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domingo, 19 de abril de 2020

LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA: ¿POR QUÉ EL SANTO OFICIO LA CONDENÓ?

Artículo del Padre Benedict Hughes CMRI en The Reign of Mary, núm. 151 (Verano de 2013), págs. 4-6. Traducción propia.
     
En una edición pasada de The Reign of Mary, publicamos un artículo sobre las falsas devociones (edición #128). Ese artículo se puede leer también en nuestro sitio web (http://www.cmri.org/06-false-devotions-dangers-for-pious-souls.shtml). El punto del artículo era explicar la doctrina de la Iglesia sobre las nuevas devociones, doctrina que advierte contra cualquier superstición o novedad. Específicamente, el famoso decreto del Santo Oficio sobre el particular lamentó el hecho que «En muchos lugares, y especialmente en estos tiempos recientes, se están multiplicando y propagando diariamente entre los fieles nuevas formas de culto y devoción, a menudo bastante ridículas, usualmente imitaciones inútiles o corrupciones de otras que ya están legítimamente establecidas, dando ocasión para grande asombro y amargas calumnias por parte de los acatólicos» (Santo Oficio, 26 de Mayo de 1937; AAS 29, 304).
  
En este artículo, podemos ver que, adicional a rechazar nuevas formas de devoción que son doctrinalmente cuestionables, hay una grave preocupación sobre aquellas que son “imitaciones inútiles o corrupciones” de otras similares que ya han sido aprobadas. Basados en este razonamiento, el Santo Oficio durante los reinados del Papa Pío XI y el Papa Pío XII prohibió varias devociones nuevas, por ejemplo: la devoción al Sagrado Corazón de Nuestro Señor, la devoción al Amor Aniquilado de Jesús, el Rosario de las Sacratísimas Llagas de Nuestro Señor, la devoción al Amor Misericordioso de Jesús, etc. Probablemente nunca hayas oído de estas nuevas devociones, por la misma razón que fueron suprimidas por la Iglesia.
   
Esto pues, nos lleva a la cuestión de la devoción llamada “la Divina Misericordia”. Esta devoción está basada en las supuestas revelaciones a Sor Faustina Kowalska, que vivió a comienzos del siglo XX en Cracovia, Polonia.
   
En un decreto del Santo Oficio con fecha del 6 de Marzo de 1959, leemos lo siguiente: «La Sagrada y Suprema Congregación del Santo Oficio se permite informar que habiendo puesto en examen las supuestas visiones y revelaciones de Sor Faustina Kowalska, del Instituto de Nuestra Señora de la Misericordia, fallecida en Cracovia en 1938, ha determinado lo siguiente: Debe prohibirse la difusión de las imágenes y de los escritos que presentan la devoción de la Divina Misericordia en la forma propuesta por la misma Sor Faustina…» (AAS 51, 271). Incidentalmente, el decreto fue firmado por Mons. Hugh O’Flaherty como Notario del Santo Oficio. Este es el mismo monseñor retratado en la película “Escarlata y negro”, la cual cuenta la verdadera historia de sus esfuerzos para salvar a más de 6.500 soldados aliados y judíos durante la ocupación nazi en Roma durante la II Guerra Mundial. Después de la Guerra, recibió muchas condecoraciones, incluyendo la Medalla Estadounidense de la Libertad. Mons. O’Flaherty murió en 1963.
   
Alguno puede objetar la aceptación de este decreto del Santo Oficio basándose en que fue publicado en 1959, durante el tiempo en que el notorio modernista Juan XXIII era “papa”. Pero no creemos que este hecho oscurezca la realidad que aquellos que trabajaban en el Santo Oficio en estos tiempos antes del Vaticano II, como el cardenal Ottaviani, fueron prelados y teólogos bien preparados y enteramente ortodoxos, que fueron nombrados por el Papa Pío XII (podemos citar algo similar del decreto del Santo Oficio en 1962 contra las obras de Teilhard de Chardin). Eventualmente, este decreto de 1959 rechazando los escritos y devoción promovida por Sor Faustina fue revertido el 15 de Abril de 1978, debido primariamente a los esfuerzos del arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyła, que sería elegido por los cardenales y se convertiría en Juan Pablo II casi seis meses después.
  
