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domingo, 2 de agosto de 2020

POR PRIMERA VEZ, BERGOGLIO INTERVIENE EN EL FESTIVAL DE LA JUVENTUD DE MEĐUGORJE

Aun con la plandemia del coronavirus wuhanense (cuya tasa de contagios y decesos motivó al gobierno de Bosnia-Herzegovina a declarar el Estado de desastre), el Mladifest o Festival de la Juventud, que se celebra en la parroquia bosnio-croata de Međugorje el mes de Agosto con ocasión del “cumpleaños de la Virgen” propalado por la seudomariofanía local y secundado por los frailes franciscanos en rebeldía contra obispo diocesano de Mostar-Duvno, sigue dando qué hablar.
   
   
El arzobispo Luigi Pezzuto, Nuncio en Bosnia-Herzegovina y Montenegro, presentó una carta de Francisco Bergoglio en el servicio inaugural el primer día del XXXI Festival de la Juventud en Međugorje (Fuente: LaLuceDiMaria.it, 1 de Agosto):
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS JÓVENES REUNIDOS EN MEĐUGORJE PARA SU ENCUENTRO ANUAL
   
«¡Queridos jóvenes!
   
El encuentro anual de los jóvenes en Međugorje es un tiempo rico de oración, de catequesis, de fraternidad y ofrece a todos vosotros la posibilidad de encontrar a Jesús vivo especialmente en la Eucaristía celebrada y adorada, y en la Reconciliación. Y así os muestra otro modo de vivir, diferente de aquel que ofrece la cultura de lo provisional, según la cual nada puede ser definitivo, sino que cuenta solo gozar el momento presente. En este clima de relativismo, en el cual es difícil encontrar respuestas verdaderas y seguras, las palabras escogidas como lema para el Festival “Venid y veréis” (Jn. 1, 39), dirigidas por Jesús a los discípulos son una bendición. También a vosotros Jesús dirige su mirada y os invita a ir y estar con Él. 
   
¡No tengáis miedo! Cristo vive y quiere que cada uno de vosotros viva. Él es la verdadera belleza y juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se vuelve nuevo, se llena de vida de sentido (cf. Exhort. ap. Christus vivit, 1). Lo vemos precisamente en aquella escena evangélica, cuando el Señor pregunta a los dos discípulos que lo siguen “¿Qué buscáis?”. Y ellos responden: “Rabí, ¿dónde vives?”. Y Jesús dice: “Venid y veréis” (cf. Jn. 1, 35-39). Y ellos van, ven y se quedan. De tal modo quedó impresa en la memoria de aquellos discípulos la experiencia del encuentro con Jesús, que uno de ellos incluso registró la hora: “Eran cerca de las cuatro de la tarde” (v. 39).
  
El Evangelio nos relata que después de estar en casa del Señor, los dos discípulos se hicieron los mediadores que permiten a otros encontrarlo, conocerlo y seguirlo. Andrés fue a decirlo enseguida a su hermano Simón y lo conduce a Jesús. Cuando ve a Simón, el Maestro le da enseguida un sobrenombre: “Cefas”, esto es “Piedra”, que se convertirá en el nombre Pedro (cf. Jn. 1, 40-42). Esto hace ver que encontrando a Jesús se vuelve una nueva persona y se recibe una misión de transmitir esta experiencia a otros, siempre teniendo la mirada en Él, el Señor.
    
Queridos jóvenes, ¿habéis encontrado esta mirada de Jesús que os pregunta “qué buscáis”? ¿Habéis oído su voz que os dice  “Venid y ved”?. ¿Habéis sentido aquel impulso de poneros en camino? Tomaos el tiempo para estar con Jesús, para llenaros de su espíritu, y estar listos para la fascinante aventura de la vida. Id al encuentro con Él, estad con Él en la oración, confiaos a Él que es experto del corazón humano.
   
Esta bellísima invitación del Señor, “Venid y veréis’ relatado por el joven y amado discípulo de Cristo es dirigido también a los futuros discípulos. Jesús os invita a encontrarlo, y este Festival representa una ocasión de poder “venir y ver”. La palabra ‘venir’, además de indicar un movimiento físico, tiene un sentido más profundo, espiritual. Indica un itinerario de fe cuyo fin es ‘ver’, esto es, hacer la experiencia del Señor y gracias a Él, ver el sentido pleno y definitivo de nuestra existencia.
   
