Novena
compuesta por fray Juan de Abréu OFM, guardián del convento de San
Matías de Iztacalco, e impresa en Ciudad de México por José Bernardo de
Hogal en 1727. Los Gozos, publicados en Valencia, son tradicionales, sin autor conocido.
MODO DE PRACTICAR LA NOVENA
Si para conseguir lo que a la Soberana Majestad de Dios se le pide por
la intercesión de sus Santos es necesaria la pureza de conciencia y
buena disposición en el que pide: siempre será conveniente que el día
primero de esta Novena (que comenzará el día diez de Noviembre, para que
se finalice en víspera del día de nuestra Santa, diez y nueve de dicho
mes), o en otro cualquier tiempo que se quiera ofrecer, será acertado:
Digo, el prepararle con una buena confesión y recibir al Santísimo
Sacramento de la Eucaristía, y ejecutada el día primero y último esta
tan Santa diligencia, comenzará su Novena con el Acto de Contrición, que
al principio se pone. Luego leerá el caso de la vida de la Santa, y
acabado este, la que le sigue, rezando después seis Padre Nuestros y
seis Ave Marías gloriados a las seis letras que componen el Nombre de
nuestra Reina Isabel, y siendo estos la estación del Santísimo
Sacramento, hará intención de ganar sus muchas indulgencias y
aplicandólas por vía de limosna, por las necesitadas almas del
Purgatorio, finalizando acabada la estación con la oración que a lo
último se pone, que comienza: «Amantísima Reina Santa Isabel»,
procurando, quien pudiere socorrer en cada uno de estos días a un pobre,
en honra de nuestra Santa, y quien no tuviere qué dar; por amor de
Dios, dé sus buenos deseos, y ofrézcalos a Dios.
PIADOSA NOVENA EN HONOR DE SANTA ISABEL DE HUNGRÍA, PATRONA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA DE NUESTRO PADRE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, único bien de mi vida, Padre amoroso de mi alma,
mi Redentor y Criador, que por mí, mísero gusanillo, bajaste de la
diestra de tu Padre amorosísimo a encarnar en el tálamo de nuestra
Señora la Virgen María, y ya vestido del pobre barro de la humana
naturaleza quisisteis nacer en un portal y morir en Cruz, donde fueron
tantos tus dolores cuantas mis maldades, tantas tus agonías cuantas son
mis ingratitudes. De todas ellas me pesa, y me arrepiento mi Dios,
pesándome en el alma de haberos ofendido; pero espero, con vuestra
Divina gracia, y por los méritos e intercesíon de la gloriosa Reina
Santa Isabel, apartándome de las ocasiones de ofenderos, mudar de vida y
mejorar de costumbres, con el propósito firme de nunca más pecar.
Abrasad, mi Jesús, mi obstinado corazón, con el fuego de vuestra
ardiente caridad, para que liquidado como cera, se estampe en él el
sello de vuestra Divina Imagen, para que dé mil vidas, antes que cometer
una culpa, perseverando siempre en vuestra amistad y gracia. Amén.
