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jueves, 21 de mayo de 2020

EL “Rite zaïrois” O LA INCULTURACIÓN LITÚRGICA POSTCONCILIAR EN ÁFRICA (Un antecedente del “Rito Amazónico”)

Para ira de muchos, pero como la verdad hay que decirla, comenzamos este artículo citando al mismísimo Ratzinger, prologando el libro ¡Vueltos hacia el Señor! de Mons. Klaus Gamber:
«Lo que ha ocurrido tras el Concilio es algo completamente distinto: en lugar de una liturgia fruto de un desarrollo continuo, se ha introducido una liturgia fabricada. Se ha salido de un proceso de crecimiento y de devenir para entrar en otro de fabricación. No se ha querido continuar el devenir y la maduración orgánica de lo que ha existido durante siglos, se la ha sustituido, como si fuese una producción industrial, por una fabricación que es un producto banal del momento».
No es inevitable acordarse aquí de la “Plegaria Eucarística II”, la más empleada por los presbíteros conciliares en el servicio novusordiano (aun cuando la misma IGMR estatuye, en su capítulo VII, parte II, numeral 365 literal b, que «por sus características peculiares, se emplea más oportunamente en los días entre semana, o en circunstancias particulares») hecha «a las apuradas en la mesa de una trattoria en Trastevere» por el convertido del luteranismo Louis Bouyer Cong. Orat. y dom Bernard Botte OSB –adaptando la reconstrucción hipotética por este último en 1948 de la no menos controvertida Tradítio Apostólica de San Hipólito, el primer antipapa de la historia– para cumplir con la exigencia de un Anníbale Bugnini para presentarle una plegaria eucarística de un día para otro (literalmente), porque la suya era un engendro literario que no podría aprobar el examen teológico (Bouyer iba a renunciar al Consílium). Pero en este momento, y con el tema de un adveniente “Rito Amazónico”, el tema es la inculturación en la liturgia.
 
La “Inculturación”, según el jesuita Pedro Arrupe «es la encarnación de la vida y mensaje cristianos en un área cultural concreta, de tal manera que esa experiencia no solo llegue a expresarse con los elementos propios de la cultura en cuestión (lo que no sería más que una superficial adaptación), sino que se convierta en el principio inspirador, normativo y unificador que transforme y recreación esa cultura, originando así “una nueva creación”» [Carta sobre la Inculturación (14-V-1978), en «Acta Romána Societátis Jesu» XVII (1978) 230]. Esta, en el aspecto litúrgico, no es un fenómeno solamente bergogliano o de Suramérica, nacido en los rescoldos del Vaticano II. No, es consecuencia lógica de que Bugnini manifestó muchísimas veces su voluntad de segmentar la variedad de plegarias, nacionalizándolas (ejemplo: la “misa india”) y temporalizándolas:
«I motivi che si adducono per queste innovazioni sono due: primo, il desiderio di “tornare allantico”, e questo è poco lodevole in quanto sa di archeologismo. La liturgia non è un pezzo da museo, ma qualcosa di “durevole e vivo” (Pio XII). Né la Chiesa è la custode di preziosi cimeli, ma ministra delle cose sante, vita delle anime. Infine il tempio non e un campo sperimentale, è la casa di orazione della “família Dei”» [Los motivos que se aducen para estas innovaciones son dos: primero, el deseo de “volver a lo antiguo”, y esto es poco laudable en cuanto sabe de arqueologismo La liturgia no es una pieza de museo, sino algo “durable y vivo” (Pío XII). La Iglesia no es la custodia de preciosas reliquias, sino ministra de las cosas santas, vida de las almas. En fin, el templo no es un campo experimental, es la casa de oración de la “família Dei”].
  
Ya se veían en el África intentos de adaptar la música sacra de la Misa Latina Tradicional a los aires locales (la “Messe des Savanes” del padre Robert Wedraogho en Burkina Faso –año 1956– y la “Missa Luba” del padre Guido Haazzen OFM en el Congo Belga –año 1958–) a los elementos culturales hasta crear una liturgia propia (el rito de Ndzon-Melen en Camerún, y el rito zairense en el Congo Belga).
    
