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martes, 31 de julio de 2018

DEL CARDENAL RENUNCIADO THEODORE McCARRICK

1º REVOLUCIÓN GRÁFICA DE LA SEMANA: THEODORE McCARRICK CAYÓ DE SU “ESTADO DE GRACIA” (TRADITION IN ACTION)
 
   
El Card. Theodore McCarrick disfrutó del “estado de gracia” de los Papas Conciliares durante toda su carrera. Obispo Auxiliar de Nueva York por Pablo VI (1977), pasó a ser Obispo de Metuchen, Nueva Jersey (1981-1986) bajo Juan Pablo II, quien lo elevó primero a Arzobispo de Newark (1986-2000) y luego lo promovió al prestigioso puesto de Arzobispo de Washington (2000-2006). El Papa Wojtyla también le dio la birreta cardenalicia en 2001. Benedicto XVI lo mantuvo en su puesto hasta que McCarrick cumplió los 75 años de edad, cuando se retiró rodeado de honores y prestigio.
 
Durante todo este tiempo, McCarrick había sido un depredador homosexual que se aprovechaba de sus seminaristas y sacerdotes, siendo imposible suponer que los Papas no hubieran sido informados de ello.
  
El Papa Francisco era un buen amigo del Card. McCarrick también, ver debajo en la primera fila en fotos en las que se muestra una fuerte afinidad entre los dos eclesiásticos. No obstante, ayer, 28 de julio de 2018, Francisco aceptó la renuncia de McCarrick en el Colegio de Cardenales y le impuso una vida de “oración y penitencia”. Este tipo de “castigo” está reservado a los homosexuales de entre el episcopado y clero que han llegado a ser públicamente conocidos como culpables de pederastia.
  
La razón del “castigo” no se debe a que estas personas infringieran la moral en niveles importantes para la Iglesia Conciliar, lo que exigiría su retiro de la esfera pública. En realidad es el castigo de los “medios” contra esos individuos y la asociación de su impunidad con las autoridades religiosas gobernantes. En otras palabras, para estas autoridades, “solo es malo si te atrapan”.
   
Por lo tanto, lo que está causando que esas personas sean “castigadas” es sólo el ruido mediático contra la falta de castigo, cosa que proyecta una malísima imagen de las autoridades religiosas entre el público.
  
¿No es una ironía que el estímulo moralizador de la Iglesia Conciliar provenga de la indignación de los “medios” inmorales?
 
 
Temas relacionados de interés
    
2º EL CARDENAL PRO-HOMOSEXUAL KEVIN FARREL VIVÍA EN EL MISMO DEPARTAMENTO DE McCARRICK, Y LO HOMENAJEÓ EN SUS ARMAS CARDENALICIAS (GLORIA.TV)
  
  
El cardenal Theodore McCarrick, de 87 años, quien está acusado de haber toqueteado a seminaristas y a algunos menores, fue el gran mentor del cardenal Kevin Farrell, de 70 años, el jefe del Dicasterio para los Laicos, la Familia [¡sic!] y la Vida.
 
En el 2001 McCarrick hizo a Farrell obispo auxiliar de Washington.
  
Los dos prelados liberales incluso compartieron un departamento, junto con dos secretarios sacerdotes, según publicó el Washingtonian.com en octubre de 2004.
 
[Como arzobispo de Newark (1986-2000) McCarrick contrató al padre Kenneth Martin, un abusador homosexual, como su secretario personal].
  
En el 2007 Farrell fue promovido a Dallas. Incluso pagó tributo a McCarrick en su escudo episcopal. Según la explicación de Farrell, el león en su escudo rinde honores a McCarrick y está tomado del escudo episcopal de este último.
 
Armas cardenalicias de Kevin Joseph Farrell (derecha) y de Theodore Edgar McCarrick (izquierda). Ambas armas tienen un león rampante (partido de gulés y oro sobre un montón de piedras de plata -Farrell-; de oro -McCarrick)
  
Farrell es pro-homosexual y está a cargo del Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en Dublín en agosto, y que contará con la presencia del papa Francisco.
  
Este encuentro propaga la ideología homosexual, da la bienvenida a parejas homosexuales y presenta como orador principal al propagandista homosexual y sacerdote jesuita James Martin.
  
Farrell es un admirador del libro “Building a Bridge” [Construyendo un puente], el cual es un texto de propaganda homosexual escrito por el padre Martin.
  
Es evidente que todos –incluyendo a Farrell– conocían el problema homosexual de McCarrick.

lunes, 30 de julio de 2018

EL CURIOSO CASO DE LAS BIBLIAS PROTESTANTES

Traducción del artículo publicado por Joseph Heschmeyer en CATHOLIC ANSWERS.
  
   
Quizá ninguna área de la apologética católico-protestante involucra tantas falsedades descaradas como la historia de la Biblia. Para ser exactos, hay muchos temas teológicos en los cuales los Católicos y los protestantes están en desacuerdo, pero por el gran número de argumentos populares protestantes que son explícita e innegablemente falsos, nada supera a la cuestión de la procedencia de la Biblia y la cantidad de sus libros.
   
Por supuesto, hay muchos debates históricos tanto dentro como fuera de los círuclos cristianos. Por ejemplo, está la lucha anual sobre si Cristóbal Colón fue un hombre grande o terrible. Es un tema sobre el cual las personas razonables, mirando la misma evidencia, pueden estar en desacuerdo. Pero imaginaros si un lado de ese debate afirmara que no había evidencia de que Cristóbal Colón siquiera cruzara el Atlántico. Ése es el nivel de argumentación que se encontrará en el mundo surreal de muchas versiones protestantes de la historia de la Biblia: el de las pretensiones extravagantes y falsedades fácilmente refutables.
  
Por ejemplo, tal vez estés familiarizado con el creacionista de la “tierra joven” Ken Ham y su website Answers in Genesis (Respuestas en el Génesis). El sitio vende un DVD llamado Why 66? The Canon of Scripture (¿Por qué 66? El canon de la Escritura), presentado por “el aclamado teólogo y profesor británico de la Biblia Brian Edwards”, identificado como “uno de los apologistas favoritos de Ken Ham”. Edwards se gasta casi una hora tratando de defender la idea de que el canon protestante de sesenta y seis libros es el correcto, y su presentación está plagada de egregios errores factuales. Tal vez el más penoso de ellos es su reclamo de que “es verdad que algunos de los primeros líderes de la Iglesia más allá del Nuevo Testamento citaban de los Apócrifos, aunque comparado a su muy raro uso del Antiguo Testamento, pero no hay evidencia de que los trataran como Escritura” (Edwards afirma esto en el minuto 16:26 del vídeo).
  
¿No hay evidencia de que ellos trataran a los “Apócrifos” (o más exactamente, los deuterocanónicos) como Escritura? Tonterías. En el libro segundo, capítulo VIII de Sobre la Doctrina Cristiana (c. 397 A.D.), San Agustín enumera “el canon completo de las Sagradas Escrituras, sobre el que ha de versar nuestra consideración”, y su lista era exactamente el canon Católico (setenta y tres libros). Después de enumerar por entero el canon Católico (incluyendo los libros deuterocanónicos) él explica que esos libros son la plena expresión de “la autoridad del Antiguo Testamento”.
  
O considera lo que la Iglesia entera enseñó en el I Concilio de Éfeso en el año 431, que cita a Eclesiástico 32, 19 y se refiere al libro como “Escritura divinamente inspirada”. Y la evidencia apunta a un reconocimiento incluso más temprano de los deuterocanónicos como Escritura. En una Carta a Sexto Julio Africano, Orígenes Adamancio (c. 184-253) se refiere a la historia de “Susana en el libro de Daniel, que es usado en las iglesias” —esta es una historia no encontrada en la versión corta protestante de Daniel— y finalmente que “las iglesias usan [el libro de] Tobías” (que los protestantes rechazan).
  
Julio Africano había argumentado que los Cristianos deberían usar solamente los libros del Antiguo Testamento considerados canónicos por los judíos (un argumento comúnmente usado por los apologistas protestantes). A esto, respondió Orígenes:
¿Estamos para suponer que esa Providencia que en las sagradas Escrituras ha ministrado para la edificación de todas las iglesias de Cristo, no ha enseñado para aquellos que fueron comprados con un precio, por los cuales Cristo murió; el cual, aunque Hijo suyo, Dios que es caridad no lo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, que con Él puede darnos libremente todas las cosas?
Significativamente, él entonces cita Prov. 22, 28: “No traspases los términos puestos por tus padres”, sugiriendo que un Antiguo Testamento cristiano era noticia vieja a comienzos del siglo III.
  
Extrañamente, el mismo Edwards incluso admite que el primer canon bíblico conocido por el hombre, el Fragmento Muratoriano datado aproximadamente al año 170, dice que “el libro de la Sabiduría, escrito por los amigos de Salomón en su honor” es canónico. Edwards concede esto, pero solamente “porque de otra manera alguien que sepa mucho sobre esto vendrá y me recordará después que yo no lo dije”, y afirma que eso debe haber sido un “desliz de pausa por el copista”, como si la pluma de algún escriba descuidado resbalara y añadiera varias palabras por error.
  
