Meditaciones
dispuestas por San Alfonso María de Ligorio, y traducidas al Español,
publicadas en Barcelona por la imprenta de Pablo Riera en 1859.
Imprimátur por D. Juan de Palau y Soler, Vicario General y Gobernador
del Obispado de Barcelona, el 30 de Octubre de 1858.
MEDITACIÓN 24.ª (DÍA SEXTO DE LA NOVENA DE NAVIDAD): Factus sum sicut homo sine adjutório, inter mórtuos liber. (He venido a ser como hombre sin socorro, libre entre los muertos. Salmo LXXXVII, 5).
Considera
la vida penosa que tuvo Jesucristo en el seno de su Madre, por la
prisión tan larga, estrecha y oscura que allí padeció por nueve meses.
Es verdad que los otros niños están en el mismo estado; mas ellos no
sienten las incomodidades, porque no las conocen. Pero Jesús las conocía
bien, porque desde el primer instante de su vida tuvo perfecto uso de
razón. Tenía sentidos, y no podía servirse de ellos; tenía ojos, y no
podía ver; tenía lengua, y no podía hablar; manos, y no las podía
extender; pies, y no podía andar; así que por nueve meses hubo de estar
encerrado como en un sepulcro. He venido a ser, nos dice Él mismo por
David, como hombre sin socorro, libre entre los muertos. Él era libre,
porque voluntariamente se había hecho prisionero de amor en aquella
cárcel; pero el amor le privaba el uso de la libertad, y allí le tenía
estrechado con cadenas que no le permitían moverse. ¡Oh grande paciencia
del Salvador!, exclama San Ambrosio, pensando en las penas de
Jesucristo mientras estaba en el seno de María. Fue para el Redentor el
vientre de María cárcel voluntaria, porque fue prisión de amor; mas por
otra parte no fue injusta. Era a la verdad inocente, pero se había ya
ofrecido a pagar nuestras deudas, y a satisfacer por nuestros delitos.
Con razón, pues, la divina justicia lo tiene de tal manera encarcelado,
comenzando con esta pena a exigir del mismo la merecida satisfacción.
Mira a que se reduce un Hijo de Dios por amor de los hombres; se priva
de su libertad, y se pone en cadenas, para librarnos de las del
Infierno. Mucho, pues, merece ser reconocida con gratitud y con amor la
gracia de nuestro libertador y fiador, quien, no por obligación, sí solo
por afecto se ha ofrecido a pagar, y ha pagado por nosotros los débitos
y las penas, dando por ellas su vida divina. No olvides, dice el
Eclesiástico, el favor del que te salió por fiador, porque puso su alma
por ti: Grátiam fídei jussóris ne obliviscáris: dedit enim pro te ánimam
suam (Eclesiástico XXIX, 20).
AFECTOS Y SÚPLICAS
Sí,
Jesús mío, tiene razón el escritor sagrado de advertirme que no me
olvide de la inmensa gracia que Vos me habéis hecho. Yo era el deudor,
yo el reo, y Vos el inocente. Vos, mi Dios, habeis querido satisfacer
por mis pecados con vuestras penas y con vuestra muerte. Mas, despues de
esto, yo me he olvidado de tan grande gracia y de vuestro amor: he
tenido atrevimiento de volveros las espaldas, como si no fuéseis mi
Señor, y aquel Señor que tanto me ha amado. Pero si hasta aquí me he
olvidado, no quiero, Redentor mío, olvidarme más. Vuestras penas y
vuestra muerte serán mi continuo pensamiento; y estas me recordarán
siempre el amor que me habéis tenido. Maldigo aquellos días en los
cuales, olvidado yo de lo que padecísteis por mí, abusé tan malamente de
mi libertad. Vos me la habíais dado para amaros, y me serví de ella
para despreciaros. Pero hoy la consagro a Vos. Libradme, pues, Señor
mío, de la desgracia de verme separado otra vez de Vos, y hecho de nuevo
esclavo de Lucifer. Ea, encadenad a vuestros pies esta mi pobre alma
con vuestro santo amor, a fin de que no se separe jamás de Vos. Padre
eterno, por la prisión de Jesús en el vientre de María, libradme de las
cadenas del pecado y del Infierno. Y Vos, Madre de Dios, socorredme. Vos
tenéis dentro de vuestro seno aprisionado y estrechado con Vos al Hijo
de Dios. Ya, pues, que Jesús es vuestro prisionero, Él hará cuanto le
digáis. Decidle que me perdone; decidle que me haga santo. Ayudadme,
Madre mía, por aquella gracia y honor que os hizo Jesucristo de habitar
por nueve meses en vuestro interior.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)