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domingo, 13 de diciembre de 2015

BERGOGLIO: "DIOS ES PADRE Y MADRE"

Francisco Bergoglio concedió una entrevista a Credere, la revista oficial del Jubileo de la Misericordia (entrevista publicada en italiano en el website oficial del Vaticano el 2 de Diciembre). La agencia ZENIT, el órgano informativo del macielismo, lo tradujo al inglés. Reproducimos los extractos más importantes de la traducción; las negritas son nuestras. Al final del artículo, hemos incluido un comentario de RORATE CAELI acerca del peligro extremo que supone para la fe católica la afirmación bergogliana acerca de que Dios “es Padre y Madre” (afirmación que sabemos, la formulara por primera vez por Juan Pablo I). Y posterior a ella, la infaltable y deprimentemente familiar afirmación de que la Iglesia "excluye a la gente" y es demasiado legalista, siguiendo una "línea dura", "preocupándose solo en las normas morales".
P: Santo Padre, ahora que estamos a punto de empezar el Jubileo [de la Misericordia], ¿puede explicarnos qué impulso del corazón le llevó a subrayar, precisamente, el tema de la misericordia? ¿Qué urgencia percibe a este respecto, en la presente situación del mundo y de la Iglesia?
Francisco I: El tema de la misericordia se acentúa con fuerza en la vida de la Iglesia a partir del Papa Pablo VI. Juan Pablo II lo enfatizó mucho con su Encíclica Dives in Misericordia, la canonización de Santa Faustina Kowalska y la institución de la Festividad de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua. En esta línea, sentí que es, en cierto modo, un deseo del Señor mostrar Su misericordia a la humanidad. Por lo tanto, no se me ocurrió a mí, sino que, más bien, retomo una tradición relativamente reciente que, sin embargo, siempre ha existido.
 
Mi primer Ángelus como Papa fue acerca de la Misericordia de Dios y, en aquella ocasión, hablé también de un libro acerca de la misericordia que me regaló el Cardenal Walter Kasper durante el cónclave; también, en mi primera homilía como papa, el domingo 17 de marzo, hablé de la misericordia en la parroquia de Santa Ana. No fue una estrategia; me nació de dentro: el Espíritu Santo desea algo. Es evidente que el mundo de hoy está necesitado de misericordia, está necesitado de compasión, es decir, “padecer con”. Estamos acostumbrados a las malas noticias, a noticias crueles y a las mayores atrocidades que ofenden el nombre y la vida de Dios. El mundo necesita descubrir que Dios es Padre, que hay misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condenación no es el camino, porqué la Iglesia misma, a veces, sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de enfatizar sólo las normas morales, por lo que, mucha gente queda excluida.
 
Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla; es cierto, ¡cuánta gente está herida y destrozada! Se atiende a los heridos, se les ayuda y se les cura, no se les hace un análisis de colesterol. Creo que este es el momento de la misericordia. Somos todos pecadores, todos cargamos con un lastre interno. Sentí que Jesús desea abrir la puerta de Su corazón, que el Padre desea mostrar sus entrañas de misericordia, y por eso, nos manda al Espíritu: para movernos e inspirarnos. Es el año del perdón, el año de la reconciliación. Por un lado, vemos el tráfico de armas, la producción de armas que matan, los asesinatos de inocentes de la manera más cruel posible, la explotación de personas, menores, niños: se está llevando a cabo un sacrilegio, permítame el término, contra la humanidad; porque el hombre es sagrado, es la imagen de Dios vivo. Entonces el Padre dice: “Deteneos y venid a mí”. Esto es lo que yo veo en el mundo.
  
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P: Según la Biblia, el lugar donde descansa la Misericordia de Dios es el útero, las entrañas maternas, de Dios que se conmueven hasta el punto de perdonar el pecado. ¿Puede el Jubileo de la Misericordia ser una ocasión para redescubrir la “maternidad” de Dios? ¿Hay también un aspecto más “femenino” de la Iglesia que se debe valorar?
Francisco I: . Él mismo lo afirma cuando dice en Isaías que, si incluso una madre puede olvidarse de su hijo, hasta una madre puede olvidarse de su hijo… “Yo, por el contrario, nunca me olvidaré de ti”[1]. Aquí se ve la dimensión maternal de Dios. No todo el mundo entiende cuando se habla de la “maternidad de Dios”, no es un lenguaje popular, en el buen sentido de la palabra, parece un lenguaje para elegidos. Por lo tanto yo prefiero utilizar la palabra ternura, propia de una madre, la ternura de Dios, la ternura que nace de las entrañas paternas. Dios es Padre y Madre.
  
