MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero
y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las
vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo:
desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de
Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires,
1962.
MIÉRCOLES DE CENIZA
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Meditaremos mañana cómo la ceremonia de la Ceniza nos convida a santificar la Cuaresma; 1º Por la penitencia y la mortificación; 2° Por el pensamiento de la muerte.
— Tomaremos enseguida la resolución: 1° De abrazar con gusto las mortificaciones propias de este santo tiempo, el ayuno y la abstinencia, con todas las cruces que la Providencia quiera mandarnos; 2° De acostumbrarnos a hacer bien todas estas cosas conforme a las palabras de San Bernardo: "Si tuvieses ahora que morir, ¿harías esto o aquello?"
Meditaremos mañana cómo la ceremonia de la Ceniza nos convida a santificar la Cuaresma; 1º Por la penitencia y la mortificación; 2° Por el pensamiento de la muerte.
— Tomaremos enseguida la resolución: 1° De abrazar con gusto las mortificaciones propias de este santo tiempo, el ayuno y la abstinencia, con todas las cruces que la Providencia quiera mandarnos; 2° De acostumbrarnos a hacer bien todas estas cosas conforme a las palabras de San Bernardo: "Si tuvieses ahora que morir, ¿harías esto o aquello?"
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
Adoremos la bondad de Dios, que inspiró a la Iglesia la
ceremonia de la Ceniza, para enseñarnos las disposiciones piadosas con
que debemos pasar el santo tiempo de Cuaresma. Agradezcámosle tan sabia
instrucción y roguémosle que nos la haga comprender y poner en práctica.
PUNTO PRIMERO - LA CEREMONIA DE LA CENIZA NOS PREDICA LA PENITENCIA Y LA MORTIFICACIÓN
Desde los tiempos más antiguos, la ceniza puesta en la
cabeza ha sido un emblema de penitencia y de dolor. Job, doliéndose de
haber defendido la causa de su inocencia en un lenguaje algo menos
mesurado, exclamó: "¡Me acuso, Señor, y hago penitencia de mi falta en
el polvo y en la ceniza!" En penitencia del robo sacrílego cometido por
Acán en la toma de Jericó, Josué y los ancianos israelitas se cubrieron
la cabeza de ceniza. Más adelante, Judit, Ester, Mardoqueo y Judas
Macabeo emplearon este medio para aplacar la ira del cielo, Jeremías y
todos los profetas aconsejaron esta práctica a los judíos castigados por
Dios. En fin, Nuestro Señor Jesucristo presentó la ceniza corno un
símbolo de penitencia cuando dijo que, si los habitantes de Tiro y de
Sidón hubiesen visto los milagros obrados por El en el seno de la Judea,
"habrían hecho penitencia con el cilicio y la ceniza". Eso es lo que
explica por qué la Iglesia primitiva distinguía por la ceniza a los
penitentes, de los fieles, y el primer día de la Cuaresma cubría la
cabeza de todos sus hijos, sin distinción ninguna, por la razón de que
todo cristiano, como dice Tertuliano, ha nacido para vivir en la
penitencia. La ceremonia de la Ceniza es como un sello que nos lleva a
la penitencia, de tal manera que recibir la ceniza en la cabeza sin
tener la contrición en el corazón, es aparentar un sentimiento que no se
tiene, es una hipocresía. Entremos con gusto en el espíritu de
penitencia desde el primer día de esta santa Cuaresma. El interés de
nuestra salvación lo exige; Jesucristo lo declara formalmente con estas
palabras: "Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis", y
nos lo enseñó aún mejor con su ejemplo, porque toda su vida no fue sino
una penitencia continua. Todos los santos, a su imitación, han hecho
penitencia, y nosotros, ¿con qué derecho nos dispensaríamos de ella?
Hemos pecado mucho, y todo pecado, aunque perdonado, exige penitencia.
Tenemos pasiones que vencer, tentaciones que combatir, y la penitencia es
la defensa más segura contra las unas y las otras. Interroguemos aquí
nuestra conciencia: ¿tenemos el espíritu de penitencia que reclama el
santo tiempo de Cuaresma?
PUNTO SEGUNDO - LA CEREMONIA DE LA CENIZA NOS TRAE A LA MEMORIA EL PENSAMIENTO DE LA MUERTE
"¡Mortales, nos dice hoy la Iglesia, acordaos que sois polvo y
que en polvo os convertiréis!" El cristiano que oye estas palabras a
los pies del altar, se presenta allí como la víctima que, sometida al
fallo, viene a ofrecerse para ser, cuando quiera el soberano Árbitro de
la vida y de la muerte, reducida a ceniza y sacrificada a su gloria. Por
este acto parece decirle a Dios: "Señor, vengo a cumplir en espíritu lo
que acabaréis en realidad. Habéis resuelto, en castigo de mis pecados,
reducirme un día a ceniza. Vengo pues yo mismo a hacer el ensayo, porque
desde hoy preveo el fallo de vuestra justicia y lo ejecuto". La
Iglesia, haciéndonos principiar la santa Cuaresma por esta aceptación
solemne de la muerte, por el gran sacrificio de todo lo que tenemos y de
todo lo que somos, nos da a entender que mira el pensamiento de la
muerte como lo más a propósito para hacernos pasar santamente la
Cuaresma, es decir, en el alejamiento del mal, en la práctica de la
penitencia y de todas las virtudes. En efecto, ¿quién puede pensar
seriamente en la muerte y no estar siempre pronto para comparecer
delante de Dios, y no velar sobre sus acciones y sus palabras, y no
mortificarse para expiar sus faltas pasadas y satisfacer a la justicia
divina, y no multiplicar sus buenas obras y acrecentar sus méritos, y
no desprenderse de todo lo que puede durar tan poco y tener presentes a
cada momento las palabras de San Bernardo: "Si muriera después de esta
Confesión, ¿cómo lo haría? Después de esta Comunión, ¿cómo me
dispondría? Después de esta conversación, ¿cómo hablaría? Al fin de esta
semana, de este mes. ¿Cómo me conduciría?" Pidamos a Dios nos haga
comprender esta lección de la muerte y deducir las consecuencias
prácticas, propias para la santificación de la Cuaresma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración es causal de no publicación.
Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.
+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)