«No
debería tolerarse curas o confesores que estén tildados de herejía; y a
los convencidos en ella habríase de despojar en seguida de todas las
rentas eclesiásticas; que MÁS VALE ESTAR LA GREY SIN PASTOR, QUE TENER
POR PASTOR A UN LOBO». (San Ignacio de Loyola, Carta a San Pedro Canisio, 13 de Agosto de 1554)
Traducción de la noticia publicada por Andrea Zambrano para LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA.
Crónicas de la neoiglesia: «Yo en el Credo
no creo». Los fieles de la iglesia de San Roque en Turín, congregados
para la misa de medianoche dejaron fugar una risotada de complicidad. Y
así el párroco, don Chiaffredo Olivero, ha anunciado en sustitución la
canción Dolce sentire,
que en resúmen es un canto inspirado en el Cántico de las creaturas
como sustituto del Credo que representa el fundamento de la fe de todo
bautizado.
Ahora,
se podría también refutar diciendo: «Bueno, con estas premisas, él
salió vencedor. Años y años de intentar camuflar artículos incómodos o
partes de la misa demasiado complicadas, y luego llega él con la
solución gordiana: ¿Por qué no suprimirlos del todo?». Chapeau!
(Para quitarse el sombrero), efectivamente… La mala teología que se come
la doctrina ha llegado a un punto alto la otra noche durante una misa
que sería eufemístico definirla como show: liturgia eucarística
modificada sobre la marcha, comunión distribuida solo por los ministros
extraordinarios, que también fue tomada por las manos de los fieles que
personalmente la han mojado en el cáliz, un Padre nuestro compartido con
la canción españolizante más profana calcada de Sound of silence
de Simon & Garfunkel. Liturgia años ’70 en estado puro, faltando
solamente los animadores de canto con pantalones de campana.
En
cambio es el año del Señor 2017 que nos muestra la última frontera de
la misa bricolaje, presentada con el rostro fresco y tranquilo de un
párroco con 50 años de misa a sus espaldas (fue ordenado el 25 de Junio
de 1967) que se proclama muy activo en lo social y que en aquellas
latitudes es llamado en terminología eclesialmente correcta “un cura de
calle”, porque se encarga de los migrantes y porque también ha dicho
recientemente que quiere modificar el concepto de transubstanciación.
Obviamente
criticarlo no se puede, un poco porque no se puede criticar a los
clérigos que se dedican a lo social, también si en el tratar las cosas
divinas utilizan azadón y pala, y también porque hoy, en la neoiglesia,
no se puede poner la mira a quienes atentan contra la doctrina. Si
acaso, se necesita punir a quienes sumisamente hacen notar que algo no
marcha bien, como lo testifican las providencias tomadas frente a don
Alessandro Minutella; o frente a una verdad inmutable de Dios sobre el
hombrque no cambia, como a don Massimiliano Pusceddu.
La sorpresa arriva al minuto 26:50,
luego de una homilía apostando a invitar a los padres a transmitir la
fe a los hijos, pero «evitando hablarles del Infierno, que no aprovecha a
nadie y hace mal».
El animador anuncia el canto del Credo: «Dolce sentire,
página 39». Don Fredo ataca primero: «¿Sabéis por qué no digo el Credo?
Porque no lo creo». Risotadas de los fieles. Luego reprende: «Si alguno
lo entiende…, pero despues de tantos años concluí que es algo que no
entiendo y que no puedo aceptar. Cantemos alguna otra cosa que diga las
cosas esenciales de la fe».
En Turín las cosas no andaban tan mal. En Génova, por ejemplo, otro cura de frontera, pero con rúbrica fija en La Repubblica,
don Paolo Farinella, ha anunciado en su columna del diario que canceló
por este año las celebraciones de la Navidad, del 1 de Enero [Santa
María Madre de Dios -en el calendario montiniano-] y del 6 de Enero (la
Epifanía). En la práctica, dijo NO a las fiestas de precepto. ¿Por qué?
Porque -dixit- la Navidad se ha convertido en «una fábula de pesebres
con canciones de cuna y zampoñas, exclusivo apoyo de una economía
capitalista y consumista, transformando por entero al Cristianismo en
“religión civil”».
Curioso.
