una resolución de cambiar de vida, cueste lo que costare, de ser en adelante sólidamente virtuoso, aunque para ello sea necesario sacrificarse, hacerse violencia e inmolar muchas repugnancias. El alma, después de este firme propósito, no dice: “Yo querría no volver a caer”, sino que dice con energía: “Yo no quiero; es una cosa resuelta; y, si se tratara de volver a empezar, preferiría perderlo todo y sufrirlo todo antes que cometer la falta de que me he hecho culpable”. Es, en fin, una determinación como la que toma un hombre de mundo de no hacer tal o cual cosa que pondría en peligro su fortuna, su honor, su libertad o su vida. El firme propósito, comprendido así, es inherente a la contrición y se confunde con ella, puesto que el sentimiento de lo pasado trae necesariamente la voluntad de hacer lo contrario. Los motivos del uno son esencialmente los del otro; de tal manera que, sin firme propósito no puede haber contrición, y, por consiguiente, ni sacramento ni justificación. “Dios no puede borrar el pecado, sino estando el alma completamente resuelta a no volver a caer en él, y sería hacerle una nueva ofensa el decirle: ‘Yo me acuso y me arrepiento’, cuando en el fondo estarnos dispuestos a renovar la falta, si se presenta la ocasión”, dice Lactancio. Entremos en nosotros mismos: en nuestra vida, ¿Cuántas confesiones hemos hecho sin resolución seria y sin firme propósito de corregirnos? De otro modo ¿Seríamos siempre los mismos?
    
PUNTO SEGUNDO - CARÁCTER Y SEÑALES DEL FIRME PROPÓSITO
    
El firme propósito debe, como la contrición, ser: 1º UNIVERSAL, es decir, extenderse por lo menos, a todos los pecados mortales sin excepción. Con Dios, todo o nada. Pero el firme propósito debe aplicarse, sobre todo, a los pecados habituales, es decir, a aquellas faltas a las cuales el corazón tiene una inclinación que lo hace caer fácilmente y sin gran resistencia y que hasta le hace buscar las ocasiones. Ahí está el verdadero peligro del alma, la parte débil de la plaza que tenemos que defender contra el demonio; ahí, por consiguiente, debe dirigirse principalmente nuestro firme propósito. 2° El firme propósito debe ser SUMO EN EL APRECIO, es decir, superior a todos los apegos, hasta romperlos, a todas las dificultades hasta vencerlas, si el servicio de Dios así lo exige. Dios debe ser antes que todo; ése es su derecho. 3º El firme propósito debe ser PRÁCTICO, es decir, descender de la resolución general a los medios para conseguir el fin que se propone. EL PRIMER MEDIO ES LA ORACIÓN, canal de la gracia, sin la cual nada se puede. EL SEGUNDO ES LA VIGILANCIA sobre lo que se dice y lo que se hace, sobre lo que se oye y lo que se ve, sobre los pensamientos, las intenciones, las faltas más frecuentes, sobre todo, la pasión dominante; y esta vigilancia debe tener por objeto principal apartarnos de las ocasiones de pecar y castigarnos después de cada caída. EL TERCER MEDIO ES LA MORTIFICACIÓN, única cosa que puede poner en orden nuestra mala naturaleza, recoger su disipación y matar la pasión rehusándole lo que la lisonjea. 4° El firme propósito debe ser PERSEVERANTE. No basta querer el bien por algún tiempo; es necesario desearlo para siempre. Quien rehúsa a Dios un solo instante de la vida, no puede serle agradable si no vuelve a Él. Examinemos si nuestro firme propósito ha tenido estas cuatro condiciones.

domingo, 30 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
     
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
        
LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA
     
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
    
Volveremos mañana a nuestras meditaciones sobre los motivos de contrición y veremos: 1° Los males que nos ocasiona el pecado venial; 2º Los males mucho mayores aún que nos ocasiona el pecado mortal.
     
— Tomaremos en seguida las resoluciones siguientes: 1º De tener horror a las menores faltas y humillarnos profundamente ante Dios por haber cometido tantos pecados en el curso de nuestra vida; 2° De huir de la menor ocasión del pecado más que de la peste, desconfiar de nosotros mismos, velar y rogar para no caer en él en lo porvenir. Reservaremos como ramillete espiritual las palabras del publicano: “¡Oh Dios, tened piedad de mí, que soy un pecador!”
     
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
       
Adoremos a nuestro Señor Jesucristo cubierto de llagas y clavado en la cruz por nuestros pecados. Nuestros crímenes son sus verdugos, y nosotros somos sus asesinos. ¡Oh Dios víctima! Yo os adoro y os amo; y lloro mi soberbia, que te ha coronado de espinas, mi tibieza, que ha despedazado vuestros miembros; mi amor a la independencia, que os ha llevado a la cruz. ¡Oh divino sacrificado! Formad en mi corazón el odio al pecado, mal tan grande que sólo pudo ser reparado por vuestra muerte, y hacedme comprender los males que pecando me he ocasionado.
   
PUNTO PRIMERO - MALES QUE NOS CAUSA EL PECADO VENIAL
      
No se podría decir cuánto mal nos hace el pecado venial. Si no ha sido expiado, en la otra vida retardará para nosotros por largos años quizás los goces del paraíso y nos costará terribles castigos. Aun después de haber sido expiado, nos privará por toda la eternidad del grado de gloria y felicidad a que nos hubiera elevado el acto de la virtud contraria. En esta vida enfría la amistad de Dios y disminuye sus gracias, que tan necesarias son a nuestra debilidad; disminuye en nosotros la fe y el sentimiento de las verdades eternas, arranca del alma el tierno gusto de la piedad, el goce del Espíritu Santo y las delicias de la inocencia; el pecado debilita la voluntad, la inclina poco a poco hacia el mal, ahoga el remordimiento, disipa la vigilancia, y por allí conduce a las grandes caídas, que nunca son otra cosa que la consecuencia de una serie de relajamientos. En fin, cuando se ha convertido en costumbre, reduce al alma a un estado peor en cierto modo que la muerte, a la tibieza. Porque ese horrible estado tiene por carácter fundamental el hábito de los pecados veniales. Santa Teresa misma nos dice que Dios le hizo ver un día el lugar que ella habría ocupado en el infierno si hubiera cedido a una tentación de vanidad y no se hubiera apartado de ciertos peligros. ¡Oh Dios mío! ¡Cuán funesto nos es el pecado venial! ¡Y, sin embargo, lo temo tan poco y lo cometo tan fácilmente! ¡Oh Señor, inspiradme un constante horror a él!
    
