Traducción del artículo publicado en FINESTRE SULL’ARTE.
Una misión arqueológica franco-noruega, dirigida por el Institut français d’archéologie orientale, reveló en el fin de semana haber descubierto el monasterio cristiano más antiguo conocido en Egipto. El sitio fue encontrado en el oasis de Bahariya, en medio del desierto, a unos 370 km de la capital El Cairo. En un comunicado publicado el sábado, el Ministerio de Antigüedades de Egipto explicó que “La misión franco-noruega ha descubierto, durante su tercera campaña de excavaciones en el sitio de Tal Ganoub Qasr-al Agouz en el oasis de Bahariya, muchos edificios construidos en basalto, otros excavados en la roca y otros hechos de ladrillos de arcilla”. El complejo está subdividido en seis sectores, donde fueron reencontradas las ruinas de tres iglesias y de celdas monásticas cuyas paredes muestran grafitos y símbolos con inscripciones vinculadas a ma cultura copta. Se encontraron numerosas óstracas (fragmentos de cerámica) con inscripciones en griego que hacen referencia a los monjes. En la pared de una igesia se encontraron también algunos pasajes bíblicos en griego, por los cuales se obtiene informaciones importantes sobre la vida monástica en la zona. El descubrimiento se remonta al año pasado, pero las excavaciones en esta área comenzaron hace una década
El edificio data del siglo IV después de Cristo, explicó a la prensa el director de la misión, Victor Ghica de la Escuela Noruega de Teología, Religión y Sociedad, especialista en arqueología tardo-antigua, de cristianismo del siglo IV y de papirología copta. Se trata de un hallazgo muy importante porque las fuentes escritas de la época que hablan de las zonas habitadas por los monjes cristianos no mencionan esta área. Ghica explicó que tenemos la certeza que se trate de un sitio del siglo IV por el número y el tipo de pruebas emergidas: las cerámicas, las dataciones de radiocarbono, el material en vidrio y las monedas. Según el arqueólogo, el sitio fue fundado en la mitad del siglo IV y esto lo hace el monasterio cristiano más antiguo conocido en Egipto.
El descubrimiento, reveló Ghica, ofrece una imagen del monacato primitivo diferente a la informada en textos oficiales de la Iglesia, porque demuestra que aquellos fueron producidos en función de una agenda política, que ha buscado crear una visión del monacato centrada en algunas figuras fundadoras. El hallazgo demuestra que, más allá de las figuras de los fundadores del monacato, hubo también otros grupos, y que el monacato primitivo era más rico de lo que cuentan las fuentes literarias. “La excavación revela nuevos aspectos de los orígenes del monacato en Egipto. Y los confines de Egipto están en el centro de la arqueología del monacato primitivo”, explicó el director de la misión.
El monasterio, técnicamente, es una “laura”, término que, en el cristianismo oriental, indica un asentamiento monástico de pequeñas dimensiones hechos de una serie de celdas reunidas en torno a un refectorio y a una iglesia. Los monjes que la habitaban vivían en modo independiente pero conformaban una pequeña comunidad. La misión hizo saber que el sitio presenta partes que se encuentran en un “estado excepcional de conservación excepcional”: en particular, cuatro de seis edificios fueron encontrados con sus muros intactos, en algunos casos también el techo y el pavimento. Y también si muchas porciones del sitio están destruidas, algunas emergieron en óptimo estado, lo que permite extraer muchas informaciones.
Con toda probabilidad, el asentamiento fue habitado del siglo IV al VI después de Cristo, época en que fue abandonado, si bien siguió siendo visitado en época posterior, a juzgar por los hallazgos encontrados. La época de máximo esplendor fue en cambio el siglo V, época a la que datan los hallazgos más importantes. Antiguamente el monasterio se encontraba a un par de kilómetros del asentamiento habitado más cercano. Este último dato, explicó Ghica, es interesante porque el aislamiento de los monjes que leemos en la literatura es relativo: los monjes estaban aislados pero no demasiado lejos, porque tenían necesidad (en ausencia de tierras de cultivo, dependían para su alimentación de los vecinos o de los viajeros que frecuentaban la zona). Este importante descubrimiento abre por tanto nuevas perspectivas para el estudio del monacato primitivo, concluye la misión.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)