El decreto original del Santo Oficio prohibiendo la devoción a la Divina Misericordia fue revertido por el Vaticano en 1978, debido en no poca medida a los esfuerzos de Karol Wojtyła, futuro Juan Pablo II, que se hizo un fervoroso promotor de las apariciones.
  
¿Quién era Sor Faustina?

La devoción a la Divina Misericordia está basada en las supuestas revelaciones hechas a Sor Faustina Kowalska, una monja en un convento de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en Cracovia, Polonia, durante la década de 1930. 
   
Nacida en 1905 en Polonia central, Hel­ena Kowalska era la tercera de 10 hijos. Su deseo de convertirse en religiosa finalmente se hizo realidad en 1925, cuando entró a la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. Pronto comenzó a experimentar las supuestas visiones, durante una de las cuales, en 1931, ella fue instruida para tener una imagen pintada de Nuestro Señor. Probablemente hayas visto esta imagen, que puede hallarse en librerías Novus Ordo y tiendas de artículos religiosos. La imagen describe a Nuestro Señor con rayos de luz roja y blanca que salen de Su corazón.
   
En 1933 ella fue transferida a un convento de la orden en Vilna. Allí conoció a un sacerdote llamado Miguel Sopoćko, que se convirtió en su director espiritual y un ardiente proponente de sus visiones. Él la ayudó a conseguir los servicios de un artista y tuvo la imagen pintada, aunque a ella no le gustó el resultado. Hay alguna controversia sobre esto, puesto que la imagen original no es promovida. Se ha dicho también que el padre Sopoćko se opuso vehementemente a la propagación de cualquier imagen excepto la pintura original.
   
Sor Faustina murió en un convento cercano a Cracovia el 5 de Octubre de 1938. Como hemos declarado antes, el decreto original que prohíbe esta devoción en 1959 fue reversada por el Vaticano en 1978, debido en no poca medida a los esfuerzos del entonces arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyła. Él se convirtió en un fervoroso promotor de las apariciones. En 1965 comisionó a un teólogo, el Prof. Ignacy Rozycki, examinar los escritos de Sor Faustina. En ese mismo año el cardenal Wojtyla abrió el proceso informativo sobre su vida, que es el comienzo del proceso hacia una eventual canonización. Finalmente, como Juan Pablo II, la proclamó santa el 30 de Abril de 2000.
  
¿Por qué la Iglesia rechaza esta Devoción?
Naturalmente uno se pregunta por qué la Iglesia rechazó esta devoción. No conocemos por certeza las razones detrás de la decisión del Santo Oficio en 1959, pero podemos citar varios problemas potenciales con la devoción.
   
Hay problemas teológicos con los mensajes. Una razón de preocupación la podemos encontrar en el contenido de los mensajes. En 1934, Sor Faustina comenzó un diario en el cual recopilaba sus experiencias místicas. Aparentemente, habían cosas en este diario que eran teológicamente cuestionables. Los defensores modernos de la devoción le atribuyen el problema a una traducción defectuosa de los mensajes desde el original polaco al italiano, porque los teólogos del Santo Oficio examinaron la traducción italiana. Como sea, ese argumento parece implausible.
   
Si miramos los mensajes, vemos que según Sor Faustina, Nuestro Señor le promete que aquellos que acudan a la confesión y a la comunión el Domingo después de Pascua obtendrán la remisión de la culpa y la pena de sus pecados: «Ese día están abiertas las entrañas de mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias» (Diario de Sor Faustina, 699).
  
En un artículo del National Catho­lic Reporter del 30 de Agosto de 2002, el autor (John L. Allen, Jr.), refirióse a la prohibición de casi 20 años (desde el decreto de 1959 hasta el decreto de 1978 que lo reversó) y admitió que había problemas teológicos con el mensaje: «Oficialmente, la prohibición de 20 años es ahora atribuida a malos entendidos creados por una traducción italiana defectuosa del Diario, pero de hecho había serias reservas: por ejemplo, la afirmación de Faustina que Jesús había prometido una completa remisión de los pecados por ciertos actos devocionales que solo los sacramentos pueden ofrecer, o que los evaluadores vaticanos creían estar frente a un excesivo enfoque en Faustina» (http://natcath.org/NCR_Online/archives2/2002c/083002/083002f.htm).
  