PUNTO SEGUNDO - MALES QUE PRODUCE EL PECADO MORTAL
    
1º NOS QUITA LA AMISTAD DE DIOS Y NOS DEJA SU ODIO. Antes de caer, éramos hijos amados de Dios, templo suyo y objeto de sus complacencias. Elevábamos al cielo nuestras miradas llenas de confianza y veíamos en Él a un Padre que sólo tenía para nosotros pensamientos de bondad y de amor. Pero, cometido el pecado, ¡Cómo cambia nuestra suerte y qué desdichados somos! Esclavos del demonio, hijos de ira y objetos de maldición, si no nos convertimos, no hay ya para nosotros en el cielo más que un Juez severo cuyo rayo nos amenaza. ¡Ay! Por muy poco que reflexionemos, nos encontraremos bien desgraciados bajo el peso de este pensamiento: “¡Yo he merecido el odio de Dios!” 2º EL PECADO NOS QUITA LA PAZ DEL CORAZÓN Y NOS DEJA EL REMORDIMIENTO. Cuando éramos inocentes, éramos felices; la calma reinaba en nuestro interior y una alegría amable y dulce reflejaba en el exterior la dicha de un corazón puro. Pero, con el pecado, la paz desapareció y dio lugar a la turbación, al remordimiento, a la inquietud, a la agitación de la conciencia, que se revuelve en todo sentido y sólo encuentra padecimientos. Porque Vos, ¡oh Señor!, nos habéis hecho para Vos, y fuera de Vos no hay paz ni felicidad. 3° EL PECADO NOS QUITA TODOS NUESTROS MÉRITOS Y NOS DEJA LA DESNUDEZ Y LA INDIGENCIA. Aun cuando un hombre hubiera vivido sesenta siglos y merecido a cada momento tanto como todos los santos juntos, un solo pecado mortal lo destruye todo, arranca al alma todos sus méritos, y la hace incapaz de merecer nada nuevamente, mientras esté bajo su imperio. 4º EL PECADO NOS PRIVA DEL CIELO Y NOS DEJA EL INFIERNO. Mientras estemos en pecado, no pretendamos ir a los bellos tronos en que debíamos sentarnos, ni aspiremos a las coronas que debían ceñir nuestras frentes, ni a la sociedad encantadora de los ángeles y santos, de María y de la humanidad santa de Jesucristo, ni a la posesión de Dios. El infierno es lo único que nos queda. Los demonios están pidiendo a Dios que les permita precipitar en él al pecador. ¡Qué situación, gran Dios! ¡No estoy más que a un paso del infierno! ¿No resuena para mí el trueno? ¡Oh! ¡Cuán temerario e imprudente soy! ¡Perdón, Dios mío, y misericordia! Deploro mis pecados y los detesto con todo mi corazón.

ADOLFO SUÁREZ, TRAIDOR A DIOS, LA PATRIA Y AL GENERALÍSIMO

Mensaje enviado al correo por JUAN SANTIAGO


"Francisco Franco es uno de los grandes hitos de la Historia de España. Gracias a él y a su profunda obra constituyente, nuestro país cuenta hoy con un Estado moderno que no se cierra sobre sí mismo, sino que se proyecta sobre el mañana.
Jamás nadie logró crear las condiciones básicas de partida que Franco, identificado con su pueblo, supo levantar. El paso de los siglos no borrará el eco de su nombre. Con él, logró España ser Una, Grande y Libre. No se puede menospreciar la gigantesca obra de ese español irrepetible al que siempre deberemos homenaje de gratitud, que se llamaba Francisco Franco.      
Su obra perdurará a través de las generaciones"
 
(Palabras de Adolfo Suárez el 20 de Noviembre de 1975, con motivo del fallecimiento del Caudillo)
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En la política española ha habido ejemplos arrebatadores de camaleonismo, pero ninguno tan indigno y vomitimo como el de Adolfo Suárez.
    
Adolfo Suárez, marioneta de la izquierda antiespañola
     
Con un padre, de nombre Hipólito Suárez, que fuera militante del partido "Acción Republicana" de Manuel Azaña -otro ejemplar- , además de jugador y mujeriego, y que por cierto, tuvo que huir de casa abandonando a su familia por un escandalo de negocios turbios, el joven Adolfito, abogado mediocre y sin fortuna, indudablemente muy conocido entonces en su casa, por su familia y sus amigos, comenzó su meterórica carrera política en 1961 al convertirse en Jefe del Gabinete Técnico del Vicesecretario General de F.E.T. y de las JONS; desde allí, no paró: Procurador en las Cortes Españolas por Ávila en 1967; Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento en Segovia en 1968...
    
Hipólito Suárez Guerra (padre de Adolfo), era jugador, mujeriego y esbirro de la República roja
     
Su popularidad comienza a crecer, y su aparentemente demostrada fidelidad a los Principios del Régimen del 18 de Julio le lleva a convertirse en Director General de Radiodifusión y Televisión Española, permaneciendo en el cargo hasta 1973.
     
Sin dejar en ningún momento su vinculación con el Movimiento Nacional, Adolfo Suárez es nombrado Ministro-Secretario General del mismo el 11 de diciembre de 1975 tras el trágico fallecimiento de su indiscutible mentor, Fernando Herrero Tejedor y un mes después de la muerte del Generalísimo Franco.
            
Como la política democráticamente entendida es el arte de decir "digo donde ayer se decía Diego", Suárez se acopló con tanta docilidad a los nuevos aires democráticos que fue llamado por el Borbón  para la puesta en escena del guión rupturista (falsamente reformista) minuciosamente elaborado por la CIA y la Secretaría de Estado norteamericana, desde poco tiempo antes de la voladura por los aires del Almirante Luis Carrero Blanco.
     
