DE LAS MENTIRAS, FALSEDADES Y DESVARÍOS DEL TALMUD
MAESTRO:
Por lo que hasta aquí habemos tratado, habréis entendido cuán
convencida queda la ceguedad de los incrédulos mediante el testimonio de
las santas Escrituras. ¿Pues qué será, si además de las Escrituras
halláremos otra probanza tan clara como la de ellas?
CATECÚMENO: ¿Cómo puede eso ser? ¿Hay cosa más cierta que la palabra de Dios, y la lumbre de la fe, que estriba en ella?
M.: Así es como decís. Mas con todo eso acordaos que como
la lumbre de la fe es de Dios, así también lo es la de la razón, que Él
imprimió en nuestras ánimas: por la cual se dice haber sido criado el
hombre a imagen de Dios. Y aunque esta lumbre natural no
iguale con la sobrenatural en certidumbre de lo que testifica; mas
todavia tiene claridad en lo que entiende: la cual no cabe en la fe
(porque fe es como cimiento del edificio, que no se ve) y esta claridad
alegra y aquieta mucho los entendimientos. Pues
por esta lumbre natural verá cualquier hombre de razón la ceguedad de
los que creen las fábulas y mentiras de su Talmud como si fuesen sagrada
Escritura.
Para lo cual habéis de saber, que en
tiempo del Papa Benedicto XIII (Pedro de Luna, antipapa) un famoso
Médico del mismo Pontífice, doctísimo en toda la doctrina de los
Hebreos, se convirtió a nuestra santa fe, y le fue puesto por nombre
Jerónimo de Santa Fe. Descando pues su Santidad alumbrar las ánimas, y
sacarlas de las tinieblas de sus errores, mandó a este su Médico que
escribiese un libro en el cual por testimonio de las santas Escrituras
mostrase ser ya el Mesías venido, y ser este Cristo nuestro Salvador.
Hizo esto él con toda diligencia. Y no contento con esto, escribió otro
tratado también por mandado de su Santidad, en el qual refiere muchas de
las falsedades y vanidades y fábulas de los libros del Talmud.
Los cuales libros el Reverendísimo Arzobispo de Goa, D. Gaspar Jorge de
Leão Pereira, de santa memoria, trasladó poco ha (año 1565) de lengua
Latina en Portuguesa para luz y doctrina de las ánimas ciegas que en
aquellas partes hay. Y en esta lengua andan estos dos libros impresos. Y
de este segundo tratado (que refiere las falsedades del Talmud)
determiné yo sacar aquí algunas cosas, para que por ellas se vea claro
la ceguedad en que vive la gente que tales cosas cree. Este
Talmud, (que quiere decir doctrina), compusieron los maestros de los
hebreos cuatrocientos años después de la Pasión de nuestro Redentor. Y
dicen ellos que esta es otra Ley que fue dada a Moisés por palabras. Y
como fingen otras cosas sin probarlas, así también fingen ésta, que ni
por razón ni por autoridad se prueba. Esta escritura es mayor
[en tomos] que diez veces nuestra Biblia: además de las glosas, así
antiguas como nuevas, que se han hecho sobre ella, que son muchas. Y
los instruidores de este Talmud, por mejor afirmar y fundar sus
ordenaciones y yerros, mandan en diversos lugares que todas las cosas
por ellos ordenadas tengan tanta fuerza como las mandadas por Dios en la
ley de Moisés. Y, demás desto ponen pena de muerte a quien negare
alguna cosa de las escritas por ellos, no poniendo esta pena a los que
contradijeren las palabras de la Ley de Dios.
Mas antes que comience a referir las falsedades de este libro, quiero
que se acuerde el Cristiano lector que no hay maldad en el mundo que no
se pueda creer de un ánima desamparada de Dios; mayormente si es
enemiga y blasfema contra Cristo nuestro Salvador, que es la luz, y la
puerta, y el camino para la verdad, sin la cual queda el hombre sin
camino, y sin luz, y sin verdad, y así caerá en mil maneras de barrancos
y despeñaderos. Y añado más: Que como entre las pasiones y
apetitos de nuestra carne, el más furioso sea el que sirve a la
generación humana, de aquí es que los hombres vacíos desta gracia vienen
a caer en torpezas feísimas y abominables. He dicho esto porque este
libro del Talmud (como libro compuesto por gente ajena del espíritu de
Dios y de su gracia) contiene cosas tan torpes y tan sucias, que yo no
me atrevo a referirlas por no ofender las orejas castas con cosas tan
feas. Y porque no parezca increíble lo que aquí se dice,
alega este autor en cada cosa el libro y el capítulo, y el principio de
él; para que se vea que no finge cosa que allí no esté. Y dado caso que
aquí lea cosas vanísimas y ridículas, pídole por caridad que detenga la
risa y apareje las lágrimas para llorar la ceguedad de gente que tales
cosas cree como dichas por Dios.