El rito de Ndzon-Melen (un poblado cercano a Yaundé, la capital de Camerún) fue creado en 1969 por los sacerdotes Pie Claude Ngumu (párroco de San Pablo en Ndzon-Melen) y Prosper Abéga (profesor en la Universidad de Yaundé), inspirado en el palaver, discusión y comida compartidas en una asamblea (en lengua beti, tal asamblea es llamada etogdn –se pronuncia ekodn–) convocada por alguien con un problema. Aunque más que un rito como tal, es simplemente una reorganización del rito ordinario conciliar, su mención es importante al ser el primer experimento de inculturación litúrgica luego del Vaticano II. Su estructura es esta:
  1. Liturgia de la Palabra (Aclamación del libro): Es la discusión en el etogdn, y la conforman:
    • Vestición del celebrante y sus ministros, canto y danza.
    • Incensación del libro.
    • Procesión.
    • Entronización del libro.
    • Introducción por el comentador.
    • Lectura del Antiguo Testamento y canto.
    • Lectura del Nuevo Testamento y canto.
    • Evangelio y canto de meditación.
    • Homilía dialogada.
    • Credo cantado y recolección de ofrendas.
    • Reflexión y canto de súplica.
    • Oración colecta.
  2. Liturgia Eucarística (Cena comunal): Está conformada por:
    • Procesión de ofrendas con danza.
    • Prefacio.
    • Sanctus con danza.
    • Consagración, con gritos de ovasión (ayanga) y aplausos (kob).
    • Gloria in excélsis.
    • Continuación del canon (plegaria eucarística).
    • Padre nuestro.
    • Agnus Dei y saludo de paz.
    • Comunión
    • Canto, purificación de los vasos sagrados y oración postcomunión.
    • Bendición y despedida.
     
El rito zaireño (en francés Rite zaïrois, oficialmente «Misal Romano para las diócesis del Zaire») es la adaptación congolesa del rito montiniano siguiendo la declaración Ad Gentes, fue promovido por el cardenal Joseph-Albert Malula Bolumbu, arzobispo de Kinshasa y padre conciliar (hizo parte de la Comisión de Liturgia), desde 1972 (en otras regiones del Zaire –antiguo Congo Belga, hoy Rep. Dem. del Congo–). Fue aprobado mediante el decreto Zairénsium Diœcésium, del 30 de Abril de 1988 [Tomado de CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Revista Notitiæ 264 (año 1988), pág. 457. En CONFERENCIA EPISCOPAL DEL ZAIRE (actual REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO), Présentation de la liturgie de la Messe. Supplément au Missel Romain pour les Diocèses du Zaïre, Kinshasa/Gombe, Editions du Secrétariat Général, 1989, pág. 4. Traducción propia]:
CONGREGATIO PRO CULTU DIVINO
 
Prot. 1520/85
  
DECRETO ZAIRÉNSIUM DIŒCÉSIUM, CONFIRMANDO EL MISAL ROMANO PARA LAS DIÓCESIS DEL ZAIRE
  
Después de largos años, los Obispos del Zaire, en aplicación de las normas del Concilio Vaticano II (cf. Sacrosánctum Concílium, n. 30) y en vista de promover una mejor participación en la celebración de la Eucaristía, alimentando el deseo de adaptar el Ordo Missæ a las costumbres y al genio del pueblo que les es confiado.
  
Un minucioso estudio de los dones de la tradición ha conducido a discernir, considerando bien todas las cosas, los elementos susceptibles de ser integrados en la Santa Liturgia.
  
Este estudio ha permitido a los Obispos proponer a la Sede Apostólica una nueva estructura de los ritos a fin de introducirlos, con su consentimiento, en la Liturgia de la Misa, quedando intacta la unidad fundamental del rito romano.
  
A la petición instante de Su Excelencia Monseñor Laurent MONSENGWO PASINYA, Obispo titular de Aquæ novæ in Proconsulári, Presidente de la Conferencia de los Obispos del Zaire, formulada en su carta del 24 de Septiembre de 1987, la Congregación para el Culto Divino, en virtud de las facultades concedidas a ella por el Soberano Pontífice JUAN PABLO II, aprobó voluntariamente y confirmó el texto del Ordinario de la Misa en su redacción en lengua francesa con anexo a los Preliminares, el Calendario y las Misas propias, cuyo texto está junto a este Decreto.
  