La "Operación Ogro" fue orquestada por la CIA y la ETA para darle muerte al Almirante Luis Carrero Blanco (Presidente de gobierno durante los últimos años de Franco).
   
Comenzaba así un ignominiosa época, la de los "demócratas de toda la vida", en la que casi todos arrumbaron al cajón de los recuerdos las gloriosas banderas que siempre habían defendido. Suárez el primero.
    
El mediocre abogado abulense vio entonces la posibilidad de lucir, de subirse al púlpito -al mismo que se subían sus antiguos enemigos políticos, incluídos los comunistas y los separatistas- y de pregonar a los cuatro vientos con una labia digna del mejor tahur y vendeburras, su amor a la Democracia y al Liberalismo, abrazándose y compadreando con los enemigos seculares de la Nación española.
    
Suárez departe con el genocida de Paracuellos, Santiago Carrillo (de maldita memoria)
     
Es oportuno y conveniente hablar hoy, teniendo que dar por fin las debidas cuentas de sus acciones ante el Altísimo, que Suárez fue la mascarada más visible y grotesca del actual aquelarre democrático, al permitir que España desviara el rumbo de su destino histórico, que él juró defender.
      
Suárez juró ante Dios y con la mano en los Evangelios, defender el legado del Generalísimo Franco (como en su momento hizo Juan Carlos de Borbón), Y COMO JUAN CARLOS DE BORBÓN, JURÓ EN VANO
   
Suárez simboliza la perpetuación de un proyecto político que durante los últimos 37 años ha sido índice de una perniciosa decadencia en todos los campos de la vida española, y que no ha sido remedio de ninguno de nuestros males, sino que los extendió y agravó aún más, favoreciendo las desigualdades sociales, la voracidad de las multinacionales, la discordia entre los españoles, los enfrentamientos entre las regiones y que sacrificó con despiadada crueldad los intereses y los derechos de las familias, de los ancianos, de los trabajadores, de los no nacidos
     
El legislador tiene obligación de procurar el Bien Común. Ese es un principio que Suárez ignoró a los pocos meses de morir Franco, su viejo mentor. Suárez avaló el establecimiento de las bases legales y políticas para que la descomposición, la anarquía y el sometimiento a los intereses extranjeros se apoderara de la Nación española. Suárez es también el máximo responsable, en tanto precusor del actual "Estado de las Autonomías", de las divisiones y deslealtades que hoy ponen en peligro la supervivencia de España como Nación.
       
A Suárez debemos que el Ejército dejara de ser la base de la Patria para la guarda de la Unidad y del Derecho. A su obstinado compromiso con la desmilitarización de España, siguiendo las siniestras órdenes de las correspondientes Logias extranjeras -a las que se debió durante años- hay que sumar su responsabilidad en la debilitación del vínculo familiar (la Ley del Divorcio fue aprobada con él al frente del Gobierno de UCD); la destrucción de las bases en las que se asentó el milagro económico español de los años 60; la aceptación del chantaje de los separatistas, a veces acompañado de la violencia terrorista, como instrumento coactivo para el logro de objetivos políticos; la cesión a la Izquierda del control ideológico en las escuelas, los centros de trabajo y los medios informativos.
    
Un individuo que, hasta su llegada a la Presidencia del Gobierno de España, ETA había cometido 44 asesinatos desde su fundación en 1959 hasta 1976, y que desde ese año hasta su dimisión como Presidente, se contabilizaron ¡499! muertos a manos de los terroristas de distinto pelaje.
     
Un individuo que engañó a los militares españoles, legalizando al Partido Comunista; un Presidente que cogió España con una de tasa de paro inferior al 10%, y lo dejó con una tasa cercana al 21 %; con un IPC que durante su mandato subió un 137 %, con un récord histórico en el año 1977 del 26,4%...

En definitiva, Adolfo Suárez hizo todo lo contrario de aquello que juró, ante Dios y sobre los Santos Evangelios, defender como Secretario General del Movimiento, y abjuró al inicio de la Transición de cualquier principio que defendiera y estimulara nuestros bienes espirituales, que evitara el enfrentamiento de españoles contra españoles, que diera al pueblo la realidad de una mejor economía, de una más auténtica Justicia Social, de una más efectiva participación, de una mayor cultura, de un derecho vivido, de una democracia que enraizara con la tradición española y fuese contraria al actual engendro partitocrático, foco de corrupción y lubridio.
     
Si en serio hay que recordar en algo a este interfecto, que no se engañe a nadie: su puesto estaría entre los peores canallas que han dilapidado la herencia recibida en 1975, y junto a los nombres de los más infames traidores de la secular historia de nuestra Patria, como el Obispo Don Oppas o el Conde Don Julián (esos que abrieron de par en par las puertas de España a los musulmanes), y desde luego, no con los españoles de historial clarísimo, ejemplo claro, y vida rectilínea.
    
La victoria de los moros en la Batalla de Guadalete (711) se debió a la traición y apostasía de Don Julián, Don Oppas
  
¿Rezar por él para que Dios le perdone y le libre del Infierno eterno?  Que se sepa, según la Teología Católica, para recibir de Nuestro Señor el Perdón, es necesario -en lo interior- Examen de Conciencia y Dolor de los Pecados, y además -en lo exterior- cuando el pecado ha sido público, constante y de consecuencias nefastas, Propósito de Enmienda y declaración pública de reparar todo el daño causado. Pues bien, por lo que se ve, en los últimos años de vida de Adolfo Suárez no consta en absoluto las referidas premisas. Y el Alzheimer no excusa. Más bien, Justicia Divina.      
    