Y comenzando
por lo que toca al conocimiento de Dios, están tan errados en esto los
Talmudistas que, unas veces le quitan el poder, y otras el saber, y
otras la verdad, y otras la santidad y justicia. Y así en un libro suyo que se llama Berachot, en el capítulo primero reparten
la noche en tres partes, y en cada una de ellas dicen que Dios brama
como un león diciendo: “¡Ay de mí, que destruí mi casa, y quemé mi
templo, y cautivé a mis hijos entre las gentes del mundo!”. Y
en el mismo capítulo dijo Rabí José: “Entré una vez en una casa
desierta en Jerusalén a hacer oración; y cuando salí, encontré a Elías,
el cual me saludó diciendo: Paz a ti, maestro. Yo le respondí: Paz a ti, Maestro, Señor. Y él me dijo: Hijo,
no solamente dice eso Dios una hora, mas todos los días lo dice. Y
también en la hora que Israel entra en las sinagogas, y responden a la
oración, repela Dios su cabeza, y dice: Bienaventurado es el Rey que así
lo glorifican sus hijos en su casa: mas ¡ay del padre que cautivó sus
hijos! y ¡ay de los hijos que fueron cautivos y alejados de la mesa de
su padre!”. Hasta aquí son palabras del sobredicho capítulo. Vean
pues ahora todos cuán gran blasfemia sea esta: la cual ata las manos a
Dios y le quita el poder, y le sujeta al hado. Asimismo, como le quitan
el poder le quitan el saber, y le atribuyen cosas vanísimas. Y así en el libro llamado Havodá Sará, preguntando
en qué se ocupaba Dios, responden que en las tres primeras horas del
día se pone Dios a estudiar la ley; y en las tres siguientes, se asienta
a enseñar a niños que murieron de poca edad; y en las otras tres se
asienta a juzgar todo el mundo; y en las tres postreras, está jugando,
holgando y riendo con el dragón llamado Leviatán. Esto hace de día. Y preguntando
qué hace de noche, responden que cabalga sobre un querubín muy ligero, y
visita diez y ocho mil mundos. Esto hace después de la creación del
mundo; mas antes que lo criase se ocupaba en edificar mundos y
deshacerlos. Véase pues cuántas locuras y disparates se contienen en
todas estas palabras. Dicen también en el Berachot, en el
capítulo primero, que después que se destruyó el Templo, no quedó a Dios
en todo el mundo mas que cuatro codos de espacio para estudiar Halajá,
que es lección del Talmud: y así dicen que en las tres primeras horas
del día se asienta a estudiar en el Talmud. Véase pues cuán grande
dislate sea este.
Asimismo
le quitan la verdad. Porque en Bavá Metziá, en el capítulo que comienza
Mecá Haboet, dice Rabí Ismael: “Grande cosa es la paz; pues Dios dijo
mentira por poner paz entre Abrahán y Sara”.
No faltaba aquí sino poner en Dios pecado: y no dejan de ponerlo,
según que dicen en Hullín en el capitulo que comienza Elloé Terrephot,
sobre el texto del Génesis donde se dice que crió Dios dos grandes
lumbreras. Porque sobre este paso dicen una patraña la más ridiculosa y
necia que se pudiera imaginar. Porque dice
Rabí Simeón, que en la hora de la creación la luna y el sol eran
iguales, y pareció la luna delante de Dios, y díjole: “Señor, ¿es bien
que dos Reyes se sirvan de una corona?”. Por esto mandó Dios que fuese
disminuida la claridad de la luna. Dijo entonces ella muy
sentida de este agravio: “Señor, ¿por haberte yo dicho lo que estaba en
razón, me has apocado?”. Entonces Dios por alagarla y contentar le dijo:
“No tomes pena por eso: porque el sol no parecerá sino de día; y tú
parecerás de noche y de día”. Mas ella no se contentó con esto, mas
antes dijo: “Señor, la candela delante del sol, ¿qué aprovecha?”. Díjole
entonces Dios: “Yo haré que mi pueblo de Israel haga sus cuentas en tus
meses”. Con todo esto no se contentó la luna, hasta que Dios
se dio por culpado, y mandó a Moisés que en fin de cada luna hiciesse
sacrificio de un bode (cabrón), porque Dios fuese perdonado de este
pecado. Y esto prueban por el capitulo 28 del libro de los Números,
donde manda Dios que este animal se ofrezca por los pecados. Consideren
ahora los que tienen juicio, si es cosa para llorar, ver gente de razón
obligada a creer so pena de muerte mentiras tan prodigiosas.