Créase o no, podemos actualmente retroceder mucho antes del Fragmento Muratoriano. La “Epístola de Bernabé[No confundir con el espurio Evangelio de Bernabé”, N. del T.], que data entre el 70-130, cita Sabiduría 2, 12 como las palabras de “el profeta”, y la Epístola del Papa San Clemente I cita a Judit en el año 97, durante la vida de San Juan Apóstol. No necesitas mi palabra (o la de Edwards) para esto: tú mismo puedes leer estos textos por ti mismo, y decidir si Edwards está diciendo la verdad cuando afirma que no hay evidencia de que los primeros Padres de la Iglesia trató esos libros como Escritura.
  
Pero Edwards no es el único en hacer estas aserciones atrozmente falsas. El pastor de megaiglesia Mark Driscoll (llamado “uno de los veinticinco pastores angloparlantes más influyentes de los últimos veinticinco años”) ha afirmado que aunque “estos libros fueron leídos por algunos del pueblo de Dios, fueron tratados como los libros populares cristianos en nuestro tiempo, como los de C. S. Lewis; ellos nunca fueron aceptados como Escritura, por muchas razones”. E incluso Bible.org, el duodécimo website cristiano más popular del mundo, afirma en su estudio sobre “How We Got the Bible” (Cómo obtuvimos la Biblia) que “la colección de sesenta y seis libros fueron [sic] debidamente reconocidos por la primera iglesia como la escritura completa autorizada a la que no se le puede añadir o sustraer nada”.
     
¿Cómo este sitio defiende una afirmación tan descaradamente falsa? Sosteniendo que “el Concilio de Jamnia (año 90) oficialmente reconoció nuestros treinta y nueve libros del Antiguo Testamento” y que “el Concilio de Atenasio [sic] (año 367) y el Concilio de Cartago (año 397) reconoció como inspirados los veintisiete libros de nuestro actual Nuevo Testamento”.
  
Ahora, el Concilio de Jamnia nunca existió, y el III Concilio Cartaginense en 397 adhirió al canon Católico de la Escritura, no el canon protestante (puedes leerlo por ti mismo). ¿Qué sobre el Concilio de Atenasio [sic] en el año 367? No hay tal concilio. Parece ser una extremadamente confusa referencia a una carta escrita por San Atanasio en el 367 (la Carta festal Nº 39), en la cual enlista los libros que él considera canónicos... una lista que explícitamente incluye el de Baruc (que los protestantes afirman que no es canónico).
  
Así que notarás que ninguna de las evidencias de Bible.org dice lo que afirman. Ninguna de esas fuentes (mucho menos “la primera Iglesia” como un todo) afirmó que “la colección de 66 libros” de la Biblia protestante fuese “la escritura completa autorizada a la que no se le puede añadir o sustraer nada”.
  
Es difícil saber si estos apologistas protestantes y otros que hacen argumentos similares están intentando edulcorar los hechos o son solamente ignorantes, pero en cualquier caso, no son casos de un pastor diciendo algo incorrecto sobre la marcha. Estamos hablando de libros, conferencias pre-preparadas, y series de estudios bíblicos conteniendo declaraciones tan obviamente falsas que tomaría solo segundos de investigación para echar por tierra. Dándoles el beneficio de la duda, hace años envié unos mensajes por correo electrónico a Mark Driscoll y Brian Edwards (el último de los cuales prometío “tocarlo más tarde” -esto fue en el 2012-), solo para encontrar que ellos aún regurgitan sus primeros reclamos, sin ninguna corrección, años después.
  
En este punto, tales errores no parecen más ser errores inocentes o algo que puede ser denominado un “desliz de pausa por el copista” Las preguntas obvias siguen. ¿Por qué recurren a las falsedades si había un buen argumento que podía hacerse para una Biblia de sesenta y seis libros? Y sin esas falsedades, ¿hay alguna razón para creer que los protestantes tienen el canon escritural correcto?

RENACEMOS DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU SANTO A TRAVÉS DEL BAUTISMO

  
¿Qué es lo que viste en el bautisterio? Agua, desde luego, pero no sólo agua; viste también a los diáconos ejerciendo su ministerio, al obispo haciendo las preguntas de ritual y santificando. El Apóstol te enseñó, lo primero de todo, que no hemos de fijarnos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno (II Cor. IV, 18). Pues, como leemos en otro lugar, desde la creación del mundo, las perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su divinidad son visibles por sus obras (Rom. I, 20). Por esto, dice el Señor en persona: Aunque no me creáis a mí, creed a las obras (Juan X, 38). Cree, pues, que está allí presente la divinidad. ¿Vas a creer en su actuación y no en su presencia? ¿De dónde vendría esta actuación sin su previa presencia?
  
Considera también cuán antiguo sea este misterio, pues fue prefigurado en el mismo origen del mundo. Ya en el principio, cuando hizo Dios el cielo y la tierra, el espíritu -leemos- se cernía sobre la faz de las aguas (Gén. I, 2). Y si se cernía es porque obraba. El rey David nos da a conocer esta actuación del espíritu en la creación del mundo, cuando dice: La palabra del Señor hizo el cielo; el espíritu de su boca, sus ejércitos (Sal. XXXII, 3). Ambas cosas, esto es, que se cernía y que actuaba, son atestiguadas por la palabra profética. Que se cernía, lo afirma Moisés; que actuaba, David.
  
Tenemos aún otro testimonio. Toda carne se había corrompido por sus iniquidades. Mi espíritu no durará por siempre en el hombre -dijo Dios-, puesto que es de carne (Gén. VI, 3). Con las cuales palabras demostró que la gracia espiritual era incompatible con la inmundicia carnal y la mancha del pecado grave. Por esto, queriendo Dios reparar su obra, envió el diluvio y mandó al justo Noé que subiera al arca (Gén. VII, 1 ss). Cuando menguaron las aguas del diluvio, soltó primero un cuervo, el cual no volvió, y después una paloma que, según leemos, volvió con una rama de olivo (Gén. VIII, 7-8). Ves cómo se menciona el agua, el leño, la paloma, ¿y aún dudas del misterio?
  
En el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado carnal. En ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño fue clavado el Señor Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de paloma descendió el Espíritu Santo, como has aprendido en el nuevo Testamento (Mat. III, 16), el cual inspira en tu alma la paz, en tu mente la calma. El cuervo es la figura del pecado, que se va y no regresa, si, en ti, también, es preservada la rectitud tanto interior como exteriormente.
  
SAN AMBROSIO DE MILÁN. Tratado sobre los Misterios, cap. III, nros. 8-11.
 
ORACIÓN (del Domingo III después de Pascua)
Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

domingo, 29 de julio de 2018

BEATO URBANO II, PAPA Y CONVOCADOR DE LA PRIMERA CRUZADA


El Beato Urbano II (1040-1099) es, indudablemente, uno de los papas más insignes de la Edad Media, cuyo mérito principal consiste, aparte de la santidad de su vida, en haber hecho progresar notablemente y llevado adelante la reforma eclesiástica, ampliamente emprendida por San Gregorio VII (1073-1085). El resultado brillante de sus esfuerzos aparece bien de manifiesto en los grandes sínodos de Piacenza y de Clermont, de 1095, y en la primera Cruzada, iniciada en este último concilio (1095-1099).
 
Nacido de una familia noble en la diócesis de Soissons, en 1040, llamábase Eudes u Otón; tuvo por maestro en Reims al fundador de los cartujos, San Bruno: fue allí mismo canónigo, y el año 1073 entró en el monasterio de Cluny, donde se apropió plenamente el espíritu de la reforma cluniacense, entonces en su apogeo. De esta manera se modeló su carácter suave y humilde, pero al mismo tiempo entusiasta y emprendedor. Por esto llegó fácilmente a la convicción de que el espíritu de la reforma cluniacense, que iba penetrando en todos los sectores de la Iglesia, era el destinado por Dios para realizar la transformación a que aspiraban los hombres de más elevado criterio eclesiástico. Por esto, ya desde el principio de la gran campaña reformadora emprendida por Gregorio VII, Otón fue uno de sus más decididos partidarios.
 
Estaba entonces al frente de la abadía de Cluny el gran reformador San Hugón, a cuya propuesta Gregorio VII elevó en 1078 al monje Otón al obispado de Ostia. Bien pronto pudo éste dar claras pruebas de sus extraordinarias cualidades de gobierno, pues, enviado por el Papa como legado a Alemania, supo allí defender victoriosamente los derechos de la Iglesia frente a las arbitrariedades del emperador Enrique IV. Al volver de esta legación acababa de morir Gregorio VII.
  