DÍA PRIMERO – 10 DE NOVIEMBRE
ABRASADA CARIDAD DE SANTA ISABEL
Nació la podiciosa Piedra Sardio Santa Isabel de la nobilísima cantera
de los coronados Reyes de Hungría, tan abrasada en caridad desde sus
primeros años, que era un compendio de las misericordias para con los
pobres, porque parece había nacido con la tierna niña la conmiseración y
piedad, pues en la corta edad de cuatro años, acusándola el aya al Rey
Andrés II su padre, de su desatino en dar limosna a los pobres, que al
parecer tocaba en indecencia, llevando un día Isabel unos pedazos de pan
ocultos, y encontrándose con el Rey su padre le preguntó qué era lo que
llevaba tan guardado. «Señor, son unas flores». «¿Flores (replicó el
padre) en tiempo tan riguroso? A ver, muéstralas»; descubrió el enfaldo
Isabel, cubierto de carmín el rostro, y en él rosas hermosas, olorosas y
frescas, viéndose empeñada la Divina Providencia en apoyar a costa de
milagros la fe y conmiseración de aquella prodigiosa criatura. Creció
con el discurso de su vida el río de fuego de su misericordia: dando
vista a ciegos, pies a cojos, habla a mudos, sanidad a leprosos, vida a
difuntos, amparo a doncellas, socorro a huérfanos, patrocinio a viudas,
fundando hospitales, curando con sus manos llagas, lamiendo con su
lengua podres, y dando universal consuelo a todos los afligidos. Tanto
era el raudal de sus incansables piedades para con los necesitados, que
estando un día el Príncipe Luis de Turingia su esposo divertido en la
casa, llegó a las puertas de palacio un leproso y contaminado pobre
pidendo una limosna. Vióle Santa Isabel, y metiéndole en su retiro, le
lavó las heridas, le limpió las llagas y moviéndole a ternura su fatiga y
su dolor, le desnudó y pasó en su misma casa. A este tiempo llegó el
marído, y dándole uno de los criados aviso de lo que pasaba, el cual
había estado a la mira: arrebatado de la cólera, se fue al lecho para
despedazar al enfermo con un puñal; pero llegando a la cama, sólo
encontró la devota Imagen de un lastimado Crucifijo. Enseñando con esta
visión el Crucificado Rey, se ha de venerar a su Majestad en el
desvalido, y enseñando la Santa Reina con su caridad abrasada a las que
se precian de muy Señoras, sepan ser con los pobres menos altivas y más
caritativas.
ORACIÓN
Poderoso Señor de Cielo y tierra, Padre de las misericordias y amor mío,
que por sanar de la lepra de la culpa a todo el linaje humano vestiste
traje de siervo, y enseñándonos a usar de misericordia, fue todo tu
empleo en los treinta y tres años de tu vida sustentar hambrientos,
sanar paralíticos, dar vista a ciegos, socorrer pobres y visitar
enfermos. Humildemente te pido, por tu gran misericordia y por la
ardiente caridad de la piedra sardio Santa Isabel, ablandes la dureza de
mi corazón, para que ejercitado en obras de conmiseración y piedad te
sirva a ti en el desalido, mire tu Sagrada Imagen en el necesitado y
despidiendo rayos de fuego de caridad abrasada, me transfigure en sardio
preciosísimo para con mis prójimos, amándolos con el corazón y
sirviéndolos por tu amor, para mejor agradecerte y servirte. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» se rezará todos los días.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
Amantísima Reina Santa Isabel, asombro de Hungría, portento de la
naturaleza y abismo de la gracia. Humildemente te suplico, por tus
virtudes y favores, con que te enriqueció la liberal mano de la divina
omnipotencia, alcances de su Majestad lo que en esta Novena te pedimos,
si ha de ser para mayor honra y gloria suya; que intercedas con Dios
nuestro Señor por el descanso de las afligidas Almas del Purgatorio, por
las de nuestros padres, parientes y bienhechores, con todas las que
allí hubiere; a nuestro Padre y Pastor, el Pontífice Romano, luz con que
determine lo más cierto, justo y santo; la feliz victoria sobre todos
los enemigos de la Santa Fe Católica, perpetua paz y concordia entre los
Príncipes Cristianos, la conservación de la Casa Santa de Jerusalén,
que destierre de su Iglesia toda secta y herejía, que traiga en paz a
sus casas a los Cristianos cautivos, que aparte de sus alrededores a los
moros y gentiles, que a las Santas Religiones las conserve en
perfección, y a todos los pecadores los saque del mal estado. Ruega
también, Santa mía, por el consuelo y alivio de las pobres viudas,
huérfanos agonizantes, encarcelados y enfermos, y por todos tus devotos,
para que por tus súplicas y piadosa intercesión, merezcamos conseguir
de Dios la gracia, para gozarle en la Gloria. Amén.
GOZOS
Ya que sois la más lucida
En virtudes y nobleza:
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Vuestro real nacimiento
En Hungría con desvelo,
La providencia del Cielo
Le previno muy atento:
Y fue muy raro portento
Veros tan linda nacida.
Desde niña con primor
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
En Santidad consumada,
En prudencia admirada
Por el grande resplandor:
Que siendo tan superior
Fue del Cielo prevenida.
