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lunes, 30 de enero de 2017

GANDHI, EL CABRONAZO

Por Gonzalo Herrera para VICE
    
 
Gandhi abrazando a unos balillas, la sección infantil y juvenil del Partido Nacional Fascista italiano. Imagen vía Tumblr.
   
La primera vez que alguien me habló mal sobre Gandhi fue un antiguo compañero de trabajo pakistaní. En los ratos muertos que teníamos en la mierda de cafetería en la que los dos trabajamos me contaba como Gandhi quería mantener el sistema de castas –los pakistaníes no tienen al ser musulmanes–, alentaba a la guerra contra Pakistán y, en general, era un auténtico cabronazo al que los occidentales santificamos.
  
Como el tipo era tremendamente nacionalista y los pakistaníes y los hindúes no son precisamente mejores amigos, tampoco le hice mucho caso y no volví a pensar en ello, sobre todo porque en la carrera me volvieron a contar las típicas milongas sobre Gandhi y decidí hacerle caso a un tipo con un doctorado en historia contemporánea y no a mi compañero de curro que decía que si estudiaba ingeniería era para volver a su país y trabajar para el ejército diseñando misiles que lanzar contra la India en la –según el– inminente guerra que habrá entre los dos países.
  
Pero después de un tiempo empecé a volver a interesarme por el tema –cuando la pija [N. del E. chica fresa, gomela, cheta, sifrina, jailona, valley girl, betinha o niña mimada] de clase comparte una foto de Gandhi con una frase de mierda sabes que ese tipo no es trigo limpio– y empecé a pensar que quizás mi colega tenía razón y estábamos endiosando a un auténtico mamón, así que me he decidido a recoger sus grandes éxitos a ver si de una maldita vez la gente deja de reivindicar la figura de este capullo integral.
   
GANDHI EL PIJO
Luego llegará lo más bestia pero empecemos con algo suave para ir abriendo boca. ¿Influye que fuese un pijo en todo lo demás? No lo sé –yo creo que si–, pero si no te da rabia un niño bien jugando a ser pobre y a ir de iluminado es que seguramente seas uno de ellos y estés a punto de irte de viaje de descubrimiento al Nepal o a meterte ayahuasca a la selva colombiana, pero en fin, el caso es que el tipo era más pijo que fregar el suelo con un jersey Lacoste empapado en Chanel nº5.
   
Como todos los líderes de las luchas anticoloniales –todos es todos– pertenecía a la élite autóctona, a los ricos del país que aprovecharon la dominación imperial de los europeos para engrandecer sus fortunas, ya fuese convirtiéndose en parte del alto funcionariado, los negocios o la política. Precisamente por eso –porque sus padres pertenecían a esta élite– Gandhi se pudo permitir el lujo de ir a estudiar a Londres, donde fue educado en las mejores escuelas británicas.
  
Lo de los votos de pobreza e ir descalzo y semidesnudo llegó más tarde, cuando se le iluminó la bombilla y se convirtió en un gurú.
 
Gandhi con sus sobrinas, con las que se dice dormía desnudo a veces. Imagen ZIXUB.
  
GANDHI EL TOCA-NIÑOS
Pero este "gurú" tenía prácticas un poco extrañas. Entre uno de los votos que decidió hacer estaba el de castidad, ya que cuando el padre de Gandhi murió, Gandhi estaba follando con su mujer. No es que el tipo pasase olímpicamente de su enfermo progenitor, sino que aprovechó que su tío se quedó cuidándolo un rato para ir a echar un polvo. Hasta aquí todo bien, ¿no? Nadie es mala persona por dejar de follar y es normal un cierto sentimiento de culpa si mientras tu padre agonizaba tu estabas llegando al orgasmo, pero el caso es que el tema no acaba aquí.
  
Poco a poco el sexo se convirtió en uno de los principales temas en los discursos de Gandhi, demostrando una cierta obsesión con el asunto, una obsesión que se refuerza y se convierte en algo jodidamente enfermo cuando uno descubre que para aprender a controlar su celibato se acostaba desnudo con niñas –incluso con sus sobrinas– para ver si podía aguantar. Él siempre aseguró que no hubo penetración –claro, ¿que iba a decir?– pero no nos engañemos, todos sabemos perfectamente que el sexo no es solo penetración –él mismo decía que la prueba residía en sentir el tacto y ver el cuerpo desnudo y evitar caer en la tentación– y que cosas como el autocontrol sexual no se consiguen de la noche a la mañana, lo que hace sospechar que quizás hubo un poco de "prueba y error" –en la que el error es tener relaciones sexuales con niños– antes de conseguir ese supuesto control de su celibato. Igualmente, aunque no follasen y ni siquiera se tocasen, que durmiese desnudo con niñas no deja de ser repugnante.
  
Además no solo lo hacía con niñas, también utilizaba en sus prácticas a mujeres jóvenes vírgenes o recién casadas, todas ellas de su círculo cercano de discípulos, lo que recuerda bastante a las prácticas sexuales de los líderes de algunas sectas.
   
GANDHI EL NAZI
A Gandhi, aparte de las niñas, se la ponían dura otras cosas, como los brazos en alto y la superioridad racial aria. Se ha justificado siempre el apoyo de Gandhi a Hitler y Mussolini por considerarlos a ambos enemigos del imperialismo, pero más allá de su visita a Mussolini en Roma –donde expresó su admiración por el dictador italiano y fue el invitado de honor en el desfile de las Juventudes Fascistas– o de su carta a Hitler donde se despide como "Su sincero amigo" o en las que lo aclamaba y rechazaba tanto el imperialismo británico como el sionismo, Gandhi demostró ser un tipo que tenía muy interiorizados los pilares del nazismo y el fascismo.
   
Por encima de todo era tremendamente racista: consideraba a los africanos como pueblos inferiores y de hecho ese fue el motivo por el que inició su lucha por acabar con la discriminación a los indios en Sudáfrica durante la primera década del siglo XX, para no ser equiparados con una raza a la que consideraba inferior. Él creía que los indios eran igual de superiores al resto de razas que los blancos al descender todos de la raza aria y por lo tanto ser parte de la misma hermandad racial.
   
De hecho en sus escritos habla sobre cómo él creía en la raza de la misma manera que hacían los sudafricanos y que por eso debían gobernar Sudáfrica solo los blancos, que dejar entrar a niños negros en las escuelas para niños indios era injusto para los niños indios, que los presos negros estaban solo un grado por encima de los animales, etc. Una imagen muy alejada del Gandhi para todos los públicos al que Podemos homenajea.
  
GANDHI EL VIOLENTO
Si por algo ha pasado Gandhi a la historia ha sido por su pacifismo y sus alegatos en contra de la violencia. El mito que se creó a su alrededor –antes incluso de su muerte– consideraba que lo que hacía grande su lucha fue que evitó por todos los medios la confrontación violenta con los británicos –aún que hay quien cree que mitificarlo fue una estrategia de los propios imperios para que las colonias iniciasen ese tipo de resistencia y no se lanzasen a las armas–. Pero igual que no fue ni tan santo ni tan progre como nos han hecho creer, tampoco fue tan pacifista. Al menos contra los pakistaníes y las mujeres.
  
Durante la guerra entre Pakistán y la India que siguió a la independencia, Gandhi rápidamente se olvidó de la no-violencia y del pacifismo para apoyar a la India en una guerra que en algunos lugares fue una auténtica limpieza étnica y todo por una bandera.
   
Respecto a las mujeres, por si lo de captar adeptas y meterlas desnudas en su cama no era suficiente, Gandhi maltrataba físicamente a su mujer –y también a sus hijos–. De hecho la dejó morir de pulmonía porque le prohibió utilizar la penicilina, que consideraba indigna, ya que creía que la medicina tradicional india era superior a la occidental. Quizás esto no es una agresión física, pero no jodamos, no deja de ser violencia en estado puro.
   
Como la mayoría de los ídolos, Gandhi no era más que una farsa que se convirtió en un mito por morir antes de tiempo –asesinado– y por caerle bien a la gente adecuada, que se encargó de venderlo como un producto. Así que, por favor, dejad de compartir su cara, sus frases y de reivindicar sus ideas de mierda. Gracias.

sábado, 28 de enero de 2017

MISA DEL BIENAVENTURADO EMPERADOR CARLOMAGNO

La Karlsmesse (Misa de Carlomagno) que se celebraba en la Catedral de Aquisgrán (y publicamos a continuación) se remonta hacia 1246, pero el Misal Aquisgranense de 1932 tiene una Misa con oraciones y lecciones distintas; en el Propio de los Santos de la Orden Benedictina de 1734 se conserva la Oración (pero la Misa es la de San Luis Rey de Francia) y en el Rito Parisino, aunque se conservan las oraciones, las lecciones y la secuencia varían. Las conmemoraciones del día (San Pedro Nolasco y la Octava de Santa Inés) provienen del Misal Romano.
  
Die 28 Januarii
IN FESTO SANCTI CÁROLI MAGNI, IMPERATÓRIS ET CONFESSÓRIS
Civitátis Aquisgranénsis Patrónis Principális
  
Introitus. Ps. 21, 2-3. In virtúte tua, Dómine, lætábitur justus, et super salutáre tuum exsultabit veheménter: desidérium ánimæ ejus tribuísti ei. Ps. 21, 6. Magna est glória ejus in salutári tuo, glóriam et magnum decórem impónes super eum. ℣. Glória Patri.
 