A buen entendedor....

sábado, 29 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
     
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
   
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
   
+ EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (6, 1-15)
En aquel tiempo, pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es el lago de Tiberíades y, como le siguiese una muchedumbre de gentes porque veían los milagros que hacía con los enfermos, subióse a un monte y sentóse allí con sus discípulos. Acercábase ya la Pascua, que es la gran fiesta de los judíos. Habiendo pues Jesús levantado los ojos y viendo venir hacia Sí a un grandísimo gentío, dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos panes para dar de comer a toda esa gente?” Mas esto lo decía para probarle, pues bien sabía El mismo lo que había de hacer. Respondióle Felipe: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado”. Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: “Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; mas ¿qué es esto para tanta gente?” Pero Jesús dijo: “Haced sentar a esas gentes”. El sitio estaba cubierto de hierba. Sentáronse, pues, al pie de cinco mil hombres. Jesús entonces tornó los panes y, después de haber dado gracias a su Eterno Padre, repartiólos por medio de sus discípulos entre los que estaban sentados, y lo mismo hizo con los peces, dando a todos cuanto querían. Después que quedaron saciados, dijo a sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan”. Hiciéronlo así y llenaron doce cestos de los pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido. Visto el milagro que Jesús había hecho, decían aquellos hombres: “Este, sin duda, es el gran Profeta que ha de venir al mundo”. Por cual, conociendo Jesús que había de venir para llevársele por fuerza y levantarle por rey, huyó Él solo otra vez al monte.
    
RESUMEN DE LA VÍSPERA EN LA NOCHE
     
Mañana meditaremos: 1° En la bondad de Jesucristo al multiplicar el pan material que alimenta al cuerpo: 2° En su bondad, mucho mayor aún, en la multiplicación del pan eucarístico que alimenta al alma.
   
— Tomaremos las siguientes resoluciones: 1º De acompañar nuestras comidas con sentimientos de reconocimiento con la Providencia que nos las da; 2º De honrar la santa Eucaristía por medio de Comuniones más fervorosas y frecuentes, y con visitas al Santísimo Sacramento más regulares y recogidas. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del Salmista: “¡Cuan bueno es el Señor para con los que tienen un corazón recto!”
   
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
     
Adoremos la ternura de Jesucristo con los pueblos que le siguen en el desierto: su corazón dulcísimo se conmueve al ver sus necesidades y las remedia de una manera verdaderamente milagrosa. Adoremos su bondad, que se muestra más grande aún en la institución del pan eucarístico que alimenta nuestras almas. ¡Oh! ¡Cuán digna es de nuestras alabanzas y de nuestro amor tanta bondad!
     
PUNTO PRIMERO - BONDAD DE NUESTRO SEÑOR EN LA MULTIPLICACIÓN DEL PAN QUE ALIMENTA EL CUERPO
   
Es, sin duda, un gran milagro multiplicar cinco panes y dos peces, hasta satisfacer a cinco mil hombres y llenar todavía doce cestos con las sobras. Todo el pueblo, testigo de tal prodigio, tenía razón para querer proclamar rey al autor de semejante maravilla y llegarse a él para no separarse jamás de su lado. Pero todos los días Jesús renueva y continuará hasta el fin de los siglos renovando un milagro mucho más sorprendente: La multiplicación anual de los granos y de los frutos, hasta hacerlos bastar al alimento de todo el género humano y darle, no solamente lo necesario, sino lo útil, y lo agradable; acción divina que, cada año, hace germinar las semillas, las hace crecer y madurar de manera que provean a todas las necesidades en todos los puntos del globo. Este brillante milagro apenas es notado por los hombres ingratos. Muy pocos dan gracias a Dios por él con verdadera efusión. Muchos llegan aun a servirse de sus favores para ofenderle. Y, sin embargo, ¡Oh prodigio! Tanta ingratitud no debilita su amor, porque siempre derrama su rocío y su calor sobre el campo del pecador y sobre la propiedad del justo. ¡Oh! ¡Cuán bueno es Dios! ¡Cómo cuida de los suyos! ¡Cuán justo es amarle, bendecirle y darle gracias continuamente!
   
PUNTO SEGUNDO - BONDAD DE NUESTRO SEÑOR EN LA MULTIPLICACIÓN DEL PAN EUCARÍSTICO QUE ALIMENTA EL ALMA
    
Hay, en este solo hecho, un mundo de milagros. Aquí Jesucristo multiplica su presencia en tantos puntos como altares hay en que el sacerdote celebra el sacrificio; en tantas hostias, cuantas se contienen en todas las custodias del mundo; en tantas partículas como encierra cada hostia. Aquí Jesucristo se encuentra siempre presente y continúa, después del sacrificio, despreciado, solitario, desconocido, abandonado, abrumado de irreverencias, de profanaciones, de ultrajes y, en medio de todo esto, ruega y se inmola por los hombres que corresponden tan mal a su amor. Se deja distribuir como alimento a todos los que se presentan, aun a los más indignos; se deja llevar a los enfermos que desean recibirlo; hasta en la más humilde cabaña. Acoge a todo el que desea hablarle, llama a los afligidos para consolarlos, a los débiles para sostenerlos, y no hay un momento del día o de la noche en que no se considere feliz con dar audiencias. Pone sus gracias a disposición del que quiera recibirlas, y todo el que recurre a Él puede decirle como Job: “Nada temo mientras estoy cerca de Vos”. ¿Puede el amor ir más lejos? Y en presencia de estos milagros, ¿qué debe hacer el corazón, sino amar y alabar al Dios que tanto ha amado a los hombres, y qué partido debe tomar, sino el de recibirle a menudo y piadosamente? Si su deseo es darse a nosotros, nuestro supremo deseo sea también darnos a Él.

viernes, 28 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - SÁBADO DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
     
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
     
SÁBADO DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
   
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
        
Emplearemos la meditación de mañana: 1° En repasar la mitad ya transcurrida de la Cuaresma; 2° En preparar los medios de pasar mejor la otra mitad de ella.
     
—Tomaremos la resolución: 1º De aplicarnos a la práctica del recogimiento y al espíritu de oración por el uso frecuente de las jaculatorias; 2° De utilizar mejor la predicación que oigamos y las lecturas piadosas que tuviéremos. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras de San Agustín: “Temed perder la gracia que pasa”.
      
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
       
Adoremos a Jesucristo solitario en el desierto, durante la santa Cuarentena que allí pasó, misterio que ahora veneramos. Este divino solitario nos invita a adelantar en la virtud durante estos días de salvación. Confundámonos de haber correspondido tan mal a su llamamiento hasta ahora y pidámosle la gracia de corresponder mejor durante la segunda mitad de este tiempo.
      
