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martes, 31 de marzo de 2020

EL CRUCIFIJO DE SAN MARCELO, DAÑADO POR LA LLUVIA

Noticia publicada en FINESTRE SULL’ARTE.
    
IL MESSAGGERO: “DAÑADO EL CRUCIFIJO DE SAN MARCELO EN EL CORSO”. LA LLUVIA HABRÍA INFLADO LA MADERA
Artículo escrito el 29 de marzo de 2020, 14:31:29 (hora local)
   
   
No fue una buena idea exponer el Crucifijo de San Marcelo en el Corso bajo la lluvia batiente que antier, viernes 27 de marzo, caía sobre Roma: las imágenes de la bendición urbi et orbi del papa Francisco, del resto, nos han mostrado que la escultura del siglo XIV fue expuesta al agua y, en algunos primeros planos, se veían las gotas correr inequivocablemente el cuerpo de Cristo clavado en la cruz. Es una obra de los años setenta del Trecento (os hemos contado la historia), y estando a cuanto hoy informa el Messaggero, la exposición bajo la lluvia habría provocado serios daños a la escultura.
  
“Casi dos horas bajo el agua han inflado el secular leño” [sic], se lee en el artículo firmado por Franca Giansoldati. “Los estucos en diversos puntos han saltado, así como partes del ligero barniz antiguo, en algunas secciones después la témpera utilizada por el anónimo artista para diseñar la sangre que brota del costado se ha soltado, se ha rizado la superficie lígnea labrada sobre los cabellos, y arruinados algunos particulares sobre los brazos. Los daños están en fase de evaluación y para esto la estatua fue recubierta con prisa y prontitud en el Vaticano donde hay a disposición laboratorios de reconstrucción y restauración. Parece que a ninguno ayer al medio día haya tenido de en mente que una pieza de tal antigüedad como esa podría afrontar alteraciones bajo el temporal. Y ahora hay quien se pregunta por qué el antiguo crucifijo no fue puesto en otra parte, protegido quizá bajo el gran cobertizo papal, protegido de la lluvia batiente. Habría quedado poco espacio, cercano al escaño sobre el cual se sentaba el papa Francisco”.
  
No parecen haber llegado comentarios al respecto por el Vaticano, ni mucho menos del Estado italiano, visto que el Crucifijo de San Marcelo en el Corso es una obra de propiedad estatal, tutelada por el Fondo de Edificios de Culto del Ministerio del Interior, al cual pertenece la iglesia de la vía del Corso junto con todo su patrimonio.
   
“Los malignos”, reporta Giansoldati, “afirman que la decisión de abandonar el crucifijo milagroso a la intemperie vino del jefe de ceremonias litúrgicas, monseñor Guido Marini, a fin de poder dejar íntegra la coreografía esencial: el Papa solo bajo el cobertizo iluminado, sobre el sagrado, sin ningún otro elemento”. Pero de cada quién sea la culpa, ahora nos encontramos con una obra que habría sufrido daños importantes, porque es como si alguien le hubiese tirado encima cubetadas de agua, y obviamente todos saben cuántos daños puede provocar la humedad a la madera, especialmente si es antigua. Ahora tocará evaluar qué ha sucedido y, en el caso que los daños sean ingentes, comprender si será posible recuperar la obra, y cuánto costará hacerlo. Cuando bastaba sencillamente ponerla a resguardo.
  
Por Federico Giannini e Ilaria Baratta*
    
   
“Hizo la planta y modelo, y después comenzó a hacer murar la iglesia de San Marcelo de los hermanos de los Servi, obra verdaderamente bellísima”: la iglesia de la que habla Giorgio Vasari en sus Vidas es aquella de San Marcelo en el Corso, antiguamente conocida como San Marcelo en la vía Lata, el espléndido edificio que se encuentra en el tramo final de la vía  del Corso, casi llegando a la plaza Venecia, y el autor es el arquitecto florentino Jacopo Sansovino (Jacopo Tatti; Florencia, 1486 - Venecia, 1570), que en 1519 se ocupó de su reconstrucción, proseguida por mucho tiempo a causa de diversas vicisitudes (el saqueo de Roma que alejó a Sansovino de la ciudad, una riada, retrasos varios), tanto que solo en el siglo XVII  la iglesia pudo ser completada con la fachada proyectada oir Carlo Fontana (Rancate, 1638 - Roma, 1714). El edificio precedente, que tenía una orientación diferente (la fachada estaba sobre el lado opuesto respecto a la actual), fue destruida en la noche entre el 22 y el 23 de mayo de 1519: la tradición afirma que la única manufactura sobreviviente del incendio fue un crucifijo lígneo que decoraba el altar mayor.
  
Se trata de una obra del Trecento tardío, de la cual todavía ignoramos el autor: en la época, Roma registraba una conspicua presencia de obras similares, obras consideradas frecuentemente como taumatúrgicas y por esto objeto de constante devoción, sobre todo en la época de la Contrareforma, cuando la Iglesia debía restablecer una fe que estaba vacilante bajo la oleada de la reforma protestante. El crucifijo de San Marcelo en el Corso, fijado por los estudiosos (la última fue la historiadora del arte Claudia D’Alberto) en los años setenta del siglo XIV, está inserto en una estrecha red de envíos de obras similares, presentes en las iglesias romanas, y pertenecientes al mismo período: el nuestro, por ejemplo, está puesto en relación de dependencia con el más antiguo crucifijo de la iglesia de San Lorenzo en Dámaso, del cual toma la estructura con la parte superior del cuerpo que forma un triángulo, el fortísimo patetismo del rostro sufriente, las costillas y los pectorales muy señalados. Hay una distancia de casi cincuenta años entre las dos obras (el de San Lorenzo en Dámaso sería de la primera década del 1300), y por consecuencia la obra de San Marcelo en el Corso se presenta estilísticamente más actualizada, pero la la matriz es común: el modelo, en específico, parecería llegar del norte de Europa, circunstancia tenida en aquel tiempo en gran consideración en cuanto el crucifijo de San Lorenzo en Dámaso parecería ligado al culto de Santa Brígida de Suecia. La patrona del estado escandinavo, que vivió entre 1303 y 1373, transcurre entre la última parte de su propia existencia en Roma, y sus escritos (en particular por el Sermo Angélicus) parece que fuese devota del crucifijo de San Lorenzo en Dámaso: fácil pues imaginar cómo los artistas se han prodigado en numerosas reproducciones de la imagen arquetípica, y el mismo crucifijo de San Marcelo en el Corso es una prueba.
  
De todos modos, el crucifijo, salido ileso de las llamas que destruyeron la iglesia de San Marcelo en el corso en 1519, fue enseguida considerado milagroso por la población, y esta su luminosa fama creció cuando, en agosto de 1522, el cardenal español Raimundo Vich, obispo de Valencia y Barcelona, para desterrar una pestilencia que estaba desatada en Roma quiso llevar el crucifijo en procesión por toda la ciudad. El rito duró dieciocho días y terminó con el ingreso del crucifijo de San Marcelo en Corso en la basílica de San Pedro: en el entretiempo, la epidemia se había ralentizado, y este evento contribuyó a la reputación del crucifijo, que devino después protagonista de ulteriores procesiones, porque casi desde entonces se ha mantenido la usanza de llevar el crucifijo de San Marcelo en el Corso en ocasión de años santos o de eventos particulares. La procesión del crucifijo de San Marcelo es pues atestiguada durante diversos jubileos: en 1675, del aparato escenográfico dispuesto en torno a la procesión se ocupó el mismo  Carlo Fontana, una ulterior procesión fue organizada para el jubileo extraordinario del 1933-1934, y el crucifijo fue aún el centro de los eventos religiosos para el jubileo del 2000, cuando fue llevado a San Pedro y fue abrazado por Juan Pablo II en ocasión de la Jornada del perdón. Los eventos nos traen después al 27 de marzo del 2020, cuando el crucifijo hizo también el recorrido desde San Marcelo en el Corso a San Pedro, pero sin procesión a causa de las medidas de contención dispuestas para contrastar la pandemia de Covid-19 [sic] por coronavirus que se abate sobre el mundo entero: en esta ocasión, el papa Francisco hace poner el crucifijo ante la entrada de la basílica de San Pedro para invocar la gracia de Dios contra el dilagar de la pandemia.
   
Volviendo a la historia antigua, el evento del 1522 llevó a un grupo de fieles, guiados por algunos nobles romanos, a fundar ese mismo año una confraternidad, la Compañía de los disciplinados, cuyo estatuto fue aprobado por el papa Clemente VII en 1526 y confirmado por Julio III en 1550. Los cofrades obtuvieron el juspatronato de la cuarta capilla de la derecha en la nueva iglesia de San Marcelo en el Corso: se trata del ambiente que, hasta ahora, alberga el crucifijo trecentesco. Una de las primeras providencias de los cofrades fue la de ornar de frescos la capilla, y para hacerlo decidieron dirigirse a uno de los más importantes pintores de la época, Perin del Vaga (Piero di Giovanni Bonaccorsi; Florencia, 1501 - Roma, 1547). Sigue contando Giorgio Vasari el acontecimiento en sus Vidas: “por las alabanzas dadas en la primera obra hecha en San Marcelo, fue deliberado por el prior de aquel convento y por algunos jefes de la Compañía del Crucifijo, la cual tiene una capilla fabricada por sus hombres para reunirse, que ella se debía pintar; y así otorgaron a Perino esta obra, con esperanza de tener algo excelente de él”.
  
Perin del Vaga decoró la capilla presumiblemente entre 1525 y 1527 antes de dejar la ciudad, también él por el saqueo de Roma, tanto que terminó los frescos fue Daniel de Volterra (Daniele Ricciardelli; Volterra, 1509 - Roma, 1566), y tal vez el proyecto original afrontó modificaciones, porque hoy está degorada solamente la vuelta de la capilla, mientras el resto del local está sin adornos. Además, una ruinosa restauración de 1866 ha causado la pérdida de algunas figuras que decoraban la vuelta: en particular, no vemos más los ángeles con los instrumentos de la Pasión y los desnudos dispuestos sobre las cornisas del arco (sustituidos por modernas decoraciones en estuco). Perino pinta, en el centro de la vuelta, la escena de la Creación de Eva, mientras que sobre los lados los evangelistas: ejecutó en autonomía las figuras de Marcos y Juan, mientras que las de Mateo y Lucas fueron terminadas por el pintor volterrano. Vasari describe con claridad estas labores: “hizo en la vuelta a medio barril, en el medio, una historia cuando Dios, hecho Adán, saca de su costilla a Eva su mujer, en la cual se ve a Adán desnudo, bellísimo y artificioso, que yace oprimido del sueño, mientras que Eva se levanta vivísima con las manos juntas y recibe la bendición de su hacedor: la figura del cual esta hecha de aspecto riquísimo y grave, en majestad, derecha, con muchos paños alrededor, que van en solapas hacia el desnudo, y por una banda en mano derecha dos Evangelistas, de los cuales acabó completos San Marcos y San Juan, excepto la cabeza y un brazo desnudo. Hizo en medio entre uno y otro dos putti que abrazan para ornamento un candelabro, que verdaderamente son vivísimos de carne, y semejantemente muy bellos los Evangelistas, en las cabezas y en los paños y brazos y todo lo que Él hizo de su mano”.
  