ORATIO
Deus, qui superabundánti fœcunditáte bonitátis tuæ beátum Cárolum magnum imperatórem et confessórem tuum, depósito carnis velámine beátæ immortalitátis trábea sublimásti: concéde nobis supplícibus tuis, ut quem ad laudem et glóriam nóminis tui honóre impérii exaltásti in terris: pium ac propítium intercessórem mereámur habére in cœlis. Per Dóminum.

Et fit Commemoratio S. Petri Nolasci.
ORATIO
Deus, qui in tuæ caritátis exémplum ad fidélium redemptiónem sanctum Petrum Ecclésiam tuam nova prole fœcundáre divínitus docuísti: ipsíus nobis intercessióne concéde; a peccáti servitúte solútis, in cœlésti pátria perpétua libertáte gaudére.
 
Pro S. Agnetis secundo.
ORATIO
Deus, qui nos ánnua beátæ Agnétis Vírginis et Martyris tuæ sollemnitáte lætíficas: da, quǽsumus; ut, quam venerámur officio, étiam piæ conversatiónis sequámur exémplo. Per Dóminum.

Lectio Libri Sapiéntiæ
Eccli. 14, 2. 15, 3-4; 6.
   
Beátus vir, qui in sapiéntia morábitur, et qui in justítia meditábitur, et in sensu cogitábit circumspectiónem Dei. Cibávit illum pane vitæ et intelléctus, et aqua sapiéntiæ salutáris potávit illum. Et firmábitur in illo, et non flectétur: et continébit illum, et non confundétur. Et exaltábit illum apud próximos suos, et nómine ætérno hæreditábit illum: Dóminus Deus noster.

Graduale: Ps. 21, 4-5. Dómine, prævenísti eum in benedictiónibus dulcédinis: posuísti in cápite ejus corónam de lápide pretióso.
℣. Vitam pétiit, et tribuísti ei longitúdinem diérum in sǽculum sǽculi.
 
Allelúja, allelúja. ℣. Ps. 21, 2. Dómine, in virtúte tua lætábitur rex: et super salutáre tuum exsultábit veheménter.
  
In Missis post Septuagesimam, omissis Allelúja et versu sequenti, dicitur:
Tractus. Ps. 112, 1-3. Beátus vir, qui timet Dóminum: in mandátis ejus cupit nimis.
℣. Potens in terra erit semen ejus: generátio rectórum benedicétur.
℣. Glória et divítiae in domo ejus: et justítia ejus manet in sǽculum sǽculi.
  
SEQUENTIA “Urbs Aquénsis, urbs regális”.
Urbs Aquénsis, urbs regális,
Regni sedes principális,
Prima regum cúria.
Regi regum pange laudes,
Quæ de magni regis gaudes
Cároli præséntia.
  
Iste cœtus psallat lætus,
Psallat chorus hic sonórus
Vocáli concórdia.
At dum manus operátur
Bonum, quod cor meditátur,
Dulcis est psalmódia.
   
Hac in die, die festa,
Magni regis magna gesta
Recólat, Ecclésia.
Reges terræ, et omnes pópuli,
Omnes simul pláudant
Et sínguli celébri lætítia.
    
Hic est Christi miles fortis,
Hic invíctæ dux cohórtis,
Ducum sternit mília.
Terram purgat lólio,
Atque metit gládio
Ex messe zizánia.
   
Hic est magnus imperátor,
Boni fructus bonus sator
Et prudens agrícola.
Infidéles hic convértit
Phanos, deos hic evértit
Et confríngit ídola.
  
Hic supérbos domat reges,
Hic regnáre sacras leges,
Facit cum justítia.
Quam tuétur eo fine,
Ut et justus sed nec sine
Sit misericórdia.
        
Óleo lætítiæ,
Unctus dono grátiæ
Céteris præ régibus.
Cum coróna glóriæ,
Majestátis régiæ
Insígnitur fáscibus.
   
O rex, mundi triumphátor,
Jesu Christi conregnátor,
Sis pro nobis exorátor,
Sancte pater Cárole.
Emundáti a peccátis,
Ut in regno claritátis,
Nos, plebs tua, cum beátis
Cœli simus íncolæ.
   
Stella maris, o María,
Mundi salus, vitæ via,
Vacillántum rege gressus
Et ad regem des accéssus
In perénni glória.

Christe, splendor Dei Patris,
Incorrúptæ Fili matris,
Per hunc sanctum, cujus festa
Celebrámus, nobis præsta
Sempitérna gaudia.
Amen. Allelúja.
   
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.
Luc. 11, 33-36
      
In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: Nemo lucérnam accéndit, et in abscóndito ponit, neque sub módio: sed supra candelábrum, ut, qui ingrediúntur, lumen vídeant. Lucérna córporis tui est óculus tuus. Si óculus tuus fuérit simplex, totum corpus tuum lúcidum erit: si autem nequam fuérit, étiam corpus tuum tenebrósum erit. Vide ergo, ne lumen, quod in te est, tenébræ sint. Si ergo corpus tuum totum lúcidum fuérit, non habens áliquam partem tenebrárum, erit lúcidum totum, et sicut lucérna fulgóris illuminábit te.
  
Offertorium. Ps. 21, 4-5. Posuísti, Dómine, in cápite ejus corónam de lápide pretióso: vitam pétiit a te, tribuísti ei.
  
SECRETA
Hóstias tibi, Dómine, pro sancti Cároli magni imperatóris et confessóris tui commemoratióne deférimus supplíciter exorántes: ut peccatórum indulgéntiam, nobísque páriter mentis et córporis conférant salútem. Per Dóminum.

Commemoratio S. Petri Nolasci.
SECRETA
Laudis tibi. Dómine, hóstias immolámus in tuórum commemoratióne Sanctórum quibus nos et præséntibus éxui malis confídimus et futúris.
 
Pro S. Agnetis secundo.
SECRETA
Super has, quǽsumus, Dómine, hóstias benedíctio copiósa descéndat: quæ et sanctificatiónem nobis cleménter operétur, et de Mártyrum nos sollemnitáte lætíficet. Per Dóminum.
  
Communio. Ps. 21, 6. Magna est glória ejus in salutári tuo: glóriam et magnum decórem impónes super eum, Dómine.
  
POSTCOMMUNIO
Sanctíficet nos, quǽsumus omnípotens Deus, sacri córporis et sánguinis tui veneránda percéptio: ut intercedénte beáto Cárolo magno imperatóre et confessóre tuo, per hæc mystéria nostræ salútis, et fídei, in præsénti peccatórum véniam: et in futúro vitam conséqui mereámur ætérnam. Per Dóminum.
   
Commemoratio S. Petri Nolasci.
POSTCOMMUNIO
Refécti cibo potúque cœlésti, Deus noster, te súpplices exorámus: ut, in cujus hæc commemoratióne percépimus, ejus muniámur et précibus.
 
Pro S. Agnetis secundo.
POSTCOMMUNIO
Súmpsimus, Dómine, celebritátis ánnuæ votiva sacraménta: præsta, quǽsumus; ut et temporális vitæ nobis remédia prǽbeant et ætérnæ. Per Dóminum.
   
In Octava (die 4 Februarii), Missa sicut in die, sed dicitur hac Sequentia:
SEQUENTIA “In Cároli magni laude”
In Cároli magni laude
Voce, voto, manu plaude,
Regális Ecclésia.
Pium lauda confessórem,
Legis Dei defensórem
Célebri melódia.
  
Imperátor Romanórum
Éxtitit et rex Francórum
Dei providéntia.
Ecclésiam sublimávit,
Hanc adjútus gubernávit
Divína poténtia.
  
Hispániam subjugávit
Sicut gigas, et fugávit
Cultum idolátriæ.
Saxóniam debellávit,
Et ad fidem revocávit
Idólatras pátriæ.
   
Matri Christi fecit ædem,
Regni sedem, et hærédem,
In magnificéntia.
Quam, a Papa consecrátam,
Sui facit decorátam
Córporis præséntia.
   
Post hoc regnum temporále
Regnum capit immortále
Cum sanctis in pátria.
Hoc implóret princeps iste,
Ut regnáre tecum, Christe,
Póssimus in glória.
  
Amen, dicat iste chorus,
Ut coróna sit decórus
In cœlésti cúria.
Chorus iste dicat Amen,
Ut jucúndum post exámen
Decántet Allelúja.

viernes, 27 de enero de 2017

ISRAEL ADMITE QUE SE BENEFICIA DE LA ‘CULPABILIDAD ALEMANA’ SOBRE EL ‘HOLOCAUSTO’

Noticia tomada de HAARETZ, vía EUROPA HOY y REVISTA DISIDENCIA
  
Diplomática de Israel en Berlín: Mantener la culpa alemana sobre el Holocausto ayuda a Israel
Nir Gontarz, 25 de Junio de 2015

Monumento a los judíos asesinados en Europa, sito en Berlín. Uno de los principales recordatorios de la ‘culpa alemana’
 
Una portavoz de la embajada israelí en Berlín, dijo recientemente (22 de Junio) a periodistas israelíes que entre los principales intereses de su país estaba el “mantener la culpabilidad alemana sobre el holocausto”, evitando a toda costa “la normalización de las relaciones” entre los dos gobiernos..
  
