Tomado de PERIÓDICO LA ESPERANZA.
La fiesta de la Epifanía de Nuestro Señor, que se celebra entre nosotros como la fiesta de los Reyes Magos, fue elegida por la Comunión Tradicionalista como fiesta de la Monarquía Tradicional, pues los reyes que acudieron a adorar al Niño Dios le ofrecieron oro, incienso y mirra. Si el incienso es para Dios y la mirra para el hombre, el oro es para el rey. Así pues, los reyes de la tierra adoran y rinden pleitesía al Rey de los Cielos. He ahí una primera representación de Cristo Rey, anterior a la institución de su fiesta en el siglo XX.
Nos unimos hoy a los Reyes Magos, así como también a los pastores Isacio, Josefo y Jacobo –abuelo, padre e hijo–, que en Belén representan perfectamente la trasmisión de la Tradición en tantas familias carlistas que, velando sus rebaños, conservaron incólume la Esperanza.
Sabemos que, tras entregarle sus dones, regresaron a sus reinos evitando encontrarse con Herodes. Hoy nos llegan tristes noticias de que nuevos Herodes continúan persiguiendo a los inocentes y de que en Oriente los cristianos están siendo degollados con la misma saña de su predecesor. Y en la Hispanidad, el aborto pretende arrebatarnos un futuro mejor y la eutanasia, al despojarnos de nuestros mayores, nos priva de esa preciosa herencia que es eslabón vital de tradiciones y legados.
Le damos también nosotros primeramente incienso, que es el culto en espíritu y verdad, que humildemente le ofrecemos junto al altar con nuestra fidelidad a la liturgia tradicional. El oro que llevamos al Rey de Reyes, en estos tiempos de grave crisis económica, es la caridad valiosísima para ayudar a los correligionarios que padecen necesidad. Que, aunque pobres en lo material, poseen la preciosa riqueza de preservar el tesoro de la doctrina tradicional. La mirra, finalmente, son los tantos sacrificios que los leales han ofrendado a lo largo de la historia del Carlismo y, sobre todo, de estos años heroicos. En particular al cumplirse veinte años de aquel dramático accidente pienso en mis queridos José Ramón García Llorente y Juan Manuel Muskett.
Me es muy grato, pues, hacer llegar a todos los leales un saludo en esta Epifanía, junto con mis deseos de un año lleno de gracias y de entusiasmo al servicio de la Causa. Nuestro mundo se encuentra en una situación cada vez más difícil y crítica. Y nuestra Comunión debiera hallarse dispuesta para afrontarla siempre con decisión, pues ya no sólo España y la Hispanidad tienen necesidad del espíritu vivificante de la Tradición, sino también el mundo entero. Para ello es preciso fortalecer la Comunión Tradicionalista aunando las inteligencias en la sana doctrina y las voluntades en pro del bien común. A ello os convoco, a las órdenes de mi Secretaria Política, que tan eficazmente viene trabajando no sólo en la España peninsular e insular, sino también en las Españas ultramarinas.
Quiera Dios que cada carlista persevere por la senda del deber y, en medio de la noche que nos envuelve, sigamos la Estrella de la Esperanza, Nuestra Señora la Virgen María, y a todos nos ponga a buen recaudo, un día, junto al trono de Dios en el reino de los cielos.
Lignières, 5 de enero de 2021.
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