PUNTO PRIMERO - NO HEMOS SIDO LO QUE DEBÍAMOS SER, DURANTE LA PRIMERA MITAD DE LA CUARESMA
      
Para comprenderlo, basta considerar lo que debíamos ser y lo que hemos sido. —Primeramente, lo que debíamos ser— Es un grande error pensar que, para asegurar la salvación basta no cometer grandes faltas. El joven del Evangelio, que había practicado todos los mandamientos, “rehusó abrazar la más alta perfección, que era vender todos sus bienes y dar su precio a los pobres: y esto bastó para que Nuestro Señor dijera, gimiendo: ‘¡Qué difícil es que los ricos se salven!’, y a los Apóstoles: ‘Si éste no se salva, ¿quién se salvará?’”. Sentencias, ambas que parecen una profecía de la perdición de este desgraciado. Los Apóstoles mismos tuvieron entre sí una discusión de amor propio que no excedía los límites del pecado venial, y sin embargo, Jesucristo les dijo: “Si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”. El Obispo de Éfeso, que se cree sería San Timoteo, mereció ser alabado por Nuestro Señor por sus trabajos y su celo; sin embargo, no se hubiera salvado si no se hubiera esforzado en hacerse mejor: “Erais más fervoroso al comenzar, le dijo Jesucristo: Si no volvéis al primitivo fervor, quitaré el candelero de su lugar, es decir, os retiraré la luz de mi gracia”. Todos estos ejemplos nos dicen claramente que es un error creer asegurar la salvación por el solo hecho de no cometer de ordinario graves faltas. Para hacer cierta la propia vocación y elección, es preciso tomar a pecho la vida perfecta y multiplicar las buenas obras. Es necesario corresponder a las gracias que se reciben y llevar una vida conforme a ellas, “pues se le pedirá más a quien más haya recibido”. Tales debieron ser nuestros diarios esfuerzos durante esta primera mitad de la Cuaresma. — Pero, ¿Es así como hemos vivido? ¿Hemos tomado a pecho la grande obra de nuestra perfección? ¿Hemos comprendido que estas palabras de Nuestro Señor: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”, no expresan un simple consejo, sino un precepto de aspirar a la perfección según nuestras fuerzas y la gracia que Dios nos da? Por consiguiente, ¿Hemos procurado cada día ser mejores que el anterior, y en cada hora vivir más santamente que en la que pasó? ¿Qué frutos hemos sacado de todos los medios de salvación de este santo tiempo, de tantas lecturas y piadosos ejemplos, de tantos buenos pensamientos y piadosas inspiraciones y de tantas gracias interiores y exteriores? ¡Ay! Reconozcámoslo gimiendo: NO HEMOS SIDO LO QUE DEBÍAMOS SER.
    
PUNTO SEGUNDO - MEDIOS DE PASAR MEJOR LA SEGUNDA MITAD DE LA CUARESMA
    
1° Es preciso DEJAR LA VIDA DE DISIPACIÓN para entregarnos a la práctica del recogimiento, sin la cual toda virtud es imposible. 2° Es preciso decirse en el fondo del corazón: “Yo quiero ser santo”; y, como consecuencia de esta resolución, hay que EVITAR CON CUIDADO AÚN LAS FALTAS VENIALES, sin permitirnos ninguna con propósito deliberado; después, hacernos con frecuencia esta pregunta: “¿Es así como los santos pensaban, obraban, oraban y conversaban?”, y arreglar, según esto, nuestra conducta. 3º Es necesario NO RESISTIR A NINGUNA GRACIA, sino ponernos en manos de Dios, para dejarnos conducir por el Espíritu Santo, como el niño por la mano de su madre. En cada lectura que hagamos y en cada instrucción que oigamos, es necesario decirnos: “¿Qué fruto sacaré de esto?” A cada buen pensamiento que nos venga, es necesario responder a Dios como Samuel: “Aquí estoy, Señor”, y seguir la inspiración. 4º Es preciso DETERMINAR ALGÚN DEFECTO PARTICULAR QUE REFORMAR en lo que resta de la Cuaresma, como el amor propio, el carácter o los pecados de la lengua.

jueves, 27 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - VIERNES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
     
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
     
VIERNES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
    
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
     
Meditaremos mañana sobre la devoción a las cinco llagas de Nuestro Señor, que la Iglesia ofrece en este día a nuestra piedad, y consideraremos: 1º Que nada hay más justo que esta devoción; 2°Que a ella están vinculadas las gracias más preciosas.
   
—En seguida tomaremos la resolución: 1° De tener un crucifijo a nuestra vista durante nuestro trabajo, mirarlo con amor, principalmente en nuestras tentaciones y penas, y posar con frecuencia nuestros labios en sus llagas venerables, sobre todo en la llaga del sagrado costado; 2º De practicar algunas mortificaciones en honra de las cinco Llagas. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras de Isaías: “Nuestros pecados son la causa de sus heridas”.
     
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
         
Postrémonos delante de la Cruz de Nuestro Señor y tributemos nuestros homenajes de adoración, de gratitud y de amor a las llagas de los Pies, a las de las Manos y, sobre todo, a la del divino Costado. ¡Oh! ¡Qué venerables son estas llagas y cuán justo es que nuestros corazones se derritan de amor al contemplarlas! ¡Oh llagas sagradas!, yo no puedo honraros cuanto quisiera; pero os ofrezco los sentimientos piadosos con que os honraron María y San Juan en el descendimiento de la Cruz. Derecho tengo a ello, puesto que, siendo María mi madre y San Juan mi hermano, sus méritos son un bien de familia, del cual puedo disponer en favor mío.
   