La situación de la Iglesia era en extremo delicada. Al desaparecer el gran Papa, personificación de la reforma eclesiástica, dejaba tras sí un ejército de hombres eminentes, discípulos o admiradores de sus ideas. Frente a ellos estaban sus adversarios, entre los cuales se hallaban el violento Enrique IV y el antipapa puesto por él, Clemente III. En estas circunstancias fue elegido el Papa Víctor III (1086-1087), antiguo abad de Montecasino, gran amigo de las letras, pero indeciso, reconciliador y poco partidario de las medidas violentas. Pero muerto inesperadamente al año de su pontificado, fue elegido entonces nuestro Otón de Ostia, quien tomó el nombre de Urbano II.
  
Era, indudablemente, el hombre más a propósito, el hombre providencial en aquellas circunstancias. Dotado de las más eximias virtudes cristianas, era un amante y entusiasta decidido de la reforma eclesiástica, de que ya había dado muestras suficientes. Precisamente por esto su elección fue considerada por todos como el mayor triunfo de las ideas gregorianas, y rápidamente recobraron todo su influjo los elementos partidarios de la reforma eclesiástica. Así lo entendieron también Enrique IV, el antipapa Clemente III y todos los adversarios de la reforma, los cuales se aprestaron a la lucha más encarnizada.
  
Ya desde el principio quiso el nuevo Papa dar muestras inequívocas de su verdadera posición. En diferentes cartas, dirigidas a los obispos alemanes y franceses, escritas en los primeros meses de su pontificado, expresó claramente su decisión de renovar en todos los frentes la campaña de reforma gregoriana. Así lo manifestó en el concilio Romano de la cuaresma de 1089, y, sobre todo, así lo proclamó en el concilio de Melfi, de septiembre del mismo año, en el que se renovaron las disposiciones contra la simonía, contra el concubinato y contra la investidura laica, y que constituye el programa que Urbano II se proponía realizar en su gobierno.
  
Mas, por otra parte, con su carácter más flexible y diplomático con su espíritu de longanimidad y mansedumbre, siguió un camino diverso del que se había seguido anteriormente, y con él obtuvo mejores resultados. Inflexible en los principios y genuino representante de la reforma gregoriana, sabía acomodarse a las circunstancias, procurando sacar de ellas el mayor partido posible. Símbolo de su modo de proceder son Felipe I de Francia, vicioso y afeminado, pero hombre en el fondo de buena voluntad, y Enrique IV de Alemania, bien conocido por sus veleidades y mala fe. Del primero procuró sacar lo que pudo con concesiones y paternales amonestaciones. Con el segundo ni siquiera lo intentó, manteniendo frente a él los principios de reforma y alentando siempre a los partidarios de la misma.
  
Con clara visión sobre la necesidad de intensificar el ambiente general de reforma fomentó e impulsó los trabajos de los apologistas. Movidos por este impulso pontificio, muchos y acreditados escritores lanzaron al público importantes obras, que contribuyeron eficazmente a que ganaran terreno y se afianzaran las ideas de reforma. Así Gebhardo de Salzburgo compuso una carta, dirigida a Hermann de Metz, típico representante de la oposición a la reforma, en la que defiende con valiente argumentación la justicia del Papa. Bernardo de Constanza dirigió a Enrique IV un tratado, en el que establece como base la expresión de San Mateo (18, 17): “El que rehusa escuchar a la Iglesia sea para ti como un pagano y un publicano”; y poco después publicó una verdadera apologética de la reforma. Otro escritor insigne, Anselmo de Lucca, redactó una obra contra Guiberto, es decir, el antipapa Clemente III. Indudablemente este movimiento literario, impulsado por Urbano II, fue un arma poderosa y eficaz para la realización de la reforma.
 
Así, pues, mientras con prudentes concesiones y convenios ventajosos para la Iglesia Urbano II logró robustecer su influjo en Francia, España, Inglaterra y otros territorios, en Alemania siguió la lucha abierta y decidida con Enrique IV. En Francia mantuvo con energía la santidad del matrimonio cristiano frente al divorcio realizado por el rey al separarse de la reina Berta, llegando en 1094 a excomulgarlo; mas, por otra parte, en la cuestión de la investidura laica, por la que los príncipes defendían su derecho de nombramiento de los obispos, llegó a un acuerdo, que fue luego la base de la solución final y definitiva: el rey renunciaba a la investidura con anillo y báculo, dejando a los eclesiásticos la elección canónica; pero se reservaba la aprobación de la elección, que iba acompañada de la investidura de las insignias temporales. También en Inglaterra tuvo que mantenerse enérgico Urbano II frente al rey Guillermo, quien, a la muerte de Lanfranco, no quería reconocer ni a Urbano II ni al antipapa Clemente III; pero al fin se llegó a una especie de reconciliación.
  
El resultado fue un robustecimiento extraordinario del prestigio pontificio y de la reforma eclesiástica por él defendida. El espíritu religioso aumentaba en todas partes. Los cluniacenses se hallaban en el apogeo de su influjo y por su medio la reforma penetraba en todos los medios sociales. El estado eclesiástico iba ganando extraordinariamente, por lo cual se formaban en muchas ciudades grupos de canónigos regulares, de los cuales el mejor exponente fueron los premonstratenses, fundados poco después.
  
Es cierto que, durante casi todo su pontificado, Urbano II se vio obligado a vivir fuera de Roma, pues Enrique IV mantenía allí al antipapa Clemente III. Pero, esto no obstante, desplegó una actividad extraordinaria y fue constantemente ganando terreno. En una serie de sínodos, celebrados en el sur de Italia, renovó las prescripciones reformadoras, proclamadas al principio de su gobierno. Pero donde apareció más claramente el éxito y la significación del pontificado de Urbano II fue en los dos grandes concilios de Piacenza y de Clermont, celebrados en 1095.
  
En el gran concilio de Piacenza, celebrado en el mes de marzo ante más de cuatro mil clérigos y treinta mil laicos reunidos, proclamó de nuevo los principios fundamentales de reforma. Pero en este concilio presentáronse los embajadores del emperador bizantino, en demanda de socorro frente a la opresión de los cristianos en Oriente. Así, pues, Urbano II trató de mover al mundo occidental a enviar al Oriente el auxilio necesario para defender los Santos Lugares. Fue el principio de las Cruzadas; mas, como se trataba de un asunto de tanta trascendencia, se determinó dar la respuesta definitiva en otro concilio, que se celebraría en Clermont.
  
Efectivamente, dedicáronse inmediatamente gran número de predicadores del temple de Pedro de Amiéns, llamado también Pedro el Ermitaño, a predicar la Cruzada en todo el centro de Europa. Urbano II, con su elocuencia extraordinaria y el fervor que le comunicaba su espíritu ardiente y entusiasta, contribuyó eficazmente a mover a gran número de príncipes y caballeros de la más elevada nobleza. El resultado fue el gran concilio de Clermont, de noviembre de 1095, en el que, en presencia de catorce arzobispos, doscientos cincuenta obispos, cuatrocientos abades y un número extraordinario de eclesiásticos, de príncipes y caballeros cristianos, se proclamaron de nuevo los principios de reforma y la Tregua de Dios. Después de esto, a las ardientes palabras que dirigió Urbano II, en las que describió con los más vivos colores la necesidad de prestar auxilio a los cristianos de Oriente y rescatar los Santos Lugares, respondieron todos con el grito de “Dios Lo quiere”, que fue en adelante el santo y seña de los cruzados. De este modo se organizó inmediatamente la primera Cruzada, cuyo principal impulsor fue, indudablemente, el papa Urbano II.
  
Después de tan gloriosos acontecimientos, mientras Godofredo de Bouillón, Balduino y los demás héroes de la primera Cruzada realizaban tan gloriosa empresa, Urbano II continuaba su intensa actividad reformadora. En las Navidades de 1096 pudo, finalmente, entrar en Roma, donde celebró una gran asamblea o sínodo en Letrán. En enero de 1097 celebró otro importante concilio en Roma; otro de gran trascendencia en Bari, en octubre de 1088; pero el de más significación de estos últimos años fue el de la Pascua, celebrado en Roma en 1099, donde, en presencia de ciento cincuenta obispos, proclamó de nuevo los principios de reforma y la prohibición de la investidura laica.
 
Poco después, en julio del mismo año 1099, moría el santo papa Urbano II, sin conocer todavía la noticia del gran triunfo final de la primera Cruzada, con la toma de Jerusalén, ocurrida quince días antes.
  
En realidad, el Beato Urbano II fue digno sucesor en la Sede Pontificia de San Gregorio VII y digno representante de los intereses de la Iglesia en la campaña iniciada de la más completa renovación eclesiástica. En ella tuvo más éxito que su predecesor, logrando transformar en franco triunfo y en resultados positivos la labor iniciada por sus predecesores. Esta impresión de avance y de triunfo aparece plenamente confirmada y enaltecida con el principio de una de las más sublimes epopeyas de la Iglesia y de la Edad Media cristiana, que son las Cruzadas, y con el éxito final de la primera, que es la conquista de Tierra Santa y la formación del reino de Jerusalén con que termina este glorioso pontificado. Por eso la memoria de Urbano II va inseparablemente unida a la primera Cruzada, la única plenamente victoriosa.
  