Si los santos Marcos y Juan están muy arruinados (infiltraciones de humedad han dañado en modo grave las pinturas) y los otros son en parte signados por la intervención de Daniel de Volterra, que en la época en que se completó (entre 1540 y 1543) tenía más de 30 años como aytudante de Perin del Vaga, pero también comenzaba a madurar los primeros trabajos como artista independiente, el recuadro central con la Creación de Eva es uno de los más finos testimonios del arte de Perin del Vaga, que funda su estilo sobre la simplicidad compositiva, sobre el empleo de fuertes cangiantismos (dos colores en contraste), sobre la monumentalidad de los volúmenes que remiten a los precedentes de Miguel Ángel (y esto vale también y sobre todo para los evangelistas), sobre las posturas elaboradas. La Creación de Eva es por otra parte la obra que suscitó el interés de un gran historiador del arte como Giuseppe Fiocco, que en el 1913, en su ensayo publicado en el Bollettino d’arte, después de haber reconstruido la historia de la obra, criticó antes la figura del Padre Eterno, “desde la bella cabeza libremente inspirada en el Moisés de Buonarroti”, pero “que tiene como ahogado el cuerpo en los muchos pliegues de los paños”, y “la Eva corpulenta, aunque vivacísima en el movimiento”, para después alabar sin reservas “el artificioso desnudo de Adán, menos ciegamente calcado sobre su terrible modelo, y sumergidísimo en el abandono del sueño y en la elegante proporción del cuerpo”. Un desnudo que no será hacer difícil resaltar, dada la postura, al Dios fluvial de Miguel Ángel hoy propiedad de la Academia de las Artes del Diseño. Fiocco resaltaba después los reclamos rafaelescos, en particular en los putti que animan los recuadros con los evangelistas y que reclaman al Rafael de los frescos de Santa María de la Paz.
  
No son estas sin embargo las únicas obras de arte que acompañan la historia del crucifijo de San Marcelo en el Corso: hay de hecho pinturas que narran precisamente los acontecimientos. En 1564, la Compañía de los disciplinados fue elevada al rango de archiconfraternidad y por consecuencia aumentó el número de los miembros, tanto que el sodalicio tuvo la necesidad de dotarse de una nueva sede, de un lugar de culto más grande de la capilla en la iglesia de San Marcelo en el Corso: ya que algunos años antes, en 1556, dos miembros de la confraternidad, Cencio Frangipani y Tommaso de’ Cavalieri (Roma, 1509 - 1587), este último conocido por su gran amistad con Miguel Ángel, individualizaron el posible lugar (un terreno ocupado por dos stalle, no lejano de la iglesia de San Marcelo en el Corso) sobre el cual se habría edificado el Oratorio del Crucifijo. La primera pieda fue solemnemente puesta por el cardenal Ranuccio Farnesio (una lápida recuerda que el cantero pudo partir gracias a los recursos ofrecidos por él y de su hermano Alejandro) el 3 de mayo de 1562 y la edificación del oratorio terminó ya al año siguiente: los trabajos, sin embargo, fueron completados en 1568 cuando fue erigida la fachada, según el proyecto del joven arquitecto Giacomo della Porta (Porlezza, 1532 - Roma, 1602), que fue responsable de todo el edificio (tenía solo treinta años cuando presentó el diseño del oratorio a la confraternidad) En los años siguientes se sucedieron las intervenciones artísticas: el cielo raso de madera artesonada fue terminado entre 1573 y 1574 (será sustituido después en 1879), y entre 1578 y 1583 se procedió con los frescos de las paredes laterales, que debían relatar las Historias de la Cruz, en las cuales trabajaron, bajo la supervisión del mismo Tommaso de’ Cavalieri y del pintor Girolamo Muziano (Acquafredda, 1532 - Roma, 1592), algunos entre los más grandes pintores de la época, y entre ellos Giovanni de’ Vecchi (Borgo Sansepolcro, 1536 circa - Roma, 1614), al cual se debe la elaboración del esquema general, Niccolò Circignani llamado el Pomarancio (Pomarance, 1530 circa - después 1597), Cesare Nebbia (Orvieto, 1536 - 1614), el otro Pomarancio, o sea Cristoforo Roncalli (Pomarance, 1553 circa - 1626), Baldassarre Croce (Bolonia, 1558 - Roma, 1628) y Paris Nogari (Roma, 1536 circa - 1601). De’ Vecchi era el pintor preferido de Alessandro Farnesio, Nebbia era el mejor de los alumnos de Muziano, Circignani había trabajado con todos los otros tres, mientras Croce, Nogari y Roncalli fueron “reclutados” por las canteras de la Galería de las Cartas Geográficas del Vaticano, donde todos los tres estaban activos en los años ochenta junto a Circignani (fue con toda probabilidad él quien recomendó a sus colegas).
   
La contrafachada fue en cambio totalmente decorada con frescos que relatan las historias de la confraternidad, en las cuales están obviamente incluidos los acontecimientos del crucifijo milagroso de San Marcelo en el Corso. A fin de la lectura cronológica de los sucesos narrados, tenemos el crucifijo de San Marcelo que sobrevive al incendio de la iglesia (obra de Cristoforo Roncalli), la procesión del crucifijo de 1522 (de Paris Nogari), la aprobación de los estatutos de la Compañía de los disciplinados (de Baldassarre Croce) y la fundación del convento de las monjas capuchinas en el Quirinal (de Cristoforo Roncalli): este último fue construido en 1571 por la Compañía de los disciplinados después de recibir en donación el área que habría albergado el edificio de la noble Juana de Aragón Colonna, duquesa de Tagliacozzo. La decoración de la pared de entrada comenzó en 1583, poco después de completar las paredes laterales, lo hipotizamos sobre la base del único pago que se conserva, relativo a la escena de la fundación del convento de las capuchinas del Quirinal): los frescos fueron conducidos estilísticamente en forma muy homogénea, tanto que la escena con la aprobación de los estatutos fue en el pasado atribuida a Nogari, pero en 1963, durante los trabajos de restauración que involucraron todo el oratorio, fue descubierta la firma de Baldassarre Croce y fue posible por tanto reconducir al boloñés la escena. Típicos ejemplos de la manera romana, los frescos del Oratorio del Crucifijo se distinguen por su gran facilidad de lectura, la presencia de pocas figuras dotadas de proporciones importantes, la amplitud de los volúmenes (se ven las figuras en primer plano en la escena de la procesión). Sobre las escenas destacan las de Cristoforo Roncalli, que se distinguen de la de Croce (esta última, por otra parte, muy arruinada) y por el episodio representado por Nogari para una mayor precisión formal, por las figuras menos esteoretipadas, por el lenguaje más potente (basta ver la figura en primer plano en la escena del incendio).
   
El Oratorio continuó enfrentando refacciones en los siglos siguientes, comenzando por el altar mayor, restaurado en 1740 para acoger mejor el crucifijo cinquecentesco, inspirado en el de San Marcelo en el Corso, donado por un fiel en 1561. Diversas restauraciones siguieron en el siglo XIX, en el momento que la pequeña iglesia fue dañada durante la ocupación napoleónica, mientras que entre los siglos XIX y XX la pérdida de fieles y la menor actividad de la confraternidad arrojaron al oratorio en el olvido: solo en el 1963, cuando el edificio fue confiado al cuidado de las Hermanas de Betania, resurgió con una restauración dirigida por Arnolfo Crucianelli, y posteriores intervenciones se han conducido en 1989 y en el 2000, estas últimas en ocasión del jubileo de aque año, con la restauración de la fachada. Hoy, el oratorio del crucifijo es sede del Oratorio Musical Romano, que prosigue la secular tradición de los conciertos de música sacra que se tienen siempre dentro del edificio casi desde el siglo XVI.
  
En cuanto al crucifijo de San Marcelo en el Corso, la obra continúa siendo objeto de fuerte veneración. Y para mantener vivo el culto de la obra milagrosa, está hoy la archiconfraternidad del Santísimo Crucifijo en la Urbe, heredera de la Compañía de los disciplinados, y activa en el edificio de culto de la vía del Corso, que sigue acogiendo a millares de fieles y devotos que concurren a orar ante esta escultura. Como por quinientos años a esta parte.
  
Bibliografía de referencia
  • Kira Maye Albinski, Art, ritual and Reform: the archconfraternity of the Holy Crucifix of San Marcello in Rome, tesis doctoral en Historia del Arte, The State University of New Jersey, 2017
  • Claudia D’Alberto, Roma al tempo di Avignone. Sculture nel contesto, Campisano Editore, 2013
  • Stefano Pierguidi, Un cantiere ‘gregoriano’ fuori dal Vaticano: l’oratorio del SS. Crocifisso in Claudia Cieri Via, Ingrid D. Rowland, Marco Ruffini (editor), Unità e frammenti di modernità: arte e scienza nella Roma di Gregorio XIII Boncompagni, 1572 - 1585, Serra, 2012, pp. 265-275
  • Emanuela Chiavoni, Il disegno di oratori romani: Rilievo e analisi di alcuni tra i più significativi oratori di Roma, Gangemi, 2008
  • Rhoda Eitel-Porter, The Oratorio del SS. Crocifisso in Rome Revisited in The Burlington Magazine, Vol. 142, No. 1171 (octubre 2000), pp. 613-623
  • Laura Gigli, San Marcello al Corso, Palombi Editore, 1996
  • Sandro Benedetti, Sergio Zander, L’Arte in Roma nel secolo XVI, Cappelli, 1992
*Federico Giannini e Ilaria Baratta son los fundadores de FINESTRE SULL’ARTE.