La edición hará mención de la confirmación concedida por la Sede Apostólica. Además, dos ejemplares de esta edición serán remitidos a esta Congregación. No obstando nada en contrario.
  
En la sede de la Congregación para el Culto Divino, en este Año Mariano, a 30 de Abril de 1988.
  
Paul Augustin Card. MAYER
                   Prefecto

                + Virgilio NOÈ, Arzobispo tit. de Voncaria
                   Secretario
Hay que tener en cuenta que en Bélgica (y por ende, en el Congo-Léopoldville), el Movimiento Litúrgico tuvo su mayor auge después de la guerra, y su epicentro era el monasterio de Mont-César, con su llamado a la participación activa de los fieles, y que en 1961, los obispos del Congo se quejaban de que la liturgia existente y llevada por los misioneros belgas era ajena a las culturas locales:
«La liturgia introducida en África todavía no está adaptada al carácter propio de nuestros pueblos, y por tanto ha quedado como extraña a ellos. El retorno a las auténticas tradiciones de la liturgia abre ampliamente el camino a una adaptación fundamental de la liturgia al ambiente africano. Así, una adaptación es muy necesaria para la edificación de la comunidad tradicional (pagana) en el terreno religioso, puesto que el culto es el elemento más importante que une a toda la comunidad. Solo una forma viva y adaptada de culto puede generar la indispensable profundidad de la fe que no puede ser dada por la sola instrucción… Un estudio elaborado y crítico de las costumbres religiosas como también un vivo contacto con la gente revelará las necesidades culturales fundamentales, y proporcionará los elementos necesarios para la elaboración de una liturgia africana viviente que sea sensible a las aspiraciones de los pueblos». [NWAKA CHRIS EGBULEM OP. The Power of Africentric Celebrations: Inspirations from the Zairean Liturgy (El poder de las celebraciones africéntricas: Inspiraciones de la liturgia zaireña). Nueva York: A Crossroad Publishing Company, 1996, págs. 33-34, traducción propia]
Es esencialmente el rito novusordiano, con las siguientes particularidades (todo cuanto sigue es sobre la versión solemne del rito zairense):
  • Antes de la celebración, hace presencia un anunciador diciendo: «Venid a la iglesia, traiga cada uno su ofrenda», que tocando una campana o un gong, insta a los fieles a hacer silencio. Luego anuncia el inicio de la celebración, presenta al presbítero, al diácono y los demás ministros, e invitan a los fieles y al coro a cantar.
  • El presbítero y los monaguillos (portando la cruz procesional, los ciriales y el turíbulo), ingresan danzando al templo hasta llegar al altar. El presbítero, con los brazos en U, besa la mitad de cada lado, y los ministros permanecen profundamente inclinados.
  • Hecha la señal de la cruz, se reza una letanía de los Santos, que incluye la invocación de los ancestros, así: 
    «℣. Pueblo santo del Cielo. ℟. Estad con nosotros»
    «℣. Vosotros que veis a Dios. ℟. Estad con nosotros»
    «℣. Venid, glorifiquemos juntos al Señor. ℟. Con todos los que celebramos esta Misa en este momento»
    «℣. Vosotros, nuestros antepasados con sincero corazón [N. del T. los que, sin conocer el Evangelio, vivieron según su conciencia y la ley natural]. ℟. Estad con nosotros»
    «℣. Vosotros, que ayudados por Dios le servisteis fielmente. ℟. Estad con nosotros»
    «℣. Venid, glorifiquemos juntos al Señor. ℟. Con todos los que celebramos esta Misa en este momento».
  • El Gloria es cantado y danzado (el presbítero y los ministros danzan alrededor del altar, los fieles en sus puestos). Acabado este, se canta la Oración colecta (todos con las manos levantadas).
  • Cada lector pide la bendición del celebrante antes de proclamar las perícopas correspondientes diciendo: «Padre, por favor bendíceme:/ que el Señor pueda ayudarme con su gracia,/ para que pueda proclamar bien la palabra de Dios».
    A lo que el sacerdote responde: «Que el Señor venga en tu auxilio/, para que tus ojos brillen/, para que la palabra proclamada por tu boca/ pueda consolar los corazones del pueblo».
    Y el lector dice «Amén». (El anunciador hace la introducción de la lectura).
  • Cuando el evangeliario es llevado al ambón, el que lo lleva baila. El presbítero entroniza el libro y dice:
    Presidente. Hermanos y hermanas, el Verbo se hizo carne.
    Asamblea. Y viene a habitar en medio de nosotros.
    P. Escuchémosle.
    Todos permanecen en silencio por unos instantes.
    P.
    La Buena Noticia, como San N. la ha escrito
    A. Gloria a ti, Jesucristo, gloria a ti. O: Se anuncia, se anuncia, estamos escuchando.
    Los fieles oyen el Evangelio sentados (en África Subsahariana, los mensajes importantes se oyen sentados, en señal de atención y respeto). Concluida la lectura:
    P. El que tenga oídos para oír,
    A. Oiga.
    P. El que tenga corazón para asentir,
    A. Asienta.
  • La homilía la hace o el presbítero o un laico, a la cual sigue el Credo (danzado también).
  • El acto penitencial (que se hace con la cabeza inclinada y las manos cruzadas sobre el pecho en forma de X, y cuya fórmula propia es la siguiente:
    «Hermanos y hermanas, la palabra de Dios nos ha iluminado. Sabemos que no siempre la hemos seguido. Pidamos al Señor que nos dé la fuerza que necesitamos para llevar una vida mejor.
      