Prodigio de Castidad,
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Devoción, rara ternura,
Amor a Dios con dulzura
Esmaltó la Caridad:
Esmaltó la Caridad:
De la suprema Bondad
Fuisteis la más atendida.
Su Oración sin cesar
Fuisteis la más atendida.
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Meditando muy ferviente,
Reparó toda la gente
El desprecio singular:
Todo lo supo pisar
Con gusto, paz y medida.
Con los pobres desvalidos
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Siempre fue muy piadosa,
En asistiros pasmosa
Quedando bien socorridos:
Aun los más oprimidos
Con miseria desmedida.
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
A su corazón constante
No pudieron abatir
Los trabajos, ni rendir
Por ser celeste Atlante:
Más firme que el diamante
Más firme que el diamante
A los golpes no rendida.
Como madre cariñosa
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Abrigaba en su pecho
Al doliente y deshecho
De enfermedad horrorosa:
El remedio muy gustosa
El remedio muy gustosa
Les daba con la comida.
Sus penitentes rigores
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Y los malos tratamientos
Que sufrió, y los tormentos
Sin otros muchos dolores:
Por excesivos, mayores
Toleró siempre rendida.
Siempre fue muy regalada
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
De su Esposo Jesucristo,
Y por hija de San Francisco
Del Cielo todo amada:
Con milagros exaltada,
Con milagros exaltada,
Con prodigios aplaudida.
Sus virtudes ilustró
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
Con enfermos, cuando muerta,
Siempre medicina cierta
Siempre medicina cierta
A todos suministró:
Los muertos resucitó
Los muertos resucitó
Del sepulcro a la vida.
Pues sois a todos consuelo,
Isabel nuestra Princesa,
Siempre de Dios muy querida.
De los hijos venerada:
Disponed, Madre sagrada,
El gozaros en el Cielo.
℣. Ruega por nosotros, Bienaventurada Santa Isabel.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
Ilumina, oh Dios misericordioso, los corazones de tus fieles, y haz que por los ruegos de la gloriosa Santa Isabel, que despreciemos la prosperidad del mundo, y siempre gocemos de la celestial consolación. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.. Amén.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
Ilumina, oh Dios misericordioso, los corazones de tus fieles, y haz que por los ruegos de la gloriosa Santa Isabel, que despreciemos la prosperidad del mundo, y siempre gocemos de la celestial consolación. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 11 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
SABIDURÍA DE SANTA ISABEL
Enriqueció
la poderosa mano de tanta erudición y elocuencia al prodigioso y
misterioso Topacio Santa Isabel, que era cosa admirable ver en tan
tierna edad discreción tanta, que deslumbraba la cortedad de sus años
con la madurez y circunspección de su entendimiento, siendo la librería
de su estudio Cristo Crucificado, a cuyos pies arrebatada muchas veces, y
por muchas horas en raptos, enajenada de los sentidos, mereció que le
manifestase el Señor ocultos Misterios, llenando su corazón de dulzuras.
Tuvo frecuente trato y comercio con los Santos Ángeles, y siendo ellos
sagrados Espíritus, todo Sabiduría, ¿cuál sería, pues con ellos
comerciaba de nuestra Santa Isabel, la superior Inteligencia? Fue la
Maestra de su enfeñanza la que lo es de todas las virtudes MARÍA
Santísima nuestra Señora, hablándole en diversas apariciones la
educación que tuvo, los años que vivió en el Templo de Jerusalén, y
otras muy altas incomprehensibles materias, con la cual conversación de
los Cielos, puede levantarse nuestra Isabel Discípula, con el renombre
de la más elocuente y sabia aficionada de MARÍA Señora, su divina amada y
Soberana Maestra.