LOS ENGAÑOS DE LA DICTADURA COMUNISTA CHINA (Para los que les gusta el comunismo chino)


VARGAS LLOSA Y LA PESTE CHINA
AMÍLCAR APONTE OCHOA

El recién pasado domingo 15 de este mes y año, como lo acostumbra semanalmente en el diario El País de España, nuestro Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa escribió un artículo que tituló “¿Regreso al Medioevo?”, donde destaca a la actual pandemia de la “Peste China”, como realmente debiera llamarse y no alcahuetamente Covid-19 o Coronavirus; donde en un párrafo apunta:
“Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es. Por lo menos un médico prestigioso, y acaso fueran varios, detectó este virus con mucha anticipación y, en vez de tomar las medidas correspondientes, el Gobierno intentó ocultar la noticia, y silenció esa voz o esas voces sensatas y trató de impedir que la noticia se difundiera, como hacen todas las dictaduras. Así, como en Chernóbil, se perdió mucho tiempo en encontrar una vacuna. Sólo se reconoció la aparición de la plaga cuando ésta ya se expandía. Es bueno que ocurra esto ahora y el mundo se entere de que el verdadero progreso está lisiado siempre que no vaya acompañado de la libertad. ¿Lo entenderán de una vez esos insensatos que creen que el ejemplo de China, es decir, el mercado libre con una dictadura política, es un buen modelo para el tercer mundo? No hay tal cosa: lo ocurrido con el coronavirus debería abrir los ojos de los ciegos.”
La franqueza allí condensada, de la responsabilidad del gobierno comunista Chino en esta catástrofe planetaria, catalogada por la OMS como una pandemia de consecuencias impredecibles e inimaginables, como es su costumbre cuando se le dice la verdad, le causó ira y de inmediato ordenó censurar a Vargas Llosa, sacando de circulación sus obras, a pesar de ser el escritor de habla hispana más leído en ese país.
   
Así mismo, la embajada China en la República del Perú emitió un comunicado donde entre otras cosas dice lo siguiente:
“No sabemos qué contribuciones ha hecho el Sr. Vargas Llosa para el combate contra el Covid-19 tanto en Europa como el Perú...…”
No es del oficio o profesión de Vargas Llosa salir a contribuir a combatir esa “Peste China” en ninguna parte, pero sí es de su oficio como intelectual y escritor, además, por su talante democrático y como defensor a ultranza de la libertad de la ciudadanía de cualquier país oprimido, expresar públicamente mediante la denuncia certera, cuando se trate de disfrazar, matizar, esconder o reprimir la voluntad de los pueblos a ser libres, aún, a costa de sufrir cualquier represión en su contra por parte de los opresores y la China comunista ni con su propaganda, esto lo puede ocultar.
    
Lo que sí puede estar segura la dictadura comunista china, es que Vargas Llosa no ha contribuido en nada para que ese virus se haya propagado y cobrado tantas vidas, y una hecatombe planetaria, como ellos si lo han hecho.
   
Continúa el comunicado con: “Respetamos la libre expresión, pero eso no implica aceptar arbitrarias difamaciones y estigmatizaciones”; ..la desfachatez y el cinismo son características que identifica a los comunistas, al grado de causar risa, como eso de que la dictadura comunista china respete la libre expresión, ni de pensamiento ni de nada; y creen que pueden jugar con el castellano: decir la verdad no es difamar, y estigmatizar según el diccionario es “Marcar a uno con un hierro candente”, el único hierro candente que utiliza el gobierno dictatorial y comunista chino es la opacidad, ocultismo, falacias, embustes y las mentiras que dicen.

Concluye el escrito de la embajada china con: “La embajada china seguirá defendiendo firmemente la imagen y dignidad de nuestro país”; sería muy bueno que lo hicieran devolviendo la libertad a un pueblo oprimido, censurado, sin libertad y que alguna vez digan la verdad.

Es público, notorio y comunicacional, el basamento de lo expuesto por Vargas Llosa, verdades que a continuación indicamos:
  1. La peste que asola al planeta es de origen Chino, aunque por celestinaje la OMS no lo diga, o es que acaso no se inició en una población denominada Wuhan, ¿Dónde queda, pues?.
  2. En diciembre del 2019 tenían identificado el virus y comprobado que se trasmitía a los seres humanos, la dictadura impidió que los científicos alertaran al mundo y dar la información, antes por el contrario ordenaron destruir las muestras de laboratorio que explicaban la causa de la neumonía viral.
  3. Durante todo el mes de enero los asesinos del gobierno chino negaron que lo que ocurría fuera un caso de transmisión persona a persona.
  4. Esa dictadura comunista es tan brutal y malévola que hicieron callar a los médicos y científicos que querían alertar al mundo de la gravedad de la “Peste China”.
  5. El Dr. Li Weliang en diciembre empezó a alertar a sus compañeros de la escuela de medicina sobre lo contagioso del virus, parecido al SARS que el año 2000 se esparció desde China al resto del mundo y causó muchos muertos.
  6. El Dr. Li Weliang fue arrestado por la dictadura y para liberarlo tuvo que suscribir un documento donde aceptaba haber cometido un error, hacer declaraciones falsas en las redes sociales y se comprometía a reflexionar sobre sus errores.
  7. La policía de la dictadura utilizó durante varias semanas la televisión pública, única que hay, para desacreditar a dicho Médico y pedían a la población a no creer en rumores.
  8. El Dr. Li Weliang junto a otros Médicos fueron silenciados, murió a los 34 años contagiados por el virus y dejó una esposa embarazada y un pequeño hijo, así respetan la libertad de expresión los comunistas chinos.
  9. Una dictadura comunista tan genocida, que promovió el banquete del año nuevo lunar a finales de enero, festividad tradicional donde millones de chinos se trasladaron a otras localidades para visitar familiares, a pesar de la información que tenía pero ocultaban, y de la velocidad del contagio entre personas.
  10. El 23 de enero aproximadamente 5 millones de chinos abandonaron Wuhan, y prominentes chinos que criticaron la actitud de la dictadura, fueron desaparecidos.
  11. Escondieron información, destruyeron muestras de laboratorio, frenaron pruebas, negaron durante varias semanas la transmisión viral, y no tomaron ninguna medida para evitar que el virus se propagara por el planeta.
  12. Un estudio publicado este mes concluyó que si la dictadura comunista china hubiera actuado en diciembre del 2019 diligentemente, la cantidad de contagios podría haberse reducido en un 95% y su extensión geográfica se habría limitado.

  
Con todos estos elementos y partiendo del principio según el cual, todo aquel que cause un daño está en la obligación de repáralo y resarcirlos, la dictadura comunista china debe subvencionar a los países que están sufriendo de esta pandemia, en el caso de Venezuela el gobierno en vez de solicitar préstamo al FMI, debe exigirle a su socio china la indemnización por los daños causados por el virus, pero además, por su contribución al desastre económico que padecemos.
  
La dictadura comunista china, ha cometido un delito de lessa humanidad y debe buscarse la manera de solicitar su enjuiciamiento.
  
Mario Vargas Llosa es de nuestro patrimonio, del mundo libre y no debemos permitir que sea denigrado por unos asesinos, opresores, déspotas, tiranos comunistas.

¡¡¡¡Libertad!!!!, difúndelo.

lunes, 30 de marzo de 2020

EL MODERNISTA JEAN GUITTON CONSIDERABA EL NOVUS ORDO “UN SERVICIO PROTESTANTE”

Tomado de ASOCIACIÓN CULTURAL MONTFORT. Traducción propia.
    
Jean Marie Pierre Guitton Bertrand
    
Considerando la reforma litúrgica de la Misa, impuesta por el Papa Pablo VI a toda la Iglesia latina en los años 70, Jean Guitton, modernista y masón, hace, entre otras, las siguientes afirmaciones:
  1. Antes del concilio, la Misa era la Misa. Evidentemente en latín no se entendía nada, pero se tenía la impresión (¿¿¿impresión???) que era la Misa. Sin embargo, ahora se tiene la sensación que sea la traducción de un servicio protestante. Desde mi punto de vista, la reforma de la liturgia deseada por el concilio (Vaticano II) era buena; pero ella no quería que la Misa, la Eucaristía, fuesen sacrificadas, ni mucho menos reducidas a lo que los protestantes hacen durante su ceremonia, que llamamos la cena. Por ejemplo, cuando se decidió que el sacerdote no celebrase más vuelto al altar, dándole las espaldas a los fieles, sino de cara hacia ellos, fue ejecutada una reforma decisiva que realmente perturbó a muchos cristianos. Con razón (¿¿¿Con razón???) se quiso celebrar la liturgia en la lengua común —para que los fieles la comprendiesen—, pero sin querer abolir lo sagrado. Hoy, prácticamente, la Eucaristía no tiene más el carácter sagrado, serio y divino que tenía en el pasado. (...)”. [J. Guitton con Francesca Pini, L’infinito in fondo al cuore, (El infinito en el fondo del corazón). Ed. Mondadori, Milán, 1998, pág. 103. La negrilla es nuestra].
  2. “(...). Frecuentemente me pregunto si los sacerdotes que rezan la Misa creen verdaderamente que la hostia sea el cuerpo y la sangre de Cristo. Principalmente cuando —terminada la función— los vemos huir con prisa y furia de la iglesia, como si hubiesen acabado su jornada. Entonces las personas se preguntan si los sacerdotes creen verdaderamente. Si los sacerdotes no creyesen, de hecho, ¿por qué ellos deberían creerlo?” (Op. cit., pág. 104. La negrilla es nuestra).
  3. A la pregunta de Francesca Pini si “hoy, por tanto, la misa corre el riesgo de asemejarse a una liturgia de la palabra”, Guitton responde:
    Los  protestantes no tienen esta idea del sacramento, de la transubstanciación: ellos repiten lo que ha hecho Jesucristo, pero en modo simbólico. Su cena es una liturgia de la palabra, no es un acto que transforma (¿¿¿transforma o transubstancia???) el pan y el vino en el cuerpo y en la sangre de Cristo en el sentido fundamental del gesto, así como piensan (¿?) los católicos. La Iglesia católica tiene razón de querer tornar su liturgia más accesible y comprensible a los protestantes, ¡pero no puede abandonar la esencia del catolicismo: que en el pan y el vino consagrados están el cuerpo y la sangre de Cristo en el sentido sustancial, verdadero y profundo!” (Ibid., pág. 104. La negrilla es nuestra).
Preguntamos: Jean Guitton, considerado el “más grande filósofo católico del siglo XX”, amigo íntimo de Pablo VI, presente en el concilio Vaticano II y el único laico que, en toda la historia de la Iglesia, ha tenido el derecho de hablar en un concilio, Guitton, en su crítica a la “Nueva Misa” de Pablo VI, ¿ha afirmado, o no, una verdad?
 
Como simples católicos laicos, esperamos una seria respuesta, clara y objetiva, particularmente de parte de los teólogos, a esta cuestión importante y actual.
  
MARCO FEDELI
Junio de 2003

ALOCUCIÓN “Jamdúdum Cernímus”, SOBRE LA “UNIFICACIÓN DE ITALIA”

  
El 17 de Marzo de 1861, el rey de Piamonte-Cerdeña Víctor Manuel II de Saboya se arrogó “por sí y para sus sucesores el título de Rey de Italia”, marcando así la etapa final del proceso de “unificación” iniciado en 1848 y que, para el momento, había arrebatado a los Estados Pontificios la Umbría y las Marcas, conquistado las Dos Sicilias y ahora ponía sus miras contra Roma.
  