Así
mismo dicen en Bavá Batraá, en el capítulo que comienza Hamor, que
Rabá, hijo de Rabhaná, iba por un camino; y díjole un acemilero:
“Muéstrame el monte de Sinaí. Yo fui con él, y oí allí una voz que
decia: ¡Oh mezquino, ay de mí, que hice juramento! ¿Y quién me
absolverá?”. Y después que tornó a su estudio, contó lo dicho a sus
maestros: los cuales le reprehendieron diciendo: “En la hora que oíste
esa voz, hubieras de decir: Señor, yo te absuelvo de este juramento”. Y
glosa Rabí Salomón diciendo que este juramento de que Dios pedia
absolución, era el cautiverio de Israel. ¿Puede ser mayor locura que
ésta?
Son también los Talmudistas tan desvergonzados, que se atreven a inventar glosas contrarias a la ley de Dios. Por donde en Sanedrín, en el capítulo que comienza Arbamitot, y sobre
las palabras del Levítico (cap. 20) que dicen: “No darás de tu simiente
cosa que se consagre al ídolo Moloc”, declaran ellos que, por cuanto el
texto dice: No darás de tu simiente, se entiende que no peca el hombre
sino cuando da un solo hijo a este ídolo; mas si se los da a todos, no
peca. Y por cuanto dice el texto: No darás, se entiende que
no hay pecado sino cuando el padre da su hijo al sacerdote de Moloc para
que haga el sacrificio; mas si el mismo padre lo hace, no peca. Y que si el hombre hace sacrificio de su padre o de su hermano al sobredicho ídolo, no peca.
Ítem, en el mismo libro y en el mismo capitulo dicen:
“El que adora ídolos por amor o temor, no peca”. Y declara Rabí Salomón
que por amor se entiende cuando algún Señor les ruega que los adore; y
por temor, cuando le amenazaran si no los adora. ¿Pues quién no ve
contradecir a esto toda la santa Escritura? Porque por amor de las
mujeres Madianitas adoraron los hijos de Israel al ídolo de Fogor; y por
este pecado mandó Moisés matar veinte y cuatro mil hombres; y Dios le
mandó ahorcar todos los Príncipes del pueblo, porque no acudieron a
remediar este mal. Y sobre todo esto si no fuera porque el
sumo Sacerdote Finees aplacó a Dios, dijo el mismo Dios que hubiera de
destruir todo el pueblo por este pecado. Y
con estar todo esto escrito en el libro de los Números en el capitulo
25, vienen estos hombres blasfemos con su frente lavada a decir todo lo
contrario de lo que Dios sentenció.
Asimismo no
tienen vergüenza de contradecir a la santa Escritura: la cual alaba la
casta fidelidad del santo José (Génesis 39) en no querer consentir con
la maldad de su señora; mas ellos dicen en Hullín, en el capitulo que
comienza Col-habacar, que José entró en la cámara de su señora con
intención de pecar con ella; y que viro el Ángel Gabriel y castróle: y
así se halló inhábil para el pecado. Esta glosa, además de ser fabulosa y
loca, es manifiestamente contraria a la santa Escritura.
No contentos los Talmudistas con estas locuras, también se glorían en si mismos.
Y así en el libro de Corá en el capitulo tercero está escrito que un
Doctor llamado Rabí Simeón, hijo de Joaz, decia: “Yo soy tan digno y tan
justo, que si
yo quisiese, por mi bondad serían libres en el día del juicio todos los
hombres que nacieron en el mundo desde el día que yo nací, hasta hoy; y
si Alasár, mi hijo, fuese conmigo, podríamos librar del juicio todos
los que nacieron desde el día que el mundo fue criado, hasta hoy; y si
Jonatham, hijo de Husiel, fuese con nosotros, podríamos librar todo el
género humano, desde el día de la creación del mundo hasta el fin”.