ORACIÓN
Señor mío y Dios Eterno, inaccesible Padre las luces, que para desterrar
de los mortales la ignorancia, quisisteis haciendo aula msteriosa un
Portal, y prodigiosa Cátedra un Pesebre, que os adorasen rendidos unos
Pastorcillos rústicos, y manifestando vuesra immensa sabiduría, los
transformasteis en hombres elocuentes y sabios: Por esta misma
sabiduría, y por la que comunicasteis a vuestro estimativo Topacio Santa
Isabel, os suplico desterréis de nuestros corazones las sombras de la
ignorancia, que a la perdición nos encaminan, alumbréis nuestros pasos, y
nos deis conocimiento para seguir las sendas de la verdad, haciendo de
cada una de vuestras criaturas un Topacio peregrino de inteligencia y
saber, para que de esta manera abracen de corazón lo más puro, justo y
Santo. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 12 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
ADMIRABLE POBREZA DE SANTA ISABEL
Tan
amante de la muy alta pobreza fue la Infanta de Hungría, Duquesa de
Turingia y maravillosa piedra Jaspe Santa Isabel, que sirviéndole de
aspero cilicio de las demás Señoras el imán que son las galas,
profanidades y adornos; entrando un día en la iglesia, con el adorno que
pedía la Majestad de una Reina, coronada de piedras de inestimable
valor, levantó los ojos y vio la Imagen de un desnudo Crucifijo, y
afrentándose de que Dios estuviese entre oprobios e ignominias, y ella
metida por fuerza entre profanidades y deleites, razados sus ojos de
agua a fuerzas de su gigante dolor, cayó rendida a un desmayo, en que la
imaginaron difunta. Vistióse desde aquel día de grosera lana, hasta que
ya viuda se amortajó con el pobre humilde sayal de mi gran Padre San
Francisco, y como usaba de un solo hábito tanto tiempo, le remendaba
muchas veces, llegando a estar tan despreciado que se rozaba ridículo,
porque los remiendos eran de otro color, y puestos por su mano con
ningún asco, siendo para sí pobre, y para los pobres rica; pero nunca
nuestra Santa más lucida que cuando a fuerza de remiendos se miraba
jaspeada. Presentóle el Sumo Pontífice Gregorio IX el manto con que
andaba su Seráfico Padre San Francisco cuando murió; y como su hábito
estaba salpicado de colores, y el manto también remendado era de color
distinto, ayudaba el manto del Padre a los buenos deseos de su legítima
hija, donde no me admira a la sombra de tal capa, fuese Isabel un
asombro en adorar a la muy alta pobreza, sintiendo tales consuelos
cuando se rebozaba el roto manto de su Padre San Francisco, que parece
se le duplicaba el espíritu, como le sucedió a Eliseo con la capa
misteriosa de su amante Padre Elías.
ORACIÓN
Poderoso Señor de Cielo y Tierra, a cuya voz se fabricaron todas las
cosas, enriqueciendo el mundo de mil soberanías como universal dueño de
ambos orbes; y para mi enseñanza veniste al suelo tan necesitado y
pobre, que ni adonde reclinar la cabeza encontraste, y ya difunto, ni
mortaja ni Sepulcro, ni cosa propia tuviste: suplícote, Señor mío, por
tu muy alta pobreza, y por la voluntaria del remendado Jaspe Santa
Isabel tu querida, que hagas que me desnude de todas las pasliones que
de tu amor me apartan, que desprecie las caducas profanidades del mundo,
y que sea pobre de espíritu, Jaspe bordado de tribulaciones y
necesidades; para que solo apetezca en tu compañia lo eterno. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 13 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
PACIENCIA SIN SEGUNDO DE LA REINA DE HUNGRÍA
A
fuerza de uno y otro golpe de tribulación labró el Divino Lapidario
Jesús la prodigiosa Esmeralda de su amartelada Santa Isabel, siendo para
ejemplar del mundo, el blanco de la paciencia y el yunque de la
constancia. Murió en la conquista de Tierra Santa Luis su Esposo, y
habiendo quedado nuestra Santa viuda, graciosa niña, y con dos hijas y
un hijo heredero de la Corona de Hungría, un cuñado de Isabel llamado
Enrique Raspe, levantándose con el gobierno y estado, arrojó de su
Palacio con ignominia a su cuñada y sobrinos. Salió a la calle la Reina
Madre con la pesada carga de sus descarriados hijos, y no encontrando en
toda su corte quien le diese un rincón en que poder albergarse, se vio
obligada a salir de la Ciudad y guarecerse en una pocilga, donde solían
recogerse cerdudos animales. A la media noche, llenos sus ojos de
lágrimas, por las que admiraba en sus pobres hijos, acosados del hambre,
oyó tocar a maitines en el Convento de N. P. S. Francisco extramuros de
la Ciudad, fuese para él con la carga de sus niños, y tocando la
campanilla a la puerta, abrieron los Religiosos, y asombrados de ver a
su Reina en tanta desolación, le preguntaban la causa de tan nunca vista
novedad, a que con oído sereno y entereza real de corazón, dijo: «Dos
cosas, Padres, os pido: un pedazo de pan por amor de Dios, y que me
ayudéis a dar gracias a su Majestad por las grandes misericordias que
usa conmigo, cantando el Te Deum laudámus». Así lo hicieron con
más lágrimas que voces los Religiosos, suplicándoles la Princesa la
socorriesen todos los días con un bocado para aquellos Angelitos, que
aunque pobres, eran muy delicados.