Al día siguiente, el bienaventurado Papa Pío IX, en Consistorio extraordinario, pronunció la alocución “Jamdúdum Cernímus”, un discurso que más allá de la contingencia histórica, merece una capital importancia para todo católico que se precie de serlo, como quiera que es una de las fuentes del Sýllabus Errórum y proclama que no se puede (como desde 1958 hacen los pretendidos “ocupantes” del Petrino Solio) tender la mano al “progreso y civilización” si el sistema que lo promete busca la descristianización del mundo.
  
La traducción al español proviene de la Revista Católica del Obispado de Barcelona, edición del 30 de Marzo de 1861, publicada en la Colección de las alocuciones consistoriales, Encíclicas y demás Letras Apostólicas de los Soberanos Pontífices Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VI, Pío VII, León XII, Gregorio XVI y Pío IX citadas en la Encíclica y en el Sýllabus de 8 diciembre de 1864 en latín y español, compilada bajo la dirección del canónigo Dr. Antonio Posa y Morera en 1865.
 
ALOCUCIÓN “Jamdúdum Cernímus” DE NUESTRO SANTO PADRE EL PAPA PÍO IX, PRONUNCIADA EN EL CONSISTORIO SECRETO DE 18 MARZO DE 1861.
 
Venerables Hermanos.
  
Ya en otro tiempo os hice notar el triste conflicto en que particularmente en nuestros tristes tiempos se encuentra nuestra sociedad a causa de la lucha continua entre la verdad y el error, entre la virtud y el vicio, entre la luz y las tinieblas. Puesto que por una parte los unos defienden ciertas modernas exigencias, que según dicen, son convenientes a la civilización, mientras otros por otro lado sostienen los derechos de la justicia y de nuestra Santísima Religión. Los primeros piden que el Romano Pontífice se reconcilie y avenga con el Progreso, con el Liberalismo, como lo llaman, y con la civilización moderna: otros empero con razón claman, para que se conserven íntegros e intactos los inmóviles e inconcusos principios de la justicia eterna, y se mantenga en todo su vigor altamente saludable nuestra divina Religión, que no solo engrandece la gloria de Dios y trae el oportuno remedio a tantos males que afligen al género humano, sí que también es la única y verdadera norma, por la cual los hijos de los hombres formados en esta vida mortal en todo género de virtudes son conducidos al puerto de la bienaventuranza.
    
Mas los propagadores de la civilización moderna no reconocen esta diferencia, como quiera que se tienen a sí propios por verdaderos y sinceros amigos de la Religión. Y aun Nos quisiéramos dar crédito a sus palabras, si no nos manifestasen todo lo contrario los tristísimos hechos, que todos los días pasan a nuestra vista. Y a la verdad, una es tan solo la verdadera y santa Religión fundada y establecida en la tierra por Nuestro Señor Jesucristo, que siendo fecundo origen de todas las virtudes, como que les da vida y aliento, y expele los vicios y da libertad a las almas, y nos indica la verdadera felicidad, se llama Católica, Apostólica, Romana. Mas ya en nuestra Alocución del consistorio habido el dia 9 de Diciembre del año 1854, ya os manifestamos lo que debemos pensar, de los que viven fuera de esta arca de salvación, y ahora reproducimos y confirmamos la misma doctrina. Sin embargo, a los que para bien de la Religión nos encarecen, que nos asociemos a la civilización moderna, debemos preguntarles si son tales los hechos, que puedau inducir al Vicario de Jesucristo instituido en la tierra por el mismo, y por virtud divina para defender la pureza de su celestial doctrina, y apacentar y confirmar a los corderos y a las ovejas en la misma, a que sin grave detrimento de la conciencia y grande escándalo de todos se alíe con la civilización moderna, cuyas obras, nunca bastante deplorables, son malas, y cuyas tristes opiniones proclaman errores y principios, que son del todo contrarios a la Religión Católica y a su doctrina. Y entre estos hechos nadie ignora cómo se quebrantan, casi luego de iniciados, hasta los solemnes Concordatos hechos entre esta Sede Apostólica y los Reales Príncipes, como aconteció tiempo atrás en Nápoles: de lo cual, Venerables Hermanos, una y otra vez nos hemos quejado en esta vuestra solemne reunión, y reclamamos en gran manera del mismo modo, con que hemos protestado en otras circunstancias contra semejantes violaciones y actos de audacia.  
Pero esta civilización moderna, mientras presta su protección a los cultos no católicos, y no impide a los infieles el obtener cargos públicos, y cierra a sus hijos las escuelas católicas, enójase contra las Comunidades Religiosas, contra los institutos fundados para regularizar las escuelas católicas, contra muchísimos eclesiásticos de todas categorías, revestidos de grandes dignidades, de los cuales no pocos están desterrados o en las cárceles, y también contra los seglares, que adictos a Nos y a esta Santa Sede defienden con valor la causa de la Religión y de la justicia. Esta civilización, mientras protege con largueza a los institutos y personas anticatólicas, despoja de sus legítimas posesiones a la Iglesia Católica, y emplea todos sus consejos y desvelos en disminuir la saludable influencia de la propia Iglesia. Fuera de esto, mientras concede la mas ámplia libertad para la publicación de frases y escritos, en que se ataca a la Iglesia, y a los que le son sinceramente adictos, y mientras anima, sostiene y fomenta la licencia y se muestra sumamente precavida y moderada en reprender los violentos excesos, que se cometen de palabra y por escrito, emplea toda su severidad en castigar a los aludidos si juzga que salvan ni siquiera levemente los límites de la templanza.
   
Y a esta civilización ¿pudiera jamas el Romano Pontífice tenderle su mano, y formar con ella sincera unión y alianza? Dése a las cosas su verdadero nombre, y esta Santa Sede nunca faltará a lo que a sí se debe. Esta Santa Sede fue la que patrocinó y fomentó la verdadera civilización; y los monumentos históricos dan elocuente testimonio, y prueban que en todos tiempos la Santa Sede ha introducido la verdadera y real humanidad de costumbres, y moralidad y la ilustración en las más apartadas regiones de la tierra. Mas cuando bajo el nombre de civilización se quiere entender un sistema establecido a propósito para debilitar y acaso destruir la Iglesia de Jesucristo, nunca esta Santa Sede ni el Romano Pontífice podrán formar alianza con semejante civilización; pues, como dice muy acertadamente el Apóstol San Pablo, «¿qué hay de común entre la justicia y la iniquidad, o qué alianza puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿qué alianza cabe entre Cristo y Belial?» (II Cor. VI, 14-15).
   
¿Con qué decoroso fin, por consiguiente, levantaron su voz los perturbadores y protectores de la sedición para exagerar los esfuerzos intentados en vano por ellos mismos para formar alianza con el Soberano Pontífice? Este, que saca toda su fuerza y vigor de los principios de la justicia eterna, ¿cómo pudiera jamás prescindir de ellos para debilitar su santísima fe, y aun para arriesgar a la contingencia de perder su especial esplendor y gloria, que casi de veinte siglos a esta parte lo corresponde por ser el centro y la verdadera Sede de la Verdad Católica? Ni puede objetarse que esta Sede Apostólica, en lo relativo al gobierno civil o temporal ha desatendido las demandas de los que han manifestado desear un Gobierno más liberal; y omitiendo antiguos ejemplos, hablemos de nuestros desafortunados días. Luego que la Italia obtuvo de sus legítimos príncipes instituciones liberales, Nos cediendo a nuestros paternales sentimientos dimos parte a nuestros hijos en el gobierno civil de nuestro territorio pontificio, e hicimos las oportunas concesiones, coa sujeción empero a ciertas medidas prudentes, para que la influencia de hombres perversos no envenenase la concesión, que con ánimo paternal hacíamos. Pero ¿qué sucedió? La desenfrenada licencia se aprovechó de nuestra magnanimidad, y fueron regados con sangre los umbrales del Palacio, en que se habían reunido nuestros ministros y diputados, y la impía revolución se levantó sacrilegamente contra el que les había concedido semejante beneficio. Y si en estos últimos tiempos se nos han dado consejos relativamente al gobierno civil, no ignoráis, Venerables Hermanos, que los admitimos, exceptuando y rechazando lo que no hacía referencia a la administración civil, sino que tendía a que se accediese a la parte del despojo que ya se había consumado. Pero no hay que hablar de los consejos bien recibidos, y de nuestras sinceras promesas, de ponerlos en práctica, cuando los que tendían a moderar las usurpaciones dijeron en alta voz, que no querían precisamente reformas, sino la rebelión absoluta y la completa emancipación del Príncipe legítimo. Y ellos mismos, pero no el pueblo, eran los autores y promovedores de tan grave maldad, que lo llenaban todo con sus gritos, para que pudieran con razón decirse de ellos lo que el Venerable Beda decia de los fariseos y escribas enemigos de Jesucristo: «No eran algunos de la multitud, sino los fariseos y los escribas los que le calumniaban, como dan fe de ello los Evangelistas» (Libro IV, cap. 48, en Lucas cap. XI).
   
Mas los que atacan al Pontificado Romano no solo tienden a despojar completamente de todo su legítimo poder temporal a esta Santa Sede y al Romano Pontífice, sino que aspiran a que se debilite, y, si posible fuere, desaparezca del todo la virtud y la eficacia de la Religión Católica; y por lo tanto afectan de esta suerte a la obra del mismo Dios, al fruto de la redención y a la santa fe, que es la más preciosa herencia que nos ha legado el inefable sacrificio que se consumó en el Gólgota. Y que todo esto es lo cierto lo demuestran claramente, no solo los hechos que se han realizado ya, sino también los que vemos amenazar cada día. Ved en Italia cuántas diócesis están privadas de sus Obispos por los citados impedimentos, con aplauso de los protectores de la civilización moderna, qae dejan a tantos pueblos cristianos sin pastores, y se apoderan de sus bienes hasta para hacer de ellos un mal uso. Ved cuántos Prelados viven hoy en el destierro. Ved, y lo decimos con imponderable sentimiento, cuántos apóstatas que hablando, no en nombre de Dios, sino en el de satanás, y fiando en la impunidad que les concede el fatal sistema del régimen vigente, descarrían las conciencias, e impelen a los débiles a la prevaricación, y vuelven más temerarios a los que han incurrido ya en vergonzosos errores, y se empeñan en rasgar la túnica de Jesucristo, proponiendo y aconsejando el establecimiento de iglesias nacionales, como dicen ellos, y otras impiedades por el estilo. Y después que de esta suerte han insultado a la Religión, a la cual por hipocresía le aconsejan que forme alianza con la civilización moderna, no vacilan con igual hipocresía en excitar a Nos, a que Nos reconciliemos con la Italia. Más claro: cuando despojados casi de todos nuestros dominios temporales sobrellevamos los graves gastos anexos a nuestra doble representación como Pontífice y Príncipe temporal con los piadosos donativos de los hijos de la Iglesia Católica, que nos remiten cada día con el mayor afecto; cuando se nos ha señalado como blanco del odio y de la envidia por los mismos que nos piden una reconciliación, quisieran además que declarásemos públicamente que cedemos a la libre propiedad de los usurpadores las provincias usurpadas de nuestros dominios temporales. Y con esla atrevida e inaudita demanda pretenden que esta Apostólica Sede, que fue y será siempre el baluarte de la verdad y de la justicia, sancionase, que un agresor inicuo puede poseer tranquila y honradamente una cosa arrebatada con injusticia y violencia, estableciéndose de esta suerte el falso principio, de que la santidad del derecho nada tiene que ver con una injusticia consumada. Y esta demanda es incompatible hasta con las solemnes palabras con que en un grande e ilustre Senado se declaró no ha mucho tiempo que «el Romano Pontífice es el representante de la principal fuerza moral en la sociedad humana». De lo cual se desprende, que no puede en manera alguna consentir en un despojo vandálico sin fallar a los fundamentos de la disciplina moral, de la que se reconoce ser, digámoslo así, la primera forma e imagen.
  