PUNTO PRIMERO - NADA MÁS JUSTO QUE LA DEVOCIÓN A LAS CINCO LLAGAS
     
No se miraría como un hombre, sino como un monstruo sin corazón, a un hijo que viera con indiferencia, sin ningún movimiento de compasión, de gratitud y de amor las llagas que hubiera recibido su padre para salvarle de la mayor desgracia y granjearle al mismo tiempo los más grandes bienes. Tal sería, y aún peor, el cristiano que fuera indiferente para con las llagas del Salvador, pues Jesucristo recibió estas llagas sagradas para salvarnos del infierno y abrirnos el Cielo, para ofrecernos en ellas otras tantas fuentes de salvación, de donde podemos sacar gracia, fuerza y consuelos. “¡Oh alma cristiana! —exclama San Buenaventura— ¿Cómo al recuerdo de estas llagas puedes moderar tus ímpetus de amor? El amable Jesús se hace en los pies y en las manos grandes heridas para acogerte en ellas, y ¿Tú no te apresuras a entrar ahí? Se abrió el costado para darte su corazón, y ¿Tú no vas a unirte con él, corazón con corazón?” “En cuanto a mí —continúa el santo doctor— es ahí donde me gusta habitar; es ahí donde quiero hacer tres moradas: la primera, en los pies de mi Jesús; la segunda, en sus manos; la tercera, en su sagrado costado. Es ahí donde quiero tomar mi descanso; ahí velaré, leeré y conversaré”. ¡Oh llagas amabilísimas! Siempre los ojos de mi corazón estarán fijos en vosotras: durante el día, desde la salida del sol hasta su ocaso, y en la noche, tantas veces, cuantas se retire el sueño de mis párpados. Me estaré, sobre todo en la abertura del sagrado costado, para hablar ahí al corazón de mi Maestro y conseguir lo que quiera. “¡Oh Jesús! —Dice en el mismo sentido San Bernardo— vuestro Costado fue abierto para darnos entrada a vuestro Corazón y revelarnos por esta llaga visible la llaga invisible de vuestro amor. Yo aplicaré a ella mis labios y beberé la miel del amor y la unción de los consuelos divinos”. ¿Seremos nosotros los hijos de los santos si, después de tales ejemplos, no tenemos una tierna devoción a las cinco llagas?
       
PUNTO SEGUNDO - GRACIAS PROPIAS DE LA DEVOCIÓN A LAS CINCO LLAGAS
    
El alma encuentra en estas llagas todo lo que es necesario y útil para salvarse. “En ninguna parte he encontrado, dice San Agustín, remedio tan eficaz para todos los males del alma”. “Cualesquiera que sean las enfermedades espirituales, añade San Bernardo, la meditación asidua de las llagas del Salvador es su curación”. Mirarán mis Llagas, dice el mismo Jesucristo por su profeta, y se convertirán. “El Corazón de Jesús es un océano, y sus llagas son los canales por donde corren las aguas de la gracia y de la misericordia”, dice también San Bernardo. En esas llagas es, en efecto, donde se forma la fe viva; ahí es donde se dilata la confianza en Dios, ahí es, sobre todo donde la caridad se enciende como en su verdadera hoguera. A fuerza de considerar el exceso de amor que abrió estas llagas para nosotros, viles criaturas y miserables pecadores, el corazón se enciende todo y no se puede vivir más que de amor. También San Agustín llama a estas sagradas llagas “su refugio en las penas, su asilo en las tribulaciones, su remedio en las enfermedades del alma!”; de ahí sacó Santo Tomás de Aquino toda su ciencia; ahí San Francisco de Asís, a fuerza de meditar en ellas, llegó a ser, por los ardores seráficos de su caridad, un milagro de semejanza con Jesús crucificado; ahí San Buenaventura se llenó del espíritu de piedad que embalsama todos sus escritos; este digno discípulo de San Francisco gastó los pies de su crucifijo a fuerza de besarlos y no cesó de exhortar a tocios los fieles a gustar por sí mismos los gozos inefables y la unción de piedad deliciosa que procura la devoción a las llagas sagradas. “Si no podéis, dice la Imitación de Cristo, elevaros a altas contemplaciones, permaneced humildemente en las llagas del Salvador: ahí encontraréis fuerza y consuelo”. ¿Son éstas nuestras disposiciones?

SAN AGUSTÍN CONTRA LA LIBERTAD PARA EL ERROR

San Agustín, iluminado por el celo de la Verdad, hollando las herejías

“No hay peor muerte para las almas que la libertad del error”.(Comentario al Salmo 124)

miércoles, 26 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
       
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
         
JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
    

RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
       
Meditaremos mañana un segundo motivo de contrición, y es el sumo desagrado que causan a Dios: 1° El pecado venial; 2° El pecado mortal.
      
—Tomaremos en seguida la resolución: 1º De evitar con gran cuidado las menores faltas veniales voluntarias, puesto que Dios les tiene tan grande horror; 2° De llorar todos los días de nuestra vida los pecados mortales que hemos tenido la desgracia de comete en lo pasado. Sacaremos como ramillete espiritual las palabras del Salmista: “Mi pecado está siempre presente en mi pensamiento”.
      
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
     
Prosternémonos con temblor delante de la justicia de Dios, detestando el pecado con un odio implacable. ¡Oh Dios!, vuestra Justicia es más elevada que las montañas y más profunda que los abismos; sobrepuja a todo pensamiento. La adoro sin comprenderla; pero al mismo tiempo la amo, porque en Vos todo es amable. ¡Alabado y bendito seáis en vuestra justicia, como en vuestra bondad!
      
PUNTO PRIMERO - CÓMO EL PECADO, EN CUANTO ES OFENSA DE DIOS, ES DIGNO DE TODAS NUESTRAS LÁGRIMAS
        
Dios aborrece tanto el pecado venial, que en la otra vida lo castiga con penas que en la eternidad, casi son una especie de infierno, y cierra las puertas de su paraíso a almas queridas y amigas, hasta completar la expiación de las menores faltas. Lo aborrece a menudo con espantosas penas. La mujer de Lot se permitió una curiosidad inconsiderada, y en el acto fue herida de muerte. Un hombre es sorprendido recogiendo leña en día Sábado: “Sea lapidado y muera”, dice el Señor. Moisés concibe una ligera desconfianza de Dios: no entrará en la tierra prometida que había merecido ver por cuarenta años de servicios. Un profeta por complacencia, se queda un poco más de lo necesario donde lo habían enviado: un león sale de la selva y lo mata. David, por una secreta vanidad, hace levantar el censo de su pueblo: setenta mil hombres mueren de peste. ¡Oh Dios! ¿Qué es pecado venial delante de vuestra santidad infinita? ¡Cuán amargamente debemos llorar un mal que tanto os desagrada, y cuan justo es llevar, cada vez que vamos al santo tribunal, una viva contrición, acompañada de un firme propósito de corregirnos! ¿Es así cómo lo hacemos?
        