La vocera de la embajada Adi Farjon hizo los comentarios en una sesión informativa cerrada con periodistas en la embajada.
  
Adi Farjon, vocera de la embajada de Israel en Berlín.
 
“Estábamos todos en estado de shock”, dijo un periodista presente en la reunión. “La vocera dijo que era claramente un interés israelí el mantener los sentimientos de culpa entre los alemanes. Ella llegó a decir que sin ellos (los sentimientos de culpa), seríamos nada más que otro país en lo que a ellos (Alemania) respecta”.
 
Otros presentes en el evento confirmaron la declaración del periodista.
 
Algunos añadieron que el propio embajador de Israel, Yakov Hadas-Handelsman, estuvo presente en algunas partes de la sesión informativa, al igual que otros trabajadores de la embajada que no hablan hebreo. Otro periodista comentó:
“Era tan incómodo. No podíamos creer lo que escuchaban nuestros oídos. Estamos sentados allí comiendo cacahuetes, y detrás de la portavoz había dos mujeres alemanas sentadas allí que no entendían ni una palabra de hebreo, y el personal de la embajada nos está diciendo que están trabajando para preservar los sentimientos de culpa de Alemania y que Israel no tiene ningún interés en la normalización de las relaciones entre los dos países”.

Yakov Hadas-Handelsman, embajador israelí en Alemania
  
“No recuerdo haber dicho eso”, dijo Farjon en respuesta a Haaretz, haciendo la distinción habitual entre los judíos y gentiles. “No puedo dar fe de cualquier cita en particular”, agregó.
“Fue una conversación, extraoficial, una charla informativa. La manera en que yo hablo con los periodistas israelíes es un poco diferente. Estas cosas no están destinadas a salir. No puedo revelar los principios por los que trabajo. Por ejemplo, yo no digo qué voy a hacer con el fin de obtener buenas historias por ahí fuera o que debo pagar por cosas como esas”.
  
Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores en Jerusalén dijo que los comentarios de Farjon habían sido sacados de contexto:
“Estas son frases tendenciosas... desde una reunión extraoficial de periodistas israelíes que estaban visitando Berlín. En este informe, se produjo un debate abierto y crítico en el que los periodistas israelíes invitados tomaron parte activa, y es lamentable que alguien decidiera violar las reglas de la ética periodística y tomar algunas sentencias fuera de su contexto más amplio y distorsionar de una manera que altera su significado”.
  
Este año (2015) es especial para los gobiernos alemán e israelí, con Berlín y Jerusalén marcando 50 años desde el inicio de las relaciones diplomáticas entre los dos países. El apoyo alemán a Israel también parece estar en su punto más alto, particularmente a la luz de las batallas en curso de Israel con la Unión Europea sobre el etiquetado de los productos procedentes de los asentamientos en Cisjordania y su posición diplomática con problemas en el mundo.

    
Esta semana, como parte de las celebraciones del 50º aniversario, el presidente del Bundestag, Norbert Lammert visitó Israel. En su discurso ante la Knesset el miércoles, Lammert dijo que la “amistad intensa entre nuestros dos países es un milagro histórico”. En su discurso, la oradora de la Knesset Yuli Edelstein elogió las “relaciones especiales y extraordinarias” de los dos países, llamando a Alemania “un verdadero amigo de Israel”.
  
Estas palabras de la embajada israelí recuerdan al empresario y diplomático judeo-surafricano Abba Eban (אַבָּא אֶבֶן, nacido Aubrey Solomon Meir Eban Sacks -אוֹבְּרִי סוֹלוֹמוֹן מֵאִיר אִיבָּן זַקס-), que en los años 1950 acuñó la frase “no hay negocio como el negocio de la ‘Shoá’”. Seis décadas después, la actitud de Israel hacia Alemania y su pueblo es plenamente coherente con el plan de negocios de Eban. 
  
COMENTARIO
El jugar la carta del “Holocausto” por parte de los judíos les permite obtener cualquier cosa, desde la inmunidad de una crítica legítima por sus excesos y crímenes contra la humanidad que cometen contra el pueblo palestino, hasta las armas más modernas y el miedo aterrador de personas y países que se atrevan a discutir con ellos (de Alemania obtuvieron que se cancelase una exhibición fotográfica sobre los atropellos cometidos por el Tzahal, la venta de cinco -luego seis- submarinos clase Dolphin capaces de lanzar misiles crucero con ojivas de plutonio, cuya construcción fue pagada con impuestos alemanes; y la existencia del programa nuclear en el Néguev). Esto ha sido una práctica muy normal desde hace 70 años, pero jamás se había dejado tan claro como a través de las palabras de Adi Farjon.

domingo, 22 de enero de 2017

CARTA APOSTÓLICA “Testem Benevoléntiæ Nostræ”, SOBRE LA HEREJÍA DEL AMERICANISMO

El Americanismo ( o “herejía de la acción”, como la llamara Pío XII) actualiza las enseñanas heterodoxas de Pelagio de la prevalencia del esfuerzo humano hasta el punto de prescindir de los divinos auxilios, al agregar la separación Iglesia-Estado y el optimismo individualista y autoconfiado rechazando todo elemento doctrinal y disciplinario de la Iglesia considerado contrario al “espíritu del siglo”.
 
Para una perspectiva histórica sobre esta herejía, recomendamos leer nuestro artículo EL AMERICANISMO, ANTESALA AL MODERNISMO DEUTEROVATICANO.
 
CARTA APOSTÓLICA “Testem Benevoléntiæ Nostræ”, SOBRE LA HEREJÍA DEL AMEICANISMO

A nuestro querido hijo, James Card. Gibbons, Cardenal Presbítero del Título de Santa María del Trastevere, Arzobispo de Baltimore:
 
Querido hijo, Nuestro, Salud y Bendición Apostólica.
 
Os enviamos por medio de esta Carta el renovado testimonio de esa buena voluntad que nunca hemos dejado de manifestar a lo largo de nuestro pontificado a vos, a vuestros colegas en el Episcopado y a todo el pueblo estadounidense, valiéndonos gustosamente de toda oportunidad que nos ha sido ofrecida tanto por el feliz progreso de vuestra Iglesia como por cuanto habéis hecho recta y provechosamente para salvaguardar y promover los intereses católicos. Por otra parte, hemos considerado y admirado frecuentemente el noble carácter de vuestra nación, el cual permite al pueblo americano ser sensible a toda buena obra que promueve el bien de la humanidad toda y el esplendor de la civilización.
  
Sin embargo, esta carta no pretende repetir las palabras de alabanza tantas veces pronunciadas, sino más bien llamar la atención sobre algunas cosas que han de ser evitadas y corregidas, y puesto que ha sido concebida en el mismo espíritu de caridad apostólica que ha inspirado nuestras anteriores cartas, podemos esperar que la toméis como otra muestra de nuestro amor; esto más aun porque busca acabar con ciertas disputas que han surgido recientemente entre vosotros y que perturban el ánimo de muchos, si no de todos, con no poco detrimento de su paz.
 
Os es conocido, querido hijo Nuestro, que el libro sobre la vida de Isaac Thomas Hecker, debido principalmente a los esfuerzos de quienes emprendieron su publicación y traducción a una lengua extranjera, ha suscitado serias controversias por ciertas opiniones que presenta sobre el modo de vivir cristianamente. Nos, por consiguiente, a causa de nuestro supremo oficio apostólico, teniendo que guardar la integridad de la fe y la seguridad de los fieles, estamos deseosos de escribiros con mayor extensión sobre todo este asunto.
 
El fundamento sobre el que se fundan estas nuevas ideas es que, con el fin de atraer más fácilmente a la sabiduría católica a aquellos que disienten de ella, la Iglesia debe acercarse un poco más a la humanidad de este siglo ya maduro, aflojar su antigua severidad y hacer algunas concesiones a los gustos y opiniones recientemente introducidas entre los pueblos. Muchos piensan que estas concesiones deben ser hechas no sólo en asuntos de disciplina, sino también en las doctrinas que conforman el "depósito de la fe". Ellos sostienen que sería oportuno, para ganar las voluntades de aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos de la doctrina como si fueran de menor importancia, o moderarlos de tal manera que no conservarían el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado.
 
No se necesitan muchas palabras, querido hijo Nuestro, para entender con cuán reprobable designio ha sido pensado esto, si tan sólo se recuerda la naturaleza y el origen de la doctrina que la Iglesia transmite. El Concilio Vaticano dice al respecto: «La doctrina de la fe que Dios ha revelado no es propuesta como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un divino depósito confiado a la Esposa de Cristo para ser fielmente custodiado e infaliblemente declarado. De ahí que también hay que mantener perpetuamente el sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonarlo bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo» (Constitución Dei Fílius, sobre la fe católica, cap. IV).
 
No puede en absoluto considerarse como carente de culpa el silencio con el que ciertos principios de la doctrina católica son intencionalmente omitidos y oscurecidos con un cierto olvido.
 