Véase si es posible que el que esto decía, lo creía así; y ¿si dijera
más uno de los que están atados en la casa de los orates, que esto? Y
estas locuras obligan los Talmudistas a creer a la gente miserable,
diciendo que cualquier hombre que escarneciere de alguno de los sabios
del Talmud, o dijere mal de ellos es condenado a los infiernos. Y con
estas amenazas espantan a la gente ruda y supersticiosa, para que crea
mentiras tan monstruosas, y tales, que ni aun tras del fuego las osarían
decir los niños cuando cuentan hablillas de viejas.
Y no contentos con ser blasfemos contra Dios, también hacen leyes perversas contra toda humanidad de justicia: y así dice Rabí Moisés de Egipto en el libro de Sopú en el capítulo quinto, que
el que maldijere a su padre, o a su madre, no es culpado en cosa
alguna; salvo si en la maldición nombrare alguno de los nombres propios
de Dios. Y no solamente da licencia de maldecir a los padres carnales,
contra el mandamiento de la ley de Dios, que dice: “El que maldijere a
su padre, o a su madre, muera por ello” (Éxodo 21); mas también la da
para maldecir al mismo Dios, conforme a lo que se dice en
Sanedrín, en el capítulo que comienza Arba mihot: donde dice que el que
maldijere a Dios, no tiene culpa, sino es cuando declara un nombre
propio de Dios, que es Semhámephoras. Y si nombrare cuando maldice a
Dios, con alguno de los otros sus nombres, que son, Adonai, Elohim,
Sabaoth; que quieren decir, Señor, Justo, Dios de los ejércitos, no
tiene culpa. Pues, ¿qué cosa más contraria a la justicia, y a la santa
Escritura, y a toda razón, que esta? Ítem,
dan licencia para matar sin pena alguna. Y así se dice en Sanedrín, en
el capítulo que comienza Ellú que si alguno atare los pies y las manos
de su compañero, y por esta causa muriere de hambre, el que lo ató, será
libre de muerte. Mas si lo ató al sol, o al frío, y muriere, será
culpado en la muerte. Y si lo ata y lo echa delante de un
león, libre es de la muerte; y si lo echa delante de las moscas, es
culpado en la muerte: y si lo echa en un pozo que tuviere escalera, y
otro la quita, el que lo echó en el pozo, será libre.
Ítem, si diez hombres fueren contra otro hombre con diez palos y lo mataren, todos son libres.
Ítem, dice Rabí Moisés de Egipto en el libro de Suprin, en las lecciones de Sanedrín, en el capítulo nono, que
si un malhechor fuere acusado delante los jueces, y todos a una voz lo
sentenciaren a muerte, el tal sentenciado será libre de ella: porque es
necesario que los jueces discuerden entre si, y que parte de ellos lo
condenen, y parte lo absuelvan; y estarse ha por las más voces.
Ítem, dicen
en el libro de Hullín que si Pedro dice un falso testimonio contra
Martín, por el cual Martín es sentenciado a muerte; si antes de muerto
se prueba la falsedad, morirá el acusador; mas si se prueba después de
muerto, el acusador quedará libre. ¿Quién no ve ser estas
determinaciones contra todas las leyes divinas y humanas?
Pues,
¿qué corazón habrá tan ajeno de toda humanidad, que por una parte no se
espante leyendo esto, y por otra no llore viendo tantas ánimas
obligadas so pena de muerte a dar crédito a cosas tan injustas, tan
fabulosas y tan abominables? ¡Oh justicia de Dios, oh azote de Dios, que
tal ceguedad permite por los pecados!
Pues
volviendo al proposito, ¿qué os parece, hermano? ¿Cómo dábades crédito a
cosas tan horribles, y tan contrarias, no solo a la santa Escritura,
sino también a toda la lumbre de la razón con que Dios nos crió? Mas
no faltará por ventura alguno que corrido de haber creído tales
locuras, diga que nada de esto está en el Talmud. Esto no ha lugar
poderse decir; porque el Autor que esto escribió, fue muy diligente en
alegar el libro y el capitulo, y el principio de él en su misma lengua. Y
demás de esto él escribió en Roma, y por mandado de su Santidad, donde
hay Sinagogas y Maestros de esta secta, y no era posible ser un hombre
tan loco y tan desvergonzado, que escribiese cosas que en presencia del
Papa y de los Cardenales pudiesen claramente ser redargüidas. Así que en la verdad de lo dicho ningún lugar queda para dudar.