    Señor Dios nuestro, como el insecto que se pega a nuestra piel y succiona nuestra sangre, el mal ha venido sobre nosotros. Nuestro poder de vida está debilitado. ¿Quién nos puede salvar? Nadie sino tu, oh Padre, Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
      
    Ante ti, oh Padre, ante la Virgen María, ante todos los Santos confesamos que hemos cometido errores: danos la fuerza que necesitamos para llevar una vida mejor. Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
      
    Ante nuestros hermanos, ante nuestras hermanas, confesamos que hemos hecho mal: dadnos la fuerza para llevar una vida mejor, preservadnos de recaer en la sombra. Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
       
    Beatísimo Padre, restablece en nosotros lo que gastamos en el mal, perdona nuestras culpas a causa del sacrificio de tu Hijo Jesucristo, tu Espíritu pueda tomar posesión de nuestros corazones y puedan ser anegados nuestros pecados en las aguas profundas y silenciosas de tu misericordia»)
    es trasladado al finalizar el Evangelio o el Credo (según el caso). Durante el mismo, el presbítero celebrante asperja a los fieles con agua bendita, al son de los tambores tam tam. Le sigue el gesto de la paz, en el que la gente generalmente sacuden sus dos manos como signo de total apertura o aceptación. A veces esta sacudida de manos es precedida por el lavado de las manos en un recipiente común.
  • La oración de fieles (que por lo general es hecha según la localidad) la hace el anunciador, y durante la misma se quema incienso.
  • Los fieles hacen procesión de ofrendas, las cuales son entregadas al celebrante, quien las presenta cantando o hablando. Primero se entregan las que no sean pan o vino, luego el pan y el vino, con estas palabras: «Oh sacerdote de Dios,/ he aquí nuestras ofrendas,/ recíbelas:/ Ellas manifiestan nuestro espíritu / de solidaridad y compartir,/ y muestran que nos amamos unos a otros,/ como el Señor nos ama».
  • Antes de la liturgia eucarística, el anunciador hace sonar tres veces la campana o el gong diciendo: «Hermanos, hermanas, escuchad atentos».
  • Aunque se pueden usar los prefacios del misal romano, el Rito Zaireño cuenta con un prefacio y plegaria eucarística propias (adaptadas de la “Plegaria Eucarística II”): 
    P. Verdaderamente, Señor Es bueno que te demos gracias, que te glorifiquemos. A ti, Dios nuestro, A ti, nuestro Padre, A ti, el sol en el cual no podemos fijar nuestros ojos, A ti, que lo ves, A ti, dominador de todos los pueblos, A ti, dueño de todas las cosas. Te damos gracias por tu Hijo Jesucristo, nuestro mediador.
    A. Amén. Él es el único mediador.
    P. Padre Santo, te alabamos por tu Hijo Jesucristo nuestro mediador. Él es tu Palabra que da vida. Por él creaste el cielo y la tierra; Por él creaste las fuentes del mundo, los ríos, las fuentes, los lagos y todos los peces que viven en ellos. Por él creaste las estrellas, las aves del cielo, los bosques, las sabanas, las llanuras, las montañas y todos los animales que viven allí. Por él creaste las cosas que vemos y las que no vemos.
    A. Amén. Por él creaste todas las cosas.
    P. Tú lo estableciste como Señor de todas las cosas. Tú lo enviaste a nosotros para que pudiera ser nuestro Redentor y nuestro Salvador. Él es el Dios hecho hombre. Por el Espíritu Santo, Él se encarnó de la Virgen María. Creemos que es así.
    A. Amén. Creemos que es así.
    P.  Tú lo enviaste para reunir a todos los hombres para que ellos puedan formar un solo pueblo. Él obedeció, Él murió en la cruz, Él venció a la muerte, Él resucitó de entre los muertos.
    A. Amén. Él resucitó. Él venció a la muerte.
    P. Por eso es que con todos los Ángeles, con todos los Santos, con todos los muertos que están contigo, te decimos (cantamos) que eres santo.
    A. Santo,…
    El sacerdote continúa solo, con las manos extendidas: Tú eres santo, Señor, Dios nuestro. Tu único Hijo, Jesucristo, es santo. Tu Espíritu, el Paráclito, es santo. Tú eres Santo, Dios omnipotente, te suplicamos, escúchanos.
      
