Artículo publicado en RADIO SPADA. Traducción propia.
VI Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Astaná (actual Nur-Sultán), Kazajistán.
En el territorio de la archidiócesis de Astaná (ahora llamada Nur-Sultán), sobre la cualt tienen su jurisdicción el arzobispo Tomás Peta y del cual Atanasio Schneider es su obispo auxiliar, está por cumplirse algo curioso, para usar un eufemismo.
Retrocedamos un poco. Peta y Schneider son dos conservadores, o más precisamente –para algunos– ultraconservadores, “tradicionalistas” (particularmente el segundo). Conocidos por peticiones y apelos –a veces compartibles– de sabor intransigente, se han distinguido como fustigadores del cato-modernismo internacional.
¿Pero qué sucede en casa, donde tienen la gravísima obligación de regir una archidiócesis? Desde 2003 el Jefe del Estado (que lo fue ininterrumpidamente entre 1991 y 2019, y aún hoy es encargado como presidente del Consejo de Seguridad de Kazajistán), el célebre Nursultán Nazarbáyev, ha “promovido” el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, una institución político-religiosa, de marca claramente ecuménico-indiferentista.
Durante la edición del 2015 Nazarbáyev tuvo la forma de reunir al secretario general de la ONU Ban Ki-Moon y el rey Abdalá II de Jordania.
Durante la del 2018 fue el mismo arzobispo Peta a decirse entusiasta en el Astana Times: “Antes que nada, debemos congratularnos con nuestro presidente, Nursultán Nazarbáyev, por esta noble idea. El congreso de los líderes religiosos es una forma para el reconocimiento y acercamiento de las religiones tradicionales”.
“Por tradición, el [N. de R.: ¿un?] cardenal vaticano encabeza la delegación de la Iglesia Católica en el congreso, dirigiéndose a los participantes en el evento en nombre del Papa”, se anota en el artículo. “Pero naturalmente, también el clero católico local busca participar en este importante evento”, observó Peta.
En resumen, estamos frente a la enésima etapa de aquel Gran Reinicio que fue el Concilio Vaticano II.
Ahora, en la edición 2021, serán invitados al evento kazajo nada menos que Bergoglio y el Patriarca moscovita Cirilo (aquí Interfax, acá Asianews, confirmado –salvo Covid– recientemente por Catholic News Agency).
Recordando cómo el apoyo al ecumenismo sea una gravísima cooperación al mal respecto a los tres primeros Mandamientos (ver entre otros el Sýllabus y Mortálium Ánimos), será necesario –teniendo cerca la virtud de la prudencia para quien vive en el País de las Águilas– que los obispos que dirigen aquella diócesis,
en cuanto al pasado:
- Hagan pública enmienda y corrijan –específicamente– las graves declaraciones del arzobispo Peta del 2018;
- Posiblemente, den lugar a una pública reparación del grave escándalo suscitado por la adhesión pasada de la archidiócesis a este evento contrario a la doctrina de la Iglesia;
en cuanto al futuro:
- Se opongan con todas las fuerzas a la realización del evento del 2021 en el territorio confiado a su jurisdicción;
- Con mayor razón, vista la presencia de Bergoglio, amonesten a los católicos imponiéndoles –so pena de pecado mortal– desertar de esta bolsa ecuménica;
- En todo caso, reparen públicamente y, si fuese la última arma necesaria, evalúen con prudencia si dimitirse cuando sean reprendidos por su superior romano, en una situación tan grave, directamente en su diócesis.
Actos inferiores a estos –incluidas disociaciones generales del ecumenismo o del neomodernismo– parecerán incomprensibles. A graves actos específicos se responde con actos específicos contrarios.
Más que nunca cuando está en juego la vida de las almas, que es superior a la de los cuerpos.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)