BERNARDINO LLORCA SJ. Año Cristiano, tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1966.

ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, que honraste abundantemente al bienaventurado pontífice Urbano por su lucha a favor de la libertad de tu Iglesia, y le fortaleciste con la virtud de tu Cruz para redimir de la potestad de los infieles los monumentos de tu vida mortal y Pasión, concédenos por su intercesión, que luchando contra los enemigos de nuestras almas, merezcamos recibir la eterna gloria de los valientes. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

sábado, 28 de julio de 2018

DE LA OBLIGACIÓN DE DENUNCIAR LOS HEREJES, DE LOS SOSPECHOSOS DE HEREJÍA, Y LIBROS PROHIBIDOS

San Nicolás de Bari abofeteando a Arrio
    
P. ¿Qué es denunciación? R. Que es: Delátio críminis facta Superióri. Divídese en evangélica, y judicial. La primera es la que se hace al Superior como a Padre, y la segunda la que se la hace como a Juez; y de esta trataremos aquí. Dos son las diferencias que hay entre ella y la acusación. La primera, que en la acusación está el acusador obligado a probar el delito, por ser la parte que pide en juicio, mas no el que denuncia, cuyo intento sólo es manifestarlo al superior. La segunda, que el acusador pide la vindicta del delincuente, y el denunciador nada pide, sino que todo lo deja al arbitrio del Superior, para que obre lo que juzgare más conveniente.
 
P. ¿El que no puede probar el delito está obligado a denunciar al hereje? R. Que lo está, y lo contrario condenó el Papa Alejandro VII en la proposición siguiente, que es la 5. Quamvis evidénter tibi constet Petrum esse hæréticum, non tenéris denuntiáre, si probáre non possis.
  
P. ¿Puede omitirse la denuncia del hereje por causa de la corrección fraterna? R. Que no. Así lo declaró el mismo Alejandro VII en su Constitución que empieza: Licet álias. Y así cuantos tuvieren noticia del hereje, están obligados a denunciarlo, a no ser que lo sepan bajo el sigilo inviolable de la confesión sacramental. Y esto aunque el hereje se haya enmendado, y aun en el caso de que haya muerto. De esta obligación nadie está exento, ni los padres, hijos, hermanos, maridos, o mujeres; porque siendo la herejía un crimen que cede en perjuicio del bien común de la Iglesia, prepondera sobre todo otro interés particular.
   
De la excomunión en que incurre el que cuanto antes no denuncia al hereje, nadie le puede absolver antes de hacer la denuncia; y si la omite deliberada y culpablemente, se hace por su omisión sospechoso de herejía. No obstante, si el penitente ignoraba la obligación de denunciar, y propone seriamente hacerlo cuanto antes pueda después de la confesión, podría ser absuelto; pues por una parte se supone no haber incurrido en la excomunión, y por otra se cree bien dispuesto.
  
Dos cosas conviene notarse sobre esta particular. La primera, que no puede ser denunciado alguno, sólo por leves sospechas de si es hereje, ni por haberlo oído a sujetos que merecen poca fe, porque sin grave fundamento no se puede exponer al prójimo a un peligro tan conocido de infamia. La segunda, que el precepto de denunciación sólo obliga, prout nunc, respecto del hereje propio y pertinaz. Y así no debe ser denunciado un hombre sencillo, o un Predicador pío, por sólo oírle alguna proposición herética o errónea proferida por ignorancia, o con inadvertencia.
  
P. ¿Qué es sospecha? R. Que es: Opínio mali ex lévibus indíciis provéniens. La de herejía puede ser en tres maneras, leve, vehemente, y vehementísima. Leve es la que nace de leves conjeturas, y así se desvanece con una leve defensa. Vehemente es la que se funda sobre sólidos principios, y que muchas veces concluyen ser hereje el que tal hace o dice; como el que no manifiesta a los herejes, o es solicitante en confesión. Vehementísima es la que se origina de dichos o hechos, que precisan al Juez a persuadirse que su autor es hereje; como en los que veneran los ídolos; comunican in sacris con los herejes; ejercen las ceremonias judáicas, turcas, y otras semejantes.
  
P. ¿Qué libros deben tenerse por prohibidos? R. Que hay innumerables Bulas, y Decretos de los Sumos Pontífices, que prohiben la lección, retención, defensa, e impresión de los libros de los herejes, y de otros Autores que sienten mal de la fe católica, bajo gravísimas penas; y así sería salir de nuestra esfera querer referir todas sus disposiciones en este punto; por lo que nos ceñiremos a lo más esencial y preciso.
  
Decimos, pues, que conforme a las disposiciones de los Sumos Pontífices, se prohibe por el Santo Tribunal de la Inquisición de España, con la pena de excomunión mayor latæ senténtiæ, la retención o lección de los libros de los herejes que tratan de Religión. En esta regla están incluidos los que tratan de la Sagrada Escritura, de los misterios de la fe, del culto divino, o escriben de sagrada teología, o las vidas de los Santos, o las historias de los Monjes o Clérigos, mas no si su asunto es político o de cosas naturales. Por nombre de libro se entiende también cualquier oración, sermón, o disputa que contenga herejía. Los Autores que sobre lo dicho admiten parvidad de materia, la reducen a muy pocas líneas; y aun cualquier lección, por breve que sea, no estará libre de culpa venial, siendo deliberada. Para incurrir la dicha excomunión se requiere que los dichos libros se retengan o lean, &c. sciénter; pero la incurrirá el que los entregue a otro para que los lea, oyéndolos él.
  
Según el tenor de la Constitución de Julio III, que empieza: Cum meditátio, los expresados libros han de entregarse reáliter, et cum efféctu, a los Obispos o Inquisidores donde los hubiere, bajo la pena de excomunión mayor. Por lo que ninguno puede quemarlos por propia autoridad, ni entregarlos al que tuviere licencia para leer libros prohibidos. Bien que esto se entiende cuando lo estuvieren bajo la pena de excomunión; pues no lo estando con ella, podrá hacer de ellos lo que quisiere, con tal que enajene el dominio, o lo pierda quemándolos, o dándolos a quien tuviere dicha licencia; y por eso no podrá prestarlos, porque esto no es perder el dominio.
  
En el Indice Tridentino y Romano se hallan muchos libros prohibidos reducidos a tres clases. En la primera se colocan los de Lutero, Calvino, y otros herejes, los cuales se prohiben por respeto a sus autores, y así quedan generalmente prohibidos cualquiera que sea su materia. En la misma clase se contienen los libros de los herejes impresos o que se impriman, conteniendo proposiciones, sapiéntes hærésim, temerarias, o semejantes. En la segunda clase se colocan los libros de Católicos, prohibidos, no por sus Autores, sino por contener doctrina herética, errónea, o que engendre sospecha de herejía. Estos se prohiben bajo la pena de excomunión lata, no reservada. En la tercera se incluyen otros muchos contenidos en dicho Índice; como los que tratan de la magia, astrología judiciaria, y los que ofenden el honor o fama del prójimo, o provocan a la impureza. También se prohibe el leer o imprimir la Sagrada Escritura en lengua vulgar, no haciéndose con las debidas licencias. Sobre esto debe tenerse presente el edicto de la Inquisición de España del año de 1796. Y debe advertirse, que los libros prohibidos en un idioma, están prohibidos y condenados en todos, como consta de la instrucción añadida a las reglas del Índice por autoridad de Clemente VIII.
  
FRAY MARCOS DE SANTA TERESA OCD. Compendio Moral Salmaticense, tomo I, tratado séptimo, cap. II, punto 5º. Pamplona, Imprenta de José Rada, 1805, págs. 191-195

viernes, 27 de julio de 2018

OTRAS PLUMAS: “EXPULSADO DEL CAMINO NEOCATECUMENAL POR DEFENDER LA FE”

Tomado de ADELANTE LA FE. El firmante de la carta identifica como la Iglesia Católica a la iglesia conciliar del Vaticano II porque reconoce a Wojtyla como Papa, la cremación, la nulidad matrimonial, la PNF y el propio Camino Neocatecumenal como instituciones válidas, pero igual es un testimonio que reseñar porque confirma las conclusiones a las que ha llegado el sacerdote italiano Enrico Zoffoli CSP al señalar que el Camino Neocatecumenal es una secta herética.
“EXPULSADO DEL CAMINO NEOCATECUMENAL POR DEFENDER LA FE”
Soy un padre de familia, de 59 años, que junto con mi esposa, hemos sido “expulsados” del camino neocatecumenal, después de unos 20 años en el mismo, por discutir al catequista los errores que estaba predicando a mazo y martillo, en contraposición a lo que se dice claramente en el catecismo católico.
  
