El
día 24 de cada mes, para conmemorar la festividad de la Virgen
Auxiliadora (24 de Mayo), se sugiere hacer este ejercicio devoto,
recibiendo los sacramentos de la Confesión y la Comunión, y orando por
las necesidades de la Santa Iglesia. De no ser posible hacerlo, con un
fervoroso acto de contrición y una Comunión espiritual, lucrándose en
uno y otro escenario, Indulgencia aplicable a los Fieles Difuntos.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
℣. Dios mío, atiende a mi socorro.
℟. Señor, ayúdame prontamente.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, y ahora y siempre, en todos los siglos de los siglos. Amén.
PRIMERA SALUTACIÓN
Soberana
Señora, hija predilecta del Padre, Vos fuisteis designada por el mismo
Dios para ser auxilio poderoso de los Cristianos en todas sus
necesidades públicas y privadas. Por esto acuden continuamente a Vos los
enfermos en sus enfermedades, los pobres en sus apuros, los atribulados
en sus aflicciones, los náufragos en las tormentas, los soldados en las
batallas, los caminantes en los peligros, los moribundos en las ansias
de la agonía…, y todos reciben de Vos consuelos y aliento. Acoged pues,
con bondad, mis pobres plegarias, Madre de Misericordia, y cobijándome
vuestro maternal manto, asistidme amorosa en todas mis necesidades,
libradme de todo mal, y alcanzadme abundantes gracias para esta vida y
sobre todo para la hora de la muerte.
Rezar tres Avemarías, y la jaculatoria «María Auxilio de los Cristianos, rogad por nosotros».
SEGUNDA SALUTACIÓN
¡Oh María Santísima, Madre justa de mi Salvador y valioso Auxilio de los Cristianos! Vos destruisteis las herejías e hicisteis salir victoriosa a la Iglesia en las luchas más encarnizadas. ¡Cuántas personas, cuántas familas han sido no sólo libradas, sino también preservadas por Vos de las mayores calamidades! Es que en cuanto se implora vuestro auxilio, los enemigos se desbaratan, las enfermedades huyen precipitadamente, y la misma muerte se ve obligada a soltar su presa. Concededme, ¡oh María!, una viva confianza en Vos, para que en mis necesidades pueda experimentar que Vos sois verdaderamente el socorro de los necesitados, el amparo de los perseguidos, la salud de los enfermos, el consuelo de los afligidos, el refugio de los pecadores y la perseverancia de los justos.
Rezar tres Avemarías, y la jaculatoria «María Auxilio de los Cristianos, rogad por nosotros».
TERCERA SALUTACIÓN
¡Oh
María Auxiliadora, Esposa muy amada del Espíritu Santo y bondadosa
Madre de los Cristianos! Vedme a vuestras plantas implorando vuestro
Auxilio. Libradme, por piedad, del pecado, y de las acechanzas de mis
enemigos espirituales y temporales; alejad de mí los castigos que he
merecido por mis culpas; haced, en fin, que experimente en mis
necesidades los efectos de vuestra bondad y de vuestro poder. Soberana
Señora, ¡cuánto suspiro por el dichoso día en que me será dado
contemplaros cara a cara en la feliz mansión del Paraíso! Pero, a veces,
un funesto pensamiento me asalta y me dice que por mis innumerables
pecados yo no disfrutaré esa dicha. Dulcísima Madre, no permitáis tal
desventura; rogad por mí, interceded por mí, alcanzadme de vuestro Jesús
un verdadero pesar de mis culpas y la gracia de hacer una buena
confesión, a fin de que viviendo en paz los días que me quedan de vida,
coronándolos con una dichosa muerte, pueda ir al Cielo, a gozar con Vos
eternamente. Amén.
Rezar tres Avemarías, y la jaculatoria «María Auxilio de los Cristianos, rogad por nosotros».
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)