Si examinamos las promesas auténticas del Sagrado Corazón, no encontramos un discurso similar, al efecto que todas las penas temporales serán remitidas por la confesión y la Santa Comunión recibidas en un día particular. Por supuesto, nuestro Divino Señor pudo hacerlo si Él hubiera querido, pero el problema es que esa promesa omite mencionar la necesidad de contrición y enmienda de vida.
  
Otra novedad teológica se puede encontrar en los escritos del canónigo Ignacy Rozycki, que había sido designado por Karol Wojtyła para examinar el diario de Sor Faustina. En su entusiasmo, proclama a esta devoción como un “segundo bautismo”. En otras palabras, está adhiriendo a la misma idea que en la fiesta de la Divina Misericordia uno puede obtener una remisión complete de los pecados y todas las penas debidas a ellos, sólo realizando actos devocionales y recibiendo los sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía. Pero la terminología de un “Segundo bautismo” siempre ha sido usada por la Iglesia para referirse solamente a la profesión de votos perpetuos en un instituto religioso aprobado por la Iglesia.
   
Otra potencial razón para preocuparse puede hallarse en la imagen de la Divina Misericordia. Como se mencionó antes, esta imagen es de Nuestro Señor con Su mano izquierda en Su corazón, la otra estando elevada hacia el observador. Del Sagrado Corazón emanan rayos blancos (significando gracia) y rojos (significando la Sangre de la redención). Una objeción es que no se ve el propio Sagrado Corazón. Los rayos emanan del pecho de Nuestro Señor, pero sin retratar claramente Su corazón. Otro problema es que con muchas de esas imágenes (de hecho, en la imagen original) no hay llagas en las manos y pies de Nuestro Señor, o están tan tenues que no son claramente visibles. Pero sabemos por la Sagrada Escritura que Nuestro Señor conservó estas llagas después de Su resurrección.
  
La imagen que estamos acostumbrados a ver tiene llagas que son tenuemente visibles, pero esa no es la original; es la obra de un artista llamado Adolf Hyła cuya reproducción devino popular. Con todo, su obra fue vigorosamente rechazada por el padre Sopoćko quien trabajaba con Sor Faustina para tener la imagen original pintada por el artista Eugenio Kazimirowski. ¿Era parte de la oposición del padre Sopoćko a la pintura de Hyła el hecho que él había posado para la imagen de Nuestro Señor, revestido con alba y cíngulo? Sea como sea, la imagen original no muestra las llagas en las manos, pies o costado de Nuestro Señor. El Papa Pío XII comentó sobre esta omisión en el caso de los crucifijos. Luego de lamentar los errores de los autores modernos que desean apartar la atención de la Pasión de Cristo y en cambio se enfocan solamente en el Cristo glorificado, declara «han ido tan lejos que quieren remover de las Iglesias las imágenes del Divino Redentor sufriendo en la cruz» (Mediátor Dei, 1947, par. 162). Creo que estos defectos en la imagen (omisión del Sagrado Corazón y las llagas) son otra razón para la supresión de la devoción.
  
El padre Miguel Sopoćko, director espiritual de Sor Faustina, se convirtió en un ardiente proponente de sus visiones. No sólo contrató los servicios de un artista para pintar la imagen, sino que él mismo posó para ello, vestido con alba y cíngulo.
   
Podemos hallar una tercera razón en el contenido del decreto del Santo Oficio de 1937, advirtiendo contra las devociones que son «imitaciones inútiles o corrupciones de otras similares que ya habían sido legítimamente establecidas». Por supuesto, viene inmediatamente a la mente la devoción al Sagrado Corazón. ¿No enfatiza la devoción al Sagrado Corazón la infinita Misericordia de nuestro Divino Redentor? ¿Por qué entonces hay la necesidad para otra devoción de enfocarse en la divina misericordia? ¿No será que solamente sirve para apartar la atención a la devoción al Sagrado Corazón?
  