Lo que me parece más lamentable aún, es que no se nos ha dado la oportunidad de abrir la boca, pues el estilo neocatecumenal es que el catequista habla (es la voz de Dios) y los demás, pobres pecadores incapaces de cambiar su triste condición, callan y obedecen. Pues bien sin mediar ni una visita, ni nada, ante mi postura de corregir lo que pensaba que era erróneo, se me expulsó, sin otra explicación. Pero no sólo eso, sino que desde entonces se han roto todos los lazos con la que era mi comunidad, en la que están padrinos de mis hijos por ejemplo, y no nos han llamado, ni siquiera cuando falleció una hermana de esta comunidad. Signos que denotan claramente el estilo del camino, que para nada se basa en los principios evngélicos sino en una obediencia ciega.
  
En primer lugar, quiero dejar bien claro que no estoy en contra de las personas que están en el camino, nosotros estuvimos unos 20 años firmemente convencidos, pensando hacer lo que agrada a Dios, obedeciendo en todo, según nos permitía la Gracia Divina y en ese tiempo hemos sido catequistas nosotros mismos, responsable y corresponsable y mi esposa lectora. Pero en cuanto hemos manifestado nuestra discrepancia con lo que pienso que son herejías dentro del camino, se nos expulsó. Por eso, quiero sobre todo con esta carta, advertir a las personas, que estén pensando entrar en el camino, o actualmente dentro de él y a los sacerdotes que piensen admitir el camino en su parroquia.
  
Continuando con mi experiencia, al principio me creía a pie juntillas lo que me decían mis catequistas, entre otras cosas por que se presentan como un grupo aprobado por la Iglesia y nuestra formación teológica era bastante escasa. Pero con el paso de los años, a medida que he ido profundizando en las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, se me hacía más evidente los errores que nuestros catequistas repetían sin cesar, y además me irritaba el hecho de que mis hermanos de comunidad vieran al resto de la iglesia con desprecio y un cierto aire de superioridad, todo lo que no sea camino, no vale.
  
De las primeras cosas que me chocaban era la consabida frase: hay que crucificar la razón. Esto me movió a estudiar las distintas encíclicas y enseñanzas de la iglesia, y efectivamente en la encíclica FIDES ET RATIO, lo que nos enseña el Santo Padre es que la razón y la fe son las dos alas que llevan al hombre a Dios. Por lo tanto pedía que los catequistas nos iluminaran y no que se limitaran a dar la perorata y exigir obediencia ciega, porque ellos dicen que el que obedece no se equivoca. ¿Acaso no obraron por obediencia los que crucificaron a Nuestro Señor Jesucristo? ¿O los que cometieron horribles crímenes en la segunda guerra mundial? Lo que más me maravillaba es que mis hermanos de comunidad no se planteaban ninguna duda, porque para ellos el catequista es el Profeta, y como él mismo dice, la voz de Dios. Siempre le he recordado a los catequistas que sólo el Papa, cuando habla ex cátedra, es infalible, y ellos no podían pretender ser la voz de Dios y ser infalibes, uno de los pilares en que se fundamenta el Camino.
  
A partir de ahí, fui poco a poco convenciéndome de que nos estaban adoctrinando paulativamente y convirtiéndonos en una secta. Sí, efectivamente una secta, pues se crea un sentido de identidad diferente dentro de la parroquia y de desprecio a las demás realidades, todos están equivocados menos nosotros, y todos están en contra nuestra.
  
Bajo la defensa de LA NUEVA ESTÉTICA se le da más importancia a los signos externos, que al sacramento en sí. Todos los cantos, la decoración de la asamblea (siempre repetida en todos los detalles, como si se tratara de una franquicia), de forma que nos hace sentirnos incómodos en otros sitios, con otra decoración. Y es que las iglesias son muy diferentes unas de otras, pero los salones celebrativos del camino, son todos una copia que parecen prefabricadas al estilo dictado por Kiko, según su nueva estética, pues de Kiko para abajo, nadie tiene capacidad para elegir unos cuadros o unas sillas distintas, todo tiene que ser como lo ha dicho Kiko, la corona mistérica de estilo ortodoxo, y las sillas de metacrilato a 70 € como nos obligaron a comprar, la alfombra azul como el cielo (se ve que Kiko ya ha estado en el cielo y ha vuelto), la cruz del camino, etc. Todo esto deja bien claro la reprogramación que se intenta con sus miembros y la nula libertad que tienen ni para elegir los adornos de sus iglesias. Evidentemente esto lleva a sentirse incómodo en otro sitio que no esté adornado como es norma en el camino, y a separarnos de todo lo demás de nuestra Parroquia.
  
Si no hay eucaristía según el rito neocatecumenal, pues entonces no se va a la de la parroquia, llamada misa en tono despectivo. Por tanto se suele decir: “esta semana no hay eucaristía sino sólo misa”. En este caso, lo normal es no ir a misa, pues nadie nos ha hablado de los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, o todo lo más ir a otra parroquia donde haya Eucaristía del camino, con lo que se pone de manifiesto la nula comunión con el resto de la parroquia, pues se prefiere ir a otra parroquia, en la que sí haya Eucaristía neocatecumenal.
  
Por otra parte se va creando una dependencia de los catequistas, a los que se pide consejo antes de casarse, y por supuesto deben ser los dos del camino, o si no, el que esté fuera, que empiece el camino. A una hija mía le pusieron trabas para continuar el noviazgo, por que el chico católico practicante, no estaba en el camino.
  
En cambio la obediencia al sacerdote no tiene ninguna importancia, y si se busca consejo de alguno, insisten los catequistas que no vayamos a cualquier cura sino a un cura de fe, que quiere decir “un cura proclive al camino”.
  
Esta separación del resto de la parroquia también queda patente por ejemplo en la celebración del triduo pascual, que se hace en la comunidad y no en la parroquia, pues es del todo absurdo prentender el apaño que se le ha ocurrido a los iniciadores, de ir a la Parroquia y luego al de la Comunidad. Yo estuve caminando con dos comunidades, y por lo tanto tenía que ir (y además tonto de mí, obedecía), durante el triduo a tres celebraciones el mismo día, que era el de mi comunidad, el de la otra comunidad, de la que era el reponsable y por último al de la parroquia.
  
Igual podríamos decir de lo que es válido en la Iglesia, pero no es aceptado en el camino, por ejemplo, la incineración de los difuntos, la declaración de matrimonio nulo, la paternidad responsable, etc. En este último punto vemos cómo se mira con desprecio la enseñanza de la Humánæ vitæ, diciendo que la utilización de los tiempos fértiles para el distanciamiento del nacimiento de los hijos, cuando los padres lo ven necesario, por motivos graves, viene a ser el preservativo de la iglesia, y se les anima a mujeres que ya han tenido cuatro hijos por cesárea, a que se abran a la vida para tener más hijos, cuando el consejo médico ha sido todo lo contrario.
  
HEREJIAS DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
Bueno, y dicho todo esto, voy a hablar de lo más grave, lo que creo que son HEREJÍAS que se enseñan en el Camino, por lo que más que Católicos, creo que se asemejan a los Protestantes:
  • La razón está irremisiblemente perdida. Se desprecia a la razón, puesto que la naturaleza humana, “totalmente destruida”, no puede encaminarse hacia lo bueno, sólo el Catequista con su discernimiento, es la voz de Dios, y nos dirá qué debemos hacer, aunque no lo entendamos. Nos dicen en tono de burla que somos los hermanos topitos, cuando decimos “que una cosa no la vemos así”, que somos topitos, que basta con que el catequista lo vea y tenemos que obedecer, porque el que obedece no se equivoca. 
  • Desprecio a las obras y a la ley. Nuevamente de estilo protestante es su manera de pensar, estamos predestinados para la salvación siempre que permanezcamos en la comunidad, porque es sólo la Gracia la que salva, sin necesidad de las obras, puesto que la naturaleza humana destruida (que no dañada), como dice el catecismo, no puede hacer lo bueno. 
  • Pierde importancia el pecado. El pecado es imposible de evitar. A lo largo del Camino, se enseña que la conversión es reconocer nuestros pecados, iluminados por la enseñanza de las Escrituras, pero no podemos cambiar hasta quince minutos después de muertos. Es decir, no tenemos que esforzarnos en la Santidad, no podemos ser buenos, somos pecadores, con ello se forja un sentido de baja autoestima, que pondera más el poder del catequista sobre los demás, como si no fuera él también un pecador. A mí personalmente, esto me ha horrorizado, pues el acumular pecados es estupendo pues significa que tu vida ha sido iluminada, y lo contrario significa que aún no te has convertido. 
  • No se anima a la confesión. En la eucaristía comulga todo el mundo, y se ve como una cosa normal, y solamente se organiza una Celebración Penitencial, dos o tres veces al año, en la que asiste toda la Comunidad, y debido a la escasez de sacerdotes, se insiste en que sea una cosita rápida y sin entretenerse. 
  • No es necesaria la expiación por los pecados. Los pecados ya han sido per-donados por Jesucristo, por lo que no hay un sentimiento de culpa, solamente reconocerlos y ya está. Muchas veces se ha dicho que el camino es necesario porque nuestra fe de primera comunión es como un traje que se nos ha quedado pequeño, y necesitamos aumentarla. Pues bien, a mí para la primera comunión se me enseñó mucho más que en los veinte años de camino. Nunca escuché decir que antes de confesar, había que hacer examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia, por ejemplo, o cuales son las virtudes cardinales, o las obras de misericordia, o la diferencia entre pecado venial o pecado mortal, o los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, y así se votan a los catequistas, porque “sienten a Dios”, pues lo importante es tener un conocimiento existencial de Dios, y se desprecia toda formación intelectual.
 