Si alguno, empero, o seducido por el error, o cediendo al temor, quisiere dar consejos conforme con las injustas aspiraciones de los perturbadores de la sociedad civil, es preciso que, especialmente en nuestros días se convenza de que nunca se darán ellos por satisfechos, mientras no puedan hacer que desaparezca todo principio de autoridad, todo freno religioso, y toda regla de derecho y de justicia. Y estos perturbadores tanto han hecho ya, así de palabra como por escrito, para desgracia de la sociedad civil, que han pervertido los humanos entendimientos, han debilitado el buen sentido moral, y han quitado todo horror a la injusticia, y no perdonan esfuerzos para persuadir a todos que el derecho invocado por las personas honradas no es mas que una voluntad injusta, que debe desatenderse por completo: «¡Ay! verdaderamente lloró la tierra, y cayó, y desfalleció; cayó el orbe, y desfalleció la alteza del pueblo de la tierra. Y la tierra fue inficionada por sus moradores, porque traspasaron las leyes, mudaron el derecho, rompieron la alianza sempiterna» (Isaías XXIV, 4-5).
   
Pero en medio de esa oscuridad tenebrosa, que Dios por sus inescrutables designios permite en ciertas gentes, Nos ciframos toda nuestra esperanza y confianza en el clementísimo Padre de las misericordias, y Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones. Él es, Venerables Hermanos, quien os infunde el espíritu de unanimidad y de concordia, y os lo infundirá cada día mas, para que unidos a Nos íntimamente estéis dispuestos a sufrir con Nos la suerte que nos tenga reservada a cada uno de nosotros por secreto designio de su divina providencia. Él es quien une con el vínculo de la caridad entre sí, y con este centro de la verdad y de la unidad católica a los Prelados del Orbe Católico, que instruyen en la doctrina de la verdad evangélica a los fieles confiados a su cargo, y les muestran el camino que han de seguir en medio de tanta oscuridad, anunciando con prudencia a los pueblos las verdades santas. Él es quien difunde sobre todas las naciones católicas el espíritu de oración, e inspira a los disidentes el sentimiento de la equidad para que formen una apreciación exacta de los acontecimientos actuales. Mas esta admirable unanimidad de Oraciones en todo el Mundo Católico, y las unánimes demostraciones de amor hacia Nos, expresadas de tantos y tan variados modos (que es difícil encontrar otro ejemplo igual en anteriores tiempos), claramente demuestran cuánto necesitan los hombres de rectas intenciones dirigirse a esta Cátedra del bienaventurado Príncipe de los Apóstoles, luz del mundo, que siendo la maestra de la verdad, y la mensajera de la salvacion, siempre enseñó, y nunca dejará de enseñar hasta la consumación de los siglos las inmutables leyes de la justicia eterna. Y está tan lejos de creer que los pueblos de Italia se hayan abstenido de estos evidentísimos testimonios de amor filial y de respeto hacia esta Sede Apostólica, como que centenares de miles nos han dirigido afectuosamente cartas, no para suplicarnos que accediésemos a la reconciliación solicitada, sino para compadecerse vivamente de nuestras molestias, angustias y pesadumbres, y asegurarnos del modo más completo su afecto, y detestar una y mil veces el perverso y sacrílego despojo del dominio temporal Nuestro y de la Santa Sede.
  
Siendo así, antes de terminar, declaramos explícitamente ante Dios y ante los hombres, que no hay causa alguna por la cual debamos reconciliarnos con nadie. Ya que empero, si bien sin mérito alguno por nuestra parte, somos el representante en la tierra de Aquel que rogó y pidió perdón para los pecadores, no podemos menos de sentirnos inclinados a perdonar a los que Dos odiaron, y a rogar por ellos, para que con el auxilio de la divina gracia se conviertan, y de esta suerte sean merecedores de la bendición del que es Vicario de Jesucristo en la tierra. Con sumo gusto rogamos, pues, por ellos, y al punto que se convirtieren estamos dispuestos a perdonarles y bendecirles. Entre tanto, no podemos a pesar de todo mirarlo con indiferencia, como los que no toman interés alguno por las calamidades humanas; no podemos menos de conmovernos hondamente y de dolernos, y de considerar como nuestros los más graves perjuicios y males causados perversamente a los que sufren persecución por la justicia. Por lo cual, mientras desahogamos nuestro intenso dolor rogando a Dios, cumplimos el gravísimo deber de nuestro supremo apostolado de hablar, enseñar y condenar todo lo que Dios y su Iglesia ensepa y condena, para que así cumplamos nuestra misión, y el ministerio que recibimos de Nuestro Señor Jesucristo, de dar fe del Evangelio.
   
Por lo tanto, si se nos piden cosas injustas, no podemos acceder a ellas; mas si se nos pide perdón, lo concederémos con sumo gusto, como ya antes hemos indicado. Mas para dar la palabra de conceder este perdón, del modo que corresponde a nuestra dignidad pontificia, doblamos las rodillas ante Dios, y abrazando la triunfal bandera de nuestra redención, rogamos humildemente a Jesucristo, que nos llene de su caridad, de suerte que perdonemos del mismo modo con que Él perdono a sus enemigos antes de entregar su santísima alma en manos de su eterno Padre. Y le suplicamos encarecidamente, que así como después de concedido su perdón, en medio de las densas tinieblas que cubrieron la tierra, iluminó los entendimientos de sus enemigos que arrepentidos de su horrenda maldad regresaban a sus casas golpeando sus pechos, así en medio de la oscuridad de nuestros tiempos se digne derramar de los inagotables tesoros de su misericordia los dones de su gracia celestial y vencedora, que vuelva al único redil a todos tos que van errados. Sean cuales fueren empero los designios de su divina providencia, rogamos al mismo Jesucristo en nombre de su Iglesia, que juzgue la causa de su Vicario, que es la causa de su Iglesia, y la defienda contra los conatos de sus enemigos, y la enaltezca y ensalce con una gloriosa victoria. Y le rogamos que devuelva la paz y la tranquilidad a la sociedad perturbada, le conceda la deseada paz para el triunfo de la justicia, que únicamente la esperamos de Él. Pero en tanto desconcierto de la Europa y de todo el mundo, y de los que desempeñan el giave cargo de gobernar a los pueblos, solo hay un Dios que pueda pelear con nosotros y por nosotros: «Júzganos, Dios, y aparta nuestra causa de la gente no santa; danos, Señor, la paz en nuestros dias, porque no hay otro que pelee por nosotros sino tú, Señor Dios Nuestro».

domingo, 29 de marzo de 2020

ALGUNAS CURIOSIDADES SOBRE EL NOVUS ORDO

Traducción del artículo publicado en ESISTENZIALMENTE PERIFERICO.
   
Premisa:
«Si alguno dijere que el sacrificio de la Misa es solo sacrificio de alabanza y de acción de gracias, o mero recuerdo del sacrificio consumado en la cruz; mas que no es propiciatorio; o que solo aprovecha al que le recibe y que no se debe ofrecer por los vivos, ni por los difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones ni otras necesidades; sea excomulgado» (Concilio de Trento, sesión XXIII, canon III).
El NOM (no “Nuevo Orden Mundial, sino “Novus Ordo Missæ, esto es, “nuevo” -verdaderamente nuevo- ordenamiento de la Misa) fue construido a partir de 1965, colaudado en 1967, promulgado el Jueves Santo -3 de Abril- y entró en vigor el I domingo de Adviento -30 de Noviembre- de 1969 (justo para el momento de imprimir los Misales).
   
Curiosidad número 1: la primera edición del Novus Ordo (3 de Enero de 1969, Institutio generalis Missalis romani, capitolo 11, numero 7) contenía esta definición herética:
«La cena del Señor, o Misa, es el encuentro sagrado o congregación de la asamblea del pueblo de Dios, con presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor. Por esta razón, se aplica eminentemente a tal reunión local de la santa Iglesia la promesa de Cristo: “Donde se reúnen dos o tres en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18, 20)».
En pocas palabras, el Misal declaraba que la Misa no es la repetición incruenta del Sacrificio de la cruz, sino… es el encuentro sagrado = asamblea presidida por el sacerdote, para celebrar el memorial.
   
Después de las obvias protestas, las definiciones fueron modificadas once meses después, precisando un sentido más católico, pero sin modificar el rito.
  
Curiosidad número 2: la frase Mystérium fídei [“¡Misterio de la fe!”] fue efectivamente pronunciada por el Señor y conservada por los Apóstoles (cfr. Denzinger edición de 1937, números 414 y 715). No se trata de una exclamación admirativa.
   
En el Novus Ordo fue abusivamente “movido” (interpolada), no se sabe por quién ni por qué.
  
Comparemos entre el Canon Romano de la Misa tradicional y la Plegaria Eucarística I de la Misa Novus Ordo, trayéndolos por razones de comodidad al español:

Canon tradicionalCanon Novus Ordo
El cual, la víspera de su Pasión, tomó un pan en sus santas y venerables manos, y levantando los ojos al Cielo en dirección a Ti, oh Dios, su Padre omnipotente, dándote las gracias, lo bendijo, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él.El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y , elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Este es mi Cuerpo.Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi cuerpo,
que será entregado por vosotros
De igual modo, al terminar la cena tomó también este precioso Cáliz en sus santas y venerables manos, y dándote de nuevo gracias, lo bendijo, y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él.Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Este es el Cáliz de mi Sangre,
nuevo y eterno testamento,
misterio de la fe,
que por vosotros y por muchos es derramada
en remisión de los pecados.
Tomad y bebed todos de él,
porque este es el cáliz de mi sangre,
sangre de la alianza nueva y eterna

  
que será derramada por vosotros y por muchos
para el perdón de los pecados.
Cuantas veces hiciéreis esto, hacedlo en memoria de Mí.Haced esto en conmemoración mía.
¡Éste es el Misterio de la fe!
    