    El [Los] sacerdote[s] extiende[s] sus manos sobre la oblata, diciendo: Mira este pan, mira este vino, míralos: Santifícalos, que el Espíritu Santo descienda sobre estas ofrendas que te hemos traído: Que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, que en la misma noche en que fue arrestado, tomó pan (toma el pan y lo sostiene para que el pueblo lo vea. Luego él[los] continúa[n]), te dio gracias, rompe el pan: y lo dio a sus discípulos, diciendo: TOMAD Y COMED, TODOS VOSOTROS, ESTE ES MI CUERPO, ENTREGADO POR VOSOTROS.
       
    Algún repique de campanas puede acompañar todas las palabras de la institución. El sacerdote muestra la hostia consagrada a los fieles. Los fieles pueden romper en aclamación a Cristo presente en el altar con una fórmula como: Oh Cristo, tú eres Dios, tú eres Señor o Señor mío y Dios mío.
       
    Luego, el sacerdote pone la hostia en el corporal. Luego el presidente (y los concelebrantes) se arrodillan o se inclinan un poco sin tocar el altar. Levantándose, continúa[n]: Así también, acabada la cena, tomó el cáliz. El presidente toma el cáliz. Dándote gracias, lo dio a sus discípulos diciendo: TOMAD Y BEBED, TODOS VOSOTROS, PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, SERÁ PARA VOSOTROS Y PARA MUCHOS LA REMISIÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN MEMORIA MÍA.
      
    El sacerdote muestra el cáliz a los fieles. Los fieles pueden romper en aclamación a Cristo presente en el altar con una fórmula como: Oh Cristo, tú eres Dios, tú eres Señor o Señor mío y Dios mío.
      
    Luego, el sacerdote pone el cáliz en el corporal. Luego el presidente (y los concelebrantes) se arrodillan o se inclinan un poco sin tocar el altar. Levantándose, el presidente dice (o canta): Es grande, el misterio de la fe.
    A. Tú has muerto, Señor. Lo creemos. Tú has resucitado. Lo creemos. Tú volverás en gloria. Lo creemos.
      
    El [Los] sacerdote[s] dice[n] con las manos extendidas: Señor Dios nuestro, recordamos la muerte y resurrección de tu Hijo. Te ofrecemos el pan de vida, te ofrecemos el cáliz de salvación, te agradecemos, por hacernos tus elegidos dignos de estar en tu presencia y servirte, Señor, Dios de misericordia: He aquí que comeremos el cuerpo de Cristo; comeremos la sangre de Cristo. Te pedimos: ten misericordia de nosotros, y envía tu Espíritu sobre nosotros, que tu Espíritu nos congregue, que todos seamos uno.
    A. Señor, que tu Espíritu nos congregue, que todos seamos uno.
      