Catec.:
Ahora que Dios me abrió los ojos para ver la luz de la verdad, veo más
clara la falsedad y el engaño en que he vivido. Porque así como los que
han estado mucho tiempo en una cárcel oscura y sucia, no sienten el mal
olor de ella, por estar habituados a él; mas los que de nuevo vienen de
aires puros y limpios, luego sienten este mal olor; así yo, habituado a
creer estas fábulas y mentiras, no veía la falsedad de ellas: mas ahora
con la luz de la verdad veo más claramente la falsedad de la mentira; y
estoy corrido y avergonzado de mí mismo por haber creído tales cosas.
Juntóse con esto haber nacido y criádome en ellas, y mamádolas en la
leche, y heredádolas de todo mi avolorio hasta hoy: y esto me tenía
cautivo y ciego en este engaño. Con esto se juntó la autoridad y
excelencias de las santas Escrituras, que nosotros también recibimos; y a
vueltas de estas verdades tan ciertas nos dieron a beber nuestros
Doctores la ponzoña de estas mentiras: como lo hizo el perverso Mahoma,
que engrandeciendo la dignidad y gloria de Cristo, trajo a su secta grán
número de Cristianos: y no nos desayudó poco el menosprecio y manera de
desgracia que nos muestran algunos de los Cristianos en muchas cosas;
habiéndonos de atraer al conocimiento de la verdad con beneficios y
buenos ejemplos. Porque esto nos hace recompensar una desgracia con
otra: y juntamente con el aborrecimiento de las personas venimos también
a aborrecer la religión que profesan. Por donde si ahora resucitara
aquel que deseaba ser anatema de Cristo por salvar a sus hermanos
(Romanos 9), con cuánta razón dijera aquello que él escribió: “¿Quién
está enfermo, que yo no lo esté? ¿y quién se escandaliza, que yo no me
abrase?” (II Corintios 11). No convertía el santo Apóstol los hombres de
esta manera, sino haciendo mil manjares de sí, y haciéndose todo a
todos los hombres, por hacer salvos a todos: ni despreciando los
pecadores, sino llorando sus pecados.
FRAY LUIS DE GRANADA OP. Introducción del Símbolo de la Fe, Parte cuarta, Tratado II, Diálogo 1º, Sección II, Capítulo XXII. En Obras del Venerable Padre Maestro Fray Luis de Granada, tomo XII. Madrid, Imprenta de Antonio de Sancha, 1789, págs. 276-288.
La grandeza de Fray Luis de Granada queda patente en estos pasajes de inaudita fuerza. Conviene tenerlos bien presentes.
ResponderEliminarEstimados hermanos, ¿es enteramente válido el Bautismo conferido por la neoiglesia Conciliar o habría que repetirlo condicionalmente? Gracias
ResponderEliminarMientras se haga la ablución siguiendo la forma (en el Rito Latino, las palabras “Ego te baptízo in nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti” o su equivalente en vernáculo) y la intención de la Iglesia Católica, el bautismo es válido, así lo confiera un seglar (hombre o mujer), hereje, judío o pagano. Lo único es que el Sacerdote Católico debe completarlo con los exorcismos, unciones y las demás ceremonias faltantes.
EliminarSi hay dudas graves sobre la aplicación de la forma, materia o intención, se debe repetir el bautismo, añadiendo a la forma la expresión “Si non es baptizátus, ego te baptízo &c.” (Si no estás bautizado, yo te bautizo...). Pero si es claro que éste es inválido (verbigracia, que el ministro diga: “Yo te bautizo en el nombre del Señor Jesucristo”, o que lo haga con algo distinto al agua), se deberá repetir el bautismo en forma ABSOLUTA por el Sacerdote Católico.
Muchas gracias por su respuesta.
ResponderEliminarPodría decirse entonces que tengo hecho un bautismo INCOMPLETO.
Procederé lo antes posible con un Sacerdote Católico, a completar el bautismo con los exorcismos y demás ceremoniales previos al sacramento.
Dios le bendiga.