PUNTO SEGUNDO - CUÁNTO DEBEMOS LLORAR EL PECADO MORTAL, PORQUE DESAGRADA SUMAMENTE A DIOS
         
Cuando reflexionamos en los horrores del infierno, y consideramos que los que allí sufren tan increíbles tormentos eran hijos de Dios muy amados, y por quienes había dado toda su sangre, y que un sólo pecado mortal, convirtiendo tanto amor en un odio implacable, hará cargar sobre ellos, durante la eternidad, todo el peso de sus divinas venganzas, nos llenamos de estupor y exclamamos: “¡Cuánto os desagrada el pecado mortal! ¡Oh Dios mío! ¡Y con cuánto odio lo perseguís! Si del infierno levantamos el pensamiento al cielo, ¿Qué vemos? Lugares vacíos que antes ocupaban los ángeles, espíritus puros, brillantes y de una admirable belleza, revestidos de las más magníficas perfecciones, obra maestra de las manos de Dios. Un día se dejaron llevar por un pensamiento de orgullo, y al instante pronunció Dios contra ellos un decreto aterrador. Pero, Señor, si Vos los perdonáis, ellos os alabarán por toda la eternidad; y si los precipitáis en el infierno, blasfemarán de Vos siempre y arrastrarán a la condenación eterna a millones de hombres. —¡No importa! ¡Caigan al abismo! Pero no han cometido más que un solo pecado; es su primera falta, y aún no es más que pecado de pensamiento. —¡No importa! ¡Caigan al abismo! ¡Oh santidad de mi Dios, qué implacable es vuestro odio contra el pecado! Pero si así castigáis a los espíritus de vuestra corte, ¿Qué no debo temer yo el último de vuestros siervos, culpable de mil traiciones, yo que he pecado, no una vez y por pensamientos, sino millones de veces con todos mis sentidos, con todos los miembros de mi cuerpo, con todas las potencias de mi alma contra la mayor parte de vuestros mandamientos?”. Del cielo, despoblado así de una parte de sus habitantes, bajo al paraíso terrenal y veo allí el lugar que ocupaba Adán inocente. Un día tuvo la desgracia de ceder a una intemperancia, que en apariencia parece muy ligera: Comió un fruto contra la prohibición de Dios y en el acto perdió todas las gracias de su primer estado: Fue condenado a toda suerte de males, a la muerte misma, y no solamente él, sino también toda su posteridad. Todos los hombres hasta el fin del mundo, serán condenados a innumerables miserias, a la guerra, a la peste, al hambre, a las tempestades, a la ignorancia, a la concupiscencia; todos también habrían sido condenados para siempre sin la misericordia gratuita que nos ha rescatado. “¡Gran Dios, cuántos castigos a la vez por un solo pecado! Si, un solo pecado os ha desagradado hasta determinaros a echar tantas calamidades en el mundo, ¿Qué será de mis innumerables pecados? ¿Podré jamás llorarlos lo bastante y concebir de ellos una viva contrición?” Sin embargo, Dios mío, no es ahí donde se muestra en toda su intensidad el odio que tenéis al pecado. Tomo en la mano mi crucifijo y me digo: “Este, cuya imagen contemplo, era el Hijo único y muy amado de Dios; era Dios: pero, porque tomó sobre Sí la sombra del pecado, el Padre celestial descargó sobre Él todo el peso de su indignación; lo entregó a los más crueles tormentos, a las ignominias más espantosas, a la muerte, y muerte de Cruz. ¡Oh pecado, qué terrible eres delante de Dios! ¡Cuánto debo sentir y llorar el mal que he hecho, dejándote entrar en mi corazón! Si por la sola apariencia del pecado, Dios trató así a su propio Hijo, ¿Cómo por tantos pecados reales, tratará a un súbdito rebelde y despreciable como yo? Si el leño que no debía ser quemado pasó por tal hoguera, ¿Qué será del leño seco y a propósito para el fuego?” He ahí el motivo más poderoso de llorar el pecado y de concebir de él una amarga contrición.

DEL AMOR AL HERMANO Y EL ODIO AL PECADO, POR SANTO TOMÁS DE AQUINO

Desde SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS
 
Santo Tomás de Aquino, "Doctor Angélico"
    
Al prójimo se le debe amor por lo que ha recibido de Dios, o sea, por la naturaleza y por la gracia, y no por lo que tiene de sí mismo o del diablo, o sea, por el pecado y la falta de justicia.
   
Por eso es licito odiar en el hermano el pecado y lo que conlleva de carencia de justicia divina; no se puede, empero, odiar en él, sin incurrir en pecado, ni la naturaleza misma de la gracia.

Pero el hecho mismo de odiar en el hermano la culpa y la deficiencia de bien, corresponden también al amor del mismo, ya que igual motivo hay para amar el bien y odiar el mal de una persona. De ahí que el odio al hermano en absoluto es siempre pecado.”
     
Santo Tomás de Aquino, "Suma Teológica" Sección II de la Parte II. Cuestión 34, art.3

martes, 25 de marzo de 2014

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
       
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
    
MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
    
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
     
Como la contrición, para ser válida, debe estar basada en motivos de fe, según hemos visto en nuestra última meditación, consideraremos mañana el primero de estos motivos, y veremos: 1º Cómo el pecado, siendo ofensa de Dios, es un mal digno de todas nuestras lágrimas; 2° Cómo las circunstancias en que lo comete el pecador lo hacen aún más espantoso.
    
En seguida tomaremos la resolución: 1º De penetrarnos bien, antes de presentarnos al santo tribunal, de este gran motivo de contrición: 2º De recordarlo cada día, por la mañana y por la noche, para excitarnos a aborrecer el pecado. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del hijo pródigo: “Padre mío, he pecado contra el cielo y en vuestra presencia: ya no soy digno de ser llamado hijo vuestro”.
     
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
        
Adoremos a Nuestro Señor postrado de rodillas delante de la majestad de su Padre. En esta postura humilde le pide perdón por los ultrajes que le ha hecho el pecado; le ofrece repararlo y consiente en pagar Él la pena. Unámonos a los sentimientos de su corazón afligido y pidámosle nos haga participar de estas santas disposiciones.
        