ORACIÓN
Dios Eterno, Santo, inmortal y fuerte, que ya hombre, por los hombres,
como a supremo Rey y Soberano Monarca recibieron con triunfo de ramos y
palmas en la ingrata Ciudad de Jerusalén, para después con ignominia
blasfemarte, azotarte, herirte y crucificarte, sin que en el tiempo de
tu Pasión afrentosa y de tanta tempestad de fatigas despegases los
labios para la queja como espejo de verdaderos pacientes. Ruégote, Señor
mío, por lo que toleraste en el discurso de tu Pasión amarguísima, y
por la admirable paciencia del Job de la ley de gracia, y fortísima
Esmerada la Reina Santa Isabel, que sufriendo por amor tuyo las
flaquezas de mis prójimos y los tiros con que intenta combatirme el
mundo, demonio y carne, sea en las tribulaciones manso, en los
infortunios sufrido, y en todas mis operaciones paciente, para que
aprendiendo de tu tolerancia, y de Santa Isabel su paciencia, merezca
por sufrido el acompañarte siempre en tu Reino poderoso. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 14 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
MILAGROS DE LA BIENAVENTURADA SANTA ISABEL
Para mayor ostentación de su poder, quiso la divina omnipotencia
enriquecer con la divina ejecución de portentosos milagros a la piedra
Crisólito Santa Isabel, para que volasen al mundo sus prodigiosas
estupendas maravillas. Fueron innumerables los enfermos, gotosos,
paralíticos, llagados, mudos, ciegos, cojos y endemoniados a quien dio
vista, pies, lengua y sanidad consumada. Diez y seis difuntos se
restituyeron a la vida por su intercesión, a muchas mujeres socorrió en
las aflicciones del parto. Por dar gusto al estragado apetito de un
enfermo contagiado, a quien se le había antojado un pez, metió un
caldero en un pozo, y en él sacó un pescado a medida del paladar del
paciente; hasta la médula de los huesos, estaba entrañada su abrasada
caridad y amor para el bien de los necesitados. El día de su traslación
desenterraron estos, y apenas se descubrió el Sepulcro, cuando se
esparció por todo el ámbito un olor sfuavísimo, que fue motivo de
admiración y ternura, hallando que los huesos y reliquias de Santa
Isabel sudaban copiosamente un licor admirable, que recogido en pomos,
ungiendo con él innumerables enfermos, todos consiguieron la sanidad
perdida. En la Ciudad de Colonia, estando un hombre cargado de duras
prisiones y condenado a muerte por sus enormes delitos, se encomendó con
lagrimas a nuestra Santa; apareciósele en la mazmorra y díjole que para
pública satisfacción de la Justicia, convenía que se ejecutase en él el
suplicio. Sacáronle a ajusticiar,y estuvo pendiente en la horca todo el
tiempo que suelen estar los ajusticiados a juicio de todos muerto, pero
al deponerle del suplicio para darle sepultura se levantó con sanidad
entera, ni señal de cordeles en la garganta, dándole por libre,
asombrados del milagro, apareciósele una noche a Santa Isabel su madre,
llamada Gertrudis, Reina que fue de Hungría, en hábito muy funesto, como
que se abrasaba en llamas de Purgatorio, y suplicóle le pidiese a Dios
la sacase de aquellas penas. Púsose en oración, y a pocas horas, volvió a
aparecerse su madre, gloriosa, y a decirle de parte de Dios eran tan
agradables a sus Divinos ojos sus oraciones, que con ellas en este y en
el otro mundo alcanzaría para sus devotos singulares favores y mercedes.