EXPULSION FULMINANTE DEL CAMINO, POR CUESTIONAR AL CATEQUISTA
El punto clave ha sido cuando el catequista, llegados al paso del Padre Nuestro, nos ha dicho a toda la comunidad en pleno que somos hijos del diablo, citando el versículo de Juan 8, 44. Porque continuó diciendo: “o somos hijos del diablo o somos intrínsecamente malos; si somos intrínsecamente malos, no tenemos solución, pero si somos hijos del diablo el Señor podrá salvarnos”. Esto nos la ha repetido por dos años, textualmente, hasta en tres veces. La primera vez, me quedé estupefacto, pero luego me puse a estudiar los Evangelios y el catecismo, y para nada veía que nos podía llamar “hijos del diablo”, pues esto estaba dirigido a los dirigentes judíos que lo buscaban para matarlo y nosotros como cristianos bautizados, somos hijos adoptivos de Dios, y por lo tanto no solo nos ofendía a nosotros sino a la Iglesia y al Espíritu Santo. Y para mi asombro, sin más respuesta, se me expulsó de forma fulminante, durante un año ¿o querría decir para siempre?
  
A esto le pregunté que por qué pecado me expulsaba, pues he sido testigo de adulterios mantenidos y públicamente sabidos, o incluso insultar al presbítero mientras oficiaba la misa, y en estos casos no hubo expulsión, pero por qué nos expulsó a nosotros, no quiso responderme.
   
El problema es que todo esto se va conociendo con el paso de los años, cuando se hacen los distintos pasos, pues todo lo que se dice en ellos es secreto. Son los MAMOTRETOS u orientaciones para las catequesis que sólo conocen los catequistas, y no enseñan ni siquiera a los párrocos.
   
CONSEJOS PARA LOS PÁRROCOS
A los presbíteros que de buena fe estén contemplando solicitar el camino para sus parroquias, le quiero hacer unas consideraciones a reflexionar.
  
1) “El Camino es un itinerario válido de iniciación Cristiana”. Esta frase es uno de los máximos logros conseguidos por los iniciadores del camino, para conseguir introducirse como un virus dentro de las parroquias, haciendo ver que gozan en todo del beneplácito del Papa.
  
Un virus engaña al sistema inmune para que no lo reconozca como extraño, y una vez dentro de la célula, utiliza parasitariamente todos los sistemas celulares para una única función, replicarse a sí mismo, hasta que acaba por matar a la célula infectada.
  
Una vez aclarado por qué pienso que es un virus dentro de la Iglesia, continuaré con lo de “itinerario de iniciación cristiana”.
  
¿De verdad se puede pensar que son necesarios más de 20-30 años, para llegar a ser cristianos? ¿Cuánto tiempo tarda un seminarista en ser ordenado sacerdote? ¿Es que acaso los sacerdotes aún no son cristianos?
  
Es evidente que no, ese tiempo es necesario para realizar la reprogramación de sus miembros, convertirlos en una secta, apartarlos de su vida anterior, sus hábitos anteriores, sus amistades, sus familias, su forma de pensar, etc. En ese tiempo no van a adquirir muchos conocimientos, ni van a realizar obras de misericordia, solo van a hacer actividades dentro de sus grupos neocatecumenales, para escuchar siempre las mismas frases, e ir teniendo poco a poco más dependencia psicológico-afectiva de la comunidad y del catequista. A la vez, que pasa a segundo plano los sacerdotes y el resto de la Iglesia.
  
Este itinerario no tiene como finalidad producir cristianos para integrarlos a la parroquia, sino producir neocatecúmenos que llamen a más neocatecúmenos, y permanecerán para siempre recluidos dentro de su comunidad, y obedeciendo a los iniciadores del camino, a través de sus catequistas. Mirarán con desprecio al resto de la iglesia, que son de religiosidad natural, y también a los que pertenecieron al camino y lo dejaron en algún momento, pues aunque estén en la parroquia, hablarán de ellos como que “están en el mundo”.
  
2) Cuando el camino entra en una parroquia, el control absoluto lo tiene el catequista itinerante, pues el párroco no conoce los DIRECTORIOS CATEQUÉTICOS que tiene el catequista (conocido como los MAMOTRETOS), que en los Estatutos del 2002, se ponía al párroco como garante de que se desarrollaría conforme a la Doctrina de la Iglesia, pero esto fue corregido en los Estatutos definitivos del 2008, en los que se pone en esa función al Obispo. Pero el Obispo, evidentemente no va a poder estar presente en los Pasos y demás momentos en los que el catequista enseña la Teología Kikiana, sin que nadie le pueda contradecir.
  
3) Mienten descaradamente cuando dicen en sus estatutos, que una vez terminado el camino, los catecúmenos quedarán a disposición del obispo y el catequista queda liberado, como lo son por ejemplo los catequistas de confirmación, pues podemos ver cómo una vez terminado el camino, los neocatecumenales siguen en su misma situación, encerrados dentro de su comunidad, realizando sus ritos, y a las órdenes del catequista itinerante y de Kiko.
  
CONSEJOS A LOS QUE ESTÁN EN EL CAMINO 
No está en mi intención ofender a las personas que están en el camino, pero les pediría que estudiasen el Catecismo, y se pregunten si:
  
1) El Catequista puede pretender ser la voz de Dios para mandarnos obedecer sin entender las cosas. El Catecismo dice que el Director Espiritual debe llevar al catecúmeno a que tenga un encuentro con Dios, en cambio el catequista nos hace creer que él es Dios.
  
2) El estar en el camino no garantiza la salvación, sino realizar obras de misericordia: Mt. 25, 33-46. No debemos confundir el camino, que es un medio para llegar a ser cristiano, con el fin, pensando que si estamos en el camino, ya tenemos garantizada la salvación. Cuando yo he salido del camino, pero dentro de la Iglesia Católica, los catequistas me han dicho que “estaba en el mundo” y que me iba a condenar.
  
3) El hombre no solo puede mejorar y ser cada vez más bueno, sino que con la ayuda del Espíritu Santo está llamado a la Santidad, y nuestra misión evangelizadora es para con todos y se hace tanto en el trabajo, como en la escuela, en el hospital, en casa, y no sólo cuando el catequista llama a empezar otra remesa de evangelización para hacer otra comunidad.
  
En fin, todo esto está en el catecismo, y también se pueden consultar las encíclicas, sobre todo no os dejéis engañar por la frase de que “el Señor os ha llamado a este camino, y no podéis desertar”, esa es otra de las mentiras que usan para no dejar irse a los que ven que todo esto es un engaño y una tortura psicológica. Ánimo, pues la Iglesia es mucho más que la visión miope que tiene el camino Catecumenal, y fuera de vuestra reducida comunidad, también hay vida.
 
José Manuel García Ortiz

jueves, 26 de julio de 2018

EL FEMINAZISMO SICÓPATA EN ACCIÓN: CREAN VIDEOJUEGO DONDE MATAN NIÑOS POR NACER

Como si no fuera bastante con los excesos, atropellos, inconsistencias y mediatismo del movimiento feminista (o mejor, FEMINAZI), se suma un videojuego creado por una de las desadaptadas que conforman dicho movimiento sectario extremista en Argentina, para más deshonra a la gente de ese país (sumándose a los impresentables Ernesto “Ché” Guevara Sheinermann, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm vda. de Kirchner, Máxima -Zorreguieta Cerruti- de los Países Bajos, Mauricio Macri Blanco Villegas y Jorge Mario Bergoglio Sívori -Antipapa Francisco I Bergoglio- en el “Muro de la Infamia”).
 
En el marco del debate sobre la despenalización del aborto en Argentina, una desarrolladora de software creó una extensión mod (modificación en la jerga de los videojuegos) del clásico juego Doom con el objetivo de burlarse del movimiento provida y, de paso, vender el aborto como si fuera diversión.
  
El videojuego se llama “Doom Fetito” y ha sido creado por la activista Florencia Rumpel Rodríguez. El objetivo es disparar hasta “matar” a un “bebé gigante” para obtener como recompensa misoprostol, un fármaco que induce al aborto.