Pues uno y el mismo es el Autor y Maestro de todas estas verdades que son abrazadas por la disciplina cristiana: «el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre» (Juan 1, 18). Estas verdades son adecuadas para todos los tiempos y todas las naciones, como se ve claramente por las palabras de Nuestro Señor a sus apóstoles: «Id, pues, y enseñad a todas las naciones; enseñándoles a observar todo lo que os he mandado, y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 19). Sobre este punto dice el Concilio Vaticano: «Deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas que están contenidas en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como materia divinamente revelada, sea por juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y universal» (Constitución Dei Fílius, sobre la fe católica, cap. III). Así pues, no ocurra que alguien omita o suprima, por motivo alguno, alguna doctrina divinamente transmitida; en efecto, quien lo hiciese estaría queriendo más separar a los católicos de la Iglesia que atraer a ella a los que disienten. Vuelvan, pues no hay nada más querido por Nos, vuelvan todos los que andan extraviados lejos del rebaño de Cristo, pero no ciertamente por un camino distinto al que el mismo Cristo nos mostró.
 
La disciplina de vida afirmada para los católicos no es de tal naturaleza que no pueda acomodarse a la diversidad de tiempos y lugares.
 
La Iglesia tiene ciertamente un espíritu clemente y misericordioso que le ha sido dado por su Autor; razón por la cual, desde su inicio ha cumplido gustosamente aquello que dijo San Pablo de sí mismo: «Me he hecho todo con todos para salvarlos a todos» (1 Corintios 9, 22).
 
La historia de todos los tiempos pasados es testigo de que esta Sede Apostólica, a la cual ha sido confiada no sólo el magisterio, sino también el régimen supremo de toda la Iglesia, se ha mantenido siempre «en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo significado» (Constitución Dei Fílius, sobre la fe católica, cap. IV); y no obstante, en cuanto al modo de vivir, de tal manera ha solido disponer su disciplina que, manteniendo incólume el derecho divino, nunca ha desatendido las costumbres e idiosincrasia de los diversos pueblos que ella abraza. ¿Quién puede dudar de que actuará de nuevo con este mismo espíritu si así lo requiere la salvación de las almas?
 
Pero este asunto no corresponde al arbitrio de personas particulares, que a menudo se engañan con la apariencia de bien, sino que debe dejarse al juicio de la Iglesia. En esto debe estar de acuerdo todo el que desee escapar a la censura de nuestro predecesor, Pío VI, quien declaró como «injuriosa para la Iglesia y el Espíritu de Dios que la guía» la doctrina contenida en la proposición LXXVIII del Sínodo de Pistoya: «que la disciplina establecida y aprobada por la Iglesia debe ser sometida a examen, como si la Iglesia pudiese formular una disciplina inútil o más pesada que lo que la libertad cristiana pueda soportar».
 
Pero, querido hijo Nuestro, en el asunto del que estamos hablando, es más peligroso y más pernicioso para la doctrina y la disciplina católicas aquel proyecto por el que los seguidores de la novedad sostienen que se debe introducir una suerte tal de libertad en la Iglesia que, disminuyendo de alguna manera su supervisión y cuidado, se permita a cada uno de los fieles ser más indulgente con sus propias ideas y con su propia actividad. Por lo demás, aquellos afirman que esto es requerido por el ejemplo dado con la libertad, recientemente introducida, que es ahora el derecho y fundamento de la comunidad civil.
 
Hemos hablado largamente de este punto en la carta apostólica sobre la constitución de los Estados dada por Nos a los Obispos de toda la Iglesia, donde también hemos mostrado la diferencia que existe entre la Iglesia, que es de derecho divino, y todas las demás asociaciones, que dependen de la libre voluntad de los hombres.
 
Así pues, conviene observar más detenidamente cierta opinión que es presentada como argumento para proponer tal libertad a los católicos. Se alega que después del solemne juicio dado en el Concilio Vaticano acerca del magisterio infalible del Romano Pontífice, ya no hay por qué preocuparse más de este asunto, y por consiguiente, desde que esto se encuentra ya a salvo, se puede abrir ahora un campo más amplio para la especulación y para la acción de cada uno.
 
Pero evidentemente tal manera de argumentar es contraria a la sensatez, ya que, si hemos de llegar a alguna conclusión a partir del magisterio infalible de la Iglesia, ésta sería más bien la de que nadie debería desear apartarse de éste, y más aun, que guiándose y dirigiéndose todos enteramente por el mismo magisterio, se conservarían más fácilmente inmunes de todo error propio. Y además, aquellos que arguyen esto, se alejan completamente de la providente sabiduría del Altísimo, que ha querido confirmar con un juicio más solemne la autoridad y el magisterio de su Sede Apostólica, y por ello mismo ha querido sobre todo que ésta alejase más eficazmente de los hijos de la Iglesia los peligros de los tiempos presentes. La licencia que a menudo es confundida con la libertad; una tal pasión por hablar y contradecir; en fin, la facultad de opinar lo que se quiera y de expresarlo por escrito, todo esto tiene a las mentes tan envueltas en las tinieblas que es ahora mayor que antes la utilidad y la necesidad del magisterio de la Iglesia, para que las personas no sean apartadas de la conciencia y del deber.
 
Dista ciertamente de Nos el rechazar todo lo que el ingenio de estos tiempos ha producido. Por el contrario, ciertamente acogemos gustosos cuanto es pertinente a la búsqueda de la verdad o al compromiso por el bien, para aumento del patrimonio de la doctrina y realización de los fines de la prosperidad pública. Pero todo esto, para que no carezca de una verdadera utilidad, no debe jamás existir ni desarrollarse al margen de la sabiduría y la autoridad de la Iglesia.
 
Corresponde ahora que nos refiramos a las conclusiones que han sido deducidas de las opiniones arriba mencionadas, en las cuales, si, como creemos, no ha sido mala la intención, sin embargo ciertamente lo que afirman no deja de suscitar desconfianza.
 
En primer lugar, todo magisterio externo es rechazado por éstos, que quieren alcanzar la perfección cristiana, por considerarlo superfluo e incluso menos útil; dicen que el Espíritu Santo infunde ahora en las almas de los fieles unos carismas mayores y más abundantes que en los tiempos pasados, guiándolos e instruyéndolos, sin mediación alguna, por un cierto impulso misterioso.
 
Ciertamente no es poco temerario querer determinar el modo en que Dios se ha de comunicar con los hombres; pues esto depende únicamente de su voluntad y Él mismo es el más libre dispensador de sus dones. «El Espíritu sopla donde quiere» (Juan 3, 8). «Y a cada uno de nosotros ha sido dada la gracia según la medida de los dones de Cristo» (Efesios 4, 7).
 
¿Y quién que recuerde la historia de los Apóstoles, la fe de la Iglesia naciente, los combates y muertes de tan animosos mártires, en fin, aquellos tiempos antiguos tan fructíferos y llenos de hombres santos, osará compararlos con el nuestro y afirmar que en ellos fue menor la efusión del Espíritu Santo? Pero, más allá de esto, no hay nadie que ponga en cuestión la verdad de que el Espíritu Santo actúa mediante un secreto descenso en las almas de los justos y los mueve con consejos e impulsos, pues si así no fuera, todo magisterio y cuidado externo sería inútil. «Si alguno afirma que... puede dar su asentimiento a la predicación evangélica de salvación sin la iluminación del Espíritu Santo, que a todos mueve dulcemente para consentir y creer en la verdad, está engañado por un espíritu de herejía» (Segundo Concilio de Orange, canon 7). Más aun, como sabemos también por experiencia, estos consejos e impulsos del Espíritu Santo son las más de las veces experimentados a través de la mediación de cierta ayuda y preparación del magisterio externo. Dice sobre esto San Agustín: «Él (el Espíritu Santo) coopera a que los buenos árboles den fruto, ya que externamente los riega y los cultiva mediante algún siervo, y por Sí mismo les confiere el crecimiento interno» (De Grátia Christi, cap. XIX). Es decir, corresponde a la ley ordinaria de la providencia amorosa de Dios que, así como ha decretado que los hombres se salven en su mayoría por el ministerio de los hombres, así también ha establecido que aquellos a quienes llama a un mayor grado de santidad sean guiados a éste por los hombres; de tal modo que, como dice el Crisóstomo, «seamos educados por Dios mediante los hombres» (Homilía I, In inscriptiónem Altaris). Un claro ejemplo de esto nos es dado en el inicio mismo de la Iglesia. Pues aunque Saulo, «respirando amenazas y muertes» (Hechos 9, 1), escuchó la voz del mismo Cristo y le preguntó: «Señor, ¿qué quieres que haga?», fue enviado a Damasco a buscar a Ananías: «Entra en la ciudad y allí se te dirá lo que debes hacer» (Hechos 9, 6).
 
Ocurre además que quienes buscan una mayor perfección, por el hecho mismo de recorrer un camino pocas veces transitado, están más expuestos a extraviarse, y por eso necesitan más que los demás de un maestro y guía.
  
Por otro lado, esta guía ha sido siempre obtenida en la Iglesia, y esta doctrina la han profesado unánimemente cuantos en el curso de los siglos han florecido con su sabiduría y santidad. Así pues, quienes la rechazan lo hacen ciertamente con temeridad y peligro.
 