El Cardenal Ottaviani era el jefe del Santo Oficio cuando fue publicada la notificación prohibiendo la distribución de «las imágenes y de los escritos que presentan la devoción de la Divina Misericordia en la forma propuesta por la misma Sor Faustina».
   
Recordemos cuán insistentemente ha sido promovida por la Santa Madre Iglesia la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El primer Oficio y Misa para honrar al Sagrado Corazón fueron escritos por San Juan Eudes en el siglo XVII. En 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta a toda la Iglesia. El Papa León XIII consagró a todo el género humano al Sagrado Corazón en 1899, llamándolo el acto más importante de su pontificado. El Papa Pío XI elevó la fiesta del Sagrado Corazón a doble de primera clase (el más alto rango posible. El Papa Pío XII dedicó una encíclica complete a esta devoción (Hauriétis Áquas, publicada en 1956). En cualquier lugar de la Iglesia hay devociones al Sagrado Corazón, observancias de los Primeros Viernes, etc. Así que otra devoción a Nuestro Señor, centrándose enteramente en Su Misericordia, solamente parecerá que aparta la atención de una devoción, ya universalmente reconocida y observada, que se centra en Su amor y misericordia. Esto parece ser una repetición innecesaria, una “imitación inútil”, citando las palabras del decreto.
  
Quizá nunca sepamos con seguridad el razonamiento exacto de los consultores del Santo Oficio para rechazar esta devoción. Pudo haber sido por una, dos, o todas las tres que hemos dado, como también otras desconocidas a nosotros. Sea cual sea, el hecho es que la devoción a la Divina Misericordia, después de haber sido suprimida por el Santo Oficio en 1959, es ahora ampliamente promovida en la Iglesia Conciliar, mientras que la sólida y divinamente querida devoción al Sagrado Corazón es punto menos que olvidada.
   
Seamos pues cuidadosos con las devociones nuevas y no aprobadas. Retira la imagen de la Divina Misericordia de tu hogar, si la tienes expuesta, y usa, en cambio, la imagen del Sagrado Corazón. No reces la corona de la Divina Misericordia u otras devociones que honren este título en particular. En cambio, reza la letanía del Sagrado Corazón de Jesús y otras devociones al Sagrado Corazón. Finalmente, asegúrate de leer y meditar frecuentemente en las Promesas del Sagrado Corazón de Jesús, porque en ella encontrarás todo lo que necesitas para entender el infinito amor y la misericordia de Jesús.

1 comentario:

  1. El que pintó el primer cuadro para el que posó el padre Sopoćko fue Eugenio Martín Kazimirowski Kossakowski, cuyo apartamento y estudio artístico estaba entonces en el número 6 (actual 4 a) de la calle Rasos (Rasų) de Vilna. Para la época, Sopoćko, que fue el director espiritual de Faustina, vivía en el mismo edificio. Y es de advertir que Kazimirowski era francmasón (si os fijáis, los rayos que salen de “Jesús” recuerdan la escuadra y el compás), y después de pintar el cuadro se sintió con tal remordimiento que se retrataba como Judas Iscariote y se suicidó ahorcándose en Byałistok el 23 de Septiembre de 1939, por temor a ser capturado por los nazis o los soviéticos tras la invasión a Polonia.

    Y no son “infundios satánicos”, como dirán los seguidores de la “Divina Misericordia”, sino que se basan en los escritos del propio Sopoćko, como lo señaló el presbítero conciliar Kazimierz “Kaz” Chwałek MIC en https://www.marian.org/news/Love-and-Mercy-Wows-the-Vatican-8313. Chwałek, provincial de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción en Norteamérica y Argentina, fue el asesor teológico para el filme polaco de 2019 “Miłość i miłosierdzie” (publicado en español como “La Divina Misericordia” y en inglés como “Love and Mercy: Faustina”), donde se muestra todo esto.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)