Dios mío y Salvador mío,
mi esperanza, mi vida, concededme conocer vuestro consejo, y dadme la
fuerza para seguirlo totalmente. Haced que conozca siempre lo que os
agrade más y lo más útil, y que tenga siempre el coraje de cumplirlo.
Amén. (San Fulberto, obispo de Chartres)