Pero quien considere cuidadosamente este asunto, eliminada ya toda guía externa, difícilmente encontrará a qué pueda referirse en la opinión de los innovadores esta más abundante efusión del Espíritu Santo, que tanto ensalzan.
 
Ciertamente el auxilio del Espíritu Santo es absolutamente necesario, sobre todo para el cultivo de las virtudes; sin embargo, aquellos aficionados a la novedad ensalzan más de lo correcto las virtudes naturales, como si éstas respondiesen mejor a las necesidades y costumbres del tiempo actual, y como si conviniese al hombre estar adornado con ellas para estar mejor fortalecido y preparado para la acción.
 
Ciertamente es difícil entender cómo personas en posesión de la sabiduría cristiana puedan preferir las virtudes naturales a las sobrenaturales y atribuirle a aquéllas una mayor eficacia y fecundidad. ¿Puede ser que la naturaleza ayudada por la gracia sea más débil que cuando se abandona a sus propias fuerzas? ¿Acaso han probado ser débiles e ineptos en el orden de la naturaleza aquellos hombres santísimos, a quienes la Iglesia distingue y rinde culto por haber sobresalido en las virtudes cristianas? Y aunque sea lícito maravillarse algunas veces ante ilustres actos de las virtudes naturales, ¿cuántos entre los hombres sobresalen realmente por la práctica de éstas? ¿Hay alguien cuya alma no haya sido probada, y en grado intenso? Para superar constantemente estas pruebas, así como para guardar toda la ley en el mismo orden de la naturaleza, necesita el hombre ser ayudado por el auxilio divino. Aquellos actos naturales a los que arriba hemos aludido, si son mirados con mayor atención, mostrarán ser más una apariencia que verdaderas virtudes. Incluso concediendo que lo sean, si alguno no quiere «correr en vano», olvidándose de la eterna bienaventuranza a la que Dios en su bondad nos destina, ¿de qué nos aprovechan las virtudes naturales si no son secundadas por el don y la fuerza de la gracia divina? Así pues, dice bien San Agustín: «Maravillosas son las fuerzas y veloz el rumbo, pero fuera del verdadero camino» (In Psalmo XXXI, 4). Pues así como la naturaleza del hombre, debido a la caída primera, se encontraba en el vicio y la deshonra, pero por el auxilio de la gracia es elevada, renovada y fortalecida con una nueva grandeza, así también las virtudes, que son ejercidas no con las solas fuerzas de la naturaleza, sino con la ayuda de esta misma gracia, se hacen fecundas para la bienaventuranza eterna y adquieren un carácter más sólido y firme.
  
A esta opinión acerca de las virtudes naturales está muy unida aquella otra, según la cual el conjunto de las virtudes cristianas se divide como en dos tipos: pasivas, como las llaman, y activas; y añaden que las primeras eran más convenientes en los tiempos pasados, mientras que estas últimas son más acordes con el presente. Surge la pregunta sobre qué debe entenderse de esta división de las virtudes; pues no existe ni puede existir una virtud verdaderamente pasiva. «Con el nombre de virtud, dice Santo Tomás, se designa cierta perfección de una potencia; y el fin de la potencia es el acto; y el acto de la virtud no es otra cosa que el buen uso del libre albedrío» (Suma Teológica, parte I-II, cuestión 55, art. 1), ciertamente con la ayuda de la gracia de Dios, si se trata del acto de una virtud sobrenatural.
  
Sólo creerá que ciertas virtudes cristianas están adaptadas a ciertos tiempos y otras a otros quien no recuerde las palabras del Apóstol: «A quienes de antemano conoció, a éstos los predestinó para hacerse conformes a la imagen de su Hijo» (Romanos 8, 29). Cristo es el maestro y paradigma de toda santidad y a su medida deben conformarse todos los que aspiran a ser colocados en las sedes de los bienaventurados. Ahora, Cristo no conoce cambio alguno con el pasar de los siglos, sino que Él es «el mismo ayer, hoy y siempre» (Hebreos 13, 8). Así pues, se dirigen a los hombres de todas las edades aquellas palabras: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mateo 11, 29); para toda época se ha manifestado Él como «obediente hasta la muerte» (Filipenses 2, 8); y vale para toda época la sentencia del Apóstol: «Aquellos que son de Cristo han crucificado su carne con sus vicios y concupiscencias» (Gálatas 5, 24).
  
¡Ojalá que hoy en día muchos cultivasen abundantemente esas virtudes, como lo hicieron hombres santísimos en los tiempos pasados! Pues estos, con humildad, obediencia y abstinencia fueron poderosos «en palabra y en obra», con máximo provecho no sólo para la religión sino también para la sociedad civil y el bienestar público.
  
Dado este menosprecio de las virtudes evangélicas, falazmente calificadas de pasivas, era fácil que lentamente se apoderase de las mentes un desprecio por la vida religiosa. Y que esto sea común a los autores de estas nuevas opiniones lo inferimos de algunas afirmaciones suyas sobre los votos que profesan las órdenes religiosas. Pues dicen ellos que estos votos se alejan mucho del espíritu de nuestro tiempo, ya que coartan los límites de la libertad humana; que son más propios de mentes débiles que de mentes fuertes; y que lejos de ayudar a la perfección cristiana y al bien de la sociedad humana, son más bien obstáculo y perjuicio para una y otra.
  
Pero cuán falsas son estas afirmaciones es algo evidente si se tiene en cuenta la práctica y la doctrina de la Iglesia, que siempre ha aprobado en gran manera el modo de vida religioso. Y ciertamente no sin razón, pues quienes, llamados por Dios, han abrazado libremente este estado de vida, no contentos con la observancia de los preceptos comunes y yendo hasta los consejos evangélicos, se han mostrado como aprestados y valientes soldados de Cristo. ¿Acaso juzgaremos esto como propio de mentes débiles? ¿O tal vez como inútil o perjudicial para un estado más perfecto de vida? Quienes así se atan con la profesión de los votos religiosos, lejos de haber sufrido una disminución en su libertad, disfrutan de aquella libertad más plena y más libre «con la que Cristo nos ha liberado» (Gálatas 5, 1).
  
Este otro parecer suyo, a saber, que la vida religiosa es o enteramente inútil o de poca ayuda a la Iglesia, además de ser injurioso para las órdenes religiosas, no puede ser ciertamente la opinión de alguien que haya revisado los anales de la Iglesia. ¿Acaso vuestro país, los Estados Unidos, no debe tanto los comienzos de su fe como de su cultura a los hijos de estas familias religiosas? Precisamente hace poco habéis decretado, cosa muy digna de alabanza, que a uno de ellos le sea erigida públicamente una estatua.
  
Ahora bien, en este mismo tiempo, ¡cuán activa y fructuosa es la obra que realizan las asociaciones religiosas católicas dondequiera que se encuentran! ¡Cuántos se dirigen a nuevas fronteras para imbuirlas del Evangelio y ampliar los límites de la civilización; y esto con sumo esfuerzo y en medio de grandes peligros! Entre ellos, no menos que en el resto del clero, el pueblo cristiano encuentra predicadores de la Palabra de Dios, directores de las conciencias, maestros de la juventud, y la Iglesia toda, ejemplos de santidad.
 
Ninguna diferencia de dignidad debe hacerse entre quienes siguen un estado de vida activa y quienes, encantados por la vida retirada, dan sus vidas a la oración y mortificación corporal. Y ciertamente cuán buen reconocimiento han merecido ellos, y merecen, es conocido con seguridad por quienes no olvidan que «la plegaria asidua del justo» (Santiago 5, 16) sirve para traer las bendiciones del cielo, sobre todo cuando a tales plegarias se añade la mortificación corporal.
 
Pero si hay quienes prefieren congregarse sin la obligación de los votos, que lo hagan; esto no es algo nuevo en la Iglesia ni mucho menos algo censurable. Tengan cuidado, sin embargo, de no ensalzar tal estado por encima de las órdenes religiosas. Por el contrario, ya que en los tiempos presentes la humanidad es más proclive que antes a entregarse a los placeres, han de ser mucho más estimados quienes «habiendo dejado todo han seguido a Cristo».
  
Finalmente, para no alargarnos más, se afirma que el camino y método que hasta ahora se ha seguido entre los católicos para atraer de nuevo a los que se han apartado de la Iglesia debe ser dejado de lado, y otro debe ser elegido.
  
Sobre este asunto, bastará evidenciar, querido hijo Nuestro, que no es prudente despreciar aquello que la antigüedad en su larga experiencia ha aprobado y que es enseñado además por autoridad apostólica. Las Escrituras nos enseñan (Eclesiástico 17, 4) que es deber de todos trabajar por la salvación de nuestro prójimo según las posibilidades y posición de cada uno. Los fieles realizan muy provechosamente este deber que les ha sido asignado por Dios mediante la integridad de su conducta, sus obras de caridad cristiana, y su insistente y continua oración a Dios. Por otro lado, quienes pertenecen al clero deben realizar esto con una instruida predicación del Evangelio, con la reverencia y esplendor en las ceremonias, y especialmente dando a conocer con sus propias vidas la belleza de la doctrina que inculcó el Apóstol a Tito y a Timoteo.
  