P: Refiriéndonos a la Biblia, nos da a conocer a un Dios mucho más “emotivo” del que a veces nos imaginamos. ¿Podría cambiar nuestra actitud hacia nuestros hermanos, el descubrir a un Dios que se conmueve y tiene compasión por los hombres?
Francisco I: Descubrirlo nos llevará a tener una actitud más tolerante, más paciente, más tierna. Durante el Sínodo de 1994, en una reunión de grupo, dije que se debía establecer una revolución de la ternura, y un Padre Sinodal, un buen hombre a quien respeto y quiero bien, ya muy anciano, me dijo que no era apropiado utilizar ese lenguaje y me dio explicaciones razonables, de hombre inteligente; pero yo sigo diciendo que hoy, la revolución, es la de la ternura; porqué de ahí deriva la justicia y todo lo demás. Si un hombre de negocios contrata a un empleado de septiembre a julio, y en julio le dice que se tome unas vacaciones para retomar el trabajo con un nuevo contrato de septiembre a julio, entonces el trabajador no tiene derecho a indemnización, ni a una pensión, ni a la seguridad social; no tiene derecho a nada. El hombre de negocios no muestra ternura, sino que trata a su empleado como a un objeto, por poner un ejemplo en el que no hay ternura. Si uno se pone en los zapatos del otro en lugar de pensar en su necesidad de un poco más de dinero, entonces las cosas cambian. La revolución de la ternura es lo que tenemos que cultivar hoy como fruto de este Año de la Misericordia: la ternura de Dios hacia cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros debe decir: “¡Soy un hombre desafortunado, pero Dios me ama así, entonces yo tengo que amar a los demás de la misma forma”.
 
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P: ¿Nos puede adelantar algún gesto que tenga la intención de hacer durante el Jubileo para dar testimonio de la Misericordia de Dios?
Francisco I: Se harán muchos gestos, pero un viernes de cada mes haré un gesto diferente.
 
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Volvemos a presenciar la peligrosa afirmación “Dios es Padre y Madre”, que Bergoglio blandió en esta ocasión.
  
De cierto es que una cosa es el manejo de imágenes o metáforas femeninas para describir las acciones de Dios hacia los hombres, o compararle a Él y Su amor con una madre y el amor que ésta siente por su hijo (como en el libro de Isaías). Así también ha de entenderse ciertas afirmaciones místicas medievales (sobre todo en la mística inglesa de San Anselmo de Canterbury o Juliana de Norwich), donde se refieren a Dios o a Cristo, como “Madre” (como lo hiciera Juan Pablo I: “Dios es un Padre y, todavía más, una Madre”). Pero algo muy distinto (y peligroso) es referirse directamente a Dios como “Madre”, algo sin absolutamente ninguna justificación ni en las Escrituras ni en la Tradición.

Aún, la Iglesia, nunca ha hecho referencia a Dios como “Madre” en su liturgia, en el Credo, ni en sus documentos doctrinales, por no hablar de la devoción católica cotidiana, que a lo largo de los siglos, ha perseverado refiriéndose a Dios como “Padre”, siguiendo el mandato de Cristo. Sobre todo, la mentalidad medieval está a años luz de la mentalidad (post) moderna; razón por la cual aquello que pudo haber sido una expresión inocua hace siglos, hoy es un arma en las manos de las “teologías” modernistas, feministas y radicales que fueron acogidas e implementadas desde el Vaticano II, y buscan hacer trizas y aniquilar la auténtica Tradición de la Iglesia.
 
Adoptando este lenguaje, Antipapa Francisco Bergoglio, quiéralo o no, alienta a feministas y liberales que han estado presionando, precisamente, para que nos refiramos a Dios como “Madre” (como ya sucedió en la iglesia episcopal de Escocia); mientras humilla a los que han dedicado un enorme esfuerzo a bloquear el lenguaje inclusivo y feminista en la liturgia y la práctica espiritual. En la atmósfera abusivamente ultramontana (o pseudo-ultramontana)[2] del pseudo-papado bergogliano, en la que los liberales y sus compañeros de viaje conservadores defienden todo lo que sale de la boca de Anticristo Francisco como pura ortodoxia, no es menester mucha imaginación para darse cuenta de cuánto van a utilizar esta expresión errónea los enemigos de la Fe. Recordad que Bergoglio en esta entrevista que el Jubileo de la Misericordia será una ocasión para “redescubrir” la “maternidad” de Dios.
  
No pasa semana sin que nos llegue por lo menos una expresión ambigua o problemática del reclamante conciliar al Trono de San Pedro (y que tengamos que hablar de ello en nuestros espacios), situación que genera una inmensa confusión y dificultad para los ya acosados, inferiores en número, y, a menudo, demonizados defensores de la ortodoxia católica dentro de la iglesia conciliar, y que éstos, a pesar de la evidencia, no cedan ante la evidencia de que el Vaticano II es un conciliábulo, Bergoglio no es papa y la secta conciliar es la ramera apocalíptica. Parece que, durante el Jubileo de la Misericordia, las cosas se van a poner aún peor para ellos. Y SEGUIRÁN EMPEORÁNDOSE, PORQUE LA DEGENERACIÓN CONCILIAR IRÁ HASTA EL DÍA DEL JUICIO.
   
NOTAS
[1] Isaías 49,15: «¿Puede una mujer olvidarse de su niño, sin que tenga compasión del hijo de sus entrañas? Pero aun cuando ella pudiese olvidarle, yo no me olvidaré de ti».
 
[2] En italiano en este texto y en la traducción al inglés que transcribimos. El término ultramontane, es un término acuñado para referirse, de forma despectiva, al denominado integrismo católico, es decir, a las personas o grupos que sostienen las posiciones tradicionalistas (pre-conciliares) del catolicismo romano y, por tanto, contrarias a la linea doctrinal del Concilio Vaticano II. El autor lo emplea para destacar el ambiente contrario a esta ortodoxia católica, imperante en algunos círculos vaticanos que buscan desarrollar aún más y, a ser posible, llevar aún más allá las tesis conciliares. (N. de Traductor y Editor).

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)