Nota pequeña: “Cuantas veces hiciéreis esto…” es una cita literal de 1Cor. 11, 25, mientras que “hacedlo en memoria de Mí” remite a Lc. 22, 19.
  
Curiosidad número 3: la “concelebración” es una novedad absoluta de la historia de la liturgia y ciertamete abusiva al menos en todos los casos en los cuales se hace por la pura comodidad de los celebrantes; figurarse cuando reciben la oferta para más Misas pero “concelebran” una sola.
   
La concelebración de hecho no equivale a la celebración “simultánea” de más Misas, tanto más que la materia consacrada es una e indivisa (por lo cual el hecho que más consagrantes pronuncien la fórmula no multiplica el sacramento del sacrificio de la Cruz).
  
Curiosidad número 4: en la confección del Novus Ordo han participado activamente seis pastores protestantes: Alfred Raymond George (metodista), Ronald Claud Dudley Jasper (anglicano), Massey Hamilton Shepherd Jr. (episcopaliano), Friedrich-Wilhelm Künneth (luterano), Eugene L. Brand (luterano), y Max Thurian (calvinista y sub-prior de Taizé).
  
El 10 de mayo de 1970, en ocasión de la audiencia concedida a los seis pastores protestantes que han colaborado en la elaboración del Novus Ordo Missæ, Pablo VI, hablando de su contribución a los trabajos del Consílium litúrgico, dijo:
«…Os habéis esforzado particularmente en darle más espacio a la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura; en aportar un mayor valor teológico a los textos litúrgicos, a fin que la “lex orándi” (“la ley de la oración”) concuerde mejor con la “lex credéndi” (“la ley de la creencia”)…» (cfr. Rama Coomaraswamy, Les problèmes de la nouvelle messe, Editions L’Age d’Homme, Losanna 1995, pag. 36).
No se entiende precisamente cómo los protestantes, que niegan la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, la esencia sacrificial de la Misa, el sacerdocio ministerial, la mediación universal de María Santísima y de los Santos, y otras verdades de fe, puedan haber aportado «un mayor valor teológico a los textos litúrgicos…».
   
Curiosidad número 5: el Novus Ordo ha efectivamente empobrecido la liturgia. He aquí un ejemplo:
  • Misa tradicional: …et accípiens hunc præclárum cálicem [y tomó ESTE precioso cáliz…]
  • Misa Novus Ordo: …y tomó EL cáliz…
¡No son sutilezas! Atención:
  • y tomó “este” cáliz… [esto es, el Sacrificio todavía está en curso, precisamente allí sobre el altar, precisamente allí con aquel cáliz, místicamente aquel mismo cáliz empuñado por Jesús consagrante: el sacerdote actúa in persóna Christi].
  • y tomó “el cáliz… [luego el gesto de tomar “aquel” cáliz es solo conmemorativo: toma el cáliz que tiene delante].
Curiosidad número 6: la traducción “derramada por vosotros y por todos” está errada. En la Misa tradicional la fórmula utiliza tanto “muchos” como “todos”:
«Accípite et bíbite ex eo OMNES. Hic est enim Calix Sánguinis mei, novi et ætérni testaménti: mystérium fídei: qui pro vobis et pro MULTIS effundétur in remissiónem peccatórum». [Tomad y bebed todos de él. Este es el Cáliz de mi Sangre, nuevo y eterno testamento, misterio de la fe, que por vosotros y por muchos es derramada en remisión de los pecados].
Tanto en hebreo como en arameo, muchos puede significar todos; pero aquí, en la frase pronunciada por Jesús, el uso aproximado de todos (כָּלְּהֹון/ܟ݁ܽܠܟ݂ܽܘܢ, kulḵon) y de muchos (שַׂגִּיאָ֔ן/ܣܰܓ݁ܺܝܶܐܐ, saggīe), tiene todo el carácter de una contraposición fielmente reproducida en el texto latino. Sin contar que utilizar “por todos” insinúa la idea errada del Infierno inexistente o vacío.
   
Curiosidades varias: la Iglesia declara excomulgados a:
  • Aquellos que consideren que los ornamentos sagrados, las ceremonias y los signos en uso en la Misa tradicional, más como una impiedad que de ayuda a la piedad.
  • Aquellos que condenan el uso de recitar el Canon en voz baja.
  • Aquellos que pretenden que en la Misa se deba usar solo la lengua vulgar.
  • Aquellos que consideran ilícita la Misa en la cual solo el sacerdote comulga sacramentalmente.
  • Aquellos que dicen que es indispensable también dar la Comunión a los fieles bajo las dos especies.
  • Aquellos que consideran ilícita la celebración de la Misa sin algún fiel presente.
  • Aquellos que quieren en cada iglesia un único altar [no confundir con el abuso actual de tener un altar que “oscurece” el altar principal].
  • Aquellos que quieren que en los monasterios no se celebren más que una o dos Misas al día, así que, si los sacerdotes son más de dos, estos deban “concelebrar”.

ORACIÓN PARA CUANDO NO SE PUEDE IR A MISA EN DOMINGO O EN DÍA DE PRECEPTO

Si estás en casa, es fácil saber la hora en que comienza la Misa mayor; si estás en los campos o de viaje, puedes conocer la hora con la vista del sol. Comienza a transportarte en espíritu a la iglesia de tu parroquia, únete en intención a las oraciones y al Sacrificio de la Misa que se estén atendiendo, y comienza por la oración siguiente:
  
Dios mío, puesto que vuestra Providencia puso el día de hoy obstáculos al deseo que tengo de asistir al santo sacrificio de la Misa, dignaos llenar mi espíritu de santos pensamientos y fijar mi corazón hacia Vos durante esta augusta ceremonia. Dignaos también aceptar favorablemente la pena que siento de no poder asistir el día de hoy a la Santa Misa.
  
Dios mío, me humillo profundamente y me uno en intención al sacerdote que me representa al pie de vuestro altar. Os confieso nuevamente todas las faltas y los pecados que he cometido durante todos los días de mi vida. Dignaos purificar mi corazón por un arrepentimiento sincero, para que pueda participar de los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que va a renovar el sacrificio de la cruz, para hacernos agradables a vuestra majestad infinita.
  
Padre eterno, uno al sacrificio de vuestro divino Hijo mis pensamientos, mis penas, mis sufrimientos, y os pido los aceptéis en expiación de mis faltas, que son tan numerosas.
  
Salvador mío Jesús, haced que mi imaginación se llene del recuerdo de los sufrimientos que habéis afrontado por mi salvación, que todo esto que golpea mis miradas en este momento tenga lugar en mi espíritu, para representarme las diferentes circunstancias de vuestra pasión, el huerto de los Olivos, la montaña del Calvario, el árbol de la cruz.
   
Mi divino Jesús, que mi corazón no sea más duro que las rocas que fueron divididas en el momento cuando entregasteis vuestro último suspiro, y que pruebe un poco de este dolor profundo que inundó el corazón de vuestra santa Madre, al pie de la cruz, cuando ella os vio expirar para la salud del mundo.
  
Ángeles del cielo, mi santo Ángel guardián, mi Santo patrono, uníos a mí, para que pueda con el pensamiento asistir al Sacrificio de la Misa, y merecer por mis ardientes deseos participar de las gracias que tantos otros más dichosos que yo, reciben en este momento al pie de los altares. Amén.
  
Recita enseguida las oraciones de la Misa con tanta piedad y devoción como si estuvieras en la iglesia; piensa que los Ángeles asisten invisiblemente al Santo Sacrificio y se acercan al altar con el más profundo respeto.
  
(Extracto de Délices des pèlerins de Lalouvesc ou Exercices de Dévotion qui se font à Lalouvesc, et des réflexions spirituelles de Jean Marie Baptiste Vianney, Curé d’Ars – Delicias de los peregrinos de Lalouvesc o Ejercicios que se hacen en la Lalouvesc, y reflexiones espirituales de Juan María Bautista Vianney, Cura de Ars. Lyon, Librería de A. Mothon,  1857)

LEGADO DE LA VANDEA

   
El 29 de marzo del año 1796 en la Plaza Viarme de Nantes, tras inicua sentencia, cae fusilado el marqués François-Athanase de Charette de La Contrie (con la casaca blanca), general vandeano y héroe de la Contrarevolución Católica.
   
   
El «Rey de la Vandea», como era denominado, rechazó hacerse vendar, y luego de encomendarse a Dios, dio él mismo la orden de fuego al pelotón de fusilamiento.
   
Con todo, su sangre irrigará a toda su familia dándole vigor: su sobrino nieto, el barón Athanase-Charles-Marie de Charette de la Contrie, se cubrirá de gloria en los últimos días del Papa Rey en el cuerpo de los Zuavos Pontificios.
   
«Combattu souvent, battu parfois, abattu jamais/¡Combatido a menudo, derrotado a veces, abatido nunca!» (Lema de François-Athanase de Charette de La Contrie).

sábado, 28 de marzo de 2020

CORONAVIRUS EN EL VATICANO

Aunque es sabido que uno de los lugares más herméticos en cuanto a rumores de pasillo es el Vaticano, el coronavirus SARS-CoV-2 también ha entrado a su territorio, dejando cinco casos positivos (un presbítero de Bérgamo, el cual fue hallado positivo mientras le hacían exámenes médicos de ascenso para la Dirección de Sanidad e Higiene del Vaticano, un funcionario aduanero, dos funcionarios de los Museos –se sospecha que los Museos hayan sido el punto de entrada de la enfermedad– y un presbítero de Mantúa funcionario en la Secretaría de Estado) y (hasta el momento, otros tantos descartados, incluyendo a Jorge Mario Bergoglio Sívori, en arte “Papa Francisco I”).
  
El caso más reciente de la enfermedad en Ultratíber es del presbítero Gianluca Pezzoli de 58 años e incardinado en la diócesis de Mantua, jefe de la sección italiana de la Secretaría de Estado (la mayor en dicho dicasterio) y residente en la tan ponderada Domus Sanctæ Marthæ, el palacio de Bergoglio (el cual reside en la habitación n. 201, en el segundo piso –que dicho sea de paso, tiene disponible para él y su séquito–).
   