Pero si de entre las diversas maneras de predicar la Palabra de Dios, alguna vez parezca que deba preferirse la de dirigirse a los no católicos, no en los templos sino en algún lugar adecuado, sin buscar las controversias sino conversando amigablemente, esto ciertamente no merece reprensión alguna; pero, sean destinados a esto por la autoridad de los obispos aquellos cuya ciencia y virtud probadas les sean de antemano conocidas.
 
Creemos que hay muchos entre vosotros que están separados de la verdad católica más por ignorancia que por mala voluntad; a estos los conducirá quizás más fácilmente al único rebaño de Cristo quien les presente la verdad como un amigo y con una predicación familiar.
  
Así pues, por todo lo que acabamos de decir, es evidente, querido hijo Nuestro, que no podemos aprobar aquellas opiniones que en conjunto son llamadas por algunos con el nombre de «americanismo».
  
Sin embargo, si por este nombre se quiere significar el conjunto de dones espirituales que adornan a los pueblos de América, así como otros a otras naciones, o si, además, por este nombre se designa vuestra condición política y las leyes y costumbres por las cuales sois gobernados, no hay ninguna razón para que lo rechacemos. Pero si por este nombre no sólo se quiere aludir a las doctrinas arriba mencionadas, sino que se las exalta, ¿qué duda habrá de que nuestros venerables hermanos, los obispos de América, serán los primeros en repudiarlo y condenarlo como algo sumamente injurioso para ellos mismos y para todo su país? Pues suscita la sospecha de que hay entre vosotros quienes se forjan y desean en América una Iglesia distinta de la que existe en todas las demás regiones.
 
Pero la Iglesia es una, tanto por su unidad de doctrina como por su unidad de régimen, y ésta es la Iglesia católica: y, puesto que Dios estableció su centro y fundamento en la Cátedra de San Pedro, con razón es llamada Romana, porque «donde está Pedro allí está la Iglesia» (San Ambrosio, In Psalmo 11, 57). Por eso, si alguien desea recibir el nombre de católico, debe ser capaz de decir de corazón las mismas palabras que Jerónimo dirigió al Papa Dámaso: «Yo, no siguiendo a nadie antes que a Cristo, estoy unido en comunión con Su Santidad, esto es, con la Cátedra de Pedro; sé que la Iglesia ha sido edificada sobre esa piedra y que quien no recoge contigo, desparrama».
 
Estas instrucciones que os damos, querido hijo Nuestro, en cumplimiento de nuestro deber, en una carta especial, tomaremos el cuidado de que sean comunicadas también al resto de obispos de los Estados Unidos, testimoniando una vez más el amor con el que abrazamos a todo vuestro país, un país que así como en tiempos pasados ha hecho tanto por la causa de la religión, con la feliz ayuda de Dios hará aún mayores cosas en adelante.
  
Para vos y para todos los fieles de Estados Unidos impartimos con gran amor, como promesa de la asistencia divina, nuestra bendición apostólica.
 
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 22 de enero del año 1899, vigésimo primero de nuestro pontificado.
  
LEÓN PP. XIII

sábado, 21 de enero de 2017

ORACIÓN A SANTA INÉS PARA OBTENER FORTALEZA

Martirio de Santa Inés
  
¡Cuán dulce y fuerte es, oh Santa Inés, el amor de tu Esposo Jesús! ¡De qué manera se apodera de los corazones inocentes, para transformarlos en corazones intrépidos! Así sucedió contigo. El mundo y sus goces, el suplicio y sus tormentos, todo ello era sin importancia para ti. El juez pagano te condenó a un insulto peor que mil muertes, sin saber que el Ángel del Señor te defendería. ¿Por qué no tuviste temor? Fue porque el amor de Jesús llenó tu corazón. La hoguera no era nada, la espada no era nada, incluso el infierno que movían los hombres, no significó nada para ti, porque tu amor te decía bien alto, que ninguna violencia humana sería capaz de arrebatarte el corazón de Jesús, tu divino Esposo; tenías su palabra y conocías muy bien su fidelidad.
 
¡Oh niña, inocente aún en medio de la capital de la pagana corrupción, y libre de corazón en medio de un pueblo esclavo, qué bien vemos en ti las virtudes de nuestro Emmanuel! Él es Cordero, y tú eres sencilla como Él; es el León de la tribu de Judá, y como Él eres tú invencible. ¡Verdaderamente, esos Cristianos, como decían los paganos, son una nueva raza bajada del cielo para poblar la tierra! Una familia que tiene Mártires y héroes y heroínas como tú, ¡santa valerosa!, que tiene jóvenes vírgenes, inflamados como sus pontífices y guerreros, de un ardor celestial y que no pretenden otra cosa que salir de este mundo después de haber depositado en él la semilla de las virtudes, es el pueblo de Dios, que no puede extinguirse. Sus Mártires son para nosotros la representación de las virtudes de Jesucristo. De suyo eran tan frágiles como nosotros; tenían una desventaja que nosotros no tenemos: vivir en la misma entraña del paganismo, paganismo que había corrompido la tierra entera, y no obstante eso, fueron fuertes y castos.
 
Ten piedad de nosotros y ayúdanos, ¡oh Inés, que eres una de las más resplandecientes entre los santos! Él amor de Jesús languidece en nuestros corazones. Tus luchas nos conmueven hasta llorar al oír contar tu heroica conducta, pero somos cobardes en la lucha que tenemos que librar contra el mundo y nuestras pasiones. El ansia habitual por la facilidad y las comodidades ha alimentado en nosotros cierta afeminación y, al volver nuestro interés hacia nimiedades, ¿cómo podemos tener seriedad y valor frente al deber? ¡La santidad! No podemos entenderla, y cuando oímos o leemos sobre ella, ¡gravemente decimos que los Santos hicieron cosas extrañas e imprudentes, y que se condujeron por nociones exageradas! ¿Qué debemos pensar en tu fiesta, de tu desprecio al mundo y sus placeres, de tu celestial entusiasmo y de tu afán por ir a tu Jesús mediante el sufrimiento? Tú, Inés, fuiste cristiana; ¿y nosotros no lo somos? Ruega por nosotros para que podamos amar como cristianos, esto es, con un amor generoso y activo, con un amor que pueda sentir indignación cuando nos pidan menos desapego a todo lo que no es de nuestro Dios. Ruega por nosotros para que nuestra piedad sea la del Evangelio, y no la piedad a la moda que le agrada al mundo y que nos hace agradables a nosotros mismos. Cierto es que existen almas valerosas que te siguen, pero son pocas; auméntalas con tu intercesión para que el Cordero pueda ser seguido doquiera vaya en el Cielo, por un cortejo innumerable de Vírgenes y Mártires.
 
Oh inocente santa, te presentas a nosotros, cada año, en la cuna del divino Niño; y nos regocijamos en tu fiesta al pensar en el maravilloso amor que hay entre Jesús y su valiente y pequeña Mártir. Este Cordero está para morir por nosotros también, invítanos a Belén; háblale a Él por nosotros, que la intercesión de una santa que Le amó como tú lo hiciste pueda obrar maravillas aún en los pecadores, cual somos nosotros. Condúcenos a la Virgen y Madre María, tú que imitaste su pureza virginal, y alcánzanos de ella una de esas plegarias suyas tan poderosas que purifican corazones aún peores que los nuestros.
 
Ruega, oh Inés, por la Santa Iglesia, que también es la Esposa de Jesús. Ella fue la que te hizo nacer a su amor; de ella tenemos también nosotros la luz y la vida. Alcánzale que sea bendecida cada vez más con un número siempre creciente de vírgenes fieles. Ampara a Roma, la ciudad que guarda tus reliquias y que te ama tan tiernamente. Bendice a los Prelados de la Iglesia, y obten para ellos la dulzura del cordero, la solidez de la roca y el celo del buen Pastor por la oveja perdida. Y finalmente, ¡oh esposa de Jesús!, escucha las oraciones de todos cuantos te invocan; enciéndase tu caridad hacia estos tus hermanos exiliados, y enséñanos del Sagrado Corazón de Jesús el secreto de encendernos con más fervor en un mundo cada vez más decadente. Amén.
  
Dom Prosper Gueranger OSB. El Año Litúrgico -edición inglesa-, vol. III. J. M. O'Toole & Son Printing, Dublín, 1868. Págs. 384-386

viernes, 20 de enero de 2017

EL JURAMENTO MASÓNICO EN 1974

Traducción del artículo publicado en LA MASSONERIA SMASCHERATA (un blog protestante, pero el artículo es interesante y verídico)

 
El Juramento masónico (que deben prestar los afiliados cuando son iniciados en la Masonería) en la Gran Logia de Italia de los Antiguos Libres y Aceptados Masones comunión de Piazza del Gesù (por tanto una obediencia masónica importante que ha tenido en el tiempo importantes masones en sus filas, como por ejemplo los actores Gino Cervi, Carlo Dapporto, Paolo Stoppa, Aldo Fabrizi y Antonio de Curtis -mejor conocido como Totò-, y el poeta y escritor Gabriele D’Annunzio). Este juramento masónico de esta obediencia masónica se encuentra en la documentación recogida por la Comisión Parlamentaria de Investigación sobre la logia masónica P2 (https://www.senato.it/service/PDF/PDFServer/BGT/909720.pdf). ¡Justo para cerrar la boca de aquellos que quieren hacer creer que en la Masonería no se presta ningún juramento cuando se afilian! A propósito, algo en particular: ¡este juramento fue hecho por alguno en el 1974! ¡Y 1974 es el año de iniciación en la Masonería (de otra obediencia masónica) también de un masón que se profesa creyente evangélico y que tiene algunos admiradores en las Asambleas de Dios en Italia! Aquí lo que él también juró en aquel lejano 1974:
«PROMETO Y JURO de no revelar jamás los secretos de la Masonería Libre; de no hacer conocer a nadie lo que me será develado, bajo pena de tener cortada la garganta, rasgados el corazón y la lengua, las vísceras desgarradas, hecho pedazos mi cadáver, luego quemado y reducido en polvo, y este dispersado al viento para execrada memoria e infamia eterna».
 