    El [Los] sacerdote[s] dice[n] con las manos extendidas: Señor, recuerda a tu Iglesia. Está extendida por todo el mundo. Que todos los cristianos se amen unos a otros como tú nos amas. Recuerda a nuestro Papa N. Recuerda a nuestro Obispo N. Recuerda a los que están fielmente guardando la fe apostólica; que vivan en justicia y santidad.
    A. Señor, recuérdalos a todos ellos.
    P. Señor, recuerda a nuestros hermanos que han muerto en la esperanza de la resurrección o para ser salvos. Recuérdalos a todos ellos. Recuerda a todos los que han dejado esta tierra, de los cuales conoces la rectitud de sus corazones. Recuérdalos a todos ellos. Recíbelos en tu presencia, que puedan ver tu rostro.
    A. Señor, recuérdalos a todos ellos.
    P. Señor, te rogamos, acuérdate de todos nosotros, para que podamos ser recibidos en tu presencia algún día. Donde moras con la Santísima Virgen María, madre de Dios, su esposo San José, los Apóstoles y los santos de todos los tiempos, todos los que amas, y los que te han amado. Que podamos estar en tu presencia para alabarte y glorificarte por tu Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor.
    Los fieles se levantan y toman la postura de oración. El sacerdote toma la patena con la hostia y el caliz, y elevándolos al nivel de los ojos, dice o canta con los concelebrantes: Señor, que podamos glorificar tu nombre, tu honorable nombre: Padre, Hijo, Espíritu Santo.
    A. Que podamos glorificar tu nombre, hoy, mañana, y por los siglos de los siglos. Amén.
       
    O cuando cantan la doxología:
    P. Señor, que podamos glorificar tu nombre.
    A. ¡Amén!
    P. Tu nombre.
    A. ¡Amén!
    P. Muy honorable.
    A. ¡Amén!
    P. Padre.
    A. ¡Amén!
    P. Hijo.
    A. ¡Amén!
    P. Espíritu Santo.
    A. ¡Amén!
    P. Que podamos glorificar tu nombre.
    A. ¡Amén!
    P. Hoy.
    A. ¡Amén!
    P. Mañana.
    A. ¡Amén!
    P. Y por los siglos de los siglos.
    A. ¡Amén!
       
    O:
    P. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
    A. Amén.
  • Los fieles reciben la “comunión” en la mano y se van, danzando, a sus puestos, donde la consumen.
  • Después de la oración post-comunión, se dan los anuncios y la bienvenida a los huéspedes.
  • Acabado el servicio (que puede durar 2½ horas), salen en procesión hasta fuera del templo.
  • Los ornamentos y mobiliario (y en algunos casos, hasta los vasos sagrados) se basan en la idiosincracia local. Los ornamentos tienen un arreglo cromático donde el color de fondo es dominante, y la decoración es de los colores complementarios.
Aunque se ha presentado como un intento de acercar la liturgia a la mentalidad del congoleño, la realidad es que este ritual fue el aspecto litúrgico de la “Zairenización” llevada a cabo por el dictador cleptócrata Joseph-Désiré Mobutu Sese Seko durante los 70, que produjo gran miseria en su nación (Mobutu llegó a decir: «la clave del éxito es robar poco a poco, para que los demás no se den cuenta»). Y en cuanto al mismo Mulala, cuando fue consagrado como obispo auxiliar de Léopoldville (actual Kinshasa), en Julio de 1959, prometió
«una Iglesia congoleña en un Estado congoleño, una Iglesia que se revista de un rostro verdaderamente congoleño, en su expresión teológica y filosófica, en la evangelización e igualmente en su liturgia. El hecho de que los valores congoleños los valores africanos sean insertados en la liturgia, a fin de que el pueblo comprenda de qué trata, algo que pruebe que la Iglesia es su Iglesia, y no alguna cosa importada, sino al contrario, que es algo encarnado».

Mulala en 1975 instaló en su diócesis la figura de los bakambi (plural de mokambi, “presidente” en lingala), hombres laicos casados designados como administradores parroquiales. Sin embargo, esta iniciativa no fue del agrado de Wojtyła, que previó el carácter separatista de tal iniciativa (Mulala proponía también un sínodo africano a fin de crear una “Iglesia Africana”).

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)