El periodista Marco Tosatti infiere que Pezzoli (quien está en terapia intensiva) “muy probablemente” se infectó dentro del Vaticano, y pudo también contagiar a más personas. De Bergoglio (al que mediante “lobectomía” le extrajeron parte del pulmón derecho a los 21 años), afirma que “el hecho que decidiera comer solo (su secretario privado le lleva el almuerzo y la cena), en su propia habitación, indica que está muy preocupado”.
  
Trascendió además que, si bien en la fotografía oficial del encuentro con 30 “obispos” del oeste de Francia el pasado 9 de Marzo en el marco de la visita Ad límina del 9 al 13, todos estaban sentados en sillones bastante separados entre sí, muy lejos de Bergoglio, luego estrechó la mano de todos los visitantes, entre ellos Emmanuel Delmas, ocupante de la sede de Angers, quien diera positivo a coronavirus el 15 de Marzo.

viernes, 27 de marzo de 2020

HIMNO A SAN SEBASTIÁN EN TIEMPOS DE PESTE

Tomado del Oficio Rakocziano, pág. 189. Traducción propia.
  
San Sebastián (Luca di Paolo)
    
LATÍN
Sebastiáne, Mártyrum,
Et gemma Christi mílitum!
Cui fuere spícula
Pennæ ad beáta gáudia:
Óculo fidéli réspice
Contagiónis témpore,
Et sanitátis ímpetra
Tibi dicátis tempéra.
   
Antiphona: O magnæ fìdei Sancte Sebastiáne, miles Beatíssime, cujus méritis, et précibus tota Pátria Lombardíæ, a mortífera peste fuit liberáta; intercéde pro nobis ad Dómimum nostrum Jesum Christum, ut nos tuo beáto intervéntu ab ipsa peste epidémiæ, ab improvísa morte, et ab omni adversitáte córporis, et ánimæ liberáre et defendére dignétur, donétque nobis tantum vitæ spátium, et tantam emendatiónem peccatórum nostrórum, ut post hoc exílium sacris tuis précibus cum Christo collætémur.
  
℣. Ora pro nobis, Sancte Martyr Sebastiáne.
℞. Ut mereámur pestem epidémiæ illǽsi pertransíre, et promissiónem Christi obtinére.
 
Orémus:
  
ORATIO
Præsta; quǽsumus, omnípotens Deus: ut intercedénte beato Sebastiáno Martyre tuo, et a cunctis adversitátibus libéremur in córpore, et a pravis cogitatiónibus mundémur in mente.
 
Deus, qui mos concédis Sancte Mártyris tui Sebastiáni memóriam solémniter celebráre: da nobis páriter in ætérna beatitúdine, in ejúsdem societáte gaudére. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
 
TRADUCCIÓN
Sebastián, gema de los mártires
Y soldados de Cristo,
Al cual las alas de las flechas sirvieron
Para ir a las alegrías bienaventuradas;
Míranos con tu fiel mirada
En este período de contagio,
Y obten para nosotros
Tiempo de sanación.
  
Antífona: Oh gran hombre de fe, santísimo Sebastián, benditísimo soldado, por cuyos méritos y oraciones, toda la nación de los Lombardos fue librada de una plaga mortífera; intercede por nosotros ante Nuestro Señor Jesucristo, para que nosotros, por tu bienaventurada intervención, podamos ser librados de esta plaga epidémica, de la súbita e improvisa muerte, y de toda adversidad de cuerpo y alma. Líbranos, y dígnate defendernos, y concédenos tal espacio de vida, y una gran enmienda de nuestros pecados, para que después de este exilio, por tus santas oraciones, podamos regocijarnos con Cristo.
  
℣. Ruega por nosotros, San Sebastián mártir.
℞. Para que merezcamos pasar ilesos esta epidemia de peste, y obtener las promesas de Cristo.
  
Oremos:
  
ORACIÓN
Concédenos, te suplicamos, Dios omnipotente, que por la intercesión de tu bienaventurado mártir San Sebastián podamos ser librados de toda adversidad en el cuerpo y nuestras almas sean purificadas de todo mal pensamiento.
  
Oh Dios, que nos concediste celebrar solemnemente la memoria de tu mártirn San Sebastián, danos el poder regocijarnos en su misma compañía en la bienaventuranza eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA, SALUD DE LOS ENFERMOS

Novena dispuesta por el padre J. P. en 1883, y publicada en la imprenta de José María Monzón en León (Guanajuato), con licencia de la Autoridad eclesiástica.
 
INTRODUCCIÓN
¡Dolores, enfermedades, trabajos! He aquí el patrimonio de la humanidad. Cerca de un hijo de Adán quo alegre y gozoso camina en el sendero de la vida, se ven otros mil abandonados a enfermedades más o menos crueles, arrastrar sus vacilantes pasos con esfuerzos y con lágrimas exhalando lastimeros gemidos y gritos penetrantes que despedazan el corazón.
   
En medio de tan tristes clamores que levanta la dolorida humanidad, un nombre augusto y dulcísimo, al par que lleno de encanto y embeleso, resuena en la boca del cristiano enfermo; nombre que invocado con piedad calma los dolores, reanima las fuerzas, alivia y cura los males más inveterados, como las enfermedades más incurables, este nombre es el de la SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. ¿A. qué otro corazón despues del de Jesús podrá dirigirse el fiel que padece, que sea más propio para comprenderlo que el corazon amante de María? Ciertamente, la Santísima Señora aprendió muy bien a compadecerse de nosotros, contemplando los prolongados e indecibles tormentos que su adorable Hijo padeció en el leño de la Cruz donde en la persona del discípulo amado nos recibió a todos por hijos suyos. Desde aquel momento, la dulce Madre nos ha mostrado su maternal cariño con inefable ternura y nos ha estrechado con los vínculos de su incomparable caridad. ¿Quién es el que afligido por una enfermedad corporal invoca a esta Madre celestial sin que experimente que su poder iguala a su amor? Penetrad, sino a esos célebres Santuarios dedicados a esta Santísima Madre, y se conmoverá vuestro corazón al ver los irrecusables testimonios de innumerables favores corporales alcanzados por su intercesión. ¿Qué dicen a la fe y a la pidead esas inscripciones grabadas por el reconocimiento; esos diversos presentes ofrecidos en su altar, esas pequeñas figuras de oro y plata representando miembros humanos depositados a sus pies como trofeos de su poder contra las enfermedades rebeldes a toda ciencia humana; esos pobres instrumentos de madera que han ayudado a arrastrarse hasta el umbral del lugar santo al que venía a reclamar su auxilio, y que innecesarios ya por haber obtenido la salud, quedaron allí colgados a las paredes sagradas, como sencillos y afectuosos homenajes rendidos a su honor y gloria. ¡Oh, con cuánta elocuencia hablan estos testimonios expresivos de gratitud a todo el que los contemple! Con razón llama la Iglesia a María Salud de los enfermos (Salus infirmórum). Invocadla, pues, bajo este título tan consolador, seguros de que conseguireis lo que le pedís si es útil para vuestra verdadera felicidad.
  
NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA EN SU ADVOCACIÓN DE SALUD DE LOS ENFERMOS
   
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
 
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, santuario admirable de amor para con los pecadores, ¿cómo podremos jamás llorar la gravedad de los pecados con que os hemos ofendido? ¡Oh Dios mío! Vos nos habéis amado desde la eternidad, nos habéis criado a vuestra imagen, y no nos habéis comunicado el ser sino para derramar sobre nosotros los bienes espirituales y temporales de que Vos mismo sois la fuente perenne, dejando así plenamente satisfecho vuestro amor, por lo que esperamos ser eternamente felices. Pero nosotros haciéndonos criminales desconocimos vuestro amor, entonces más misericordioso que nunca y más liberal que antes, os habéis dignado por nuestra salud anonadaros tomando la forma de siervo, os habéis dignado aparecer sobre la tierra como el más despreciable de los hombres, y habéis tomado un corazón como el nuestro para obligar nuestros corazones a amaros. Dulcísimo Jesús, abrasado de las más vivas llamas de caridad, Vos habéis querido revestiros de nuestras miserias y de nuestros dolores. Jesús infinitamente santo, manantial purísimo de justicia e inocencia, Vos os dignasteis llevar sobre vuestros hombros las iniquidades del mundo, Vos fuisteis clavado en una cruz para remedio de nuestros crímenes y para que, con vuestra Sangre adorable derramada sobre la tierra, tuviésemos las bendiciones que nos consuelan y las gracias que nos purifican. La grandeza de vuestra caridad se nos ha manifestado desde el pesebre y en los sufrimientos y trabajos de toda vuestra vida hasta el Calvario, en medio de los dolores más intensos e ignominias indecibles, donde para colmo de tantas maravillas, estando para exhalar el último aliento por nuestra salud eterna, nos dejasteis para nuestro consuelo a vuestra Madre por Madre nuestra; y nosotros, Señor, solo hemos opuesto crímenes sobre crímenes a tanto amor. Nosotros, ingratos, os hemos olvidado y no cesamos con nuestros repetidos ultrajes de ponernos en peligro de llenar la medida de nuestras iniquidades, pero no sucederá así: de aquí en adelante os amaremos, dulcísimo Jesús. Nos pesa de haberos ofendido; dignaos Dios de amor, dirigir una mirada benigna sobre esta pequeña porción de vuestros hijos, a quienes el dolor, el reconocimiento y el amor han conducido a vuestros pies y a los de vuestra Santa Madre. ¡Ah, cómo quisiéramos nosotros recuperar todo el mal que hicimos con nuestros crímenes traspasando vuestro corazón y el de vuestra Madre!, mas recibid el sincero deseo que tenemos de lavar con nuestra sangre, si fuere posible, nuestras ingratitudes. Lanzad, oh dulcísimo Jesús, sobre nosotros las saetas de vuestro amor, para que amándoos en este mundo, vayamos a continuar este amor en la eternidad. Amén.
    
ORACION PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Santísima Madre de la Salud, cuyo tierno corazón puede decirnos mucho mejor que el grande Apóstol «¿quién sufre sin que yo lo compadezca?», glorificada seáis porque tan a menudo y tan admirablemente hacéis brillar vuestra poderosa intercesión, para alivio y curación de nuestros dolores corporales. Vos sois para nosotros todos y para todas nuestras enfermedades un remedio vivo y continuado, al paso que la piscina probática de Jerusalén no ofrecía la salud sino de tarde en tarde y solo a aquel que tenía la fortuna de bajar el primero cuando el ángel del Señor había agitado el agua. Bendecimos mil y más veces a vuestro divino Hijo que hace manar de Vos, como en otro tiempo de su divina peña, durante su vida mortal, una virtud secreta que remedia todos los males, y le pedimos que esa virtud nos la haga especialmente conocer en los males que afligirán a nuestra alma en la hora decisiva en que tocaremos la eternidad. ¡Oh dulce Virgen de la Salud!, con maternal bondad dignaos recoger el último suspiro del que se encomienda a Vos con confianza, haciendo que, en el momento supremo, gustemos en toda su extensión la eficacia de tu patrocinio, Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

Luego se dicen tres Ave Marías en esta forma:
  • Dios te salve María, poderosísima Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto, en tus manos encomiendo mi fe para que la alumbres. Dios te salve María…
  • Dios te salve María, santísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto, en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes. Dios te salve María…
  • Dios te salve María, amorosísima Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima después del parto, en tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames. Dios te salve María…
Dios te salve María Santísima, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin la culpa original.
  