¿No os hace temblar todo esto? ¡A nosotros nos causa horror! Y termino aquí, pero podría decir mucho más solo sobre esta parte del juramento masónico que es mucho, pero muy inquientante.
 
El que tenga oídos para oír, que oiga.
 
Giacinto Butindaro

EL ECUMENISMO Y LA MASONERÍA EN LA IGLESIA ORTODOXA

El término “Ortodoxia mundana” refiérese a los Patriarcados e iglesias autocéfalas que se llaman Ortodoxas a sí mismas, pero que cayeron en la herejía ecumenista. El ecumenismo es la madre de todas las herejías contemporáneas, ya que busca unir consigo a todas las religiones y sectas bajo auspicio de una pretensa “civilización del amor”, sobreseyendo las diferencias doctrinales. La Religión Ecuménica mundial, al aceptar que todas las religiones, creencias, ideas y dioses por igual conducen a la salvación, se opone a las Sagradas Escrituras y al dogma Unam, Sanctam, Cathólicam et Apostólicam Ecclésiam.
      
El movimiento ecuménico en la Iglesia Ortodoxa ha sido constante en todos los patriarcas constantinopolitanos desde el siglo XX, al igual que la infiltración masónica:
  • Comenzó con el patriarca Joaquín III de Constantinopla, el cual fue miembro de la logia Próodos (Progreso) de Estambul. Este mismo, en 1903, tras ser reelecto como patriarca de Constantinopla, promulgó una encíclica anticipando el movimiento ecuménico, al proponer discernir entre las diferencias y las divisiones para superar los obstáculos que impiden la unidad de los cristianos.
  • En 1920 se publicó una encíclica del patriarca Germán V, donde propugna por el acercamiento entre las distintas iglesias y la unificación de las conmemoraciones más importantes del Cristianismo, a la par que condena el proselitismo misionero como atentado contra el respeto mutuo entre las distintas denominaciones (CUALQUIER PARECIDO CON LOS ANTIPAPAS DEUTEROVATICANOS ES PURA REALIDAD).
  • En 1922, es electo Melecio IV Metaxakis como Patriarca constantinopolitano (Metaxakis se inició en la logia Armonía del Gran Oriente de Grecia en 1909, y alcanzó el grado 33° R.E.A.A. al año siguiente). Melecio IV es recordado porque según informes del embajador griego en Washington al prefecto de Tesalónica, el 17 de Diciembre de 1921, revestido con todos los ornamentos, “tomó parte en un servicio anglicano, se arrodilló en oración con ellos, veneró su Santa Mesa, dio un sermón y bendijo a los presentes” (lo que causó su deposición como Arzobispo de Atenas); y el año siguente presionó para que el Patriarcado Ecuménico aceptase como válidas las órdenes anglicanas, decisión por la cual Roma elevó su protesta (en consonancia con la Encíclica Apostólicæ Curæ del Papa León XIII, que definió que las órdenes anglicanas SON NULAS E INVÁLIDAS EN SÍ MISMAS). Finalmente en 1923 presionó por la aceptación del calendario gregoriano en la ortodoxia, a pesar de que éste fue anatematizado en fecha tan reciente como 1902 (su sucesor Gregorio VII lo implementará en 1924).
  • Basilio III, electo en 1925, se inicia como masón en una logia del Gran Oriente de Turquía (la masonería en esa nación se remonta hacia 1720, e influyó en la política otomana de los siglos XIX y XX. Los líderes del movimiento “Jóvenes Turcos” -Jön Türkler-, entre ellos Mustafá Kemal Atatürk, se iniciaron en la logia Macedonia Risorta -o en la logia Véritas, según otros investigadores- de Tesalónica).
  • Atenágoras es más famoso: él y Pablo VI se levantaron mutuamente las excomuniones de 1054. Atenágoras se inició como masón en Atenas, donde se había trasladado en 1910 tras ser ordenado diácono. En 1952, cuatro años después de ser electo Patriarca constantinopolitano (aunque hay quien afirma que derrocó a su antecesor Máximo V con apoyo norteamericano), presentó una encíclica donde aprobaba que la Iglesia Ortodoxa participaría en el Movimiento Ecuménico y sería miembro (aunque condicionado) del Consejo Mundial de Iglesias. En 1960, organizó la Conferencia Pan-Ortodoxa de Rodas, que comenzó la relación ecuménica entre la ortodoxia constantinopolitana con los monofisitas de Egipto y Siria, siguiendo desde entonces amistosos encuentros y oraciones junto con Pablo IV de Roma (desde entonces el Patriarca conmemora en su liturgia al ‘Papa’ nombrándole en los dípticos) y Michael Ramsey de Canterbury, a pesar que el canon 33 del Sínodo de Laodicea prescribe que ‘nadie debe orar con herejes o cismáticos’, y que el canon 45 de los Santos Apóstoles decreta que ‘si un obispo, presbítero o diácono solamente ha orado con herejes, sea excomulgado; pero si les permite ejercer como clérigos, sea depuesto de su cargo’.
  • Demetrio I fue electo como Patriarca el 16 de Julio de 1972, y siguió los esfuerzos de su predecesor hacia la unificación con los Papistas, Monofisistas, etc. En 1975 estableció la intercomunión oficial con los latinos ‘por economía’ (discrecionalidad pastoral), siguiendose concelebraciones anuales. Cuatro años después, Demetrio anunció la creación de una “Comisión conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica Romana”, como también la “Comisión conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Ortodoxa y las Iglesias Orientales (monofisistas)”. El 20 de Julio de 1990, en la “Doxología Ecuménica” realizada en el Davies Symphony Hall de San Francisco (California), Demetrio oró junto a muchos clérigos de Roma, monofisistas y protestantes, además de rabinos e imanes (Demetrio decía que los ortodoxos y los musulmanes adoran al mismo Dios).
  • Y de Bartolomé I (masón del Arco Real), que ha superado a sus antecesores Atenágoras y Demetrio, ni hablar: graduado de la Academia Teológica de Halki en 1961, fue ordenado diácono por el superecumenista Melitón de Calcedonia, entonces Metropólita de Imvros y Tenedos. Luego, contrario a la ley canónica, fue oficial de las Fuerzas Armadas Turcas durante dos años, de donde salió a continuar estudios en el Pontificio Instituto Oriental de la Gregoriana en el período 1963-1968. Fungió como vicepresidente de la Comisión Fe y Orden del Consejo Mundial de Iglesias. En 1991, lideró la delegación bizantina a la VII Asamblea General del CMI en Canberra, Australia, donde se realizaron ceremonias paganas. A menudo habla favorablemente del Corán, de la Torá y de la mística musulmana. Su programa de pontificado incluye “la tolerancia y la coexistencia interfe, la protección del medio ambiente y la unidad del mundo en la paz, la justicia, la solidaridad y el amor”, condenando el proselitismo como pecado y usando el ecumenismo como herramienta propagandística y de control en manos de las Naciones Unidas (ME RECUERDA A BERGOGLIO, dirá alguno). 

De las demás iglesias ortodoxas que están bajo la jurisdicción del Patriarcado de Constantinopla, largo sería el contar. Pero tal como el rey, así su grey. La “Ortodoxia Mundana” comenzó más temprano que la Roma Apóstata su aggiornamento (o αναβάθμιση, anabáthmisi), y como ésta, perdió las notas de Canonicidad y Sucesión Apostólica.

martes, 17 de enero de 2017

LOS CASOS DE PEDERASTIA RETORNARÁN A LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO Y A LA ROTA

COMENTARIO PERSONAL
Bergoglio es un hipócrita al condenar el abuso de menores mientras que permite que los cardenales amigos protejan a presbíteros que son acusados por este delito. Incluso él mismo, como arzobispo de Buenos Aires, protegía a presbíteros y obispos de historial dudoso cuando menos. Casos famosos en Argentina fueron el del presbítero Julio César Grassi (del obispado de Morón, provincia arquidiocesana de Bs. As.), al cual a pesar de ser condenado judicialmente a 15 años de prisión, todavía conserva estado clerical, y el del "obispo" homosexual Juan Carlos Maccarone de Santiago del Estero. Bergoglio dijo que las acusaciones contra ellos eran persecución política y mediática contra la Iglesia. Eso sin mencionar el tristemente célebre caso de Juan Barros, obispo de Osorno (Chile), el cual fue acusado de ser cómplice del también pedófilo Fernando Karadima, y respecto del cual Bergoglio dijo que las acusaciones eran puras calumnias.

