Al
partir de Cesarea de Filipo, en el otoño del año 60, las condiciones
marítimas eran adversas, pero como se pudo, lograron llegar hasta Mira,
donde reembarcaron en otra nave. El mal tiempo los echó a las playas de
Creta, donde el Apóstol aconsejó pasar el invierno, pero Julio debía
llegar a Roma con su carga. Navegaron días y días llevados por la furia
de las tempestades que los echaba hacia las costas africanas sin que
pudieran gobernar la nave. San Pablo pasaba los días en oración y fue
entonces cuando recibió un mensaje de Dios: “No temas, Pablo, tú has de comparecer ante el Cesar, y he aquí que Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo”.
(Hechos 27, 24) Al día siguiente, vio una una isla que emergía del mar,
y una nave hecha pedazos en el peñasco. A la mañana siguiente vieron
una playa arenosa entre altas paredes de acantilado, y al intentar
llegar a ella, la nave encalló para comenzar a hundirse, y Julio, con
intención de salvar a San Pablo (es de advertir que se temía una fuga, y
se acostumbraba matar a los prisioneros) ordenó desencadenar a los reos
para que cada uno se salvara como pudiera. Y así llegaron a la playa,
sin que nadie pereciera.
La
gente del lugar los atendió hospitalariamente. Allí sucedió que
haciendo una fogata, San Pablo fue mordido en el brazo por una víbora,
pero sobrevivió y arrojó la serpiente al fuego. En el lugar se erigió la
iglesia de tal-Huggiega o Iglesia de la Hoguera. Luego fue recibido por
el gobernador de Malta, Publio, en su palacio de la ciudad actual de
Mdina. El padre de Publio estaba enfermo de fiebre, y San Pablo le sanó.
Luego predicó el Evangelio en las islas durante tres meses, y Publio se
hizo bautizar, junto con los demás habitantes de la isla. Antes de
reemprender el viaje, San Pablo consagró a Publio como obispo.
Desde
entonces, la devoción de los malteses a San Pablo ha permanecido
constante a lo largo de la historia, y se cuenta por ejemplo que en
1492, cuando los moros quisieron invadir la isla de Malta, San Pablo se
apareció descendiendo del cielo montado en un caballo blanco y espada en
mano para defender la isla, episodio plasmado por Mattia Preti en la
catedral de Mdina. Otro de los monumentos destacados relacionados con la
figura del apóstol es la Colegiata de la Iglesia Parroquial del Naufragio de San Pablo,
en La Valetta. Allí hay una imagen del santo hecha en madera por
Melchiorre Cafà, que se saca en procesión el 10 de Febrero. También se
conserva allí parte de la columna donde fue decapitado en Roma y un
hueso de su muñeca.
Oh Dios, que has instruido al mundo entero por la predicación del apóstol San Pablo, haz, te lo rogamos, que honrando hoy la memoria de su llegada a la isla de Malta, marchemos hacia Ti imitando sus ejemplos. Por J. C. N. S. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)