Sobre sus orígenes hay distintas opiniones, visto que no se conserva información sobre él: la tradición local le hace uno de los hijos de Simón de Cirene, y discípulo de San Pablo. Los historiadores modernos afirman que vivió en el siglo IV. En todo coinciden que fue el primer obispo de Aviñón (Francia) y que fue «confesor ilustre por sus múltiples virtudes», y que fue enterrado donde se encontraba la abadía de San Rufo, donde se fundó una congregación de Canónigos Regulares en 1039, siguiendo la regla agustiniana, y que fue suprimida en 1780 durante el despotismo ilustrado. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Aviñón (ciudad de la que es santo patrono junto con San Agrícola Obispo y San Benito el Constructor) durante las Guerras de Religión.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)