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miércoles, 17 de noviembre de 2021

CUANDO LA MUERTE PISE TU HUERTO

     
Cuando mueras, no te preocupes por tu cuerpo…
  
Tus parientes, harán lo que sea necesario de acuerdo a sus posibilidades.
  
Ellos te quitarán la ropa,  
te van a lavar, 
te van a vestir, 
te van a sacar de tu casa
y te llevarán a tu nueva dirección.
   
Muchos vendrán a tu funeral a «despedirse».
  
Algunos cancelarán compromisos y hasta faltarán al trabajo para ir a tu entierro.
  
Tus pertenencias, hasta lo que no te gustaba prestar, serán vendidas, regaladas o quemadas.
  
Tus llaves,  
tus herramientas,
tus libros,
tus cds,
tus zapatos,
tu ropa…
  
Y ten por seguro que el mundo no se detendrá a llorar por ti.
  
La economía continuará.
   
En tu trabajo, serás reemplazado. Alguien con las mismas o mejores capacidades, asumirá tu lugar.
  
Tus bienes irán a tus herederos…
   
Y no dudes que seguirás siendo citado, juzgado, cuestionado y criticado por las pequeñas y grandes cosas que en vida hiciste.
  
Las personas que te conocían solo por tu semblante dirán: «¡Pobre hombre!», o «¡él se la pasaba muy bien!».
  
Tus amigos sinceros van a llorar algunas horas o algunos días, pero luego regresarán a la risa.
   
Los «amigos» que te jalaban a las pachangas, se olvidarán de ti más rápido.
    
Tus animales se acostumbrarán al nuevo dueño.
   
Tus fotos, por algún tiempo, quedarán colgadas en la pared o seguirán sobre algún mueble, pero luego serán guardadas en el fondo de un cajón.
  
Alguien más se sentará en tú sofá y comerá en tu mesa.
   
El dolor profundo en tu casa durará una semana, dos, un mes, dos, un año, dos…
   
Después quedarás añadido a los recuerdos y entonces, tu historia terminó.
  
Terminó entre la gente, terminó aquí, terminó en este mundo.
   
Pero comienza tu historia en tu nueva realidad… en tu vida después de la muerte.
  
Tu vida a donde no te pudiste mudar con las cosas de aquí porque además, al irte, perdieron el valor que tenían.
  
Cuerpo,
belleza,
apariencia,
apellido,   
comodidad,
crédito,  
estado,  
posición, 
cuenta bancaria,
casa,
coche, 
profesión, 
títulos, 
diplomas,   
medallas, 
trofeos, 
amigos, 
lugares,  
cónyuge, 
familia…
  
En tu nueva vida solo necesitarás a Dios y solo tendrás tu alma. Y el valor que le hayas acumulado aquí sumando tu voluntad a la divina, será la única fortuna con la que contarás allá.
   
Esa fortuna es la única que te llevarás y se amasa durante el tiempo que estás aquí. Cuando vives una vida de amor a Dios y hacia los demás y en paz con el prójimo, estás amasando tu fortuna espiritual.
  
Por eso intenta vivir en Santidad plenamente y sé feliz mientras estás aquí porque, como dijo Francisco de Asís: «De aquí no te llevarás lo que tienes… Solo te llevarás lo que diste».

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)