También hace diez años, un pasado no muy lejano, un presbítero que se
negaba a afirmar las verdades principales de la Fe Católica, o que
aboliera a su placer las fiestas de precepto habría sido suspendido a
divínis. Hoy, en cambio, quieren hacerle monseñor. O muchas veces no le
sucederá nada. Quizá su obispo levante los brazos y suspire: «Sí, lo
conozco, le he reclamado veinte veces, pero él procede así. En el fondo
él es también un hijo mío». Humanamente comprensible, pero ¿seguros que
no lo es del otro? En cambio el problema es tremendamente serio y no
sólo para este pobre clérigo que admitiendo no aceptar las verdades de
la Fe Católica reconoce simplemente que no tiene fe.
Pero
también para las ovejas que le son confiadas: ¿Qué enseñar a los niños
de catecismo si él admite primero que no tiene esta fe? ¿Y cuál fe? ¿De
qué estamos hablando? ¿De un sentimiento vago y melifluo en la enseñanza
de que amemos el bien?
La
cuestión del Credo a su vez está estrechamente ligada con la Fe. Y no
es casual que la Iglesia Católica dedique la primera parte del Catecismo
al Símbolo de la Fe. Porque el Credo es “la respuesta del hombre a
Dios”. Una respuesta que es la fe con la cual el hombre se somete
plenamente a Dios, y que el primer artículo del Credo exhorta a la
obediencia de la fe al ejemplo de Abrahán y de María. Creer en un solo
Dios, en Jesucristo Hijo de Dios, en el Espíritu Santo. Y luego creer en
todas las otras verdades bajo la forma de profesión de fe, desde la
Encarnación a la Resurrección hasta la Comunión de los Santos y la Vida
eterna.
¿Don
Fredo y don Farinella quieren renunciar a toda esta colección orgánica
de verdades que están bajo el nombre de Símbolo? Que lo hagan, pero ¿por
qué utilizar el papel de pastores de almas para esto? Una vez se dijo:
“ciegos que guían a otros ciegos”. ¿Qué le queda a un sacerdote que
públicamente desconoce todo esto? Queda probablemente sólo su narcisista
voluntad de poder imponer una religión en forma ideológica, que sin
embargo es tremendamente humana, pero con el candor y el pacífico vigor
del buen párroco tan comprometido. Es de lobos de este tenor travestidos
cual cándidos corderitos que el fiel debe evitar. Porque están
lentamente cortando la rama en la cual está sentado con ellos.
ACTUALIZACIÓN (12 de Enero de 2018): En ese mismo servicio litúrgico, Don Olivero inventó una nueva Plegaria Eucarística, y modifica arbitrariamente la Narración de la Institución (minuto 39 del vídeo, las novedades en cursiva): «mientras cenaba con sus discipulos aquella tarde tomó un pan, lo partió (Don Olivero fracciona el pan en este exacto momento) y lo dio diciendo: Tomad y comed todos: este es mi cuerpo, mi vida dada por vosotros» y: «Después de la cena tomó también una copa de vino, la dio a todos diciendo: Bebed, este cáliz es mi sangre para la nueva y eterna alianza: la he derramado por vosotros y por todos para el perdón de los pecados. Cuando os reunáis, haced este signo en memoria de mí». Prueba inequívoca de que el Novus Ordo es un servicio anticatólico e inválido, PEOR QUE LAS MISAS NEGRAS DE LAS SECTAS SATÁNICAS.
ACTUALIZACIÓN (12 de Enero de 2018): En ese mismo servicio litúrgico, Don Olivero inventó una nueva Plegaria Eucarística, y modifica arbitrariamente la Narración de la Institución (minuto 39 del vídeo, las novedades en cursiva): «mientras cenaba con sus discipulos aquella tarde tomó un pan, lo partió (Don Olivero fracciona el pan en este exacto momento) y lo dio diciendo: Tomad y comed todos: este es mi cuerpo, mi vida dada por vosotros» y: «Después de la cena tomó también una copa de vino, la dio a todos diciendo: Bebed, este cáliz es mi sangre para la nueva y eterna alianza: la he derramado por vosotros y por todos para el perdón de los pecados. Cuando os reunáis, haced este signo en memoria de mí». Prueba inequívoca de que el Novus Ordo es un servicio anticatólico e inválido, PEOR QUE LAS MISAS NEGRAS DE LAS SECTAS SATÁNICAS.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)