No se ha movido de su lugar de conservación desde hace 900 años. La Santa Cofia no es tan conocida como la Sábana Santa de Turín y el Sudario de Oviedo y sin embargo sirvió también para cubrir a Cristo en su enterramiento tras la crucifixión.
La Santa Cofia, el lino tejido por la Virgen que cubrió la cabeza de Cristo (era un sudario –en griego σουδάριον y en siríaco ܣܽܘܕ݂ܳܪܶܐ/sudwara– doblado y atado alrededor de la cabeza para mantener cerrada su boca) durante su entierro, se conserva en la capilla de San Gausberto de la catedral de San Esteban de Cahors, en Francia.
Conservada durante siglos en la catedral de Cahors, donde era expuesta el domingo de Pentecostés y los dos días siguientes, su fama disminuyó en el siglo XIX hasta desaparecer definitivamente en el siglo XX. Rara vez expuesta a la devoción de los fieles, permanece la mayor parte del tiempo en un pequeño relicario cobijado en su capilla.
¿Cuándo llegó a Cahors? La tradición nos dice que fue adquirida por Carlomagno, quien la entregó al obispo de la ciudad, Ayma (Aimato), en el año 803. Otra historia cuenta que el obispo Géraud de Cardaillac la trajo a Cahors a su regreso de Tierra Santa en el siglo XII.
¿La parte que falta del Santo Sudario?
Muchos científicos e historiadores han estudiado esta pieza de lino ritual, aunque no han podido datarla con precisión. El famoso egiptólogo Jean-François Champollion, que en 1844 tuvo la oportunidad de examinar la Cofia, confirmó que la tela, hecha de lino egipcio, era característica de los primeros siglos del cristianismo.
La especialista en la Santa Cofia Isabelle Rooryck, conservadora de patrimonio en Francia, explica que los rastros de sangre encontrados en el tejido deben compararse con los encontrados en el sudario de Turín. Se observan coincidencias sorprendentes que llevan a pensar que la misma persona pudo haber usado ambas telas. “Una gran mancha de sangre es visible en el interior de la Cofia y atraviesa el exterior en la parte inferior de la mejilla derecha, lo cual se corresponde con el desgarro de la barba visible en la Sábana Santa de Turín. Hay visible también una herida a nivel del arco superciliar izquierdo, una posible correspondencia con la lesión en la Sábana Santa. Otras múltiples huellas de sangre, más pequeñas representarían heridas infligidas por una corona de espinas”, explica la conservadora.
Desde 1899, la reliquia se conserva en un relicario nuevo de bronce dorado fabricado por el taller Poussielgue-Rusand, y rematado por una cúpula de ángeles coronada con un globo crucífero. En la base, encontramos a San Desiderio (Didier), uno de los obispos de Cahors, a Carlomagno y al papa Calixto II. El relicario fue bendecido el 25 de Junio de ese año por Émile-Christophe Énard, obispo de Cahors y Henri-Charles Dénéchaud, obispo de Tulle.
Su altar mayor, consagrado el 14 de Noviembre de 1484 por el obispo de Cahors Antoine Allemand, fue robado por los hugonotes (calvinistas franceses) liderados por el rey de Navarra Enrique III de Borbón (que asumirá como Enrique IV de Francia en 1589 y se convertirá al catolicismo cuatro años después) en Mayo de 1580 durante la séptima Guerra de Religión cuando la catedral fue presa del pillaje, y engullido por las aguas durante su transporte al castillo de Antoine de Gourdon, señor de Cénevières. Actualmente se está trabajando en su recuperación.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)