AHORA SPADARO ES BLANCO DE LAS IRAS JUDÍAS

Como si fuera poco con la indignación del rabino Rasson Arousi, presidente de la Comisión del Rabinato Principal de Israel para Asuntos Interreligiosos frente a la homilía de Francisco Bergoglio en la Audiencia Semanal del 11 de Agosto, el diario judío italiano Moked (en hebreo: מוֹקֵד, literalmente “Enfoque”) publicó el artículo “Civiltà Cattolica”, il direttore senza freni rispolvera il catalogo dei pregiudizi antisemiti (“Civiltà Cattolica”, el director sin frenos desempolva el catálogo de los prejuicios antisemitas), censurando al presbítero Antonio Spadaro SJ, el mismo que el 13 de Julio de 2017 firmara un artículo junto al pastor presbiteriano argentino Marcelo Figueroa para La Civiltà Cattolica en el que acusaba a los fundamentalistas protestantes e integristas católicos de participar en un «ecumenismo de odio»:

«La “religión del corazón” y en la otra parte, fatalmente contrapuesta, la “doctrina de los fariseos”. En un sorprendente texto aparecido en el Fatto Quotidiano Antonio Spadaro, director de la revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica y cuya firma a veces aparece en evidencia en cotidianos nacionales como el Corriere della sera y La Repubblica, desempolva un tema caro a componentes del mundo católico que nunca fueron capaces de liberarse del armamento de prejuicios del viejo antisemitismo.

  

En su intervención dominical en el Fatto donde tiene una columna fija, Spadaro esboza la imagen de un judaísmo dedicado a un orden “de la formalidad” y “de la banalidad” que reduciría la trascendencia “a fenómeno esotérico o exterior”. El director de la Civiltà Cattolica toma como pretexto la netilat yadaim (נְטִילַת יָדַיִם), el lavado ritual de las manos. Para Spadaro una de las “afectaciones” tras la cual se ocultaría “una visión falsa de la relación con Dios, como si el hombre debiese ponerse en una condición ‘pura’ para dirigirse a Dios”. Precisamente, según el jesuita, “estos lavados acaban solo en inmunizarnos del mismo Dios, en esterilizarnos de la fe”. Spadaro imparte su lección concluyendo que la relación trascendente con Dios “o toca la autenticidad profunda de una vida, o es inútil pacotilla devota y basura”».