A continuación veremos otro episodio que confirma también no sólo la hipocresía, sino el carácter despótico que asumió Jorge Mario Bergoglio Sívori al verse entronizado por la mafia St. Gallen mediante la Conspiración Santa María la Mayor como el sexto reclamante conciliar al papado.
  
UN ESCANDALO DE ABUSO DE MENORES VIENE PARA EL PAPA FRANCISCO
Por Michael Brendan Dougherty para THE WEEK
  
  
La Iglesia Católica ha estado plagada desde hace mucho tiempo por enfermizos escándalos que involucran a presbíteros abusando niños. Y alegadamente se aproxima otro escándalo, esta vez por el con factura del mismísimo Papa.
 
Dos personas con relaciones directas con el Vaticano me dijeron que el Papa Francisco, siguiendo el consejo de su camarilla de aliados en la Curia, está presionando para revertir las reformas que fueron instituidas por sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI en el manejo de los casos de presbíteros abusadores. Francisco está tirando para adelante con este plan aunque los oficiales de la curia y los cardenales que lo apoyan ya han traído más escándalo a su papado urgiéndole a un trato más indulgente con los ofensores.
 
En 2001, el Vaticano instituyó una gran reforma en cuanto al manejo de los casos de presbíteros acusados de abuso de menores. La jurisdicción sobre estos casos fue removida de la Congregación del Clero y la Rota Romana (la Corte Suprema del Vaticano), y conferida a la oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). Subsecuentemente, el volumen y la velocidad con que la Iglesia Católica removió a los presbíteros abusadores aumentó. Ese fue el legado del Papa Benedicto al intentar confrontar "la inmundicia" en la Iglesia.
  
Recientemente, el Papa Francisco hizo pedir al Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, una opinión del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, dirigido por el cardenal Francesco Coccopalmerio, acerca de la posibilidad de retornar la competencia para tratar los casos de abusadores desde la CDF al Clero y a la Rota. La oficina de Coccopalmerio respondió positivamente.
  
Francesco Coccopalmerio
 
Y aunque no fue mencionado en los informes de mass media, el Papa Francisco también discutió esta "reforma de la reforma" sobre el abuso infantil cuando se reunió con su grupo especial de consejeros, el Consejo de Cardenales, a mediados de Diciembre, me contó un prelado con conocimiento de primera mano sobre la reunión. La oficina de prensa del Vaticano no respondió a las solicitudes de confirmación o comentario sobre el particular.
 
El Papa Francisco siempre ha hablado duramente sobre el abuso de menores. En una carta a los obispos el 28 de Diciembre, la fiesta de los Santos Inocentes, denunció el abuso de menores:
"Personas que tenían a su cargo el cuidado de esos pequeños han destrozado su dignidad. Esto lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos unimos al dolor de las víctimas y a su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado del abuso de poder".
  
Francisco fue elegido en parte para reformar una curia disfuncional. Así que cambiar responsabilidades no es un problema en sí. Y es difícil no creer en la sinceridad de sus jeremiadas contra los ofensores de menores. Pero el desempeño de la CDF en este asunto es de lejos mejor que antes de 2001.
 
Así que, ¿por qué el reversazo? Quizá porque la CDF ha tomado un duro acercamiento acribeyano al tema del abuso de menores, que choca con el estilo más personal y autocrático de este papa. O tal vez porque reformar la reforma pudiera recompensar a sus aliados y humillar a un antagonista.
 
Rumores de esta reforma han circulado en Roma durante meses. Y no felizmente. El Papa Francisco y sus cardenales aliados son conocidos por interferir con los juicios de la CDF sobre abusos de menores. Esta intervención ha devenido tan endémica al sistema que los casos de abusos presbiterales en Roma tienen dos clasificaciones diferenciales. La primera es culpable o inocente. La segunda es "con amigos cardenales" o "sin amigos cardenales".
 
Y de hecho, el Papa Francisco está aparentemente presionando con su reversión de prácticas abusivas incluso aunque los cardenales que son favorables a esta reforma de la reforma le hayan traído problemas por sus amigos.
 
Considere el caso del "P". Mauro Inzoli. Inzoli vivió tan flamígeramente y tenía un gusto por los coches lujosos que se ganó el apodo de "Don Mercedes". Él también fue acusado de molestar a niños. Alegadamente abusaba de los menores en el confesionario. Incluso fue tan lejos como para enseñarles a los niños que el contacto sexual con él estaba legitimado por las Escrituras y su fe. Cuando su caso llegó a la CDF, fue hallado culpable. Y en 2012, bajo Benedicto XVI, Inzoli fue reducido al estado laico.
  
Mauro "Don Mercedes" Inzoli, miembro de Comunión y Liberación. Condenado por pederastia.
 
Pero supimos que Don Mercedes tenía "amigos cardenales": El cardenal Coccopalmerio y Monseñor Pío Vito Pinto, ahora decano de la Rota Romana, intervinieron en favor de Inzoli, y el Papa Francisco lo retornó al estado clerical en 2014, invitándole a "una vida de humildad y oración". Esas constricciones parecían no causarle mayor problema a Inzoli. En Enero de 2015, Don Mercedes participó en una conferencia sobre la familia en Lombardía.
 
Pío Vito Pinto, decano de la Rota Romana. Aparece en la Lista Pecorelli de prelados masones con fecha de iniciación 2 de Abril de 1970, matrícula 3337/42 y nombre código PIPIVI.
 
Este verano, las autoridades civiles finalizaron su propio juicio contra Inzoli, condenándolo por ocho ofensas. Otras quince resultaron prescritas por el paso del tiempo [1]. La prensa italiana reprochó al Vaticano, específicamente a la CDF, por no compartir información que encontraron en su juicio canónico con las autoridades civiles. Por supuesto, el papa mismo pudo haber permitido a la CDF compulsar la información a las autoridades  civiles si lo deseaba.
 
Es asombroso que después de haber cedido a solicitudes de intervención de Coccopalmerio y Pinto (pedidos que fueron injustos y humillantes), el papa procediera a darle autoridad sobre algunos casos de abuso de menores a Pinto. Pero tal vez eso no sea lo primero en su mente. Hacerlo recompensaría a uno de los amigos del Papa Francisco y humillar a alguien que ve como un antagonista.
 
El veterano reportero eclesial John Allen anotó recientemente en el noticiario Crux que el Papa Francisco no siempre ataca directamente cuando intenta dispararle en las rodillas a sus críticos dentro de la Iglesia, o a los obstáculos a su reforma en el Vaticano. A veces, les da vuelta. Allen escribió que "eso significa que formalmente mantiene a una persona en un cargo mientras confía la responsabilidad real a otro y, por tanto, convertir al oficial original, si no en algo casi irrelevante, ciertamente menos decisivo".
 
Ese ha sido el modus operándi de Francisco con la CDF, dirigida por el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, en el pasado. Cuando el Papa Francisco quiso cambiar el proceso de declaración de nulidad matrimonial, esencialmente pasó por encima de Müller, un constante crítico de los puntos de vista papales sobre el matrimonio y los sacramentos. En su lugar, el papa acudió al cardenal Coccopalmerio. La lealtad de Mons. Pinto es incuestionable. Fue Pinto quien arremetió contra cuatro cardenales que públicamente cuestionaron la ortodoxia del reciente documento papal Amóris lætítia. Los cuatro cardenales criticaron el documento porque alienta cambios a la práctica sacramental católica que ellos consideran imposibles según la doctrina católica. Pinto les recordó que el papa podría removerles el estatus cardenalicio. Mientras que el cardenal Müller parecía darles ayuda y consuelo a esos cardenales, diciendo que la práctica sacramental de darle la comunión a los adúlteros no debería ser aprobada.
 
En cualquier caso, sobre el abuso, la justicia impartida por la CDF de Müller parece ser demasiado áspera para el papa y sus aliados. Y así, el papa espera que el rol de la CDF sea irrelevante en estos casos.
 
Nada se ha decidido sobre esto finalmente, y es posible que las mentes más sensatas prevalezcan y le recuerden al Papa Francisco que los cardenales y los cargos están realmente sirviendo a sus mejores intereses y haciendo justicia en nombre de su autoridad. O al menos recordarle que mientras la prensa parece alentarle a deshacer la enseñanza de Juan Pablo II sobre la comunión a los divorciados, ellos no podrían hacer lo mismo si aliviase las sanciones contra los ofensores de niños que acontece tienen amigos en el círculo interno que le rodea.
  
NOTA DEL TRADUCTOR
[1] El artículo 157 del Código Penal Italiano establece que los delitos prescriben entre los seis años y el máximo de la pena establecida, excepto cuando se sanciona con cadena perpetua. En el caso sub júdice, el artículo 609 quater del citado código, los actos sexuales con menores tienen pena de entre seis y doce años de prisión, y los abusos de Inzoli transcurrieron entre 2004 y 2008. Pero como se acogió al proceso abreviado (artículos 438 y ss. del Código de Procedimiento Penal italiano), la pena le fue reducida en una tercera parte.