El gran modelo de la Iglesia del corazón jovem, pronto a seguir a Cristo con frescura y docilidad, sigue siendo la Virgen María. La fuerza de su “sí” y de aquel “hágase en mí” que dijo al Ángel nos golpea siempre. Su “sì” significa involucrarse y arriesgar, sin otra garantía que la certeza de ser portadota de una promesa. Su “He aquí la sierva del Señor” (Lc. 1, 38) es el ejemplo más bello que nos relata qué sucede cuando el hombre, en su libertad, se abandona en las manos de Dios! ¡Que este ejemplo os fascine y os guíe! María es la Madre que vela “por estos hijos que caminamos por la vida muchas veces cansados, necesitados, pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo de jóvenes querido por ella, que la busca haciendo silencio en el corazón aunque en el camino haya mucho ruido, conversaciones y distracciones” (Christus vivit, 48).
   
Queridos jóvenes, “corred atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo os empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita vuestro entusiasmo, vuestras intuiciones, vuestra fe” (ibíd., 299). En vuestra carrera por el Evangelio, animada también por este Festival en Međugorje, os confío a todos vosotros a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, invocando  la luz y fuerza del Espíritu a fin que podáis ser verdaderos testigos de Cristo. Por esto oro y os bendigo, y pido a vosotros que oréis por mí.
    
Roma, San Juan de Letrán, 29 de Junio de 2020.
    
Francisco».
Como una homilía promedio de él, la carta no tiene nada de pensamiento. Contiene en cambio los sentimentalismos de costumbre: (Jesús es “experto del corazón humano”; “fascinante aventura de la vida”).
   
Bergoglio les dice a los jóvenes que el festival Mladifest les ofrece la posibilidad de encontrar a Jesús vivo especialmente en la Eucaristía “celebrada y adorada”, cuando él no es conocido por ser aficionado a la Adoración Eucarística, visto que cuando exponen al que cree que es el Santísimo Sacramento, ¡NUNCA SE ARRODILLA!, y en el Corpus Christi del año pasado, delegó la procesión al cardenal Ángelo de Donatis Fattizzo y profesó la herejía luterana de la impanación.
   
Para Bergoglio, el festival muestra una forma de vida diferente de la que ofrece “la cultura de lo provisional”, añadiendo bruscamente: “sino que cuenta solo gozar el momento presente”.
    
Citando la Exhortación Apostólica Post-sinodal Christus vivit, Bergoglio dice: “que la luz de la esperanza no se apague”. Sin demeritar la inteligencia ajena, es poco probable que los jóvenes que escucharon el texto fueran capaces de encontrar entre toda esa tochada un mensaje coherente.
    
La carta en cuestión fue firmada el 29 de Junio, fiesta de San Pedro y San Pablo. Extrañamente, el lugar indicado en ella es “San Juan de Letrán”, cuando en realidad Francisco Bergoglio no estaba allí ese día.

  
ACTUALIZACIÓN (4 de Agosto): El visitador apostólico para Međugorje Henryk Franciszek Hoser Zabłoński, arzobispo emérito ad persónam de Varsovia-Praga, declaró que Petar Palić Gucić, nombrado el pasado 11 de Julio como obispo de Mostar-Duvno y Trebinje-Mrkan en remplazo de Ratko Perić Raguž, «ayudará a mejorar la situación» respecto a las “apariciones” mesoropolitanas; añadiendo que Međugorje es un santuario internacional «visitado por muchos obispos, arzobispos y cardenales», y repitiendo a los detractores el mantra «Ven y verás, para que puedas dar testimonio».
  
Por su parte, Palić (quien tomó posesión de su sede el 14 de Septiembre), en una entrevista a Deutsche Welle el 1 de Noviembre, dijo sobre el “fenómeno de Međugorje” que, además de los pronunciamientos de la diócesis de Mostar y sus predecesores, la única declaración oficial es la Declaración de Zadar de 1991 por la antigua Conferencia Episcopal de Yugoslavia, que señala «Basándose en las investigaciones hasta ahora realizadas, no puede afirmarse que se esté tratando de apariciones sobrenaturales y revelaciones». Y respecto a la “cuestión de Herzegovina”, sostiene que no es cuestión de opiniones sino de la decisión tomada por el Vaticano, que los franciscanos deben entregar las parroquias a la diócesis de Mostar.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)