ORACIÓN
Admirable y prodigioso Dios del alma mía, fuente liberalísima y
caudaloso río de las misericordias, que saliendo de madre para el
socorro de las criaturas, supiste atento al alivio en sus necesidades,
convertir el agua en vino en Caná de Galilea, multiplicar panes en el
Desierto, resucitar al lujo de la viuda de Naín y a Lazaro difunto,
haciendo de tu Santa vida un continuado milagro: suplícote, Señor mío,
por el liberal atributo de tu omnipotencia y por los prodigios que
ejecutase por la piedra Crisólito Santa Isabel, abras los ojos de mi
entendimiento, para que asombrado a la ejecución de estos prodigios,
abrace con toda resignación el camino de las virtudes, sirviéndome de
espejo las maravillas de tus escogidos, para que de esta manera ponga mi
amor en Ti, no aparte la vista de Ti, hasta gozarte a Ti. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 15 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
RIGUROSA PENITENCIA DE SANTA ISABEL
Para
asombro de la juventud, dechado de las hermosuras y ejemplar de las
deidades, creó el Soberano poder a la Oniquina piedra Santa Isabel, tan
entregada a la mortificación desde sus primeros años, que fue toda su
vida una continuada penitencia; compensaba ya casada las castas delicias
de el matrimonio con frecuentes mortificaciones de cilicios, ayunos y
vigilias. Recibiendo muchas veces de sus criadas de confidencia, duras,
sangrientas y rigurosas disciplinas; en los advientos y cuaresmas eran
estas más duras, y los Viernes de todo el año. El Jueves Santo embebida
toda en las finezas de Dios, con un vestido de lana, salía a visitar las
Estaciones, pasando toda la noche de rodillas en tierra, en
contemplación. En las Letanías de la Ascensión, seguía las Procesiones
con los pies descalzos. Cuando sentía dormido a su Esposo el Rey, se
salía del lecho para hacer oración; el cual le cogió muchas veces en
estos piadosos hurtos que hacía a su amor; pero disimulaba con
prudencia, viendo mejorados los empleos en clamor de su Esposa, tal vez
observando con silencio fus vigilias, la vio padecer a la violencia de
sus afectos, desmayos que le obligaban a saltar de la cama para aliviar
fu fatiga, rogándole volviese al descanso. Tenía la Santa una dueña
virtuosa su confidente, y le dio orden para que tocándole los pies con
cautela la despertase lentamente, para ponerse en su continua oración, y
tal vez sucedió, que incautamente, errase la diligencia, tocando los
pies del Duque, el cual reconociendo ser ardid de su Esposa para ocultar
sus mortificaciones, no lo llevaba con desabrimiento. Estando el Duque
ausente tenía ociosa la cama, trocando la delicada holanda por el
riguroso suelo, recostándose vestida un tanto cuanto sobre la dureza de
un estrado.