Imagen promocional del videojuego mod “Doom Fetito”
  
Florencia Rumpel Rodríguez
  
Rumpel, quien participó del Game Jam Antifascista a comienzos de año y ya había creado un videojuego abortista llamado “¿Qué pensás hacer?”, indicó en una reciente entrevista al website especializado Kotaku que la figura del bebé como “jefe final” del videojuego se inspiró en el niño por nacer de cartón que se utiliza en las marchas provida de Argentina (como siempre, la ridiculización como recurso de la izquierda cuando se queda sin argumentos con qué rebatir):
“Encontré un tweet comparando el feto de cartón con un jefe de Half Life y pensé que sería muy adecuado para un mod de Doom”.
“He amado Doom desde que era joven, y gracias al episodio Beyond the Filter y todo lo que Liz Ryerson [compositora, fanática de Doom, diseñadora y crítica de videojuegos estadounidense, N. del E.] escribió sobre el tema, supe que hacer un mod de él sería una cosa posible de hacer”, agregó la desarrolladora y activista.
 
Antes de que el jugador (con un avatar que sobre su armadura lleva el pañuelo verde de los abortistas) “enfrente” al bebé, primero debe matar a sacerdotes católicos, policías nazis inspirados en Wolfenstein 3-D y mujeres provida (de las que Rumpel dice que “están haciendo algo simplemente ridículo”).
 
Al finalizar el videojuego se muestra el mensaje: “¡Has derrotado al fetito! ¡Dale este misoprostol a los necesitados para que también puedan vencerlo!”.
   
Silvina Spataro, directora de campañas de la plataforma provida internacional CitizenGO, conversó con ACI Prensa y calificó el videojuego de “vergonzoso y de mal gusto”, siendo un “fruto de la cultura de la muerte reinante, a través de los medios de comunicación”.
  
Además lo considera “nocivo”, “porque de esta manera se anestesia la conciencia de los niños y adolescentes, se rebaja el valor de la vida y se plasma como la figura del enemigo, justamente a aquellos que buscan defender y exaltar la vida”.
  
“Ponen como objetivo eliminar al niño por nacer, en lugar de protegerlo, muestran el verdadero rostro de los abortistas”, denunció Spataro.

Fuentes: Varias de Internet.
  
COMENTARIO
La sicópata y cobarde Florencia Rumpel Rodríguez es una corruptora más que en últimas le hace de idiota inútil a las élites genocidas satánicas como Hillary Diane Rodham Clinton, György Schwartz Szűcs alias “George Soros”, los Bush, los Rockefeller y los Rotschild, dopando las mentes débiles para que acepten como normal el exterminio de la humanidad para facilitarle el dominio al Anticristo, que es el fin último de las políticas de imposición del aborto (práctica que según el ex-satanista y convertido al catolicismo Zachary King, es la ofrenda máxima que se hace a satanás en las “Misas Negras” para asegurar los maleficios), la eutanasia y el matrimonio homosexual.
   
Con actuaciones como estas lo único que patentizan es que TIENEN MIEDO ante el imparable auge de los movimientos en defensa de la vida y la familia, y que las filas del extremismo radical están siendo diezmadas por deserciones (como la de Sara Winter -Sara Fernanda Giromini-, que de activista de FEMEN en Brasil pasó a ser provida luego de que sus antiguas camaradas la abandonasen a la muerte luego de un aborto) y peleas internas en torno a la personalidad (ver el caso de Oksana Schacko -fundadora y ex-activista de FEMEN-, quien se suicidó el pasado lunes 23 dejando una nota que decía “sois unos falsos”), que muestran a las claras que simplemente son agentes de distracción.

A LOS NEOCATECUMENALES

«La reprobación de la Iglesia constantiniana es la marca inequívoca de toda herejía». (NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA)

miércoles, 25 de julio de 2018

50 AÑOS DE INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA “Planificación Natural de la Familia” POR MEDIO DE “Humánæ Vitæ”

    
Actualmente (desde hace varias décadas) presenciamos en los países occidentales una violenta campaña contra la familia, en el que uno de sus frentes ha sido precisamente el ataque contra el Matrimonio en cuanto institución establecida y elevada por Dios a la categoría sacramental, toda vez que se separa el fin principal (la procreación y la educación cristiana de los hijos) de los secundarios (la ayuda mutua de los esposos –tanto material como espiritual– y la sedación de la concupiscencia), saltando a la vista las consecuencias conocidas (aborto, fecundación in vitro, vientres de alquiler, “amor libre” –tanto hetero como homosexual–, adicción y exaltación de la pornografía, etc.).
   
Y este desmoronamiento tiene su potenciación cuando, hace 50 años, el antipapa Giovanni Battista Montini Alghisi/Pablo VI firmara la seudoencíclica “Humánæ Vitæ”, que además de subvertir la escala de principios sobre el matrimonio, dio carta de constitucionalidad a la llamada “Planificación Natural de la Familia”, la cual como es sabido entra en la condena oficial que Pío XI hiciera contra los métodos anticonceptivos en la encíclica “Casti Connúbii”:
«Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta.
  
[...] Cualquier uso del matrimonio en el que maliciosamente quede el acto destituido de su propia y natural virtud procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley natural, y los que tal cometen se hacen culpables de grave delito» (Papa Pío XI, Encíclica “Casti Connúbii” sobre el Matrimonio Cristiano, 31 de Diciembre de 1930, #20 y #21).
Observad pues la distancia que media entre esta declaración doctrinal vinculante al ser Ex Cátedra, y la manifestación montiniana dándole licitud a la PNF, que aparte de ser contraria a las Sagradas Escrituras y al Magisterio Católico Tradicional, es calumniosa ya que atribuye a la Iglesia algo que JAMÁS POR JAMÁS ha aprobado:
«Si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar.
  
La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los periodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias. [...] Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá» (Antipapa Pablo VI, Encíclica “Humánæ Vitæ” sobre la regulación de la natalidad, 25 de Julio de 1968, #16).
Y que en la exhortación post-sinodal Amóris Lætítia encuentran no su oposición sino su lógica consecuencia:
«con frecuencia presentamos el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación» (Antipapa Francisco I, Exhortación apostólica post-sinodal “Amóris Lætítia” sobre el amor en la familia, 8 de Abril de 2016 –firmada el 19 de Marzo–, #36).

Aquí Bergoglio (y Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli, autor en la sombra de Amóris Lætítia), repite casi verbátim el discurso del cardenal belga Leo-Jozef Suenens Janssens en el aula conciliar el 6 de Julio de 1964, donde palabras más o menos reduce el matrimonio a una definición sicológica donde prevalece el elemento emocional y por ende, ve los hijos como un intruso en la “comunión de amor conyugal”:
«Puede suceder que hayamos aceptado las palabras de la Escritura “creced y multiplicaos” hasta de dejar eclipsadas otras palabras divinas: “Los dos serán una sola carne…” (…) A la Comisión le corresponderá determinar si no habremos concedido excesiva importancia al primero de los fines, que es la procreación, en desmedro de una finalidad igual de imperativa, que es el cultivo de la unión conyugal».
Un episodio desconocido y que sale a la luz en el nuevo libro El nacimiento de una encíclica: «Humanæ vitæ» a la luz de los Archivos vaticanos de la autoría de Gilfredo Marengo es el que se relaciona a continuación:
  
El 4 de Octubre de 1967, durante el primer Sínodo de los obispos celebrado en el Vaticano, Pablo VI le pidió al cardenal Secretario de Estado Jean-Marie Hippolyte Villot Laville que solicitara pareceres sobre la contracepción en vista de la publicación de una encíclica. Solamente 26 de los 200 obispos que estaban presentes respondieron por escrito, de los cuales estaban a favor:
  • el belga Leo-Jozef Suenens Janssens (arzobispo de Malinas-Bruselas, primado y ordinario militar de Bélgica y cardenal-presbítero de San Pedro ad Víncula);
  • el alemán Julius August Döpfner Büttner (arzobispo de Múnich-Frisinga y cardenal-presbítero pro hac vice de Santa María della Scala);
  • los estadounidenses Lawrence Joseph Shehan Schofield (arzobispo de Baltimore, primado de facto de los Estados Unidos y cardenal-presbítero de San Clemente de Letrán), John Joseph Krol Pietruszka (arzobispo de Filadelfia y cardenal-presbítero de Santa María de la Merced y San Adriano en Villa Albani), John Francis Dearden Gregory (arzobispo de Detroit y cardenal-presbítero de San Pío X en la Balduina), y John Joseph Wright Cokely (obispo de Pittsburgh –siendo obispo auxiliar de Boston, fue quien instigó por el entredicho al Centro San Benito y la excomunión del padre Leonard Feeney por su postura pro “Extra Ecclésiam nulla salus” en 1949; veinte años después del incidente fue designado prefecto de la Congregación para el Clero y creado cardenal-presbítero de Jesús Divino Maestro en Pineta Saccheti–);
  • los franceses Alexandre-Charles-Albert-Joseph Renard Delos (arzobispo de Lyon, primado de las Galias y cardenal-presbítero de la Santísima Trinidad en Monte Pincio), Pierre-Paul-Émile Martin SM (arzobispo de Numea, Nueva Caledonia –se pronunció en nombre de los obispos de las islas de los Mares del Sur–), y Claude Marie-Joseph Dupuy (arzobispo de Albi-Castres-Lavaul);
  • los canadienses Paul-Émile Léger Beauvais PSS (arzobispo de Montréal y cardenal-presbítero de Santa María de los Ángeles), Philip Francis Pocock (arzobispo coadjutor de Toronto –en 1971 asumirá como titular de dicha sede–), y George Bernard Flahiff Fleming CSB (arzobispo de Winnipeg –creado en 1969 cardenal-presbítero de Santa María de la Salud en Primavalle–);
  • el sudafricano Denis Eugene Hurley O’Sullivan OMI (arzobispo de Durban);
  • el brasileño Aloísio Leo Arlindo Gerhardt Lorscheider OFM (obispo de Santo Ângelo –en 1973 será promovido a arzobispo de Fortaleza, tres años después creado cardenal-presbítero de San Pedro en Monte de Oro, y en 1995 trasladado como arzobispo de Aparecida–);
  • el indonesio Justinus Jamin Darmojuwono (arzobispo de Semarang, ordinario militar de Indonesia y cardenal-presbítero de los Santísimos Nombres de Jesús y María en la Vía Lata), en nombre de la Conferencia Episcopal de Indonesia;
  • el danés Hans Ludvig Martensen Clemmensen SJ (obispo de Copenhague);
  • el sirio Neófito –Elías– Edelby Battouk BA (obispo auxiliar del Patriarcado de Antioquía de los greco-católicos melquitas y arzobispo titular de Edesa en Orsoena de los greco-católicos melquitas –en 1968 será designado archieparca de Alepo de los greco-católicos melquitas–);
  • y el inglés George Andrew Augustine Beck O’Keefe AA (arzobispo de Liverpool);
justificándose en varios discursos que Pío XII diera en los años 50 a las obstetras italianas aconsejando la PNF (los discursos en plaza pública del Papa cuando habla como doctor privado no son objeto de infalibilidad, cabe recordar).
 