DÍA PRIMERO
¡Oh María, Madre de la Salud eterna! ¿Quién podrá medir la «longitud, latitud, altura y profundidad de vuestra misericordiosa bondad»? Vuestra compasión para nosotros parece aumentar de siglo en siglo, habiéndose manifestado en el principio de la Iglesia, como la estrella de la mañana, en medio de las nubes; después como la luna en todo su esplendor, y al presente, brillante con toda la claridad del astro del día. Oh Vos a quien llamamos con inefable agrado, consuelo de nuestra vida, y nuestra esperanza en las penas; Vos de quien el Señor se vale para cambiar en alegría nuestras tristezas y pesares, como en otro tiempo se valió de la piadosa Ester para consolar y socorrer a su pueblo, socorrednos siempre en nuestras aflicciones y penas ¡acoged favorablemente a vuestros verdaderos servidores, que con sincera piedad y viva fe, imploran vuestro auxilio! y haced que las lágrimas, penas, tribulaciones y dolores se conviertan en provecho de los que con toda la efusión de un corazón filial te invocan bajo el glorioso título de Madre de la Salud.
  
Se hace la petición, y se concluye con la siguiente oración:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que no se ha oído jamás que alguno que recurriese a vuestro patrocinio, implorase vuestro auxilio y pidiese vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos: nosotros, animados de esta confianza a Vos venimos, en Vos nos refugiamos, delante de Vos gemimos pecadores; no queráis, oh Madre de la Palabra eterna, despreciar nuestras súplicas, sino oídlas propicia y escuchadlas benignamente. Amén
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
Oh María, Madre de nuestra Salud ¡qué presente tan agradable sois para nosotros que ya agotamos las lágrimas y los gemidos! Madre amantísima, vuestro solo recuerdo alivia el peso que oprime nuestro corazón, dulcifica la amargura, cura los males, y cicatriza las crueles llagas que le devoran. ¡Tan excesivamente afligida os habéis visto Vos misma… Vos tan santa, Vos Madre augusta de nuestro Dios!, ¿no habéis tenido que beber un cáliz de amargura capaz de atormentar toda fuerza humana? ¿no os visteis sumergida en un océano profundo de dolor, el más agudo? Y en esta situación sin ejemplo ¿quién no se admira de vuestra resignación, de vuestra bondad, y de vuestro asombroso abandono a la voluntad divina? ¿Cuál es el pecador que no se siente consolado en sus aflicciones al ver que, no obstante vuestra inocencia, habéis apurado el cáliz ofrecido en tantas amarguras, para asemejaros mejor a vuestro Santísimo Hijo inocente? Oh Madre de nuestra Salud, aquí nos tenéis postrados atraídos de tu bondad, experimentando un piadoso consuelo al pensar en el tierno interés, viva simpatía y compasiva como benéfica caridad de vuestro maternal corazón. A vos pues recurrimos, oh María, para pediros el consuelo en nuestras penas, seguros de que no quedará defraudada nuestra confianza alcanzando el remedio de nuestras necesidades.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
¡Oh Madre de nuestra Salud, llena de clemencia y de ternura! Con cuánta razón se puedo decir de Vos, como del Salvador, que vuestra misericordia iguala al poder de vuestro patrocinio, vuestra bondad es tan eficaz, que sobremanera excede a las exquisitas atenciones de Rebeca para con Eliezer, pues ella os indujo a pedir espontáneamente a vuestro Santísimo Hijo el milagro de las bodas de Caná, donde el agua fue convertida en vino, y si tal fue vuestra solicitud cuando os hallabais en este valle de lágrimas, ¿cuál será ahora que ya reináis con Dios en el Cielo, ahora cuando nosotros tus hijos atribulados, del fondo de nuestro corazón os rogamos humildemente que vengáis en nuestro auxilio para remedio de nuestros males espirituales y temporales? Oh Vos, cuyos sagrados labios guardan la ley de la clemencia, Vos en quien esta noble virtud es semejante para nosotros al rocío del fin del otoño que desciende a refrescar la tierra; Vos que os mostráis propicia a cuantos os invocan, olvidad nuestra indignidad y dignaos sernos favorable hasta el último suspiro.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
¡Oh María Madre de nuestra Salud! ¿quién puede dudar que sois para los más grandes pecadores un asilo de salud, mucho más seguro que en tiempos antiguos la ciudad de Betsurá para los que habían abandonado la ley del Señor, y que el altar que Adonías tenía abrazado para librarse del enojo del rey Salomón! Oh, ¡y cuántas veces, desarmado el Juez divino por vuestra favorable mediación, ha podido decirnos como David a Abigaíl «a no ser por vos hoy es el día que hubiera castigado de muerte a esos culpables»! ¡cuántas veces os habéis dignado acordaros del débil tributo de los homenajes que os habían ofrecido unos corazones que con sobrada razón podían compararse a la pecadora Rahab, a los hijos de Babilonia, y los habéis salvado no solo de sus enfermedades corporales sino también de caer en el abismo eterno! Multiplicad, oh Madre de la Salud, los rasgos de vuestra bondad admirable para con tantos ciegos insensatos como corren a su desgracia eterna, que siendo por los estrechos vínculos de la fe cristiana, miembros como nosotros del cuerpo místico de la Iglesia te pedimos por su salud eterna como Madre que sois del Redentor del género humano.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
¡Oh María, Madre de nuestra Salud!, Vos cuya sola palabra bastó en otro tiempo para hacer saltar de alegría al Santo Precursor en el vientre de vuestra Santa prima de quien saludabais, Vos que sabéis convertir en gozo las tristezas dando salud a nuestras almas enfermas: Vos que después de Jesús sois nuestra esperanza, permitid que sin cesar nos acordemos de vuestras virtudes y publiquemos el encanto de vuestros privilegios, hasta que con los Ángeles y Santos podamos poseer en el Cielo la dicha de contemplaros. ¡Oh amorosa Madre, no sin grande complacencia exclamamos aquí del fondo de nuestras almas conmovidas de gratitud y ternura, que nuestra mano derecha caiga en olvido si alguna vez olvidamos, dulce Virgen, los sagrados derechos que tenéis a nuestros corazones, que nuestra lengua se seque si después de vuestro adorable Hijo no sois Vos la primera a quien alabemos. Ojalá que, acordándonos continuamente de vuestros beneficios, repitamos con confianza: Vos que sois la Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
Oh María, Madre de nuestra Salud, a Vos recurrimos en todas nuestras penas, peligros y necesidades, reconociendo un piadoso deber de ensalzar en todo tiempo vuestro poder. Sí, augusta soberana del universo, nuestra complacencia será siempre la de proclamar que el brazo del Señor ha hecho que resplandezca en Vos su poder, que su fuerza y su imperio residen en vuestra mano, quo todo lo podéis en Él, y que la gloria de las Jael y de las Judit, triunfando de los enemigos del pueblo de Dios, es apenas la figura de la que en Vos resplandece. ¡Oh poderosa Madre!, dignaos recibir constantemente bajo vuestra protección a los que desean invocaros sin descanso. Y sobre todo, cuando llegue el momento decisivo, cuando aterrorizada nuestra alma se halle a punto de presentarse ante su Juez, ¡oh! entonces, Madre nuestra, no dejéis de defenderla contra sus enemigos, alentarla, fortalecerla y recibirla, en vuestras manos maternales, al entrar en la eternidad, para que la presentéis a vuestro Hijo con quien seremos enteramente felices.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
Oh María, Madre de nuestra Salud, ensalzada como el rosal de Jericó habéis florecido como la rosa en una fresca margen vuestro lustre es puro como el del lirio y vivo como el de la reina de la primavera. Mas ¿quién no dará una idea de la fragancia de Jesús que en todas partes exhalas? ¿Quién nos haría conocer cuánto excede el perfume de vuestras virtudes al aroma de la mirra más exquisita, y a la del incienso más agradable? Sí, Vos sola sois la flor escogida que, en el árido valle de este mundo habéis atraído a Vos el divino rocío, al Justo por excelencia, al que es la Salud del mundo. Flor bendita, Flor maravillosa, Flor medicinal, cuyo solo perfume hacen que se calmen las dolencias de nuestra alma; haced que lo aspiremos para conseguir la salud que tanto ambicionamos: Haced que corramos por el camino puro e inmaculado de los verdaderos hijos de Dios, para tener algún día la dicha de veros en el Cielo y glorificar a vuestro Hijo por todos los favores con que habéis sido colmada.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
Oh María, Madre de nuestra Salud, ¡qué encantadora es vuestra hermosura a los ojos de la fe! ¡Verdaderamente sois digna de ser llamada por excelencia la Madre del Señor, pues estáis adornada de todas las virtudes y perfecciones que pueden hacer amable a una criatura! ¡Qué placentero es para nosotros el poder decir con uno de vuestros servidores, que arrebatáis los corazones que os contemplan, y curáis las dolencias que nos afligen! ¡Qué grato nos es también expresaros el deseo sincero que tenemos de amaros constantemente, según lo merecéis, de preferir como Vos la belleza del alma a todo lo demás y de trabajar sin descanso para aumentarla con el fervor de vuestra caridad! Recibid este deseo, divina María, para alcanzarnos el cumplimiento de él. Así sea.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.
  
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para todos los días y las tres Ave Marías.
  
Oh Madre del Verbo eterno hecho carne para nuestra salud, os saludamos como el arcángel: «llena de gracia». Vuestro Hijo es la fuente inagotable de toda gracia, quien fijando en Vos su primera morada, cuando vino a habitar entre los hombres, os dio derecho para decir con toda verdad «en mí reside toda gracia», por lo cual vuestras benditas manos son como un canal amplísimo por donde se comunica a toda la tierra este divino tesoro, vivificando todo lo que es árido y haciendo que el desierto mismo florezca como un nuevo Edén. A Vos pues recurrimos en nuestras necesidades; en Vos ponemos siempre nuestra confianza después de Jesús; puesto que por Vos esperamos de Él aunque lo desmerezcamos por nuestra pasada ingratitud el perdón de nuestras innumerables culpas, el remedio y auxilio de que tanto necesita nuestra flaqueza y la perseverancia final.
  
Se hace la petición, y se concluye con la oración.