ORACIÓN
JESÚS mío, amor mío y bien eterno, que siendo por naturaleza impecable,
puro, Santo y justísimo para enseñarme a desterrar la pereza que me
desvía de la mortificación y penitencia, te retiraste a las soledades
del Desierto, a la consecución de un prolijo ayuno que duró cuarenta
días, ruégote, Señor de mi alma, por la aspereza grande de tu vida y por
la penitencia de tu mortificada Oniquina Santa Isabel, me concedas, que
desprendiendo de mí el amor propio, no me ame tanto; sino que
castigando mi cuerpo y mis pasiones domellando, padezca algo por Ti en
alguna satisfacción de lo mucho que padeciste por mí, que me sirva de
espejo la Reina de Hungría Santa Isabel; pero que no atendiendo el qué
dirán de este mundo, siga tus pisadas por el camino de espinas de la
mortificación y penitencia. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gosos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 16 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
HUMILDAD ALTÍSIMA DE SANTA ISABEL
No
menos admirable que en las demás virtudes, resplandeció a los ojos de
el mundo el abatimiento grande y humildad profunda del Sagrado Berilo
Santa Isabel, pues en la actualidad de Reina y Señora de Hungría,
juntaba doce pobres la tarde del jueves Santo, y entre ellos algunos
leprosos, a quienes con profunda humildad lavaba los pies y se los
besaba; pero aun más fervorosa aplicación de los labios en los pies
leprosos, sin hacer ascos ni melindres de su immundicia. Retiróse ya
viuda a un Hospital que había fundado a su costa, y estando en él hacía
su semana en la cocina, aliñaba las camas, barría, limpiaba los inmundos
vasos, y recetándole a uno de los enfermos leche de borrica, se
allanaba a ordeñar a esta torpe bestia, porque corriendo por su mano la
medicina la tomaba sin asco del paciente. Sea apoyo de su gigante
humildad lo que le sucedió con una malagradecida vieja cuando la Santa
estaba en las majestades de su Corona, vino a dar a su Hospital esta
mujer, sus muchos años y los ascos de su dolencia la hicierón dos veces
abominable, no pudiendo las enfermeras sufrir el corrompido aliento de
sus llagas ni el hedor intolerable de sus inmundicias, le curó Isabel
con tamo amor que a breves días salió a la calle sana, menos de su
malicia. Andando la Santa demandando limosna cuando la arrojaron de su
Palacio, se encontró con ella en un estrecho paso y muy lodoso de la
calle, fue a pasar Santa Isabel, con poco reparo la primera, y la vieja
le dio tal empellón, que la hizo caer en el lodo, tratándola de loca,
temeraria y poco atenta a sus canas; levantóse como pudo la Santa Reina,
lastimada de la caída y bien sucia del lodo, con modesto disimulo, le
pidió le perdonase su grande desatención; pero más irritado el anciano
basilisco a vista de su humildad, la hartó de hipócrita y embustera, y
la volvió las espaldas, aumentando las arrugas a su abominable cara con
la risa, mofa y escarnio de verla llena de lodo.
ORACIÓN
Poderoso Señor del alma mía, piélago insondable de perfecciones y amor
mío, que como ejemplar de verdaderos humildes, quisiste, siendo Rey
Soberano arrodillaros a los pies de unos rústicos pescadores para
lavarles las plantas, con especialidad al mal agradecido y tirano
Apóstol Judas, enjugándoselos con amor y besándoselos con humildad,
ruégote, Dios y Señor mío, por tu rendido abatimiento y por la humildad
profunda del Sagrado Berilo Santa Isabel, dé de mano a la soberbia, a la
indignación y enojo, que sea manso de corazón, y que sufriendo con
humildad las afrentas de esta vida, merezca, por la intercesión de la
Santa Reina, el don de una perfecta humildad, para ser exaltado a la
gloria. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 17 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
PUREZA Y CONTINENCIA DE LA REINA SANTA ISABEL
Destinó
la divina Providencia y voluntad del Altísimo el que el agradecido
Zafiro de la Reina Santa Isabel se enlazase con el estrecho vínculo del
Santo matrimonio, pero deseaba mucho la Santa quedarse en el estado de
Virgen, si no hubiera tenido por más grato sacrificio el entregarse a la
voluntad divina y obediencia de sus padres. Ya puesta en el estado de
viuda, un tío suyo Arzobispo Egberto de Bamberga, viéndola niña graciosa
y linda (pues murió nuestra Santa a los veinte y cinco años de su edad,
no cumplidos), hizo empeño de casarla con uno de los mayores Potentados
de Alemania, y llegándole a tratar del nuevo estado a la Santa,
respondió al tío con gran veneración, que por todas las conveniencias
del mundo no faltaría al voto de castidad que a Dios tenía hecho. Tan
amante con extremo del candor de la pureza, que no solo fue pura la
Santa, sino que ya difunta, como Zafiro precioso tuvo virtud de hacer
continentes y castos. Una mujer que padeció cuarenta años con grave mal
de corazón, y con él una terrible tentación contra la pureza, llegó al
féretro de la Santa, pidiéndole la librase de su impura tentación, desde
aquel punto, ni el pensamiento ni el mal volvieron a combatirla. Otro
atribulado, que vivió muchos años rendido al vicio de la lascivia,
hallándose sin fuerzas para la resistencia por la habituación de su
culpa, apeló a su patrocinio, por el cual consiguió de su pasión
vencimiento; pues de las pasiones del alma, que son las más incurables,
sabe sanar Isabel, para que los que padecen tribulaciones de espíritu
recurran a nuestra Reina, en quien hallarán remedio y el antídoto a su
mal.
