“Santa y saludable cosa es rogar por los difuntos, para que se les perdone el reato de sus pecados”. (II Macabeos XII, 46)
Es
una práctica devota antigua, tanto que no se conoce su autor, pero se
sabe que la Bienaventurada, Ana María Taigi, devotísima de las almas del
Purgatorio, ofrecía en sufragio el rezo de cien Réquiem y testimoniaba
haber obtenido de Dios muchos favores celestiales en diversas
circunstancias y en penurias graves, espirituales y temporales.
Además,
la Escritura alaba el rogar por el descanso eterno de los difuntos, y
así lo enseña la santa Madre Iglesia, columna infalible de la verdad;
así lo confirma la más antigua y constante tradición de todos los
siglos; así lo aseguran unánimemente los santos Padres griegos y
latinos: Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San
Ambrosio, San Agustín, y tantos otros; así le fue revelado por Nuestro
Señor y su Santísima Madre a muchos santos y beatos: San Gregorio Magno,
Santa Matilde, Santa Gertrudis, Santo Domingo, San Nicolás de
Tolentino, Santa Catalina de Ricci, Santa Teresa, la Beata Ana Catalina
Emmerick, la Hermana Lucía de Fátima, el Padre Pío, y otros muchos; así
lo han definido los sagrados
Concilios de Roma, Cartago, Florencia, Letrán y Trento, dirigidos por el
Espíritu Santo. Y hasta el mismo satanás, con gran vergüenza, reconoce
que muchas almas son liberadas de las llamas del Purgatorio mediante las
oraciones de los fieles, y que los demonios se quejaban por ello.
ROSARIO DE LOS CIEN RÉQUIEM POR LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO
Para rezar los cien Réquiem, existe un rosario específico con 100 cuentas, aunque se puede utilizar un rosario común (dos veces).
LATÍN
Per
sígnum Sanctæ Crucis ✠ de inimícis nostris ✠ líbera nos, Deus noster ✠.
In nómine Patris, et † Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
Antífona: Veni, Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ignem accénde.
℣. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
℣. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
℟. Et renovábis fáciem terræ.
Orémus: Deus,
qui corda fidélium Sancti Spíritus illustratióne docuísti, da nobis
in eódem Spíritu recta sápere; et de ejus semper consolatióne gaudére.
Per Christum Dóminum nostrum. ℟. Amen.
Se comienza con la siguiente oración:
Ánimæ sanctæ, ánimæ patiéntes, ánimas captívæ, oráte pro nobis Deum, quia pro nobis orámus pro vobis: ut Dóminus vos de pœnæ tollat, et det vobis glóriam suam. Amen.
En las cuentas grandes: Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
En las cuentas chicas (10 veces), el Réquiem:
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine.
℟. Et lux perpétuæ lúceat eis.
Terminada la primera decena, realizar las siguientes invocaciones:
Ánimæ sanctæ, ánimæ patiéntes, ánimas captívæ, oráte pro nobis Deum, quia pro nobis orámus pro vobis: ut Dóminus vos de pœnæ tollat, et det vobis glóriam suam. Amen.
Ætérne Pater, tibi offérimus Sánguinem, Passiónem et Mortem Dómini nostri Jesu Christi, dolóres Beátæ Maríæ Vírginis et Sancti Joseph, in remissiónem peccatórum nostrórum, libertátem animárum in Purgatório, et peccatórum conversiónem. Amen.
Se
sigue el rosario con la siguiente cuenta grande, las diez cuentas
chicas y las invocaciones hasta completar 10 decenas, es decir los 100
Réquiem.
Se finaliza con el Salmo 129 (“De Profúndis”), y un Réquiem.
SALMO 129 (“De Profúndis”)
De profundis clamávi ad te, Dómine: Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: sperávit ánima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: speret Israël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Israël, ex ómnibus iniquitátibus ejus.
℣. Glória Patri, et Fílio, et Spíritui Sancto.
℟. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
Fiant aures tuæ intendéntes, in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: sperávit ánima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: speret Israël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Israël, ex ómnibus iniquitátibus ejus.
℣. Glória Patri, et Fílio, et Spíritui Sancto.
℟. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine.
℟. Et lux perpétuæ lúceat eis.
ORATIO
Fidélium,
Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque
tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam
semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et
regnas per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
℣. A porta Ínferi.
℟. Érue, Dómine, ánimas eórum.
℣. Requiéscant in pace.
℟. Amen.
In nómine Patris, et Fílii ✠, et Spíritus Sancti. Amen.
TRADUCCIÓN
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo †, y del Espíritu Santo. Amén.
Antífona: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego eterno de tu amor.
℣. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado.
℣. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado.
℟. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos: Oh
Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del
Espíritu Santo, concédenos que animados y guiados por este mismo
Espíritu, aprendamos a obrar rectamente siempre y gocemos de la dulzura
del bien y de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. ℟. Amén.
Se comienza con la siguiente oración:
Almas
santas, almas pacientes, almas cautivas, rogad a Dios por nosotros, que
nosotros rogamos por vosotras para que el Señor os saque de penas y os
dé su gloria. Amén.
En las cuentas grandes: Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
En las cuentas chicas (10 veces), el Réquiem:
℣. Dales, Señor el descanso eterno.
℟. Y brille para ellos la luz perpetua.
Terminada la primera decena, realizar las siguientes invocaciones:
Almas
santas, almas pacientes, almas cautivas, rogad a Dios por nosotros, que
nosotros rogamos por vosotras para que el Señor os saque de penas y os
dé su gloria. Amén.
Padre
Eterno, os ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen María y los de San José, por la
remisión de nuestros pecados, la libertad de las Almas del Purgatorio y
la conversión de los pecadores. Amen.
Se
sigue el rosario con la siguiente cuenta grande, las diez cuentas
chicas y las invocaciones hasta completar 10 decenas, es decir los 100
Réquiem.
Se finaliza con el Salmo 129 (“De Profúndis”), y un Réquiem.
SALMO 129 (“De Profúndis”)
Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
℣. Dales, Señor el descanso eterno.
℟. Y brille para ellos la luz perpetua.
ORACIÓN
Oh
Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, conceded a las almas de
vuestros servidores y servidoras, la remisión de todos sus pecados, a
fin de que obtengan por nuestras humildísimas oraciones el perdón que
ellas siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por los siglos de los
siglos. Amén.
Acto seguido, la siguiente jaculatoria:
℣. De las puertas del Infierno.
℟. Libra, Señor, sus almas.
℣. Descansen en paz.
℟. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
El
Santo Padre León XIII concedió 50 días de indulgencia por cada Réquiem.
Así mismo, el Santo Padre Clemente XII dio 100 días de indulgencia por
el rezo del salmo “De profúndis” y el Réquiem; e indulgencia plenaria si
se reza durante un año, bajo las condiciones de rigor.
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