PUNTO PRIMERO - COMO EL PECADO, EN CUANTO ES OFENSA DE DIOS, ES DIGNO DE TODAS NUESTRAS LAGRIMAS
        
1° ¡Ay, Dios mío! Aunque sólo hubiera faltado en las cosas de puro consejo, esto sería bastante para hacerme derramar todas mis lágrimas; porque ¿No es una irreverencia bien lamentable que, cuando me decís: “Haz esto, porque me será agradable; no hagas esto, porque me disgustarás”, tenga la insolencia de no doblegarme bajo la autoridad de vuestros deseos y no someterme sino cuando me ordenáis con la vara en la mano como a un vil esclavo, que sólo camina por miedo a las amenazas; como a un falso amigo, que no respeta los deseos de su amigo y no teme desagradarle? La insolencia es más vergonzosa aún, ¡oh Dios mío!, cuando, pasando de los consejos a las órdenes, me decís: "Haz esto, lo mando; no hagas esto otro, porque te lo prohíbo: si no obedeces, el fuego del purgatorio castigará tu voluntad rebelde"; y, sin embargo, tengo la audacia de hacer lo que me prohibís, y de omitir lo que me ordenáis. 2° ¡Oh Señor! yo, vil criatura, gusano de la tierra, a quien podéis anonadar con una mirada y a quien conserváis por pura misericordia, os desobedezco; yo, que quiero que todo se doblegue bajo mi propia voluntad y me indigno si mis criados no ejecutan en el instante mis más pequeñas órdenes, os desobedezco de frente, viendo por la fe la majestad de vuestras miradas fijas en mí; hago a vuestra vista lo que nunca querría hacer delante de un sirviente, y esto no una vez, sino mil veces todos los días! ¿No es ésta una falta que merece todas mis lágrimas? Sin embargo esto no es más que el pecado venial. 3° ¿Qué será, ¡oh Dios mío!, el pecado mortal? ¡Ay! aunque no hubiese cometido más que uno solo en mi vida, esto sería bastante para consagrar a las lágrimas de la contrición todo el resto de mi existencia. A lo menos, en el pecado venial, yo no renunciaba enteramente a vuestra amistad, no cambiaba mis derechos al Cielo por el infierno; pero aquí, veo que voy a romper enteramente con Vos, a incurrir en vuestro odio, a exponerme a vuestra terrible ira, y no lo tomo en cuenta. Si supiera que pecando desagradaba tanto al mundo como a Vos, que perjudicaba a mi honor, a mi fortuna, a mi bienestar, tanto como a mi inocencia, me guardaría bien de hacerlo. 4° ¡Y porque pecando no ofendo sino a Vos, y no pierdo sino vuestra amistad, me dejo arrastrar al pecado! ¡Perdón, Señor, de semejante desprecio! ¡Os veo desplegar contra mí, si peco, todo el poder de vuestras venganzas, toda la eternidad de vuestros castigos, y me doy gusto, a despecho de vuestras amenazas! ¡Veo que sólo pedís de mí cosas infinitamente justas, que mi conciencia me dicta, que mi razón aprueba, y desprecio vuestras órdenes a pesar de mi razón y de mi conciencia! ¡Os pospongo a un deleite pasajero, a un placer terreno e inmundo, que no trae al alma sino la desgracia con el remordimiento, y en este caso prevalece la pasión, y el lodo es preferido a Vos! ¡Oh crimen! ¡Oh trastorno! ¡Oh abismo de iniquidad! ¡Perdón, Señor y misericordia!
    
PUNTO SEGUNDO - LAS CIRCUNSTANCIAS EN QUE EL PECADOR OFENDE A DIOS, HACEN SU FALTA MAS HORRIBLE AÚN
      
1° HAY AQUÍ PERFIDIA, pues en el Bautismo y en tantas Confesiones y Comuniones, os había jurado fidelidad, y he aquí, ¡oh Dios mío!, que, después de tantos compromisos, ¡os he sido infiel! Oh fidelidad de promesas, ¿dónde estáis? ¡Oh votos violados! ¡Oh suprema felonía! ¡Oh cristiano desleal! ¡Oh traidor y perjuro! 2° HAY AQUÍ INGRATITUD en esto. Jesucristo murió por mí; Él se ha dado a sí mismo para mí en los Sacramentos; me ha alcanzado con sus gracias, y su amor me rodea día y noche con sus Gracias naturales y sobrenaturales; ¡Y yo, que estoy abrumado con sus favores, me he vuelto contra Él; he empleado sus propios dones, mi intelecto, mi voluntad, mis sentidos, en ofensas contra Él! ¡Oh horrible ingratitud! 3° ¡HAY AQUÍ REBELIÓN DEL SÚBDITO CONTRA SU SOBERANO; del hijo contra el mejor de los padres; del amigo contra el más fiel de los amigos; de la criatura contra el Criador; de la debilidad contra la omnipotencia; de la pequeñez contra la más infinita grandeza! Hay aquí incluso más que todo esto; HAY UN CRIMEN DE ALTA TRAICIÓN CONTRA LA DIVINA MAJESTAD. Hay aquí en cierto modo un doble deicidio: El primero, en que mis pecados, la causa de la muerte de Jesucristo, son como los verdugos que Lo clavaron en la Cruz por un crimen peor que el que cometieron los judíos, que no hubieran crucificado al Salvador si lo hubieran conocido; ¡Y sin embargo yo, que le conozco, Le he crucificado! El segundo deicidio consiste en que el pecador desea que Dios no conozca su pecado; y suponiendo que lo conozca, desea que Dios no lo deteste; y suponiendo que Él lo detesta, desea que Dios no le dé su castigo. Ahora bien, desear todo esto es desear que Dios sea despojado de su Conocimiento o de su Santidad o de su Poder. Esto es, consecuentemente, desear que Dios no sea Dios. ¡Qué horror! ¡Oh, cuán odioso, entonces es pecar! ¡Y que una firme resolución nos aliente a evitarlo mil veces más que los grandes males que pudieran sucedernos!