ORACIÓN
Amoroso
Jesús y Criador mío, hermosa flor de los campos y Azucena de los
Valles, que por libertar de el cautiverio del demonio a una criatura
impura caminasteis en su busca por los campos de Siquén, y fatigado con
el peso de sus culpas, te sentaste a descansar en el pozo de Jacob para
convertir tu abrasada caridad a una Samaritana perdida en una Santa
Fotina, milagrosa. Suplícote, Padre mío, por estos pasos que diste, y
por la continencia del Zafiro tu Esposa Santa Isabel, nos hagas castos y
puros, que apartemos de nosotros el más leve pensamiento contra la
Santa pureza; para que venciendo las tentaciones de la carne, que nos
ofrece el mundo con ardides del demonio, triunfemos con valentía de
todos tres enemigos, el mundo, demonio y carne. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 18 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de Contrición y Oración preparatoria.
ARDIENTE CELO DE LA GLORIOSA SANTA ISABEL
Si
es el Carbunclo tesorero de las más brillantes luces, desterrando con
sus rayos las más obscuras tinieblas. Carbunclo el más primoroso fue la
Santa Reina de Hungría en el sagrado celo de la honra de Dios y
salvación de las almas. Una noble matrona deseosa de cortar los malos
pasos a un hijo entregado a las delicias del mundo, se lo llevó a
nuestra Santa; conocióle el interior y lo hizo entrar con la madre, a
quienes acompañó hasta su mismo Oratorio; púsose en oración Santa Isabel
y comenzó a gritar: el mancebo se abrasaba. Prosiguió la Santa en su
oración, y prosiguió también en el mancebo el arder, en tanto grado, que
ya casi moribundo clamaba misericordia: cayó al suelo desmayado,
llegando a socorrerle la Madre con unas criadas, estaban tan ardientes
los vestidos que no se podían coger del mucho calor, ni sufrirle; y si
el Carbunclo de Santa Isabel en la oración no apagara, así en polvo y
cenizas le redujera. A los pobres que entraban en su Hospital, les
obligaba a que antes de comenzar la curación del cuerpo, tomasen la
medicina del alma en el Santo Sacramento de la penitencia, y como
entrase un día una vieja rebelde en quererse confesar, procuró reducirla
con lágrimas y consejos, y no pudiendo por este medio olvidó su natural
mansedumbre, sacó una disciplina, y a puro azote la hizo pedir
confesión. El ardiente fuego de su amorolo celo dio luces de nuestra
Santa en su dichoso tránsito, pues inflamado su amante corazón abrasada
fénix, en el purísimo incendio de la caridad, inclinó como para dormir
la cabeza, dando su bendita alma en las manos del Criador, quedando el
cuerpo hermoso, flexible, exhalando fragrancias y vertiendo aromas.
Siendo clarineros de las virtudes de nuestra Santa copiosa variedad de
Aves, que sobre los tejados de la casa formaron con dulcísimos gorgeos
festivas honras a la avecita humilde y Reina Madre Santa Isabel.
ORACIÓN
Amante Padre de las almas, Señor y Redentor del universo, que
manifestando el ardiente fuego de tu Santo y prodigioso celo, entraste
en el Templo, y desterrando con rigor a los que profanaban sus lugares,
nos diste a entender con tan celosa demostración lo que abominas la
culpa y aborreces el pecado: Suplícote, Maestro mío, por el celo de la
Poderosa Reina Santa Isabel, me enseñes el más perfecto modo de
agradarte, que destierres de mí todo lo mal que me aparta de ti, que
confiese mis culpas, que llore mis pecados, para que arrepentido de
ofenderte, me vista la blanca vestidura de la gracia, para irte a gozar
eternarnente en la Gloria. Amén.
Rezar seis Padre nuestros y Ave Marías gloriados. La oración «Amantísima Reina Santa Isabel» y los Gozos se rezarán todos los días.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)