Joseph Ratzinger y otro personaje escuchando a Karl Rahner SJ, uno de los principales inspiradores del Vaticano II.
Ratzinger con Hans Maier (ministro de Educación y Cultura del Estado de Baviera) y el abad (luego cardenal) Paul Augustin Mayer OSB, en una pausa durante el Sínodo de Würzburgo de 1971.
Ratzinger durante los trabajos de la Conferencia episcopal alemana en Stapelfeld, en marzo de 1971 (Hans Urs von Balthasar es el segundo sentado).
Ratzinger (ya cardenal) y el escritor Georg Lohmeier en 1989 en la concesión de la Orden Karl Valentin por la sociedad de carnaval de Múnich Narrhalla.
Joseph Ratzinger firmando en el Libro de Honor de la Universidad Pontificia de Salamanca. Le acompañan Adolfo González Montes, Santiago del Cura, José-Román Flecha, Georg Gänswein, Olegario González de Cardedal y el rector, Gerardo Pastor.
Ivo Muser, Josef Michaeler, Joseph Ratzinger, Georg Ratzinger, Karl Golser y Serafin Troi visitando en Bresanona/Brixen (Tirol del Sur), la tierra de sus antepasados.
Y estas sus palabras hablando de su formación en el seminario de Frisinga después de la guerra:
«Éramos progresistas. Queríamos renovar la teología de raíz y, con ello, dar también a la Iglesia una forma nueva y más viva… Se abrían nuevos horizontes, nuevos caminos. Por ello queríamos nosotros avanzar con la Iglesia, convencidos que con esto se rejuvenecería. Sentíamos un cierto desdén –a la sazón era la moda– por el siglo XIX, de la acartonada piedad decimonónica. Yo quería salir del tomismo clásico, para lo cual Agustín fue para mí una ayuda y un guía. Había que entablar un diálogo vivo con las nuevas filosofías.[…]Debo confesar que durante mis estudios se nos inculcó un ligero resentimiento antirromano. No en el sentido de que negáramos el primado, la obediencia debida a Roma, pero sí en el sentido de que teníamos una cierta reserva interior frente a la teología que se hacía en Roma. Ello hacía que hubiese una cierta distancia interior… No sentía ningún anhelo de venir a Roma» (PETER SEEWALD, “Benedicto XVI, últimas conversaciones”, Ágape Libros, Buenos Aires, 2016, págs. 110-111, 163).
¿Y TODAVÍA SIGUES DICIENDO QUE RATZINGER ES CONSERVADOR?
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)