Los que se opusieron fueron los siete restantes:
  • el estadounidense Fulton J. Sheen (obispo de Rochester);
  • el filipino Rufino Santos y Jiao (arzobispo de Manila, primado de las Filipinas y cardenal-presbítero de Santa María de los Montes);
  • el iraquí Mar Ignacio Gabriel I Tappouni (Patriarca de Antioquía de los sirocatólicos y cardenal-obispo);
  • el italiano Giuseppe Siri (el tan mentado “Papa Gregorio XVII”, arzobispo de Génova y cardenal-presbítero de Santa María de la Victoria);
  • el hindú Joseph Attipetty (obispo de Verapoly);
  • el alemán Guillermo Hartl de Laufen OFM Cap. (vicario apostólico de la Araucanía en Chile);
  • y el polaco Karol Jozef Wojtyła (arzobispo de Cracovia y cardenal-presbítero de San Cesáreo en Appia -en 1978 fue electo “Papa Juan Pablo II”, y Bergoglio le canonizó el 14 de Abril de 2014-),
enfatizando en que ya la cuestión había sido definida en  “Casti Connúbii”.
      
Montini rechazó los argumentos del bloque mayoritario porque los consideraba demasiado modernistas para su gusto, y encomendó al teólogo pontificio Mario Luigi Ciappi OP la redacción de una nueva encíclica, la cual se llamó “De nascéndæ prolis” (Sobre el nacimiento de la prole) y, firmado su original latín el 9 de Mayo de 1968, estaba para ser publicada el día 23. En ella se enfatizó que el fin primario del matrimonio es la procreación y educación cristiana de los hijos, y se buscaba dar por terminado el debate doctrinal. Pero el español Eduardo Martínez Somalo (responsable de la sección española de la Secretaría de Estado) y los franceses Jacques-Paul Martin (prefecto de la Casa pontificia) y Paul Joseph Jean Poupard (responsable de la sección francesa de la Secretaría de Estado) objetaron el proyecto por ser demasiado doctrinal, y propusieron uno más “pastoral” el 8 de Junio. Luego, Mons. Paul-Pierre Philippe OP, ex-secretario del Santo Oficio, criticó el modelo Martin-Poupard, y realizó varias correcciones, las cuales entregó el 22 de Junio a Montini, quien con asesoría de Mons. Carlo Colombo (su teólogo de cabecera) llegó al texto final que aprobó el 8 de Julio y publicó diecisiete días después: la “Humánæ Vitæ” que todos conocen y por la que muchos protestaron (el propio Suenens, el teólogo Charles E. Curran Beisner de la Universidad Católica de América en Estados Unidos, las Conferencias Episcopales de Canadá, Alemania, Austria y Suiza, el “Catecismo holandés” y el cardenal Carlo María Martini Maggia).

Regresando en materia, la reflexión que sobre esta trágica efemérides hiciera el profesor Roberto de Mattei en su artículo del 6 de Julio para CORRISPONDENZA ROMANA y que fue traducida para su propia página (y sobre la cual hemos hecho este análisis), concluye con las siguientes palabras:
«Nuestra interpretación de las palabras del cardenal Suenens no está forzada. En coherencia con su discurso, el cardenal primado de Bélgica encabezó en 1968 la revuelta de los obispos y teólogos que se alzaron contra la Humánæ Vitæ. La declaración del episcopado belga del 30 agosto de ese mismo año contra la encíclica de Pablo VI fue, junto con la del episcopado alemán, una de las primeras redactadas por una conferencia episcopal, y sirvió de modelo de protesta a otros episcopados.
  
A los herederos de aquella protesta que nos proponen reinterpretar Humánæ Vitæ a la luz de Amóris Lætítia, respondemos enérgicamente que seguiremos interpretando la encíclica de Pablo VI a la luz de Casti Connúbii y del Magisterio perenne de la Iglesia».
De más no está decir que De Mattei es un neoconservador que pretende al igual que Ratzinger Tauber hacer una lectura “tradicional” al magisterio conciliar deuterovaticano, cuando la realidad es que la Doctrina Católica y el Vaticano II se repelen entre sí como quiera que son fundamento de dos religiones diferentes y contrapuestas; y que la PNF entra en la condena citada por Pío XI. Por otra parte, el rechazo que mostraron las conferencias episcopales de Bélgica y Alemania a la encíclica montiniana, no es sino la consecuencia de la pérdida de autoridad del Papado conciliar, simbolizada por la renuncia de Montini a la tiara pontificia en 1964.
  
Es importante que nosotros los Católicos conozcamos, amemos y defendamos el Magisterio Católico Tradicional de los verdaderos Pontífices, a fin de que nuestra vida refleje la Oración y Creencia por la cual estamos luchando contra el Vaticano II y sus apostasías.
   
JORGE RONDÓN SANTOS
25 de Julio de 2018
Solemnidad de San Santiago Apóstol, Patrono de España.

ORACIÓN E HIMNO A SAN SANTIAGO APÓSTOL

Tomado de NACIONALISMO CATÓLICO SAN JUAN BAUTISTA. Vía MILES CHRISTI.
  
San Santiago Apóstol

ORACIÓN
¡Gran Apóstol Santiago, familiar cercano de nuestro Señor y aún más cercano a Él por lazos espirituales! Al ser llamado por Él entre los primeros discípulos y ser favorecido con Su especial intimidad, tú respondiste con gran generosidad, dejándolo todo para seguirle a la primera llamada. También tuviste el privilegio de ser el primero de los Apóstoles en morir por Él, sellando tu predicación con tu sangre.

“Atronador” en el entusiasmo en la tierra desde el cielo, te has mostrado defensor de Su Iglesia una y otra vez, apareciendo en el campo de batalla de los cristianos para derrotar y dispersar a los enemigos de la Cruz, y llevar a los descorazonados Creyentes a la Victoria. Fuerza de los Cristianos, refugio seguro de aquellos que te suplican con confianza, oh, protégenos ahora en los peligros que nos rodean.

Que por tu intercesión, nuestro Señor nos conceda Su Santo Amor, filial temor, justicia, paz y la victoria sobre nuestros adversarios, tanto visibles como invisibles, y sobre todo, que un día nos conceda la felicidad de verlo y tenerlo con nosotros en el cielo, en tu compañía y la de los ángeles y santos para siempre. Amén.

HIMNO
 
 
Santo Adalid, Patrón de las Españas,
Amigo del Señor;
defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.
 
Las armas victoriosas del cristiano
venimos a templar
en el sagrado y encendido fuego
de tu devoto altar.
  
Firme y segura como aquella Columna
que te entregó la Madre de Jesús
será en España la santa Fe cristiana,
bien celestial que nos legaste Tú. (Bis)
  
¡Gloria a Santiago,
Patrón insigne!
Gratos, tus hijos,
hoy te bendicen.
  
A tus plantas postrados te ofrecemos
la prenda más cordial de nuestro amor.
¡Defiende a tus discípulos queridos!
¡Protege a tu nación!
   
(Letra: Dr. Juan Barcia Caballero - Música: Manuel Soler Palmer).